OLGA GONZALEZ DEL PICO
A mis padres, pura ofrenda. A
todos mis Poetas amigos; a la vida
A mi madre
Un extracto del preludio
un sentir profundo, intenso
un batir de alas en vuelo
una deshilada queja, un lloro
una dimensión sin tiempo.
Todo y nada más, un rezo.
Ave María Santísima
ave ascendiendo al cielo...
Todo queda conjugado al silencio
la llama se vuelve espuma
el dolor lleva dos remos
dilación indefinida traspasando
la infinitud de los rezos.
Difundido en el rocío
en mis pupilas las lágrimas
sobre un sudario sin tiempo.
Margen de un dolor muy hondo
Ave María Santísima
su alma ascendiendo al cielo.
A mi hermana María del Carmen
Faltaba un ruiseñor.
Citados, eran siete, siete
para iniciar un lúgubre
Nocturno, una noche de duelo.
El séptimo era el Gran Maestro
infortunio imprevisto
hasta llegar a la mansión
donde reina el silencio.
La nota grave traspasaba
la altura de las cumbres.
La noche, aureola del poniente
circundaba la evasión
de un instante supremo.
Al unísono flautas de oro
capaz de estremecer
al Lucifer de los infiernos.
Todos allí, en el centro
bóveda circular donde
la noche propulsaba
la acción de oníricos empeños.
Los astros rutilantes
y la Luna, se asomaban
al balcón de los espacios
era como decir La Hora Cero.
Ondulación de líquidos apuntes
rojo escarlata, negro tapiz
decoraban un tránsito de tiempo.
El séptimo movimiento
en la batuta del Gran Maestro
escalas al amor y otras de duelo.
Ruiseñores acordes al sonido
del teclado del piano y la clave
en las ondas del viento
respondían a coro, el final
del lúgubre Concierto.
El búho escrutaba en silencio
cómo iban los siete ruiseñores
al desolado túnel del misterio.
La noche conjugaba una tristeza
La Bella Dama, quizás fuera
escoltada, Uno de los siete,
El Gran Maestro.
Y su espíritu en forma de corola
cruzando las escalas del silencio.
Se me quedó en los labios
la palabra secreta...
Con sus garfios punzantes
fue atravesando alas
de níveas mariposas.
Atravesó el anillo celeste
que marcó en mi reloj
el nacimiento de una hora.
Maléfica y terrible
no quiero pronunciarla.
Formando torbellinos de ira
suspendió en un suspiro
el corazón de un alba.
En cenizas quedó
la llama de una hoguera.
Allí latía un corazón que amaba.
Maléfica y terrible
no quiero pronunciarla.
Flagela la estructura de mi Yo
y presiona mis ansias.
Es absurda, insustancial.
¿Quién la dejó en mis labios? ...
No quiero pronunciarla.
Con su cresta carmín
anuncia el gallo
su expresión más alta.
El eco se desprende del sonido
y una lágrima cae, ensangrentada...
Firma tú esta cláusula de oro
el tiempo se diluye y no es mi culpa
hay crisálidas vírgenes que laten
en el materno seno que las cubre.
No desmayes, la ruta de los mares
como astas al viento se dilatan
y flamean banderas que enarbolan
los himnos en la voz de los que aman.
Pulsa tu corazón, tú eres testigo
ya regresan en marcha uniformada
escuadrones vasallos de un imperio
con látigos de fuego en las entrañas.
Cual tifones los hijos de la ira
melodrama sangriento de una hazaña
tú eres el meridiano del silencio
te asiste la heredad que no se alcanza.
Te persiguen los cantos de sirenas
llevas el camafeo de una lágrima
desafías tinieblas insondables
y te bebes a sorbos la nostalgia.
¿De qué marasmo llegas? El alba
te ilumina y llegas a nosotros
y traes el resorte de los siglos
el tiempo de tu noche se eclipsaba.
Tú eres la tempestad, luego la calma
en tu mano derecha una estrella
misionero de todas las batallas
firma tú esta cláusula de oro.
El sonido en el timbre de mi estancia
transfigura la idea del capricho
es tan mío el decir, que yo confío
a calmar esta sed que me devora.
Dime qué mano, caprichosa toca
el timbre de mi estancia, su sonido
es un eco y dolor a mis sentidos
nadie espera en la puerta que yo abra.
Mi beso trasnochado de suspiros
es un turbión de fuego, terrible llamarada
es el viento que gime adolorido
y traspasa el umbral sin decir nada.
Oh, miserere toque que taladra
mi débil corazón que sólo espera
diluirse en el vaso que contiene
el licor de su beso y mi quimera.
A Magda y Luis Mario
Albricias al Poeta y su Musa
gala de un estar en fecha.
Engarce de dos anillos
amor tallado con gemas.
¡Alzad las copas, brindemos!
Mirad, la noche despliega
una bufanda de sueños
junto a sus hijos y nietos
panal de sabias abejas.
¡Alzad las copas, brindemos!
Las rosaledas se hospedan
en Veinticinco Corolas
embriaguez de haber sentido
pasión, delirio y sorpresas.
¡Alzad las copas, brindemos!
Veinticinco pentagramas
forman Veinticinco Estrellas
cierre de un broche esmaltado
para el cofre del Amor.
¡Alzad las copas, brindemos!
Mítica ofrenda de sueños
vesperal canción de seda
armónicas y violines
Amor de horas supremas.
¡Alzad las copas, brindemos!
Intermezzo, Bodas de Plata
para un lírico poema
de un Príncipe enamorado
y su Musa, la Princesa.
¡Alzad las copas, brindemos!
Te me gastas, amor, como una aguja
que de tanto coser ya nada cose;
y dejo que mi lluvia se rebose
para enhebrar de azul una burbuja.
Desde el ojo sin hebra se dibuja
tu solitario corazón en pose.
Mi amor deshilachado se descose
y mi cansado corazón se estruja.
Vengo a buscarte donde el mar me reta.
En mi mano la aguja ya es saeta
para buscar el centro de tu espacio
y clavarla a tu amor como un suspiro
y regresar después a mi retiro...
¡y en mi pecho clavármela despacio!
Cierra la tarde su broche de brillante.
Termina el ave la fuga consentida.
Le da la palma su rumor de besos.
El río metaliza su armonía.
Como hebras de sol que se deslizan
se ven palidecer las margaritas.
En raudo vuelo se elevan las palomas
dando una nota gris, de despedida.
En los rubios cabellos de los niños
deja la blonda de sus mañanitas;
en la espiga del trigo que ha crecido
enreda su brillante serpentina.
En la ciudad flotante de su ensueño
va develando estampas de sabios moravitas.
Como un disco de fuego en occidente
absorbe gota a gota su retina...
Y engarza la mejor de sus alhajas
en el preciso instante de su ida.
Cuando la noche tiende los celajes
y le llena de humo ¡la pupila!...
Deshabitada noche
yo soy tu fiel amiga;
tu lágrima, que llega hasta las flores
se parece a mi lágrima cautiva;
tu vigilia, preludio para el beso
se desliza a mi boca peregrina
y en la doblada sombra de los árboles
se proyecta tu imagen compasiva;
y alivias mi dolor, que está presente
cuando la niebla oculta tu pupila.
Sudario gris que a tu reloj sin tiempo
le va restando floración de vida.
Tiempo sin voluntad para mi hastío.
Restado amor sin alas para el sueño.
Alas negras de intenso desvarío.
Las esferas del tiempo lastimoso
me entregan la tristeza de tu sino.
Te enviaré la llave de mi cofre
cuando llegue al final de mi destino.
Hallarás el tesoro de mi pecho:
heptacordes y líricos suspiros.
Dime vaga visión, en aterida
fuga de luz y daga de tormento
ansiedad de sentir, ya lo presiento
en el árido campo de mi vida.
Desolación, campana reprimida
al toque celestial del firmamento.
Voz infinita que predice, siento
mi corazón con alas sin salida.
Hechizo de una luna nacarada
eclipsando mi noche desolada.
Violento y furibundo desatino.
Antojo que me lleva a la deriva
estoy frente a la cruz y sensitiva
veo cruzar la red de mi destino.
Firme promesa, inútil desafío
cristal de Bacará, sonido roto
campanada, suspenso de lo ignoto
incrédulo decir, todo es tardío.
Escucho tus pisadas, siento frío
grito agudo, decir, un alboroto
preámbulo de luz a lo remoto
estrenando tu canto con el mío.
Canalizo tu voz sobre la tierra
justifico mi lágrima, encierra
tu palabra y la mía transferida.
Bohemio y sublimado ruiseñor
esférico contraste a mi dolor
nave sin puerto, ruta sin salida.
Si tu palabra me llegara sonora
si llega con el beso prometido
anúnciate en el trino que enamora
señalándome amor, calor de nido.
Ayer corté una rosa, ha llovido
languidez al decir, se fue la aurora.
Retorna a mi razón lo presentido
tu reloj se detuvo, hora tras hora.
Espiral de mi noche conmovida
castillo medieval a mi desvelo
azulejo de luz que llegó al cielo
vuelo de una locura a su albedrío
ya no hay sed de pasión, todo tardío.
La rosa que corté quedó sin vida.
La rosa que corté quedó sin vida
malabares de un sueño no logrado
torpe roce del viento a lo ignorado
fracturó una pasión no concebida
suspenso, en un ¡ay! que no se olvida
celeste cielo, un sol anaranjado
no se pudo mentir y desligado
otra ruta marcó en su partida,
numen y vuelo, imagen de la rosa
¿adónde fue la alada mariposa
detenida en el lapso de un retiro?
levedad en el tránsito del sueño
nostálgico decir, su caro empeño
se quedó en la corola del olvido.
Su corazón allá, frente al paisaje
de su isla de sol, de sal y arena
presente en el panal de su colmena
y la ira punzante de un ultraje.
Poeta Nacional ¡Cuánto coraje!...
Eslabones siniestros de una pena
se transforman en luz ultraterrena
marcando un derrotero en cada viaje.
¡Cuánto decir y cuánto desvarío!
Fuerte nudo de mar donde un navío
corta la vena azul de la corriente.
Justifican cien años un tesoro.
Pulsa tu lira un ruiseñor de oro:
Poeta Nacional: ¡Estás presente!
*Primer premio al mejor soneto dedicado a
Agustín Acosta, Poeta Nacional de Cuba, en el
concurso auspiciado por el Municipio de Matanzas.
Ya no puedo contigo;
se me doblan los hombros
se me rinden los brazos
se me inflaman los ojos.
La corteza del tiempo
se me enreda en el cuello;
el jinete del viento
me despeina los sueños
y la resaca hambrienta
de febriles pasiones
va tentando mi carne
como fruto en sazón.
Ya no puedo contigo.
Tú, que todo lo puedes
todo me lo has negado.
Tú, que todo lo vences
inmortal soberano
galopando sin freno
te ensañas con el mar.
Con tu carga de sombras
te resistes a andar...
Un tatuaje de muerte
te transfigura el rostro.
Así vas persiguiendo
el rastro de lo ignoto.
Se me agrieta la boca
como surco reseco
la acidez me consume
la garganta sin ecos.
Tú, que todo lo puedes
y todo me lo niegas;
tú, que todo lo vences
¿qué has hecho
con mi estrella?
Ya no puedo contigo.
Se me van escapando
los últimos latidos.
Se me van presentando
como danza macabra
espectros que se acercan
y gnomos que me llaman.
Has violado el secreto
de mi mundo interior.
Dame al fin lo que ansío.
Ya no puedo contigo;
se me unen las páginas
que han formado mi libro;
se me pinta de negro
mi castillo rosado;
se me va amortajando
mi corazón sin trinos.
En el festín prosaico
de mi materia yerta
nacerán los gusanos
como rejas injertas.
Y después que se nutran
de mi traje de poros
¡ay... mi cuerpo dolido
tus huesos, serán polvo!
La muchacha de quince primaveras
se puso triste cuando el mar miró...
Dibujaba la tarde su silueta.
La muchacha era el sueño de un poeta
y en el ala de un sueño se escapó.
Su vestido de seda reflejaba
la gris tristeza de su corazón:
pensamiento que el alma aprisionaba;
suspiro detenido en oración.
La muchacha de cintas amarillas
un perfume violeta nos dejó...
Miraba el mar anclado a sus rodillas
y sin decir palabras se alejó.
En la playa quedaba su pañuelo
olvidado tal vez como ese amor
que citó a la gaviota para un vuelo...
y el resplandor de un astro la cegó.
Y me llegas en ondas coronado
no como ángel ni Cristo redentor:
sencillamente desplegando amor
porque fui de tu vida lo soñado.
Levedad del ensueño desplegado
cuando perdió la dicha su color:
lacerado rubí, astro en fulgor
para cubrir el rostro de lo amado.
Silencioso por qué de cada noche.
Sola con mi dolor, cerrado broche
que su mano invisible puede abrir
y extrae de mi vida este soneto.
Conjurada a su amor guardo el secreto
que alivia la razón de mi existir.
Mío fue el mar aquella tarde
cuando por vez primera vi tus ojos
abrazar la ansiedad de mis antojos
como unen el cauce de sus bríos
las márgenes silentes de los ríos.
Pero fue demasiado mi delirio
quise llegar a ti envuelta en olas
para que tú pensaras que yo era
la doncella del mar que besa el alba
y sonríe en los brazos de la aurora.
Creyéndome la ola
que se esfuma
como un sorbo de espuma
que el marino jamás logra tomar.
Te fuiste con tu nave hacia otra playa
ignorando que dentro de mi pecho
mi pobre corazón quedó deshecho.
¡Mío, fue mío y lo perdí en la bruma!
La modelo del pintor
desnuda como una rosa
posa, sin saber que pasa
volando una mariposa
atraída por el arco
que ilumina la belleza
la mariposa despliega
su fantasía de ser.
Volando llega y se posa
sobre un seno de mujer.
Plasma el lienzo la grandeza
de la mariposa blanca
la modelo, sigue en pose
sin saber qué cosa pasa.
Por hoy termina el pintor:
cubre el cuadro con la tela
y tras un leve rumor
la mariposa se aleja.
Pero el pincel de su amor
eterna vida le ha dado:
¡La mariposa ha quedado
engastada en una flor!
Hay un volcán que estalla en fuego vivo
igual que un horizonte de mi pena
igual que este dolor que me condena
negándome el cendal de un lenitivo.
Por todo este sentir, lágrima mía
no me hagas morir sin detenerme
en la escala del verso florecerme
último testimonio a la alegría.
Ser, sin dejar de ser, lira viviente
desprendimiento a todo lo divino
alcanzar de la esfera de Aladino
el mágico arrebol de un sol naciente.
Ver fundirse en la luz lo ya soñado
vórtice del volcán herida impía
taladro vertical junto a mi vía
fragor de un imposible a lo esperado.
No: Contesto al temblor de la centella
al iracundo genio mar en vilo
van tejiendo una malla, rudo hilo
para apresar el sino de mi estrella.
Devuélveme amor el caro anhelo
morir si es necesario sin la llama
de esta cruel sensación que me reclama.
¡Liberarme hacia el valle de tu cielo!
Contemplar desde allí el infinito
pedestal de tu amor mis ojos vean
del siniestro volcán donde se crean
los ávidos rencores, lo maldito.
Quiero ser surtidor de una fontana
agua limpia naciendo de tu hondura
mi dolor convertirlo en tu dulzura
y ser un girasol en la mañana.
Desintegra la llama de este fuego
deshabitada estoy de mi presencia
alíviame amor de esta dolencia
jamás podré mentir, es puro ruego.
No demores, espero tu respuesta
partícula de un sueño no soñado
sólo soy un por qué de lo ignorado.
¿Qué ruta he de seguir? Dime si es ésta.
Cansada estoy nutriéndome del canto
que mi alma no eleva hacia la altura
quebrándome la voz y mi figura
soy fuerte en mi sufrir, ¡y me levanto!
Hay un volcán que estalla en fuego vivo
el negro terciopelo de mi pena
intercede mi estrella y me condena
negándome el cendal de un lenitivo.
Estaba la niña ciega
tras una fuga sin tiempo
remolinos de aguas negras
y tempestades inciertas.
Como alejada de un todo
a jugar con las muñecas.
Al nacer todo fue júbilo
después, vieron que era ciega.
Estaba allí sin saberlo
muy adentro la tristeza
giraba en un mundo ajeno
de soledad y pobreza.
Qué daño hizo que fuera
del silencio de las horas
una migaja del tiempo.
¿Qué remolinos de viento
qué valladar sin fronteras
qué carga de pesadumbres
quiso que su vida fuera?
Pero la niña escuchaba
una voz dulce y serena:
Mañana llegará un ángel
a tu ventanal de penas.
Sigue sus pasos no le temas
vista tendrás a tu antojo
verás volar sin reservas
Querubines que te esperan.
Y un tallador de diamantes
te regalará una estrella
y Dios desde el infinito
te entregará una diadema.
Se escuchará en letanía
un adiós sin mucha pena.
La niña ciega llevaba
dos alas de pura seda.
Y cuentan que aquella niña
de día ensartaba cuentas
sus dedos eran agujas
de silencios en espera.
Y libélulas angélicas
día tras día llegaban
a recoger los collares
que dejó la niña ciega.
Doy la espalda al silencio
al vacío total de las preguntas
al infotunio de una noche
sin tiempo para el análisis
de lo que pudo ser y no fue.
Fragmentario goce de amor.
Estoy sentada en la falda
de todos los contornos.
El ala del viento roza mis sienes
el alfiletero de mis dudas
va clavando las agujas
de un por qué sin solución;
no tengo nada que coser
mi vestido de sueños
está lleno de hilachas.
Doy la espalda al silencio
y digo adiós a los testigos
que me vieron marchar.
Al vacío total de las preguntas
similitud en el centro propicio
de una noche de espera.
Estoy sentada en todos los contornos
¿quién me dará su ayuda?
al contenido de mi propia razón
segura como el ojo de luz
que llega hasta las rosas
he de sentir mi senda
en etérea evasión, saeta azul.
Entregaré a la Madre Tierra
en litúrgico amor, mi acto de fe.
Aníllame a los altos ejercicios del viento
le dije a la mañana de gesto singular
indolencia agridulce de su verbo sin tiempo
sin éxtasis profundo y nunca despertar.
Perezoso bostezo sin aliento a la vida
quebró el ala del viento con ansiedad de flor
y vi la caravana de nubes sin esquinas
cubrir la azul quimera de mi oferta mejor.
Proseguí por la senda sin olvidar su gesto
recogiendo los pétalos que el viento maltrató
latido de una pena, sonido de un lamento.
Ya sola en mi recinto le hablé a mi corazón
imprevisto reflejo por mi ventana abierta
me señaló la estrella de mi noche de amor.
Medir quiero la altura con mi cinta de oro
congestivo ejercicio dilatando un adiós
Pegaso me sustrae, litúrgico embeleso
sobre sus alas rosa, siento el beso del sol.
Pero la noche avanza con estragos de sombra
ultrajando la esfera de mi sueño de amor
diabólica figura me lanzó una moneda
pagándome con ella mi esdrújula visión.
Tiene forma de estrella con estrías que hieren
en mi pecho la llevo como un dardo clavada
filosofal anuncio que me señala el fin.
¡Oh, genio!, no destruyas mi anhelo todavía
con mi cinta de oro voy a medir la altura.
Dimensión ultralírica de mi ataúd sin flor.
La edad es como un grito
un trapecio de nubes
un quimérico sueño
un suspenso...
un estar y no estar indiferente
un relámpago violeta sin alcance
un anuncio terrible sin remedio
un capricho asustado sin preámbulo
un instante supremo
que nos deja con sed
un sentir y no estar irremediable
una razón injusta sin quererlo.
La edad es como un grito
en la raíz del hombre sin saberlo.
A través del cristal de mi ventana
yo veía pasar extrañas gentes
de rostros martillados por el tiempo
y un fardo mutilado de esperanzas.
Algunos me decían adiós
y yo les contestaba.
Uno me dijo: Dame tu pañuelo
espéralo mañana, vendrá una golondrina
a dejarlo otra vez en tu ventana.
Otro me dijo: Dame tu bufanda
mañana la tendrás orlada en perlas
para adornar tu cuello de muchacha.
Otros nunca me vieron
mas yo les esperaba.
Unos iban camino de las sombras
y ya no regresaban.
Un pensamiento de ternura inmensa
tras ellos de mi pecho se escapaba.
Esas gentes extrañas
de rostros martillados por el tiempo
y un fardo mutilado de esperanzas
formaban la legión de mi nostalgia.
Mi juventud pintaba mariposas
para el lienzo sin rosas de mi casa.
Tras el gélido beso de la escarcha
el adiós de esos rostros imprecisos
me translucían un lenguaje arcaico.
El invisible anciano de las nieves
mostraba como un cetro su guadaña.
Un gravitar anuncio de nostalgia.
La bufanda sujeta de mi cuello
precisaba en mi ser una esperanza
como blanca gaviota liberada.
El prisma de mis noches señalaba
mi casa transfundida y desolada.
Sin cuadros...
Sin reloj...
Sin una lágrima.
Cernía el viento mi tristeza lánguida.
Mis manos temblorosas recibían
los pinceles de un alba imaginaria.
Mi juventud pintaba mariposas
para el lienzo sin rosas de mi casa.
Surge y queda suspendida
nimbado espejismo le sirve
de pedestal, triángulo de una
posible entrega, negación absoluta.
Ni ahora ni después, ¡no!
Los eslabones del tiempo quedan
quebrados y fallece con la nitidez
de una azucena un quimérico apunte.
De nuevo surge el nimbado pedestal
del sueño, en el cóncavo espejo
quedó el rostro descompuesto
de una terrible máscara.
Sale a flote la onda del tiempo
perdido apunte de una ebriedad
de azulados reflejos, lo quimérico
ha dejado de ser, sólo queda
la negación absoluta, ¡no!
Sublime exaltación
donde el rostro de Adonis
quedaba reflejado
en el espejo líquido
de los lánguidos lagos.
Mitológico hechizo
perfecta simetría
Adonis reflejado
en el vitral abstracto
de sublimados sueños...
Y la voz del poeta
atravesando el supremo
universo, como el ave
escalando las cumbres.
Luz de todos los soles
el Poeta es un signo
frente a la Esfinge única
de una flor, un lucero
del Poeta y su lira.
Hay que decir a veces
tú estás, yo estoy y...
aquellos que no veo sus rostros.
Afónicos, anímicos, desolados.
¿Por qué han quebrado el vuelo
de sus limpias escalas?
¿En qué bosque sin frondas
han dejado el acorde
sepultando su trinos?
Tú respondes, fijando
de tu fichero absurdo
en mi cerebro un signo.
Multiplicando en cifras
los calculados siglos.
Latitud infinita de tu razón
de ser, un óleo desgastado
insustancial y agónico
ajeno a la razón.
Sublimado en el centro
de una metamorfosis
se dividen los sueños.
Tú estás, yo estoy y ¿aquéllos?
Sólo su nombre queda
para el ensayo trágico
de vivir sin miedo.
Era una pasión de fuego
cristalizada en el impulso
demoniaco de una fiera.
Tenaz y lacerante, hasta
caer vencidos al suelo.
Sólo su nombre queda
el genio de las noches
espectrales, ha muerto.
Nocturnal balance del viento
les entrega alas, quiero
un insólito alcance.
Fino cordel de seda, alto oficio
lumbre de una llama, delirante.
caricia de los deseos.
Pedirle quiero a Orfeo
de su pulsada lira
una mágica estrella.
Los monjes temblorosos sujetan
sus rosarios, del cielo ruedan
al vacío fuselajes de truenos.
Trepidan las ventanas
queriendo traspasar
la hora de sus rezos.
Trae una mueca fantasmal
de maléficas ideas, un Genio.
Lacera las espaldas
de centenarios robles
arqueando sus ramas.
El Genio se difunde
el calor de los sirios
le ha quemado la frente.
Los monjes en silencio
besan la cruz, justificada
de Jesús el Nazareno.
Me dijo el mar: “Refugiate en mi onda;
estrena tu dolor en mi sustancia;
abriga tu dolor en la estatura
del viento que te besa y se hace lágrima.
No llores; tu tristeza me confunde.
Despídeme esta noche
agita tu pañuelo sin tardanza.
No volverá el amor que tú esperabas.
La lágrima que brota de tus ojos
se hace perla en el fondo de mi entraña.
La esperanza se viste con tus rosas...
Las estrellas alumbran tu nostalgia.”
I
Y la noche bostezaba su lamento
y la niebla adormecía los ensueños
y la lluvia goteaba sobre el alba
la fantástica silueta del misterio.
Ya la hora del insomnio se alargaba
como cuerdas invisibles por el viento
y era un ópalo de muerte la mirada
de la noche que arrastraba su lamento.
Ya las lenguas de la llama se enlazaban
cincelando el aquelarre del infierno
y el nocturno de las horas proseguía
divulgando la ansiedad de los secretos.
Almas fuertes que soportan
la visión de los espectros
¿por qué siguen la ilusoria
vanidad de los ensueños?
¡Oh, la negra caravana!...
¡Oh, la negra caravana del misterio!...
II
Con el toque de campanas
por el árido desierto
caminantes extenuados
despojados de sus ropas
y esqueléticos sus cuerpos
ya prosiguen bajo el soplo
del fantástico misterio.
Luna llena, faro errante
sin estrellas ni luceros.
Negros puntos se acercaban;
acechaban el encuentro...
¡Alas negras de los buitres
tras la presa de los pobres
caminantes del desierto!
¿Dónde van?, ¿a dónde siguen
por el árido desierto?
¡Oh, la negra caravana!...
¡Oh, la negra caravana del misterio!...
III
Rastrillando el infinito
van los rudos golpes secos
anunciando la llegada
pavorosa de los truenos.
Rudos golpes acerados
del taller de los infiernos.
El zigzag de los relámpagos
guiño elástico del tiempo
va llamando a las doncellas
que despiertan asustadas
frente al trágico escenario
de una noche de lamentos.
Fuegos fatuos a la entrada
del antiguo cementerio.
¿Por qué giran, por qué danzan
las doncellas que se han muerto?
¡Oh, la negra caravana!...
¡Oh, la negra caravana del misterio!...
IV
¡Quién pudiera responderme!
Eco trágico del viento
disipar quisiera al punto
la tiniebla del misterio.
Atraídos por su influjo
van los pobres caminantes
sin después para el regreso.
Ante mí, visión desnuda
afilada hoja de acero
con su mano descarnada
me convida para un reto.
Lampadario de la noche
no te olvides, yo no he muerto.
Esa sombra que prosiga
a la celda de su encierro.
¿Por qué doblan las campanas?
¿Por quién toca el campanero?
¡Oh, la negra caravana!...
¡Oh, la negra caravana del misterio!...
V
Hacedor del Universo
haz que brote de las flores
puro aroma, nuevo verso.
Con tu ejército de ángeles
aniquila la terrible
herejía del infierno.
Rompe el yugo de la ira
de Satán en su aposento.
Los tortura... los vigila...
los conduce a un cautiverio.
Tras la fuga de las horas
van los pobres caminantes
atraídos por el soplo
de una noche de misterio.
¿Dónde van los fugitivos
por el árido desierto?
¡Oh, la negra caravana!...
¡Oh, la negra caravana del misterio!...
Esos que van con la mirada triste
convictos para el trance del misterio
que en la posada de la noche dejan
un engendro de amor para lo incierto.
No regresan jamás por el camino
donde dejaron la mitad de un sueño.
Convictos para el próximo quejido
acta firmada con desprecio al miedo.
Epitafio nocturno de las horas
sellado con la cruz de un juramento.
La hoja del puñal cede a su impulso
para clavarse en la pared del viento.
Esos que van con la mirada triste
convictos para el juicio de los genios
no regresan jamás por el camino
donde dejaron la mitad de un sueño.
I
El mar me dijo: "iza tu bandera
despliégala en el asta del hastío;
azota tu dolor como yo ansío
gaviota de la tarde en primavera
respóndele un jamás a tu manera
y ocúltale el por qué de tu desvío
desnúdalo de todo lo sombrío
y niégale el amor de tu quimera."
Necesito llegar, lo estoy queriendo
en busca de su amor, casi muriendo
de yodo y sal para mi fiebre loca.
Aspiro frente al mar el aire puro
renovada mi fe, yo te conjuro
arrancarle mis besos de su boca.
II
Si te dijera adiós, ¿de qué valdría?
si has quedado sujeto de mi pecho
si el horizonte azul quedó deshecho
ya me quema esta llama en rebeldía.
Si este grito se vuelve sinfonía
esta razón de ser es más que un hecho
es que sobra el orgullo y el despecho.
Si te dijera adiós me moriría.
Recordándote amor, que soy tu esposa
para calmar la sed de cada rosa
mi lágrima se filtra en el rocío
en túnica de anhelos te reclamo
diciéndote otra vez, ¡cómo te amo!
Tu beso indiferente me da frío.
De la eterna clepsidra del poeta
surgieron en un mar verde azulino
altas como el real Pico Turquino
espinelas rimando una cuarteta.
Mi oído recibió como Julieta
en romántico hechizo femenino
un laúd melodioso, diamantino
soplo de la ilusión firme y discreta.
Mar de incesante ritornello era
las rimas deliraban en la espera
sensitivas al sueño por Orfeo.
Verde azulino broche circundaba
el soneto de amor que señalaba
un adiós de seráfico aleteo.
Silba el viento...
como un huérfano que llora
como una heredad que asoma
rimando eterno lamento.
De la madeja del viento
se va trenzando una orquesta
los violines ya comienzan
en continuo desafío del dolor
cimbradas quejas
alas que se van y dejan
los nocturnos del destino.
Los pianos, tecla por tecla
por unas manos divinas
dan leves notas y afinan
la obertura magistral.
Todo parece indicar
que la noche no termina.
Danzan las sílfides, y la Luna
baña de plata las horas
la lira de Orfeo llora...
nimbado sueño de amor.
Una voz quiebra las horas
la fusta del viento toca
los ecos de un miserere
van devanando los pétalos
uno a uno para el clásico
nocturno de un ruiseñor.
Unicornio de cuerno trenzado
mitológico hechizo pulsado.
En el vasto horizonte del día
cuatro anillos te sirven de guía.
Espirales de alas en vuelo
hacen ondas de luz en el cielo.
Densa arcada un artista colora
tras el beso sutil de la aurora.
Filigranas de bellos Querubes
te reciben vestidos de nubes.
Entre el alba y la rosa de fuego
se dilata una voz, en un ruego.
Sea lágrima azul, mar en celo
al instante supremo a tu vuelo.
Leve toque tesoro, de un sueño
Ave Fénix corona tu empeño.
Eres bello, tan bello que siento
difundir estos versos al viento.
Una musa a un ritmo sonoro
pulsará una lira de oro.
Como raudas columnas en vuelo
se avizora una luz en el cielo.
Unicornio de triste mirada
¿hacia dónde será tu llegada?
Se diluye en un ¡ay! una nota
milenaria razón, ya remota.
Llevarás del danzario embeleso
las escalas sutiles del beso.
Saturado de tiernos anhelos
ya te cubren seráficos velos.
Y la inmensa coral Celestina
con adagios de amor se encamina.
Aguardar en un cofre sellado
Unicornio, tu cuerno trenzado.
"Se ha enfermado el cisne, ya no
abaniquea su blanco plumaje"
Poetisa Ivonne M. Martín
Celajes noctámbulos
descifrando ensueños
sin hallar respuesta
madejas doradas
del beso incorpóreo
del Cisne de Leda.
Son vanos reflejos
son liras dormidas
mas una, despierta
y busca incesante
las ondas celestes
del Cisne de Leda.
Espera un llamado
no tarda, le llega
la bruma lo envuelve.
El llanto de un niño
traspasa la esfera
del Cisne de Leda.
Las ondas del lago
se irizan de pena.
Le ronda el silencio
son ascuas azules
de líquidas hebras
del Cisne de Leda.
Convulsión del éter
de llama perpetua.
Fragmentados puntos
y líneas opuestas
van marcando pautas
del Cisne de Leda.
Ya pulsan sus liras
sensibles poetas
es mucho el encanto
un signo avizora
el vuelo ascendente
del Cisne de Leda.
Flotan en el aire
marfiladas perlas
se abisma un contraste
y quedan sujetas
al cuello arqueado
del Cisne de Leda.
Tejerle telarañas a la sombra
con las agujas místicas del sueño
entregarle en un soplo a las arácnidas
los capullos de seda de una idea.
Desligar a la noche confundida
del lánguido bostezo de una boca siniestra
y marcar con un punto las señales
donde mañana nacerán estrellas.
En el ¡ay! de una mueca tenebrosa
coronarla de mirtos y diademas
tras los claros destellos de una idea
la sombra dejará velos azules
al perfil de una lágrima en espera
succionando horizontes sin medida
fuera de la visión de otras esferas.
Cortando las estrofas laceradas
la pupila del monstruo que se escuda
del marasmo irreal que lo condena
sentirá la amargura de un latido
en el agudo grito de otra idea.
La sombra dejará su paso ingrávido
envuelto en telarañas de reseda.
La fuga tempestiva de una llama
una llama en azul de terciopelo
fue lívido temblor en pleno vuelo
caricia de un amor en su oriflama.
Extracto de una flor, para la cama
donde un cuerpo reposa su desvelo.
La fuga se proyecta y es un velo
para el alma sutil que la reclama.
Pero se va de prisa el embeleso
se disuelve la llama de ese beso
tras el eco de un clásico suspiro.
Y al concluir la fuga no soñada
en los dedos del viento clausurada
el Amor se hace lira en su retiro.
Voy a zarpar... dije al mar;
mi risa bañada en sol
como abanico de amor
al norte quiere llegar.
Estoy vestida de arena
orlada de caracol
brújula por corazón
a mi paso se revela
nudos que atan mi vela
y no me dejan llegar.
Desnuda el viento al parar
la gaviota de la tarde
es el soplo de la vida
que le da marco al paisaje.
Envuelto en negro crespón
ruge el mar adolorido
bandera de rebelión...
contra el genio enfurecido.
Quiero llegar sin retraso
al norte de mi ansiedad
desde su torre, vigía
me espera mi capitán.
Pliega la ola mi talle
como copa de champagne.
Desriza el viento al pasar
mi cabellera de sueños
no pretendan carenar
la nave de mis anhelos.
Voy a zarpar... dije al mar.
Y me fui descalzándome en la hierba
tapizada de amor por el rocío;
vaguedad de suspiros, lento río
moribundo sentir de mansa cierva.
En lo azul de la onda se conserva
el encanto sutil a ese desvío
mariposa en el cáliz del hastío
citada por la noche que lo observa.
Y no volvió por el camino andado
la mariposa se entregó al amado
emperador de un mundo diferente.
¡Ay!, ¿para qué luchar...? nada importa.
Fiero ciervo tu esclava te soporta.
¡La mariposa besará tu frente!
Cuando la voz del corazón se canse
y no encuentre una puerta de salida
ha de rendir el último tributo
a la rimada estrofa de la vida.
Cuando quiera partir ha de ser ala;
escalará la cumbre desolada
para plasmar en realidad su duelo
y convertir en muerte su mirada.
Cuando quiera partir tendrá consuelo;
una lluvia de amor hará su entrada
para vestir el alba de corolas
y perfumar la atmósfera del cielo.
Cuando quiera partir habrá llorado
todo aquel que la vio en la primavera:
novia fue, y en el lienzo de la tarde
ha de quedar el rostro de su pena.
Cuando quiera partir, ¡ay, armonía!
de cada corazón toma un latido
para que vaya el eco conmovido
tras el último adiós de su agonía.
Más lúgubre, sombrío, desolado
agudo grito por un rayo herido
contraste irremediable de las horas
llanto infinito del dolor del mundo.
Ejes siniestros, cilíndricos ajustes
visión de raudos vuelos por segundo
traslación de la luz sobre las carpas
donde viven los magos taciturnos.
Mar infinito, descompuesto, absurdo
más cerca del dolor, alas sin rumbo
amantes visionarios van pulsando
en su sentir terrible mansedumbre.
Los caminos trillados van quedando
sumados a la puerta del olvido.
Allá se hospedan sin decirnos nada
los genios de la forma sin sentido.
¿Qué sustancia, qué energía del ser
forman la convulsión de un infinito?
Cae la densa noche, se juega un ajedrez.
El néctar y la rosa se han dormido.
Superflugios de intentos que no llegan
a entregarnos las cuentas del destino
cúpula interna del Planeta Tierra
pulsan el éter sin ningún sentido.
¿Qué sufragio, qué ira, qué vehemencia
de todo lo soñado y a veces no vivido?
Simplemente partícula de un todo
levedad, sustancia transitoria
en el eco sonámbulo de un grito.
Fugitiva del tiempo teje en la fronda
la bufanda del canto para mis ojos
idealiza en la noche mis tristes sueños
y perfuma mi alma tras una ronda.
No fustigues mi carne con tu silencio.
No me inyectes el ciclo de tu nostalgia.
Toma nota del canto por que me anuncio.
Esta noche mis nervios con su neuralgia
disminuyen la esencia de mis latidos.
Deleitosas arañas casi minúsculas
herderas triunfales, han de nutrirse
de este sentir sin canto para mis alas
de esta lira profunda que me adormece.
Meditabundo andar
la aridez me sustrae
las fracciones de amor
por lo vivido, sueños
en el arpa somnolienta
de los pasos gastados
del andar de los siglos.
Apagada visión
muere el embrujo
queda la realidad
en el franco horizonte
de aflorado realismo.
La rosa, el ave, el crepúsculo
y el horizonte, tiempo
en la línea divisoria
separando espejismos.
La gota se desprende
de la altura hacia el río
ondulante y tenaz
prosigue, anillando
el gorjeo sonoro de los trinos.
Nidal donde la voz
se va en el viento
y regresa en el viento estremecida.
La octava cicatriz
estrena un canto nuevo
en la raíz del trigo.
Nutriente voz para decir
Yo soy testigo y reverbera
la avidez por todo lo vivido.
Meditabundo andar
fronda del alba, sueños
arcada celestial a lo divino.
Mujer, ésta es mi lágrima, recíbela.
La claridad del alba la sustenta
la transparencia azul del mediodía
la afinada presencia de un mal signo
ritual para el ensayo de las sílfides
presencia en gris para iniciar el día.
La perla de mis ojos te la entrego.
En su fondo de luz va mi vigilia.
De su destello azul verás la grave
profundidad de amor que tuvo vida.
De su estuche de nácar no la tomes.
Mírala solamente compasiva.
La nebulosa perderá su encanto
si sujeta a tu cuello la imaginas.
No la dejes muy cerca de las rosas:
quizás, como una gota de rocío
quiera ser, y en su concha se deslíe
para iniciar la fuga del olvido.
Mujer, ésta es mi lágrima, recíbela.
Tiene todo el poder de mi destino
triste como una noche sin estrellas
profunda como el mar de mi extravío.
La casa de mi amor quedó vacía
y me niego a creer que la he perdido.
A Jesús I. Callejas
En el trapecio de las horas
el Poeta va tentando la magia
uniformada de luz y sombra.
Plasma en su decir la metamorfosis
onírica de los sueños y el misterioso
toque, de poder llegar al punto clave
de llegar a una verdad no pronunciada.
Se hace eco su propia voz detenida
en el multiforme conjunto a todo
lo circundante a su imaginación.
Aforismo vertical del tiempo...
Muy adentro analiza en lo profundo
las revelaciones del ser y no ser.
A manera de desquite, corona
sus propias deducciones.
Poético caudal de su yo interno
lleva la herencia de su vital energía
lo traslada a la visión del árbol luz
haciendo posible qué, Jesús I. Callejas
alcance el perímetro exacto
que cubre el por qué somos
frágiles criaturas frente
al magno caudal a todo lo creado
le hace ver al poeta la imagen
fabulosa de una bella amazona
cuyo positivo alcance fortalece
la psiquis del poeta.
Necesito contarte mi odisea
es un grano de arena pero es mía
es el reflejo impar de mi agonía
que no sabe mentir, que no falsea.
Yo tuve un tejedor, me dijo sea
mi pájaro de luz me respondía
cadenetas doradas me ofrecía
bajo el ojo avizor que parpadea.
Dialogaba conmigo cada noche
hebras de la ilusión, cerrado broche
elevándome al trono de su lumbre.
Minúsculo delirio de lo bello
claro de luna de fugaz destello
para ascender a tu dorada cumbre.
Imposible que muera
este amor mío...
la noche lo sugiere
y siento
la humedad del rocío
deshojando las rosas
del calendario.
Hay un silbo en suspenso
ya viene el frío.
No me dejes tan sola
en el alero
de tu casa y la mía
canta un jilguero.
Hay un silbo en suspenso
ya viene el frío.
No permitas que el viento
fuerte y soberbio
dé toques incesantes
en mi ventana
y en vigilias de lloros
me haga su esclava.
Deja atrás los caminos
y llega ahora
el invierno me mata
estoy muy sola.
Ven desandando el tiempo
no te demores.
Desafío a la noche
y al calendario
para salvar las rosas
de mi sudario.
Es preciso que llegues
muero de frío
silencioso fantasma
me acecha el paso
es la sombra invisible
de tu fracaso.
Hay un silbo en suspenso
ya viene el frío.
En el alero de tu casa y la mía
canta un jilguero.
¡Ay, este amor mío
que sola me ha dejado
muero de frío!
La humedad del rocío
se ha dilatado
ven a decirme ahora
cómo has llegado.
La urdimbre de la noche
tejió sus telas
para cubrir dos cuerpos
y una quimera.
Somos dos y la aurora
que nos recibe
hace nacer las rosas
y los jazmines.
Ven a decirme ahora
cómo has llegado
amor que determinas
sueño y pecado
mira cuánto extravío
para este amor
preámbulo sin tiempo
beso y temblor.
Ven a decirme ahora
cómo has llegado
de ese país remoto
donde has estado.
No dejó de dar trinos
un ruiseñor
mira cuánto embeleso
para este amor.
La divisa del tiempo
me contestaba:
Espera, no te inquietes
vendrá mañana.
Y el eje de las horas
en rotación
señalaba el preludio
del ruiseñor.
Jamás hubo una noche
que me faltara.
Tu corazón, bien mío
me lo enviaba.
La vida es un trompo mágico
y el sueño un disco de amor
donde llega un trovador
a un horizonte lunático.
La magia de un mago lírico
nos indica con temor
que la vida en su fragor
ofrece un cuadro fantástico.
Aquel que lleva una lira
que siente, sueña y suspira
en ardiente inspiración
tras un erial delineado
hallar quiere lo esperado
y encuentra una sinrazón.
En estas horas en que el sueño queda
suspendido en el "ay" de un pensamiento
quisiera ser el "ay" de una campana
y volar fugitiva tras el viento.
Quisiera ser un lloro en la alameda
justificada en gota de rocío;
atravesar abismos sin fronteras;
atar mi corazón cada mañana
desatarlo después con mis banderas
para el anuncio de mis primaveras
y aprisionar el ruiseñor tardío
en estas horas en que el sueño queda
sin faro... sin vigía... sin esperas
como el triste mensaje que te envío.
No demores tus pasos:
va llegando la hora decisiva.
De su carro de fuego se desprende
el sol como un gigante en la batalla
y las aves, conscientes del ocaso
regresan a los nidos en bandadas:
la noche les depara un nuevo sueño
con vibrátil acorde de chicharras.
No demores tus pasos:
el crepúsculo avanza.
La hora del nocturno se aproxima
y la voz del amor hará su entrada.
El silbido del búho vigilante
dibujará en el aire un pentagrama.
No demores tus pasos:
la retina del sol se transfigura
y bastará una gota de su llanto
para entregar el cetro que la asiste
al Reino de la Noche que le aguarda
y tras la gasa negra del misterio
se perderá en el mar deshabitada.
No demores tus pasos:
va llegando la hora decisiva.
A mis labios de esposa resignada
la palabra que un día fue amorosa
se sumará a la hora del ocaso
si no vienes, amor, para salvarla.
A dónde vas mujer
de la mirada pálida...
¿Qué buscas en el puerto
si ho hay barcos?, meridiano
en azul, ancla en la popa
han cortado la vena
de los vientos, tu velero
de amor ha naufragado
en el itinerario de las horas.
A dónde vas mujer
de la mirada pálida...
No te vayas a dar como las ninfas
mira que la resaca es traicionera
te llevará hasta el fondo
de su vientre y quedarás
sumida a la inconciencia.
A dónde vas, injerto de la vida
dale la espalda al mar
no dejes que te nublen
los sentidos, otro horizonte
le dará a tu pena
nueva espiga de sol
para el soneto de tu primavera.
Como cintas de plata
como estrellas prendidas
hay dolor en mi alma
llévandome la vida
quiero bañarme en rocío
al enlace nocturno de las horas
y al beso frío de la luna clara
apagarme en sus brazos
como apresa la noche
la tarde en agonía...
Y que las tibias rosas
cubran mi desvarío
y entre la fresca bruma
aliviar mis dolores
y al beso de la aurora
saturada de gracia
ría mi alma
mi corazón palpite.
Un rezo, un suspiro
al compás extraviado de mi vida.
Yerto mi corazón
descansará mi alma
en el eterno sueño de la ida...
Te pareces al mar cuando su onda
riza el cabello lacio de la espera
formando las estrías divisorias
del faro que ilumina las estrellas.
Imprevisto dolor del que suspira:
tú, la noche y el mar...
unidad de una sola sugerencia.
Larga espera del beso imaginado
nutricia voz que en ecos te persigue
llega a tu soledad como centellas
que fulminan el iris y a tus ojos
hacen ver las visión de las Nereidas.
Capitán de tu barco encallecido
cansado de surcar los siete mares
enamorado capitán que ruges
cuando la noche mi ansiedad te entrega.
Mutilado presagio del olvido
que de la boca del dolor me llega.
Tú, la noche y el mar...
unidad de una sola sugerencia.
Fugitivo te alías con las olas
y mis lágrimas forman su diadema.
Nadie sabrá mirarte
con tan sabia dulzura
ni plegará las alas
ni le dará a tu vida
la escala cuando el alma
se sustrae y aspira
su mejor embeleso...
Nadie sabrá decirte
con la voz en arpegios
la ilusión consentida
al creerte mi dueño.
Nadie ha de gustarle
el sabor de tu beso
madrugada de rosa
en mi mundo de ensueño.
Nadie, hombre inconforme
calmará tus excesos
con el ansia infinita
que te di en cada beso.
Nadie con tanto anhelo
le dirá a las estrellas
que le presten el cielo
¡alabastro de Dioses!
para ti pretendía
tras tu vida mundana
se frustró mi alegría.
Para ti, mar de olas...
ya que tú lo conoces
va la voz de mi angustia
como eco en escalas...
al saber que lo pierdo.
Estoy cansada de soñar
de ver flotar en el aire
pompas de jabón.
De ver a los niños
haciendo barquitos de papel
ir trazando los días
en el almanaque del año
de mirarme en los espejos
viendo la imagen impropia
de la edad que tengo.
Sintiendo que los años idos
han roto los diques insustanciales
en la esfera de mi tiempo
donde soñar era el preludio
de todos mis efectos.
Estoy en la mitad justa
de una cifra sellada
cien dividido en dos.
Veo cruzar en migratorios
vuelos golondrinas viajeras
dejando atrás los aleros
de castillos feudales.
Las alas del tiempo se duplican
en éxtasis de amor...
Asomada al ventanal
insustancial de mis pasos
perfilo la silueta de la Parca
que con un gesto de gracia
se retira dejándome el beso
de un día señalado.
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Bildmaterialien: Mujer romana con Khitara (Bocareales Nápoles)
Tag der Veröffentlichung: 17.12.2013
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Widmung:
A mis padres, pura ofrenda. A
todos mis Poetas amigos; a la vida.