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CHE GUEVARA


14-10-2015

CHE GUEVARA

 

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.

Conoce mejor al Ché con este Libro!!!

 

Autor: Adalberto Cirilo Ramos Alfonso.

 

A Ernesto Guevara alias ( CHE ) lo conocen casi todo el mundo que tiene un estudio primario en cualquier parte del Mundo. 

Más son pocos los que saben el significado de CHE, 

Che significa en Argentina Amigo. mi Che = mi Amigo.

Ya lo sabes!!!

 

En este libro te voy a presentar al Che Revolucionario. esta es una serie de libros sobre el Che Guevara, este es el primer Libro, aquí te voy a dar diferentes tipos de informaciones, Vídeos, Fotos, Comentarios y la Biografía del Che.

 

 

CANCIÓN DE SIVIO RODRIGUES( COMANDANTE CHE GUEVARA )

 

VÍDEO: https://youtu.be/ZK926hGidhc

 

 

 

 

EL CHE
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Ernesto Guevara de la Serna, el Che, nació en 1928 en Rosario (Argentina). A los dos años, después de una grave enfermedad, se le diagnóstica una afección asmática que hace que su familia decida trasladarse a la provincia de Córdoba, donde transcurren su infancia y adolescencia.

Tras el comienzo de la Guerra Civil Española, su padre, Ernesto Guevara Lynch, crea un comité de ayuda a los republicanos españoles que despierta sus inquietudes infantiles y le hace tomar contacto, por primera vez, con la realidad política y social. 

En 1947 se traslada con su familia a Buenos Aires. Habiendo sido declarado no apto para realizar el servicio militar, Guevara ingresa en la Facultad de Medicina y comienza a interesarse por la política, aunque no milita en ningún partido. Sus padres se separan y él permanece junto a su madre y sus tres hermanos en una vieja casona. Es en este mismo año cuando realiza su primera gran aventura: recorrer la Argentina en una bicicleta a la que añadió un pequeño motor, luego se alistará como tripulante en barcos de la flota mercante en viajes por la costa.

En 1951 emprende, junto a su amigo, el médico Alberto Granado, un viaje en motocicleta comenzando por el sur argentino y siguiendo viaje hacia el norte pasando por Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, desde donde viaja en avión a Miami —donde permanece un mes—para regresar finalmente a Buenos Aires. La experiencia, recogida en un cuaderno y publicada recientemente como Mi primer gran viaje, es el primer contacto directo de Guevara con la realidad social latinoamericana. El  contacto con las condiciones extremas en que sobrevivían los mineros chilenos y su trabajo en la leprosería peruana de San Pablo, a orillas del Amazonas, fueron momentos cruciales para la formación de la sólida ideología revolucionaria que ya nunca lo abandonaría.

 

 

 

Tras su retorno, termina la carrera de medicina y se gradúa en 1953 con una tesis sobre las alergias. Decide reencontrarse con Granado, quien se había quedado en Venezuela, pero antes pasa por Bolivia, atraído por la nueva experiencia del gobierno revolucionario de Paz Estensoro.

En La Paz, conoce al abogado argentino Ricardo Rojo, posteriormente autor de una de sus biografías —Mi amigo el Che—, con quien llega, haciendo autostop, a Perú y a Ecuador, donde se enteran de la noticia de la reciente revolución guatemalteca.

Luego de pasar por Nicaragua, hasta donde había llegado el Che por tierra, viajan a Costa Rica donde entra en contacto con dirigentes políticos como Rómulo Betancourt o Juan Bosch y conoce a los líderes del Movimiento 26 de Julio, sobrevivientes del asalto al Moncada y exiliados de Cuba. Será recién llegado a Guatemala, donde comparte la pensión con otros exiliados, cuando empieza a sentirse atraído por la situación social cubana, mientras profundiza su formación marxista. Cuando el golpista Castillo Armas invade Guatemala, Guevara solicita participar de la resistencia, pero se le niega el permiso. Trabaja en la defensa civil ayudando a las víctimas y haciendo transportes de armas.

Tras caer el gobierno democrático del presidente Arbenz, el nuevo gobierno golpista de Castillo de Armas, apoyado por la United Fruit Company y el gobierno estadounidense contrarios a las reformas iniciadas por Arbenz, desata una represión feroz y el nombre del Che figura entre los condenados a muerte. Finalmente se salva gracias a la intervención del embajador argentino en Guatemala, Sánchez Toniuzo, que lo asila en la sede diplomática, pero el Che rechaza volver a Argentina y dos meses después obtiene un salvoconducto para viajar a México.

En México gracias a su futura mujer, la exiliada peruana Hilda Gadea con quien había coincidido en Guatemala, conoce a Raúl Castro.  Empieza a participar de las reuniones del «26 de Julio». En julio de 1955 llega a México Fidel Castro, liberado de la prisión de la Isla de Pinos, quien designa a Guevara como médico de la expedición que se propone formar, con el objetivo de regresar a la lucha revolucionaria en Cuba.

 

 

 

 

En agosto de 1955 se casa con Hilda Gadea y el 15 de febrero de 1956 nace su primera hija, Hildita. Pese a las dificultades —se les confiscan las armas por orden del gobierno mexicano—, los preparativos y el entrenamiento, dirigido por un republicano español en el exilio, no cesan. La fecha de la invasión a Cuba queda fijada para el mes siguiente. Una delación que les cuesta casi dos meses de cárcel posterga la partida que finalmente tiene lugar el 25 de noviembre, un viaje de cinco días en el yateGranma que habría de coincidir con la huelga general dirigida por Frank País.

El desembarco se retrasa y la huelga es finalmente aplastada. Finalmente se produce el desembarco de los ochenta y dos combatientes que forman la columna en la isla, sufriendo el grupo una derrota y Guevara recibe dos heridas de bala sin consecuencias. La primera victoria de los guerrilleros se produce el 17 de enero de 1957.

El New York Times envía a Herbert Matthews, quien, mediante su informe y un reportaje a Fidel Castro, gana la simpatía del público para el pequeño grupo enfrentado a un ejército muy superior en soldados y recursos. Las notas del periodista entusiasman al pueblo cubano, que colabora cada vez más con los insurgentes, mientras Guevara es ascendido por Castro a comandante. Conduce las victorias de El Hombrito y La Mesa y funda el primer periódico de la guerrilla, El cubano libre.

     En 1958, Guevara instala en La Mesa una especie de cuartel general de información con transmisiones de radio (Radio Rebelde) de los partes de guerra y propaganda revolucionaria.

La guerra continúa y las fuerzas insurgentes se consolidan. Guevara se pone al frente, junto a Camilo Cienfuegos, de la Columna Invasora Nº 8 y cruza la isla en un penoso viaje de más de seiscientos kilómetros. En diciembre conoce a Aleida March. Al llegar al Escambray unifica las distintas formaciones guerrilleras. Mientras tanto, Fidel avanza sobre Santiago de Cuba.

La unión de las diversas columnas permite al Che tomar la estratégica ciudad de Santa Clara, el 31 de diciembre de 1958.

 

La acción, precipita la caída de la dictadura de Batista. Fidel Castro llega hasta el lugar y decreta la reforma agraria en la provincia. Finalmente, el 1 de enero de 1959, Batista parte al exilio. El 5 del mismo mes es nombrado como Presidente el candidato revolucionario Manuel Urrutia Lleó y el 8 de enero, las fuerzas revolucionarias entran victoriosas en La Habana.

     El Che se divorcia de Hilda Gadea y el 9 de junio de dicho año se casa con Aleida March, quien militaba en el Movimiento 26 de Julio, e inicia una serie de viajes. En la República Árabe Unida se entrevista con Nasser, quien lo proclama «gran libertador de los oprimidos», en la India se reúne con Nehru y en Belgrado con Tito. A su regreso a Cuba es designado presidente del Banco Central.

En 1960, Guevara participa de las negociaciones con los soviéticos para el establecimiento de convenios comerciales entre rusos y cubanos. En octubre de este año, parte a Europa en una misión económica, para dirigirse luego a China, donde se entrevista con Mao Tsé Tung y firma con Nikita Kruschev el tratado de amistad cubano-soviético.

El 3 de enero de 1961, los Estados Unidos anuncian la ruptura de relaciones con el gobierno cubano. En febrero del mismo año, Guevara acepta ser Ministro de Industria y el 17 de abril se produce la invasión de Bahía Cochinos (Playa Girón), donde Fidel proclama el carácter socialista de la Revolución Cubana.

Ante la derrota yanqui, el Che dirá: «...es la primera derrota del imperialismo en América Latina y en escala mundial». Después de la invasión, viaja a Punta del Este, donde participa en la reunión del Consejo Económico y Social de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.), en la cual interviene para presagiar el fracaso de la Alianza para el Progreso, política que impulsaba el gobierno demócrata de Kennedy.

Mantiene reuniones secretas con el presidente argentino, Arturo Frondizi, y con el brasileño, Janio Quadros, quienes serían derrocados más tarde por golpes militares.

Su papel en el proceso de la Revolución Cubana es cada vez más importante y en 1962 compone, junto a Fidel y Raúl Castro, Osvaldo Dorticós, Blas Roca y Emilio Aragonés, la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas. En octubre de ese año se produce la llamada «crisis de los mísiles», cuando el gobierno estadounidense denuncia la presencia de armamento soviético en la isla. El conflicto termina con la retirada soviética, lo cual pone en solfa el alcance del apoyo de Nikita Kruschev al gobierno de Fidel Castro, a pesar de los zapatazos que el dirigente soviético propinó en una mesa de la O.N.U.

En junio de 1963, Guevara llega a Argelia y en 1964 preside la delegación cubana ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y viaja nuevamente a Argel, donde se entrevista con Ben Bella.

El año 1965 estará marcado por numerosos viajes a África, en especial al Congo y a Guinea, tratando de profundizar en la tendencia marxista-leninista, además de combinar la participación de guerrilleros cubanos en las fuerzas insurrectas en Angola. El 25 de febrero, el Che ataca duramente a la Unión Soviética en un discurso en Argel, por estar en total desacuerdo con su visión del socialismo: el Che propone crear un gran grupo compacto de naciones en proceso de liberación, asistiéndose mutuamente de forma gratuita, mientras que la U.R.S.S. rechaza la propuesta. Pero al volver a Cuba, el 15 de marzo, debe dar explicaciones y se reúne con Fidel Castro durante 48 horas; lo que hablaron nunca trascendió.

Esta conversación, sin embargo, parece que fue determinante para la aparición de la primera fisura en la revolución cubana: Guevara se retira de la arena política. Finalmente, en julio, Guevara aparece en el Congo, al frente de un grupo guerrillero cubano, para luchar contra el gobierno de Moisés Tshombé, que contaba con el apoyo belga y estadounidense. A la decepción que le produjo la guerrilla congoleña se suma la lectura pública, por parte de Castro, de tres cartas de despedida, una dirigida a Fidel, otra a sus padres y la restante a sus hijos.

Esta decisión sorprendió y decepcionó al Che, al entender que —en la práctica— se le expulsaba de Cuba. La consecuencia inmediata en el Congo fue, como él cuenta en su diario, que sus compañeros vieran en él a un extranjero colaborando con los cubanos, a pesar de que un decreto del propio Gobierno cubano le había concedido dicha nacionalidad.

 

 

A finales de noviembre, el Che y el resto de cubanos, salen del Congo, después de siete meses de una guerra absurda y ajena. En ese país, con el nuevo nombre de Zaire, toma el poder Mobutu.

El Che ya no quería volver a Cuba y en Dar es Salaam, en la embajada cubana, recupera energías y reflexiona sobre la experiencia congoleña. Fidel, con cierta culpabilidad y obligado, sin duda, por su enorme popularidad en la isla, le pide que vuelva. El Che viaja a Praga y permanece allí casi cuatro meses, también en clandestinidad.

Y de esa misma condición y disfrazado, regresa a Cuba, para organizar el siguiente objetivo. En agosto de 1966 entra en Bolivia con una credencial de observador de la OEA, afeitado y calvo, luciendo gafas. Ahora es Ramón Benítez. Allí recorre el país conversando con los diversos grupos guerrilleros y comienza la acción sin el apoyo del Partido Comunista Boliviano. La experiencia es recogida en el Diario del Che en Bolivia.

El 8 de octubre de 1967, tras ser herido en una pierna cae prisionero, en un lugar denominado quebrada del Churo, por una patrulla de rangers con mando norteamericano y posteriormente es asesinado, en la escuela de de La Higuera, según las órdenes del régimen boliviano, presionado —al parecer— por la C.I.A. Luego se exhibe su cuerpo a los periodistas y curiosos en un lavadero, antes de enterrarlo en un lugar que no fue descubierto hasta 1997; se le cortan las manos para que no pueda ser posteriormente identificado mediante las huellas dactilares.

Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el Che, el apodo que recibiera de sus compañeros de guerrilla en la Sierra Maestra, entra en la historia para siempre y su imagen recorre el mundo como un símbolo de la libertad y de la lucha contra la opresión. Su inmortal imagen, retratada por el fotógrafo cubano Alberto Korda, se comercializa en camisetas, banderas y recuerdos en ferias y tiendas del mundo entero, pero este reducionismo consumista no podrá ocultar a las nuevas generaciones la fuerza y el temple de un hombre que cambió la figura del revolucionario.

En la carta de despedida a sus padres, decía el Che: «Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con la adarga al brazo... Muchos me dirán aventurero, y lo soy; sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades...». Y sobre estas palabras el escritor Víctor Montoya, dice en su artículo ( CHE )«Así te recordamos, comandante, con la estrella en la boina y el porvenir en la mirada» Así le recordará la historia viva, la que no olvida, que seguirá cantando: ¡Hasta siempre, comandante...!

 

MIRA ESTE VÍDEO: https://youtu.be/co8Tg04XBIU

 

ERNESTO GUEVARA ( CHE )

De niño, Ernesto Guevara ya sufría asma. Le tomaban la temperatura 10 veces por día, comía cosas horripilantes y saludables, y vivía resguardado hasta que su madre decidió que tuviera una vida normal. A veces, los amigos lo traían desmayado, pero él volvía a salir. En aquella época se prefiguró, quizá, la tenacidad de su vida adulta. Tanto como su mal gusto a la hora de vestirse. Un fragmento de “Ernesto Guevara, también conocido como el Che” de Paco Taibo II, quien visita en estos días la UNSAM, editado por el sello Planeta.

Una foto en Caraguatay, Misiones, tomada en 1929, mostrará a un Ernesto Guevara de 14 meses de edad, transportando una tacita en la mano (¿una bombilla de mate?), vestido con un abriguito blanco y cubierto por un horrendo gorrito que recuerda a un salacot colonial, prefigurando el desastre que en materia de indumentaria le acompañará toda la vida, el estilo peculiarmente desarrapado que hará su sello personal.

 

O bien “infancia es destino”, como decía el psicólogo mexicano Santiago Ramírez en uno de sus momentos más afortunados, y se van grabando en la memoria recién organizada del personaje central las experiencias que forzarán los actos del futuro; o bien infancia es accidente, es prehistoria de un ciudadano que se fabrica en la vida apelando a la voluntad y al libre albedrío.

No estará nada claro. Algo debe haber de las dos cosas, piensa este ecléctico autor.

 

Uno de los tantos marxistas de Pandora que han biografiado al Che se obsesionará con la idea de que las imágenes de la selva tropical del nordeste argentino, de Misiones, donde circularán los días de la primera infancia de Ernesto Guevara, prefigurarán su destino en las selvas bolivianas. No acaba de convencerme. Si infancia es destino, no lo es de una manera tan simple. Para el historiador, el argumento convincente, quizá la prueba concluyente de que algunos de los elementos significativos de la infancia contienen el futuro, es la foto que muestra a Ernesto y al burro.

 

 

 

Es 1932, en Portela, cerca de Buenos Aires, el personaje tiene cuatro años, se encuentra en la estancia de unos amigos de sus padres: la foto está dominada por el asno, de ojos dormilones y semicerrados, inmóvil; sobre él, un Guevara con poncho y sombrero boliviano del que sólo se adivinan los ojos y la media sonrisa, símbolo de placer. Muy erguido, transparentando su amor por los burros, los mulos, los caballos, los animales de cuatro patas que se puedan montar. Ernesto y el burro miran a la cámara. Ambos saben que son el personaje central.

 

Y si infancia es destino, 25 años más tarde y a mitad de un bombardeo, al frente de los rebeldes cubanos, llamados por sus enemigos “los mau mau”, el comandante de la columna cuatro, un tal Guevara, conocido como el Che, avanzará montado en el burro Balansa, erguido, displicente, ocultando un terrible ataque de asma que lo tiene al borde del ahogo, y mirará a la cámara con esa misma actitud de perplejidad respecto al porqué es sujeto de la historia cuando el burro, que también contemplará al objetivo, lo amerita más. Y en esa primera foto de Caraguatay estará el origen de los providenciales mulos que aparecerán durante la invasión al occidente de la isla de Cuba cuando la columna del Che esté cercada por soldados y aviones, y desde luego del mulo Armando, al que Zoila Rodríguez en memoria y amor al doctor Guevara atenderá “como si fuera un cristiano”, y del camello que estrenó en las pirámides de Egipto, incluso de aquel caballito boliviano al que tanto quiso y que terminó comiéndose.

 

Esa foto de Misiones estará en el profundo germen de la leyenda que aún hoy se cuenta en Cochabamba, Bolivia:

 

“En las noches, el Che Guevara, junto con el Coco Peredo, cabalgan en unas mulas grandes, ¡bien grandes!, con sus máusers en las manos y llegan a Peñones, Arenales y Lajas, a Los Sitanos, a Loma Larga y Piraymirí, hasta Valle Grande”. O de la nueva versión de una canción mexicana agrarista que dice: “Tres jinetes en el cielo / cabalgan con mucho brío, / y esos tres jinetes son: / Che, Zapata y Jaramillo”.

 

Sea así o al contrario; sea esto tan sólo mala imaginación de novelista, de la que tanto ha abundado en las narraciones que sobre la vida y destino del Che se han hecho, lo que sí parece evidente es que Ernesto Guevara será el último de nuestros tan queridos próceres a caballo (o en mulo, o en burro, tanto da para un hombre que se reía de sí mismo) en la tradición heroica de América Latina.

 

En el origen de Ernesto se encuentra una historia familiar interesante, que no llega al melodrama. En el remoto pasado de los Guevara existió un virrey en Nueva España, don Pedro de Castro y Figueroa, quien sólo duró gobernando un año y cinco días mediado el siglo XVIII, quien tuvo un hijo llamado Joaquín, que secuestró en Louisiana a su esposa y cuyos sucesores vivieron la fiebre del oro en San Francisco para terminar, quién sabe por qué azares de errática geografía, durante el siglo XIX en la Argentina.

 

De esta época de San Francisco se pueden rescatar parientes de nombres absurdos, como Rosminda Perlasca, y un tío Gorgoño que se dedicaba a criar reses para vender carne a los gambusinos.

 

De la rama Lynch vienen los irlandeses emigrantes de todas las emigraciones. (¿De ahí las vocaciones de viajero permanente? ¿La picazón en el culo que no habría de abandonarle? ¿Las alas en los pies?) Irlandeses a los que se puede encontrar en la Argentina desde el inicio del siglo XVIII.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No mucho más del lado De la Serna, fuera del abuelo Juan Martín de la Serna, dirigente de la juventud radical, militancia compartida por uno de los Lynch, el tío abuelo Guillermo, por la que ambos intervinieron en la fracasada revolución de 1890. Se decía que el padre de Celia, su madre, poseía mucho dinero, pero cuando la niña tenía dos años (cinco, según otras fuentes) se suicidó durante un viaje a Europa por mar y los abogados se quedaron con parte de la fortuna. Al morir su madre, cuando tenía 13, Celia fue criada por hermanas y tías.

 

De cualquier manera, parece que al paso del tiempo no habrá de guardar Ernesto demasiada conmiseración por el personal, al que calificará en bloque: Los antepasados […] eran miembros de la gran oligarquía vacuna argentina.

 

 

 

 

Aunque la dureza al juzgarlos debe ser cosa del futuro, porque en la primera infancia las narraciones sobre los abuelitos en California y la fiebre del oro, las hazañas de su abuelo agrimensor que estuvo a punto de morir de sed, eran escuchadas como material de una fascinante novela.

 

Lo mejor de su padre, un constructor civil que emprendió mil negocios y fracasó en la mayoría, es que lo expulsaron del Colegio Nacional por haberle dado una bofetada a Jorge Luis Borges, después de que éste, por soplón, lo denunció diciéndole a un maestro: “Señor, este chico no me deja estudiar”. Ernesto Guevara Lynch era un aventurero a medias, estudiante de arquitectura que había dejado la carrera para incursionar en el mundo de los pequeños empresarios y se había sacado la lotería, según él mismo reconocería, al casarse en Córdoba con Celia, pretendida por todos y alcanzada por ninguno, la princesa de la bohemia radical. Buen bailarín de tango, un tanto holgazán, bien parecido.

 

La madre, Celia de la Serna, católica ferviente (estuvo en la adolescencia a punto de tomar los hábitos de monja) reconvertida al liberalismo de izquierda, conserva del catolicismo inicial la fuerza de sus pasiones. Una de sus sobrinas recordaría más tarde: “Fue la primera mujer (según mi mamá) que se cortó [el pelo] a lo garçón, es decir que se cortó el pelo cortitico por la nuca, fumaba y cruzaba la pierna en público, que ya era el colmo de la avanzada feminista en Buenos Aires”. William Gálvez rescata: “Y es de las pocas y primeras que se atreve a manejar un auto”.

 

Cuando se consolida el noviazgo, Celia es menor de edad y, rompiendo con su familia, se va a casa de una tía para luego casarse con Ernesto en noviembre de 1927.

 

Cultos, un tanto bohemios, progresistas, ateos, herederos vergonzantes de una oligarquía que les parecía pasiva y timorata, el matrimonio Guevara-De la Serna habría de aportar a sus hijos el espíritu de aventura, la pasión por las letras, el desenfado, que Ernesto convertiría en banderas vitales años más tarde.


 

Pero vamos a darle forma a la historia:

 

El arquitecto Guevara y Celia de la Serna, recién casados, se van a la aventura y llegan a un lugar llamado Caraguatay, que en guaraní quiere decir nada menos que “agua dulce de ananá silvestre”, una colonia de 100 habitantes en el Alto Paraná, muy cerca de la frontera paraguaya, donde se mezclan con suizos y alemanes que llegaron al final de la Primera Guerra, “vestidos de blanco y con sombrero de corcho”, dirá Juan Sasturain, que llegaron en “el Iberá, un lento vapor con ruedas de paleta que había acarreado ingleses por el Nilo”. Allí ha comprado Guevara 200 hectáreas, construye una casa de madera y se dedica al cultivo del mate y a la tala de las maderas del bosque. Supuestamente, allí será engendrado Ernesto Guevara de la Serna.

 

 

Hacia junio de 1928, Guevara padre y Celia venían descendiendo el río Paraná en barco y viaje de negocios, y aprovechando para que el primero de sus hijos naciera en Buenos Aires, pero los dolores de parto se presentaron prematuramente (supuestamente a los siete meses de su matrimonio) a la altura de la ciudad de Rosario. Ernesto nacerá, pues, a las tres y cinco minutos de la madrugada del 14 de junio de 1928 en la maternidad del Hospital Centenario, anexo a la Facultad de Medicina. Los testigos del recién nacido hijo accidental de la ciudad de Rosario serán premonitorios del futuro carácter viajero del bebé: un taxista brasileño (el hombre que los llevó al registro civil) y un marino (su

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Verlag: BookRix GmbH & Co. KG

Tag der Veröffentlichung: 05.03.2016
ISBN: 978-3-7396-4132-4

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BIOGRAFÍA DEL CHE GUEVARA

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