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Olga González del Pico

 

 La creación de Adán y Eva, de José Villegas Cordero (1844-1921)

 

LABERINTOS

 

 

 

 

Olga González del Pico

LABERINTO 1

 

El primer Hércules divinizado

quizás, amado por una deidad

se reflejó en el espejo de mis sueños.

Le dije: Soy una mujer del siglo XX

estoy saturada de inquietudes.

Vienes de muy lejos...

El círculo mayor del tiempo

te señala, tú serás

el padre de la criatura.

¡Los afiches del planeta

serán testigos de nuestro amor!

Piérdeme en el marasmo de tus lunas.

La genital cifra te hará sentir

un poderoso deleite.

Mírame, soy una mujer del siglo XX

te ofrezco la rosa de mi sexo

dame la gestación necesaria.

La era presente, tendrá un niño

besado por el rayo cósmico

de tu siglo y el mío.

¡Oh, noche... ! Rasga la nebulosa

de este hechizo, y despiértame.

LABERINTO 2

 

Estoy cansada de esperar el tiempo

aquél que el Oráculo de Delfos

marcó la pulsación de las constelaciones

germinando en el pólen de la rosa

en el negro equilibrio de los murciélagos

cuyo vuelo de misterio cae

sobre la heredad de los relojes.

 

Estoy cansada de los artificios humanos

eclosiones que invaden la materia

y hacen crecer al monstruo de una

fecundidad innecesaria.

 

Cansada de musitar una música

parecida a esos cuadros abstractos

donde sólo la mente del artista penetra.

 

Oyendo el trino del ruiseñor

que muere cada noche, sin hallar

el estuche cuyo terciopelo

tiene el color de la primera pupila.

La primera pupila quedó cegada

por no ver el cuadro demoníaco

cuyo corazón de fuego, hizo desprender

la corteza virgen de una naturaleza diferente.

 

El pecado de la primera fecundidad de

Adán y Eva...

señaló la primera muerte.

 

¡Oh, cráneo del primer dolor!

¡Oh, rostro de la divinidad!

Imaginando beber el licor de los dioses...

LABERINTO 3

 

No destruyas la torre del ensueño

sobre la boca abierta de la rosa

tu fusta de ciclón enrojecido

lacera el pentagrama de sus pétalos.

 

Tu festín de prosaicas veleidades

devora las manzanas de diciembre

mientras los niños lloran:

¡Oh, sempiterno lastre de Caín!

 

No destruyas la torre del ensueño

hay un huésped que vino de la aurora

una beldad que suma nueve lunas

senos adulterados de su pecho

esperan al lactante... adoración

de todos sus reflejos.

 

No destruyas la torre del ensueño

posado en una rama un pájaro agorero

peina sus tersas plumas

y tuerce en su garganta la clavija

de un monocorde trino sin respuesta.

 

No destruyas la torre del ensueño

deja caer tus párpados de plomo

sobre tu falso pedestal.

Uno sumado en cientas hectáreas

para un grito ovillando en la rueca

de tu propia maldad.

 

No destruyas la torre del ensueño

tu aleteo de cóndor deformado

está junto a la urdimbre

de la paloma agonizante.

Lunático emistiquio del poeta

que ve morir la oveja descarriada

lana para el sudario del dolor.

  

No destruyas la torre del ensueño

sobre la boca abierta de la rosa

el aguijón de oro de la abeja

se llevará el secreto clausurado

de la beldad que suma nueve lunas.

LABERINTO 4

 

Mañana no lo sé, habrá pasado

el vértigo, un inútil cansancio

de la hormiga y el sueño.

Afiebrado antojo a tu decir

aquí estamos dividiendo

el escape meditabundo

de las horas y el tiempo.

Viendo oficiar la misa del domingo

litúrgica expresión del rezo

mañana la gravedad del cisne

anillando a su cuello

el velamen de un sueño.

Dándole cuerda a tu reloj

escucho cuando dices:

El ensayo del tiempo

va quebrando las piezas

en las jugadas del ajedrez

todo queda en suspenso.

En la visión del pensamiento

el poeta no alcanza a firmar

el final del poema.

El veneno fatal de la serpiente

paraliza el éxtasis del sueño

y siento en lo profundo

la lágrima que rueda

del árido contorno del desolado

misterio del invierno.

Y tú, en forma desairada

te burlas del bostezo sonámbulo

de un adiós en el tiempo.

Abres un parabán y desolada

ves cruzar la inútil caravana

que lleva misceláneas de recuerdos.

Los tuyos van también y de pronto

cierras el parabán y te pierdo

vas ajeno a tu decir, sigues

la caravana doblegada al insomnio

de una marcha sin tiempo.

LABERINTO 5

 

Había un pescador.

En su malla de sueños

se reflejó una estrella;

el pescador creyendo

que era un regalo

concedido por Dios

dijo a todos gritando:

¡Soy dueño de una estrella!

A un ritmo acelerado

su corazón latía

volvió a decir gritando:

Aquí traigo mi estrella.

Al quererla tomar

se difundía ante su vista.

Espacio azul de una quimera.

Hincado de rodillas

miró al cielo y dijo:

Gracias, Señor, por dejarme

ver la aureola de una estrella.

LABERINTO 6

 

Debían de llegar los elegidos

para el festín funesto de esa fiesta.

Helénicos atuendos lucirían

y cintos con cabezas de culebras.

En los labios carmín de capulíes

en las sienes cintillos de diamelas.

Sólo uno lucía sobre el pecho

tatuado un signo, con fulgor de estrella.

 

¡Viva Roma, clarines y banderas!

 

En el marco de aquel festín funesto

dibujaba la muerte sus ojeras.

Allí estaban Caínes y los buenos

las rameras y púdicas doncellas.

Estaban los celosos veladores

acechando el momento de las cuentas.

 

¡Viva Roma, clarines y banderas!

 

En la mente de un sádico crecía

darle vida y color, a aquella fiesta

a la luz mortecina de velones

y el vaho fantasmal de una caverna.

Develando sus cuerpos escultóricos

Afroditas, cosecha del espanto

ya sin pudor movían las caderas.

 

¡Viva Roma, clarines y banderas!

 

Rebosaba el licor en cada copa

había ojos con chispas de candela.

Laberintos, de potros desbocados

en el regio oropel de aquella fiesta.

Torbellino, lujuria y desenfreno

eran el centro terrible de la escena.

 

¡Viva Roma, clarines y banderas!

 

En un "ay" suspendido por el miedo

clímax real de exótica grandeza

en fiera lucha, como toros bravos

como un Atlas rendían su faena

todo hacía pensar en el momento

del regio coliseo de las fieras.

Tras la mueca siniestra ya la Parca

una vida ganaba para ella.

 

¡Viva Roma, clarines y banderas!

 

La orgía dilataba a cada paso

el abrazo carnal y otras ideas.

Sangría de los nuevos gladiadores

diluir la energía retadora

frente al festín funesto de la fiesta.

Un psicópata, morboso, arrepentido

Emperador siniestro de esta era

lloró sus culpas en estrecha celda.

LABERINTO 7

 

No me esperes…

mañana voy de viaje

citada estoy al punto

de un noche sin término.

Hay un batir de alas

cruzando velozmente

incierto Laberinto.

Pasarán muchos días

muchas lunas de enero

hasta llegar al punto

de una noche sin término.

Jamás preguntes nada

una ebriedad de antojos

se diluye en el vaso

nostálgico del tiempo.

He bebido el elixir

agridulce del beso

y mi flor de amaranto

ha deshojado el viento.

No me digas que hay una

fatiga sin preámbulos

ya el otoño dibuja

su corona de invierno.

Un turbión de gaviotas

ha de marcar el punto

de mi noche sin término.

LABERINTO 8

 

Algebra de las estrellas

sumario de una sola                                         

transparencia de luna.                                                      

Estupor de plumíferos

alas quebradas al vacío

inexacto contorno de los vuelos.

Trivial devaneo de un punto

fatiga múltiple del cansancio

tabla de un juego para dos.

Centro vital del espejismo

línea de un dividendo

ceros al lado opuesto

frente al asombro de alguien

llamado Don Quimérico.                           

Ajenos a toda acción de ser

impotencia de un siglo

nocturno en la enferma

garganta de un ruiseñor

intermitente rayo de luz

lacerando la espalda del miedo

ajenos a toda acción de ser

fina punta de acero

perforando el pozo del misterio.

Azogue de los relámpagos

Colombina y Pierrot

perfilando los Nelumbios

horizontales de los sueños.

Arlequines rellenos de aserrín.

Burlesco ensayo de la risa

lágrima cayendo sobre la ira

antifaz negro cubriendo el rostro

fantasmagórico de una noche.

Suma y resta de un imposible

ocatsilábicos arpegios

agónico nocturno del ruiseñor.

LABERINTO 9

 

El, la rosa y un suspiro

caen azogues de relámpagos

dividiendo esféricas líneas

para el apunte demoniaco

en un tiempo neutro.

Dentro de un corazón enfermo

se proyectaba un claustro

de silencio lastimando

la virginia corola de una rosa.

El extracto de una resina

en la boca sedienta de un por qué.

Silencio, dilación y deseo

agridulce sustancia

de una vida en suspenso.

Negras hilachas van trenzando

los cabellos del tiempo y El

señalando el absurdo

de un estar en el tiempo.

En su mano derecha su pañuelo

en su pecho el más lánguido

de todos los suspiros.

A lo lejos una barcarola

tras el lírico acorde

de sublime recuerdo

anacoreta del silencio.

LABERINTO 10

 

El murciélago negro de la noche

ya no existe, su mórbido equilibrio

se ha quedado sin alas...

Densas telarañas formaron

el velo insustancial de una pregunta

un poeta sembró margaritas allí

donde estaba señalada

la escritura de un anatema.

Los cuatro jinetes del Apocalípsis.

El perímetro azul de los vientos

besó las alas del murciélago

murió de tristeza, ya no existe.

Los juegos acrobáticos de la noche

dejaron de ser misceláneas

del cuadro dantesco del misterio.

La muselina verde de la primavera

renovó la psiquis enfermiza

del acosado corazón del sueño.

Una gota de sangre cayó

sobre la nitidez de un blanco lirio.

Un maléfico escorpión

imprimió su veneno

en el abdomen de una abeja.

Las octavas del miedo pulsaron

en el clavicordio de la noche

un preludio de Mozart.

Conmovido el poeta, volvió

a sembrar margaritas

allí donde estaba señalada

la escritura de un anatema.

Los cuatro jinetes del Apocalípsis

dejaron caer una nube rosa

sobre el pálido rostro de la noche

el velo nupcial de Osiris.

LABERINTO 11

 

La sombra se proyecta

camina, danza, se inclina.

Está vacía, en supenso.

Ella fue simetría de lo bello

sola, triste, desvelada.

Pétalo convertido

perla cristalizada.

La noche la seduce, la guía

¿a dónde va insustancial

con levedad de cisne?

Misterio, pena, sudario.

Imagen de lo que fue

escultura, beso, flor.

Etérea sombra desligada

silencio, reposo, eternidad.

LABERINTO 12

 

El abanico del viento

rozó sus sienes

y se quedó impreciso

de llegar a otro planeta.

Lunática transparencia

del taciturno tiempo

haciendo girar la ruleta

para el ensayo onírico

de un adiós sin regreso.

En ese extraño mundo

estaba El herido por

tubérculos marcados

del árbol venenoso

cuyo campo de acción

dilataba la retina

de un abstracto crepúsculo.

El emprendía una rara

y enfermiza traslación

del fabuloso germen

que llamamos Destino.

Del bostezo de la noche

surgía la ingravidez

del gemir de los pinos.

Como el cristal de murano

El dejaba de ser, Uno

de tantos y tantos pensamientos.

Frágil esfinge simbolizaba

la voz del tiempo y El

quedaba para siempre detenido.

LABERINTO 13

 

Había llegado al corazón de la palabra

la noche con su túnica de sombras

la difundía en solitario grito.

Yo estaba en el velamen de las horas

descifrando un absurdo Laberinto.

La noche martillaba impíamente

el eco moribundo del sonido.

Clápsula de errabundo manifiesto

me señalaba el claustro

del corazón dormido...

No pude resistir y con mis dedos

a manera de garfios encendidos

doblegué los cerrojos y de repente

irrumpía con fuerza un alarido.

El corazón de la palabra es...

el vuelo de un suspiro.

Una voz desairada respondía

llegándome del fondo del olvido

me sangraban los dedos

era mucho decir, absurdo Laberinto.

Un relámpago azul desvanecía

de la noche el extraño desafío

y sentí que mis pasos, ya no eran

agujas del martirio.

LABERINTO 14

 

No me señales los signos

la noche ha comenzado

un baile de máscaras.

Hay un ajuste de expectantes

del melodrama del terror.

Dime, ¿dónde están

los andamios del viento?

No me señales los signos

¿en qué sumario de infinitudes

se dividen los sueños?

¿En qué plataforma

construyen otra Torre de Babel.

Me verás vestida de luna

en el baile de las máscaras.

Y tú, amor mío... amor mío

esa noche expectante

llevarás en afelpado estuche

las cenizas de mi estrella.

LABERINTO 15

 

La noche octava

la clásica, la infinita

cubrió con un velo

la virginal colora

del nacimiento de una rosa.

Las arácnidas pulsaron

con hilos de seda

los sumarios en la agenda

de las revelaciones.

Una energía casi celeste

de la noche octava

dejó caer en la tiara

de una novia

claridades de auroras

poniendo en su dedo

el anillo de desposada.

El pintor dejaría terminado

el óleo que representa

el espejismo de un sueño.

La noche octava de un laberinto.

LABERINTO 16

 

Era una mole de granito

edificada allá, lejos de la visión

de ti, de todos, del mundo...

 

Una bola de fuego intermitente

un movimiento cósmico, ¡un grito!

Todo pasó en segundos

la estructura caía

y los aros concéntricos

del más extraño Laberinto.

 

Era como decir, estoy aquí

cuidado con mis sienes

me laten los sentidos.

 

Deseo ver los últimos colores

formando afiches de calidoscopios.

Exóticos abanicos, esos

que en el Oriente

perfilan juegos mágicos.

 

Era una mole de granito

roca viva que hace sangrar

los pies de un peregrino.

 

Gigantesca tarántula

tejía sin cesar el blanco

velo, para la novia azul

de impávido espejismo.

 

Era justificar toques

de seda, en el lago

ondulante de los cisnes.

 

Era, el triángulo opuesto

al deseo de un imposible

la mole de granito

ya no existe, quedó desintegrada

en el gastado eco de aquel grito.

LABERINTO 17

 

Ayer vi el ojo luz

del Polifemo cavernario

las piedras de su aposento

estaban desgastadas

los terribles garfios

de la naturaleza, los habían

dejado en vibrátiles

movimientos inseguros.

Una estridente voz le decía:

¡Cuidado, Polifemo!

Vas a morir sepultado.

Como una libélula en vuelo

desprendida del éter del espacio

a mis pies caía una inmensa

y cristalina lágrima.

Alguien susurró a mis oídos:

Deja que Polifemo admire

tu singular y radiante belleza...

Tomé un peine y sirviéndome

aquella indefinida lágrima

comencé a alisar mis cabellos

invisible y poderosa aguja

movida por los dedos del viento

conjugaba sutilmente

una expresión de amor:

Soy tuyo..., tuyo, tuyo.

De mis sienes se desprendía

otro hilo de mis cabellos

Polifemo lo tomó en sus manos

y llevándolo a sus labios

anudó el más infinito

de los suspiros, angustioso

Laberinto se posesionaba de mí

¡Soy tuyo..., tuyo, tuyo!

No laceres mis vigilias

no me señales, cíclope

el arrobamiento de un deseo.

Un anillo de esmeraldas

circundaba mi afinado dedo

el artífice de las revelaciones

lo había cincelado para

una Diosa mitológica.

 

Oh, vehemencia del amor

el ojo luz cerró su párpado

aquel espacio de tiempo

había terminado.

Las piedras de su aposento

sepultaron la magnética

sublimidad de un imposible.

LABERINTO 18

 

Sentado en la baranda

de un absurdo silencio

estaba el visionario.

Se quebraban las horas

de un día fatigado

y fue preciso un viaje

tan lejos, que la noche

no ha cerrado su párpado.

Con los remos del viento

surca mares de sombra.                             

Visionario incansable

que no llega a ser nunca

el árbol de una casa

que florece en invierno.

Jamás regresa al sitio

que tuvo por estancia

ni perfiló una estrella

ni señaló un deseo.

Va diciendo a la luna:

Me entrego al abandono

de sumarios sin tiempo.

Visionario incansable

su agenda lleva nombres

de aquellos que existieron

en veleros nocturnos

y cruces de misterio

con la luz de los siglos

para medir exacto

la lámpara del tiempo.

El visionario errante

lleva atado a su sombra

escrito este soneto.

LABERINTO 19

 

Son interrogaciones

los ojos de los gatos

en el teatro único

de crueles marionetas.

Alpinistas que llevan

los músculos de seda

presionando gacelas.

Magos de los ensueños

multiplicando estrellas.

Los ojos de los gatos

cortan las madrugadas

en tajadas de espera.

Voy soltando mis trenzas

y me quito los guantes

de una esperanza muerta.

Frías lunas de enero

van congelando huellas

que en mí, se desintegran.

La noche va pasando

y aún titilan las últimas

caravanas de estrellas.

Son interrogaciones

los ojos de los gatos

pertenecen al reino

de una heredad incierta.

¿Quién achicó sus formas?

¿Quién doblegó el instinto

de ser como los tigres

que habitan en la selva?

Hoscos, fieros, terribles

hay gatos que en la noche

anillan Laberintos   

con sus colas eléctricas.

LABERINTO 20

 

Era la vigilia de los buenos

y la inmadurez de los malos.

Era el sonido musical de voces

y el sonido ronco de los truenos

un fluir en la matriz de los océanos

caracoles cuadrados y conchas triangulares

imperfectos desajustes de la naturaleza

una pupila azul desprendiéndose del cielo

la pupila negra saliendo por el brocal

de un pozo mutilado por la hiedra.

Los plumíferos con las alas

plegadas después de una lluvia

de punzantes alfileres desiguales.

Era el no, frente a todas las urgencias

era el sí, sosteniendo el peso de los siglos

la lepra sobre la piel indefensa de los pobres

la inercia en el corazón de los ricos.

Unos tratando de alcanzar lo prohibido

otros avivando el fuego después de cazar

una indefensa liebre.

La bolsa de valores con ceros a la izquierda

como trapecistas en la cuerda floja.

En una aurora boreal una estrella

fugándose del cielo, pidió asilo

en la fugaz embajada de los sueños.

LABERINTO 21

 

Ya todo se transforma

iracundo, soberbio y tempestivo

huracanado antojo de la fuerza

volcánico estupor, lava sin tino.

Acerados pulmones del poniente

traspasan lo imprevisto

y hacen eco en el eco multiforme

grito deshabitado del sonido.

El diagonal influjo atraviesa

la artería a lo infinito

se nubla en el ocaso

la hora del crepúsculo

ya todo se transforma

la razón se hace un mito.

Las paredes se quiebran

del claustro del olvido                   

una legión de alas

forman la caravana

de un sueño detenido.

LABERINTO 22

 

Línea divisoria fraccionada

ingravidez y espacio

margen en centésimas partes

ajenas al diario opositor

de razones centradas.

 

Decir, yo soy, tú estás

ellos no están, hace mucho

que su fichero de sueños

terminó sus jugadas.

 

Muchos les lloran y llevan

tallos con rosas sin espinas

donde el eco no cesa en el follaje

articulado de los arqueados

y majestuosos pinos.

 

La nitidez de un cuadrante

circunda las lápidas

donde quedan los rosarios

en las lágrimas del tiempo.

 

Las alondras apartadas

al intento de un vuelo

cuyas alas se desplazan

atravesando el espacio

de un viaje indefinido.

 

Mientras allá se desprende

enigmática sonrisa

asiático mandarín

en su pipa de bambú

absorbe el opio sin prisa.

Suspenso ya fraccionado

en las vértebras del viento.                       

LABERINTO 23

 

Fue una aparición reveladora

los balances celestes del espacio

iban marcando pautas

detrás de los suspiros...

El Mago señalaba

entre aros de sombra

un furibundo genio, detenía

aquella aparición indefinida

y vi cómo los míos

mis sueños ilusorios

se esparcían en ávidas corolas.

Ya no volví a soñar

unos niños cantores

pulsaban sus laúdes.

El flamboyán encaje de la llama

centralizaba el mes de mayo

coronaba la luz, la sensitiva

energía de ser frente a la vida.

En los aleros de mi casa

los gorriones anidaban

y captaban mis pupilas

la suprema grandeza

viendo llegar las golondrinas

mensajeras de Dios.

LABERINTO 24

 

Siempre la duda, el miedo

visones espectrales

fatigados momentos

eclipse total de un extravío.

Puntos indefinidos

sudarios de una verdad

sobre el silencio múltiple

de un corazón sin vida.

Laberintos cegados

una y otra vez la transparencia

líquida del mar

dejando caer gotas de púrpura

sobre la blancura de las olas.

 

Después la noche cincelando

horizontes nublados

todo en el turbulento marasmo

de una sinrazón.

Penetrando el oculto ser

de las deformaciones.

Todo, la duda, el miedo.

Visiones espectrales

hacen sentir la ingravidez

de un desajuste insustancial.

La verdad se antepone y señala

interrogaciones de un por qué

muerte, sobre muerte y nada más.

LABERINTO 25

 

De la corteza viva de la tierra

surgió una llama

el ave taciturna se abismó

en los andenes de la noche

tres ecos quedan tensos

en las cuerdas de un Stradivarius

tres rostros delineados

estremecen los cuerpos.

Se agudizan dentro

del extravío de las horas

perforando el silencio.

Un ave deja caer de su pico

tres pentragamas

la llama se evapora

y quedan suspendidos

en las aspas del viento.

Tres energías y un signo.

Los tres gritos ahogados

quedan fijos en el cuadro

deshilando el misterio.

LABERINTO 26

 

La nebulosa de un laberinto

despertaba a las valquirias

tránsito de una fuga diferente

bellas amazonas del mar

van desafiando las olas

intrépidas y delirantes

salen montadas en briosos corceles

van rasgando con sus fustas

la sostenida lágrima del tiempo.

Gris espacio de una lánguida

y tormentosa tristeza.

Tintes dorados

en sus cabellos encrespados

trajes metálicos ciñendo

sus cuerpos esculturales,

radiantes y furibundas

siguinedo los silbos del mar

tras una rompiente de olas.

La zarina del mar

novia de los velos azules

sería desposada con el príncipe

de un reino desconocido.

Las valquirias entregarían

a la desposada

un collar de corales.

Un brindis del yodado

champán de los mares

hacía crecer el espejismo

magnético de un laberinto.

LABERINTO 27

 

Planos astrales

nenúfares del éter

clarines disonantes

con notas al revés.

Espaldas flageladas

con látigos de acero

torres que se desploman

piezas de un ajedrez

donde el hombre traspone

a la reina, al caballo

y al imperio del rey.

Llevando una energía

malévola y sin ley

el taciturno búho

se asoma a la ventana

se escucha un eco grave

repitiendo: Después...

Así van por la vida

desafiantes y absurdos

los hombres, al revés.

El polen de las rosas

vigoriza las sienes

y nacen como estrellas

los hijos del desdén.

Bajo un arco de fuego

el beso se hace llama

se refleja un espacio

del cielo sobre el mar

breve como una onda

se desnuda el silencio

de la seda de un capuz                                     

ya comienza a volar

la bella mariposa.

Quiebra el viento sus alas

se evapora en el aire

en el agudo tránsito

de un sueño al revés.

LABERINTO 28

 

¡Oh! ... Pesadilla horrible

te tétricos ultrajes.

Buitres en mi aposento

queriendo descarnarme.

Devoraban segundos

sentenciando mi vida.

Devoraban minutos

gustando mi amargura.

Llegaron los vampiros

como duendes, sin treguas

con las bocas sedientas

de tan negra dulzura...

Clavaron impetuosos

su sabia mordedura

succionaban mi sangre

sin dolor a mi herida.

Un látigo de plata

anudado a mi cuello

suspendía mi grito

en la escala del sueño

sin voz para quejarme

ni arcángel protector.

¡Oh!... Diabólica escena

averno sentenciado

al caos del terror.

desfilaron a verme

todas las criaturas

que subsisten al soplo

del fuego destructor.

Con sus lenguas de llama

acariciar querían

la desnuda tortura

como dardos clavados

al drama del dolor.

Ataron mis cabellos

a la cuerda del viento

farándula invisible

de algún "genio burlón".

¡Oh!... Pesadilla horrible

de tétricos ultrajes

tatuaje de las horas

sobre mi rosa en carne.

 

Llegaron retrasados

amaneciendo el día

los cocuyos gigantes

con luces de linterna.

Oh, que frío tan hondo

sacudía mis huesos...

Un abrazo de abismo

me tendía un fantasma

comprendí que mis ojos

aún tenían reflejos

y rasgué con mis uñas

la corteza del sueño.

LABERINTO 29

 

Anudado a mi pecho

absurdo y temible Laberinto

demasiada palpitación extraña

hace presa en mi corazón...

¿Hacia dónde me lleva? No lo sé

abismo, cumbre, cielo al infinito.

No cede el Laberinto, se complica

ha perdido la ruta de su viaje

rompe un zafiro en tres pedazos

y una rosa estruja entre sus manos.

 

La ira lo somete y se hace bestia

me fija su mirada que fulmina.

Comienza a caer densa escarcha

del asolado invierno; el Laberinto

no resiste el frío y se pierde

en la neblinosa noche desolada.

Queda bajo un estado depresivo

y vio en la rama de un árbol

un bello ruiseñor, volvió a casa

llevando una pluma satinada 

de sus alas.

¡Soñar no cuesta nada!

LABERINTO 30

 

Se desdobla, se evapora

y de pronto se fulgura

un suspiro la detiene

un abrazo la reclama

y la musa se aproxima

lleva un pétalo de gracia

¿de qué punto toma vida

de qué margen toma alas?

Ay, si la Musa es el vacío...

sin sustancia, sin ropaje

que le cubra las espaldas.

Se apodera del sonido

se hace dueña del castillo

donde reina un Laberinto

succionando el frío enlace

de un por qué que no se alcanza.

¿Será acaso el tacitunro

desafío de una lágrima

de los sueños de un poeta?

Y la Musa lo convida

a la gala de los Duendes

donde todo es mascarada.

Sólo el frío de una entrega

desafía los empeños a seguir

el poeta, lira en mano no se asusta

no se alarma, atraviesa con su mente

lo insondable del misterio.

Y le dictan al poeta proseguir

el vuelo altivo de las águilas.

El silencio se alimenta

se difunde, se traslada

y tropieza como un niño 

que corriendo se resbala.

La quimera se hace vuelo

gira y vuelve desgastada.

LABERINTO 31

 

Era una fúlgida mirada

de aquel Genio furibundo

que sin pena doblegaba

mi angustiado corazón.

Su crueldad fiera y lasciva

daba toques a mi puerta

con sarcástica intención.

El balance de mis horas

divagaba por segundos.

¡Fiero Genio alucinado

vete, vete, por favor!

Y su fúlgida mirada

sin piedad me lastimaba

lacerando impiamente

con su fusta de diamantes

el sentir de mi razón.

Aquel Genio furibundo

ya de pronto proyectaba

iracundos espejismos

y con torpes desatinos

al teatro de las máscaras

¡me llevaba, me llevaba!

Llevo el alma destrozada

ironía de un contraste

me dejaba sobre el lecho

el desdén de sus caricias

y entre luces marfilentas

¡se reía, se reía a carcajadas!

Era un torpe Laberinto

de un por qué, que no se alcanza

como un dardo penitente

ya en la fría madrugada

ya cegado por la ira

frente a mí, se suicidaba.

Con los ojos muy abiertos

me decía, ya me marcho

ya me alejo, inefable amor.

Esa fúlgida mirada

todavía me dañaba

y dos lágrimas rodaban

por las pálidas mejillas

de ese Genio furibundo

 

y con voz casi apagada

me decía: Ven conmigo

hacia el reino de la Nada.

Como un rayo tempestivo

desprendido de su entraña

comprendí que era el engendro

concebido por las llamas.

Nube roja del poniente

donde quedan mariposas

con las alas destrozadas.

Era inútil desprenderme

de ese Genio furibundo

quedé presa de un delirio

día y noche yo buscaba

en la agenda de mis sueños

¡ésa, esa fúlgida mirada!

LABERINTO 32

 

Fuego, llama y humo

tú mirando el horizonte

¿qué piensas?, no respondes.

La pupila del sol

se va quedando pálida

detrás de la sombra.

 

Fenece el antepenúltimo

y delirante pentagrama

de las cuerdas del viento.

 

Azul, verdemar o negro

incertidumbre de un deseo

reclamando el tapiz

de titilantes estrellas.

 

Tú te pierdes en la nebulosa

espiral de las nubes.

 

Fuego, llama y humo

el escultor va cincelando

el corazón de púrpura

en la columna del silencio.

LABERINTO 33

 

Pulso mi nave, deliro

voy a sus brazos

al mar me entrego.

 

Rielan las lunas

ebrias de ensueños

sobre sus olas

hilos de plata,

y en cada punta

se ve una estrella.

 

El mar se iriza

y me desnuda

¿de dónde vienes?

Cifrado en una

pasión de un beso;

soy del Planeta

llamado Tierra.

Traigo conmigo

un sortilegio.

 

Seré tu amante

porque te quiero.

 

Llegan delfines

y en un momento

ellos se tornan

como testigos

al casamiento.

 

A mis oídos

me llegan ecos

corres peligro

los tiburones

están hambrientos.

 

Tras un sollozo

que nubla el tiempo

al mar le digo:

¡Yo fui tu amante!

Jamás lo niegues.

Cuando yo muera

serán tus brazos

quien me sostengan.

Busco mi nave

y me regreso.

LABERINTO 34

 

Se va muriendo en dos partes

y no quiero que se muera...

Por las ventanas del aire

y por sombrías cavernas.

¡Ay!, misterio de esta pena.

Se van plisando las horas

en el mar que se lo lleva

aquel tatuaje en el pecho

de una gaviota en espera.

Ya no percibo su voz

ya mi ansiedad no le llega.

Magia de los caracoles

silvo azul de las sirenas.

No se lo lleven ventanas

no se lo lleven cavernas.

Se va muriendo en dos partes

y no quiero que se muera.

¡Ay!, mi saeta llorada

mirando el rostro divino

de la virgen Macarena.

Mis lágrimas fueron una

caravana de sorpresas

la noche ya difundía

el declive de sus huellas.

Se ha posado una gaviota

en la mayor de mis penas.

Fuertes vientos acoplados

que luego se desintegran.

En el mar de los suspiros

hay una barca desierta.

Se va muriendo en dos partes

y no quiero que se muera.

LABERINTO 35

 

Acompáñame a ver

el cielo diferente.

Hoy está vestido

de púrpura y violeta.

Un sonido espectral

que anuncia un duelo...

Visión que se desliza

a mis pupilas.

Me asomo al cristal

de mi ventana.

Se rebosa la copa

nota del silencio.

Yo espero al alba,

se me quedó la llave

de mi casa,

como una cenicienta

sin ruta de salida.

Se fractura una voz;

no la busques Amor

tengo la llave...

Y una ráfaga de ira

se vislumbra

y al mar tira la llave.

LABERINTO 36

 

Y quedó la cicatriz del tiempo

sobre la blanca piel de los hijos

de Adán y Eva.

Terrible ironía, la luz se hizo tiniebla.

La corola de un lirio comenzó a sangrar

se formaron eslabones uniendo la ira

de los necios.

Una transfiguración de Amor

modeló en barro dos cuerpos,

Adán y Eva; cerníase

el alpiste dorado

sobre la jaula de los canarios.

Insatisfechos los torpes hijos

de la descendencia de la primera pareja

creada por el supremo Hacedor

y el redondel de la luna

fue formando cráteres.

LABERINTO 37

 

Las horas se diluyen

en la esfera noctámbula...

Dos nombres y un lucero

ha bordado una dama

con sus dedos de seda.

Un duende ha perfilado

de Pierrot la silueta.

Se diluyen las horas

en la mansión que nunca

nadie dejó sus huellas,

y la esfera noctámbula

se hace escala de un grito.

Infaustas primaveras

las horas se diluyen

como ondas de un río,

y la Dama se anuncia

y se va en un velero.

Y la pupila grave se torna

como el ave que nunca

regresará al nidal

de los caros empeños.

LABERINTO 38

 

Se engarza en el anillo

de su propia faena

Aries, era su signo

como una cinta elástica

divagaba en sus noches

la duda, una borrasca

dilatando el misterio.

Se afinan los violines

en las fugas del tiempo,

insólito derrumbe

clausura como un templo,

la voz cruel e indolente

de aquél que nos pregunta

imposible el espacio

taciturno si lloramos

por dentro; caen gotas

del manantial del tiempo.

LABERINTO 39

 

Y tú, que aspiras el humo

del opio que te hace divagar

y caen mojadas de ti mismo

gotas absurdas rodando al vacío.

¿De qué poros, de qué sustancia

de qué tinta de siglos

vas marcando tu cuerpo

de calcinados tatuajes?

Lastre de la húmeda hiedra

sucio ejercicio del sexo

cuando la entrega es vana

y el placer queda suspendido

en el hilo cortante de un silencio.

Mercadería que se llama insomnio

y mansedumbre que se llama horror.

Vives con la prisa del que no llega

a tocar la aldaba, puerta sagrada

de los Dioses Eternos.

Aspiras el humo del opio

y divagas entre rejas de humo

jaula donde el alpiste dorado

no te llega a la boca

el ave que sostenía el flujo

de tu corazón, ya no existe.

Impressum

Texte: Copyright@ No se permite la reproducción parcial o completa del texto sin autorización del autor.
Bildmaterialien: La creación de Adán y Eva, de José Villegas Cordero (1844-1921)
Tag der Veröffentlichung: 17.12.2013

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