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ÍNDICE.

A MONSIEUR LE PRÉSIDENT DE LA SOCIÉTÉ D'ETHNOGRAPHIE ORIENTALE ET AMÉRICAINE DE FRANCE v

INTRODUCCIÓN. 1


PRIMERA PARTE


SUIZA Y SABOYA.

CAPÍTULO I.DE PARIS A GINEBRA.La Francia centro-oriental.Los paisanos franceses.Las campiñas bresanas.La vuelta del vencedor.

CAP. II.IDEA GENERAL DE SUIZA.Configuracion orográfica. Hidrografía.Historia de los Suizos.Instituciones políticas Division general del país.

CAP. III.GINEBRA.Geografía del Canton.El lago Laman.Resúmen histórico.Estructura general de Ginebra.Sus condiciones políticas y sociales.Monumentos é instituciones públicas.Las casas de prision.Ginebra como centro social europeo.

CAP. IV.LOS ALPES SABOYARDOS.Los compañeros de viaje.La hoya del Arve.El valle de Chamonix.El grupo del Monte-Blanco.Las neveras.Contrastes naturales y curiosidades.

CAP. V.LA HOYA DEL ALTO RODANO.El camino de la «Cabeza-Negra.»El canton de Valais.El valle del Dranza y Martigny.El Ródano.

CAP. VI.EL CANTON DE VAUD.Territorio y poblacion del Canton.Su historia;sus instituciones;sus producciones;sus institutos.La ciudad de Vevey y su panorama.Objetos interesantes y curiosos.

CAP. VII.VAUD Y NEUCHATEL.Losana y sus cercanías.Sus monumentos é institutos.De Losana á Iverdun.Iverdun.El lago de Neuchâtel.El Canton.Su historia.Sus instituciones y productos.El régimen comunal.La ciudad de Neuchâtel.Un panorama suizo.

CAP. VIII.EL CANTON DE FRIBURGO.La diligencia suiza.Los tres lagos hermanos.Morat.Geografía del Canton;su historia;sus instituciones.Panorama de Friburgo.Sus monumentos y curiosidades.La ermita de la Magdalena.

CAP. IX.EL CANTON DE BERNA.De Friburgo á Berna.Los artistas y artesanos viajeros.Topografía del Canton.Historia de la república bernesa;su poblacion é instituciones.Producciones, industria y objetos mas notables.La ciudad de Berna;sus institutos y curiosidades.

CAP. X.LA REGION DEL OBERLAND.De Berna á Thun.Una reflexion sobre la civilizacion moderna.La villa de Thun.Magnificencias de su lago.Unterseen é Interlaken.El tipo de las paisanas.El Lütschina.Grindelwald.Las neveras y sus grutas.Escenas sociales.La vida campestre.

CAP. XI.EL CANTON DE UNTERWALDEN.El lago de Brienz.Giessbach. Brienz.El valle de Meyringen.El cuello de Brünig.Los valles de Sarnen.Un paisaje de parroquia.Condiciones históricas, sociales y políticas del Canton.

CAP. XII.LOS CUATRO-CANTONES.Idea general topo-hidrográfica.La ciudad de Lucerna.Curiosidades.Un contraste social.Condiciones generales del canton de Lucerna.El lago de los Cuatro-Cantones.Su navegacion y aspecto interior.Recuerdos de la independencia.

CAP. XIII.LOS PEQUEÑOS CANTONES.Altorf.El canton de UríLos valles de Schwyz.Goldau.La ascencion del Rigi.Escenas del Rigi-Kulm.Panorama de la Suiza central.

CAP. XIV.ZUG Y ZURIC.Küssnach, Immensée y el lago de Zug.La capital y el canton de Zug.Horgen y el lago de Zuric.Instituciones y condiciones sociales del Canton.La ciudad de Zuric, situacion y aspecto.Historia, monumentos y curiosidades.

CAP. XV.LA HOYA DEL RIN.Las comunicaciones en Suiza.De Zuric á Schaffhousen.La catarata del Rin.La ciudad y el canton de Schaffhousen.Navegacion del alto Rin.La ciudad de Constanza.Los lagos internacionales.

CAP. XVI.TRAVESIA DE SUIZA.El canton de San-Gall;su historia, sus instituciones, sus elementos económicos.La ciudad de San-Gall,su situacion, sus monumentos y curiosidades.El canton de Turgovia.El canton de Argovia.Solera y Basilea-Campaña.

CAP. XVII.BASILEA Y LA SUIZA.La ciudad de Basilea; situacion y panorama.El medio-canton: su historia, sus instituciones, su industria y condiciones sociales.Monumentos de la ciudad, institutos y costumbres.Observaciones comparativas respecto de la Confederacion.

SEGUNDA PARTE.

LA REGION DEL RIN.

CAPÍTULO I.EL GRAN-DUCADO DE BADEN.De Basilea á Freiburgo.El Rin central y sus panoramas.Nociones importantes respecto del gran-ducado.Costumbres alemanas.La ciudad de Freiburgo.

CAP. II.ALGO DE LA FRANCIA ALEMANA.Kohl.Un portero frances.Estrasburgo.La campaña alsaciana.Una familia francesa en el campo.

CAP. III.BADEN-BADEN.El paso de la frontera.Aspecto general de Báden-Báden.El mundo á la moda y las ciudades de aguas medicinales.Monumentos y curiosidades de Báden-Báden.Sus cercanías.

CAP. IV.LAS CIUDADES BADENSES.Carlsruhe.Las ciudades nuevas de Alemania.Heidelberg;su Universidad y sus curiosidades.Los estudiantes de Alemania.Las ruinas del Castillo.

CAP. V.DE HEIDELBERG A FRANCFORT.Mannheim y el Rin.El gran ducado de Darmstad; su gobierno y sus condiciones generales.La ciudad capital.Una familia típica.

CAP. VI.DOS ESTADOS ALEMANES.La república de Francfort; su importancia comercial y política.La ciudad de Francfort;su situacion;su movimiento social;sus banqueros y sus judíos.El ducado de Nassau.Wiesbáden y sus cercanías.

CAP. VII.EL RIN.Cástel.Mayenza.Las riberas del rio.Una hija de la pérfida Albion, á bordo de un vapor y en tierra.

CAP. VIII.LA PRUSIA RINEANA.Idea general del país.Coblenza.El castillo de Stolzenfels.El Rin abajo de Coblenza.Colonia;su catedral;las fábricas de Juan María Farina.

CAP. IX.DEL RIN A LIEJA.Trayecto entre Colonia y Aquisgran.La ciudad de Carlomagno;sus monumentos y curiosidades.El Sud-este de Bélgica.

TERCERA PARTE.

BÉLGICA.

CAPITULO I.LA NACION BELGA.Resúmen histórico.Topografía general del país.Instituciones políticas.Poblacion.Estadística. Agricultura.Industria y minería.Comercio y vías de comunicacion.

CAP. II.LIEJA Y EL BRABANTE.Poblacion y panorama de Lieja.Importancia industrial de la ciudad.Su aspecto interior y sus monumentos.Tirlemont.Lováina.Malínas.

CAP. III,AMBÉRES.Aspecto general de la ciudad.Comercio y bellas artes.Carácter múltiple de Ambéres.Sus calles, monumentos, museos y curiosidades. Jardines y paseos

CAP. IV.BRUSÉLAS.La sociedad belga bajo el punto de vista político.Estructura general de Brusélas.El periodismo y la librería.Fisonomía moral de Brusélas;su poblacion.Monumentos civiles;la casa municipal,varios palacios.Monumentos religiosos.Museos, bibliotecas y estatuas públicas.Jardines científicos.

CAP. V.EL PAÍS FLAMENCO.Idea general de Flándes.La raza, la literatura y el arte flamencos.Gante: su estructura y sus alderredores.Monumentos é institutos civiles; el Beffroi y sus tradiciones.Monumentos é institutos religiosos; el «Béguinage.»Objetos de arte; el Museo de pinturas; el Jardin botánico y el zoológico.

CAP. VI.LA REGION MARÍTIMA.La ciudad de Brujas; aspecto general.Monumentos é institutos diversos.Objetos de arte y prácticas religiosas.Ostende; su panorama; sus baños; su sociedad.El comercio y la pesca de los Belgas.

CAP. VII.DE OSTENDE A PARIS.El nor-oeste de Bélgica.Courtrai y la frontera.La ciudad de Lila.Donai.Arras.


INTRODUCCION.


La buena descripcion de un viaje, aunque requiere ciertas condiciones poco vulgares, es un trabajo ménos laborioso de lo que generalmente se piensa. Pero viajar, ó saber viajar es un arte mas delicado y difícil de lo que á muchos parece. Cuando se viaja puramente por gozar y sacudir el fastidio, no se hace otra cosa que vagar en un país ó vegetar moviéndose. El pseudo-viajero, impelido por una curiosidad sin consecuencias, se parece entónces á la hoja que flota en el torbellino de un huracan, sin tendencia propia ni significacion.

El viaje es un arte complejo de investigacion metódica al mismo tiempo que de capricho inteligente. Él requiere, por una parte, cualidades de viva impresionabilidad, imaginacion poética, severo criterio, curiosidad de observacion y libertad de espíritu, conjuntamente; y por otra, tiempo, dinero, paciencia, conocimiento de las lenguas y ciertas ventajas aplicables al país que se visita.

Por eso, al emprender una serie de excursiones, mas bien que viajes, en Europa, he comprendido bien, sin alucinarme, las desventajas de mi posicion personal. Colombiano de nacimiento, aunque cosmopolita por mis convicciones, le pertenezco ante todo á mi patria colombiana, de la cual no puedo estar por largo tiempo ausente. Pero ansioso de buscar la verdad, siguiendo y comparando el movimiento vario de los pueblos mas adelantados en civilizacion, he tenido que conciliar dos necesidades igualmente imperiosas.No pudiendo disponer de mas de cinco años en Europa, he tenido forzosamente que reducirme al estudio atento de las dos sociedades mas adelantadasFrancia é Inglaterra,y en cuanto á las demas, hacer rápidas excursiones que me permitan palpar y comprender apénas los hechos mas característicos y sobresalientes, las formas ó los fenómenos mas visibles de la civilizacion europea. Es del conjunto de esas grandes formas que un hijo del Nuevo Mundo, ansioso de luz pero sin experiencia, puede obtener la nocion sintética del giro y de la índole de esa civilizacion.

Si hubiera de dirigirme á lectores europeos, ó no escribiria la relacion de mis modestos viajes, ó habría procurado darles á estos otras proporciones, trazándome un método que me permitiese emprender estudios de alguna seriedad ó trascendencia, dentro de la medida de mis débiles fuerzas. Pero no: viajo por mi patria, es decir con el solo fin de serle útil, y escribo para mis compatriotas y hermanos los Hispano-Colombianos. He creido que lo que importa mas por el momento no es profundizar ciertos estudios, sino vulgarizar ó generalizar nociones. A los pueblos de Hispano-Colombia no les ha llegado todavía el momento de los estudios fuertes, por la sencilla razón de que la inmensa masa popular no tiene aún la nocion general del progreso europeo. Hasta tanto que esa masa no haya recibido la infusion elemental de luz y fuerza que necesita para emprender su marcha (porque hoy no se marcha sino que se anda á tientas) el mejor servicio que se le puede hacer es el de la simple vulgarizacion de las ideas elementales. Despues vendrá el tiempo de los trabajos laboriosos y profundos.

La inmensa mayoría de los Hispano-Colombianos no conoce, por falta de contacto íntimo con Europa, los rudimentos ó las verdaderas condiciones del juego general de la política, las letras, la industria, el comercio y todos los grandes intereses vinculados en Europa. De ahí provienen graves errores de apreciacion, de imitacion ó de indiferencia, que se revelan en la política, la literatura, la legislacion y las manifestaciones económicas de Hispano-Colombia.

Desvanecer, si puedo, esos errores, dándole á la expresion de lo que me parece la verdad las formas simpáticas de lo pintoresco y el atractivo de una rápida, fiel y animada narración, tal es el objeto de estas páginas de impresiones.

Hasta ahora no han llegado á Colombia, relativamente á Europa, sino dos géneros de escritos: ó memorias novelescas, escritas con un fin de especulacion literaria, como las de Alejandro Dumas y muchos otros escritores franceses, que desnaturalizan las cosas, á fuerza de ingenio, exageracion y fantasía, y prescinden de los hechos sociales, ocupándose solo de lo pintoresco y divertido; ó estudios especiales y científicos, que presuponen el conocimiento de las situaciones generales. El primero de esos géneros de narracion ó de estudio es pernicioso en Colombia, porque propaga las mas falsas nociones. El segundo es incompleto y árido, incomprensible para los que no conocen la fisonomía general del país de que se trata.

Mi proceder, como narrador de rápidas y modestas excursiones, es muy sencillo: consiste en no dejar en olvido nada de lo que he observado, ó mirado siquiera, interesante por algun rasgo característico; y en no inventar nada, sino relatar con candor cuanto me ha impresionado por cualquier motivo, manteniendo en la exposicion de todos los pormenores, por variados que sean, la armonía de la verdad, de lo bello y lo útil, de lo natural y social. Es así como surge de la narracion la imágen compleja de un país, semejante á una fisonomía humana en que se ven armonizar diversas formas: el ojo ardiente y luminoso, que revela un espíritu; la boca palpitante, que respira pasion, y la protuberancia huesosa ó muscular, donde reside una fuerza.

Aun limitando mis viajes á humildes proporciones, he querido seguir cierto método.Primero Francia, el gran foco de la civilizacion moderna, de donde irradia toda inspiracion fecunda, en el vasto grupo de sociedades que tuvo su punto de partida en la civilizacion latina.En seguida España, el país análogo, la fuente europea de las repúblicas Hispano-Colombianas.Despues la Confederacion Helvética, cuya constitucion política corresponde en sus formas generales á las de mi patria natal.Luego Alemania, Bélgica y Holanda, donde se asiste, en la primera, á la lucha de instituciones y civilizaciones distintas, revelando una grande y laboriosa transicion; ó se ven en dos pequeños y prósperos Estados los efectos de la libertad política y civil. Mas tarde he estudiado ese gran pueblo de tan peculiares condiciones,la Gran Bretaña,que resume en su genio y sus manifestaciones lo que hay de mas cosmopolita, de mas industrial y vigoroso en el juego complicado de la moderna civilizacion. Al fin le llegará su turno á Italia, el país de los grandes recuerdos y de los refinamientos del arte, que representa hoy la aspiracion esencial del siglo: la idea de la unificacion. Y por último, al dejar á Europa, iré á observar las modificaciones profundas que le ha impreso á la vieja civilizacion europea ese pueblo formidable de colonizadores del Nuevo Mundo, que se llama la Union Americana.

Suiza me picaba vivamente la curiosidad por sus especialidades, que la hacen tan singular é interesante en Europa. Su topografía y composicion geológica, su sistema hidrográfico y sus neveras colosales y vastísimas, le dan la prioridad de interes en el estudio de esa maravillosa historia del progreso de la Creacion ó de la fisiología del globo, escrita en grandes y pequeños caractéres en las rocas aglomeradas en el trascurso de millares de siglos, por una serie de revoluciones naturales de la materia orgánica, para ofrecerle al hombre la base de su imperio divino. Las admirables hermosuras de ese inmenso archipiélago de montañas, lagos y nevados que se llama Suiza, excitaban en mí esa irresistible inclinacion hácia lo bello, lo grandioso y poético, que eleva el sentimiento y le da expansion al alma, haciéndole admirar, con éxtasis ó arrebato alternativamente, las obras del Inefable Artífice.

Ademas, yo sentia un vivo deseo de conocer, siquiera fuese someramente, la manera como funciona el espíritu democrático en la sola república importante de Europa, enclavada en el corazon de este viejo mundo de tradiciones formidables y rodeada de poderosas monarquías y aristocracias. Queria observar la yuxtaposicion de dos razas que pasan por antagonistas,germánica y latina,esta representada por los cantones franceses é italianos. Queria inquirir ese movimiento ascendente de asociacion que, comenzando en la familia, se condensa en el Distrito, enlaza los distritos en el Canton ó Estado, y fortifica á los cantones en la liga de la Confederacion. Queria buscar el secreto de esa prosperidad que hace de Suiza, relativamente á sus proporciones, el país mas activo y poderoso por su produccion. Queria, en fin, darme cuenta de la relacion en que se hallan respecto de la civilizacion dos de las tres grandes comuniones cristianas de Europa (protestantes y católicos) colocadas frente á frente y en íntimo contacto y lucha permanente, en el terreno comun de la libertad federal.

Mis esperanzas no fueron frustradas. En cuanto era dable obtener nociones importantes, mediante una incompleta y rápida excursion, pude sacar en consecuencia esta conviccion: el estudio atento de la Confederacion Helvética es el que, por las condiciones múltiples y peculiares de ese país, puede ofrecer las pruebas mas perentorias en favor del principio de libertad y justicia, ó de justicia en la libertad, como la base de toda civilizacion fecunda en progreso y bienestar. Tengo la confianza de que algunas de las páginas de esta narracion, sinceramente verídica, justificarán esa conviccion.


PARTE PRIMERA.

SUIZA Y SABOYA.

* * * * *


CAPITULO I.

DE PARIS A GINEBRA.

La Francia centro-oriental.Los paisanos franceses.Las campiñas bresanas.La vuelta del vencedor.


El sol de julio doraba con sus tibios y alegres rayos matinales los pabellones de las magníficas arboledas, las cúpulas y torres de los altos monumentos y el enjambre desigual de los techos de pizarra, que se destacaban sobre las plazas y calles todavía silenciosas de Paris. Apénas comenzaba á despertar la ilustre metrópoli de su sueño de estío, cuando entrábamos á la inmensa estacion ó embarcadero del ferrocarril que conduce á Lyon y el Mediterráneo. Tal debia ser nuestra via para penetrar á Suiza por el lado meridional, y visitar la Saboya del norte, país pintoresco, montañoso y esencialmente estratégico que despues ha sido el objeto de una complicacion para la diplomacia europea.

Al subir á un wagon del tren, mi esposa me decia con dulce confianza: «Por fin vamos á visitar ese país de las montañas y los lagos, el padre de casi todos los grandes rios del continente europeo. Eso nos producirá emociones que nos harán evocar á cada momento la imágen querida de la patria»....

La via férrea, en su primera mitad, era la misma que yo habia tomado, algunos meses antes, para ir á España, y debíamos seguirla hasta Macón, torciendo de allí hácia el este, en direccion al Ródano central y Ginebra. Teníamos que atravesar algunos de los departamentos mas vinícolas de Francia y, en las cercanías del Ródano, despues de cortar la estrecha hoya del Ain, una comarca pintoresca, entrecortada por los estribos y contrafuertes mas meridionales del Jura. Aquellos departamentos, surcados por la via férrea en extension muy desigual, eran:

El del Sena, con 1,727,000 habitantes, cuyas siete octavas partes constituyen la poblacion de Paris;

El de Sena-y-Marna con 341,000, que tiene por capital á la graciosa y pequeña ciudad de Melun.

El del Yona, con 368,000, que cuenta algunas villas y ciudades bastante industriales, como Auxerre (la capital), Sens, Joigny, Tonnerre, etc.

Despues la via sale de la hoya del Sena para pasar á la del Saona, de modo que se sirve sucesivamente del curso de valles que se inclinan, en opuestos sentidos, hácia el canal de la Mancha y el Mediterráneo. De esa manera el ferrocarril sigue por los departamentos de:

La Costa-de-oro, con 386,000 habitantes, centro principal da la antigua Borgoña, teniendo por capital á Diyon (Dijon), ciudad tan interesante por sus monumentos y su historia como por su movimiento social.

El de Saona-y-Loira, con 575,000 almas, no ménos importante que el anterior por sus vinos, y cuya capital es Macón.

Por último, el del Ain, con 370,000 habitantes, capital la ciudad de Burgo ó Villa (Bourg), antiguo centro administrativo de la provincia de Bresa (Bresse); comarca que se extiende entre el Saona, el Ródano y las montañas del Jura, partiendo límites con los cantones helvéticos de Ginebra y Vaud y la alta Saboya, ó Saboya setentrional, hoy departamento frances.

Quiso la fortuna que nuestro primer dia de viaje fuese favorable al natural deseo de recoger impresiones, siquiera fuese al pasar. Aguardábase al emperador de los Franceses, quien volvía de su campaña de Italia,ese episodio extraño, grandioso por sus formas y contradictorio en su objeto y resultados. Napoleon III venia de Italia vencedor y vencido al mismo tiempo: vencedor en las batallas; vencido despues en el terreno diplomático, caliente todavía la atmósfera con el fuego terrible de Solferino. Pero los pueblos, que jamas juzgan la política sino por las apariencias,sobre todo los que tienen la candidez campestre,no sabian de la guerra de Italia sino dos cosas: que los Franceses, sus compatriotas y hermanos, se habian batido heróicamente, según su costumbre, y eran los vencedores, y que su jefe, el emperador, volvia á recibir las ovaciones del triunfo.

Donde quiera, desde Macón hasta adelante de Bourg, se veian los mas curiosos grupos de paisanos, resaltando en los cuadros pintorescos y risueños de las pequeñas poblaciones ó las estaciones del ferrocarril, rodeadas de enanos sauces de ampuloso follaje, huertos y jardines, viñedos escalonados en las faldas de las colinas, lucientes praderas y plantaciones de cereales. Se veia bien que las autoridades habian trabajado con actividad en preparar recepciones oficiales con honores de populares, como acontece donde quiera. En toda la línea se ostentaban bosques de banderas, arcos de triunfo, alegres y vistosos pabellones, escudos de armas y trofeos, inscripciones y medios de iluminacion. Aquello nada tenia da curioso, porque era artificial: era una fiesta de sub-prefectos y alcaldes principalmente. Lo que llamaba la atencion era el largo cordon de grupos de paisanos, llenos de curiosidad, impacientes pero joviales, á veces burlones, que hacian estallar sus estentóreas carcajadas al derredor de las estaciones de la línea.

A cada trecho veíamos, bajo los sombreros de fieltro burdo, ó de paja amarilla y anchas álas, fisonomías femeninas bastante graciosas, con ese color vago del tipo de la Francia centro-oriental, que no es ni el rubio delicado de Picardía y Normandía, ni el suave sonrosado de las alturas jurásicas, ni el moreno picante de las gentes que pueblan las comarcas meridionales de Francia. Donde quiera tambien nos interesaba la robustez del campesino, su rusticidad mezclada de buen sentido y astucia, sus movimientos desembarazados y su insaciable y cándida curiosidad. Y todo eso realzado por cierta originalidad de vestidos que, sin tener la gracia de los alpestres y meridionales, ni la curiosa extravagancia de los bretones, normandos y alsacianos, nos revelaban una tendencia notable hácia las combinaciones pintorescas.

Al pasar ó detenerse el tren que nos trasportaba, estallaba en cada uno de esos numerosos grupos de paisanos un hurrah! borrascoso, por via de saludo, y no faltaban quienes, queriendo sazonar algun chiste del vecino, exclamaban por este estilo:

Eh, señor maquinista! digale U. á Su Majestad que se dé priesa!

Bah, gaznápiro! quién te ha dicho que Su Majestad corre como el chorro de tu molino?

Diantre! si se hace esperar!

Si así se portara el Recaudador!...

Que nos sirvan refrescos miéntras viene!gritaba otro mas atolondrado.

Y si no viene?

Será mas largo el refresco.

Sí; comeremos mas! El emperador pagará todo!

Viva el emperador!

Mas adelante, al ver que llegaba nuestro tren, un paisano poco erudito en geografía y otras cosas, gritó con todos sus pulmones:

Bravo! viva el emperador!

Bruto!le dijo uno de los compañeros,no ves que ese tren viene de Paris?

Y qué me importa eso, si me han encargado que grite cuando llegue el tren?

Tambien podia ser de carbon ó leña, y serías capaz de tomarlo por el tren imperial....

Aguarda un poco, Juanillo, añadió otro; ya tendrás ocasion de gritar y dejar contento al alcalde.

En otra estacion, al notar que renovaban el agua en las calderas de la locomotiva, un paisano mazorral observó:

Diantre! hasta la máquina bebe, miéntras que yo estoy á seco!

Ella bebe á la salud de la compañía, dijo un chusco, aludiendo á los viajeros del tren.

Y cada cual agregaba una tosca chanzoneta ó un retruécano del mas rústico ingenio. Á este propósito me permitiré una digresion respecto del tipo social en escena.

El paisano frances tiene cualidades muy características que le hacen digno de atencion. Mas tarde tuve ocasion de observarlo así en varias excursiones hechas á los departamentos del centro y del oeste, y en las escenas semi-campestres de las cercanías de Paris. Curioso y desconfiado por igual, todo le llama la atencion, pero lo observa todo con cautela y recelo. Detesta ó teme la guerra, pero se encanta con las escenas militares, por lo que tienen de pintoresco y sorprendente, porque en el fondo de su carácter esencialmente conservador, reácio al progreso y apegado á las tradiciones, hay cierta veleidad de novelería que le tienta á inquirir en las poblaciones todo lo que tiene el sello de lo desconocido, ó que es superior á los alcances, los hábitos y las nociones que implica la vida campestre.

A la desconfianza y la curiosidad se añaden en el paisano frances (de las regiones no montañosas) un rasgo que es comun á todas las clases del país,el genio burlon y epigramático,y dos mas que le son peculiares al hombre del campo: cierto instinto diplomático, y una tendencia enérgica hácia la propiedad territorial. Su inteligencia es lenta en la comprension de las cosas y carece de la soltura y ardentía que provienen de la imaginacion. Pero él sabe rumiar una idea, revolverla, pesarla y digerirla con calma y malicia, y acaba siempre por trazarse un plan en cuya ejecucion persiste con invencible tenacidad.

Cuando se le hace una proposicion, por halagüeña que sea, vacila un momento, guarda silencio con aire cazurro, se rasca una oreja y acaba por decir: «Compadre, lo pensaremos.» Ninguno le arrancará jamas una resolucion improvisada ó una respuesta categórica por sorpresa. Pero una vez que reflexiona y se forma una idea fija y clara,buena ó mala,no hay razonamiento ni objecion que le desvie de su propósito. A toda réplica responde, tocándose la frente con el índice de la mano derecha:

«Compadre, tengo otra cosa aquí adentro. Será como U. dice, pero yo tengo mi idea.»

Ello es que la lentitud de espíritu del paisano frances tiene su compensacion en la malicia calculadora, la desconfianza, casi mas intencional que instintiva, y el conocimiento práctico de sus intereses individuales. No hay tipo mas personal, mas individualista que el paisano frances. Él no comprende los hechos ni los intereses colectivos, sino los que afectan íntimamente á su hogar. Si el trabajo, el hábito de los negocios y las relaciones de vecindad le permiten penetrar la situacion económica ó doméstica del vecino, se guarda bien de darle consejos, ó de justificar, con la ingerencia en las cosas ajenas, la de cualquier otro en las suyas propias.

En esto los hábitos del paisano son diametralmente opuestos á los del obrero de las ciudades, en quien el instinto de sociabilidad, fuertemente estimulado por el medio en que vive, favorece mucho la comprension de las cosas colectivas. El paisano, desentendiéndose de lo que preocupa á los vecinos de la cabecera del distrito, calcula y considera á su modo lo que se relaciona con su terruño, su mercado, su feria y sus contribuciones. A eso se reducen toda su política y su economía social.

Sabiendo que el Cura, el Alcalde y el Recaudador de contribuciones son tres fuerzas ó personas distintas que forman una sola potencia verdadera para dominar el distrito, la diplomacia del paisano consiste en lisonjear, á esas tres entidades, vivir en buena armonía con ellas, ocultarles los recursos de que dispone y dejar que ruede la bola del vecino, sin inquietarse por nada. Su egoismo es tan calculado como su diplomacia, porque llegado el momento de hacer bien, sabe mostrarse caritativo y consagrado sin ostentacion, Pero como el círculo de su actividad es tan reducido, maneja sus intereses con acierto y permanece en la mas completa inmobilidad de relaciones y hábitos.

Adherido al trabajo y la tierra por necesidad, sus operaciones son de un positivismo estrecho. El paisano se dice: «Mi hijo ha de ser paisano como yo; poco importa que no aprenda a leer ni escribir, con tal que sepa ganar dinero y tenga fortuna.» Así, léjos de enviarle a la escuela, le asocia á todos sus trabajos, le hace siervo del campo y del arado, y le trasmite rigorosamente sus preocupaciones y costumbres.

Su manía consiste en adquirir propiedad territorial ó aumentarla que tiene, aunque el producto de la tierra sea muy inferior al de las especulaciones ó la industria; sin perjuicio de reservar la suma necesaria para rescatar al hijo mayor de la conscripcion militar. Dominado por esa idea fija, se hace económico y avaro, imponiéndose mil privaciones y atesorando franco sobre franco y escudo sobre escudo. El paisano sabe esperar la buena ocasion, disimulando su tesoro. Cuando llega el momento de una compra ventajosa se sirve de toda su diplomacia para reunir á su fanega de tierra[1] otra contigua, y otra y otras, sin satisfacerse nunca.

[1] El paisano frances no calcula nunca por hectaras, sino por fanegas, arpents.

Su sueño constante de ser propietario de tierra no corresponde á una verdadera aspiracion á gozar de los productos del suelo dándose comodidades: él busca en la tierra una consideracion que le satisfaga su vanidad personal y de familia, y una seguridad tangible contra toda catástrofe, como guerra, hurto, dilapidacion ó cosa semejante. Su frase favorita expresa bien su conviccion: «El viento arranca las mieses en ocasiones, pero nunca se lleva la tierra.»

De algunos años acá el paisano frances está pasando por una crísis peligrosa, especie de fiebre que domina sobre todo á la juventud campesina. La noticia de los altos salarios que obtienen en las grandes ciudades manufactureras ó comerciales ciertas clases de obreros, ha conmovido profundamente á los paisanos proletarios, inspirándoles el deseo ardiente de mayor lucro. Para ellos cada gran ciudad ejerce la misma atraccion fascinadora que la fabulosa California, de 1848 á 1853, para los emigrantes europeos. De ahí esa constante emigracion de paisanos de todas las campiñas de Francia, que abandonan sin pesar sus risueños valles, sus pacíficas llanuras y montañas por aglomerarse á centenares de miles en las sombrías é insalubres callejuelas de las grandes ciudades manufactureras: Paris, Lyon, Roan, Lila, Estrasburgo, Mulhouse, San-Estévan, Marsella y Burdeos.

Y cosa rara! lo que preocupa á los paisanos al ceder á esa corriente de concentracion, no es en realidad la aspiracion clara y precisa á mejorar de condicion adquiriendo mas bienestar positivo. Lo que les tienta, lo que les impulsa es el deseo de la mayor ganancia, de obtener mas alto salario, sin cuidarse de las consecuencias ni averiguar si ese salario elevado de las ciudades manufactureras, debiendo satisfacer mil necesidades facticias y gastos muy considerables, es realmente superior, en el centro de fabricacion, al salario modesto pero suficiente que ofrecen los trabajos agrícolas. Como quiera que sea, la manufactura ha revolucionado la vida del paisano frances, y las condiciones de su existencia íntima y social van sufriendo profundas modificaciones.

A las manufacturas se une la conscripcion militar, como una causa de perturbacion, exagerada en extremo por las exigencias de la política. Cada año salen de los distritos (ciudades y campiñas) cerca ó mas de 100,000 conscritos que van á reemplazar á otros 100,000 en el servicio de las armas. Pero de los reemplazados una gran porcion se queda en las ciudades (sin contar los que han sucumbido bajo el uniforme), de manera que la sangría militar de todos los años no tiene compensacion. En cuanto á los que vuelven, su trasformacion ha sido completa, y su regreso a las campiñas produce una infusion de bienes y males que modifica mucho los hábitos y las nociones de los que no han salido jamas de la comarca. Por una parte, el soldado licenciado, suponiendo que vuelva sano y cabal, trae los hábitos de mando altivo ú de obediencia servil, las tradiciones de la taberna militar, las costumbres y el lenguaje libre de los cuarteles y campamentos, el desprecio por el trabajo pacífico y la tendencia á la holgazanería y las querellas ruidosas. Por otra, su espíritu se ha ensanchado con el contacto del mundo, sus nociones sociales son mas claras y extensas, sabe leer y escribir pasablemente, ha olvidado algo su patué provincial detestable, y trae en el corazon los sentimientos de la patria, del honor y de la valentía, fuertemente desarrollados por el espectáculo á que ha asistido durante algunos años como actor y espectador al mismo tiempo. Será mayor la suma de los males que la de los bienes? Tendré ocasion de tratar este asunto al escribir mis observaciones generales respecto de Francia y las particularmente relativas a Paris. Que el lector me disimule entretanto esta digresion, de que no he podido prescindir.

* * * * *

Al dejar la estacion de Macón, siguiendo la direccion hácia los contrafuertes meridionales del Jura, al traves de los departamentos de Saona-y-Loira y Ain, el paisaje comenzó á presentar un aspecto mas risueño y hermoso que el de las llanuras burguiñonas. En vez de esas planicies desnudas, ligeramente interrumpidas por colinas graníticas ó pedregosas, sin majestad ni riqueza de tintas en la vegetacion, se extendia hácia el Oriente un inmenso plano inclinado, onduloso, reluciente de verdura y de contornos pintorescos que, dilatándose en escalones de suaves faldas ascendentes, iba á encuadrarse en el marco magnífico de las montañas de poderosa caliza que forman las abruptas serranías paralelas del Jura.

Donde quiera los frescos vallecitos, las alegres faldas y lomas arrugadas y los planos sucesivos ostentaban su vegetacion multiforme y de variados matices, á la luz mate del sol poniente. Vastas plantaciones de viñedos y cereales se encuadraban en los ondulosos pliegues del terreno, orillados en sus bordes superiores por las espesas arboledas de abetos ó las franjas de abedules y los relieves severos de las altas rocas ó barrancas, que sirven de asiento a los estribos de los primeros contrafuertes jurásicos. El tren tocó en la ciudad de Bourg, localidad de unos 11,000 habitantes, sin importancia, y al pasar pudimos ver, destacándose sobre el fondo poco lejano de las montañas, las torres de la iglesia gótica de Brou, monumento magnífico que es uno de los mas acabados y de gusto mas delicioso que cuenta Francia entre sus numerosos templos de la edad média.

Poco despues, cuando habíamos salvado por un hermoso puente el rio Ain, afluente del Ródano, y la noche cobijaba ya con sus vagas sombras el bello paisaje de las campiñas bresanas, el tren se lanzó en un laberinto de estrechos y profundos callejones formados por vallecitos muy tortuosos que sirven de lecho á un limpio riachuelo. El ruido de la locomotiva y los carruajes resonaba ronco y estridente entre las dos filas de altos murallones de caliza, salpicados de matorrales y bosquecillos de abetos, que encajonan aquella sucesion de vallecitos, dándoles la forma de tortuosas calles y románticas encrucijadas. En el fondo, bajo numerosos puentes ó casi escondido al pié de las rocas y la vegetacion, serpenteaba el riachuelo. De trecho en trecho, al voltear los recodos de la via, veíamos algunos pobres pueblecitos, trepados en caprichosos anfiteatros sobre las faldas empinadas, á la vera del camino, ó sobre los relieves abruptos de las rocas que dominan las angosturas.

Al cabo la oscuridad fué completa, y despues de cortar la cadena de bajas montañas que liga al Jura con los Alpes de la baja Saboya, nos hallamos en el angosto valle del Ródano central que debíamos orillar hasta Ginebra. En medio de las tinieblas solo se sentia á veces, confusamente, el ruido casi subterráneo del Ródano, estrechado entre peñascos formidables y aun escondido en cierto trecho en abismos que nadie ha podido sondear; ruido que se perdia, como la voz grandiosa de la naturaleza, confundido con el del trenla voz de la industria humanaen las lejanas concavidades del complicado laberinto de cerros.

El tren se detuvo largo tiempo en la estacion de Culoz para darle paso (porque el ferrocarril es de una sola via) á otro convoy que venia de Chambery. Algunos soldados, franceses y suizos, formados en grupos cerca de la estacion, lanzaban tiros de fusil y gritos estentóreos de alegría que contrastaban con el silencio y la actitud reservada de algunos paisanos atraidos por la curiosidad. Qué iban á buscar allí? Querian conocer á su emperador, detenido en la estacion por algunos momentos para hacerles á sus fieles súbditos el raro honor de tomar un ligero refrigerio y dejarse contemplar un poco. Tuvimos ocasion de oir á un admirador maravillarse de que Su Majestad hubiese tomado un helado y dos ó tres bizcochos (hubo disputas sobre si fueron dos ó tres). Esa circunstancia inaudita (hablo con absoluta verdad y nada invento) le hizo exclamar á otro curioso entusiasta:

Conque el emperador ha comido!...

Pues; su Majestad come á veces, cuando quiere probar su benevolencia.

Qué bondad! qué bondad!

Al fin la sombra gigantesca del tren imperial se movió y pasó casi tocando el nuestro, dejándonos ver en él fondo de un carruaje la figura del vencedor de Solferino y negociador de Villafranca.... El silencio era completo; ningún grito estalló en medio de las sombras y el soberano se perdió en las tinieblas del valle.

Eran las once y media de la noche cuando, rendidos de cansancio, llegábamos á la activa y poética Ginebra, cuyas mil luces de gas se reflejaban admirablemente en la superficie murmurante de las ondas del Ródano y del lago Leman.

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CAPITULO II.

IDEA GENERAL DE SUIZA.

Configuracion orográfica.Hidrografía.Historia de los Suizos.Instituciones políticas.Division general del país.


La descripcion social y pintoresca de un país es incomprensible cuando no se posee la idea general de su configuracion y aspecto, de su historia, sus instituciones fundamentales y su division administrativa. Digamos, pues, con la mayor concision posible, ántes de comenzar la narracion de nuestras impresiones, lo que es Suiza como territorio y nacion.

Nada mas difícil que determinar con absoluta precision, siguiendo un sistema, el aspecto múltiple de ese admirable país, cuyos rasgos, de prodigiosa variedad, rechazan toda clasificacion rigorosamente metódica. Suiza es un aparente cáos de formaciones geológicas, orográficas é hidrográficas en que todo interesa y admira, todo tiene su carácter particular, y sinembargo todo se combina y multiplica maravillosamente. No hay dos valles, dos alti-planicies, colinas, montañas, picos colosales, gargantas, páramos, desfiladeros, rios, lagos ó nevados que se parezcan totalmente entre sí, entre innumerables formaciones análogas.

Imaginad por un momento un inmenso grupo ú archipiélago terrestre compuesto de jardines lucientes de verdura y abismos de concavidad insondable y aterradora; de alegres huertos y rocas desnudas, formidables y sombrías que los dominan; de lujosos plantíos entrecortados por habitaciones campestres de imponderable gracia, al pié de coronas y guirnaldas seculares de negros pinos y abetos, ciñendo los ásperos relieves y las concavidades abruptas de cerros que parecen gigantes evocados en una pesadilla; de ciudades risueñas, industriosas y activas, donde abundan los bellos monumentos del arte y de la ciencia, y rústicos y solitarios caseríos encuadrados ó perdidos en las profundidades de las selvas. Suponed ese archipiélago de mil formas en contraste, rodeado, cortado por laberintos de mil direcciones y por innumerables lagos azules y dormidos; mil cascadas caprichosas que se precipitan sobre los valles de lo alto de rocas tajadas y estupendas, en brillantes remolinos entre cuyas espumas vagan las gasas tornasoladas del arco íris; rios saltadores ó de pérfida mansedumbre, de color gris al pié de los nevados y de un azul trasparente en las regiones bajas; bancos inmensos de hielo, ondulosos y resplandecientes de blancura, que parecen mares mediterráneos de cristal trepados sobre las montañas en momentos de grandes cataclismos, donde imperan el silencio, la soledad y la tristeza; vastas alfombras de verdura, frescas y matizadas de mil flores y tintas diversas, y en derredor barreras colosales de granito y caliza, en cuyas cimas se cierne el águila imperial ó saltan el ciervo de enorme cornamenta y el gamo fugitivo por encima de los abismos;barreras que encierran tantas hermosuras, escondiéndolas á la vista del viajero que no penetra hasta el fondo mismo del laberinto. Suponed todo eso, repito, y tendreis apénas una idea muy vaga de las maravillas que contiene Suiza.

El habitante de Colombia que no ha viajado en Europa, no tiene idea de las formas de este continente, con solo imaginar valles y llanuras, lagos y rios, bosques y praderas, montañas y mares. El aspecto de los paisajes es absolutamente distinto, aun en zonas análogas por su latitud ó elevacion, como es distinta la composicion geológica de los dos continentes en su corteza exterior. En los Andes la hermosura principal está en la grandiosidad del conjunto,de los vastos panoramas, las inmensas selvas ó pampas, mas ó ménos desiertas ó salvajes, que parecen océanos interiores, en contraste con estupendas cordilleras que siguen la coordinacion general de un sistema. Allí los pormenores son poco severos, los relieves poco acentuados (permítaseme el neologismo) y el espectáculo de la naturaleza tiene cierta uniformidad imponente, á veces monótona, que agrada mas de léjos que de cerca.

En los Alpes y las montañas que corresponden á su sistema irregular y trunco, la grandiosidad está mas en los pormenores que en el conjunto; en el contraste de lo natural y social, que produce variedades infinitas; en la severa estructura de las rocas abruptas, las hoyas y ramblas estrechas y profundas, los abismos insondables, los picos desnudos en forma de agujas, las neveras fascinadoras y llenas de piélagos (de muy diversa composicion que las colombianas), la multiplicidad de los lagos, y sobre todo la estrechez de los horizontes.

En Colombia se registra desde cualquier altura algun ancho valle, algun vasto anfiteatro de faldas sin violento declive, alguna selva inmensa, algun largo cordon de montañas en direccion regular, alguna pampa en cuyo horizonte luminoso y sin límites se pierde la mirada como en el Océano. En Europa todos los horizontes continentales, excepto los que es extienden hácia el bajo Danubio, son reducidos, y en cada panorama lo inmenso está reemplazado por todo lo que es saliente, condensado y enérgico. El mundo colombiano es un mundo de grandes rasgos y formas, de síntesis topográfica; el europeo, es un mundo de pormenores ó análisis.

Aunque pudiera decirse que Suiza no tiene en realidad sino dos formas generales,las montañas y las planicies, mas ó ménos interrumpidas,es exacta la division que se hace del país en tres sistemas topográficos que se enlazan entre sí: la zona de los Alpes, la de las Planicies y la del Jura; la primera oriental, la segunda central y la tercera occidental. Las tres zonas giran en una direccion generalmente paralela de sur á norte. Pero es de notar una curiosa diferencia: miéntras que las mayores alturas de los Alpes se hallan al sur, de modo que sus grupos y eslabones van decreciendo á medida que se acercan al norte, hácia el lago superior de Constanza, las cadenas regulares del Jura, derivadas de los Alpes saboyardos, son mas bajas al sur y se elevan a proporcion que se acercan al Rin en la direccion norte.

Partiendo límites con Francia al sur, por la Saboya septentrional, y al este, por los departamentos del Jura; con el gran ducado de Báden y los reinos de Wurtemberg y Baviera, al norte y nordeste; con Austria, por el Tirol, al este, y con Italia al sud-sudeste,el territorio suizo mide 41,170 kilómetros cuadrados de superficie, 384 kil. de longitud extrema (del este al oeste) y 200 kil. de latitud, de sur á norte. La hoya ó cuenca multiforme de Suiza está determinada por los Alpes y el Jura, montañas que, enlazadas al sur de Ginebra, no obstante la ruptura del Ródano, describen dos cuerdas irregulares, idealmente paralelas, cuyos extremos reposan al Norte, en cuanto á Suiza, en Schaffhouse y la punta superior del lago de Constanza, encerrando así todo el país.

Suponed dos ondas sólidas encadenadas, la una colosal, que al descender produce una vasta hoya sinuosa ó quebrada en mil pliegues, y vuelve á levantarse adelante para reproducir su forma general en otra onda mucho menor, que al descender á su turno se disuelve en una serie de planos inclinados y llanuras, tal es la estructura de Suiza. La grande onda es la cadena de los Alpes que va descendiendo de oriente á poniente, como de sur á norte, en escalones despedazados y rugosos, para descansar en una hoya intermediaria, region de planicies y bajas montañas. En seguida el terreno se levanta de nuevo hácia el occidente, tambien en escalones, forma las cadenas del Jura, y al llegar á los puntos culminantes desciende sobre Francia, en anfiteatros y planos inclinados, para perderse en los valles del Doubs y el Ain.

Los dos sistemas de montañas difieren en todo. En los Alpes no hay ni paralelismo de cadenas ni enlace alguno de formas regulares ó sostenidas. Es una serie de seis grupos colosales ligados por ramificaciones tortuosas, despedazadas y revueltas, cuyos innumerables estribos y contrafuertes se desprenden en todas direcciones. De ahí provienen numerosos sistemas hidrográficos enteramente distintos y aun opuestos, que corresponden á las hoyas del Rin, el Danubio, el Po y el Ródano. En los Alpes el granito es el elemento casi único de las formaciones geológicas, y así como en la orografía falta la regularidad de formas y direcciones, en la estructura de las rocas son rarísimas las estratificaciones regulares y horizontales. Allí se encuentran los terribles ventisqueros, los páramos desiertos y sombríos, las neveras perpetuas de movimiento misterioso, tan vastas y grandiosas que algunas miden hasta 18 leguas de longitud en varias direcciones, abarcando mas de la décima parte de la superficie del país. Las elevaciones son generalmente muy considerables, contándose muchas de 3, 4 y 4,500 metros sobre el nivel del mar. En esas cimas reina el invierno perpetuo, con mas rigor que en los polos; el hombre está proscrito de allí; la vegetacion ofrece la mas variada escala de gradaciones que es posible en la zona templada del hemisferio boreal.

Es de los Alpes suizos que surgen casi todos los grandes rios de Europa, llevando la fecundidad y el movimiento á las comarcas mas opuestas. El solo grupo complicado y maravilloso que, por un sistema de enlaces, se extiende desde el extremo oriental del San-Gotardo hasta las alturas de Sidelhorit (pasando por Matthorn y Gries, Diechterhorn y Grimsel), da orígen á los siguientes rios que toman las mas opuestas direcciones:

Al sur, el Tesino, el Maggia y el Tosa y Toccia, que llevan sus aguas al lago Mayor y constituyen luego el caudal principal del Po.

Al sud-oeste, el Ródano, que va á llenar la cuenca magnífica del lago Leman ó de Ginebra, y sigue su curso por Francia hasta el golfo de Lyon.

Al oeste, el Aar ó Aare, que despues de ensancharse en los lagos de Brienz y Thun y bañar á Berna y Solera (Soleure ó Solothurn) desemboca en el Rin, entre Schaffhouse y Basilea.

Al norte, el Reuss, rio que alimenta al lago de los Cuatro-Cantones (ó de Lucerna), se escapa de esa cuenca en medio de la ciudad de ese nombre y va á engrosar el Aar, no léjos de la confluencia del Limmat.

En fin, al nordeste, las fuentes del Rin, llamadas Rin superior y medio.

No debe olvidarse que el canton suizo de los Grisones le envia al Danubio superior su mas importante afluente, el Inn.

Así, pues, de los Alpes de Suiza nomas surgen las aguas principales que, por el Danubio, el Rin, el Ródano y el Po, llevan los aluviones del corazon de Europa hasta las hoyas lejanísimas del mar Negro y el del Norte, el Mediterráneo y el Adriático.

Las montañas del Jura tienen otro carácter. De ellas no surge ningún sistema hidrográfico importante; las neveras perpetuas faltan en sus cimas absolutamente; las formaciones de caliza reemplazan á las de granito; los grupos desordenados, complicados y muy abruptos no existen, sino que en su lugar giran tres cadenas de montañas paralelas y de extension desigual: dos de ellas de 15 leguas cada una, y de 18 la que llega hasta Schaffhouse. La mas alta cima del Jura no excede de una elevacion de 1,720 metros sobre el nivel del mar, y el espesor total de las tres cadenas no pasa de 55 kilómetros; miéntras que los Alpes tienen un espesor de 112 á 285 kilómetros. Por último, la vegetacion del Jura es mucho ménos variada, por el hecho de ser sus zonas ménos numerosas y elevadas.

La region intermediaria ó de la baja Suiza (formada principalmente por los cantones de Vaud, Friburgo, Berna, Solera, Lucerna, Zug, Zuric, Argovia y Turgovia) se compone, como he dicho, de planicies ondulosas, vallecitos estrechos y poco profundos, planos inclinados y colinas, con una elevacion sobre el nivel del mar que varía entre 250 y 390 metros, y algunas montañas cuya altura no excede da 975. Toda esa risueña y pintoresca region está muy poblada y cultivada, y tiene por marco, de un lado la línea occidental de los lagos Leman, de Neuchâtel y de Biena y del bajo Aar,del otro la línea oriental que, partiendo del mismo lago Leman y terminando en el superior de Constanza, gira por los de Thun, Brienz, Lucerna, Zug y Zuric.

Puesto que he mencionado algunos lagos, diré algo mas sobre el conjunto de los que tiene Suiza. El territorio de la Confederacion contiene, en totalidad ó en parte, 18 lagos de primer órden (aunque muy desiguales en extension), 9 de segundo órden y mas de 60 de tercero, es decir casi microscópicos relativamente á los primeros. Casi todos los de primera clase son navegados por buques de vapor y barcas veleras; algunos solo son surcados por barquichuelos ó canoas de remo insignificantes; el mayor número carece de toda navegacion. La gran multitud de lagos de tercer órden se halla en los laberintos encumbrados de los Alpes, en las cabeceras de los rios ó al pié de las neveras. En cuanto á los de primero y segundo órden mas importantes, se hallan distribuidos así:

En la hoya central del Ródano, el de Leman, el mas considerable de todos.

En las hoyas cuyas aguas recoge el Tesino italiano, los lagos Mayor y de Lugano.

En el curso del Rin, los pequeños de Sils, Siva-Plana y Moriz, y los dos de Constanza, de los cuales el superior es el segundo de la Confederacion.

En la region occidental, al pié del Jura, los de Neuchâtel, Biena y Morat.

En la hoya del Aar central, los de Brienz y Thun.

En las del Reuss y el Limmat y las planicies comarcanas, los de Lucerna, Wallenstadt, Zug, Zuric, Baldeg, Sempach, Hallveil, Greiffen, Pfoeffikon, Egeri, Lowez y Sarnen.

De toda esa multitud de lagos, admirablemente bellos, cinco son internacionales: el de Leman, que demarca límites con Francia (á virtud de la anexin de Saboya); los de Lugano y Mayor, que ligan á Suiza con Italia; el de Constanza superior, límite respecto de Austria, Baviera, Wurtemberg, y el gran-ducado de Báden, y el de Constanza inferior (Unter-See) respecto del mismo Báden. Los demas lagos le pertenecen exclusivamente á la Confederacion.

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La circunstancia de hallarse Suiza en la zona templada, al mismo tiempo que posee tan altas montañas de la mas variada configuracion, le da la singular ventaja de tener, durante la primavera, el verano y el otoño, tres elementos de variedad climatérica y consiguientemente de vegetacion, industrias, costumbres, etc. Las estaciones producidas á virtud de la latitud y las evoluciones del globo, son constantemente modificadas en Suiza, mas que en ningún otro país de Europa, por la influencia de las alturas y la exposicion de los lugares. De ese modo, el territorio suizo tiene tres temperaturas simultáneas de primer órden, determinadas por el sol, la altura atmosférica y las corrientes de aire que descienden de las heladas montañas por los boquerones ó gargantas estrechas.

Con excepcion de los frutos vegetales exclusivos á la zona tórrida, en Suiza crecen al aire libre todas las plantas que pueden vivir desde la zona baja de las viñas hasta las regiones del polo boreal. He visto florecer en plena tierra, en las márgenes del lago Leman, naranjos, granados y otros árboles frutales y arbustos que se ostenian con abundancia en Italia y España. No es, pues, extraño que Suiza sea tan pintoresca, ofreciendo los mas variados paisajes de topografía y vegetacion, desde el profundo valle y la ondulosa planicie hasta las agujas graníticas, negras y completamente abruptas, y las cúpulas de nieves eternas que se pierden en los abismos de la atmósfera, casi jamas holladas por el hombre.

Así, en los valles del Ródano, el Rin y sus afluentes y el Tesino, lo mismo que en las riberas de los lagos de la region central (particularmente en los de Leman, Neuchâtel, Zuric y Constanza) las viñas constituyen la base principal de la agricultura. A 200 ó 300 metros mas arriba, en las planicies montuosas y quebradas, los campos están cubiertos de legumbres, cereales, granos y hortalizas de todas clases, y árboles frutales en mucha abundancia, como el manzano, el peral, el albaricoque y el ciruelo. Se sube un poco mas y aparecen los bosques de hayas ó variedades de encinas, los matorrales interminables de avellanos silvestres y muchos otros árboles frutales resistentes, como el cerezo. Las legumbres escasean ó faltan, los trigos no medran, reemplazados por el heno; todo va cambiando de aspecto. En otra zona superpuesta no viven sino las coníferas, es decir los pinos y abetos en increíble variedad de especies, y las malezas ásperas. Mas arriba desaparecen esos pabellones sombríos de las altas montañas, dejando el campo casi exclusivamente á las gramíneas enanas, que se extienden hácia las cimas de las faldas en inmensas y tupidas alfombras. Encima está la region de los helechos enanos, líquenes y musgos de tintas pálidas ó sombrías. Por último, toda vegetacion desaparece, la vida termina bajo todas sus formas risueñas, las aguas se coagulan ó se filtran para perderse en los abismos subterráneos, y no quedan sino, desiertos de granito y mares de hielo, donde solo se siente el grito estridente del águila ó el mugido aterrador del huracan.... En aquellas alturas el sol mismo pierde frecuentemente su esplendor; la soledad de un eterno invierno impera sobre abismos insondables, que guardan en sus concavidades el misterio admirable de la fisiología del globo.

Esa gran variedad de temperaturas y producciones simultáneas de la flora suiza, ha hecho nacer naturalmente muchos órdenes de industrias y costumbres, escalonados desde el fondo de los valles hasta las mas altas eminencias habitables. Así, hácia las márgenes de los lagos y rios encuentra el viajero activas ciudades fabricantes, manufactureras y comerciales, como Ginebra, Losana y Vevey, Neuchâtel, Lucerna, Zuric, Basilea y Schaffhouse, y numerosísimos cultivadores de viñas y bateleros. En la region inmediata superior halla las bellas artes, las obras de mano delicadas, tales como los trabajos de relojería, escultura en madera, porcelanas, sombreros de paja, encajes y bordados, en Chaux-de-Fonds, Berna, Friburgo, San-Gall, Appenzell, etc. Mas arriba recorre la zona de los pintorescos chalets, de las queserías, las praderas cubiertas de ganados, la vida y las costumbres apacibles del pastor. Por último, en la region mas elevada, el fabricante y el batelero, el comerciante y el artista, el agricultor y el pastor han desaparecido totalmente; allí solo se ve al Inglés extravagante que hace excursiones á los nevados, ó al cazador de ciervos y gamuzas, rey de las soledades que despierta con las detonaciones de su fusil los ecos de los abismos, y sorprende en su voluptuosa somnolencia al águila posada sobre los conos graníticos.

Abajo, los trenes y los buques de vapor lanzan sus silbidos estridentes, en los ferrocarriles que surcan los valles y planicies y sobre las ondas azules de los lagos. Mas arriba no encontrais sino las diligencias y sillas de posta, cuyos conductores de curioso uniforme hacen resonar la voz aguda de sus clarines por carreteras ondulosas que giran al traves de los bosques, ya trepando sobre las altas colinas, ya descendiendo hasta el fondo de las ramblas. Subis algunas centenas mas de metros, y por entre selvas seculares de abetos, pinos y avellanos silvestres, seguis fragosos caminos, tan bien conservados como es posible, caballero en algun caballo ó macho gigantesco, de constitucion férrea, que os conduce á paso lento y seguro por los senderos mas dificiles basta los bancos de hielo. Mas arriba solo existen las sendas imperceptibles, los surcos variables de los torrentes y de los derrumbes del invierno, que sigue el cazador en sus audaces excursiones. Por último, si quereis marchar sobre el lomo brillante y resbaloso de las neveras, exponiendo la vida por un capricho de turista, necesitareis saltar sobre grietas profundas de cristal, y trepar cuidadosamente por escalones que vuestro guia va practicando en el hielo á golpes de pico ú hacha. Qué de transiciones y variedades físicas y sociales entre la region de los ferrocarriles y la de las neveras,entre el ingeniero y el cazador salvaje! Toda la distancia que média entre una civilizacion muy avanzada y la ausencia completa de la vida!...

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La Confederacion suiza ó helvética es un pueblo formado por la aglomeracion de muchas razas ó derivaciones de razas constituidas sucesivamente en Estados ó entidades que, gozando de soberanía propia, se han ido aliando en nacionalidad compleja, sin perder en manera alguna sus tradiciones y su personalidad política y social. Ese orígen contrasta evidentemente con el de todas las naciones de Europa, cuya unidad ha resultado de una serie de conquistas ó absorciones. De ahí la especialidad del tipo suizo, donde todo tiene el sello de la vida local ó de la independencia y la variedad dentro de la unidad federativa. Sin pretender resumir la historia complicadísima de ese país, que ha sufrido la influencia de muchas ó muy distintas invasiones y dominaciones (romanas, italianas, sarracenas, francesas, alemanas, saboyardas y aun británicas), indicaré rápidamente los episodios generales de primer órden; reservando los pormenores mas curiosos para la página que corresponda á cada canton en particular.

La primera época hasta donde alcanza la historia con alguna precision respecto de los habitantes que los Romanos denominaron Helvecios ó Helvetos, ofrece apénas un enjambre de tribus bárbaras, de carácter áspero y ruda constitucion física, diseminadas en las montañas y planicies desde la orilla setentrional del lago Leman hasta la márgen izquierda del Rin central, y desde las alturas alpestres de los Grisones ó Rhetianos hasta las faldas del Jura vertientes del lado del Franco-condado meridional. Ocupando un territorio intermediario de razas y civilizaciones invasoras, los Suizos sufrieron sucesivamente tres dominaciones extranjeras de primer órden: la del imperio romano,conquista comenzada 60 años ántes de la era cristiana, y completada por César;la del imperio franco, que terminó en el siglo IX, poco despues de la muerte de Carlomagno,y la de los Alemanes y la casa austríaca de Habsbourg, dominacion comenzada á sacudir por la liga de la independencia que inició Guillermo Tell al principio del siglo XIV.

Así, puede decirse que la historia de Suiza se resume en tres grandes épocas. La primera fué de barbarie, de tribus libres que se llamaron Ambronos, Tigurios, Tuginios y Verbigenos, en el centro, el oeste y el norte; Allobroges del lado de Ginebra; Rhetianos en los Alpes orientales, etc. La segunda época, que César inauguró con la gran batalla de Autun (ó Bibracte), fué de conquista, romana durante cinco siglos, continuada luego por los Francos y Germanos durante siete y medio siglos mas. El país se llama entónces Helvecia y recibe poderosamente la infusion del feudalismo. La tercera fué la época federal y de independencia, inaugurada por Guillermo Tell y los cantones de Urí, Schwyz y Unterwalden, coligados para sacudir la dominacion de los Habsbourg representada por el odioso Gessler. Es entónces que el país toma el nombre de Suiza (Schweiz), derivado del de los Schweizer ó habitantes del canton de Schwyz.

En la primera época falta todo lazo de union entre las tribus. En la segunda, despues de los progresos introducidos por la civilizacion romana, el feudalismo hace surgir por todas partes obispos, abades, condes, bailios y señores que dominan porciones de territorio y ciudades libres importantes y privilegiadas. Todas esas porciones rinden vasallaje sucesivamente á los emperadores francos y soberanos alemanes, y la política de los grandes vasallos consiste solo en atacarse mutuamente para engrandecerse unos á expensas de otros; sin perjuicio de las luchas sociales entre los señores y sus siervos y los ciudadanos y paisanos. Así, la verdadera historia nacional de los Suizos no comienza sino en el siglo XIV.

La batalla sangrienta de Morgarten, ganada contra el duque Leopoldo de Austria, descendiente de Rodolfo de Habsbourg, y contra la nobleza del país coligada para oprimir á los pueblos, aseguró la independencia de los tres cantones que fueron el núcleo de la Confederacion. Desde 1308 hasta 1848 Suiza ha pasado por una serie de cruentas luchas y de los mas extraños episodios, peleando unas veces por su libertad doméstica, otras rechazando las invasiones extranjeras, no pocas veces atacándose entre sí los cantones para disputarse territorios contiguos. Durante algunos siglos ese pueblo ha ofrecido al mundo un extraño contraste: miéntras que defendia con ardor su libertad é independencia, daba el escándalo infamante de sus capitulaciones y enganches para suministrar regimientos de mercenarios á casi todos los tiranos ó déspotas de Europa. Hoy, gracias a la energía del gobierno federal y sobre todo á la revolucion italiana, esa ignominia de la civilizacion desaparece, y Suiza no verá en sus hijos sino soldados de su propia causa.

Prescindiendo de los acontecimientos que no se han relacionado directamente con la formacion de la liga federal, los mas notables episodios de la historia de los Suizos se pueden resumir así:

El ejemplo de la fuerza adquirida para la defensa por los tres cantones coligados en 1308 hace entrar sucesivamente en la Confederacion, durante medio siglo, á otros cinco cantones ó Estados independientes: Lucerna, Zuric, Glaris, Zug y Berna,el primero adherido en 1332 y los demas de 1351 á 1353. Desde entónces la nacion se hace respetable, y uniendo sus fuerzas obtiene conquistas en los territorios aledaños. La lucha contra la nobleza y la casa de Austria continúa con ventaja creciente para los pueblos, y su prosperidad es muy notable.

Hácia fines del siglo XV los Grisones, que habian formado su liga separada, se constituyen en canton independiente. Cárlos el Temerario, duque de Borgoña, ha sido batido por los Confederados en las memorables batallas de Grandson y Morat. La dieta federal de Stans admite en la Confederacion, en 1481, á los cantones de Friburgo y Solera.

Las guerras civiles y exteriores renacen poco despues, y la Confederacion, triunfante una vez mas de los Austríacos en 1499, se acrecienta, de 1501 á 1513, con los nuevos cantones independientes de Appenzell, Basilea y Schaffhouse. Otros cantones libres existian entónces, tales como Neuchâtel, San-Gall, Grisones y Valles, pero no figuraban respecto de la Confederacion sino como simples aliados para la defensa comun.

La reforma religiosa dividió profundamente á los Suizos en guerras civiles muy cruentas y tenaces, complicadas con las cuestiones político-sociales entre la nobleza y los ciudadanos y paisanos, y entre los cantones aristocráticos y católicos y los de organizacion democrática y religion protestante ó reformada.

Fué en 1553 que los cantones católicos dieron el ejemplo del mercenarismo, celebrando la primera capitulacion que puso un regimiento suizo al servicio del rey de Francia Enrique II. Los partidos ó cantones católicos y reformados tuvieron alternativamente la victoria y la preponderancia, y la nacion se vió hasta fines del siglo XVIII envuelta en mil dificultades y aun á punto de disolverse.

La revolucion francesa de 1789 conmovió profundamente los espíritus en Suiza y produjo cambios y episodios muy importantes. Los Franceses invaden el país y los pueblos oprimidos se agitan y levantan donde quiera contra los obispos ó abades soberanos y los señores ó nobles. En unas partes reclaman libertades y garantías, como en Basilea (ó Basel) y los cantones de Vaud, del Tesino, los Grisones, San-Gall, Schaffhouse, Solera y Friburgo; en otras cambian su gobierno, como la república independiente de Ginebra. El general frances Brune se apodera de Berna; la Confederacion queda disuelta y recibe una reorganizacion impuesta por las armas francesas y la revolucion.

Suiza es entónces República una é indivisible, basada en el principio democrático y compuesta de 18 cantones. El de los Grisones queda como aliado; la república de Ginebra y varios territorios del Jura son usurpados por Francia. Algunos cantones alemanes, los mas antiguos, resistieron; pero en breve fueron sometidos. Así, la Confederacion iniciada por Guillermo Tell habia durado 490 años, Nacida del triunfo sobre una dominacion venida del lado de los Alpes, sucumbia bajo el peso de otra invasion procedente del lado del Jura.

Suiza fué entónces un vasto campo de batalla entre los grandes beligerantes europeos, donde Massena y Korsakof se disputaron el terreno palmo á palmo. La paz de Amiens habia suspendido la lucha, que fué reemplazada por la guerra civil. El partido federalista destruyó el gobierno unitario, y Napoleon intervino violentamente, imponiéndole al país la célebre Acta de mediacion que reconstituyó la Confederacion y provocó la nueva guerra europea. Desde 1803, el número de cantones se elevó de 13 á 19, por el ingreso de los de Argovia, Grisones (desmembrado), San-Gall, Tesino, Turgovia y Vaud. Ginebra continuó anexada á Francia, lo mismo que Mulhouse y otros territorios del Jura. Esa Constitucion establecia la igualdad social y cantonal, suprimiendo las prerogativas aristocráticas y todo vasallaje, y asegurando á los Suizos libertades bien importantes.

Vencido Napoleon, todas sus obras de artificio político se fueron á tierra. Los coligados invadieron á Suiza para penetrar á Francia; el acta de mediacion fué abolida, y el partido aristocrático quiso recuperar su antigua posicion. Al cabo de dos años de agitaciones é incertidumbre la Dieta de Zuric expidió la constitucion del 7 de agosto de 1815, llamada Pacto federal, que restableció la vieja nacionalidad suiza. Entretanto, el Congreso europeo de Viena habia acordado resoluciones muy importantes respecto de la Confederacion, entre otras la de hacer ingresar como cantones federales los de Ginebra, Neuchâtel y Valais (ó Valles), poco ántes dominados por Napoleon. Así, Suiza quedó compuesta definitivamente de 22 cantones, formando un cuerpo de nacion cuya inviolabilidad y neutralidad fueron por primera vez solemnemente reconocidas por las potencias europeas en el Congreso de Paris.

Si bien los cantones reformaron, en su mayor número, sus constituciones particulares, en 1830, bajo el influjo de la segunda revolucion francesa, la Constitucion federal no sufrió alteracion ninguna hasta setiembre de 1848, á virtud del triunfo de la revolucion radical sobre la liga del Sonderbund. Los 22 cantones, aunque ligados por el pacto federal, se hallaban profundamente divididos por cuestiones políticas y sociales, económicas y religiosas. No solo habia tres ó cuatro razas en antagonismo, sino tambien dos religiones y sobre todo dos principios que se excluian: el democrático y el aristocrático. El catolicismo aristocrático era preponderante ó absoluto en casi todos los cantones de raza alemana; miéntras que el liberalismo protestante predominaba en los de raza ó infusion latina: contraste singular y curioso, que tuvo sinembargo sus excepciones.

En 1841 Ginebra realizaba su revolucion radical ó democrática, que se reprodujo en 46. En 1844 el canton de Valles respondia con una reaccion aristocrática, y luego la guerra civil se hizo general. Ella habia sido provocada por la liga separada (Sonderbund), verdadera confederacion dentro de la Confederacion, que tomó por pretexto la expulsion de los Jesuitas y otras medidas liberales de la Dieta nacional. Los cantones de Friburgo, Lucerna, Schwyz, Urí, Unterwalden, Valles y Zug hicieron esa liga particular para defenderse mutuamente y resistir á la autoridad y las reformas de la Confederacion, y esta tuvo que apelar á la fuerza para disolver el Sonderbund en 1847.

En breve Friburgo se rindió al general Dufour, sin combatir; Lucerna capítulo despues de dos dias de pelea, y los demas cantones disidentes se sometieron bajo condiciones. El triunfo de la revolucion radical, sostenida principalmente por los cantones de Ginebra, Vaud, Berna, Zuric y Tesino, hizo necesaria una reforma definitiva. La Constitucion federal del 12 de setiembre de 1848, aceptada desde su sancion por quince y medio cantones, lo fué poco despues por los seis y medio restantes. Las reformas interiores y liberales de los que habian hecho la revolucion fueron seguidas de las que hicieron en sus constituciones, de 1848 á 1850, diez de los otros cantones. Las últimas reformas en sentido liberal han tenido lugar en Neuchâtel, Tesino y Vaud, en 1858, 59 y 61.

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Si las constituciones cantonales son en su gran mayoría muy liberales, la de la Confederacion nada ó poco deja que desear, en punto á libertades políticas y personales, igualdad y elementos de fuerza y armonía. Gracias á ella el país ha hecho grandes progresos en los doce últimos años, consolidando sus instituciones de todo género y adquiriendo respetabilidad en el mundo, apesar de su pequeñez como territorio y poblacion.

La Constitucion garantiza á todos los Suizos la igualdad de derechos y deberes, la libertad de la prensa, de la industria, del tránsito, del domicilio, de asociacion y del ejercicio de todo culto cristiano; manteniendo así vínculos estrechos de union y comunidad, sin perjuicio de la autonomía comunal y cantonal. Los cantones tienen el deber de ajustar sus constituciones al principio republicano, representativo ú democrático, y respetar el derecho público de la Confederacion. El ejército es federal, como el sistema monetario y de pesas y medidas, los correos y las relaciones exteriores que afectan á la nacionalidad entera; de modo que las facultades reservadas al gobierno federal en nada vulneran la autonomía de los Estados ó cantones.

Ningún país en el mundo tiene una organizacion tan natural y lógica como la de Suiza. Allí la nacionalidad no es mas que una síntesis, un elemento de fuerza comun respecto del extranjero. El distrito es la verdadera forma social de los Suizos, la forma íntima y elemental. Cada distrito tiene su autonomía, sus bienes propios, sus ciudadanos o vecinos y su régimen de vida fraternal. La sociedad suiza no está realmente sino en la entidad comunal. Lo demas es accesorio ó de interes secundario. Es para atender á los intereses secundarios, que requieren cierta fuerza y respetabilidad, que los distritos se han aglomerado en cantones. Es para alcanzar la fuerza puramente internacional que los cantones se han confederado como potencia europea.

Al hablar de cada canton indicaré los rasgos particulares que los distinguen. En cuanto á la Confederacion, su gobierno es ejercido por tres divisiones del poder, de las cuales la fundamental emana, en parte, del sufragio universal. El poder legislativo está á cargo de una Asamblea federal compuesta de dos Cámaras: el Consejo de los Estados, especie de Senado, cuyos 44 miembros representan á los cantones en razón de 2 por cada canton, y uno por cada medio canton; y el Consejo nacional ó Cámara de Diputados, elegidos por los cantones en razón igual de su poblacion. El poder Ejecutivo lo ejerce un Consejo federal compuesto de siete miembros elegidos cada tres años por las Cámaras reunidas, uno por un canton á lo mas. De su seno sale el presidente de la Confederacion, nombrado anualmente por la misma Asamblea nacional. En fin, el poder Judicial es ejercido por un Tribunal federal, tambien de orígen parlamentario, asociado en ciertas ocasiones á un jurado.

La Confederacion se compone de 22 cantones, de los cuales dos están divididos en medios cantones con administracion y representacion distinta. La mayor parte tienen el mismo nombre que sus capitales respectivas. Su rango, en el órden en que han entrado á la Confederacion, en el siguiente:

1° Urí (capital Altorf)2° Schwyz3° Unterwalden, dividido en los medio-cantones de Obwalden (c. Sarnen) y Nidwalden (c. Stans)4° Lucerna5° Zuric6° Zug7º Glaris8º Berna9º Solera10 Friburgo11 Basilea, dividido en los medio-cantones de Basilea-ciudad y Basilea-campaña (c. Liesthal)12 Schaffhouse13 Appenzell14 San-Gall15 Grisones (c. Coira ó Coire)16 Argovia (c. Aarau)17 Turgovia (c. Frauenfeld)18 Tesino (capitales Bellinzona, Locarno y Lugano)19 Vaud (c. Losana)20 Valais ó Valles (c. Sion)21 Neuchâtel22 Ginebra.

Al terminar esta narracion presentaré á los lectores un cuadro comparativo de los cantones, según su extension territorial, poblacion, razas y religiones, naturaleza de industrias é instituciones. Por ahora, lo expuesto basta para tener una idea general.

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CAPITULO III.

GINEBRA.

Geografía del Canton.El lago Leman.Resúmen histórico.Estructura general de Ginebra.Sus condiciones políticas y sociales.Monumentos é instituciones públicas.Las casas de prision.Ginebra como centro social europeo.

No sin razón decia Voltaire, haciendo resaltar la pequeñez física de Ginebra en contraste con su alto valor social, que «cuando él sacudia su peluca en aquella ciudad, cubria de polvo á todo el canton.» Jamas un puñado de tierra encerrado en tan estrechos horizontes fué mas encantador por su aspecto, ni mas ampliamente fecundo para la civilizacion, por sus genios eminentes y sus esfuerzos seculares en servicio de la libertad. En mis excursiones en Europa no he visitado pueblos que me hayan inspirado tantas simpatías como el ginebrino en Suiza y el vascongado en España. Es realmente extraordinario ese fenómeno social de tanta grandeza moral relativa, contenida en un recinto, tan estrecho, casi microscópico, cual es el canton ó Estado federal de Ginebra.

A virtud de la reciente anexion de Saboya á Francia (que ha sido uno de esos actos de justicia y progreso que la diplomacia suele consumar por medios disputables) el canton de Ginebra se halla hoy completamente enclavado entre una curva de fronteras francesas, cuyo círculo no es interrumpido sino por las aguas del lago Leman y el extremo meridional del canton de Vaud, uno de los mas extensos y prósperos de la Confederacion. Mide el territorio ginebrino unos 33 kilómetros en su mayor longitud, de oriente á poniente, por 15 kilómetros de anchura, de sur á norte, conteniendo la superficie total de 242 kilómetros cuadrados. Su clima es generalmente suave y apacible, habida consideracion á la latitud y á la orografía del país circunvecino; sus terrenos son poco fértiles, pero hábil y totalmente cultivados; sus horizontes reducidos, pero admirablemente bellos y seductores. La ciudad de Ginebra tiene apénas una elevacion máxima de 375 metros sobre el nivel del mar, lo que le permite no solo poblar sus términos de mieses, frutas y legumbres, sino tambien cultivar sus graciosos viñedos, que le dan al panorama en las riberas del lago, en las colinas cercanas y en los valles del Ródano y el Arve, una melancolía que seduce y cautiva, al lado de los mas alegres paisajes campestres.

Desde la ciudad misma, subiendo á las torres de su catedral, que desde lo alto de su colina domina todo el paisaje como el atalaya del lago, se registra con la mirada todo el territorio del Canton, así como las faldas y los contrafuertes mas ó ménos distantes de las montañas de la Saboya setentrional (Faucigny) y del Jura. Al sur se ven los valles del Ródano y el Arve, que se confunden á corta distancia de Ginebra, girando en direccion á la baja Saboya ó las provincias de Annecy y Chambery, y dominados por los contrafuertes alpinos y jurásicos, ostentándose en sus hoyas las gracias de la vegetacion artificial y las praderas, las altas curvas de los bosques de pinos y los grupos de algunas poblaciones. Al oriente, una sucesion de suaves faldas y colinas arranca desde la ribera misma del lago para irse levantando y detenerse á bastante distancia al pié de la cadena de Voirons, ondulosa y cubierta de praderas que han reemplazado los antiguos bosques del lado occidental, pero abruptas y severas por su vegetacion salvaje en el costado opuesto. Esa cadena es el término del encrespado y áspero sistema orográfico de las antiguas provincias de Chablais y Faucigny, comprendidas entre la hoya del Arve y el lago Leman.

Al poniente, los planos inclinados, sus estrechos vallecitos, las colinas, las faldas empinadas y al fin los altísimos cerros se van sucediendo en bellos y entrecortados anfiteatros, desde las ondas del lago basta las crestas culminantes del Jura. Todo ese panorama topo-orográfico es de un efecto maravilloso, en contraste, ó mejor dicho, haciendo juego con el lago; pues si en el fondo se ve la angosta y larga superficie azul, mas arriba se ostenta la faja de viñedos, de alegres huertos, graciosas quintas y caprichosas sementeras; faja de mil colores que sube basta encuadrarse en el marco sombrío, soberbiamente majestuoso de la alta vegetacion jurásica (los bosques de pinos y abetos) y de las rocas de composicion caliza que descuellan en algunos picos. Por último, al norte se dilatan, entre líneas de irregulares contornos, las ondas luminosas, prodigiosamente azules y trasparentes del lago, unas veces violentamente sacudidas por los huracanes que soplan de los Alpes, otras dormidas y murmurantes, gimiendo frecuentemente bajo la quilla de algun vapor ó bergantin, inmóbiles como un inmenso espejo en que se refleja todo el esplendor de los azules é infinitos abismos del cielo. Y esas ondas, que siempre arrebatan ó cautivan, van á detenerse en el marco pintoresco de las riberas y colinas del canton de Vaud, ondas terrestres de luciente verdura.

El lago de Ginebra ó Leman es, sin disputa, el mas hermoso y útil de los que contiene Suiza, rivalizado apénas por el de Constanza bajo el punto de vista comercial. Teniendo en su totalidad la forma de un arco ó media luna, cuyas extremidades inclinadas al E. y al S. O. se hallan en Villa-nueva (Villeneuve) y Ginebra, es decir hácia la entrada y la salida del Ródano, sus riberas se estrechan entre Ivoire (Saboya setentrional) y el cabo que determina el pequeño golfo largo y angosto. La parte superior se llama el «gran lago»; la inferior el «pequeño lago» ó el de Ginebra propiamente dicho. Su mayor longitud es de 71 kilómetros, y su anchura máxima de 144 kilómetros, entre Evian (puerto y pequeña villa de Saboya) y Morges, villa del canton de Vaud; conteniendo una superficie total de 1,430 kilómetros cuadrados. La profundidad varía mucho, pues llega en el centro del lago hasta 350 metros (prodigiosa en un lago cuyas montañas mas vecinas son poco elevadas en lo general), miéntras que entre Nion y Ginebra nunca excede de 97 metros.

Abunda todo el lago en peces (como 30 especies) y en pájaros de especies mucho mas numerosas; ofreciendo la pesca ocupacion lucrativa á muchas gentes. Las aguas son de un azul turquí admirable, sin igual tal vez, y de tal trasparencia que se alcanza á ver perfectamente el fondo á muchos metros de profundidad. Esta profundidad enorme, los fenómenos singulares de las corrientes interiores, y la accion de los contrarios vientos que dominan el lago, impiden que sus aguas se congelen nunca, aun en los inviernos mas rigorosos, excepto en las orillas, donde se acumulan escarchas. No se tiene memoria de que la congelacion total haya tenido lugar sino dos veces, en los siglos VIII y IX.

Las tempestades del lago son muy terribles y funestas á veces; pero los fenómenos de calma y violencia, de crecidas y disminuciones de volúmen, se producen y suceden con extraordinaria rapidez. Cuarenta y dos rios afluyen á las riberas del Leman, suaves y arenosas del lado setentrional, rocallosas, abruptas y fuertemente empinadas del lado de Saboya. De esos rios los mas considerables son: el Ródano, desde luego, que por sí solo equivale al mayor número de los otros, y el Dranza (que no se debe confundir con el Dranza afluente del Ródano), rio que despues de surcar las rudas montañas de Chablais, desemboca entre Thonon y Evian. El mismo Ródano es el único desaguadero del lago, escapándose como una ancha cinta de lázuli, á la altura de 368 metros sobre el nivel del mar, al traves de Ginebra, de cuya circunstancia deriva su nombre la ciudad, según la etimología céltica de gin, salida, y av, rio.

Es tan enorme la masa de arenas graníticas y calizas y limo que el Ródano acumula en el Leman, hácia su entrada y su salida, que cada dia crecen los bancos peligrosos en las cercanías de Ginebra, y las aguas se retiran de Villa-nueva, surgiendo una llanura de aluviones en el extremo superior; al mismo tiempo que las ondas invaden la ribera setentrional ó del canton de Vaud. Es curioso el contraste del Ródano superior é inferior: el primero, vomitando sobre la cuenca del lago sus turbiones de lodo ceniciento; el segundo, saliendo del lago purificado y límpido, como si hubiese de simbolizar la pureza de las costumbres y claridad de las libres instituciones de Ginebra y Vaud. Esa circunstancia, que tambien se nota en otros lagos, como los de Brienz y Thun, se explica por la existencia, en el fondo, de una sustancia purificante y colorante que obra como reactivo poderoso.

La navegacion del Leman es activa, extensa y muy valiosa. A parte de las innumerables góndolas ó faluchos que pueblan todos los puertos concurridos, y particularmente el de Vevey y la dársena extensa de Ginebra, navegan en todas direcciones buques de vapor, cuyo movimiento es incesante, para el solo trasporte de pasajeros[2]. En cuanto al tráfico de mercancías (prescindiendo de las numerosísimas barcas pescadoras) se hace por tres clases de buques de vela: bergantines, barcas de puente completo, y cocheras, ó barcas de una forma singular, descubiertas en gran parte y destinadas al trasporte de maderas, combustible y materiales de construccion.

[2] El primer vapor, con el nombre glorioso de Guillermo Tell, fué echado al agua en Ginebra en 1823. La fecha es significativa.

La República de Ginebra, que durante siglos estuvo reducida á la ciudad de ese nombre, se acrecentó en 1816, á virtud de los tratados de Viena y Paris que le anexaron quince distritos saboyardos y seis franceses. La poblacion del canton ha subido (en 1860) á 83,345 habitantes, de los cuales mas de 9,000 son ciudadanos de otros Estados de la Confederacion, y unos 12,000 extranjeros,franceses hoy en su mayor número. La sola capital contiene 41,415 habitantes, que hacen de Ginebra la primera ciudad de la Confederacion. Aunque en el Estado dos tercios de los habitantes profesan la religion reformada ó del rito llamado calvinista, y los católico-romanos componen, con unos 1,000 judíos, el otro tercio, en la capital la mayoría de reformados no está en la misma proporcion. Por lo demas, si bien á cada paso se oye en las conversaciones el acento aleman-suizo, italiano, inglés (por la abundancia de viajeros), y aun el roman mismo, dialecto que se habla en los Grisones, la lengua francesa es la oficial y comun para todos los habitantes.

Ginebra ha tenido una historia tan tormentosa y difícil como fecunda, sufriendo, como todos los pueblos de la raza de los Alobroges, las invasiones y dominaciones sucesivas de los Romanos, los Bárbaros del siglo V, los Burguiñones, Ostrogodos y Francos, los Suizos y Saboyardos mismos y últimamente los Franceses republicanos en 1798. Dominada por los Romanos hasta el año de 426, fué alternativamente una de las capitales de los Burguiñones, luego capital del reino de los Francos hasta mediados del siglo IX, y del segundo reino de Borgoña hasta casi mediados del XI, poseída por los sucesores de Carlomagno; cayendo despues bajo la autoridad mas alternativa aún de sus obispos soberanos y de los condes y duques de Saboya, que se la disputaron entre sí con tenacidad, no ménos que á los Ginebrinos mismos.

Si desde el principio del siglo XVI el pueblo comenzó á luchar por su independencia contra obispos y condes, la reforma religiosa fué la que le aseguró su autonomía civil, lo mismo que su emancipacion respecto de Roma. Gracias á Calvino, que regularizó el movimiento y consolidó sus resultados, Ginebra se hizo la metrópoli del protestantismo reformado y la base de la organizacion republicana en el sur de Suiza[3]. Admira la energía con que esa pequeña ciudad, rodeada de enemigos y aislada entre sus fortificaciones, pudo hacer respetar su nacionalidad hasta 1798, servir de asilo seguro á todos los proscritos y perseguidos en el continente, aun en presencia del poderoso Luis XIV, y glorificarse como centro fecundo de civilizacion, actividad económica y propaganda literaria, política y religiosa. Al poner el pié en Ginebra, sobre la ribera de su lago, no se puede ménos que contemplar alternativamente la isla microscópica contigua al gran puente, llamada de Juan Jacobo Rousseau, el punto no lejano que indica la situacion de Ferney, en uno de los planos inclinados que remontan hácia el Jura, y las altas eminencias que escalara Saussure con el barómetro en la mano;objetos que hacen evocar las glorias mas conspicuas de la literatura, la filosofía y la ciencia, en que Ginebra ha tenido tan envidiable parte.

[3] Con todo, las luchas continuaron hasta 1602, época en que el duque de Saboya perdió toda esperanza de recuperar á Ginebra. Llamábanse entónces Mamelucos los partidarios de los obispos y condes, y Eigenossen ó aliados por juramento, los defensores de la independencia. Ese nombre aleman, pronunciado Higenós, dió orígen al de Huguenots, con que se llamó á los calvinistas ó reformados.

Desde mediados del siglo XVI hasta 1816 Ginebra no careció de su independencia sino durante los diez y seis ó diez y siete años de la dominacion francesa, á cuyo torrente no pudieron resistir ni los mas grandes imperios. Incorporada á la Confederacion suiza al caer Napoleon, la república ginebrina continuó su antigua marcha, regida por instituciones que se alejaban bastante de la democracia y de la tolerancia religiosa. La huella de Calvino habia quedado profundamente marcada en la Aténas del protestantismo reformado. Andando los tiempos, la clase mas alta del país habia constituido una aristocracia ú oligarquía intolerante y privilegiada, y para destruir su poder el pueblo emprendió una lucha tenaz, que se manifestó por revoluciones mas ó ménos incompletas y poco fecundas en 1830, 41 y 43, hasta triunfar definitivamente en 46. La organizacion radical data de 47, y en los trece años de gobierno popular y libre que desde entónces ha tenido Ginebra ha hecho las mas bellas conquistas en la via del progreso.

El gobierno de ese Estado es democrático-representativo. Todo ciudadano mayor de 21 años es elector y elegible. La Constitucion garantiza á todos los habitantes la plena libertad de religion y culto[4], así como la de la prensa, del tránsito, de la industria, la enseñanza, la peticion y asociacion, la inviolabilidad del domicilio y la correspondencia. Allí la autoridad no invade con sus reglamentos la esfera de la actividad y del derecho individual; sin que por eso les falte una proteccion eficaz á la instruccion primaria y profesional, la beneficencia pública, las vias de comunicacion y algunos otros objetos de primer interes. Como los ciudadanos saben que el poder reside en sus manos, en su opinion, la prensa tiene la mas notable actividad y variedad para servir todos los intereses, y las juntas y sociedades de todo género son muy numerosas y frecuentes. El principio de asociacion tiene las mas fecundas aplicaciones en la política, como en las letras, el comercio, la industria, etc. Acaso, con excepcion de Stuttgard y Leipzic, ciudades alemanas cuyo movimiento de publicidad es vastísimo, no hay en Europa ninguna ciudad que, relativamente á sus proporciones, haga un uso tan extenso, variado y fecundo de la prensa, como Ginebra.

[4] Excepto, por desgracia, á los judíos.

El Canton es gobernado conforme al principio de la separacion completa de los poderes, aunque todos emanan del voto popular, directa ó indirectamente; y el régimen municipal es muy libre. El poder legislativo lo ejerce en todo el Canton una Asamblea ó Gran Consejo de eleccion bienal y popular, que se compone de 93 miembros. El ejecutivo está á cargo de un Consejo de Estado, cuyos miembros, de igual duracion, son nombrados por el Gran Consejo. En Ginebra no hay tropa permanente ni jerarquías militares. Todos los ciudadanos de 20 á 50 años son miembros de la milicia del Estado, que presta su servicio cuando la autoridad la llama, y de cuyo seno sale un contingente anual para el modesto ejército federal. No hay gendarmería: la policía es invisible, porque no tiene distintivo ninguno, ni incomoda á quien hace uso de su derecho, ni se hace sentir sino por los servicios eficaces que presta. Si se comete algun delito en la calle, todo el mundo le presta su concurso voluntario á la autoridad para reprimirlo y aprehender al culpable. En realidad, la policía en Ginebra es obra de los ciudadanos, y son ellos los que, guiados por el interes comun de la libertad y del honor del Estado, mantienen el órden mas perfecto, en armonía con la mas completa libertad personal en cuanto puede ser inocente y lógica. En todos los lugares públicos de Ginebra se ve una tabla ó cartulon con esta leyenda: «Estando los paseos públicos destinados á la utilidad y el placer de todos, el Consejo administrativo (el de la ciudad) los pone bajo la salvaguardia de los ciudadanos.» Hay en esas palabras de admirable simplicidad, de las cuales los Ginebrinos se muestran muy dignos, toda una teoría ó enseñanza profunda y universal de moral y política, de economía social y legislacion y de filosofía histórica.

Si la etnografía del pueblo ginebrino explica el predominio en él y en todas sus manifestaciones literarias, de la lengua francesa, su genio político, industrial y social y sus instituciones corresponden á un curioso amalgama de elementos diversos. Las emigraciones europeas de gentes superiores, atraidas á Ginebra por la libertad que esa república garantizaba en tiempos de despotismo universal (no obstante la antigua distincion de cinco clases de ginebrinos) han introducido allí la sangre y el genio de otros pueblos, de tal modo que abundan mucho los apellidos alemanes, italianos, ingleses y aun españoles, y los tipos de diversas razas, mas ó ménos confundidos. Esto le da á Ginebra un notable carácter de cosmopolitismo. En ninguna parte mas que allí es tan manifiesto ese fenómeno de fisiología social,tan frecuente en el mundo y sinembargo casi siempre olvidado por la historia,de la trasformacion moral de una raza casi por la sola virtud de sus instituciones.

Ciudad en otro tiempo reducida, por las necesidades de la defensa, al aislamiento material dentro de sus bastiones y fortalezas, Ginebra se ha hecho luego cosmopolita,refugio de todo idea proscrita y de todo hombre perseguido,acogiendo todo lo bueno de la civilizacion, practicando resueltamente la democracia, penetrando en todas las esferas de la actividad intelectual, yendo á buscar hasta en el Nuevo Mundo la fórmula moderna de la filosofía penal. Raza esencialmente francesa por su orígen, su lengua y sus tradiciones, el pueblo ginebrino tiene las cualidades sin los defectos del genio frances. Posee el espíritu de investigacion, simultáneamente analítico y generalizador, la tendencia cosmopolita en las aspiraciones, el sentimiento artístico, literario y generoso en alto grado, y no poco de esa jovialidad expansiva y elástica, de esa facultad de asimilacion, que distinguen al Frances. Pero carece de ese instinto funesto de centralizacion, de esa idolatría respecto de la autoridad,servilismo que abdica la iniciativa individual ante la del gobierno,de esa ligereza en las costumbres é indiferencia para con las convicciones tenaces, que han contrariado la adquisicion de la libertad en el seno de la sociedad francesa. El Ginebrino cultiva con esmero todo lo que tiene algo de artístico y delicado: la pintura, la escultura, la música, el grabado, la relojería, la joyería y hasta la disecacion de vegetales y animales curiosos. Pero ha sabido aliar el arte con la industria, sus disposiciones poéticas y altamente francesas, con la seriedad y profundidad de investigacion y el sentimiento severo de la personalidad ó del derecho individual, característico de las razas germánicas[5].

[5] Es tan inseparable de esas razas el espíritu de independencia personal, que siempre me ha parecido que un Aleman (ó sus asimilables) que no profesa en religion la doctrina del libre exámen, es un hombre incompleto y contradictorio.

De donde proviene ese feliz amalgama? Evidentemente de la accion del protestantismo reformado (cuyos abusos é intolerancia de otros tiempos estoy muy léjos de aprobar) el cual, creando la nocion y el hábito del libre exámen, de la creencia razonada y profunda (sin materialismo pagano) y de la autonomía personal, ha modificado fuertemente los instintos latinos y franceses de la raza, sostenidos por las tradiciones y la lengua.

En Ginebra todas las manifestaciones sociales armonizan, haciendo un juego seductor: las poéticas perspectivas del territorio y el lago; los caprichos de las antiguas construcciones feudales; la elegancia suntuosa de la arquitectura moderna; los bellos museos y bibliotecas abundantemente provistas; las casas de correccion y penalidad; las fábricas y los vapores, cuyas chimeneas humeantes contrastan con las lindas fachadas, los templetes y jardines de las innumerables quintas situadas entre parques magníficos en las cercanías del lago; el movimiento mercantil de las calles y los muelles; las pacientes labores de 8 ú 9,000 artistas, que trabajan en la fabricacion de 150,000 relojes de oro por año, en muchos grabados excelentes (en piedra, madera y metal), en la elegante y delicada joyería, las esculturas y pinturas, y en la preparacion de muchos instrumentos científicos, musicales, industriales, etc. Todo ese conjunto de manifestaciones de actividad agrada en esa ciudad de estructura semi-feudal y semi-moderna, cuyos habitantes, al eco de los silbidos de las locomotivas en los vapores del lago y en dos ferrocarriles, trabajan con empeño por demoler todas las fortificaciones y reemplazarlas con monumentos, jardines, fábricas, arboledas, muelles y barrios enteros elegantes y pulcros. Eso llama la atencion del viajero, cautiva sus miradas y le hace respetar una civilizacion que, desarrollándose bajo la influencia de la libertad, demuestra que la grandeza de un pueblo no consiste en la masa de su poblacion nativa y la extension de su territorio, sino en la fecunda energía y la armonía de sus progresos.

Ginebra está dividida por el Ródano en dos partes desiguales. En el vértice del lago, á los dos lados de la islita sombreada por hermosos árboles en que se destaca la estatua de Rousseau, se escapa el Ródano en dos brazos bajo de un extenso puente de madera, produciendo un islote cubierto de casas y molinos, baños de natacion, etc., que reposan sobre estacadas. A la márgen derecha se extiende el barrio de San Gervasio, lleno de fábricas, almacenes y relojerías, dominado por la estacion de los ferrocarriles que giran hácia Francia, Losana y Neuchâtel, y ostentando en los malecones y muelles, en las riberas del lago y del rio, hileras de casas espléndidas y hoteles que parecen palacios suntuosos, y mas léjos un enjambre de graciosas ú opulentas quintas, parques, huertas y jardines. Es en una de las calles antiguas de ese barrio que se encuentra la sombría casucha de dos pisos donde nació Juan Jacobo.

La ciudad propiamente dicha se extiende á lo largo de la márgen izquierda del lago y del rio, presentando en gran parte de la línea una vasta fachada de hermosos edificios modernos. Despues de cubrir la ribera, trepa hasta la cima de una colina casi abrupta, formando un laberinto de callejuelas, cuestas y graderías rígidas, de antigua y extravagante construccion, en cuyo centro se levantan la catedral, el palacio del Gobierno, la casa de detencion y otros edificios públicos, y gira un extenso paseo sobre las murallas de las antiguas fortificaciones. Por último desciende hácia el sud-este, y se dilata en una planicie ligeramente accidentada, entre el Ródano, el valle del Arve y las colinas del oriente que se desprenden de los contrafuertes saboyardos. Es allí donde, al derredor de la Puerta-Nueva, se encuentran los jardines públicos, el teatro, el conservatorio de música, el museo Rath, el palacio electoral y las construcciones mas recientes, y donde va surgiendo la nueva Ginebra que, libre del obstáculo de las fortificaciones, se extenderá indefinidamente hasta ligarse con Carouge, villa de 4,500 habitantes situada sobre la márgen izquierda del Arve.

Nada mas delicioso que un paseo en coche por la ribera izquierda del lago, en direccion á Collonge, al traves de quintas y parques bellísimos, huertos, jardines y viñedos, y dominando con la vista el soberbio panorama del lago y las montañas del Jura; ó bien, mecido suavemente en una góndola por el vaiven de las azules ondas del lago, surcar su superficie á las nueve de la noche, cuando las estrellas fulguran en el fondo de un magnífico cielo, se despiertan las brisas nocturnas cargadas de perfumes, y se ve á lo léjos en la ribera el vasto semicírculo de luz que producen las hileras de faroles en todos los muelles, á cuya línea se sobreponen las mil luces caprichosas de la parte antigua de la ciudad que se levanta en anfiteatros irregulares sobre la colina. Ginebra tiene entónces tanta poesía y su lago tan arrobadora seduccion en sus reflejos múltiples, sus rumores vagos, su trasparencia deslumbradora y sus ondulaciones suavísimas, que uno se siente como encantado por un sueño y trasportado á regiones muy lejanas de los Alpes y el Jura.

Si el Ginebrino se distingue del Frances por la seriedad y circunspeccion, careciendo de esa viveza retozona y esa agudeza de chiste que llaman esprit; si su acento es duro y su frances muy defectuoso (en la generalidad de la clase media y las masas); y si los tipos fisonómicos, aunque revelando mucha inteligencia, son apacibles y carecen de la energía de líneas propia de las razas puras, posee tambien cualidades muy estimables. Entusiasta por los intereses públicos y las bellas causas; sobrio de palabras y grave en sus convicciones; laborioso y persuadido de la nobleza del trabajo, sus costumbres son puras, sin gazmoñería ninguna, y en todos sus actos manifiesta tener la conciencia igual del derecho y del deber. En Ginebra no se ve un solo mendigo ni un hombre ebrio, y á excepcion de los que viajan por recreo ninguno está desocupado allí. El verbo frances flaner[6] tan característico de Paris, no tiene significacion en Ginebra.

[6] Pasar el tiempo como un gandul, paseándose por los lugares públicos sin objeto y con curiosidad insustancial.

Como obras de arte, los monumentos de esa ciudad no son de mucho interes. Si los modernos de la Puerta-Nueva y algunos otros son elegantes y bien adecuados á sus objetos, los antiguos son de una arquitectura sólida, pesada y fría. El jardin botánico, aunque pequeño y relativamente nuevo, es gracioso y está bien provisto y mantenido. Las colecciones del Museo académico son abundantes y valiosas. Ademas de la Biblioteca pública, que contiene mas de 40,000 volúmenes impresos y 500 manuscritos, algunos de estos muy interesantes ó curiosos[7], la Sociedad de lectura posee un gabinete superior en que hay 35,000 volúmenes impresos y un surtido de 140 periódicos de todas clases. El museo Rath, fundado por el general de este nombre, contiene una notable coleccion de obras de escultura y pintura, antiguas y modernas. La Academia ó universidad es digna de toda estimacion. Ginebra, siendo tan pequeña, posee ademas: un observatorio astronómico, un conservatorio de música, varios colegios secundarios, un arsenal, una excelente máquina hidráulica que funciona en el Ródano para el servicio de la ciudad, y numerosos establecimientos de enseñanza primaria, beneficencia, crédito y economía. El Canton tiene el mérito de contar en sus escuelas primarias de 7,000 alumnos que reciben anualmente la instruccion elemental.

[7] Por ejemplo: un manuscrito de Ciceron, iluminado, las homilías de San Agustin, escritas en el siglo VI, y algunos volúmenes de cartas autógrafas, sermones y manuscritos de Calvino.

Como era natural, nada me llamó tanto la atencion en Ginebra como las casas de correccion ó penalidad. La pena de muerte está abolida allí desde hace muchos años, y Ginebra es tal vez el segundo Estado europeo que ha adoptado el régimen penitenciario de los Estados Unidos. Aunque hay algunas diferencias entre las dos penitenciarias de Ginebra, su sistema de administracion se basa en los principios de la legislacion penal filosófica: el aislamiento, el trabajo, la vigilancia, la economía y el estímulo ofrecido á la enmienda del culpable, Ensayaré describirlos, según las observaciones que pude hacer en una visita á cada establecimiento.

La casa de Detencion tiene un doble objeto: es penitenciaria para las mujeres, cuya reclusion puede durar hasta por largos años, según la gravedad del delito, y es lugar de simple correccion para los varones que, desde la edad de diez años, son condenados á detencion celular hasta por un año, por delitos, si son mayores de edad, ó por crímenes, si el reo es un menor. El edificio, construido en 1842, tiene la forma de un cuadrilongo regular, dividido en tres compartimientos de cuatro pisos, inclusive el del nivel de la calle. En el centro están la entrada, la sala de recibo, la oficina del director, las habitaciones de este y los demas empleados, y la cocina y demas piezas del servicio doméstico. A la derecha está el departamento de los hombres, que puede contener hasta 120 detenidos, y á la izquierda el de las mujeres, capaz para 112[8], análogos en todo, separados y simultáneamente vigilados. El local de los hombres que visité, es un salon de altísimo techo, cuyas celdas ocupan solo una ala, superpuestas en cuatro hileras ó pisos que se comunican por escaleras y corredores angostos, girando en el interior del salon como en un teatro. De este modo, situándose en cualquier punto se registran todos los corredores y las puertas de las celdas. Ademas de esos cuatro pisos hay otro subterráneo en que se hallan los calabozos para el encierro de los que, por una conducta en extremo rebelde y reprensible, merecen el castigo adicional y transitorio de una reclusion mas severa. Esos calabozos son completamente oscuros y carecen de ventilacion. Detras del edificio están cercados por altas y sólidas murallas los patios á donde salen los reclusos, de uno en uno y por turno, á descansar y gozar del sol, del aire puro y algun ejercicio.

[8] Cuando estuve allí habia 80 reclusos, número que es el ordinario, y 30 reclusas solamente.

Cada detenido se encuentra en su celda trabajando, obligado á una tarea de mínimum fijo, y constantemente vigilado. Frecuentemente, cuando la conducta de algunos detenidos es muy buena y se considera necesario asociarlos, dos ó tres trabajan juntos en una celda, sin perjuicio de dormir siempre separados. Las celdas tienen bastante luz y reciben aire puro por ventanas de fierro altas y muy sólidas. Cada detenido tiene, ademas de los materiales y útiles de trabajo, su cama, una silla y algunos muebles indispensables que le permiten comer, dormir, etc., en aislamiento absoluto. Cada puerta de celda tiene practicado un pequeño y sencillo aparato que permite vigilar al detenido sin que este se aperciba de ello. El director y tres empleados subalternos bastan para la administracion puntual y rigorosa del establecimiento. Los detenidos se ocupan en la fabricacion de zapatos, esteras y otros objetos sencillos y de consumo popular, y los productos son destinados á cubrir los gastos del establecimiento y formar un fondo de economías para cada detenido, según el valor de su trabajo. La predicacion y enseñanza religiosa que se da á los reclusos es austera, inteligente y afable.

Si el encierro en el calabozo, la privacion transitoria de alimentos, del paseo en los patios, etc. son medios de coercision ó represion adicional, tambien tiene el recluso estímulos poderosos para meditar en su delito, arrepentirse y moralizarse. En caso de buena conducta, dando pruebas de arrepentimiento, obtiene mayor participacion en el fruto de su trabajo, permiso para trabajar en compañía de uno ó dos mas, pero siempre en silencio, y una reduccion de pena que puede llegar hasta la mitad de su duracion legal. Nótase que las reincidencias son rarísimas entre los varones adultos, y algo frecuentes entre las mujeres y los púberes ó impúberes cuando no obtienen ocupacion segura al salir de la prision. Por lo demas, en el establecimiento reinan el órden, el silencio, la pulcritud y la economía. El director y uno de los celadores me manifestaron la conviccion profunda de la eficacia del sistema en todos sentidos; aunque reconocían, como otras personas, la necesidad de que el régimen celular tenga su complemento en una institucion social que permita ofrecerle instruccion y trabajo por algun tiempo al recluso libertado, á fin de que, siéndole suave la transicion del encierro y el trabajo forzado á la libertad con el trabajo libre pero inseguro, se conjuren los peligros de la reincidencia. Llegará un dia, no lo dudo, en que las sociedades civilizadas reconocerán que la fecunda correccion del culpable y el deber supremo de la justicia exigen la íntima correlacion de tres instituciones: el lugar de castigo, la escuela, y el taller ó cosa parecida; y que el poder social no tiene plena autoridad para castigar, sino á condicion de instruir y moralizar al culpable, y abrirle, una vez arrepentido, la via infinita de toda rehabilitacion: la del trabajo, y la independencia personal.

La Casa Penitenciaria tiene formas y condiciones distintas, no obstante la comunidad del sistema. El edificio tiene la forma exterior de una media rueda de carro de tres radios y horizontal. En el centro está la fachada, que da sobre un vestíbulo de tres pisos correspondientes á los del interior. La parte interna y baja del vestíbulo es semicircular, y paralela á la gran semicircunferencia descrita por dos altos murallones igualmente paralelos entre sí que, separados por una callejuela, encierran toda la fortaleza. Del centro á la circunferencia se extienden como radios dos edificios iguales y cuadrilongos y otra construccion intermedia coronada por una cúpula, separados por muros que encierran cuatro patios. Todos ellos y las murallas del contorno están á cubierto de las miradas exteriores y dominados por la cúpula y algunas ventanas para ejercer la vigilancia. La oficina del director y de su ayudante se halla en el interior del peristilo, y en el centro del arranque de los radios están los intersticios que permiten observar á los presos y comunicar órdenes al traves de los muros, sin ser visto. De los tres pisos de esos radios el inferior contiene los talleres de trabajo, y los dos superiores las celdas de habitacion de los reos, miéntras que en la parte central se hallan los locales destinados al servicio de los empleados. Debajo del despacho, al nivel de los patios, están el locutorio para las visitas á los reos, la oficina y otras piezas de menaje.

El edificio entero, al parecer complicado, pero en realidad muy sencillo, costó apénas 30,000 pesos y solo exige un gasto anual de 5,000, á lo sumo, como déficit del producto que deja, respecto de los gastos, el trabajo de los reclusos. Puede contener 56 reos, á juzgar por el número de celdas; pero jamas se ha colmado y ordinariamente no tiene sino unos 46. De este número que habia cuando visité la Penitenciaria, 12 eran reincidentes: solo 7 pertenecian al canton de Ginebra (donde hay libertad, instruccion y actividad industrial) y la mayoría de reclusos se componia de saboyardos, pertenecientes á una poblacion excesivamente pobre, ignorante, sin industria, comercio ni comunicaciones, encerrada entre los Alpes y las líneas de aduanas. El gran número de los reclusos representaba los crímenes de hurto y robo, crímenes que, en la generalidad de los casos, no indican perversion, sino miseria y falta de instruccion y trabajo. El número de protestantes y católico-romanos del Canton se equilibra en la Penitenciaria, aunque en la totalidad hay gran mayoría de católicos.

Cada reo duerme en su celda en absoluto aislamiento. Las celdas son pequeñas pero suficientes, muy limpias y bien ventiladas, alumbradas por la luz natural, y provistas de los modestos muebles necesarios. Los reclusos trabajan y toman los alimentos en comun guardando silencio absoluto, y divididos en secciones según su criminalidad. Hacen tres comidas por dia, abundantes, sencillas y sanas, y despues de cada una de ellas salen por turno a pasar media hora al aire libre en alguno de los patios. Solo un caso de evasion ha ocurrido hasta ahora, y eso por negligencia de un celador. Jamas recluso alguno ha perdido la razon ni atentado contra los guardianes. El encierro total sin trabajo ni luz, y la privacion temporal de alimentos ó cama en que dormir, son los medios coercitivos ó de represion. El trabajo de los reclusos consiste en fabricar zapatos y esteras ó pilar granos. Cada uno de los talleres comunes es vigilado interiormente por un celador que gana, ademas de la manutencion y el alojamiento, tres francos diarios. El director, un ayudante ó secretario y esos celadores son los únicos empleados activos del establecimiento, y lo sirven muy bien. Los capellanes concurren los domingos á hacer los oficios religiosos y morales, sin perjuicio de su concurso accidental.

Cuando un recluso se hace merecedor de consideraciones, se le permite recibir de tiempo en tiempo la corta visita de algun deudo. Esta se verifica en un locutorio, al traves de una reja de alambre fino, que permite la conversacion y el cambio de miradas, bajo la vigilancia del celador presente, pero que impide todo contacto y comunicacion de cartas, dinero, armas, etc. Se llevan libros que hacen constar escrupulosamente todos los hechos de la economía interior y las observaciones sobre la estadística y moralidad de los reclusos. Según esos documentos, si la conducta de un reo es irreprensible obtiene un tratamiento menos rigoroso y una rebaja de condena, que llega hasta la mitad. Esas rebajas son muy frecuentes. En cuanto al producto del trabajo, el sistema es análogo al de la Casa de Detencion, pero una parte se destina á socorrer, si son pobres, á los hijos, padres, ó consorte del recluso. La Penitenciaria sirve solo para los condenados, por crímenes ó delitos graves, á mas de un año de reclusion celular. El máximum de la duracion es de 20 años, aplicado solo en casos de reincidencia en crímenes muy graves.

Lo que mas me llamó la atencion en la Penitenciaria fué la capilla, local de extrema sencillez, sin adornos ningunos y provisto de bancas en anfiteatro. Allí los reclusos son divididos en secciones, según su criminalidad. En el fondo, junto á la modesta cátedra del capellan, está un pequeño altar reducido á un Cristo, la imágen de la Vírgen y los vasos y objetos necesarios para el culto romano. Ese altar está provisto de un cortinaje oscuro y espeso. Cuando los reclusos católico-romanos están en la capilla, el altar está descubierto y funciona el sacerdote respectivo. Cuando á su turno asisten los protestantes, se cubre el altar y no queda á la vista sino la Biblia sobre la mesa. Así, el mismo púlpito y local sirven al sacerdote y al pastor. Jamas en mi vida habia encontrado un espectáculo social tan sublime como el de esa humilde capilla, igualmente consagrada al servicio de dos comuniones religiosas que han ensangrentado la tierra con sus luchas impías. Qué profunda enseñanza de espiritualismo en la religion, de noble sencillez en el culto, de fraternidad y tolerancia, de universalidad en la idea religiosa,sin parar mientes en las diferencias de símbolos y formas,de verdadero cristianismo, en fin! Enseñanza escondida en el fondo de una prision,símbolo de la igualdad de la conciencia ante el deber y la justicia,para inculcarle al culpable la nocion de la fraternidad en Dios y en el hombre, del derecho igual de todos, cuya violacion constituye precisamente lo que se llama falta, delito ú crímen!

Al dejar á Ginebra, llevaba no solo una impresion de profundo respeto por ese pequeño Estado de filósofos, artistas y hombres libres é industriosos, sino tambien una especie de consuelo y confianza en el porvenir de la humanidad. Qué de grandes ejemplos y altísimas inspiraciones le debe la civilizacion europea a ese pequeñisimo pueblo que, habituado á fabricar relojes y ejercitar el libre exámen, parece tener en su genio la regularidad severa del cronómetro y la expansion independiente de las organizaciones libres! Allí han nacido, para gloria de las letras y de las ciencias de todo género, naturalistas audaces y pacientes como Saussure y Candolle; jurisconsultos como Burlamaqui; historiadores como Sismondi y Mallet; economistas como Juan B. Say y el mismo Sismondi; hombres de Estado como Necker; literatos como madama Necker, Topffer y Cherbuliez; artistas distinguidos, pensadores filósofos como el inmortal Rousseau!

* * * * *


CAPITULO IV.

LOS ALPES SABOYARDOS.

Los compañeros de viaje.La hoya del Arve.El valle de Chamonix.El grupo del Monte-Blanco.Las neveras.Contrastes naturales y curiosidades.


Un enorme carruaje abierto, dividido en tres compartimientos y conteniendo unas 23 personas, aparte de los equipajes, debia conducirnos por el valle del Arve hácia Chamonix, al pié del grupo colosal de montañas en cuyo centro se ostenta la admirable cúpula del Monte-Blanco. Los ingleses, como sucede en todos los sitios, vehículos y líneas de excursion, estaban en mayoría, representados principalmente por una media docena de young ladies robustas, rubias, rosadas y vestidas caprichosamente.

Soberanamente fastidiado siempre con las espesas brumas, la vida uniforme y el aislamiento geográfico de su opulenta isla, el Inglés es eminentemente cosmopolita, por razon higiénica, por genio y tradicion, y por curiosidad, frecuentemente pueril. Hasta en el último rincon del mundo y sobre las mas altas cimas se le encuentra,imperioso, exigente, intratable, cuando no necesita de los demas, lacónico, frio, cargado de bastones, paraguas y mil enseres, impasible cuando los demas se conmueven, afeitado y perfumado en regla aun en el fondo de los precipicios y las neveras, y ataviado con su singular vestido de un solo color y un solo corte, que á fuerza de ser uniforme toca en la extravagancia. Fino, caballeroso, hospitalario y cumplido en su isla (at home), el Inglés se hace duro en país extranjero, medio salvaje á veces, porque el orgullo de su raza y su nacionalidad le da la conciencia de que á todas partes lleva su patria consigo, es decir con su derecho individual, su nombre y su bolsa. De ahí su carencia absoluta de elasticidad y tolerancia para acomodarse en país extranjero á los usos de los demas pueblos y á las necesidades de las circunstancias. Es ciertamente curioso ese fenómeno de trasformacion moral que se verifica en el Inglés, viajero tan apegado á la idea de la patria, y al mismo tiempo tan adicto á los viajes que le alejan del suelo patrio.

El Frances, al contrario, hombre de espíritu mas bien que de convicciones, de expansion indefinida mas que de hábitos, socialista por excelencia, deja la patria al cruzar la frontera de Francia, y encuentra una adoptiva, provisoria y ad hoc donde quiera que se le presenta un medio de sociabilidad, un círculo de ideas. De ese modo, se asimila con admirable facilidad todas las condiciones de vida, y acepta con el mejor humor todas las situaciones posibles, lo mismo en los Campos Eliseos de Paris que en el fondo de una selva americana, ó de un desierto de Africa. Es por eso que, cuando se viaja en Europa entre ingleses y franceses, se ve siempre á los primeros silenciosos, esquivos, encerrándose en su personalidad rigorosa; miéntras que los otros entran desde luego en el amplio carril de la conversacion desembarazada y múltiple, llegando fácilmente hasta la jovialidad.

Estas observaciones, que por ser personales nada tienen de nuevas ú originales sinembargo, y que he confirmado en todas mis excursiones, me vinieron desde luego á las mientes al seguir, en la diligencia de Ginebra, la carretera que conduce á Chamonix. La conversacion era tan animada entre nosotros y dos ó tres franceses y algunos suizos de la misma raza, como notable el silencio contemplativo de los ingleses. Llamónos la atencion particularmente un ministro ó pastor protestante del canton de Vaud, que viajaba muy modestamente con su hija,una inteligente y graciosa señorita de diez y seis años,con ánimo de hacer fructuosas excursiones á pié. Era un hombre de modales finos, lleno de modestia y distincion en su porte, sencillo, tolerante y filósofo, fuertemente empapado en el sentimiento de la fraternidad y caridad cristianas, amigo de la buena conversacion y la discusion, observador atento, entusiasta por todas las bellezas naturales, de instruccion general y sólida y particularmente adicto á la geología, la física, la botánica y la historia natural. Su hija, tan instruida como amable, tan candorosa como inteligente, le acompañaba siempre en sus peregrinaciones. A pié, provistos de bastones y de un modestísimo ajuar de viaje, habian recorrido juntos las mas interesantes regiones de la Suiza central, escalado las alturas del Jura, las neveras del Oberland bernés, etc., recogiendo plantas curiosas y haciendo atentas observaciones. Llevaban la intencion de recorrer en parte las neveras del Monte-Blanco y visitar todas las curiosidades naturales de Chamonix. Raras veces he viajado con un compañero tan instructivo como ese digno pastor vaudense, que me pareció uno de los mas bellos tipos del sacerdocio moderno.

Doce horas mortales de diligencia y coche debíamos soportar para hacer el trayecto de 90 kilómetros hasta Chamonix, entre espesas nubes de polvo y bajo los rayos de un sol que parecia tropical. De otro modo no es posible admirar las bellezas de tan variados paisajes que ofrece la via. Ella es poco interesante hasta Bonneville, capital que fué de la antigua provincia de Faucigny, con 1,500 habitantes. Es allí donde, cerca de las montañas de Môle y atravesando por un hermoso puente el Arve para remontar su márgen izquierda hasta Cluses, el viajero comienza á contemplar de cerca las hermosuras de los Alpes. El rio corre por el fondo de una hoya profunda formada por altos contrafuertes ó cordones de montañas ásperas, sobre un lecho pedregoso, llevando en sus revueltas ondas una espesa disolucion de arenas graníticas y calizas que le dan su tinta cenicienta.

A veces la hoya se ensancha en vastos pliegues y severas curbas, y el valle se presenta lleno de ondulaciones y pequeñas colinas, donde brillan al sol limpios viñedos, hermosas mieses y verdes legumbres, ó se extienden en tupidos tapices algunas pequeñas praderas que van á perderse al pié de los barrancos estratificados de caliza, ó de las rígidas y verticales rocas graníticas que parecen amenazar al viajero desde lo alto de sus bastiones formidables. En otras partes, el valle se estrecha: la carretera gira sobre el borde de alguna falda ó barranca que domina las ondas del rio; este salta, se disloca y retuerce espumante sobre su revuelto lecho de pedriscos; los cerros se levantan á uno y otro lado como murallas colosales, ofreciendo las mas románticas formas en sus altas cavernas, sus rugosos relieves, sus enormes grietas verticales; sus derrumbes, sus picos desiguales y severos, sus cascadillas que se lanzan al valle en delgados hilos para convertirse en menudo polvo argentino, sus matorrales ásperos y tristes flotando casi al viento y apénas adheridos á los intersticios de las rocas, y sus franjas superpuestas de un verde sombío,guirnaldas de abetos enhiestos que las nieves respetan en las montañas de los Alpes, dejándoles su eterna majestad. Y por en medio y encima de todo eso, se abre un cielo esplendoroso, y á lo léjos, al oriente, se alcanza á ver, sobre un enjambre de colosos de granito coronados de hielo, la cúpula del Monte-Blanco, digno baluarte de dos grandes naciones,Italia y Francia,soberana de aquel mundo de magníficos horrores que llaman los Alpes!

En toda la hoya del Arve abundan los sitios salvajes, las curiosidades naturales y los puntos de vista encantadores. Como la sociedad es allí muy poco interesante, la naturaleza, llena de fuerza y majestad, es el primer actor. Poblacion pobre, raza sin tipo bien determinado, aunque tradicionalmente valerosa, los saboyardos de ese valle inspiran cierta simpatía compasiva, sin que sus localidades llamen la atencion del viajero. Gentes sencillas, resignadas á los rigores de su clima y amantes de sus montañas, viven sin admirar las bellezas de su suelo, hablan muy mal frances y no piensan en la política del mundo. Solo suspiraban, antes de la anexion á Francia, por una situacion que les permitiese mejorar de condicion económica. En toda la ruta, Bonneville y Sallanches son las únicas localidades de alguna importancia.

En San-Martin, pobre pero graciosa aldea del valle de Sallanches, dejamos la diligencia para tomar un cochecito de cuatro asientos, y en breve, acompañados por el estimable pastor protestante, comenzamos á alejarnos de la orilla del Arve, siguiendo por su lado derecho, y á trepar la pendiente cuesta de Chede. Desde sus altos recodos veíamos los abismos inmensos en cuyo fondo se despeña el rio, iracundo y desbocado, despertando con el ruido de sus cascadas los mil ecos de las montañas. El camino gira, entónces á la altura de Servoz, por entre laberintos de peñascos destrozados y bosques seculares y espesos de pinos y abetos, donde yacen dispersas esas rocas erráticas que han sido uno de los misterios de la geología,revelaciones del poder asombroso de las neveras viajando sobre las faldas de los cerros. En el fondo del bosque brama el Arve, torrente furioso allí, y donde quiera reina la majestad de la naturaleza salvaje. Al cabo, el bosque termina, el terreno se nivela, el Arve presenta un curso ménos tormentoso, las montañas se abren un poco, y el valle de Chamonix, tapizado de flores, helechos y gramales, y poblado de mieses y animales de cria, se desarrolla seductor, dominado á un lado y otro por estupendos peñascos ó cerros de granito, bosques elevados de abetos y pinos, y mares de hielo que tienen la triste solemnidad de la desolacion.

El valle de Chamonix, situado a cerca de 1,000 metros de elevacion sobre el nivel del mar, mide una longitud de 20 á 25 kilómetros del N.-E. al S.-O., y una anchura de 1,500 á 2,000 metros. Súrcalo en toda su extension el Arve, rio que, naciendo en las heladas alturas del cuello de Balme, se acrecienta fuertemente con las aguas que arrojan al valle las inmediatas neveras que lo dominan. Encerrado entre montañas estupendas y abruptas, el valle ofrece los mas raros contrastes de alegría risueña y salvaje aspereza, de rústica tranquilidad y de grandiosidad en las formas y desolacion en algunos objetos. Al poniente, las neveras faltan del todo: cerros altísimos, cubiertos de negros bosques de pinos y abetos, en su mayor extension, se alzan á hundir en las nubes sus severos picos ó conos graníticos, y presentan á trechos esos derrumbes espantosos, rastros de los catástrofes de la primavera que se llaman avalanchas Al lado opuesto del valle se levantan los contrafuertes del Monte-Blanco, revueltos, despedazados por innumerables y gigantescas grietas, aterradores de hermosura y severidad,ora terminando en neveras que derraman sobre el valle sus ondas congeladas; ora cubiertos de ásperas malezas, helechos y bosques de abetos; ora aguzándose en sus cimas en penachos extravagantes y agujas colosales, desnudas y sombrías,para servir de apoyo á un inmenso anfiteatro de invisibles montañas y neveras cuyo pináculo es la cabeza admirable del Monte-Blanco. Hay tanta majestad en aquel mundo de granito y hielo, que casi es un atrevimiento injurioso el aspirar á describirlo de cualquier modo.

La aldea de Chamonix ocupa el centro mismo del valle á igual distancia de las neveras llamadas de Bois y Bossons, que son las mas próximas á la planicie. La poblacion en toda ella se reduce á Chamonix y cinco ó seis caseríos pobrísimos, con 2,000 habitantes á lo sumo. Chamonix es literalmente un pueblo de hoteles y posadas, mas ó ménos confortables y de apariencias mas ó ménos seductoras. Los edificios son todos de granito con pisos de tablas.Cuando termina el verano, época en que el valle es visitado por muchos millares de curiosos, Chamonix queda reducido á unos 500 ó 600 vecinos: todo el ruido de mulas y coches se disipa; los hoteles quedan totalmente desiertos, y el valle vuelve á la sepulcral desolacion del invierno. Frecuentemente la nieve es tan abundante en ese tiempo y los derrumbes de los cerros son tan temibles, que las gentes duran dias enteros incomunicadas y reclusas, porque las casas se cubren de nieve por todos lados en capas muy espesas. La vida es entónces bien triste y miserable en aquel desierto de hielo.

En Chamonix se encuentran casi todas las comodidades que el viajero puede apetecer. Donde quiera se ven tiendas ó pequeños museos de objetos de arte en mármol, granito, madera, hueso, etc., y muestras de la flora, la fauna y la geología de aquellas montañas, que los viajeros compran por curiosidad y por llevar recuerdos de sus excursiones. Chamonix es en realidad un pueblo de guias ó conductores de viajeros, que prestan su servicio por turno rigoroso, son propietarios de mulas aperadas y viven asociados en su profesion, conforme á un reglamento de la autoridad. Durante la primavera todos esos hombres son agricultores. En los meses de verano pasan á ser guias y muleteros, sin descuidar por eso sus labores. Cuando el invierno suprime esos medios de actividad, se consagran á los trabajos domésticos y fabrican objetos artísticos; ó bien se van á buscar trabajo en Ginebra y otras ciudades. No omitiré decir que, en su gran mayoría, los habitantes del valle se distinguen por dos cualidades muy notables: la probidad mas acrisolada, y la ventaja de saber leer por lo ménos, corrientemente. Esto hace honor á esos sencillos montañeses tanto como al Gobierno de Cerdeña que hasta 1860 los regia, interesándose sobre todo en favorecer la instruccion primaria y las vias de comunicacion y excursion.

Son numerosas é interesantes las excursiones que puede hacer el viajero curioso en Chamonix. Las ménos fatigantes son las de las neveras de Bois y Bossons, que se hacen en coche ó á pié como simples paseos. Las de los altos cerros llamados Jardin, Brevent y Buet no son tolerables sino para los que gustan de muy fuertes emociones y saben marchar á pié con energía. En fin, las del Mar-de-hielo y la Flégère son las preferidas por los que desean observar de cerca los nevados y aman las excursiones á caballo ó en silla de manos. Nosotros[9] resolvimos trepar al Montanvers por la mañana, en solicitud del «Mar-de-hielo», y visitar por la tarde, á pié, las cascadas de los Peregrinos y el Dard y la nevera de «Bossons.»

[9] Cuando hablo en plural me refiero á mi esposa y yo.

Nada mas curioso y pintoresco que la escena que se ofrece á la vista en el pueblo de Chamonix, desde las cuatro ó cinco de la mañana, cuando los centenares de viajeros que pueblan los hoteles y se renuevan sin cesar, como hormigas ávidas é inquietas, comienzan á emprender sus excursiones. Las mas altas cimas de la cadena de Monte-Blanco, cuya cúpula no es posible ver desde Chamonix, brillaban ya iluminadas por los argentinos rayos del sol, en tanto que en el valle, á las cuatro y media de la mañana, vagaban todavía las últimas sombras de la noche. Donde quiera reinaba el movimiento: en las puertas de los hoteles, en las calles vecinas y en los afueras del pueblo. Enormes mulas, lerdas y toscas pero de suma resistencia y solidez, y habituadas á caminar según su instinto y voluntad por los mas agrios desfiladeros y páramos, aguardaban á sus caballeros y amazonas prosáicas, modestamente ataviadas; en tanto que muchos peones cargueros alistaban sus sillas de manos para trasportar á las señoras enfermas ó incapaces de montar.

Al salir de Chamonix se dispersaban, en largos é irregulares cordones y en muy distintas direcciones, mas de 250 excursionistas, provistos de los mas variados atavíos y venidos desde las extremidades de Rusia, las llanuras de Alemania, las Islas británicas ó las ciudades y selvas del Nuevo Mundo, para rendir homenaje á las magnificencias de los Alpes. Hácia las alturas del Jardin, Brevent, etc., se dirigian los aficionados á las peregrinaciones pedestres, las mas duras pero tambien las mas libres, fructuosas y económicas. Eran en su mayor número jóvenes resueltos, acaso contando demasiado con sus fuerzas, y marchaban con regularidad, provistos de largos bastones de abeto, sólidamente calzados, vestidos con mucha sencillez, y llevando algunos sobre las espaldas ligeros morrales que contenian el humilde ajuar del peregrino. El mayor número de los excursionistas se encaminaban hácia Montanvers para ver el Mar-de-hielo, ó hácia la vasta nevera, mucho mas lejana, de la Flégère. Era curioso ver á casi todos los ingleses cabalgando como si anduviesen de paseo en Hyde Park, ú otro de los parques favoritos de los fashionables de Lóndres; provistos de sombreros negros de alta copa, lentes ó binóculos, elegantes bastoncitos, delgados botines de charol, levitas ó fracs de aparato, corbatas blancas ó rojas, chales de fina gasa para defender contra los rigores del viento y el sol sus delicadas y afeitadas mejillas, y delgados guantes de cabritilla. Un pequeño grupo de tres insulares fastidiados, acompañados por tres ó cuatro guias, emprendia nada ménos que ir á escalar el Monte-Blanco para sacudir en sus hielos el esplin, pasar por encima del inmenso lomo y descender á los valles del Piamonte.

Esa manía enteramente británica se va generalizando mucho, por desgracia, entre los hijos de Albion, sin que sean bastante á reprimirla ni el ridículo que acompaña á los que ostentan ese salvaje y estéril heroismo, sin coronarlo de buen éxito, ni las terribles catástrofes que han ocurrido con frecuencia en las soledades y los abismos del Monte-Blanco. La audacia fria y terca de los excursionistas de los precipicios sería muy honorífica, si el objeto de esos extravagantes espliníticos fuese hacer estudios y descubrimientos que prestasen servicios importantes á la ciencia. Pero esta no entra por nada en semejantes empresas. Los héroes de los hielos van por pura vanidad á despeñarse en las neveras y sepultarse bajo de los bancos de hielo. Su único anhelo es lograr que los periódicos de Europa le digan al mundo: «Mr. Tal y Mr. Cual han hecho el prodigio de pasar, sanos y salvos, del valle de Chamonix al Piamonte, por encima del Monte-Blanco.» O en último caso: «Mr. Tal y Mr. Cual han perecido tristemente en uno de los precipicios del Monte-Blanco; y sus compañeros Mr. Mengano y Mr. Perensejo, han tenido la satisfaccion de salvarse con las piernas rotas.»

La subida desde el valle de Chamonix hasta el sitio llamado «Hospicio de Montanvers» es larga y laboriosa. El áspero sendero serpentea por entre enormes peñascos, bosques mas ó ménos tupidos de abetos y pinos, enmarañadas malezas y pedriscos tapizados de musgo y helechos enanos. A medida que se trepa la empinada falda, el valle se hace mas interesante por sus contrastes de claridad brillante y oscuras sombras, de vegetacion artificial y salvaje, de variadas tintas. En el fondo corre el Arve por un lecho gris y pedregoso, como un torrente de ceniza y lodo, produciendo islas despedazadas y cubiertas de alisos, y tristes playas que muestran la desolacion causada por las violentas avenidas del fin de la primavera y el principio del verano. Al pié de la nevera de Bois se ve el pobre caserío del mismo nombre, que parece como amedrentado por el peligro de que lo arrope algun derrumbe de la onda cristalizada que lo domina.

La impresion que se siente al llegar al pequeño hotel que corona la cuesta de Montanvers[10] es profunda y sorprendente para el viajero que llega por primera vez al «Mar-de-hielo.» Desde la eminencia en que está situado el edificio, batido frecuentemente por violentos huracanes y dominando un abismo, se ve el panorama mas tristemente hermoso y severo que las montañas pueden ofrecer. Una especie de valle ó golfo larguísimo y estrecho, que termina en el caserío de Bois y trepa en plano inclinado hácia el corazon de los Alpes para ligarse á todas las encrucijadas del Monte-Blanco, constituye el fondo de la hoya profundísima producida por dos cordones de cerros ó contrafuertes estupendos. Sus cimas, á uno y otro lado, ora desnudas, ora cubiertas de hielo y nieve, se despedazan en enjambres de agujas, picos, conos truncados, soberbios obeliscos, pirámides y cúpulas de los mas extraños relieves y el mas severo aspecto. Mas arriba se destacan en lontananza gigantes mas y mas colosales, cuyas cabezas refulgentes se pierden en las vagas ondulaciones de las nubes[11]. En unos trechos los hielos descienden hácia el golfo congelado, en desiguales latitudes, como las puntas desgarradas de un encaje terminando una inmensa colgadura de armiño. En otros, los peñascos graníticos se presentan desnudos, ennegrecidos, destrozados por enormes grietas verticales, de cuyas bocas surgen mil torrentes ó cascadas, ó salpicados de manchas de pinos y abetos enanos, cuya tinta sombría hace el mas soberbio contraste con la vastísima sábana de hielo que va á perderse en las vagas perspectivas del cielo. En el fondo del abismo,frio, silencioso y desolado como una inmensa tumba de hielo,están las ondas revueltas y cristalizadas de ese golfo que se llama la Mer-de-glace.

[10] Traduccion literal, Subiendo hácia, acaso porque aquella via es una de las que conducen al Monte-Blanco.

[11] Si los cercanos picos, tales como el del Sombrero y la aguja de Bochard no son muy notables por su elevacion, los que se ostentan detras ó continúan la cordillera en direccion al Sur, alcanzan las siguientes elevaciones sobre el nivel del mar: la aguja del Fraile, 3,858 met.; la de Dru, 3,906; la Verde, 4,081; las de Charmoz, 2,783; la del Greppond, 3,670; las de Blaitière y Plan, 3,688; la del Mediodía, 3,916; la del Tacul, 4,625; el Monte-Blanco, 4,811.

Los geólogos que han estudiado atentamente esa y otras neveras[12] han apelado á diversas hipótesis, mas ó ménos fundadas, para explicar la extraña formacion que con tanta propiedad ha recibido el nombre mencionado. Su aspecto es efectivamente el de «un mar que, despues de una gran borrasca, se hubiese congelado repentinamente en el momento de comenzar á calmarse, pues toda la superficie es una sucesion de bancos ondulosos de nieve que imitan exactamente no las grandes olas del Océano irritado, pero sí las de un mar mediterráneo.» Todo hace creer que esa forma es debida á lentas y seculares aglomeraciones producidas por la accion combinada de la presion atmosférica, la tendencia de gravitacion de los bancos y depósitos de hielo y nieve, la fuerza poderosa de las corrientes subterráneas, las condiciones químicas del suelo y de las rocas, y la facultad explosiva del cristal de hielo comprimido en todas direcciones. Aterra y maravilla el pensar en los misterios de vida, de organismo mineral, que se agitan bajo la inmobilidad aparente de esas neveras allá en las profundidades insondables de los abismos subheláneos.

[12] Es de notarse que, así como la vegetacion alpestre y andina difiere enteramente, las neveras de los Alpes no tienen semejanza de composicion y vitalidad con los nevados de los Andes.

Todavía acompañados por nuestro consabido pastor vaudense, que hacia la peregrinacion á pié con su hija, descendimos del «Hospicio», [13] muy paso á paso, para ir á contemplar de cerca la nevera, que tiene allí como 550 metros de latitud. Sintiéndonos poco dispuestos á llevar nuestra curiosidad hasta el extremo de exponer la vida en la travesía de toda la nevera, vimos al pastor protestante alejarse con su animosa hija, marchando lentamente, apoyados en sus largos bastones y escalando los bancos ó colinas de hielo para pasar al lado opuesto del golfo congelado y descender por otra via. Apénas nos atrevimos á caminar por entre aquellos abismos de cristal en un trayecto de 80 á 90 metros. Nos conducian dos guias que, con el auxilio de hachas y picos, iban practicando en el hielo pequeñas hendeduras que nos servian de escalones para trepar hasta la cima de alguna onda ó colina. Si, visto en su conjunto y de léjos, el «Mar-de-hielo» no tiene la nitidez y tersura de los altos nevados de la cadena, porque los derrumbes y los vientos cubren la superficie de una capa terrosa, de cerca el aspecto de las hondas es de una hermosura sorprendente.

[13] A 885 met. de altura sobre Chamonix.

Donde quiera esas ondas están destrozadas ó separadas por grandes grietas de insondable profundidad, en cuyo seno surgen y se deslizan ó saltan como surtidores mil filtraciones, cascaditas y arroyuelos caprichosos, cuyas aguas purísimas van á perderse en recónditas cavidades donde se elabora un rio, el Aveiron, compuesto de innumerables é invisibles torrentes. Aquellas grietas, donde al caer ó deslizarse hay muy rara esperanza de salvacion, ofrecen los mas bellos variantes de colores, reflejos, cortes y relieves: en unas partes, blancos y fúlgidos cómo el diamante pulido, ó azules como el cielo; en otras, verdes ó cristalinos como las ondas de un lago, ó ligeramente sonrosados como los pálidos pétalos del lirio silvestre.

Aquel espectáculo tiene una majestad imponente y sublime, que humilla y hace enmudecer en el primer momento, como una de las mas solemnes manifestaciones de la pujanza, la maravillosa eternidad reproductiva y los misterios de la naturaleza, siempre viva, trabajando y progresando aun bajo las formas en que se la cree muerta ó inanimada. Pero al pasar la primera impresion de sorpresa, de respetuoso horror y admiracion material, la meditacion se abre campo: el alma, como resbalando sobre la superficie de aquel Mediterráneo de hielo, se remonta por encima de las soberbias cúpulas hasta lo infinito del cielo; aspira á cosas mas grandes que las visibles en el mundo, á sondear horizontes mas dilatados; se fortifica y ensancha con su secreta y vaga aspiracion, y comprende toda la grandeza y divinidad de este sér, en apariencia tan pequeño, que se llama el Hombre,sér que no solo ha tenido genio y audacia para estudiar y adivinar los misterios de la Creacion, sino que, siendo materialmente un átomo al pié del Monte-Blanco, tiene el poder de alzarse por encima de ese coloso formidable hasta darle la mano á Dios, confundiéndose con él en la idea de la inmortalidad y la nocion de lo infinito....

Para convencernos una vez mas de que lo risible se halla comunmente muy cerca de lo sublime, el pequeño hotel de Montanvers, á donde volvímos poco despues, nos llamó la atencion con sus curiosidades. La sala principal contenia un verdadero museo artístico y alpestre, donde cada viajero compraba algunas graciosas fruslerías. Pero mas que todo nos interesó un libro ó registro de excursionistas, mueble infalible en todos los sitios de esa clase, como en los museos, las bibliotecas y otros establecimientos públicos y privados de las ciudades. Cada visitante es invitado á inscribir su nombre en ese registro, que viene a ser no solo un elemento curioso de estadística, sino tambien un objeto de gran valor por los millares de autógrafos que reune, cuando concurren personajes eminentes, y por las curiosas observaciones morales á que puede prestarse. Pusímonos á hojear el consabido registro y hallamos tan interesantes extravagancias que no pudimos ménos que reir á carcajadas. Cómo se revelan en esos libros las vanidades humanas y las diferencias de los tipos sociales! Las firmas de rusos eran de un laconismo severo. Las inglesas, uniformes como hechas en molde, contenían á veces observaciones de una singular candidez como estas: «Chamonix is a very beautiful country!John Belton.»«I am very happy indeed;William Carter.» Las de italianos abundaban en citas de versos de Dante, Ariosto y otros poetas ilustres. Las francesas aparecian no pocas veces acompañadas de breves comentarios burlándose de los anteriores firmantes; siendo notable sobre todo las dos siguientes. A continuacion de un desahogo pasablemente insípido de un viajero anónimo que lamentaba la ausencia de su adorada, un tal P. Farnel habia escrito: «Monsieur l'amoureux, vous mentez; l'amour est une bêtise ou un mensonge.» En otra página decia otro, bajo la firma de Un Parisien, estas filosóficas palabras: «Tous ceux qui mettent leurs signatures dans ce livre sont des bêtes, y compris le soussigné.»

Pero nada era tan curioso como la literatura de los excursionistas de la Union Americana, que se hacian notar por sus preocupaciones gastronómicas, su entusiasmo por el brandy (como la cosa mejor posible en Montanvers), sus lamentaciones sobre las mulas que habian cabalgado, ó algun dolor de estómago que les acongojara, y sus recuerdos consagrados á la lejana patria. Brillaba entre todos esos americanos (que se mostraban muy convencidos de su importancia) un cierto «ciudadano del Estado libre de Massachusetts,» cuya muestra literaria hubiera sido digna de figurar en una coleccion especial de barbaridades insignes.

Si la fuente del rio Aveiron es interesante por varios motivos y ha provocado serias investigaciones científicas, la nevera de Bossons, situada hácia el sur de Chamonix, y las vecinas cascadas de los Peregrinos y el Dard, nos llamaron de preferencia la atencion por sus agrestes paisajes. Con cuánto gozo recorrimos el valle, siguiendo la márgen izquierda del Arve y cruzando los humildes caseríos de Praconduit, Barraz y Favrans, que demoran entre praderas lustrosas, plantaciones de lino y pequeños bosques de alisos y abedules! Con cuánto gozo tambien nos internamos en las vecinas selvas, sombrías y llenas de magníficos rumores, que suben en planos inclinados hácia las montañas! Bajo de aquellas cúpulas de negra verdura, sostenidas por los altos mástiles de los abetos, los senderos cruzan un terreno sembrado de peñascos graníticos y rocas erráticas, surcado por saltadores arroyuelos cuyas armonías se confunden en la espesura del bosque con los ecos de los lejanos mugidos de las vacas, los sonoros repiques de las campanillas que llevan en el cuello las cabras, mulas, vacas, etc., el estruendo mas lejano de las cascadas y los torrentes que se despeñan de lo alto de las montañas, y los recónditos pios de algunos pajaritos saltando de rama en rama y buscando su alimento en las semillas de los abetos.

La cascada de los Peregrinos es determinada por un torrente que, descendiendo á saltos y casi perpendicularmente por entre las fracturas del cerro, recoge sus aguas en una especie de taza granítica, en el fondo de una rambla profunda, destrozada y sombría, y se lanza luego en semicírculo á una hondura de 50 metros, escondiendo su hermoso chorro entre una vegetacion enteramente agreste. Al lado de la cascada, entre ella y el grueso torrente del Dard, reside durante el verano una pobre paisana, en una humilde choza situada como un mirador sobre el alto peñascal, Su oficio es vender á los excursionistas algunos ligeros comestibles y refrescos y esa multitud de pequeñas curiosidades artísticas, vegetales y minerales que aparecen reunidas en modestos museos en todos los sitios concurridos de Saboya y Suiza.

Mas arriba se ostenta en toda su majestad la vasta nevera de Bossons, en tanto que en lo alto de las rocas y de las asperezas de un bosque desolado por los hielos brilla al lado de la nevera la cascada del Dard, dividida en dos caídas, una de 13 metros de altura y otra de 50. En el fondo de esos despeñaderos demoran los pueblecitos ó caseríos de Bossons y los Peregrinos ó Nant, tranquilos y pobres, rodeados de bosques y praderas. Mas abajo se desarrolla el valle, luciente de lozanía, rico en flores y perfumes, y salpicado de animales de cria cuyo movimiento desigual por las tortuosas márgenes del Arve completa el encanto de aquel bellísimo paisaje.

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CAPITULO V.

LA HOYA DEL ALTO RODANO.

El camino de la «Cabeza-Negra.»El canton de Valais.El Valle del Dranza y Martigny.El Ródano.


El trayecto que média entre el valle de Chamonix y el del alto Ródano es en extremo interesante, si no bajo su aspecto social (curioso pero subalterno), bajo el punto de vista geológico y topográfico. Allí el viajero se encuentra totalmente rodeado de los magníficos cuadros de la naturaleza alpestre, de tal manera análogos, aunque multiformes, que no se percibe muy fácilmente la transicion al pasar del país monárquico de Saboya á la republicana Suiza.

Caballeros en dos robustas y pacientes mulas y guiados por un excelente muletero, hombre sencillo, inteligente, locuaz, benévolo y muy conocedor del país y de sus tradiciones,como son casi todos los guias saboyardos,emprendímos la marcha de Chamonix á Vevey, tomando el camino de la Cabeza-Negra. Es este el ménos elevado y grandioso, pero mas seguro que el del «Cuello-de-Balme», páramo encumbrado donde las borrascas son frecuentes, casi repentinas y temibles en todo caso. La via, que es solo de herradura, gira durante un trayecto de 9 ó 10 kilómetros por el valle del Arve, remontándolo. Poco á poco se va estrechando entre las altas montañas; algunas aldeas, como la muy graciosa de Argentière, se destacan en la planicie y van quedando atras. El lindo valle de Chamonix sigue su curso ascendente, regado por el Arve, hasta el pié de las montañas de Balme. El viajero, torciendo hácia el N. O., comienza á trepar las faldas pedregosas, áridas y tristes y los boquerones abruptos que médian, en la serranía del «Brevent» y las Agujas-Rojas, entre la hoya del Arve y la del Trient, tributarios del Ródano en sentido opuesto.

La vegetacion artificial, las rústicas praderas y los graciosos chalets ó casas de campo alpinas, han desaparecido. Todo á los ojos del viajero es salvaje y solemne. Allí se camina por el fondo de gargantas profundas, ó por encima de faldas muy arrugadas, que se van eslabonando en tortuosos giros, conduciendo al viandante de sorpresa en sorpresa. Donde quiera se alzan peñascos colosales como de una sola pieza, de oscura tinta y medroso aspecto, ora desgarrados en sus flancos por los derrumbes, ora desnudos como torres ó bastiones de fortalezas titánicas, ó cubiertos de malezas y bosques de abetos diezmados por los huracanes.

Poco despues se llega al punto culminante de esas gargantas solitarias, determinándose la opuesta direccion de los sistemas hidrográficos. La hoya del Agua-Negra, riachuelo atormentado que mas abajo reune sus aguas á las del Trient, se abre allí con toda su salvaje hermosura de paisajes, encerrada entre la serranía del Brevent, que va á terminar en Balme, y la que, arrancando en ella del nevado de las Agujas-Rojas, se dirige hácia el norte para terminar en el valle del Ródano, presentando en su curso los bellos nevados del Buet y del grupo de montañas llamado Diente ó Muela-del-Mediodía. El riachuelo del Agua-Negra (L'eau-noire) desciende atropellado y espumoso por un lecho profundo, entrecortado por grandes peñascos de granito y bancos de esquisto arcilloso negro que le dan su turbio color. Donde quiera se multiplican los mas románticos grupos de colinas, faldas arrugadas, ramblas hondísimas y cavernosas y empinados peñascos, en medio de los cuales, al estruendo de numerosas cascadas, á la sombra de bosques vírgenes de abetos y en el fondo de lindas praderas en miniatura, demoran algunas pobres aldeas en las mas pintorescas situaciones.

He ahi la Valorsina, aldea que vive arrullada por los rumores de la Agua-Negra, que recibe el tributo del Barberina, torrente que á corta distancia del camino ostenta los íris de una bellísima cascada de 100 metros de altura. En breve comienza el territorio del canton suizo de los Valles (Valais). La via remonta desfiladeros espantosos, orillando el cerro estupendo de la Gran-Gradería (Le Gros-Perron), base del pico que tiene el nombre de «Cabeza-Negra.» El camino, abierto á pico en la inmensa roca sobre el borde de abismos que amedrentan, pasando hasta por un socavon tallado laboriosamente, hace mucho honor á los Suizos, que manifiestan sumo interes por las vias de comunicacion. Al volver un recodo del desfiladero se encuentra la union de las estrechas gargantas ú hoyas del Agua-Negra y del Trient, riachuelo que desciende del extremo setentrional de los nevados que forman la cadena del Monte-Blanco.

Dos horas despues, cuando se ha salvado el cuello de Forclaz (á 1,516 metros de altura), el viajero pierde de vista esa gran cadena de nevados que queda atras, al sur; los bosques de abetos desaparecen de la via totalmente; las áridas gargantas, los peñascos, abismos y torrentes profundos se alejan; el panorama que se ofrece á los ojos del viandante es enteramente distinto del que ha contemplado con recogimiento: es risueño, apacible y grandioso al mismo tiempo.

La Saboya ha terminado, y el país suizo, lleno de encanto y majestad, desarrolla sus contrastes de ricos y complicados valles y montañas colosales y abruptas. Es el canton vallesino el que allí cautiva las miradas.

El canton de los Valles ó Valais está comprendido entre dos grandes cadenas de los Alpes: la que al sur continúa la del Monte-Blanco y, partiendo límites entre Italia y Suiza, va á bifurcarse en las alturas que médian entre Gries, Fibia, y Mutthorn, separando allí á los cantones del Tesino, los Grisones y los Valles, y la que al norte se desprende del nudo colosal de montañas llamado Diechterhorn, donde tiene sus fuentes el Ródano, y con el nombre general de «Alpes Berneses» va á terminar con una de sus ramificaciones en los contrafuertes de los Diablerets, cerca del lago Leman, entre los cantones de Valles y Vaud. La vasta hoya intermediaria de esas grandes cadenas es la del alto Ródano, que abarca en su totalidad al Canton de que me ocupo. Su territorio es de una hidrografía y orografía tan bifurcadas ó complejas, que en realidad es un conjunto de 41 valles mas ó ménos considerables, surcados por rios todos convergentes hácia el valle central del Ródano. Esa multiplicacion de contrafuertes, valles y rios casi paralelos entre sí y perpendiculares á la línea del Ródano, haciendo juego con las estupendas montañas que sirven de elemento generador del sistema orográfico, le da al canton de Valais, visto desde las alturas, el aspecto mas variado, interesante y pintoresco. Ese canton, que es el tercero de la Confederacion por su extension territorial, numera unos 90,800 habitantes y mide una longitud de 178 kilómetros, de oriente á poniente, por una latitud de 17 kilómetros, de sur á norte.

El Valais es relativamente uno de los cantones pobres de la Confederacion, y bajo un aspecto el ménos afortunado. Exclusivamente agrícola como es, carece de industria y de comercio propio; si bien su desarrollo económico va siendo ya notable, á virtud del ferrocarril que, partiendo de las orillas del lago Leman y remontando el curso del Ródano, llega ya hasta Sion (la capital del Canton) y será continuado hasta salir á la alta Italia por la via del Simplon. No muy tarde se podrá ir de Paris á Milan en ferrocarril, al traves de todas las montañas de Suiza (el Jura, los Alpes, etc.) y de las de la alta Italia. Las viñas ó la produccion de vinos, suaves en lo general, constituyen la base de la agricultura vallesina, y en segundo lugar los cereales, las legumbres y frutas, algunos granos y las modestas crias de ganado vacuno.

El canton de los Valles es, por desgracia, el país clásico del coto y el idiotismo, enfermedades horribles, sobre todo la segunda, que tienen allí los mas aflictivos caracteres. Acaso esa espantosa calamidad (porque en el mundo todo es una cadena de compensaciones) es la causa principal de las virtudes que distinguen á los Vallesinos. El sentimiento de caridad y fraternidad es allí profundo, y el espíritu de dulce y benévola hospitalidad es proverbial y comun. El triste espectáculo de los idiotas (cretins) séres que, si fuese permitida una frase grosera y que puede parecer impía, podrían ser designados con el nombre muy exacto de huevos movidos de la especie humana; ese espectáculo, digo, es profundamente doloroso para el observador filántropo. Esos séres nacidos para la inaccion, fetos hasta la hora de la muerte, en quienes todas las facultades del alma y del corazon parecen ausentes ó en eterno sueño, como si Dios les hubiese negado su inefable soplo, y en cuyas masas inertes el sol mismo parece ser impotente para producir una emocion, han provocado naturalmente una tierna solicitud muy propia para perpetuar las mas dulces inclinaciones. La necesidad de asistir y cuidar á esas criaturas sin vida, como bienaventuradas, y la humildad de carácter que el coto y el idiotismo han inspirado á los pacíficos habitantes del Valais, han alimentado allí las ideas piadosas, las costumbres benévolas, las tradiciones llenas de poesía religiosa, la sencillez en los gustos, la modestia en todas las aspiraciones, y cierta tendencia al ascetismo y la beatitud contemplativa, que dan á las poblaciones una fisonomía particular.

Donde quiera se ven en los caminos públicos, á cortas distancias, dos objetos que llaman mucho la atencion, revelando la índole de los Vallesinos: nichos de piedra establecidos á la vera del camino, conteniendo pequeños altares con Cristos y estatuas de la Vírgen ó de santos, cuajados de votos ó reliquias y guirnaldas de flores y muy venerados por los paisanos; y al lado del nicho sagrado, ó por lo ménos de una cruz, una fuente bien conservada ó una canal de abeto al aire libre, que lanza sobre algun receptáculo de piedra ó madera un hermoso chorro de agua cristalina y deliciosa. El nicho ó la cruz revela el sentimiento profundamente religioso de aquellas gentes; la fuente indica la prevision caritativa, en beneficio del viandante y sus caballerías.

Hasta hace poco tiempo las gentes de los campos alimentaban ciertas preocupaciones groseras que les eran muy nocivas. Creian, por ejemplo, que el nacimiento de un idiota en la familia era una verdadera felicidad, una muestra de la proteccion divina, puesto que el idiota alejaba del hogar muchas calamidades y nacia condenado á purgar con su miserable estupidez é inaccion los pecados de toda la familia. Así, los paisanos léjos de procurar la extirpacion de la enfermedad la sostenian. Hoy esas preocupaciones ó han desaparecido totalmente en algunos lugares, ó en otros se han debilitado tanto que en breve estarán extinguidas. El tráfico con los extranjeros y los demas habitantes de Suiza, el desarrollo dado á la enseñanza primaria y las vias de comunicacion, los esfuerzos hechos por la autoridad pública y las sociedades filantrópicas á fin de extirpar las dos enfermedades, y el despertamiento moral que se va produciendo en esas poblaciones, á virtud de las instituciones democráticas que rigen al Canton y exigen el concurso activo de todos los ciudadanos, van combatiendo con muy buen suceso aquellas calamidades. Ellas son de orígen complejo, puesto que las causas no solo existen en la exposicion de los lugares á los vientos frios de los nevados, la naturaleza de las aguas y del aire atmosférico y un vicio tradicional ó hereditario en la constitucion orgánica, sino tambien en el desaseo, la vida sedentaria y las preocupaciones.

La historia del canton de Valais (cuyo último dominador extranjero fué Napoleon) es poco interesante, aunque las luchas de sus partidos han sido bien tormentosas y sangrientas, á causa de la tenacidad de los anteriores obispos y señores feudales en mantener sus privilegios, monopolios y tiranía, excluyendo al pueblo del bienestar y del gobierno. La constitucion enteramente democrática del Canton data de 1839, y no obstante la reaccion aristocrática de 1844, pasajera, el país continúa regido por instituciones liberales y hombres amigos de la democracia. Agregaré que las lenguas que se hablan en el Canton son la francesa y alemana, bastante alteradas ó convertidas en dialectos ó patués.

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Al descender del cuello de Forclaz hácia la llanura de Martigny, el espectáculo que se domina con la vista es tan grandioso como pintoresco. Al frente se ven las complicadas serranías de los Alpes berneses, cubiertas de abetos ó praderas en sus faldas, ó mostrando algunos flancos y picachos desnudos, y en cuyas mas altas eminencias brillan como coronas de diamante los nevados de «Diablerets, Arbelt, Strubel, etc.» En el fondo se ve el valle del Ródano, violentamente truncado en ángulo recto, y los valles convergentes del «Dranza»,rio que desciende de la cadena suizo-italiana y desemboca en el Ródano cerca de Martigny,y del Trient, que sale de entre su laberinto de montañas salvajes á engrosar el mismo Ródano un poco mas abajo de la confluencia del Dranza. Por último, al derredor y bajo el paso mismo del viajero, se desarrolla una vasta complicacion de faldas muy accidentadas que ofrecen tres órdenes superpuestos de vegetacion y de paisajes: arriba, en las crestas de los cerros, espesos bosques vírgenes de abetos y pinos, cuya tinta oscura tiene una severidad casi solemne; en el centro descienden, en cien planos inclinados, estrechas hondonadas, vallecitos risueños y lucientes planicies entrecortadas, bosques de avellanos silvestres, hayas y otros árboles de las alturas inferiores, é innumerables huertos y plantaciones de nogales, castaños, cerezos, perales y otros muchos árboles frutales, cultivados entre sementeras de heno, lino, papas y legumbres variadas, árboles que, ora sombrean el camino alineados en calles interminables de tupidas bóvedas, ora se muestran dispersos en mil grupos irregulares, dando á la campiña la mas pintoresca variedad en las formas y las tintas de la vegetacion.Abajo, en fin, se extienden los viñedos tapizando vastas extensiones, tanto en las colinas y faldas mas vecinas á los valles como en estos mismos, salpicados de villas y aldeas del mas gracioso y original aspecto.

Despues de atravesar la pequeña villa (bourg) de «Martigny», de poco mas de 1,000 vecinos, situada al pié de una montaña y de las ruinas soberbias de un antiquísimo castillo feudal, la via gira enteramente por la llanura del valle del Dranza. Al cabo de veinte minutos el viajero va á reposarse en «Martigny-la ciudad» de los ardores del sol y las fatigas de una marcha de diez horas hecha á discrecion de la mazorral mula. Esa pequeña ciudad, la segunda localidad del Canton, cuenta apénas unos 1,100 vecinos. Se halla situada al pié de la serranía que separa los valles del Ródano y el Dranza y casi en la confluencia de los dos rios, en el centro de una alegre, fértil y bien cultivada llanura. No obstante la originalidad que se nota en la estructura de sus casas y los puentes vecinos, la ciudad de por sí no ofrece interes ninguno, sino como centro del movimiento agrícola del bajo Valais.

Dos horas despues tomamos un tren del ferrocarril, recientemente inaugurado entónces, que conduce á las márgenes del Leman. La campiña es notablemente variada. Dominado y estrechado el valle por los contrafuertes de las dos opuestas serranías, que bajan casi hasta tocarse en San-Mauricio por los estribos del grupo del Mediodía y el de Morcles, donde quiera se ofrece el bello contraste de los inmensos murallones alpestres, de severo aspecto y vegetacion sombría; los grandes derrumbes que surcan las faldas de los cerros; el curso atropellado del Ródano, cuyas cenicientas aguas desbordan sobre la llanura pedregosa, produciendo pequeñas ciénagas, y las alegres plantaciones de todo género en cuyo fondo se destacan numerosas aldeas, no sin gracia en su aspecto, pero desnudas de interes. La bella cascada de Pissevache, producida por el torrente ó riachuelo de Sallenche, que se despeña con estrépito entre gargantas salvajes, llama la atencion por sus formas caprichosas. Mide la caída 64 metros de elevacion, y su espectáculo es de muy agradable efecto sobre la llanura.

San-Mauricio, villa antiquísima y de aspecto enteramente feudal, con 1,250 habitantes, es la única localidad que llama la atencion en todo el trayecto de Martigny al puerto de Boveret en el lago Leman.

Algunos excursionistas muy aficionados á ciertas antiguallas suelen detenerse allí para ver algunas curiosidades de poco valor. En ese punto el ferrocarril se bifurca, con el Ródano de por medio: la línea de la ribera izquierda va á terminar en Boveret; la de la márgen derecha, que es muy reciente, sigue su curso por Bex, Aigle y Villeneuve, costea la ribera setentrional del Leman, por Verey, y sigue por Losana en direccion á varios cantones de la Suiza central y occidental. Un vapor nos condujo, en momentos en que una recia tempestad amenazaba en el lago, de Boveret á Vevey, ciudad interesante y curiosa del canton ó Estado de Vaud.

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CAPITULO VI.

EL CANTON DE VAUD.

Territorio y poblacion del Canton.Su historia;sus instituciones; sus producciones;sus institutos.La ciudad de Vevey y su panorama.Objetos interesantes y curiosos.


Si el lector ha acogido con benevolencia el plan que me he propuesto seguir al trazar los rasgos principales de los cantones suizos, en lo moral y material, me permitirá que antes de hablar de las tres ciudades principales de Vaud, que tuve ocasion de visitar, indique brevemente las condiciones características de esa pequeña pero muy interesante república confederada.

El territorio de Vaud (en aleman Waadtland ó Waadt), que es por su extension el cuarto en la Confederacion, pertenece en su mayor parte á la region intermedia ó de alti-planicies ondulosas del centro de Suiza. Limitado del lado meridional por la convexidad del lago Leman, su extremo superior arranca en el valle del alto Ródano, y el inferior toca en los límites de Ginebra, extendiéndose desde las alturas de los Alpes berneses, en la nevera de Diablerets, hasta las del Jura, en las cimas de Mont-d'Or y Dôle, de la frontera francesa. Ese territorio tiene los mas irregulares contornos, partiendo límites en el alto Ródano y los Alpes con los cantones de Valles y Berna, y en la planicie central, al E., N. O, y N., con el de Neuchâtel.

Aunque dentro del Canton existen en totalidad tres pequeños lagos, uno de ellos (el de Joux) de segundo órden, los mas interesantes para Vaud son los de Leman, Neuchâtel y Morat, en que tiene una parte muy considerable de riberas. Mide el territorio vaudense, en su mayor longitud, 100 kilómetros, de N. E. á S. O., encerrando una área de 3,850 kilómetros cuadrados. En su suelo, sumamente risueño y fértil y admirablemente cultivado, llama mucho la atencion la baja y pequeña cadena de montañas del Jorat. Esta, con sus graciosas inflexiones, determina no solo el sistema hidrográfico del Canton, sino tambien las mil ondulaciones pintorescas de los vallecitos y colinas, los planos inclinados y montuosos y las entrecortadas planicies de la parte central del país. Esa cadena, destinada por la naturaleza á mantener el equilibrio entre dos grandes sistemas hidrográficos, nace en Vevey casi sobre la orilla del lago, lo costea siguiendo la direccion E. O. hasta adelante de Losana, y luego se dirige al N. O., apartándose del Leman, hácia Sarraz, al pié de los primeros contrafuertes del Jura. De ese modo, el Jorat es el lazo de union trasversal entre los Alpes berneses y los montes jurásicos.

Bellísima por sus formas y vegetacion,que ofrecen donde quiera los mas risueños paisajes,la cadena del Jorat, cuya elevacion alcanza rara vez á 1,000 metros, es interesante por la demarcacion á que da lugar en la agricultura, y por la separacion que produce entre las aguas que vierten sobre el lago Leman, para ir al Mediterráneo, y las que tienden hácia la hoya del Aar para descender por el Rin al mar del Norte, en direccion absolutamente opuesta. El rio Venoge que, como sus tributarios, nace en las montañas del Jura y afluye al Leman, entre Morges y Ouchy, es el único centro hidrográfico de alguna consideracion que corresponde á la hoya del Ródano. Al lado opuesto de los montes de Jorat corren: el Orbe, cuyas aguas son la base principal del lago de Neuchâtel, y el Broya (Broye), que riega los cantones de Vaud y Friburgo, forma el pequeño lago de Morat y afluye luego al de Neuchâtel. El Sarina, centro hidrográfico de Friburgo, riega tambien una pequeña parte de Vaud en la region montañosa de los Alpes berneses.

Si en las extremidades del Canton, es decir en las montañas alpinas y jurásicas, la composicion geológica, la vegetacion, la agricultura, la ganadería, la industria y las costumbres tienen respectivamente las condiciones comunes á las altas regiones de Suiza, en la parte central, doble regazo de los montes del Jorat, todo tiene un aspecto que alegra la vista y seduce al viajero,todo sigue las leyes físicas y económicas de las planicies secundarias. Allí se manifiesta la vida en todas partes, llena de poesía, frescura y lozanía.

El territorio está naturalmente dividido en tres regiones que tienen su aspecto y vegetacion particulares. En la montañosa, principalmente del lado del Jura, se ven ricos prados naturales, poblados de pastores, ganados, queserías y chalets, y de extensos y espesos bosques de pinos, hayas y abetos explotados para el comercio de maderas. En las faldas y planicies ondulosas del sistema jorático, innumerables plantaciones de tabaco, cereales, lino y cáñamo, plantas oleaginosas y medicinales, crias de excelentes caballos, y bellísimos bosques ó huertos de árboles frutales muy aprovechados, tales como la higuera, el almendro, el olivo, el castaño, el manzano y el nogal. Por último, sobre la ribera del Leman (y en parte sobre las de los lagos de Neuchâtel y Morat) se extiende una ancha faja de mas de 50 kilómetros de longitud, cuyo suelo se compone de colinas suaves y planos inclinados hácia el lago; faja enteramente cubierta de viñedos innumerables y salpicada de villas ó pequeñas ciudades, aldeas, caprichosos caseríos y graciosas quintas ó habitaciones campestres. Es sobre esa larga faja que demoran casi todos los centros de poblacion mas importantes, cuyos campanarios, casas y terrazas se miran en el límpido y azul espejo del Leman. La explotacion de bancos de sal gemma y fuentes saladas y de ricas minas de asfalto, mármoles, hierro, piedras importantes, azufre, hulla y otras sustancias, le da tambien al Canton, en notable proporcion, el carácter de minero[14].

[14] Se hace tambien en las montañas un considerable cultivo de genciana, sustancia que se destila y exporta en gran cantidad.

La poblacion de Vaud, que en 1837 era de 183,582 individuos, y en 1850 de 199,575, subió en 1860 á 213,606. Cerca de la vigésima parte se compone de ciudadanos de otros cantones y unos 3,500 extranjeros. La religion reformada ó calvinista es la que profesa la inmensa mayoría de los habitantes, en términos que solo cuatro pequeños distritos son principalmente católico-romanos, no excediendo su número de unos 7,000 en todo el Canton y de 400 el de los judíos. Si bien se hablan algunos dialectos en que entran mas ó ménos las lenguas francesa y alemana y algunas palabras de idiomas indígenas extinguidos, el frances es el idioma social y oficial de los Vaudenses. Sinembargo, no es difícil distinguir por el acento la diferencia entre un habitante del país y un frances.

La poblacion de Vaud se distingue por su moralidad, su amor á la paz y el trabajo, su carácter dulce y honrado, su espíritu de investigacion, independencia personal, fraternidad ilustrada y liberalismo democrático. Admira realmente la calma y sinceridad de conciencia con que el pueblo vaudense delibera y resuelve, reunido en comicios, sobre los intereses públicos, y el entusiasmo perseverante con que se sostienen allí, en todas las ciudades y villas, numerosas asociaciones científicas, literarias, industriales, patrióticas, etc., que gozan de plena libertad y ejercen fecunda accion sobre el progreso moral, intelectual y material. Los ferrocarriles y caminos, la navegacion de los lagos, las escuelas populares, los colegios, museos y bibliotecas, los institutos de caridad, beneficencia, crédito y economía, y cuantos pueden distinguir á una sociedad civilizada, son atendidos con gran solicitud por las autoridades y los ciudadanos, y no hay progreso que no encuentre acogida simpática entre los Vaudenses, dignos émulos de los Ginebrinos.

La historia de Vaud tiene mucha analogía con la de Ginebra: la misma sucesion de conquistas y dominaciones bajo los Romanos, los Bárbaros, los Francos y Burguiñones, los condes de Saboya, los obispos y condes del país, y los Franceses desde 1798 hasta 1814. Sinembargo, Vaud estuvo sometido en los últimos siglos (de 1536 á 1798) á la dominacion de Berna, que no llegó á pesar sobre Ginebra. La revolucion francesa independizó al país de Vaud respecto de Berna, haciéndolo figurar en diversas combinaciones de Napoleon. Así, de 1798 á 1803 fué primero República lemánica; despues hizo parte de la República rodánica (bajo la proteccion francesa), y al cabo fué Canton independiente confederado á Suiza. Su constitucion con este carácter data de 1803, ratificada luego por los tratados de 1815. Por lo demas, los Vaudenses han sido poco belicosos, como lo indica la ausencia de fortificaciones en sus principales ciudades, excepto en Losana (donde las han demolido) y en la pequeña ciudad interior de Romont.

La poblacion vaudense está muy esparcida en los campos y en pequeñas ciudades, aldeas y distritos, circunstancia que explica bien el esmero con que están cultivadas todas las campiñas, graciosamente salpicadas de casas de labor y alegres quintas.

El Canton está dividido en 19 circúitos político-judiciales, 60 círculos electorales con jueces de paz, y 388 distritos ó comunes con municipalidad, aparte de las aldeas que, por su pequeñez, carecen de personalidad política. Así, el término proporcional es de unos 500 habitantes por distrito.

Los centros político-sociales mas importantes del Canton son diez, de los cuales siete corresponden á la hoya del Ródano y tres á la del Aar ó el Rin. Los primeros son:

Losana, ciudad algo industrial, que cuenta cerca de 20,500 habitantes.

Vevey, centro muy fabril y comercial, con 5,500.

Morges, ciudad comercial, con 3,500.

Bex, situada en el valle del Ródano y notable por sus salinas, con 3,200.

Nyon, con 2,600, y Rolle con 1,400 en la ribera del Leman.

Villa-nueva, con 1,300, puerto importante del extremo oriental del lago y punto de escala para el comercio que toma la via que conduce de Ginebra á Milan por el Simplon.

En las comarcas interiores solo tienen importancia algunas pequeñas ciudades: Iverdun, con 3,800 habitantes, situada en el extremo meridional del lago de Neuchâtel, notable como punto de escala comercial y de la navegacion por vapor; Moudon, con 2,450 vecinos, una de las mas antiguas ciudades de Suiza, y Romont, plaza fortificada (con 1,250) muy frecuentada por los agricultores á causa de sus férias de ganado y caballos.

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El canton de Vaud estuvo en 1814 á punto de perder su autonomía, y para salvarla hubo de hacer el sacrificio de algunas libertades.

Hasta 1830 conservó su primera constitucion cantonal, pero la impulsion dada al movimiento liberal en Europa por la revolucion francesa de julio, provocó en Vaud una reforma democrática exigida por el pueblo en masa. Con todo, la reforma de 1831 pareció mas tarde insuficiente, y en 1845 una nueva revolucion hizo surgir la constitucion vigente hoy que es completamente democrático-republicana[15].

[15] En 1861 se ha votado una importante reforma constitucional mas avanzada aún en el sentido democrático.

Conforme á ella todos los hijos ó vecinos permanentes del Estado, de edad de 23 años, son ciudadanos y ejercen la soberanía en comicios ó asambleas, ó eligiendo sus representantes. El pueblo se ha reservado el poder constituyente y solo delega la autoridad legislativa, ejecutiva y judicial, en los negocios generales. En los distritos que tienen ménos de 600 habitantes, ejerce el poder administrativo y legislativo propio un Gran-Consejo, enteramente patriarcal y democrático, que se compone de todos los jefes de familia mayores de 25 años. En los distritos de mayor poblacion, la autoridad legislativa es confiada á un Consejo comunal de eleccion popular, compuesto de 25 á 100 vecinos; y la administracion y policía están a cargo de una municipalidad presidida por un sindico.

Los circúitos en que se divide el Estado son administrados por prefectos. El poder legislativo cantonal reside en un Gran Consejo, compuesto de 195 miembros elegidos popularmente por los círculos, el cual se reune en Losana dos veces por año en sesiones ordinarias, sin derecho á remuneracion. Los poderes de los representantes duran cuatro años. El Gran Consejo nombra los diputados á las Cámaras de la Confederacion y los altos funcionarios, entre estos los 9 miembros del Consejo de Estado, que ejerce el poder ejecutivo por períodos de seis años. Esos 9 consejeros deben salir del seno del Gran Consejo, y ellos nombran anualmente de entre sí el presidente ó jefe del gobierno. El órden judicial está bajo la dependencia del cuerpo legislativo. El Estado atiende á todas sus necesidades con un presupuesto anual de unos 550,000 pesos.

En Vaud están abolidas desde hace algunos años las penas de muerte, trabajos forzados en presidio, vergüenza pública y confiscacion. El sistema penitenciario es enteramente análogo al de Ginebra, y el bello panóptico de Losana es el primero que se ha fundado en Europa. Los vaudenses y demas residentes gozan de la mas amplia libertad de religion, publicidad, instruccion, locomocion, asociacion, etc. Excepto las vias de comunicacion y la enseñanza pública gratúita, que el Estado sostiene, las manifestaciones de la actividad social pertenecen á la iniciativa privada. Es tan grande el interes que allí se tiene por el progreso de la instruccion pública que casi no hay una ciudad que no tenga su biblioteca bien surtida, su museo y muchos institutos y colecciones importantes. Hay en el Estado cerca de 800 escuelas primarias, 10 colegios comunales y 22 escuelas secundarias, unas clásicas y otras politécnicas. Allí se mira con particular atencion la ciencia económica, y no ha muchos meses[16] que Losana reunió un congreso y un concurso de economistas europeos para combinar el mejor sistema de impuestos. Es muy pequeña en el Estado la minoría de los individuos que carecen de alguna instruccion.

[16] En 1861.

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De las localidades de Vaud en que tocamos, tres nos llamaron particularmente la atencion y á ellas reduciré algunas rápidas observaciones.

Vevey, donde desembarcamos al atravesar el Leman desde Boveret, es una ciudad tan graciosa por su estructura, su admirable situacion y sus bellos paisajes de las cercanías, como interesante por su movimiento social. Arrancando desde la ribera misma del lago, en cuyas ondas baña sus pequeños muelles, sus elegantes quintas, terrazas y jardines y los muros de muchas de sus casas, se extiende primero sobre un terreno llano de poca extension y luego trepa por en medio de viñedos y huertos hasta la colina que la domina, la cual sirve de asiento á la catedral de San-Quintin y varias obras de un antiguo castillo, limitados por una gran terraza que sombrean frondosos olmos y castaños. Al pié de los muros que sostienen la ciudad del lado del lago se balancean en las ondas numerosos barquichuelos barnizados con vivos colores, y de todas partes se levantan mil rumores llenos de poéticas armonías. El hotel mismo de las «Tres-Coronas» en que nos alojamos, extiende sus terrazas elegantes hasta el lago, repletas de flores y arbustos, entre otros el naranjo, el jazmin y el habano de hojas lanceoladas, plantas que crecen al aire libre y en plena tierra, como en los climas meridionales.

Vevey, rodeada de ondulosas colinas y lindas laderas, y en cuyas cercanías son numerosos los bellos puntos de vista y agradables paseos, ofrece uno de los mas encantadores panoramas que se pueden imaginar, sobre todo si se la contempla desde la terraza ó la encumbrada torre de San-Quintin, monumento gótico de estilo muy sencillo y severo. Al pié se desarrolla la ciudad como un jardin de los mas variados contornos y colores; despues se extiende el vasto lago, tranquilo y murmurante, lleno de luz y poesía y surcado por numerosos vapores, buques de vela y barcas y faluchos de remos, y limitado en su márgen meridional por la barrera abrupta, rocallosa y severa por su sombría vegetacion, que forman las montañas de Saboya ó de la antigua provincia de Chablais. En la ribera misma, al pié de esas montañas, se ven las pequeñas localidades de Meillerie y San-Gingolfo (donde comienza la nueva frontera de Francia), puertos dominados por los contrafuertes y las altas cimas del Diente-de-Oche y Chaumeny. Mas léjos se levanta el magnífico grupo nevado del Diente-del-Mediodía y detras y al S. E., en un inmenso horizonte de colosos de granito, las inextricables y estupendas montañas que forman las cadenas del Monte-Blanco y el San-Bernardo. Nada mas majestuoso en su género que esas montañas empinadas casi verticalmente sobre el lago, cubiertas de bosques seculares y sombríos, con algunas praderas naturales en las estrechas faldas, salpicadas de numerosísimos chalets ó casas de pastores que de léjos parecen microscópicas moradas de animales alpestres.

Si se torna la mirada á derecha é izquierda, sobre la costa misma de Vevey, se ve donde quiera un enjambre pintoresco de casas de campo y viñedos entrecortados por cercas de palos, y sostenidos en anchos anfiteatros de muchos escalones por pretiles ó muros de construccion sólida y sencilla que impiden los derrumbes del terreno. Aquello es una inmensa ola de sarmientos que las brisas encrespan, y cuyo verde claro hace el mas gracioso juego con el azul turquí resplandeciente del lago y las lejanas tintas oscuras de las montañas. Es imposible no sentirse profundamente seducido por los encantos de ese incomparable panorama, lleno de risueña poesía, de promesas de amor y dulce movilidad en su conjunto y sus pormenores. No es, pues, extraño que Vevey sea en Europa una de las residencias predilectas de los extranjeros que viajan en solicitud no de los placeres del juego, las vanidades del lujo y las emociones violentas, sino de la calma de la naturaleza, la dulzura del clima y los goces moderados y delicados. Baste decir que Vevey ha sido visitada con delicia por Voltaire y J. J. Rousseau, Byron y Víctor Hugo y mil viajeros eminentes.

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Aquella ciudad sorprende bajo el punto de vista social, no solo al hijo de las comarcas solitarias ó salvajes de Colombia sino tambien á los habitantes de las capitales europeas. En Europa, en lo general, una localidad de 5,000 habilantes es un átomo; y sinembargo, son muchas las ciudades de 25 á 30,000 vecinos que carecen de verdadera cultura. En Suiza, donde, á excepcion de las montañas, todo es pequeño, gracioso y esmerado, las pequeñeces valen mucho y los pormenores son todo. Es ciertamente admirable hallar en la modesta ciudad de Vevey, de poco mas de 5,500 habitantes, un gran número de institutos y todas las comodidades de la vida, que regularmente no se encuentran sino en las grandes ciudades muy avanzadas en civilizacion. Si las condiciones físicas del país han favorecido ese desarrollo, no puede negarse que la libertad individual y colectiva, la bondad de las instituciones y el espíritu de independeneia y dignidad que engendra el calvinismo, aliado á las generosas cualidades de la raza francesa, son las causas principales.

En efecto, Vevey contiene, entre otras cosas interesantes: dos bibliotecas, la una religiosa y popular y la otra de la ciudad, con 13,000 volúmenes; un número muy considerable de colegios, escuelas, hospitales, hospicios y otros institutos de enseñanza y beneficencia; varios pequeños museos ó colecciones científicas, literarias y artísticas; tres círculos, con gabinetes de lectura; muy buenos edificios para todos los servicios públicos; excelente alumbrado de gas, muelles y mercados; centenares de talleres y pequeñas fábricas, y una multitud de sociedades que atienden á los intereses literarios, religiosos, económicos, etc. Son muy notables entre ellas las de mosqueteros, arcabuceros y carabineros, que se ejercitan en el tiro,instituciones esencialmente nacionales y muy interesantes por su carácter político-social en Suiza, donde cada ciudadano es un soldado en reserva y las montañas hacen vivir al cazador.

Vevey no solo es un centro de primer órden en el Estado, en la produccion y exportacion de vinos (blancos y muy suaves, del género Champaña), sino que es notable por la explotacion de mármoles y otros objetos minerales, la fabricacion de relojes, joyas y máquinas, el comercio de maderas y la cria de gusanos de seda. Asi, aunque por su poblacion es la segunda ciudad vaudense, es la primera por su industria y comercio.

Entre las asociaciones libres de Vevey hay una que, ademas de ser curiosa por las tradiciones y costumbres que mantiene, da la medida del interes que allí se toma por la agricultura, y de la fecundidad del espíritu de asociacion: hablo de la Abadía de los Viñadores, congregacion muy antigua de los cultivadores de viñas y propietarios mas interesados en ellas. Teniendo por divisa las palabras Ora y trabaja, su objeto no es otro que el de favorecer la prosperidad de las viñas y sus cultivadores. Así, todos los años envia comisionados á recorrer minuciosamente los viñedos del distrito, y en virtud de sus informes la congregacion discierne premios á los cultivadores que mas se distinguen y toma las medidas necesarias para mejorar el cultivo, ensanchar el comercio de vinos veveisinos y extirpar toda enfermedad ó mal que pueda atacar á los viñedos. No es ménos curiosa la Fiesta de los viñadores, que estos celebran cinco ó seis veces en cada siglo, en las épocas de grandes cosechas,fiesta que, según nos contaron, ofrece las mas singulares escenas de costumbres, y tiene cierto carácter pagano que la hace muy original en la época presente.

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CAPITULO VII.

VAUD Y NEUCHATEL.

Losana y sus cercanías.Sus monumentos é institutos.De Losana á Iverdun.Iverdun.El lago de Neuchâtel.El Canton.Su historia.Sus instituciones y productos.El régimen comunal.La ciudad de Neuchâtel.Un panorama suizo.


El sol de la tarde brillaba con melancólica hermosura sobre las crestas de las montañas jurásicas y el lago y las campiñas riberanas, cuando nos embarcamos en el vapor Aigle y nos dirigimos hácia el puerto de Ouchy, costeando la ribera setentrional. Las brisas rizaban las ondas del lago, resplandeciente y lleno de murmullos deliciosos, como agitaban las guirnaldas de tupidos sarmientos en los viñedos de la costa; y en el fondo de ellos, á 100 metros de distancia, vimos destacarse cinco ó seis pueblecitos ó aldeas llenos de gracia en sus pormenores, y como descendiendo de sus suaves colinas en pintoresco desórden, para bañar en el lago los festones y las terrazas de sus alegres casitas. Cada uno de esos pueblecitos parece el original de uno de esos pesebres ó nacimientos tan populares en las sociedades españolas en el mes de Navidad.

Ouchy, pequeño caserío de la ribera, sombreado por hermosas arboledas y rodeado de quintas elegantes, jardines y parques, es el puerto de Losana. Allí mismo, ó á muy corta distancia, existió la antigua Lausanium, destruida en el año de 563 por el choque violento de las aguas del lago, producido por la caída de una montaña en la ribera opuesta. Los habitantes, aterrados, buscaron el sitio mas alto de la comarca vecina y en él fundaron á Losana, con increíble capricho, á tres kilómetros de distancia de Ouchy. Un ómnibus nos condujo inmediatamente á esa ciudad, por un amplio camino, que en realidad es una inmensa calle orillada por quintas suntuosas y terrazas, parques de espeso follaje y jardines cargados de perfumes.

La ciudad, cortada en el fondo por dos arroyos que se juntan en profundas ramblas, demora sobre tres colinas y sus faldas interiores y estrechos vallecitos intermedios. Así sus formas son tan irregulares y complicadas que llegan hasta la extravagancia. Sus calles, casi todas estrechas, oscuras, tortuosas y muy pendientes, forman un laberinto de cuestas que obligan á subir ó bajar en todo caso. No ha mucho la comunicacion entre las calles de las tres colinas era muy lenta y penosa; pero luego el magnífico puente Pichard (que reposa sobre una doble arcada y mide 180 metros de longitud, de una colina á otra), algunas calles que faldean esas colinas y los hermosos caminos de ruedas y paseos exteriores, han mejorado mucho la ciudad y facilitado el movimiento de las gentes y de los carruajes.

Nada mas extraño que el contraste que ofrecen los primorosos contornos de Losana (donde todo respira alegría y el horizonte se abre en derredor lleno de encantos), contornos que son enjambres de jardines y elegantes quintas, y el aspecto interior de la ciudad, feo y repelente en lo general, á pesar de algunos graciosos edificios modernos. Losana se compone de tres partes muy distintas, que revelan su orígen ó la época de su fundacion: la una, la mas alta, es la Cité ó Ciudad propiamente dicha, donde se establecieron en la edad media el obispo y los canónigos. Allí se hallan la Catedral, el antiguo palacio episcopal y el castillo fuerte de los viejos tiempos, ya desmantelado y trasformado. El aislamiento del pequeño mundo clerical era tan completo, que una muralla separaba la ciudad ó fortaleza eclesiástica del barrio aristocrático y el mercantil ó plebeyo. En aquellos tiempos en que la iglesia era militante y cada obispo un soberano mas ó ménos poderoso, el templo tenia por lo común el aspecto ó la posicion de una fortaleza, y cada canónigo tenia el aire de un combatiente.

Los nobles edificaron sus residencias sobre la colina de Bourg (la Villa), miéntras que los negociantes y plebeyos, los verdaderos ciudadanos, se establecieron en la ladera de San-Lorenzo y las honduras pantanosas de la Palud, formando el arrabal ó faubourg, es decir la falsa-villa. De ese modo, como dice un autor muy entendido en la materia, regían simultáneamente en la triple ciudad tres derechos: el canónico en la ciudad; el germánico en la villa noble; y el derecho popular ó revolucionario, preludio de la democracia, en los arrabales de la vecindad ó burgosía, organizados en numerosas cofradías, según las industrias, y regidos por las libertades conquistadas palmo á palmo en la lucha tenaz contra los señores feudales, y no pocas veces contra el alto clero tambien.

La reunion de las tres partes de Losana no se efectuó sino en 1481, y poco despues la ciudad entera se constituyó segun los principios de todas las ciudades libres de Suiza, gobernada por un gran consejo y aliada con Berna y Friburgo. Mas tarde la muralla divisoria desapareció enteramente, y así como la reforma religiosa niveló el derecho de las conciencias, nobles y plebeyas, las revoluciones políticas pusieron al pueblo en posesion de su soberanía.

En Suiza, país tan visitado por los excursionistas europeos, se encuentra á cada paso algun sitio que conserva el recuerdo de uno ó mas personajes célebres. Asi, el hermoso hotel Gibbon en que nos hospedamos, y cuya situacion es muy feliz para contemplar el panorama del Leman, ocupa el lugar de un antiguo jardin donde el ilustre historiador inglés de aquel nombre escribió, según afirman, en 1787, las últimas páginas de su bella «Historia de la decadencia y ruina del imperio romano». Voltaire se encantaba con su residencia en Losana, y allí se reunieron con frecuencia muchos hombres ilustres, tales como Fox, Mercier, Raynal, Servan, Brissot y Zímmermann. El extraordinario Byron, el bardo atrevido inspirado por la terrible musa del resentimiento y del orgullo herido, escribió, según cuentan, en dos dias, detenido en Ouchy, su magnífico poema del «Prisionero de Chillón.»

Si el tránsito por las calles interiores dé la ciudad es desigual y desapacible, á causa, de las subidas y bajadas, la tristeza de las callejuelas tortuosas y el aspecto poco agradable de la generalidad de los edificios, muy al contrario, el espectáculo que se domina desde los puntos culminantes de las colinas es encantador, sea que se abarque con la vista la extension del lago y de las montañas que lo rodean, coronadas á lo léjos de nevados, sea que se torne la mirada en derredor de la ciudad misma, por su risueño término, ó en direccion á los graciosos montes del Jorat. Todo ese país circunvecino forma un admirable paisaje, comprendido entre aquellos montes y el lago, repletos de viñedos y otras plantaciones y salpicado en todas partes de jardines y parques, huertos de simétrica verdura, quintas que reposan sobre elegantes terrazas, é innumerables casitas campestres que parecen desgranadas de los pueblos vecinos.

Losana tiene pocos monumentos importantes como obras históricas y de arte superior, pero no carece de todo interés bajo ese aspecto. Una gradería de 300 escalones de piedra, pendiente casi como una escala, conduce del centro de la ciudad á la cima ó pequeña alti-planicie donde tienen su asiento la Catedral, el Colegio académico (especie de Universidad cantonal), el viejo Castillo, resto de construcciones feudales, donde reside el Consejo de Estado, y las «Casas cantonales», donde se reune el Gran Consejo y funciona el Tribunal del Estado. Amigo como soy de las comparaciones y de buscar la significacion de los contrastes, confieso que me sentí encantado al recorrer esa pequeña alti-planicie, en cuyos edificios veia la prueba del progreso humano y de los triunfos de la democracia.

En efecto, la historia entera de los pueblos parece concretarse en la coexistencia actual de aquellos edificios. La catedral, símbolo del cristianismo, subsiste allí despues de nueve siglos, y representa la renovacion de las sociedades y la inmortalidad de los principios esenciales del cristianismo, puesto que, habiendo sido en sus primeros siglos catedral católico-romana, el pueblo la convirtió en catedral reformada, sin mas operacion que la de suprimir las imágenes y algunos símbolos. El templo queda siempre venerable, porque representa la libertad de la conciencia humana en su culto de adoracion al Ser Supremo, El castillo feudal, fundado para sostener la dominacion despótica sobre los pueblos, es hoy el asilo de otro poder, de un Consejo que ejerce la autoridad basada en la ley, inspirada por el derecho común, limitada por el deber y la opinion. Los bastiones y las otras obras de la antigua fortaleza clerical, donde un tiempo reinara la autoridad que se llamaba infalible y monopolizaba el saber, han desaparecido para dar lugar al Colegio académico, símbolo de la libre discusion y de la universalidad de la luz intelectual. En fin, ese pueblo que en un tiempo se viera reducido a sus pantanos del fondo de Losana, ha luchado sin tregua, y al fin, escalando la colina «sagrada», ha plantado en la cima su bandera y edificado su palacio, donde legisla el Gran Consejo en nombre de la soberanía, la libertad y la igualdad del pueblo.

La catedral es considerada con razón como una de las mas hermosas de Suiza, lo que no es mucho decir, sinembargo, porque ese país no brilla, en la generalidad de sus ciudades, por los monumentos de arquitectura superior. Sus mejores monumentos son sus montañas y sus lagos, donde el Suizo se manifiesta pastor y fabricante, libre, independiente, laborioso, honrado y sencillo. Aquella catedral, fundada en el año 1,000, construida en el siglo XIII y reconstruida en parte a principios del XVI, ofrece en sus formas y adornos el contraste de varios estilos de arquitectura gótica, Su mayor elevacion es de 60 metros, por 93 de longitud, y su forma es la de cruz latina, tan usada en las catedrales de la edad média. En una de sus torres (la que esta completa) contiene los archivos del Estado, y en el interior del templo se encuentran no pocas bellezas de escultura y algunas curiosidades históricas. Desde lo alto de la terraza (á 47 met. de altura sobre el suelo del templo) dominada por el beffroi ó torre-atalaya, se contempla uno de los mas bellos panoramas de Suiza.

En la parte baja de la ciudad se encuentra la Casa municipal, y no léjos de ella el Hospital cantonal, edificios importantes pero sin interés artístico. Losana es notable por sus numerosos institutos de enseñanza, beneficencia, etc., y entre los primeros es muy digno de atencion el mencionado Colegio académico. Este contiene cerca de 50,000 volúmenes en dos bibliotecas (la una cantonal y la otra de los estudiantes), un excelente gabinete de física, el museo cantonal (bien provisto y ordenado), la escuela normal, etc. Como se ve, la pintoresca Losana, cuyos habitantes muy simpáticos se distinguen por su moralidad y amabilidad, es bien digna de ser la capital de uno de los mas prósperos y estimables Estados de la Confederacion, que puede figurar como un modelo en Europa.

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De Losana a Iverdun el ferrocarril recientemente construido toca en cuatro ó cinco pequeñas localidades ó estaciones que carecen de todo interés; pero gira por en medio de campiñas pintorescas y risueñas (cortando los montes del Jorat) cuyo aspecto hace muy gratas las pocas horas del trayecto. Es un país accidentado por multitud de pequeñas colinas y suaves ondulaciones, que determinan una sucesion caprichosa de llanuritas y vallecitos llenos de lozanía, poblados de huertos, diversas plantaciones y bosques productivos, en cuyo fondo se destacan muy graciosamente las casas campestres del estilo peculiar de Suiza.

Se echa de ver que el bienestar reina en esas campiñas, al reparar la dulce y contenta fisonomía de los campesinos, la pulcritud y propiedad de sus vestidos, la belleza candorosa de las mujeres, la robustez algo rubicunda de los niños, el órden y holgura de las habitaciones, y el esmero con que son cultivadas las tierras. Y esas gentes, realmente sencillas, nada tienen de rústicas sinembargo: saben leer, escribir y calcular, en lo general, comprenden sus derechos y deberes civiles y políticos, y tienen esa conciencia de su personalidad que les viene de la libertad, del trabajo independiente y de las prácticas sencillas y austeras de la religion reformada. En el seno de esas poblaciones laboriosas el sacerdote es un hermano, un verdadero pastor, porque no domina ni explota las conciencias, tiene instruccion sólida, vive modestamente, sin aspiraciones políticas, ni á ser canónigo ni obispo, es padre de familia, y como tal sus intereses están en perfecta armonía con los de los ciudadanos.

Iverdun demora sobre la márgen derecha y una pequeña isla del Orbe, á muy corta distancia de la desembocadura de ese pequeño rio en el lago de Neuchâtel y al extremo de una fértil y bien cultivada llanura. Esa ciudad ha adquirido notable incremento de pocos años acá, a causa del ferrocarril que la comunica con Losana, Morges y Ginebra, que se acaba de ligar con otro que de allí gira por Neuchâtel en direccion á Solera y Basilea. Como la ensenada que forma el Orbe es el puerto de los vapores y las barcas de remolque ó vela que navegan el lago, el movimiento comercial de Iverdun es considerable. Compónese la ciudad de tres grandes calles paralelas, en su parte principal, y solo es notable en cuanto á su estructura por las formas extrañas y el color amarillento de las casas, y un antiguo castillo feudal flanqueado en sus cuatro esquinas por torreones de severo aspecto.

Iverdun esta rodeada de hermosas arboleda y paseos, y así tan pequeña como es (con solo 3.800 habitantes) se distingue por la posesion de una biblioteca pública, un colegio, un hospital, varias escuelas y casas de educacion y varios institutos de beneficencia y economía. En Suiza no hay una ciudad, por pequeña que sea, que no poseacomo las mejores pruebas de civilizacion, fraternidad é interes por la cosa públicaestos elementos: una ó mas bibliotecas públicas, museo mas ó ménos surtido y ordenado, caja de ahorros, colegio, numerosas escuelas, hospital y hospicio. En vista de esto es fácil comprender por qué el pueblo suizo es uno de los mas honrados, libres é instruidos que se conocen, relativamente á la estrechez de su territorio, lleno de obstáculos, inhabitable en mucha parte y encerrado entre montañas en el centro de Europa.

Iverdun conserva piadosamente la memoria del célebre Pestalozzi, fundador del método de enseñanza primaria mas popular y fecundo: hombre pobrísimo (como casi todos los grandes benefactores) cuya vida fué una serie de actos de abnegacion en obsequio de la infancia ignorante y desvalida. Fué en esa humilde ciudad donde Pestalozzi ensayó y probó durante muchos años la excelencia de su método; y todavía subsiste allí una casa de educacion dirigida por uno de sus discípulos.

En Iverdun nos embarcamos á bordo de un bonito vapor para surcar el lago hasta Neuchâtel. Sus ondas de color verde claro son bellísimas, aunque no comparables con las del Leman. La ribera del lado derecho ó N. E. es triste y desapacible, y en sus rocas abruptas y elevadas, de estratificacion caliza, que las ondas golpean con violencia, se ve casi reinar la soledad, porque los puertos son rarísimos y la poblacion escasa. Pero del lado S. O. el aspecto de la ribera y las colinas y montañas circunvecinas es pintoresco y animado. Por allí gira el ferrocarril de Neuchâtel, cuya construccion ha exigido en muchos trechos costosos trabajos de mina en las rocas, ó nivelaciones entre las ondas del lago. Desde sus playas cascajosas el terreno se levanta en planos inclinados y muy ondulosos, enteramente cubiertos de viñedos; pequeñas y graciosas poblaciones lo salpican[17] situadas sobre la ribera, y luego, elevándose en una sucesion de colinas mas ó ménos empinadas y rocallosas, va á confundirse con las montañas del Jura, cuyos mas bajos estribos y contrafuertes bajan hasta el lago mismo arrojando por sus hondas ramblas algunos arroyos. Esas montañas tienen un aspecto infinitamente ménos majestuoso que las alpinas, siendo mas bien risueñas por sus menudas formas y vegetacion variada.

[17] La mas notable es la villa de Grandson, perteneciente á Vaud, que tiene 1,500 habitantes.

El lago de Neuchâtel (en aleman Neuenburger-See) da riberas á cuatro cantones circunvecinos: Vaud, Neuchâtel, Berna y Friburgo; mide 27 kilómetros de longitud de sur á norte, por 6 de anchura, y contiene de área 242 kilómetros cuadrados. Su profundidad es considerable, pero no excede de 150 metros; y es muy notable por sus frecuentes y violentas borrascas, bastante peligrosas para la navegacion porque son casi siempre repentinas y los puertos carecen de abrigo.

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Antes de hablar de la ciudad de Neuchâtel, una de las mas graciosas de Suiza (aunque casi todas demoran á orillas de lagos ó de rios, en situacion muy pintoresca), resumiré las mas importantes nociones relativas al Canton ó Estado. El territorio neuchâtelés se extiende en su region baja sobre las dos terceras partes de la ribera occidental del lago, y siguiendo la orilla izquierda del rio Thiele, que es el desaguadero de aquel, abarca una pequeña porcion de la ribera tambien occidental del vecino lago de Biena (Bienne), que es en cierto modo la reproduccion reducida del de Neuchâtel. De resto, el Canton se extiende sobre las tres cadenas paralelas del Jura, y aunque contiene algunos estrechos valles intermedios es esencialmente montañoso. Parte límites al O. con Francia, al S. con el canton de Vaud, al N. con el de Berna, y al E. tiene el lago de por medio respecto del canton de Friburgo. Su mayor longitud es de 43 kilómetros, su mayor latitud de 20, y contiene en su área 7,678 kilómetros cuadrados. La poblacion del Canton alcanzó en 1860 á 87,847 habitantes, incluyendo unos 15,000 suizos de otros cantones y mas de 3,000 extranjeros, la mayor parte franceses. La igualdad de lengua y religion (francesa y reformada) hace que Neuchâtel, Vaud y Ginebra formen un grupo de pueblos completamente análogos. En todos tres domina plenamente en las instituciones el radicalismo democrático, la industria es homogénea en tres de los ramos principales (fabricacion de relojes, produccion vinícola y corte de maderas), y las costumbres y el carácter y espíritu de los habitantes los hacen muy análogos. En realidad se pudiera definir á los Ginebrinos, Vaudenses y Neuchâteleses, llamándolos: Franceses serios. Si la religion reformada les ha inspirado el espíritu de independencia personal y creencia razonada y profunda, la república democrática los ha fortalecido en el amor á la libertad y el horror por el tutelaje oficial.

La historia del canton de Neuchâtel (Castillo-nuevo, nombre derivado de su orígen feudal) es tambien análoga á la de Ginebra y Vaud, en cuanto á los Francos, el antiguo reino de la segunda Borgoña, las luchas con los condes de Saboya y los Berneses, etc. A virtud de enlaces de familia de los antiguos dominadores de Neuchâtel y Valengin, la casa francesa de Orleans-Longueville poseyó el país como suyo hasta el principio del siglo XVIII. Extinguida entónces esa familia, presentáronse muchos pretendientes, y entre estos el pueblo neuchatelés (ya que por entónces ninguno podia vivir sin señor) tuvo el acierto de escoger al mas lejano, y por lo mismo el ménos, temible: el rey de Prusia, Federico I. Esta dinastía dominó suavemente el principado hasta el principio del presente siglo, en que hubo de cederlo al imperio frances. Napoleon, que entre otras habilidades tenia la muy famosa de regalar Estados y pueblos como cajas de tomar rapé, dispuso del país (en 1805) para constituírle un patrimonio al mariscal Berthier. El tratado de 1814 le dió á Neuchâtel-Valengin un carácter mixto, haciéndolo entrar en la Confederacion helvética como Estado ó Canton libre, y devolviéndolo en su gobierno interior al rey de Prusia. Desde esa época hasta 1848 gozó de una constitucion bastante liberal y benéfica; pero el interes de la independencia arrastró al pueblo neuchâtelés á la revolucion general de ese año; no sin que ántes, en 1831, hubiese estallado una insurreccion que fué reprimida por los Prusianos.

El pueblo se dió en 48 una constitucion democrática ó radical, y aunque el rey de Prusia continuaba llamándose príncipe de Neuchâtel y reclamando sus pretendidos derechos (anulados por el mismo pueblo que se los concediera en 1707) la independencia del Canton era efectiva de hecho y tenia que serlo. En 1857 se suscitó una grave cuestion diplomática que amenazó producir la guerra entre Prusia y Suiza; pero las grandes potencias intervinieron, Francia ofreció su mediacion, y aunque el rey de Prusia conserva su vano título de «príncipe de Neuchâtel,» como otros se llaman «reyes de Jerusalem,» la absoluta autonomía del Canton, como Estado federal, quedó reconocida. El pueblo votó directamente la Constitucion en 1858, y esta rige en el país á satisfaccion de sus habitantes.

Conforme á ella el pueblo es soberano, y se gobierna por sí en los negocios comunales y por el sistema representativo en los generales del Canton, siguiendo reglas análogas á las de Ginebra y Vaud. Todos los ciudadanos son hábiles para los empleos públicos, están sujetos al servicio militar y soportan las contribuciones con igualdad proporcional. La Constitucion abolió las antiguas regalías de los señores feudales, sin perjudicar á los propietarios de tierras, así como los títulos, privilegios y distinciones nobiliarias. Todos los ciudadanos son iguales ante la ley, y la Constitucion les garantiza la libertad absoluta de religion y culto, el derecho de peticion, asociacion, uso de armas y libre establecimiento en el Canton, la libertad de la prensa y la seguridad individual, con el domicilio, la correspondencia y la propiedad inviolables.

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El canton de Neuchâtel es esencialmente fabricante, en términos que su fabricacion es una de las mas valiosas del mundo, relativamente á su poblacion y territorio. En efecto, el Canton fabrica en sus tres centros principales, anualmente, cerca de 300,000 relojes de oro, plata, acero, etc., y un número muy considerable de péndulos, cronómetros y otros instrumentos análogos y de música, física y matemáticas. Tiene ademas numerosas fábricas de papel, telas de algodon impresas, cuchillería, artículos de hierro y cobre, encajes, guantes y otros objetos de bonetería. La sola industria de relojería (introducida en el país en el siglo XVII) ocupa á cerca de 11,000 obreros. La pequeña ciudad de Chaux-de-Fonds produce por sí sola mas de 250,000 relojes; el resto es fabricado en Locle y Neuchâtel.

En seguida de la fabricacion figuran en considerable valor los productos de las viñas (vinos blancos muy suaves y estimados), de la extraccion de maderas en los extensos bosques de las montañas (pinos, abetos, hayas y encinas), de la cria de ganados muy apreciables, en las praderas naturales, y del cultivo de cereales, árboles frutales, etc. El comercio es activo, y el Canton no solo tiene la navegacion de los lagos y buenas carreteras, sino que mantiene comunicaciones hácia Francia y los demas cantones por medio de cuatro ferrocarriles.

Los principales centros del Canton, como he indicado, son: Neuchâtel, la capital, que cuenta unos 10,300 habitantes,ciudad donde tiene su foco el pequeño partido conservador ó aristocrático; Chaux-de-Fonds, con 14,500, (bonita ciudad que es el centro del radicalismo y de la prensa activa del Canton, y el que sostiene mas extensas relaciones con Francia), y Locle, que tiene 8,800 habitantes. Así, tres localidades nomas reunen el 38% de la poblacion cantonal, hecho que se produce en mayor ó menor proporcion en todos los Estados manufactureros ó fabricantes, donde es inevitable la concentracion de grandes masas de obreros, sobre todo cuando las tierras son escasas ó están en pocas manos. La altura de esas tres ciudades es muy diversa: así, la de Neuchâtel sobre el nivel del mar es de 480 metros en su parte mas alta; miéntras que Locle y Chaux-de-Fonds, situadas en la region montañosa, tienen respectivamente 921 y 1,000 metros de elevacion.

Locle fabrica principalmente relojes y encajes. Chaux-de-Fonds es una ciudad de considerable movimiento y que no pocas veces ha sido el asilo, como Ginebra, de franceses proscritos. Allí se oye sin cesar el ruido de mil martillos y todo es actividad en los talleres y forjas. Acaso sus mayores progresos y su rara perfeccion y prontitud en la fabricacion dependen principalmente de la division del trabajo, llevada allí hasta sus últimas consecuencias. Cada obrero trabaja en una sola operacion, mas ó ménos sencilla, de manera que un péndulo ó reloj representa el concurso de centenares de obreros. Estos trabajan en sus casas por tarea, con taller ú obrador propio, sin descuidar á sus familias y aprovechando el concurso de estas. Su independencia personal es tan evidente como su moralidad. Y sinembargo de esa independencia y division, como un reloj se compone de tan numerosas piezas, su complicacion misma establece la solidaridad ó comunidad de intereses de todos los obreros. Acaso uno de esos relojes es la mejor manifestacion de esa verdad profunda de la armonía de las cosas y las sociedades, que concilla y hace coexistir perfectamente la personalidad del hombre y la solidaridad social, donde quiera que la libertad permite y favorece la plena accion de esa ley de la naturaleza.

En efecto, de esa situacion resulta en Chaux-de-Fonds este hecho notable: que en todo caso una crísis comercial ó industrial afecta igualmente á todos los empresarios y obreros, haciendo comun la desgracia, lo mismo que en los años de prosperidad la ventaja es comun. De ese modo el capital no puede dar la ley al salario, ni viceversa, y sus relaciones son las del interes legítimo fundado en la libre competencia y la independencia y dignidad del trabajo.

Es aquí el caso de indicar un rasgo característico de muchos de los cantones, ó casi todo el pueblo suizo, que ofrece el medio de dulcificar la situacion del obrero en los tiempos de crísis. En Suiza la organizacion política ha seguido el movimiento lógico y natural de las leyes que presiden á la conglomeracion social,muy al contrario de Francia y otras naciones donde el Estado, absorbiéndolo todo, ha hecho del distrito (que es la realidad) una ficcion puramente administrativa, y de la nacion una causa en vez de un efecto. En Suiza, el comun ó distrito es mas que la base fundamental de la sociedad política, es la sociedad misma. Los distritos, gozando de su autonomía primitiva y natural, se han aglomerado para fortalecerse, formando el Canton ó Estado, y no para limitar ó abdicar su vitalidad propia. Los cantones, despues de muchos años y aun siglos de plena soberanía, armonizando sus intereses bajo el punto de vista de la nacionalidad, se han confederado para estrechar y simplificar sus relaciones, asegurar cierta solidaridad y hacerse respetar como una potencia. Pero en realidad la vida del ciudadano suizo está en el distrito comunal. Es allí donde él se siente realmente soberano (en su parte respectiva), adherido á la sociedad por derechos, deberes é intereses, y miembro activo de una confraternidad.

Los derechos y deberes políticos que se refieren á la Confederacion son comunes en toda ella, sin distincion de domicilio; pero el suizo de Zuric, Berna ó Ginebra, aunque ligado al de Chaux-de-Fonds por esos vínculos, es realmente extraño á la comunidad neuchâtelesa, en tanto que no acepta el compromiso local. Allí el vecino comunal es mucho mas que el ciudadano confederado, porque los vecinos constituyen verdaderamente Una familia. Cada cual tiene el deber de la residencia ordinaria, de servir al distrito de cierto modo, contribuir constantemente para el fondo comun de socorros ó aseguros mutuos. Y cada cual tiene el derecho, en caso de enfermedad, invalidez, miseria ó falta de trabajo, de obtener la proteccion directa y eficaz de la comunidad. Así, cada uno de esos distritos es en rigor y por sí solo una república democrática, libre en su vida interior, al mismo tiempo que una asociacion de aseguros mutuos; sin que eso obste para que los ciudadanos se interesen vivamente por la prosperidad del Canton y la Confederacion.

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La ciudad de Neuchâtel, situada en la desembocadura del Seyon, demora en la falda de una montaña considerable y montuosa que es uno de los mas grandes contrafuertes de la cadena oriental del Jura, y se levanta en graciosos anfiteatros, despues de cubrir una angosta faja de terreno llano sobre la ribera del lago. Pocas ciudades he conocido en Europa tan pintorescas y llenas de capricho como Neuchâtel, que algunos comparan por su situacion á Nápoles. Ceñida en la ribera por lujosas arboledas, que al mirarse en las ondas sombrean las playas y terrazas, y coronada en la parte superior por las guirnaldas de sus lindos jardines y los tupidos festones de sarmientos, parece una ciudad de casas de baños y de recreo sembrada en el fondo de un jardin, rica en colorido y arrullada por los rumores del lago y las brisas generosas de las montañas que la dominan.

Y sinembargo, si se observan los rasgos particulares, recorriendo el interior, se encuentran dos tipos diferentes. En la parte llana, á lo largo de la ribera, hallais alegres puertos á donde llegan numerosos barquichuelos; en uno de aquellos humean las chimeneas de los vapores y se amontonan las barcas veleras y de remolque, repletas de mercancías. Allí veis calles espaciosas, limpias y bien niveladas, casas elegantes, bonitos hoteles, edificios monumentales, tiendas vistosas y cafés bulliciosos, en fin, la ciudad moderna y confortable. Si echais á andar hácia los arrabales, encontrareis las calzadas que sirven de carreteras y paseos, orilladas por bellísimas quintas en que el gusto artístico de la arquitectura hace juego con la magnificencia de los jardines y la gracia de los pequeños parques.

Si penetrais en la parte antigua, que arranca en la base misma de la montaña y se eleva en desiguales escalones, encontrareis calles de severo aspecto, callejuelas tortuosas y pendientes, construcciones de estilo semi-gótico, los talleres de la industria, fuentes tradicionales de extraña forma y coronadas por gigantes de piedra muy característicos, representando soldados del siglo XV armados hasta los dientes. En fin, en la cima de una colina rocallosa, el viejo castillo feudal, curioso monumento establecido en el siglo XIII por uno de los condes Bertoldos, y casi á su lado la catedral (la fortaleza del clero), edificio de estilo gótico del segundo período, fundado en el siglo X y reconstruido en el XII.

Aparte de esos monumentos curiosos, Neuchâtel tiene varios modernos que son bien estimables por su arquitectura y su objeto. Citaré entre estos la hermosa Casa municipal, el Hospital de la ciudad, el de Pourtalès (del nombre de su fundador), de servicio universal, el Templo-nuevo y el Gimnasio. Este contiene el colegio cantonal y un bellísimo museo particularmente curioso por sus colecciones suizas de historia natural, en que los animales figuran en la actitud de la vida y según sus costumbres. Esa pequeña ciudad (que ha producido artistas muy notables, como Calame, Moritz y Osterwald, especial en la construccion de panoramas en relieve) contiene colecciones particulares de pinturas que son muy estimables; y se hace notar ademas de lo que llevo indicado, por sus dos bibliotecas públicas, su escuela normal, su excelente caja de ahorros, las sociedades Bíblica y Filarmónica, y numerosas escuelas gratúitas y establecimientos de beneficencia y crédito.

Para tener idea completa de la hermosura de aquellas comarcas, nada mejor que la ascension á la cumbre de la montaña de Chaumont, que se eleva hasta 1,772 metros sobre el nivel del mar, ó sea 1,340 sobre el del lago. Una pequeña tartana tirada por una guapa yegua nos condujo por la excelente carretera que faldea el cerro caracoleando hasta la cumbre y se prolonga por el fondo de un valle hasta Chaux-de-Fonds. Hasta una altura muy considerable la carretera gira estrechándose poco á poco, por entre espesos bosques de abetos y pinos colosales, en cuyo fondo sombrío no se ve sino interminables columnatas de mástiles desnudos bajo la alta capa de verdura que los rayos del sol no pueden penetrar. De trecho en trecho se rasga la espesura del bosque, dejando columbrar por pequeños espacios el admirable panorama que se desarrolla al N. N.-E.; pero apénas se tiende la mirada para contemplarlo cuando el inmenso cortinaje de verdura vuelve á cerrarse, y en vez de los nevados y montañas, los lagos y lejanos valles y planicies entrevistos por un segundo, torna á rodearlo á uno la tupida floresta de pinos, abetos, hayas y pequeñas encinas. Hácia la cumbre el bosque disminuye y se aclara, y las pequeñas praderas de pasto natural se desarrollan como hermosas alfombras, salpicadas de lindas flores de mil matices y bosquecillos de avellanos enanos, y se aspiran con infinita delicia las brisas de las montañas, cargadas de aromas desconocidos.

La escena que se contempla desde el sitio mas encumbrado de Chaumont, llamado la Señal, es tan magnífica, tan vasta y soberanamente bella, que casi es imposible describirla. Al Occidente se alzan las cadenas del Jura, cubiertas de rica vegetacion y altas praderas, entrecortadas por risueños valles de esmerado cultivo, entre los cuales es perfectamente visible de un lado el de Ruz ó el Seyon. Al S., N. y E. se contempla el prodigioso almácigo de nevados y montañas colosales que se extiende desde el Monte-Blanco hasta el Titlis, es decir la mas espléndida region de los Alpes, casi todo el canton de Vaud y la parte inferior del de Berna que se llama el Oberland (país alto). Al N. y N.-E. se registra toda la region de planicies accidentadas y bajas montañas que ocupan los cantones de Berna, Solera, Argovia, Lucerna y Friburgo,país del mas pintoresco y variado aspecto, que tiene el Aar como centro hidrográfico. Y en el fondo, al pié de la gran montaña, se admira la belleza serena de los lagos de Neuchâtel, Biena y Morat, cuyas riberas, pobladas de viñedos, aldeas y cortijos, tienen tintas de un verde melancólico, y en cuyas ondas, rizadas por el viento é incendiadas por el sol de la tarde, se alcanzan á ver como nubes flotantes los vapores, y como mariposas las blancas velas de las barcas que navegan allí.

Aquel panorama inmenso tiene todas las condiciones que constituyen la hermosura compleja, todos los contrastes posibles en la naturaleza europea: la grandeza y la pequeñez, la majestad imponente y el encanto, la fuerza y la suavidad, la luz esplendorosa y las sombras profundas, los colores alegres y las tintas melancólicas, la tristeza del invierno eterno de los hielos y el brillo de la vegetacion del verano, las maravillas de la mano de Dios y las pruebas del genio y la actividad del Hombre.... La Suiza entera parece desarrollar todas sus galas y todos sus horrores naturales en ese cuadro compuesto de millares de paisajes. Tal es la hermosura del espectáculo que la noche nos iba sorprendiendo en la cumbre de Chaumont, cuyo admirable mirador no se quisiera abandonar. Es tan dulce olvidarse á veces del mundo y entregar el alma y los sentidos á la sola contemplacion y el amor supremo de la naturaleza!...

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CAPITULO VIII.

EL CANTON DE FRIBURGO.

La diligencia suiza.Los tres lagos hermanos.Morat.Geografía del Canton;su historia;sus instituciones.Panorama de Friburgo.Sus monumentos y curiosidades.La hermita de la Magdalena.


Estábamos listos para continuar nuestra excursion, dirigiéndonos de Neuchâtel á Berna por la via de Morat y Friburgo, cuando el clarin del postillon nos avisó que la diligencia iba á partir. En Suiza el servicio de postas y diligencias por las carreteras está monopolizado por los gobiernos federal y cantonales, según la naturaleza de la via. Cada canton tiene sus carreteras y trenes propios de diligencias, que giran de frontera á frontera ó combinadas por tratados. Como los trayectos que hay que recorrer de unas ciudades á otras son tan cortos, las diligencias se suceden y renuevan en cada capital, y los vehículos (como lo requieren las fuertes ondulaciones de un territorio tan montañoso) son mucho ménos incómodos y voluminosos que los que se usan en España, en Italia y otros países.

Ninguno de los rasgos característicos de la diligencia española, esencialmente barbara, se encuentra en la de Suiza. Dos ó tres hermosos caballos indígenas, fuertes, robustos y pacientes, componen el tiro, y los atavíos son ligeros y graciosos. El postillon sobre todo es un tipo curioso por su actitud y uniforme oficial, en que parecen amalgamarse el militar y el arlequín. Un pantalon estrecho, de paño azul con franjas amarillas, que llega hasta las rodillas y se ajusta bajo dos grandes botas charoladas; un chaleco de paño amarillo ó rojo, sobre el cual va una chupa de cola microscópica, forrada con anchas solapas y con puños de color rojo y enormes botones de metal reluciente; un sombrerito de charol ó fieltro, de copa larga, estrecha y puntiaguda y con adornos; un larguísimo foete, y un clarin terciado al costado, componen el vestido y los arreos del príncipe de la diligencia suiza. Ese curioso uniforme, que provoca á reir, contrasta con el aire militar y seriote del rechoncho personaje, quien desde lo alto de su trono ambulante se anuncia al llegar á las localidades ó salir de ellas, y en las estaciones de relevo, con los toques agudos de su clarin y los prolongados traqueteos de su foete que producen extraños ecos en las montañas y los bosques de la via.

Por lo demas, el postillon suizo, que comprende que su individuo es un funcionario público, se hace notar por su amabilidad, su inteligencia en la conduccion del vehículo y la regularidad de todos sus actos, exentos de brutalidad. El funcionario suizo es así en todas las escalas: atento, comedido, lacónico, íntegro y fiel á su consigna. Hay en su regularidad y precision algo que recuerda al soldado (porque en Suiza todo el mundo está obligado al servicio militar); como hay en su porte comedido algo que mantiene el tipo del ciudadano libre, educado por el principio de la igualdad.

La carretera, despues de salir de Neuchâtel por un arrabal poblado de bellas quintas y alegres jardines, costeando la ribera del lago en direccion al N., tuerce al N.-E., atraviesa el rio Thiele (arteria de reunion entre dos grandes vasos del organismo hidrográfico del país), corta el estrecho istmo pantanoso que média entre los lagos (de Neuchâtel y Biena) y comienza á remontar, en direccion al E., una sucesion de planos inclinados y colinas montuosas, casi despuntando el extremo septentrional del lago de Morat. Excepto en la parte llana del istmo, expuesta siempre á inundaciones, el cultivo de la viña es casi exclusivo en las riberas poco elevadas de esos lagos. El horizonte es allí extenso y melancólico, sobre todo á la luz crepuscular de la tarde, que produce en los tres lagos un reflejo suave, cuya poesía incita á dejar vagar el espíritu en el mundo de los ensueños dulcemente tristes.

Los tres lagos, que tienen entre sí mucha analogía de aspecto, son navegados por vapores, barcas y faluchos. El de Biena (Bieler-See), casi todo contenido en territorio bernés, tiene la particularidad de su graciosa isla de San-Pedro que ilustró con su residencia el inmortal utopista Juan Jacobo, en 1765. La longitud del Biena no excede 14 kilómetros por 3-1/2 de latitud, con 434 metros de altura sobre el nivel del mar y 70 de profundidad. Risueño por el color de sus aguas y el aspecto de sus riberas pintorescas tapizadas de viñas, en cuyo fondo se destacan, como suburbios caprichosos de algunas localidades, numerosos grupos de bonitas casas campestres, el lago es sinembargo severo y majestuoso en la region inferior de su cuenca, por el soberbio semicírculo, abrupto como un inmenso y colosal baluarte, que forman las montañas del Jura del S.-O. al N.-O. El lago de Morat (ó Murten-See), separado del de Neuchâtel apénas por una montaña y algunos planos ondulosos, mide solo 7,795 metros de longitud, 3,186 de latitud, 52 de profundidad y unos 23 kilómetros de circunferencia. En él son riberanos solamente los cantones de Friburgo y Vaud. Al abarcar con la mirada el conjunto de los tres lagos, no se puede ménos que notar la íntima fraternidad que los enlaza en un sistema. Tal es el carácter del mayor número de los lagos de primer y segundo órden que se encuentran en Suiza. Unos engendran á otros, multiplicando la vida y los encantos de la naturaleza. No es de extrañar que el pueblo suizo imite con sus instituciones y costumbres la variedad y la fraternidad de la naturaleza. Allí todo es diverso, y sinembargo todo armoniza y se enlaza como los grupos admirables de los Alpes y el juego primoroso de su hidrografía.

Es sobre la márgen derecha ú oriental del lago Morat que demora la villa ó pequeña ciudad del mismo nombre (de unos 1,800 habitantes), construida sobre una colina en su parte superior. La parte baja ó riberana es industrial y mercantil. La alta tiene un aspecto curioso y original, por sus calles de arcadas macizas, oscuras y pesadas, sus casas de estructura antigua, semi-feudales, y sus fuentes de historia secular, análogas á las de Neuchâtel. Morat es de orígen antiquísimo y muy ligado á tradiciones heróicas, y célebre por la famosa batalla que ganaron en sus cercanías, en junio de 1476, los confederados de Berna, Friburgo, Basilea y otras comarcas, contra el poderoso ejército de Cárlos el Temerario,batalla que aseguró la independencia de esos pueblos respecto de los duques de Borgoña. Una columna de piedra erigida en 1822 por la república friburguesa consagra en el centro mismo de su campo la memoria de esa batalla, de tan fecundos resultados para los Suizos.

Morat es el centro de la minoría de reformados que hay en el canton de Friburgo. La noche cubrió con sus vagas sombras el paisaje (porque la luna estaba velada por espesas nubes) cuando atravesábamos aquella comarca, donde la diligencia rodaba por entre tupidos bosques de hayas y praderas y mieses. Buen trabajo nos costó el hacernos abrir un hotel en Friburgo, á las diez de la noche, cuando bajamos de la diligencia. En esa ciudad, donde los jesuitas y los frailes han impreso su profunda huella, todo tiene en las costumbres como en los edificios el tipo de lo feudal y monacal. Se trabaja poco y se duerme bastante, y en todos los pormenores de la vida se encuentra el sello de lo vetusto y la autoridad del hábito.

El canton de Friburgo, que es el 8° de la Confederacion, por su poblacion y extension territorial, cuenta hoy mas de 106,000 habitantes [18], y su área contiene 1,435 kilómetros cuadrados. Su territorio, cuya longitud es del S.-E. al N.-O., se halla contenido entre los de Berna y Vaud y dividido en tres porciones muy desiguales. La masa principal, de área continua, está surcada en su centro por el bello y pequeño rio Sarina, casi de extremo á extremo, y arranca desde los contrafuertes ó terrazas ásperas de los Alpes berneses. Las otras porciones, muy pequeñas, están enclavadas en el territorio vaudense, y una de ellas es tambien riberana del lago de Neuchâtel. Exceptuando la comarca montañosa que se extiende hácia el Oberland bernés, el territorio de Friburgo (cuya hoya del Sarina va á confundirse con la del Aar) se compone de planicies ondulosas y entrecortadas, estrechos vallecitos y una complicada sucesion de bajas colinas pobladas de alegres y tupidos bosques (pinos, abetos, hayas, etc.) y de planos inclinados cubiertos de prados naturales y sementeras. Es un país admirablemente pintoresco, donde toda la grandiosidad de las regiones montañosas está reemplazada por la gracia de las ondulaciones y la belleza suave de una vegetacion intermediaria.

[18] En 1851 tenia 99,801, de los cuales eran católico-romanos 87,753 y los demas reformados ó calvinistas.

El Sarina y el Broya, los rios principales, son apénas navegados por pequeños botes, balsas y canoas. El comercio de tránsito es considerable; no faltan en el Canton algunos establecimientos industriales (molinos, aserríos de madera, cervecerías y tenerías) y es notable la produccion de sombreros de paja indígena ó italiana, muy elegantes y ligeros. Con todo, el Canton es principalmente agrícola. Aparte del cultivo de granos, legumbres, tabaco, frutas y plantas filamentosas, y el corte de maderas, la riqueza principal consiste en las viñas, las crias de ganados (de muy buena calidad) y la fabricacion de los excelentes y afamados quesos de Gruyères y otras clases.

La poblacion friburguesa se compone de dos razas, mas ó ménos mezcladas, que se sirven de los dos idiomas respectivos, aunque degenerados. El frances es la lengua oficial; pero el que hablan las gentes en el uso familiar es tan vicioso como su aleman. En realidad ninguna de las lenguas domina totalmente, pues el dialecto aleman llamado welsch predomina en las ciudades de Friburgo y Morat y sus campiñas y distritos, miéntras que el dialecto frances llamado romanche es el del resto de la poblacion, particularmente en las ciudades y villas. En cuanto á las razas, aunque su orígen se presta á discusiones, como el de todas las razas europeas, la latina ó franco-suiza (75 p. 100) y la germánica (25 p. 100) están allí reunidas, pero fraternizan y se han mezclado tanto que, aunque el canton de Friburgo es el que demarca la geografía de las dos razas en Suiza, en una línea que gira desde las montañas de los Grisones hasta las del Jura en Berna, es muy difícil determinar la zona en que terminan las razas que pueblan los cantones del Tesino, Valles, Vaud, Ginebra, Neuchâtel, Friburgo y parte de los Grisones y Berna, y la que ocupa los demas cantones de la Confederacion.

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Se puede decir que toda la historia del canton de Friburgo (Villa-libre) está, como la del de Ginebra, concentrada en la capital. Las épocas de los Romanos y Bárbaros no han dejado en el país sino tradiciones oscuras ó tristes. Fué en el siglo XII que, bajo la autoridad superior del imperio de los Francos, á la cual estaba sometido el país como parte de la Borgoña trasjurásica, los duques de Zaehringen resolvieron crear un sistema de ciudades libres que resistiese á la ambicion y las depredaciones de los nobles salteadores llamados señores feudales. Con tal fin fué fundada Friburgo en 1179, con privilegios especiales de ciudad libre, pero feudataria del imperio, como su nombre lo indica, bajo una constitucion análoga á la de Colonia. La poderosa ciudad de Berna nació de la misma aspiracion, siendo de notarse la semejanza de posicion de Friburgo y Berna, ámbas ocupando inexpugnables penínsulas formadas por rios profundos y dotadas de fuertes medios de defensa estratégica.

Hasta la mitad del siglo XV Friburgo estuvo dominada primero por sus fundadores y despues por el imperio germánico, sucesor del de los Francos, y principalmente por la casa de los Habsbourg. Así figuró en las guerras contra Berna y los Confederados Suizos. Aquella casa le devolvió su libertad; pero en breve cayó Friburgo, como insolvente, en manos de los condes de Saboya, sus acreedores. La guerra emprendida por Cárlos el Temerario dió lugar á que Friburgo se aliase con los patriotas suizos y recuperase su independencia con la victoria de Morat. En 1481, agrandada con diversas adquisiciones, entró á figurar como Canton de la Confederacion, y posteriormente ensanchó su territorio á expensas de los vecinos, por medio de conquistas locales ó pactos amigables.

El régimen aristocrático dominó enteramente en Friburgo hasta 1798, época en que la intervencion francesa favoreció la revolucion democrática. La coalicion europea restableció en 1814 el estado anterior, pero las revoluciones de 1831 y 1847 (sobre todo la segunda) aseguraron el triunfo de la república democrática. Con todo, no se debe tomar á la letra esta calificacion, pues hay bastante diferencia entre el liberalismo ó la democracia relativa de Friburgo y el radicalismo de Ginebra, Vaud, Neuchâtel, etc. El partido aristocrático ha hecho vanos esfuerzos por recuperar el poder, es verdad, y el Canton, que hasta 1847 habia sido uno de los mas retrógrados de la Confederacion (como Lucerna, donde todavía dominaban los Jesuitas), es hoy una de las fuerzas del liberalismo.

El gobierno es popular representativo y los poderes funcionan con independencia, aunque el Ejecutivo y Judicial emanan del Gran Consejo legislativo. Esa fórmula que hace nacer toda autoridad y eleccion del cuerpo legislativo (único representante directo) es tan general en Suiza que se la encuentra en casi todos los cantones, aun en los que difieren en sus instituciones fundamentales de otro género. En Friburgo la duracion de los períodos legales es bien considerable. Las mas importantes libertades, la igualdad legal, la seguridad personal, están garantizadas á los ciudadanos.

Apesar de los doce años ya trascurridos desde que se inauguró el régimen liberal, el canton de Friburgo me pareció uno de los ménos adelantados de la Suiza central y occidental, particularmente en lo relativo á instruccion pública é industria. La mayor parte de la Confederacion mantiene todavía los gremios ó corporaciones industriales privilegiadas, y esto contrasta mucho con la libertad política y el genio emprendedor de los Suizos. Pero allí donde ese mal se ha ligado con el de la ignorancia ó una educacion viciosa, mantenidas por las instituciones aristocráticas y monacales, como ha sucedido en Friburgo, la fisonomía social, triste y aletargada, contrasta mucho con el risueño aspecto de la naturaleza.

La larga dominacion que los Jesuitas ejercieron en Friburgo, hasta 1847 ó 48, léjos de propagar la instruccion en el pueblo la concentró en un estrecho círculo, entretuvo á las masas en la mas deplorable ignorancia, y solo sirvió para mantener en auje las ideas de la casuística, el espíritu aristocrático, la rutina en todo, el culto de lo superficial en religion, el monopolio de la luz, y principalmente el de la riqueza. Friburgo es acaso (relativamente) el canton que ha tenido mas conventos (16 ó 17), y es casi el único en donde he encontrado mendigos y gentes ociosas, desaseo, incuria y muy poco espíritu de empresa. Será que las instituciones monásticas llevan consigo, como consecuencias forzosas, los hábitos de mendicidad, pereza, rutina y humillacion y el estancamiento de las aspiraciones libres y elevadas?

Entre las instituciones de Friburgo hay una muy curiosa que no he hallado en ninguna otra nacion de Europa: la ley obliga á todo propietario de casa ó edificio á asegurarla contra incendios y otros accidentes, y el Gobierno cantonal es el asegurador que especula con el monopolio de la empresa. Esa institucion que, bien comprendida, ampliada y aplicada de otro modo sería fecunda (porque en el fondo hay una grande idea), tal como existe en Friburgo no es sino un monopolio socialista y del peor socialismo posible. Por lo demas, las rentas del Canton, que se equilibran con los gastos, alcanzan á unos 90,000 pesos anuales, producto de las aduanas (pues en Suiza cada canton tiene las suyas), de los bienes cantonales, los impuestos indirectos y sobre las bebidas, los sellos, correos y peajes, y el monopolio de la sal y la pólvora. De toda aquella suma no se invierten 2,000 pesos en favor de la instruccion pública, que está bajo la direccion de la autoridad! Pero en compensacion el Canton, que es pobre, ignorante y atrasado, tiene la ventaja de que le canten responsos y maitines 325 clérigos seculares y 450 frailes y monjas distribuidos en 17 conventos.... El guarismo no es tan pequeñito para 106,000 habitantes, que ocupan apénas un área de 1,400 kilómetros cuadrados.

Por fortuna, despues de 1847, se ha trabajado en las vias de comunicacion, aunque no en grande escala, y el ferrocarril que se está concluyendo de Losana á Berna, pasando por Friburgo,obra de una compañía franco-suiza,desarrollará notablemente la riqueza y prosperidad del Canton.

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El panorama de Friburgo, contemplado desde el lado opuesto del Sarina, hácia la via que conduce á Berna, es admirablemente pintoresco y gracioso. Allí falta el doble marco de las montañas y los lagos que les da su interes principal á Ginebra, Neuchâtel y otras ciudades. El encanto está todo en la situacion, los relieves, los contornos el aspecto propio. Me detendré á describir á Friburgo porque pocas ciudades ofrecen tan extraño contraste como esa entre sus formas generales y sus rasgos interiores. Situada á 628 metros de altura sobre el nivel del mar y de 60 á 90 sobre el fondo del vallecito del Sarina, la ciudad ocupa la planicie ondulosa de una colina que, rodeada en mas que semicírculo por su lindo rio, tiene, por sus colosales barrancas abruptas, todo el aire de una estupenda fortaleza. En la planicie misma el terreno se levanta hácia el N. N.-O. en otras colinas, produciendo una demarcacion notable en la ciudad, en términos que en muchos puntos las callejuelas que ligan los dos barrios altos (el Bourg ó la Villa y las Plazas ó planicies) no son otra cosa que escaleras pendientes, estrechas y del mas extraño aspecto.

Pero la ciudad, sintiendo la atraccion del rio y su valle, ha derramado en cierto modo sus edificios y sus extravagantes callejuelas sobre uno de los flancos de la colina peninsular, y descolgándose así por medio de un barrio suspendido sobre el abismo, casi aéreo, en que cada casa parece un relieve del peñasco calizo,el barrio del Auge,Friburgo ha llegado al fin, asentada sobre su roca y con la cabeza en las colinas secundarias, á sentar un pié sobre las playas del Sarina; creando así el barrio moderno y de la industria,la Villa-nueva. Por tanto la comunicacion entre los barrios altos y el bajo, entre la cima y el fondo del abismo, no tiene lugar sino por una via, en extremo curiosa, que luego describiré.

Desde el sitio que he indicado como el mejor para contemplar á Friburgo, se admira un paisaje encantador. Al frente se destaca la masa de la ciudad, sin perspectiva de calles, porque los edificios están como amontonados sobre el borde de la barranca, cual si quisiesen todos mirarse, por los huecos de sus innumerables balcones y ventanas, en las ondas azules y trasparentes del fondo del abismo, y aspirar las brisas de las campiñas de la márgen derecha. Al pié de la ciudad, arrancando desde la orilla izquierda, trepa el cordon de sólidas murallas y torreones antiguos, como un enorme brazo que Friburgo extiende desde sus alturas para cerrar la puerta á todo escalamiento. En las suaves colinas que coronan el barrio de las Plazas se alza el grandioso Pensionado (edificio que perteneció á los Jesuitas) asentado sobre su terraza de verdura, y detras se destacan el Liceo, la hermosa torre de la Catedral (cuyo juego de campanas da sus conciertos grátis á cada hora) y las humildes torres de algunas otras iglesias.

En el Bourg la cintura de edificios parece formar un segundo baluarte, como si el de la enorme roca no fuese bastante,baluarte de formas caprichosas, cuya desnudez contrasta con los huertos llenos de verdura que yacen en el fondo del valle y trepan hácia la mitad de la barranca. Allí caracolea el Sarina (dominando por un soberbio puente colgante), límpido, murmurante y risueño. En el fondo tambien se alcanza á ver, en el vértice del ángulo que forma el rio, el extremo de la Villa-nueva, donde arrojan sus columnas de humo algunas fábricas y se hallan los molinos y las tintorerías. Levantando la vista sobre las colinas del E. S.-E., que dominan la márgen derecha del rio, se ven sobre alfombras de grama los mas alegres bosquecillos y huertos, y senderos caprichosos cavados en las peñas, y luego se extienden hasta perderse en el horizonte lejano de los Alpes berneses, bajo un cielo sereno y dulce, lustrosas praderas donde pacen los ganados de cria y alegres campiñas donde medran las mieses y numerosos grupos de árboles frutales.

Si se mira la península ó roca de Friburgo por el lado opuesto, es decir situándose en la parte superior del rio, el aspecto es enteramente distinto. La ciudad se presenta allí sin solucion de continuidad pero con muy extrañas formas. Es un torrente de casas extravagantes que se desploma desde la cima, como si fuese una catarata de peñascos en lugar de ondas y chorros de agua. En el fondo del valle, que mide á lo sumo 300 metros de latitud, las calles de la Villa-nueva son irregulares, caprichosas, húmedas, de formas modestas ó vulgares. Allí no encontrais sino tenerías, molinos, tintorerías, etc.; pero eso tiene vida, tiene la alegría del valle. Arriba, en todo el flanco de la enorme roca, no se ve sino un palomar habitado por hombres, que parece estar siempre á punto de derrumbarse de un momento á otro. La calle del Camino-corto (si es permitido llamar calle aquel desfiladero) es el centro y la via principal de ese barrio. Desde el borde de la barranca, dominado por la Torre-maldita, hasta el fondo del valle, desciende una cuesta ó callejuela sumamente empinada y compuesta de varios centenares de escalones al aire libre, paralelos á un pasadizo análogo de madera. Ambos forman un caracol de encrucijadas violentas, orilladas por casas y casuchas del mas sombrío, revuelto, sucio é inextricable aspecto. De trecho en trecho desembocan otras callejuelas trasversales mas estrechas, que son otros tantos desfiladeros escalonados sobre el abismo. Los techos de las casas correspondientes á la callejuela mas baja sostienen literalmente los cimientos de la inmediatamente superior, esta apoya á los de mas arriba, y así sucesivamente hasta la cima. De ese modo se produce un laberinto de construcciones empatadas unas en otras, y el barrio entero no es otra cosa que una estratificacion discordante, ó un monton de peñascos artificiales habitados como cavernas.

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Friburgo posee unos 10,400 habitantes, de los cuales cerca de 600 son reformados y los demas católico-romanos. Sus barrios altos son verdaderamente curiosos bajo el punto de vista artístico, en términos que la ciudad es una de las mas interesantes de Suiza, en ese sentido. Me detendré solo á bosquejar ó mencionar los monumentos mas importantes.

Desde luego llama la atencion en el Bourg la Catedral ó iglesia de San-Nicolas, edificada de 1183 á 1500,monumento de algun mérito interior y muy notable en el exterior por su magnífica torre única, aislada sobre el gran portal. Esa torre, de un estilo gótico severo y grandioso en sus formas superiores y que mide 117 metros de altura, es por sí sola un monumento. Es muy notable la portada, cuyos bajos relieves representan el juicio final, cuadro tan favorito de las iglesias de la edad média. El juego de campanas de la torre, de muy variadas sinfonías, es acaso el mejor de Suiza. Pero el interes principal para el viajero está en el admirable órgano de la iglesia, obra del artista Aloys Moser, que no tiene rival en Europa, ni en los famosos órganos de Berna y Harlem. Consta nada ménos que de 7,800 tubos, con 64 registros, y sus proporciones son tan enormes que algunos de los tubos miden 10 metros de longitud.

Nada mas curioso y romántico que un concierto nocturno de ese coloso de plomo. Todos los viajeros y curiosos que quieren oirlo compran sus billetes para cierta hora, de modo que la catedral se convierte en una sala de concierto. En Suiza, como en Bélgica y otros países, los sacristanes especulan mucho con las curiosidades de las iglesias, lo mismo que en Alemania especulan los príncipes y reyes con sus ricos palacios, los pasaportes y las casas de juego.

Eran las ocho de la noche cuando entramos al templo, que se hallaba en absoluta oscuridad. En breve los curiosos ocuparon les asientos; cerráronse las puertas y unos cien espectadores aguardábamos el gran concierto. Los tibios rayos de la luna penetraban horizontalmente por las altas ventanas ogivales, quebrándose en las rejas de alambres y proyectando sobre el inmenso órgano y los arcos, relieves y concavidades de las naves un juego magnífico de sombras irregulares y cintas de luz pálida y suave. Bello contraste con las tinieblas del fondo de la catedral, vasto sepulcro de piedra donde se sentia el reprimido murmullo de los espectadores invisibles! Aquella escena tenia no sé qué de profundamente misterioso y solemne, como una iniciacion masónica ó de iluminados.

De repente estalló un coro de rumores cavernosos que hizo estremecer el aire, despertó los ecos mas severos en la mole cóncava de piedra y nos obligó á todos no solo á enmudecer sino á suspender la respiracion. La montaña de plomo comenzaba á llenar con su voz múltiple todos los senos de la montaña artificial de piedra. El concierto infinito, remedo de todas las interjeciones, los gritos y lamentos de la Creacion, habia comenzado. Durante una hora la inmensa arpa metálica nos hizo oir todos los ecos, los rumores, los cantos, las sinfonías, las detonaciones de esa arpa viviente de millones de cuerdas siempre vivas y vibrantes, que se llama Naturaleza. Tal parecia como si escuchásemos el sublime, el inefable concierto del Sinay.

Ya percibíamos la armonía de coros de voces infinitamente finas, infantiles, como si cantasen cien querubines invisibles desde las profundidades áereas de un mundo beatífico; ya sentíamos la queja lastimera, el gemido amante y profundo, el susurro vago, casi imperceptible, como un soplo del zéfiro. Ora dominaba los ecos el canto religioso de toda una comunidad de monjas ó frailes, que parecia comenzar en el coro mismo y luego alejarse en un interminable claustro; ora el canto de guerra, de caza, de victoria, de muerte, de alegría, de esperanza, de tristeza,todo alternativa ó simultáneamente y en admirable armonía. Tan presto oíamos el silbido lúgubre del viento, el zumbido de los árboles azotados por la borrasca, el ruido del agua al caer sobre las hojas en tenue lluvia ó en violento aguacero, el estruendo del torrente y la cascada, como la voz del ave que canta, gime ó arrulla, el grito del águila sobre las altas rocas, los indefinibles rumores del bosque umbrío, la vibracion metálica del aire desgarrado por el rayo, los rugidos del huracan y el estallido del trueno retumbante.

Unas veces las voces y los ruidos aturdian como si estallaran sobre los tímpanos; otras se alejaban repentinamente ó iban suavizándose por grados hasta desvanecerse cadenciosamente en un eco vago, infinitamente lejano, como si el sonido se perdiese entre los pliegues invisibles del cielo, en los desiertos y abismos del Océano ó en las profundidades recónditas de una selva americana sin fin. Durante un minuto dominaba sola, como un himno divino, una voz de tenor ó de soprano; luego otra de contra-alto, de mezzo-soprano, de barítono, de bajo profundísimo, ó la explosion de un coro de millares de acentos. Ya se sentia la vibracion clarísima de la cuerda ó de la flauta; ya la del clarin, de la corneta-piston, del tambor ó del estrombon.

Todo lo que la voz humana puede remedar lo remedan aquellas 8,000 gargantas de plomo, animadas por el alma misteriosa de la armonía y el soplo del aire espiritualizado por la magia del artista. Todos los rumores, ecos, acentos, gritos, detonaciones y voces que la naturaleza puede producir en sus mas sublimes y poéticas manifestaciones,eternos conciertos de vida y trasformacion ofrecidos á Dios,surgen con todo el vigor onomatópico posible de aquel enorme pulmon metálico que no cesa de respirar torrentes de armonía, multiplicando sus himnos como el Océano multiplica las secretas leyendas de la Creacion que se agita en su seno; y llegando á veces á tan maravillosa pureza de sonidos, que parece como si cada tubo estuviese recitando un verso, un salmo, ó pronunciando distintamente una plegaria, imprecacion ó sentencia.

No léjos de la Catedral vive todavía, en el centro de una plazuela, sostenido por pilastras de piedra y barras de fierro, un venerable anciano de cuatro siglos, que es el monumento mas querido de los Friburgueses. Es un tilo sembrado el dia de la victoria de Morat, en honor del acontecimiento y del combatiente que llevó primero la noticia. Con cuánto amor se sientan al pié del venerable tronco, casi cadáver ya, los hijos de la multitud! Bello y poético culto tributado á la vida, cuatro veces secular!

Cerca de la plazuela muestra su sombría cabeza la Torre-maldita, donde se guardaban los instrumentos de tortura, verdadera irrision de aquel árbol, símbolo de victoria y emancipacion. Muy cerca tambien están: la Casa de la ciudad, el hotel ó Palacio del gobierno cantonal y la graciosa iglesia de Nuestra-Señora. Ese templo y los demas que existen en los barrios altos se distinguen por su estilo del Renacimiento, sumamente recargados en su interior de mármoles, dorados, relieves y mil adornos que tanto abundan en todas las iglesias donde los Jesuitas han puesto la mano. Como su sistema consiste en deslumbrar y seducir con exterioridades, decoraciones y cosas de aparato, que hacen de cada templo un teatro religioso y de las ceremonias del culto verdaderas representaciones,sistema muy eficaz sobre el espíritu curioso del infante, la mujer y el anciano, y que pervierte el sentimiento religioso,los Jesuitas prodigan siempre en sus iglesias los mármoles, dorados y adornos, las decoraciones y banderolas de colores vivos, las pinturas muy animadas, en fin todo lo que tiene colorido y brillo, lo que atrae, seduce y somete el sentimiento religioso á la fascinacion artística, excluyendo la meditacion, evocando lo mundanal y favoreciendo la táctica de la casuistica. No hay país de Europa que yo haya visitado donde estas observaciones no hayan sido confirmadas sin excepcion: en Francia como en España, en Suiza como en Bélgica, en Austria y en toda la Alemania. Es preciso reconocerlo: el Jesuita es un animal muy hábil para su negocio. Por eso, nada hay que él deteste tanto como la sencillez elocuente, sombría, desnuda y solemne de las catedrales ó iglesias góticas.

El Pensionado y el Liceo son los mas notables monumentos modernos de Friburgo. El primero es un edificio inmenso y regular que tiene al mismo tiempo las proporciones de un palacio real y el aspecto y las formas interiores de un convento. Allí tuvieron su colegio los Jesuitas hasta su expulsion en 1847. Al recorrer los vastos corredores, las soberbias escaleras y los innumerables salones y aposentos del edificio, no puede uno ménos que admirar el talento y la prevision con que la tenaz Compañía sabe establecer donde quiera su residencia y hacerla seductora para la tierna juventud y la infancia. Hoy están en completo abandono el teatro, el salon de música y otros locales que estaban destinados al placer. El inmenso palacio está desierto, y apénas se encuentra en él una pequeña fábrica de sombreros de paja. Los pájaros negros han hecho su nido en otra parte: acaso en otro extremo del mundo. Extraña asociacion que no sabe suscitar sino la admiracion fanática ó el odio!

El Liceo cantonal, especie de Universidad para estudiantes externos, hace honor á Friburgo. En la parte baja se dictan cursos sobre todas las materias profesionales. En los pisos superiores del vasto edificio se encuentran: una hermosa biblioteca de 30 á 40,000 volúmenes, un rico y bien ordenado museo de historia natural, algunas muestras de escultura y varias colecciones muy interesantes de mineralogía, numismática y antigüedades.

Pero los mas grandiosos monumentos de Friburgo, los que revelan el espíritu de la época, son sus dos puentes colgantes, gigantescos en todo, que dominan los abismos del Sarina y su afluente vecino. El primero, construido en cuatro meses en 1834 y emprendido por una compañía particular, se compone de dos cables principales de fierro, apoyados en las extremidades contra hermosos pórticos de órden dórico. Esos cables de formidable potencia sostienen todo el peso de la obra y su resistencia fué ensayada con pruebas increibles. Mide el puente de un pórtico al otro 287 metros de longitud, con 7 de latitud y 55 de elevacion sobre el valle del Sarina. El peso del material empleado en fierro y madera es de 200,000 kilógramos y los cables pueden soportar uno de 240,000. La obra, que costó cerca de 370,000 francos, no solo hace mucho honor al ingeniero y á Friburgo, sino que ha sido de gran utilidad para la vida de la ciudad y su comercio. Baste decir que los carruajes que ahora atraviesan el valle en dos minutos, gastaban en otro tiempo una hora en bajar y subir desfiladeros para pasar de un lado al otro del rio.

El segundo puente, construido en 1840, domina otro abismo: el profundo vallecito del Gotleron, riachuelo que baja al Sarina, despuntando casi la Villa-nueva, por entre un enjambre de molinos. La longitud de ese puente (que no tiene relacion directa con la ciudad) es de 210 metros nomas; pero su elevacion alcanza 97 metros sobre el fondo del vallecito. Si me detengo en estos pormenores no es por manía de hacer descripciones. Repito que no escribo sino para los Hispano-colombianos, y por eso quiero ofrecerles en todo ejemplos provechosos. Friburgo, ciudad pobre de 10,000 habitantes, ha gastado en dos puentes colosales (que son de los mas bellos de Europa en su género) mas de 600,000 francos; y los gobiernos de Hispano-Colombia, con fuerzas enormemente superiores, dejan vegetar en la inaccion á los pueblos por falta de obras semejantes, en tanto que gastan millones y millones en soldados y en tener á sueldo las rebeliones de cuartel ó de sacristía.

Y cosa extraña y que entristece!esos admirables puentes colgantes no son otra cosa que plagios fecundos que el ingeniero de Europa hace de los puentes que nuestros indígenas inventaron hace siglos. Pero el europeo reemplaza las fuertes pero poco durables lianas con el hierro, el bambú con la tabla de abeto, y el árbol que sustenta el puente con el poderoso estribo de calicanto donde agarra el cable; y la invencion se civiliza y ennoblece. Y qué hacemos los Hispano-colombianos respecto de los europeos? Olvidamos sus grandes invenciones ó aplicaciones útiles, y solo pensamos en plagiar las paradas militares, hacer con nuestros dictadores caricaturas de soberanos, y remedar las modas, el lujo, las vanidades y los vicios de las sociedades europeas.

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A distancia de hora y media de Friburgo visitamos un monumento extraño, de las mas curiosas formas: la ermita ó gruta de la Magdalena. Ella prueba que el hombre, cuando no tiene humor ni fuerza para destruir, se suele entretener por lo ménos en crear estorbos ó cosas inútiles. Despues de atravesar risueñas campiñas regularmente cultivadas, descendimos del coche para bajar á pié por un sendero montuoso, entre bosques de avellanos y hayas, hasta la cima de un enorme peñasco de caliza estratificada, abrupto y severo, que domina la márgen derecha del Sarina. Es en el seno de ese peñasco que se encuentra la gruta.

Desde hace algunos siglos álguien, muy tonto y desocupado, se entretuvo en cavar la gruta sobre el borde del abismo. Un solitario mas tenaz, piadosamente ocioso, ensanchó la obra y la completó, hácia fines del siglo XVIII, trabajando con solo un compañero por espacio de veinte años. Juan Dupré de Gruyères (así se llamaba el romántico arquitecto) convirtió así la gruta, por sustraccion de materia, en una ermita monumental. Un estrecho pasadizo abierto en un relieve de la roca da entrada del bosque de hayas que cubre el terreno al interior de la ermita, por una cavidad que tiene los honores de puerta. Allí vive un pobre viejo, cuyo dialecto aleman incomprensible equivale á la mudez; pero sus gestos son expresivos. Su vida consiste en hacerle á cada curioso la misma explicacion, presentarle un viejo registro para que firme y recibir la propina.

Todo en el interior es triste, romántico y curioso. Los dos zapadores de la roca ó artistas en arquitectura negativa lograron, á fuerza de inaudita labor de demolicion, practicar en el corazón de la peña una iglesia de 20 metros de longitud, 11 de latitud y 7 de altura, con su campanario que mide 22 metros de elevacion. Ademas, una cocina con su chimenea de 29 metros que arroja el humo en medio del bosque superior, un refectorio, una gran sala, sacristía, dos gabinetes, varias celdas, algunas ventanas que dan vista al enorme abismo y las campiñas circunvecinas, una caballeriza, en fin un sótano donde se encuentra un manantial de agua deliciosa. Qué de trabajo empleado allí!

Es curioso ver en todos los muros interiores innumerables y embrolladas inscripciones escritas por los viajeros ó visitantes, unas reducidas á la simple firma (entre las cuales noté el nombre de Alejandro Dumas y de otros hombres célebres), otras exornadas con versos, sentencias y exclamaciones en todos los idiomas. Algún español hubo de visitar la ermita, porque en un muro alcancé á ver cierta interjeccion característica. Al asomarse por alguna de las ventanas se descubre al frente un bellísimo paisaje, pero se siente vértigo al sondear con la mirada el abismo. El Sarina se desliza en el fondo, limpio y silencioso, á mas de 100 metros de profundidad.

Si en el primer momento no puede uno ménos que hacerse la reflexion que he apuntado sobre la inquietud del espíritu del hombre, al salir de la ermita y aspirar de nuevo el aire embalsamado del bosque y las praderas, sabiendo ya que la obra se debe al trabajo paciente y prodigioso de un solitario, infatigable en cavar durante veinte años, tambien se dice uno con orgullo y consuelo: Si el genio humano y el trabajo pueden producir una obra tan notable en lo inútil, qué no han de producir cuando los inspira una idea fecunda y una gran necesidad de creacion!

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CAPITULO IX.

EL CANTON DE BERNA.

De Friburgo á Berna.Los artistas y artesanos viajeros.Topografía del Cantón.Historia de la república bernesa;su poblacion é instituciones.Producciones, industria y objetos mas notables.La ciudad de Berna;sus institutos y curiosidades.


El trayecto que media entre Friburgo y Berna, que se hace en ménos de cuatro horas, no ofrece bajo el punto de vista social nada que interese la curiosidad del viajero. Desde que se deja la primera de esas ciudades desaparece toda huella de la raza que puebla los cantones meridionales antes recorridos. La raza germánica, aunque no muy pura, impera sola y se manifiesta donde quiera: en las costumbres, las instituciones, la vida social y política, la estructura de las localidades y cuanto puede ser característico.

Lo que seduce al viajero en el tránsito de Friburgo á Berna es el encanto del panorama que le rodea, de una variedad deliciosa. Es tal la belleza de las campiñas, y su aspecto indica de tal modo el modesto bienestar de las poblaciones y el genio campestre ó agrícola que las domina, que el ojo no se cansa de admirar los sitios pintorescos y las ondas caprichosas de aquel mar de verdura extendido sobre enjambres de colinas, vallecitos profundos, planicies en miniatura y faldas de contornos risueños, dividiéndose en suaves planos inclinados que descienden en todas direcciones. En toda esa sucesion, de planicies, valles y colinas ó pequeñas montañas, cuyo conjunto parece formar un inmenso jardin ó parque inglés, alternan en la mas graciosa armonía limpios arroyos saltadores, perdiéndose en medio de rocas hundidas entre abismos de verdura; espesos bosques de abetos, hayas y encinas, á veces de tan admirable regularidad natural, que parecen como decoraciones de ópera en un teatro sin límites; lustrosas praderitas sobre cuyas alfombras hacen contraste en algunos puntos los terraplenes y puentes de un ferrocarril; alegres cortijos que se muestran á la vera del camino, casi invadidos por las bóvedas umbrías de los bosques de abetos; en fin, numerosas casas rústicas trepadas sobre las lomas, en medio de hortalizas, árboles frutales, plantaciones de cereales y rebaños de ganados diversos, redondos y lustrosos como las lindas lomas en que pacen. Todo eso tiene un encanto indefinible, un aspecto de dulce tranquilidad, de candor y bienestar que seduce ó halaga como una égloga viviente.

Si las ondulaciones del terreno producen una constante sucesion de subidas y bajadas, que le van procurando al viajero mil sorpresas agradables, las vueltas del camino contribuyen tambien á los cambios instantáneos de paisaje y horizonte. Unas veces la diligencia rueda suavemente por entre tupidos bosques, basílicas perfumadas de verde y blando tapiz y elegantísima techumbre, donde la mirada se siente como aprisionada entre artesonados de verdura aérea coronando interminables columnatas de color gris ó rojizo, como parecen los mástiles de los abetos y pinos; otras se desciende al fondo de un estrecho vallecito lleno de aromas y rumores salvajes, ó salpicado de chalets y sementeras, ó colmenas de abejas domesticadas, que le dan el aspecto de un huerto caprichoso y variado; otras, en fin, al trepar á una eminencia, sobre alguna de las mas altas montañas, ó al pasar por delante de una abra de los grupos ó cordones que las forman, se registra un vasto horizonte que abarca toda la Suiza central, y se ve á lo léjos, al S.S.-E., el grandioso anfiteatro de montañas graníticas y nevadas de los Alpes berneses.

En una de esas eminencias de la via, miéntras que la diligencia hacia un relevo, vímos pasar algunos jóvenes, modestamente ataviados, que viajaban á pié, cada cual con su maleta sobre la espalda y su baston en la mano. Creímos en el primer momento que aquellos viajeros de infantería serían meros amateurs de excursiones á pié, como hay tantos en Suiza, donde las bellezas del país y las facilidades de comunicacion convidan á esa clase de peregrinaciones, indispensables para el naturalista y las mas fructuosas y económicas para los estudiantes y turistas pobres y curiosos. Pero uno de los suizos que nos acompañaban en la diligencia nos dijo que los jóvenes viajeros pedestres no eran sino artistas ó artesanos peregrinos, que viajaban grátis conforme á una institucion particular que solo existe en Suiza y aun en algunos Estados alemanes.

La institucion es curiosa en efecto, porque manifiesta no solo la organizacion que tiene la industria en la mayor parte de los cantones suizos (todavía sometida en ciertos ramos al sistema de compañías ó gremios privilegiados), sino tambien el espíritu de fraternidad que predomina en las poblaciones confederadas. Cuando algun jóven ha obtenido su diploma que lo reconoce como miembro de alguno de los gremios de artistas ó artesanos, si no encuentra colocacion ventajosa en la ciudad de su domicilio, ó si quiere procurarse una mejor en otra parte, se echa á viajar á pié de ciudad en ciudad, y su diploma le da el derecho de obtener gratúitamente la hospitalidad y los auxilios necesarios en los lugares del tránsito, en las casas campestres de la via y en la ciudad misma donde se detiene á ejercer su industria, arte ú oficio, miéntras carece de colocacion. La explicacion que nos dieron de tan bella institucion (que según creo es obra de las costumbres tradicionales y no de las leyes) nos causó vivo placer, haciéndonos hasta cierto punto excusar el vicioso régimen de los gremios, en gracia de ese noble espíritu de fraternidad y hospitalidad.

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El canton ó Estado de Berna es bajo todos aspectos el mas importante y respetable de la Confederacion, no obstante que ocupa el octavo lugar en el órden ó rango histórico de los cantones, por la fecha de su ingreso á la confederacion primitiva. Su territorio, el mas extenso de la Suiza entera, es relativamente enorme, y su topografía sumamente variada y de muy bello aspecto. Divide casi toda la Confederacion en dos partes, la una al S.-O., casi totalmente compuesta de poblaciones de lengua, costumbres y tradiciones francesas, y la otra al N.-E., completamente germánica por sus elementos históricos y sociales. Al N. el territorio bernés parte límites en una extensa línea con Francia, penetrando por una punta al Franco-condado, en direccion al alto Saona, en medio de los departamentos franceses de Doubs y el Alto Rin. Del lado opuesto, hácia el S. y S-E., ese territorio arranca en la extensa línea de colosales nevados de los Alpes que separan las hoyas del Ródano, el Aar y el Reuss, y de este modo parte límites con los cantones de Vaud, Valles y Urí. Al E. y N. se extienden sobre las fronteras de Berna los cantones de Urí, Unterwalden, Lucerna, Argovia, Solera y Basilea, describiendo con sus contornos una línea sumamente irregular y angulosa; miéntras que al S., S.-O., O., N.-O, y N. toca sucesivamente con los cantones de Vaud, Friburgo y Neuchâtel y el territorio frances. El canton de Berna mide dentro de las fronteras unos 150 kilómetros de longitud, de S. á N., por cerca de 50 de anchura média, conteniendo 9,545 kilómetros cuadrados de superficie.

Extendiéndose desde las mas colosales alturas de los nevados de los Alpes suizos hasta las faldas occidentales de las montañas del Jura, el canton de Berna contiene en sí solo todos los elementos y todas las variedades de la geología, la topografía, la hidrografía, la flora y la fauna de Suiza,sea en la admirable region de intrincados laberintos graníticos de los Alpes, sea en las bellas y benignas comarcas del centro (de planicies ondulosas, fértiles y pobladas), y las montañas calizas y de mas benigno clima que las alpinas, que componen la cadena del Jura. La parte meridional ó alpina se llama Oberland, miéntras que la setentrional ó jurásica tiene el nombre general de Leberberg.

Si la variedad topográfica favorece tanto en Berna la variedad de climas y producciones, la de su hidrografía le da no solo las condiciones mas grandiosas y pintorescas sino tambien considerables ventajas de navegacion. Así, por una parte cuenta con las aguas del Aar propiamente dicho y de varios afluentes importantes, como el Sarina, el Thiela, el Emmen y el Simmen, navegables en mucha parte por balsas y pequeños botes y canoas; y por otra se sirve de los bellos lagos navegables de Brienz y Thun, enteramente encerrados en el territorio bernés, y de los de Neuchâtel y Biena, en cuyas riberas tienen participacion otros cantones.

La agricultura propiamente dicha, la ganadería y el corte de maderas son los elementos principales de riqueza y prosperidad y de vida social en el canton de Berna. En las regiones montañosas el territorio está cubierto de inmensos bosques de abetos, hayas, pinos y otros árboles de construccion, que se explotan en vasta escala, aprovechando todas las corrientes considerables para hacer bajar hasta el Rin central las maderas del interior; pero esas florestas de inagotable fecundidad están donde quiera entrecortadas, á alturas mas ó ménos considerables, por extensas praderas naturales, donde pacen numerosísimos rebaños, principalmente vacunos, que son la base de una valiosa exportacion de ganados de raza muy afamada en Europa, y de quesos superiores cuyo valor monta á muchos millones. En las regiones bajas ó centrales la agricultura bernesa, muy esmerada pero insuficiente para el consumo interior, se divide en tres órdenes principales, perfectamente determinados por la naturaleza: en el fondo de los valles lacustres y fluviales de temperatura suave, medran y prosperan las viñas sobre las riberas; en las planicies y colinas demoran donde quiera enjambres de cortijos, que reunen el cultivo de todos los cereales, las plantas filamentosas de Europa, las legumbres, los árboles frutales, la cria de abejas, etc.; en fin, en las bajas montañas que surcan esas mismas planicies se explotan igualmente los bosques de abetos, encinas, hayas, etc., y se ven no pocos rebaños de ganado mayor y menor y hermosas yeguadas muy estimadas en Europa.

El Canton de Berna no es únicamente agrícola. Su comercio es considerable. Explota minas de fierro, plomo y cobre, algunas de hulla (en la region del Jura) y numerosas canteras de mármoles y piedras diversas. En cuanto á la fabricacion, consiste principalmente en tejidos de lino y algodon, sederías, cueros curtidos y labrados, destilacion de licores, artículos de fierro y cobre, relojería (en los distritos del Jura fronterizos del canton de Neuchâtel), sombreros finos de paja y preciosas esculturas en madera (juguetes, curiosidades, etc.) que constituyen la industria de los pastores artistas del Oberland. Es curioso observar á este propósito que las manos mas toscas al parecer, por ser las mas rústicas, son precisamente las que en Berna y otros cantones suizos fabrican los objetos artísticos mas delicados. Así, los rudos y candorosos pastores que han pasado el verano y principio del otoño sobre montañas encumbradas, fabricando quesos y guiando sus rebaños por en medio de precipicios y bosques salvajes, al aproximarse el invierno (hácia el mes de octubre) descienden de sus praderas y bosques á convertirse en artistas. Con sus manos callosas y rudas fabrican entónces, al derredor del hogar, unos, en Berna y otros cantones análogos, una infinidad de objetos primorosos de madera, cuerno, marfil, hueso, etc., que el viajero admira y solicita, por la gracia de su composicion, la originalidad de las formas, la delicadeza de ejecucion, la exactitud perfecta de imitacion de los animales, montañas, habitaciones, etc., etc.; y otros, en los cantones de San-Gall y Appenzell, ejecutan labores de otro género, produciendo esos admirables encajes, bordados y tejidos de mano que todas las mujeres de gusto solicitan en Europa como verdaderas obras de arte y de lujo.

Quién les enseña esa habilidad artística á los toscos y sencillos pastores de las montañas suizas? Nadie, al ménos en lo mas esencial. De dónde les viene su inspiracion caprichosa y admirablemente fiel? La naturaleza y el hábito lo hacen todo. La constante contemplacion de los nevados, los abismos, las cascadas, los torrentes, los bosques solitarios y salvajes, los ganados de cria, los cuadrúpedos y pájaros silvestres, los sublimes ó risueños paisajes que rodean los chalets, y todas las obras de esa incomparable y fecundísima artista que llamanos Naturaleza;esa contemplacion, digo, y el espectáculo del cielo, y las armonías de mil rumores preñados de misterio y poesía, no pueden ménos que inspirar al pastor de los Alpes, del Jura y otras montañas, ese genio artístico que le permite fabricar objetos cuya gracia y finura maravillan al viajero.

El canton de Berna, á pesar de ser tan montañoso, se distingue por sus numerosas y excelentes vias de comunicacion. No solo tiene buenas carreteras en todas direcciones, y en las montañas muy quebradas buenos caminos de herradura, sino que ademas de la navegacion á vapor en los lagos y el Aar, ha establecido ferrocarriles que mantienen comunicaciones fáciles y baratas respecto de Francia y casi todos los cantones limítrofes.

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La historia del Canton de Berna se confunde en sus rasgos mas notables con la de toda la Confederacion, en cuya balanza ha tenido siempre un peso muy considerable la política bernesa. En lo demas tiene analogía muy estrecha con la historia de Friburgo. El orígen de la república de Berna, como de casi todos los cantones, fué bien humilde. Hasta fines del siglo XII el país que hoy pertenece al Estado era un enjambre de dominios ó señoríos feudales, cuyos nobles propietarios vivian como bandidos, cometiendo depredaciones de todo género bajo la autoridad superior de las emperadores francos. El propósito de poner á las poblaciones á cubierto de esas violencias animó al duque Bertoldo V de Zahringen al fundar una pequeña ciudad fortificada, de constitucion libre, al derredor del castillo de Nydeck, sobre la bella península que determina en la planicie ondulosa el curso tortuoso del Aar. El duque, en una de sus cacerías, habia muerto un oso en aquel sitio, y en recuerdo del incidente le dió á la nueva ciudad el nombre de Bern, derivado de Boer que en aleman significa oso.

En su principio Berna estuvo reducida á la ciudad libre y un territorio muy pequeño en derredor, formando una colonia aislada y expuesta a muchos ataques; pero sus instituciones libres y su excelente posicion atrajeron inmigrantes numerosos; la ciudad se ligó con otros pueblos vecinos por medio de alianzas y pactos de fusion, y gracias á esto y á varias conquistas sucesivas, mas ó ménos audaces, al cabo de tres siglos (á partir de 1,191, época de la fundacion) el país vino á ser una República aristocrático-patricia muy poderosa, que hizo respetar su independencia y extendió su dominacion hasta los cantones de Vaud, Argovia y otros. Berna adquirió en esos tiempos gran reputacion militar, primero sola ó aliada á Friburgo y otros países, despues confederada con los cantones de la liga fundamental; y sostuvo constantemente luchas muy violentas y gloriosas para los Berneses, ya contra los emperadores de Alemania y los duques de Austria, ya contra las coaliciones de otros príncipes y señores feudales, algunas formidables.

Si en su orígen Berna fué una ciudad de gobierno comunal ó democrático, su engrandecimiento modificó tan notablemente su política, que el poder se halló al cabo concentrado en manos de unas pocas familias de patricios; en tanto que los paisanos se hallaban respecto de los nobles propietarios en una situacion análoga á la de los siervos de Rusia, Austria, Alemania, etc. La revolucion francesa y la invasion de 1798 cambiaron ese estado de cosas. Berna perdió conquistas muy importantes, por la independencia de Vaud, Argovia y otros países; las instituciones democráticas triunfaron en la Constitucion y las leyes; los paisanos quedaron emancipados, y la nobleza perdió sus títulos y privilegios.

Sinembargo, la reaccion recuperó el poder en 1814, apoyada por la coalicion europea; la Confederacion se reorganizó conforme á bases conservadoras, y la aristocracia bernesa, ya que no logró restaurar todo lo que habia perdido en cuanto á posesiones, volvió al poder y al goce de privilegios políticos muy importantes. Pero la segunda revolucion francesa hizo sentir tambien su contragolpe en Suiza. El pueblo se levantó y triunfó, y el 31 de Julio de 1831 quedó aceptada una constitucion que consagró el reinado de la democracia. Se reconoció la soberanía popular, el sistema representativo, la igualdad de todos los ciudadanos y la libertad de la prensa, los cultos, la industria, la peticion y asociacion, el tránsito, etc., y la garantía de la seguridad individual. Desde entónces el canton de Berna entró resueltamente en la via de la libertad y del progreso, y el triunfo del radicalismo sobre el Sonderbund completó para los Berneses la regeneracion política. Su Constitucion actual, que data de 1846, es mucho mas liberal que la de 1831, y tiene grandes analogías con las de los otros cantones radicales de cuyas instituciones he tratado anteriormente.

La inmensa mayoría de la poblacion de Berna se compone de protestantes reformados pertenecientes á la raza germánica. Así, en 1850 habia en el canton 458,301 habitantes, de los cuales 403,768 eran reformados, 54,045 católico-romanos y 488 judíos. En 1860 la poblacion se ha elevado al número total de 468,515. Un aumento tan pequeño en 10 años (10,214 individuos) en un Estado tan libre y próspero como el de Berna, no es explicable sino por la corriente constante de la emigracion, que busca en el Nuevo Mundo tierras ménos ingratas y de mas amplio porvenir que las de Suiza. En cuanto á la proporcion de las razas en el canton de Berna, la germánica absorbe las nueve décimas partes de la poblacion, poco mas ó ménos, hallándose concentradas en la region del Jura todas las poblaciones que corresponden al grupo frances ó franco-helvético. Se hablan, pues, las dos lenguas en el país, aunque en proporcion enormemente desigual, y el aleman es el idioma oficial, si bien es cierto que las gentes de buena educacion hablan indiferentemente aleman y frances, como lo exige la promiscuidad de esos idiomas en la literatura, la legislacion, el periodismo y las costumbres de la Confederacion. Sinembargo, no puede decirse en rigor que lo que hablan los Berneses en su gran mayoría es aleman, sino mas bien un dialecto de la opulenta y complicada lengua alemana, mucho mas análogo al que se habla en las comarcas del Danubio que al aleman castizo de las bajas regiones de Hanóver, Brémen y Berlin.

El canton de Berna ofrece, en mayor escala que ninguno otro de la Confederacion, la prueba evidente de lo que constituye el secreto de la prosperidad de las sociedades modernas: instruccion pública y vias de comunicacion. Por lo que hace á la primera, sus progresos son admirables, y el canton de Berna, como el de Ginebra, puede figurar en el mundo como un Estado modelo, digno rival de Prusia ó del Estado americano de Nueva-York. En efecto, los Berneses han comprendido la lógica de los deberes sociales, reconociendo que, si el interes de la instruccion primaria es altamente político y social, desde el momento en que la sociedad interviene en la materia, concediendo la enseñanza popular gratúita, es inevitable hacer obligatoria la instruccion, como lo son el servicio militar de todos los ciudadanos, el pago de las contribuciones, etc. La asistencia á las escuelas populares en cierta edad es, pues, obligatoria en el canton de Berna. Ya desde 1830 la comunion protestante por sí sola tenia en servicio 700 escuelas (hoy hay cerca de 800) en las cuales recibian instruccion anualmente 70,000 alumnos. En la actualidad, computadas las escuelas de las diversas comuniones religiosas, no hay en el Canton ménos de 900, con un total de alumnos que excede en mucho de la quinta parte de la poblacion de la República bernesa.

Si á estos hechos y á la existencia de tan numerosas y excelentes vias de comunicacion de todo género, se agrega que el Canton posee una bella universidad y multitud de colegios y escuelas superiores, unas literarias, otras profesionales, politécnicas ó normales, y si se tiene en cuenta el gran número de hospicios, hospitales y otros diversos establecimientos de beneficencia, que prestan los mas eficaces servicios, se vendrá en conocimiento de que la prosperidad y el grado tan notable de civilizacion que ha alcanzado el canton de Berna se debe á la feliz combinacion de las instituciones libres, la propagacion de la instruccion, las vias de comunicacion activa, la beneficencia y los institutos de economía ó prevision, que mantienen la moralidad en las costumbres, elevan la dignidad y la conciencia del pueblo, hacen efectiva la igualdad, en lo posible, socorren al desvalido y favorecen el desarrollo de la industria, el comercio y todos los elementos de riqueza y bienestar.

El sistema fiscal del canton de Berna es muy análogo al de Friburgo, y llama la atencion tambien por la curiosa institucion del aseguro forzoso de las casas, á cargo y en provecho del Estado. En 1836 las rentas alcanzaban á la suma de 3,912,390 francos (782,478 pesos) y los gastos anuales eran algo menores. Hoy las rentas y los gastos exceden ordinariamente de 900,000 pesos, suma bien reducida si se la compara con los beneficios ó ventajas de una excelente administracion que favorece todos los intereses.

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La capital del Canton y de la Confederacion es, sin disputa, la mas bella ciudad de Suiza, no obstante que carece de las ventajas de perspectiva pintoresca y poética que los lagos procuran á otras ciudades muy graciosas, tales como Ginebra, Losana, Neuchâtel, Lucerna, Zuric, etc. La posicion elevada de Berna, tan análoga á la de Friburgo, le ofrece al mismo tiempo los mas elegantes contornos en su estructura, y en derredor un panorama inmenso, variado y hermosísimo. Del lado N.-O. la planicie se extiende y ensancha indefinidamente en una vasta sucesion de campiñas alegres y esmeradamente cultivadas. Es de ese lado que se hallaban las fortificaciones de la ciudad hoy demolidas, donde se encuentra la estacion de los ferrocarriles que giran hácia Friburgo, Solera, Lucerna, Zuric y Thun, y á donde afluyen las carreteras principales. Por allí abundan los bellos jardines, las hermosas y elegantes quintas, los parques y verjeles.

Despues, el asiento de Berna se avanza rodeado por el Aar en forma de península, de manera que de cualquier punto de los bordes de la ciudad se ve en el fondo el precioso vallecito donde se atropellan en un lecho profundo las ondas azules del clarísimo rio, dominadas por muros de verdura. La altura de Berna sobre el nivel del Aar es de 76 metros, tomada en el Observatorio, miéntras que la del fondo del estrecho vallecito es de 507 metros sobre el nivel del mar. Si se tiende la vista en derredor, desde lo alto de la Catedral ó del Observatorio, no solo se registra la encantadora region de las planicies, que se extiende en todas direcciones, sino tambien, y esto es mas interesante por su majestad y hermosura, la cadena de nevados soberbios del Oberland, desde las alturas meridionales de Stockhorn (2.356 met.) hasta las orientales de Wetterhorn (3,718 met.), pasando por un cordon de colosos resplandecientes, tales como el Jungfrau, que mide 4,175 metros de elevacion, y el Finsteraarhorn todavía mas elevado. Ese espectáculo, contemplado así de léjos y de frente, es de una grandiosidad que embelesa y llena el alma de admiracion y recogimiento, y que, por el contraste que hace con las planicies de la hoya del Aar, completa uno de los mas sublimes panoramas que la Europa continental puede ofrecer. Sinembargo, hay algo superior á esas magnificencias, como pocos dias despues tuvimos ocasion de admirarlo desde la cima del monte Righi.

Lo primero que llama la atencion al recorrer las calles principales de Berna, elegantes, limpias y muy animadas en lo general, es la curiosa estructura de sus viejas arcadas en la gran via central y otras adyacentes. Casi todo lo que la ciudad tiene de mas curioso y característico se encuentra reunido en la parte central. Casi todas las calles giran paralelamente de oriente á poniente, en la direccion de la península, cortadas generalmente en ángulos rectos; y los edificios tienen todos mucha analogía en sus formas y el color pardo de sus piedras. Todas las calles están surcadas por cañerías cubiertas que proveen las fuentes públicas de aguas abundantes y puras, y esas fuentes tienen todas cierto carácter que las hace muy curiosas, por las figuras de caballeros antiguos y animales feroces que representan. La gran calle central es interesante bajos diversos aspectos: allí todas las casas reposan ó se avanzan sobre extensas y sombrías arcadas de mampostería ó bastiones muy macizos, de unos ocho piés de latitud y muy bajas, donde circula todo el mundo á cubierto del sol y de las lluvias. Es allí donde están aglomeradas las tiendas de comercio, exhibiendo en gracioso desórden todos los objetos mas notables de la industria bernesa. Como la calle misma sirve de mercado en ciertos dias, y allí se encuentran casi todos los hoteles ó fondas de la ciudad, se produce un movimiento social que abunda en interes, colorido y variedad.

En efecto, por una parte llama la atencion el cruzamiento de diligencias, ómnibus y sillas de posta que llegan á cada momento á derramar á las puertas de los hoteles y de la casa de Correos y Postas sus contingentes de viajeros de todos los países, correspondientes por lo mismo á los mas diversos tipos. Por otra, interesan mucho al extranjero los grupos de campesinos que estacionan á orillas de la calle y al derredor de las fuentes, vendiendo sus frutas y provisiones: gentes de fisonomías candorosas y amables, sobre todo las mujeres, ataviadas del modo mas original. Las campesinas en casi todo el Canton, y las mujeres de las clases subalternas en la capital, se hacen notar por un vestido que no carece de algunas analogías con los que se usan en Holanda, pero que en Suiza es infinitamente mas gracioso. Como los tipos mas elegantes y curiosos los vímos en Interlaken y Grindelwald, reservo la descripcion de esos vestidos nacionales para el capítulo siguiente.

Si el movimiento de las gentes que circulan en la calle es curioso en un sentido, el de las que hormiguean bajo las arcadas y visitan las tiendas no es ménos entretenido Allí se codean: el indolente y espiritual frances, haciendo comentarios que revelan su eterno buen humor; el inglés vestido como un dandy, grave, tieso, altivo, maravillado de todo lo que ve, pero muy reservado en sus manifestaciones el aleman de las ciudades, locuaz hasta el prodigio, armado de su enorme pipa de porcelana y tubo de madera por donde arroja torrentes de humo, descuidado, brusco y casi primitivo en sus maneras, pero bondadoso y amable hasta hacerse perdonar sus toscos modales; la bernesa elegante, de rubia y hermosa cabellera, pero de fisonomía poco expresiva y belleza muy dudosa; en fin, el negociante activo, negligente en el vestir y preocupado solo con sus compras ó ventas.

Cada tienda es en realidad un pequeño museo, desde la de relojes superiores, cronómetros é instrumentos de precision, ó de bonitas joyas de las fábricas nacionales, hasta la tienda que no contiene sino canastos de todas las formas y tintas imaginables, ó muñecas y juguetes de toda clase. En una de esas tiendas no encontrareis sino encajes y bordados primorosos de produccion nacional, ó sombreros muy finos y elegantes de paja blanca ó amarilla, ó canastillas de obras de arte. En otra vereis solamente estampas, grabados y mapas en relieve que os ofrecen la fiel reproduccion de todos los panoramas suizos, de todos los tipos y monumentos nacionales, y las vistas en fotografía, ó grabadas ó iluminadas con esmero, ó al óleo, de todos los paisajes interesantes, las ciudades, los lagos, las montañas, etc.; ó bien encontrareis inagotables surtidos de curiosidades artísticas del Oberland, tan graciosas, originales ó tentadoras, que el mas repleto bolsillo corre buen riesgo de quedar vacío en veinte minutos, si el viajero no sabe reprimir su entusiasmo por todas esas futilezas primorosas. En fin, si os interesan las ciencias naturales, hallareis tambien almacenes donde comprar las mas variadas colecciones de muestras de cristales, mármoles, etc., álbums de flores y plantas disecadas, cuadrúpedos y aves hábilmente preparados para los museos, y mil otros objetos que el viajero curioso se complace en recoger donde quiera.

Berna es una ciudad bastante considerable, al ménos en proporcion al país, y por su poblacion es la tercera capital de Suiza, despues de Ginebra y Basilea. En 1860 tenia Berna 29,010 habitantes, casi en su totalidad de raza germánica, de los cuales solo 1,500 eran católicos. Relativamente a sus proporciones es una capital muy rica en establecimientos públicos estimables, entre los cuales citaré la Universidad, el Liceo académico, el Gimnasio literario, la Escuela politécnica, la Escuela de sordo-mudos, el Observatorio astronómico, una hermosa Biblioteca de la ciudad con 40,000 volúmenes y 1,500 manuscritos, la Biblioteca medical (7,000 vol.), el Jardin de plantas, y un excelente museo mixto de historia natural, mineralogía y cuadros de pintura: todo eso por lo que hace á la instruccion pública, sin contar las escuelas primarias y algunas pensiones particulares.

Si atendemos á los institutos de beneficencia y de servicio oficial de la ciudad ó del gobierno cantonal, son muy notables: el Arsenal cantonal, con una hermosa coleccion de armas y armaduras antiguas, el Banco de préstamos, la Caja de aseguras contra incendios, la Casa de moneda, que acuña tambien para muchos otros cantones de la Confederacion, la Casa de reclusion ó de forzados, en que caben 400 detenidos y que es una de las mejores de Europa, en su género, la Casa criminal de detencion, el Granero público de la ciudad, la Fábrica de pólvora, cuyos productos son de los mejores de Europa, y en fin algunos bellos hospitales ricamente dotados.

Esa abundancia de establecimientos públicos excusa en cierto modo una extravagancia peculiar de los Berneses, que no carece de originalidad como símbolo del sentimiento nacional. Me refiero al Hoyo de los osos, encanto y orgullo de los ciudadanos de Berna. En esa ciudad tropieza uno con un par de osos de piedra á la vuelta de cada esquina, al pié de las fuentes públicas, de la estatua de Bertoldo V en la plaza de la catedral, y en cuantos lugares ofrecen ocasion para ostentar el símbolo tradicional, como en las puertas de la ciudad y las fachadas de los monumentos ó edificios oficiales. Pero los Berneses, cuyo nombre les da parentesco con los osos, no se han contentado con tributar culto al animal, en pintura ó escultura. La ciudad mantiene con sus rentas tres ó cuatro grandes osos negros, en una fosa circular situada en la márgen derecha del Aar, y la manutencion de los feroces brutos le cuesta no poco dinero al vecindario. Todas las tardes vecinos y forasteros corren á contemplar á los salvajes prisioneros, admirar sus gracias é inteligentes evoluciones de todo estilo, y obsequiarlos, según la predileccion de cada cual, con bizcochos y golosinas. Cada oso tiene su nombre y sus partidarios: los Berneses los admiran con deleite como maravillas, y el extranjero que se atreviese a burlarse de la institucion, ó á injuriar á un oso ó negarle sus méritos, sería mirado como enemigo del país y del honor nacional.

La industria de Berna es notable por su fabricacion de armas de fuego superiores, instrumentos de precision, máquinas y aparatos, sombreros finos de paja, papeles y cueros curtidos. En cuanto á sus monumentos, aparte de las curiosidades del Lauben (la calle de las Arcadas) lo mejor de la ciudad es: su bella y muy elegante catedral gótica, el espléndido palacio federal (donde funcionan los Poderes de la Confederacion), y el puente de Nydeck, sobre el Aar, obra de arte bien notable, de granito y gres, que costó 600,000 pesos. La catedral tiene todo su mérito en el exterior, ó mejor dicho, en la fachada y su torre única, de 62 metros de altura, de un gusto delicioso y muy seductor. Ese interesante monumento data del siglo XV y muestra las tendencias de trasformacion ó transicion hácia el Renacimiento que dominaron generalmente en la arquitectura gótica de ese tiempo. Como la catedral está destinada al culto reformado, carece en el interior de todo atractivo, y su desnudez no es disimulada sino por una serie de escudos heráldicos alusivos á la historia de Berna y un órgano monumental que casi rivaliza al de Friburgo.

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CAPITULO X.

LA REGION DEL OBERLAND.

De Berna á Thun.Una reflexion sobre la civilizacion moderna.La villa de Thun.Magnificencias de su lago.Unterseen é Interlaken.El tipo de las paisanas.El Lütschina.Grindelwald.Las neveras y sus grutas.Escenas sociales.La vida campestre.


Al tomar el tren que debia conducirnos por el ferrocarril que gira de Berna á Thun, atraidos por el interes del Oberland y sus lagos, fuímos agradablemente sorprendidos por un sistema de wagones ó carruajes que no conocíamos aún, y que mas tarde hallamos adoptado en otros cantones suizos, así como en Wurtemberg y otros Estados alemanes. Era simplemente la aplicacion, en pequeña escala, del sistema de comunidad democrática que, como es sabido, existe en los ferrocarriles de los Estados Unidos de América. En Berna los wagones suntuosos de Alemania, llamados de primera clase, no tienen cabida, y casi todas las gentes de buena sociedad entran en los de segunda. Estos son wagones inmensos, con dos filas de asientos arreglados como las bancas de un teatro, separadas por un pasadizo por donde circulan los viajeros y los empleados conductores que mantienen la vigilancia. En vez de los ocho ó diez viajeros que van encerrados en los wagones de Francia, Inglaterra, etc., en Suiza se reunen cuarenta, cincuenta ó mas en un solo carruaje, y el viajero curioso de observar el país puede salir a la pequeña plataforma que se halla entre cada dos wagones y desde allí contemplar con arrebato ú embeleso las magnificencias del paisaje. El sistema de ese viaje en comun tiene la doble ventaja de mantener la vigilancia de los conductores, á fin de que los viajeros no cometan imprudencias, y que no puedan ocurrir desórdenes y crímines como los que han tenido lugar en muchos ferrocarriles de Europa; y la de establecer entre los que viajan cierta familiaridad cortés y pasajera que hace mas entretenido el viaje y permite el cambio de noticias y observaciones instructivas.

Sinembargo, es preciso reconocer que tal sistema sería inaceptable en los viajes largos ó de mas de cinco horas, en los cuales el viajero desea tener independencia y, al sentirse fatigado, reposar con comodidad. La promiscuidad de los grandes wagones no se acomoda en rigor sino á las costumbres democráticas, y bajo este aspecto me pareció perfectamente suiza. Confieso que el incidente, fútil en apariencia, me dió lugar á una reflexion que, en mi concepto, contiene toda la síntesis de la civilizacion. El ferrocarril, el periódico, el buque de vapor, el telégrafo eléctrico, las exhibiciones industriales, artísticas, etc., y los congresos científicos internacionales, son evidentemente los símbolos ó caractéres distintivos del presente siglo, puesto que en el fondo no significan sino libre competencia, comunidad de intereses, publicidad y cosmopolitismo. La universalidad es, pues, la condicion esencial de todas esas manifestaciones del progreso.

Pero es evidente que si la universalidad hubiese de llevar consigo la uniformidad, la civilizacion se hallaría estancada en breve por falta de personalidad en cada uno de los grandes grupos humanos, y que el espectáculo del progreso se haría tristemente monótono. A ese mal se opone la libre accion de los pueblos, felizmente, y es por esto que la libertad de todos los pueblos interesa mucho á la humanidad entera. En efecto, cada pueblo, según su genio particular, sus recursos y las condiciones de su territorio, se sirve á su modo del instrumento universal de progreso, dándole su fisonomía propia y local; y es de la múltiple y simultánea aplicacion de tantas fuerzas desiguales que resulta la grande armonía de la civilizacion. Así, todos los pueblos civilizados tienen periódicos, es decir, un instrumento comun y universal, pero cada cual les da á los suyos un estilo, una forma y tendencia que lo revelan y le conservan su fisonomía propia, su personalidad. Todos viajan por ferrocarriles y en vapores, pero cada pueblo, según su índole y su territorio, adopta el sistema parcial que mejor le conviene, sin que por eso desaparezca ó sufra la armonía general. No es muy interesante y bello este fenómeno? Por mi parte, á despecho de los que vierten tantos improperios contra el materialismo y la indiferencia del presente siglo, admiro y bendigo en él la creacion venturosa de la alianza entre el cosmopolitismo humano y la personalidad de los pueblos, y entre esta y la del individuo.

Que el lector me disimule esta digresion, de que no he podido prescindir ántes de decirle que de Berna á Thun, remotando el risueño valle del Aar central ó sub-lacustre, el viajero se siente subyugado por el encanto indefinible que atesora la Suiza central. El rio serpentea con rapidez como una inmensa y tortuosa veta de lázuli entre festones de graciosa y límpida verdura; las planicies se desarrollan en mil ondulaciones primorosas; las praderas, los bosques y las plantaciones alternan formando como interminables é irregulares tableros de damas; los caseríos, las aldeas y los rústicos cortijos se destacan donde quiera en pintoresca diseminacion; y bajo un cielo de verano, admirablemente sereno en algunos dias y mas azul que el de las regiones bajas de Europa, se contempla con arrobamiento ese mundo de colosos de hielo, semillero de rios y torrentes, de lagos y cataratas, salpicado de formidables torreones de granito levantados por el arquitecto invisible y divino, y ceñido por anchas fajas de vegetacion sombría y terrazas y anfiteatros admirables, que se llama el Oberland bernés.

En dos horas llegamos á la villa de Thun, asentada graciosamente sobre las márgenes del Aar al pié de una montaña ó colosal peñasco que tiene el mas romántico aspecto. No era nuestro ánimo detenernos en Thun, villa que cuenta mas de nueve siglos de existencia, y que no carece de interes por las excursiones á que convidan sus cercanías. Haré notar solamente á propósito de ese lugar, por donde no hicimos mas que pasar, que teniendo apénas 3,400 habitantes (todos reformados) posee una biblioteca de mas de 7,000 volúmenes con numerosos é interesantes manuscritos, excelentes escuelas, un hermoso hospital y otras ventajas análogas. Esto es característico de Suiza, donde bajo las formas de lo pequeño se encuentran donde quiera las mejores cosas de la civilizacion, gracias á las inspiraciones que la libertad ha dado al genio nacional, y al espíritu de emulacion desarrollado por la autonomía federativa y municipal de los pueblos.

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En el puerto del Aar, situado en el centro de la villa, tomamos el vapor que debia conducirnos por el lago de Thun hasta el pintoresco istmo interlacustre donde demoran Unterseen é Interlaken. Despues de algunos minutos de navegacion remontando el rio, por en medio de primorosas quintas y hoteles que orillan y dominan las dos márgenes, penetramos al lago. Confieso que no tenia idea de la suprema hermosura semi-salvaje que se desarrolla sobre el estrecho horizonte de la cuenca del lago. Verdad es que en Suiza se anda de sorpresa en sorpresa. El conjunto parece tener ciertas formas generales que se resumen en montañas y nevados, rios y lagos, cascadas y torrentes, praderas y chalets, risueñas campiñas y graciosas ciudades y aldeas; y sinembargo, no hay dos objetos de esos que se parezcan: la diversidad de aspectos y formas es infinita, y esto es precisamente lo que difunde el encanto en toda la Suiza.

Los lagos de Ginebra y Neuchâtel nos habian parecido muy bellos é interesantes bajo todos aspectos; pero en ellos hay no sé qué de civilizado, de regular y cadencioso, que agrada mucho pero no sorprende. En los lagos de Thun y Brienz la naturaleza es áspera, sombría y de una melancolía grandiosa. Allí se siente el soplo de las neveras mas penetrante; los rumores son mas acentuados; las cuencas de los lagos tienen, permítaseme la expresion, mucho de personal, privativo y soberanamente original. Así como los lagos Leman y de Neuchâtel tienen un aspecto frances, los de Thun y Brienz lo tienen aleman. Se echa de ver, aunque no se supiera, que las aguas del Leman están destinadas á regar un país frances y perderse en un mar meridional ó latino; miéntras que las del Aar, pasando por románticas cuencas, han de llevarle su tesoro al Rin, el gran rio germánico, y al mar del Norte, como símbolo de esa grande y bella raza alemana, soñadora, individualista, profundamente original, semi-salvaje por su carácter y encumbrada y nebulosa por su espíritu.

Mide el lago de Thun, desde su extremo superior en la isla de Wissenau hasta el inferior, donde se destaca entre magníficos árboles el elegante castillo moderno de Schadau, una longitud de 18 ½ kilómetros por 3,606 metros de anchura, y tiene en su mayor profundidad 234 metros. Sus brisas son variables pero generalmente tranquilas; su altura sobre el nivel del mar es de 586 metros, y sus aguas son de un color verde-azul muy hermoso. En el lago de Thun como en el de Brienz se observa el mismo fenómeno de coloracion que en el Leman, aunque en distinto grado. En efecto, ademas de 19 torrentes, casi todos cristalinos, que recibe en sus márgenes el lago de Thun, su caudal se acrecienta por la ribera izquierda con las aguas muy turbias del Kander y el Simmen reunidos, rios algo considerables que descienden, por estrechas gargantas y angostos valles, de las neveras situadas al sur del grupo resplandeciente de Jungfrau. Pero todas esas aguas, turbias como las del Aar en la region superior, pierden su tinta cenicienta al confundirse en el magnífico recipiente de granito que las trasforma en tranquilas ondas de esmeralda azulosa.

El espectáculo es tranquilo, imponente y completamente rústico. No obstante la irregularidad de los contornos, casi se domina toda la extension del lago de un extremo al otro, y el viajero sorprendido que surca las dormidas ondas á bordo de un vapor, por el centro del valle líquido, se siente rodeado por la majestad de una naturaleza pomposa en su conjunto y alternativamente risueña ó severa en sus rasgos. En derredor se alza un cerco de peñascos abruptos, unos escalonados, otros unidos en poderosas cuchillas, altas montañas arrugadas y ásperos y enormes bastiones de titanes. La cuenca es tan cerrada que apénas deja ver un pedazo del cielo, al mismo tiempo que por entre el abra determinada por el valle del Aar se ve la espléndida mole de Jungfrau reverberando como una inmensa urna de plata....

Pero ese poderoso cerco de montañas graníticas que arrancan desde las ondas mismas, donde bañan sus piés para elevar sus crestas y picos á considerables alturas, tiene un aspecto en que todo interesa, en que lo salvaje y rudo se combina con lo gracioso y apacible. Arriba se ve asomar unas veces la calva cabeza de una roca formidable por entre las grandes manchas formadas por los bosques de abetos que remedan las naves sombrías de las catedrales góticas. Mas abajo las faldas aparecen á trechos cubiertas con las alfombras frescas y tupidas de algunas praderas, ó de repente se ve una rambla estrecha y profunda por cuyos agrios peñascales se precipita algun torrente, saltando de roca en roca en luminosos torbellinos de perlas y espumas y regalando á las brisas su eterno concierto de salvajes rumores. En fin, hácia las márgenes se ven donde quiera graciosísimas aldeas, unas trepadas como centinelas del lago sobre el recuesto de alguna loma, otras sobre la ribera misma, adormecidas á los suspiros de las ondas, á la sombra de algun peñasco enorme, en el fondo de un puertecito en miniatura donde se balancean suavemente algunos barquichuelos toldados con telas de color azul.

Ningún ruido se escapa de esas aldeas donde la vida parece deslizarse en eterna paz, en la dulce calma de la humildad que nada ambiciona. Así, es vivísimo el contraste que hacen con aquel silencio sublime los silbidos prolongados y agudos de la válvula del vapor, al acercarse a algun puerto, los ecos de la música, producidos por una pequeña banda de aficionados, y las conversaciones á bordo entre gentes de todos los países y de diversas condiciones, explicando sus impresiones simultáneamente en las lenguas de Cervantes y Voltaire, de Milton y Goethe, de Dante y Camoens, en medio de aquel paisaje que tiene todo el sello de una originalidad, solemnidad y rusticidad eminentemente poéticas....

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Desembarcamos en Neuhaus, á poca distancia de la desembocadura del Aar, y allí tomamos un cochecito que nos condujo en veinte minutos á Interlaken, pasando por Unterseen, situado en el centro del valle de Baedeli, es decir del istmo que media entre los lagos de Thun y Brienz. Unterseen, pequeña villa de cerca de 1,400 habitantes, que despues recorrimos á pié, no ofrece particularidad ninguna, si bien son curiosas algunas de sus viejas casas de madera de un aspecto que el tiempo y el humo de los hogares han hecho casi sombrío. Es en el extremo superior ó el arrabal de Aarmuhle que comienza la porcion del valle verdaderamente bella, donde se halla el grupo de semi-palacios, tiendas graciosas y jardines que se llama Interlaken (Entre-lagos).

Tal parece como si lo que hay de mas culto y elegante entre los excursionistas de Europa se hubiera dado cita para ir á encontrarse durante algunos dias de cada verano en aquel lindo sitio, que parece un pedazo de algunos de esos elegantes arrabales compuestos de palacios y quintas que se ven en los alrededores de Lóndres, Paris y Berlin. En efecto, desde la salida del arrabal de Aarmuhle comienza una hermosa alameda que va á terminar en el puerto de los vapores del lago de Brienz, compuesta de dos filas de magníficos olmos y nogales, detras de las cuales se extienden lustrosas praderas y se destacan formando calle veinticinco ó treinta hoteles de construccion elegante, rodeados de jardines, terrazas y pabellones de verdura; hoteles que alternan en su larga fila con numerosas casitas de artístico aspecto, donde el viajero encuentra tiendas de perfumería y objetos de viaje, armas y una gran profusion de pequeños museos compuestos de vistas de tipos y paisajes, curiosidades alpestres, cristales tallados, juguetes y muebles nacionales trabajados con madera, hueso, marfil, cuerno, etc., y curiosas muestras de los bordados y tocados del país.

Cada uno de esos hoteles está siempre repleto de viajeros que se suceden y renuevan sin cesar, llegando de todas las comarcas de Europa y dispersándose en direcciones diversas; y por la gran alameda como por los jardines y prados vecinos circulan sin cesar los alegres y apuestos grupos de viajeros, ya visitando las tiendas para comprar curiosidades; ya paseando á caballo ó en ligeros cochecitos en solicitud de los admirables paisajes de las montañas vecinas; ya haciéndose recíprocas visitas, yendo al tiro de carabina, ó dirigiéndose por las mañanas á la elegante Casa de conversacion á tomar los zueros medicinales, ó por las noches á bailar, divertirse, y no pocas veces amontonarse, á horas avanzadas, al derredor de la carpeta verde, plaga inevitable de casi todos los sitios á la moda en Europa durante los veranos.

Es curioso ver el contraste que forman allí los acicalados dandys ingleses con los paisanos berneses, y los vestidos encantadores de las hijas del país, llenos de gracia, candor y originalidad, con los ampulosos y espléndidos trajes de seda ó de ricos linones que arrastran allí las leonas de Lóndres y Paris, barriendo el suelo con sus colas pontificales, y ofreciendo al viento de los nevados solitarios materia para trabajar con brio en las monumentales crinolinas. Se ha dicho siempre que los hombres se revelan comiendo y jugando; y en verdad que nada es mas propio para juzgar á las razas europeas, en su conjunto, que uno de esos banquetes ó comidas de table d'hôte que ofrecen los grandes hoteles, sobre todo en Interlaken, á orillas del Aar, en medio de dos preciosos lagos y ante la majestad de las montañas y los nevados del Oberland.

La mesa, muy buena y barata en Interlaken, estaba espléndidamente servida, en el hotel de los Alpes, donde nos habíamos hospedado, y mas de 150 personas teníamos asiento allí. Se hablaba en todos los idiomas y aun en dialectos, pero el inglés y el frances estaban en enorme mayoría.

Los Ingleses sobre todo tienen particular predileccion por Interlaken. Los franceses trataban de política ó referian sus excursiones, riendo con llaneza y hablando ruidosamente y casi todos á un tiempo, pero siempre corteses, galantes y procurando agradar, por instinto y hábito. Los ingleses, ó guardaban un silencio desdeñoso, como si estuvieran fuera de su esfera, ó comian mucho y bebian mas, sin hacer caso de nadie ni preocuparse con ninguna galantería, ó conversaban sobre cosas profundamente insustanciales; pero unos y otros querian ser los primeros servidos en todo caso y ponderaban candorosamente el gusto de todo plato con su inevitable very nice que les sirve para lodo. Es curioso observar que el Inglés en todo país extranjero tiene el privilegio de mirar, with reluctance, todo lo social, y encontrar que toda cosa comible es very nice y todo objeto físico, aun la piedra mas insignificante, very beautiful indeed.

Nada nos agradó tanto en esas horas de banquete ó mesa comun como el gracioso tipo de las mujeres que servian, pues en Interlaken el servicio de la mesa es femenino y esta proscrita la peste de los garçons vestidos de baile, tiesos y ceremoniosos como dandys de cocina. La linda muchacha bernesa que servia la parte de la mesa en que nos hallábamos tenia el tipo mas simpático y se nos grabó mucho en la memoria. Que el lector me permita retratarla, y tendrá idea de las paisanas de Interlaken, semejantes en lo mas notable á las del resto del canton de Berna.

Era la chica una apuesta jóven de 22 á 24 años, sencilla, candorosa y muy servicial, de mediana talla, pelo de un rubio casi amarillento, cara ovalada, fina y sonrosada, ojos de un bello azul oscuro, grandes y tímidos, nariz delicada y preciosa boca. Su complicado y elegantísimo vestido, que era el del país, se componia de una camisa de muselina muy blanca, sin cuello, graciosamente plegada en el pecho, con anchas mangas abombadas hasta la mitad de los brazos; un corpino de seda violeta con ribetes azules, abotonado por delante y muy avanzado hácia abajo, llegando solo hasta la altura de la mitad del pecho y la espalda, y sujeto con unas cadenas de plata en forma de calzonarias; estas se desprendian de los hombros, por dos piezas de seda azul que los cubrian, y caian pendientes hasta abajo de la cintura, sobre enaguas muy plegadas y nada ampulosas, de una especie de muselina de color de castaña, que salian debajo del corpiño. Agregad á eso un lindo chal de listas azules atado al cuello en forma de corbata con el nudo atras, una rosa natural prendida del borde superior del corpiño, un espeso moño de hermosas trenzas ceñido por una ancha cinta negra en forma de corona, dos redes de seda negra en los brazos atadas con cintas arriba de los codos, bajando hasta los puños y dejando ver la redondez y la frescura de esos miembros, y en fin un par de botines calzando sencillamente dos piés enanos: agregad esos pormenores, digo, y tendreis completo el atavío de una paisana de Interlaken.

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Entre las diversas excursiones muy interesantes que se pueden hacer hácia las montañas nevadas, tales como las de Grindelwald, Lauterbrunnen, Kandersteg, etc., escogimos la primera, esperando, no sin razón, encontrar variadas y muy gratas impresiones. El camino, que es carretero, aunque difícil y muy pendiente cuando trepa las montañas, atraviesa el valle, y pasando por delante de tres ó cuatro aldeas rodeadas de bosques y vergeles, casi por el pié de una colina donde se destacan aún las ruinas del castillo de Unspunnen, penetra al estrecho valle del Lutschine, riachuelo que desciende á saltos, atormentado y espumante, por un lecho de grandes rocas y peñascales. En breve el valle se va estrechando entre empinadas y ásperas montañas de salvaje aspecto, donde descuellan cien picos abruptos entre bosques magníficos de abetos, y el viajero contempla con arrebato sucesivamente los soberbios nevados de la Jungfrau [19], del Monch, el Eiger y el Wetterhorn.

[19] La Jóven Doncella: llamado así porque hasta 1811 nadie habla podido escalarlo y hollar sus blanquísimas nieves.

Despues se encuentra la confluencia de los dos riachuelos del mismo nombre de Lütschina, llamado el uno blanca (Weisse), que baja de las alturas de Lauterbrunnen, y el otro negra (Schwarze,) que desciende, por la derecha del Eiger y su base, de las neveras de Grindelwald. Pasamos el ruidoso riachuelo y comenzamos a subir lentamente, por encima de la márgen derecha del Lütschina negro, la cuesta que conduce al alto vallecito objeto de nuestra excursion. Confieso que jamas en mi vida habia experimentado tan suprema felicidad como en aquellos momentos. Tenia delante y en derredor todas las hermosuras de una naturaleza severa, salvaje, grandilocuente por sus rumores y su aspecto, deslumbradora y preñada de infinita poesía; y á mi lado, soñando despierta como y o, la mujer adorada, la compañera y el ángel guardián de mi vida....

El cochero nos parecía invisible; creíamos que alguna fuerza nos arrastraba como por encanto: tal era el embeleso de nuestra completa contemplacion de la naturaleza. A cuántos séres no habrá hecho dichosos la admirable Suiza! Habíamos olvidado enteramente la sociedad y sus pasiones, sus luchas, miserias y pesares, y solo sentíamos nuestras almas empapadas de amor y de ese sentimiento infinitamente religioso que se llama la adoracion de lo bello y lo sublime....

La cuesta caracoleaba por entre lomas y peñascos, en el centro de una angosta garganta formada por colosales y desnudas moles de granito, cercadas en sus bases por bosques seculares de abetos. De trecho en trecho encontrábamos algun rústico chalet solitario aguardando que el otoño hiciese volver sus habitantes, ó veíamos alguna praderita medio escondida en medio de los bosques. En el fondo del abismo bramaba el torrente, sacudiendo su parda y espumante melena, colérico y oprimido, contra cada peñasco que le cerraba el paso para procurarle una caída. Y arriba ... un cielo maravillosamente bello, como un lago Leman suspendido en la atmósfera, coronando y arropando las cúpulas de los nevados, que nos parecian los tronos resplandecientes y severos del genio de la Suiza....

Al llegar al onduloso vallecito de Grindelwald la escena cambió notablemente, ofreciéndonos un bello cuadro de contrastes. Nos habíamos apeado del ligero cochecito delante del elegante hotel del Águila (Eiger) de formas enteramente nacionales. Detras de nosotros, en la direccion del lago de Brienz, teníamos una formidable barrera de montañas casi desnudas y de aspecto rudo. A nuestra izquierda se extendia, hácia el N.-E., lo que se llama el valle, que es una sucesion de planos inclinados, ascendentes hácia lejanas neveras, muy accidentados y cubiertos de aldeas y chalets en gracioso desórden, pequeñas praderas y muchas plantaciones de legumbres, árboles frutales y cereales. Al frente se ostentaban como dos gigantes el soberbio nevado del Eiger, al S., redondo en su base, y al N.-E. el Mettenberg, teniendo en medio, en la parte baja, la nevera inferior de Grindelwald, que descendía hasta el fondo del valle, y en la parte superior los nevados Viescherhorner, cerrando el horizonte como una fortaleza colosal de cristal ó de plata. En derredor tentamos el pueblo de Grindelwald, que cuenta casi 3,000 habitantes (todos reformados); y nos halláiamos a 1,550 metros de altura, casi en el centro del valle, que mide 20 kilómetros de longitud y 5 de anchura.

La nevera nos atraía poderosamente con la solemne fascinacion de su hermosura, y la contemplábamos á la distancia de 1,500 metros con infinito encanto. Un guia nos condujo á pié hasta los primeros bancos de hielo. Queríamos ver de cerca la fuente ó salida del Lütschina-negro y penetrar en las grutas de hielo, magníficas alcobas de cristal que la naturaleza fabrica en masa y que los paisanos se encargan de perfeccionar para seducir al viajero curioso. El espectáculo de la salida del grueso torrente es realmente bello. El banco inmenso de hielo, pardo y onduloso, se detiene repentinamente á la vera del valle, formando una alta muralla que parece cortada á pico. Bajo su borde se abre la boca sombría del abismo de misterios que se esconde bajo la montaña de hielo, y por la abertura abovedada sale como una furia el torrente, repentino y atormentado cual si lo vomitase algun gigante abrumado por el peso de la inmensa mole cristalina. Es un rio sin principio visible, rio de torbellinos y borbotones espumantes y de rocas de hielo desprendidas de los abismos interiores, que salta en ondas frenéticas sobre un lecho de pedriscos grises y arenas graníticas, haciendo un ruido ensordecedor que contrasta mucho con la majestad silenciosa de la gran fábrica helada de torrentes.

Comenzamos á trepar lentamente, sobre los bancos de hielo para llegar, por en medio de profundas grietas, hasta la gruta principal abierta en el fondo de una ancha hendedura en forma de callejón. Descendimos y entramos por la boca principal. La cavidad de la gruta era apénas de unos cinco piés de anchura y nueve de elevacion, y seguia un giro tortuoso, en una longitud de 35 metros. Teníamos encima de nuestras cabezas una capa de hielo de 50 piés de espesor, y en el extremo interior de la gruta habian practicado, aprovechando una grieta, un conducto de tres piés de cavidad por donde entraba la luz y se subia, con el auxilio de una escalera de palos, hasta salir el aire libre sobre la superficie de la nevera.

Las paredes y el techo de la gruta tenian una hermosura luminosa increíble; por todas partes se escapaban hilos de agua purísima como cascadillas de perlas sonrosadas, y los muros presentaban colores muy variados, ya el blanco de la esmeralda pálida ó el blanco mate de la nieve, Qué indifinible emocion la que sentímos allí, cogidos de la mano, en aquella atmósfera de la mas deliciosa frescura, bajo esa bóveda de cristal húmedo y tornasolado, aislados del mundo entero y en inefable arrobamiento!... Nuestro guia habia trepado por la escalera para darnos el ejemplo; por eso no pudo percibir si un eco delicioso del interior de la gruta era producido por el rumor de las cascadillas microscópicas, ó por un ósculo de infinito amor que habia saludado aquella mansion de los misterios de la naturaleza.... Cuando salimos á lo alto de la escalera nos parecia que habíamos vivido en cinco minutos diez años de ventura desconocida.

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Una hora despues, cuando reposábamos en el hotel del Águila, comiendo frutas, deliciosa leche, miel de abejas y riquísimo queso auténtico del valle, vímos desfilar sucesivamente por delante del hotel una procesion de paisanos y una carabana de ingleses excursionistas, que nos llamaron la atencion. El contraste vale la pena de una breve descripcion.

La carabana de ciudadanos de la Gran Bretaña se componia de diez ó doce individuos. Bajaban de las altas montañas, á donde habian ido á hacer una excursion, y venían á paso lento, caballeros en enormes y pacientes mulas, montados en sillas del país bastante rústicas y de notables dimensiones. Todos vestían casaca, pantalon, corbata y chaleco negros, como si vinieran de un entierro, y soportaban los picantes rayos del sol con singular filosofía, cubiertos con sus sombreros negros de ala plana y copa encumbrada, enteramente como si anduvieran de paseo por Regent Street ó Hyde Park. Dos ó tres mas cuidadosos de sus personas traían paraguas abiertos; otros dos bajaban armados de grandes anteojos de larga vista, y los demas, completamente dandys, empuñaban flexibles bastoncitos fashionables, con las manos finamente cubiertas con guantes amarillos de cabritilla. Es incuestionable que el tipo inglés se presta mucho á la risa en sus excursiones de todo género; pero tambien es preciso reconocer que en esa filosofía altanera que le distingue aun en medio de los abismos alpinos, el Inglés no manifiesta, en el fondo, otra cosa que dos fuertes y bellos sentimientos: el de la personalidad, que se sobrepone á los usos ajenos, y el de la patria, que le hace tener la ilusion de que al andar por un valle de los Alpes se está paseando en su parque de Inglaterra ó su calle favorita.

La interesante procesion de paisanos salia de la iglesia principal (era domingo) y se dirigia, silenciosa pero de buen humor, hácia una casa donde se iba á celebrar una boda. Mas de trescientos paisanos de uno y otro sexo desfilaron por delante de nosotros, por pares ó en pequeños grupos. Los hombres, en lo general de talla mas que mediana, delgados y bien musculados, eran notables por el mirar franco de sus ojos azules, sus fisonomías rudas pero sencillas, abiertas y simpáticas, y el andar lento y seguro. Vestian todos calzon angosto y chupa de paño burdo, color de castaña ó pardo, sombreros de paja, pintados de negro, de alas angostas y copas monumentales á estilo de cubiletes; y calzaban gruesos botines claveteados ó zuecos de madera bien trabajados. Cada cual llevaba en la boca una enorme pipa de porcelana con pinturas, empatada en una caña negra ó amarilla de un pié de longitud y pendiente del labio inferior sin apoyo ninguno de la mano.

En cuanto á las mujeres, sus fisonomías eran mas dulces y sus vestidos verdaderamente graciosos. Todas tenian cabelleras abundantes de un rubio color de oro, atadas por fuera de las cofias formando enormes roscas, ó pendientes sobre las espaldas en espesas trenzas con grandes lazos de cintas negras. Si el mayor número de las paisanas no llevaban en la cabeza sino sus grandes cofias negras con anchos encajes de punto, muchas tenian coronas de enormes rosas artificiales. Usaban todas corpiño y enaguas de paño negro ó color de castaña, con mangas, pechera y delantal de muselina ó indiana blanca. Así mismo, todas revelaban su benignidad de carácter y su modesto bienestar en sus redondas carnes, sus rosadas mejillas, su risa candorosa y afable y sus ojos azules llenos de dulzura.

Toda esa poblacion de Grindelwald tiene sus habitaciones fijas en el valle, pues á pesar de su altura y de la vecindad de los nevedos está protegido contra muchas borrascas. En el verano cultivan unos los campos, y otros suben á las montañas á cortar maderas ó cuidar los rebaños y fabricar quesos. En el invierno descienden á su distrito y aldeas del valle, y miéntras los mas fuertes se ocupan en bajar de las montañas las maderas cortadas, los demas se encierran en sus casas á trabajar bordados y encajes, fabricar curiosidades de madera, tallar y pulir cristales, etc.

El dia declinaba y era preciso volver á Interlaken: montamos otra vez en nuestro cochecito y emprendímos la bajada, dando un saludo de admiracion al espectáculo prodigiosamente bello y variado que con tanta delicia habíamos contemplado.

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CAPITULO XI.

EL CANTON DE UNTERWALDEN.

El lago de Brienz.Giessbach.Brienz.El valle de Meyringen.El cuello de Brünig.Los valles de Sarnen.Un paisaje de parroquia.Condiciones históricas, sociales y políticas del Canton.


El cielo estaba lleno de luz y esplendor y las brisas de la mañana rizaban las ondas y nos llegaban de las montañas cargadas de los ricos aromas que emanan de los bosques de abetos, cuando subíamos á bordo de un gracioso vaporcito, que en breve comenzó á cortar como un cisne pardo las bellas aguas del lago de Brienz. Mas de cuarenta pasajeros nos hallábamos sobre el puente de popa, y no pocos iban apiñados hácia la proa. Algunos iban directamente á desembarcar en Brienz, en el extremo superior del lago; otros debian detenerse en el puertecito intermediario de Boenigen; los del mayor número íbamos á visitar de paso, durante algunas horas, la bellísima cascada de Giessbach. A la derecha veíamos distintamente la ancha faja cenicienta de las aguas del Lütschina, afluyendo sobre la ribera izquierda del lago como un reguero de ceniza echado sobre el verde tapiz de una pradera. Mas adelante, del mismo lado, pasamos casi tocando con la primorosa islita de Boenigen ó Schnecker-Insel (Isla-de-los-caracoles), que parece una miniatura fabricada por ondinas.

El lago de Brienz, perfectamente análogo por su color al de Thun y producido por el mismo rio Aar, es de los ménos considerables entre los de primer órden, pero el mas profundo de todos los de Suiza. Mide apénas unos 15 kilómetros de longitud, de N.-O. á S.-E., por 6 de anchura, y su profundidad llega hasta la prodigiosa medida de 600 metros en algunos puntos. El lago recibe algunos torrentes, de los cuales el mas curioso es el que da salida á las aguas del Faulen-see (ó Lago-podrido), situado encima de las montañas, torrente que perdiéndose en cavidades subterráneas no reaparece sino en el momento de arrojarse al lago de Brienz. Las montañas que determinan la cuenca de este son mucho mas ásperas, salvajes y elevadas que las del lago de Thun, y se levantan repentinamente en estupendos murallones tajados á pico que parecen amenazar desplomarse sobre las ondas. Sinembargo, en la circunferencia prolongada de la cuenca se ven unos diez ó doce pueblecitos, de los cuales los mas notables son los de Brienz y Boenigen, con una poblacion total de cerca de 7,000 habitantes: unos pintorescamente trepados sobre las lomas abruptas y al pié de tupidos bosques de abetos, y otros reposando muellemente sobre las riberas del lago.

Al aproximarnos á la cascada de Giessbach el espectáculo nos sorprendió por su gracia imponderable. Allí no hay nada de esa majestad imponente y sublime de la catarata de Tequendama, capaz, como otras de Colombia, de hacer profundamente poeta y religioso á un ateo (si es que puede haber alguno) con solo mostrarle el colosal prodigio de la Creacion. No: el interes de la de Giessbach, como de las mejores cascadas suizas, está en la gracia, el capricho, la variedad encantadora. En su presencia se puede amar, conversar, reir y galantear; miéntras que delante del Tequendama no es permitido sino contemplar con asombro, admirar y meditar en lo infinito.

Al saltar al puertecito de Giessbach, casi al pié mismo de la cascada, todos los pasajeros nos dispersamos por las diversas encrucijadas de la cuesta, ávidos de emociones que contentasen nuestra curiosidad. La montaña, cubierta de espesos bosques, se abre en un recuesto que produce en cierto modo un vallecito, á unos 60 ó mas metros de altura sobre el lago, teniendo su límite inferior en el peñasco enorme que domina la ribera, y elevándose del lado interior por la espesa montaña hasta una altura bien considerable. En el extremo de ese recuesto se halla un elegante hotel precedido de hermosas terrazas, y al frente de él se precipita la cascada, dando saltos estrepitosos por entre vastas alcobas de verdura sombría tapizadas de líquenes y musgos. Allí cada viajero va sitúandose sucesivamente en los balcones ó miradores de piedra que permiten de trecho en trecho contemplar de cerca la cascada.

El torrente se precipita de lo alto de la montaña por una abra estrecha, semejante á un enorme chorro que se lanzase de una azotea por entre balcones de piedra cuajados de guirnaldas y cubiertos con flotantes cortinajes de severa verdura. Compónese la cascada de una sucesion de catorce caidas ó cascadas, de proporciones y aspectos diferentes, formando como una inmensa escalera de torbellinos y de peñascos, sobre los cuales se lanzan las aguas en brillantes plumajes, en enormes chorros ó en espirales cristalinas y nubes tornasoladas de menuda lluvia Si el conjunto, visto de frente, es encantador, se experimenta suma delicia al situarse debajo de uno de los mas enormes peñascos, donde gira un pasadizo practicado en la concavidad de la roca; sintiéndose uno arropado por el turbion que salta por encima, formando una soberbia boveda líquida y espumante que se encuadra primorosamente en el doble marco de los bosques.

El contraste es muy sensible si se aleja uno de la cascada para subir hasta el mirador que se encuentra sobre el borde de la roca poderosa que se destaca sobre la ribera del lago. Desde allí se abarca con la mirada un paisaje soberanamente bello. A la derecha, al N.-O., se ve el valle superior del Aar ó de Hasli, la entrada del turbio rio al lago, y Brienz y algunos otros pueblos; á la izquierda, el lindo valle de Interlaken, y mas léjos el lago de Thun; al frente, una inmensa fortaleza de montañas de rústica majestad; en el fondo, la extension total del lago, silencioso, dormido y solitario, que parece como indiferente á la cólera del torrente de Giessbach que le lanza sus chorros espumantes, y cuya tranquilidad engañosa fascina al viajero maravillado, que á la sombra de los abetos contempla el abismo de esmeralda líquida que tiene á sus piés. Añadid á todo eso los silbidos de la locomotiva de algun vapor que atraviesa el lago, despertando los ecos de aquellos senos de granito y proyectando entre el cielo y las ondas su blanquísimo penacho de humo, y tendreis el cuadro completo que estimulaba nuestra admiracion.

* * * * *

Brienz es una pequeña villa de unos 1,800 habitantes, bastante animada y curiosa, gracias á su comercio considerable de excelentes quesos, su fabricacion de esculturas y curiosidades de madera, su viejo castillo arruinado, sus renombradas cantatrices de canciones nacionales, y su vecina cascada de Muhlbach que mide 360 metros de altura. En Brienz nos detuvimos apénas el tiempo necesario para tomar un refrigerio y hacer enganchar un carricoche que debia llevarnos por el valle del Aar en direccion al canton de Unterwalden, pasando por el cuello de Brünig. Al llegar al pié de la montaña, al extremo de un puente que atraviesa el Aar, nos apeamos de la pequeña tartana: el cochero se convirtió en muletero y guia, dejó el carruaje á la vera del camino carretero, ensilló los dos robustos y lerdos caballos del tiro, montamos y comenzamos á trepar la cuesta, encerrada entre modestos cortijos é hileras de nogales corpulentos.

Despues de una hora de marcha lenta y perezosa por un sendero pedregoso y rudo, subímos á un estrecho volador que ceñia el costado del cerro. Toda vegetacion artificial habia desaparecido, y caminábamos al traves de enormes derrumbes que las nieves y las lluvias producen, al pié de manchas de abetos deteriorados por los huracanes. Mirando hácia atras contemplábamos el romántico panorama del lago de Brienz; abajo teníamos el gracioso valle de Hasli (en cuyo centro demora Meyringen) surcado por el Aar y dominado por altísimos muros de montañas perpendiculares, á uno y otro lado.

Era interesante el contraste de los objetos que componian el cuadro. El Aar estaba muy crecido y, saliendo de madre, habia inundado con sus ondas grises muchas porciones del valle, arrastrando chozas y cercas destrozadas, montones de piezas de madera, árboles enteros y algunos animales. En el resto del valle todo era alegre y risueño, gracias á las variadas sementeras y los pueblos, caseríos y cortijos dispersos en todo sentido. Arriba, al S.-E., se destacaban á lo léjos los magníficos nevados de donde surge el Aar; mas cerca, en el segundo término de la perspectiva, enjambres de montañas cubiertas de abetos; y en el primer término, dominando el valle, se alzaba como una muralla artificial, inmensa, la roca desnuda y de tintas melancólicas por donde se precipitan paralelamente de grandes alturas, como cintas de acero bruñido, las bellas cascadas de Oltschibach, Wandelbach y Falchernbach[20]. Así, el cuadro era un conjunto de desolación, tristeza, majestad y pintorescos paisajes, resumiendo diversos géneros de poesía.

[20] La terminacion bach significa en aleman cascada ó torrente.

Por lo demas, el valle de Hasli, en cuya region superior nace el Aar y termina el territorio del canton de Berna, es uno de los mas renombrados de Suiza. Tiene la particularidad, según la crónica y las observaciones hechas, de que toda su poblacion se compone de los restos de dos razas puras, originarias del Norte, á virtud de una inmigracion de 6,000 Suecos y 1,200 Ostfrisones que fué á establecerse en el valle en el siglo V. Toda esa poblacion, hermosa y de tipo vigoroso, profesa la religion reformada, miéntras que al lado opuesto de la montaña que íbamos trasmontando la religion católica domina con la misma exclusion.

Acaso entre los fenómenos sociales no hay ninguno mas curioso y digno de atencion que el de la geografía de las religiones, tan misteriosa en apariencia. En Suiza, mas que en ningún otro país de Europa, léjos del artificio actual de las religiones convencionales, se puede observar ese fenómeno en el seno de poblaciones rústicas y sencillas. En efecto, se ve que entre dos valles separados por alguna montaña secundaria, ó en una planicie cortada por un riachuelo, de un lado reina sin competencia el catolicismo y del otro el calvinismo. Y sinembargo la topografía, las producciones y los climas son exactamente iguales ó semejantes, la raza y la lengua unas mismas, y las diferencias de instituciones y costumbres poco sensibles. Qué influencia ha podido determinar la absoluta discordancia religiosa? Evidentemente la accion ó presion histórica de los gobiernos. Por mucho que se diga en contrario, son los gobiernos los que hacen á los pueblos, y es por eso que la responsabilidad de los primeros es infinitamente mayor que la de los segundos.

Que el lector me disimule esta digresion moral (acaso inoportuna desde el corazón de una montaña) y se digne acompañarnos á trasmontar el cuello de Brünig; dejando de la hoya magnífica de los Cuatro-Cantones, al traves de una selva llena de rumores, de ricas, y salvajes bellezas, de majestad y misterio.

La selva era inmensa y su hermosura solo comparable con la poesía de su soledad. Caminábamos sin ver ni un rayo del sol poniente, bajo bóvedas y pabellones interminables de verdura sombría reposando sobre columnatas colosales de abetos, revestidas de líquenes y musgos. Ningún ruido extraño se mezclaba al eco de las pisadas de nuestros caballos y á ese rumor vago, sin causa visible pero eterno, que es la voz misteriosa de las florestas. Pero de tiempo en tiempo sentíamos las explosiones causadas por las minas en las rocas que taladraban en el fondo de la selva algunos peones, abriendo un camino carretero por en medio de abismos. Despues volvía á reinar el silencio, cuando no lo interrumpía por momentos el canto melancólico y gutural de nuestro guia, y, caminando con recogimiento, nos creímos errantes en un mundo enteramente salvaje.... Error! á nuestro lado, por encima de nuestras cabezas, iba tambien de árbol en árbol, escondiéndose bajo las ramas, un compañero, un espíritu invisible, que acaso nos iba diciendo algo al oído sin que pudiésemos percibir su admirable lenguaje ni adivinar su pensamiento. Quién era ese misterioso compañero? Era simplemente el alambre del telégrafo eléctrico, alambre que, animado como nosotros por un fluido y un pensamiento, por el alma natural y social, atestiguaba la presencia de la civilizacion en el fondo de la selva solitaria....

Cada pueblo, como he dicho no ha mucho, se revela en su manera de adoptar los grandes progresos de la civilizacion. La refinada Francia y la positiva Inglaterra hacen girar sus alambres eléctricos por larguísimas series de postes artificiales, barnizados y llenos de piezas de loza ó cristal que aislan el fluido y separan los alambres. En Suiza no se toman la pena de ejecutar esos trabajos; los telégrafos se acomodan á todos los caprichos de la topografía, y las series de sus postes son las columnatas naturales de sus bosques de abetos, los mas lujosos salones de la poética Suiza.

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Habíamos entrado al territorio del canton de Unterwalden cuando descendíamos la montana de Brünig, en direccion al precioso vallecito de Lungern. El sol se habia escondido detras de la mole gigantesca de ásperas montañas que se extienden desde el grupo de Giswylerstock hasta el cerro de Pilatos. En algunos puntos de la vía, donde la floresta se aclaraba un poco, asomaba un pedazo del horizonte inferior y podiamos destinguir perfectamente la configuracion de los valles y lagos que desde el pié del Brünig se dirigen hácia la hoya caprichosa, irregular y magnífica del lago de Lucerna ó los Cuatro-Cantones.

El canton de Unterwalden se compone de dos medio-cantones ó cantones gemelos, que giran paralelamente en la direccion del S.-E. al N.-O., teniendo en su conjunto un aspecto simultáneamente severo y gracioso, por la yuxtaposicion de las montañas y contrafuertes que los surcan en todas direcciones y de sus numerosos y risueños vallecitos, en algunos de los cuales se encuadran pequeños lagos del mas poético aspecto. Los dos gemelos de aquel país tienen muy desiguales proporciones: así, el medio canton inferior de Nidwalden (Valles-de-Abajo) apénas abarca la cuarta parte del territorio total, y carece de lagos exclusivos, si bien tiene riberas en los de los Cuatro-Cantones y Alpnach. La cadena de montes de Kernwald los divide, pero su fraternidad se mantiene hasta en los nombres de sus principales rios, llamados ámbos Aa [21]. El territorio de los dos medio-cantones se extiende desde los magníficos nevados del Titlis, al E. hasta el monte Pilatos, al O., y desde las alturas de Bothorn, al S., hasta la ribera izquierda del lago de los Cuatro-Cantones, al N., cerca del célebre sitio de Grütli; partiendo límites así con los cantones de Urí, Berna, Lucerna y Schwyz, y midiendo 48 kilómetros en su mayor longitud, 36 en su mayor anchura y 687 kilómetros cuadrados de área total.

[21] Palabra céltica que significa agua, y que con la adicion de una r (aar) significa corriente de agua ó rio.

El medio-canton que teníamos mas á la vista y que íbamos á recorrer en lo mas notable era el de Obwalden (Valles-de-Arriba), que tiene su capital propia. Desde lo alto de la montaña velamos la hoya estrecha y muy risueña del Aa superior, en cuyo fondo aparecian, con esa serenidad melancólica de las aguas que no reflejan ningún rayo de luz, los lagos de Lungern, Sarnen y Alpnach[22], eslabonados entre sí por la cinta graciosa del Aa, como tres placas desiguales de aluminium en un magnífico brazalete de esmalte imitando esmeralda. Nada mas apacible y gracioso en su género que el vallecito de Lungern, rodeado de muy altas montañas por tres lados, como una calle sin salida, y cuyas praderitas verdes y lustrosas se encuadran maravillosamente en el marco sombrío de los bosques de abetos surcados por algunos derrumbes. El pueblo de Lungern, que cuenta poco mas de 1,400 habitantes, está como disperso en el fondo del vallecito y al pié de las suaves faldas que remontan hácia la montaña de un lado, mostrando en todos sus objetos la gracia y el candor de sus vecinos. Mas abajo se encuentra el lago, de un kilómetro de longitud ó poco mas, y unos 250 metros de anchura, cuya graciosa cuenca formada por peñascos está rodeada de praderitas y cortijos.

[22] El lago de Alpnach, que en otro tiempo estuvo, sin duda, completamente aislado, ha degenerado en golfo del de los Cuatro-Cantones.

En otro tiempo ese pequeño lago era mas considerable, pero los vecinos de Lungern, que carecen de terrenos arables suficientes, quisieron disecarlo para destinar su lecho al cultivo. Desde 1790 hasta 1836 se ejecutaron de tiempo en tiempo trabajos costosos, y se logró practicar en la roca una galería subterránea de 439 metros de longitud que debia darles salida á las aguas. Pero la galería no fué practicada á una profundidad suficiente, y aunque una zona considerable de la cuenca quedó libre, bajando mucho el nivel de las aguas, jamas se pudo aprovechar parte ninguna del lecho. El lago quedó diminuto y deteriorado, se gastó en balde trabajo y dinero, y la agricultura nada ganó.

Recorriendo á pié las praderitas de Lungern, por en medio de graciosas casitas y cortijos, nos sentímos atraidos por un pequeño paisaje encantador, digno de fijar el pincel del mejor artista. Una modesta iglesia, rodeada por su cementerio y algunos huertecitos de árboles frutales; á un lado una linda casa de paisanos, resaltando sobre el rico y florido tapiz de grama; del otro un arroyuelo cristalino que iba por entre cercas de palos á hundirse en una ramblita cubierta de festones para darle movimiento á un aserrío de tablas; y en el centro, en una plazoleta, un grupo de mujeres y niños con sus atavíos originales,tales eran los elementos del gracioso cuadro. Nada mas sencillo, mas comun en apariencia, y sinembargo, nada mas completo como cuadro social y de la naturaleza suiza.

La puerta principal de la iglesia estaba abierta de par en par, porque se acercaba la hora de las oraciones de la tarde, y desde afuera se veia la profusion de ornamentos candorosamente pintorescos que distinguen á las iglesias católicas en los distritos rurales[23]. El cementerio no tenia muros, sino cercas de madera en forma de rústicas barandas, que le daban la apariencia de un jardin. En el interior se veian numerosos y humildísimos sepulcros casi á flor de tierra, en medio de los cuales se destacaban innumerables cruces negras coronadas de guirnaldas, y con hojas negras de laton en que se veian en letras blancas ó amarillas los nombres de los que reposaban en la paz de la inmortalidad. Era notable la abundancia de nombres españoles, tan queridos en los países alemanes, tales como María, Isabel, Luisa, Mariana, Gertrúdis y Francisca. En solo un pequeño espacio contamos mas de 15 Marías, lo que nos indicó la poética predileccion particular por la Vírgen. Es que la religion tiene sus sexos como las almas que la alimentan. El cementerio era literalmente un jardin: jardin admirablemente armonioso de flores, cruces y sepulcros. En dónde tienen mejor cabida las flores, si no es en las cunas y los cementerios, en los altares y en el casto retrete de la mujer virtuosa y amante?...

[23] La poblacion de Unterwalden es católica en su totalidad

La casa que hacia juego con la iglesia, el cementerio y el arroyo, era completamente típica Vista por su fachada presentaba cuatro pisos superiores al del suelo, los dos inferiores de igual anchura, y los superiores disminuyendo gradualmente al elevarse, á virtud de la forma triangular de la techumbre exterior. En cada piso se veian anchas vidrieras compuestas de pequeñísimos vidrios empatados en marcos de madera, sin abras exteriores y formando una curiosa simetría; y del suelo de la casa, á los lados de la puerta, se alzaban robustas plantas de madreselvas que trepaban hasta los pisos altos, formando en la fachada flotantes cortinajes floridos que se entrelazaban sobre los marcos de las ventanas. La casa reposaba en un cimiento de piedras menudas hasta el suelo del primer piso, y de ahí para arriba todo el edificio se componia de tablas de abeto graciosa y cuidadosamente unidas. En derredor todo era guirnaldas flotantes, enhiestos arbolitos y alfombras de grama salpicada de flores silvestres.

En cuanto al grupo de paisanas que aguardaban el toque de oraciones, sus vestidos originales y pintorescos realzaban la gracia y sencillez de sus fisonomías inocentes. Lo que mas nos llamaba la atencion era su singular tocado de hermosos moños medio cubiertos por cofias negras con encajes, moños trenzados con cintas blancas y prendidos con enormes placas de oro y plata imitando aletas y escamas, adorno que no carece de analogía con el que despues vímos en el tocado de las paisanas de Holanda, sobre todo del lado de Rotterdam. Se me dirá que estos pormenores carecen de interes? Es bien posible; y sinembargo la escena se nos grabó profundamente en la memoria. Había tanto candor, tanta naturalidad y poesía en esa iglesia abierta y repleta de adornos pintorescos;ese cementerio-jardin, defendido mas por la piedad comun que por su humilde cerca cubierta de guirnaldas;esa casa-chalet, toda trasparente (con mas vidrieras que muros) y envuelta en un manto de flores y verdura,y ese grupo de mujeres sencillas, de tipo original, esperando una campanada en la iglesia para entrar á orar! La escena era por sí sola una revelacion completa de las creencias, las costumbres, los hábitos, la raza y las virtudes campestres de aquella modesta poblacion.

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Eran las cinco de la mañana cuando partíamos de Lungern al dia siguiente, en un ligero cochecito, orillando sucesivamente los valles de Lungern, Sachseln y Sarnen. La excursion al traves del pueblo de Sachseln es realmente encantadora. El lugar (que apénas tiene unos 1,500 vecinos) está literalmente escondido, al pié de una magnífica montaña, en una vasta y primorosa floresta de árboles frutales, repleta de perfumes y alfombrada de heno y flores de mil colores. Los grupos de manzanos, perales y ciruelos alternan con los de cerezos, nogales y otros árboles en la mas graciosa confusion. Así, el distrito es literalmente un verjel, y sus habitantes viven entre flores, frutas y bóvedas perfumadas. Dudo mucho que los jueces tengan oficio allí. El crímen debe de ser desconocido en ese pueblo de humildes hortelanos, nacidos entre flores.

El lago de Sarnen, haciendo abstraccion de las ciénagas vecinas, es de un aspecto suave y sereno. Sus orillas se confunden casi con el valle, y el camino pasa rozándole sus murmurantes y adormecidas olas. Al lado opuesto se ven campiñas bien cultivadas y dos ó tres pueblos análogos al de Sachseln. La longitud del lago no excede de 6,366 metros, con 1,916 de anchura y unos 70 de profundidad; y la navegacion se hace en barquichuelos de sencilla construccion.

Sarnen, que cuenta poco mas de 3,400 habitantes, está trepada en parte sobre la falda de una montaña, reposando muellemente en las dos márgenes del Aa y rodeada de bellas arboledas. El estilo de esa pequeña ciudad es tan original como gracioso, y al notar su simplicidad de formas ninguno podría pensar que se halla en la capital de un Sitado soberano. Pero esa simplicidad se comprende con simpatía al saber que el doble canton de Unterwalden no es otra cosa que una humilde y dichosa confederacion de distritos que son otras tantas repúblicas democráticas. Unterwalden, por su pequeñez, no vale la pena de una relacion detenida, como cuerpo político; pero por algunas de sus instituciones características merece que se le cite como un modelo, y que se le respete por la filosofía y el buen sentido de sus ciudadanos.

La poblacion de Unterwalden, de raza primitiva ó mas bien germánica, habla exclusivamente el aleman (muy viciado) y cuenta apénas 24,960 individuos, distribuidos en 13 parroquias, de las cuales 7 corresponden á Obwalden y 6 á Nidwalden. Desde el año de 1150 se estableció la division del Estado en dos entidades de gobierno independiente, teniendo la una su capital en Sarnen y la otra en Stanz. Unterwalden fué uno de los tres confederados que formaron la liga de Guillermo Tell para constituir la nacionalidad suiza, y sus soldados valerosos tomaron parte en todas las batallas de la independencia. El Canton en su totalidad no contiene sino florestas naturales, praderas y verjeles, siendo casi totalmente nulos el cultivo de cereales y la fabricacion. Así, sus producciones se reducen al corte de maderas, las cosechas de frutas (peras, manzanas, cerezas, ciruelas, duraznos, albaricoques y nueces de nogal), la extraccion de cidra (kirchenwasser), aceite de nueces y exquisita miel de abejas, y la fabricacion de quesos; todo lo cual rinde valores relativamente considerables, así como las crias de ganados.

Cada una de las parroquias forma una república democrática, independiente en su gobierno propio y regida por asambleas de todos los ciudadanos, y por funcionarios electivos para los servicios permanentes. Cada medio-canton tiene sus ciudadanos propios, y solo poseen el sufragio comun unas cien familias de patricios primitivos que gozaban del derecho ántes de la division del Estado. Las instituciones de los dos medio-cantones ó gemelos políticos son tan análogas que basta indicar las de uno de ellos para dar idea del todo. Cada año se reunen en Asamblea todos los ciudadanos activos de la confederacion de parroquias[24] con el objeto de discutir y votar las leyes y los presupuestos, aprobar las cuentas de la administracion, nombrar, si es oportuno, la parte de representantes que han de figurar en los cuerpos legislativos de la Confederacion helvética, y elegir los altos magistrados encargados de la administracion comun de la pequeña confederacion. La Asamblea no tiene iniciativa en las leyes y se reduce á aprobar ó rechazar lo que le propone el Poder Ejecutivo. Este se compone de 12 ó 14 magistrados llamados Propuestos (Vorgesetzten), presididos por el Landammann (Hombre que gobierna el país), especie de Presidente elegido anualmente por la Asamblea ó Landsgemeinde. Los Propuestos son inamovibles.

[24] Mas de la cuarta parte de los habitantes son ciudadanos. Obwalden tiene unos 13,400 habitantes y Nidwalden el resto. La ciudadanía se adquiere á la edad de 20 años.

El rasgo mas bello de esas dos confederaciones microscópicas, que viven tan felizmente con su democracia pura, es la institucion relativa á la pena de muerte. Esta no puede ser pronunciada ni ordenada, cuando por gran casualidad ocurre un crímen capital, sino por un gran jurado compuesto de los jueces permanentes y todos los ciudadanos mayores de 30 años (excepto los eclesiásticos) que no son parientes de las partes y pueden prestar juramento. Despues del principio de la inviolabilidad de la vida, que vale mas que todo, nada hay tan bello como ese reconocimiento del principio de la familia social, en virtud del cual no es permitido privar de la vida á uno de sus miembros sin que toda la comunidad dé su voto y lo consienta. Es extraño que un estadito microscópico, perdido entre los contrafuertes y lagos de los Alpes, le esté dando lecciones al mundo que se llama civilizado acerca de la solidaridad fraternal de los hombres y los derechos de la vida humana!

No olvidaré hacer notar que el Poder Ejecutivo es asistido en cada medio-canton por un Gran Consejo de representantes, y que el tribunal superior de cada grupo federal es igualmente un conjunto de jueces ó diputados judiciales de las parroquias. Así, la idea federativa se muestra en todas las entidades, desde la confederacion de los individuos hasta la de las distritos, como se muestra luego en la asociacion de los cantones soberanos.

En el puerto de Alpnach, al pié del monte Pilatos, nos embarcamos á bordo de un vapor para cruzar el lago de los Cuatro-Cantones, en direccion á Lucerna. A nuestra derecha veíamos á Stanz, dormida en su gracioso valle, y el lago desarrollaba á nuestra vista encantada sus ondas reverberantes, sus magníficas montañas y todo un panorama de las mas poéticas y variadas formas, que evoca en todos sus sitios mil recuerdos de los tiempos heróicos de Suiza.

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CAPITULO XII.

LOS CUATRO-CANTONES.

Idea general topo-hidrográfica.La ciudad de Lucerna.Curiosidades. Un contraste social.Condiciones generales del canton de Lucerna.El lago de los Cuatro-Cantones.Su navegacion y aspecto interior.Recuerdos de la independencia.


Casi en el centro del territorio suizo, en la region donde termina en cierto modo la zona montañosa y comienza la de las planicies ondulosas ó muy accidentadas, se produce una hoya relativamente considerable que, teniendo por centro hidrográfico al rio Reuss, ofrece á la vista del viajero el mas variado y acaso el mas bello panorama de ese país de maravillas naturales.

Esa hoya, de formas muy irregulares y cerrada por todos lados ménos al Norte, es determinada por los numerosos contrafuertes que los Alpes arrojan sobre las planicies en muy diversas direcciones, y su conjunto produce la yuxtaposicion de numerosos valles, bastante estrechos y profundos, que giran todos sobre el valle central del Reuss, rio que, naciendo en las alturas de la Furka, á corta distancia de las fuentes del Ródano, corre en direccion absolutamente opuesta y va, de Sur á Norte, á llevar sus aguas al Rin, confundidas con las del Aar y el Limmat. El sinus ó ensanche del Reuss en el fondo de una cuenca de inmensas rocas perpendiculares, es lo que constituye el lago de los Cuatro-Cantones (Vier-Waldstatter-See), el mas irregular y, sin disputa, el mas curioso de cuantos tiene Suiza.

Al derredor de esa cuenca lacustre y dentro de la hoya indicada se encuentran, en todo ó en parte, los cuatro cantones que le dan su nombre al lago: al O. el de Unterwalden; al S. el de Urí; al E. el de Schwyz, y al N. el de Luzern ó Lucerna,rodeados por los de Berna, Glaris, Zug, Argovia, etc.

Así, los cuatro cantones forman el mas pintoresco enjambre de montañas empinadas y abruptas (algunas de ellas nevadas), angostos y risueños vallecitos, colinas y riachuelos, bosques, praderas y verjeles, que se amontonan ó alternan al derredor del lago múltiple y caprichoso, como las mil variadas formas de un vasto parque semi-salvaje y semi-artificial al derredor de un enorme estanque de granito en que murmuran ondas trasparentes y azules.

Si la topografía y la comunidad de intereses, de esfuerzos patrióticos, lengua, religion, raza y tradiciones, han creado una íntima confraternidad entre los cuatro ó mas bien cinco cantones mencionados, la conformacion de su admirable lago indica, con no ménos evidencia que la orografía, que aquellos pueblos nacieron destinados á la comunidad social.

En efecto, si se observa la extraña configuracion del conjunto del lago, la direccion opuesta de sus golfos y la de los cinco rios ó riachuelos principales que vierten sus aguas en la cuenca granítica comun, se reconoce fácilmente que en un tiempo muy lejano del actual no existió sino una serie de cinco ó seis lagos, ligados entre sí por los rios que los determinaban y tendiendo todos á confundirse en la cuenca del de Lucerna. Así, teniendo su caudal y cauce principales en el Reuss, el lago total (que debió formarse por la ruptura de diques naturales y el ensanche mas ó ménos lento de los cauces afluentes) recibe: al E., las aguas del Muotta, riachuelo central del canton de Schwyz; al O., sucesivamente el Isenthal, el Aa inferior ó del medio canton de Nidwalden, y el Aa superior, que, como he dicho, recoge las aguas del medio canton de Obwalden.

El lago en su totalidad tiene la forma irregular de una especie de cruz latina con el asta quebrada hácia abajo, pero tendida en sentido inverso. El pié quebrado es la pequeña cuenca correspondiente al valle de Altorf, llamada particularmente lago de Urí, y alimentada solo por las aguas del Reuss y el Isenthal. La parte central del cuerpo de la cruz es determinada por otra cuenca de muy distinta direccion, casi cerrada por dos estrechos, que tiene el nombre particular de lago de Buochs, y recibe en su extremo superior las aguas del Muotta, y hácia el N.-O. las del Aa inferior. Mas abajo se abre otra cuenca que, siendo uno de los rayos de una magnífica estrella de cuatro golfos, es al mismo tiempo el principio del cuerpo ó tronco de la gran cruz. Allí las aguas se dividen en cuatro receptáculos de formas bastante análogas: el de la derecha gira por el pié de la magnífica montaña de Rigi ó Righi, teniendo en su vértice á Küssnach; el de la izquierda, que es el otro brazo de la cruz, se dirige hácia el pié de la mole colosal del Pilatos, y se divide en dos golfos pequeños, uno de los cuales es el lago de Alpnach; en fin, el que determina la cabeza de la cruz toma su direccion hácia Lucerna, con el nombre particular de lago de Lucerna, se abre paso por en medio de bellísimas, colinas, dividiendo en dos partes la ciudad; y restablece el cauce del rio Reuss.

Esta imperfecta y pálida descripcion dará alguna idea del singular capricho ó la multiplicidad de formas del lago de los Cuatro-Cantones, el mas interesante de todos los de Suiza por su aspecto y la composicion geológica de las cuencas encadenadas que lo forman, y el mas poético tambien, á causa de los espectáculos que ofrece y de los recuerdos que hace evocar relativamente á la historia de la Confederacion, Considerado en su totalidad, el lago tiene una elevacion de 438 a 450 metros sobre el nivel del mar, y mide en su máximum 38,530 metros de longitud, 15,100 de anchura, y 360 de profundidad. La varia direccion de los valles ó las abras que se inclinan hácia la cuenca del lago determina las mas diversas y aun opuestas corrientes de vientos, lo que unido á la composicion abrupta y rocallosa de todo el lecho, produce las mas violentas borrascas, que se repiten con frecuencia y a veces súbitamente.

Lucerna es, sin duda, por su situacion y las campiñas primorosas que la rodean, una de las mas graciosas ciudades de Suiza, ó por lo ménos de las que demoran sobre márgenes lacustres. Asi, su conjunto ó aspecto general, sea que se le mire desde el lago, sea que se le contemple desde alguna eminencia, es admirablemente poético y risueño. Sinembargo, en su interior, aparte de algunos curiosos pormenores, Lucerna no corresponde á sus apariencias ni á la idea que su reputacion le hace concebir de antemano al viajero. La fachada no coincide en nada con é interior de la ciudad. Cuando llegábamos á bordo del vapor que nos condujo desde Alpenach eran las once de la mañana, y bajo un cielo lleno de esplendor brillaban bajo el rayo casi perpendicular del sol el lago y el rio, sus muelles y puentes, los grandes y bellos edificios modernos que dominan un ancho malecon en escuadra, los campanarios de la catedral y otras iglesias, y las numerosas torres feudales y bastiones de las murallas almenadas que rodean la ciudad. Ese conjunto era realmente seductor, y sus bellezas se completaban con la magnificencia del paisaje circunvecino, hacinamiento de lindas colinas ondulosas, cubiertas de huertos y jardines y salpicadas de quintas y casas campestres en pintoresca dispersion.

Pero al penetrar al interior de la ciudad, apénas detras de la primera fila de edificios que dominan el lago, todo cambió de aspecto. Allí encontramos donde quiera desaseo en las calles, vestidos tristes, descuidados y sin ningún carácter, calles tortuosas, feas y desapacibles, y casas de aspecto muy poco simpático. Por fortuna, si la mugre y la basura aumentan la tristeza de esas calles, el movimiento industrial y comercial les da alguna animacion de otro género. El viajero se detiene con curiosidad á observar las fuentes públicas de formas tradicionales y características (acaso las mas originales de cuantas se ven en Suiza), y los puentes echados sobre el Reuss para unir las dos partes de la ciudad, casi todos de madera, cubiertos, y adornados con las mas curiosos retablos. Cada país se manifesta en sus monumentos: Suiza, el país de las puras y abundantes aguas, ha prodigado en todas sus ciudades esas fuentes conmemorativas de las tradiciones nacionales, cuyas formas son tan características.

Lucerna no es notable por ninguna especialidad artística, industrial ó literaria, ni por sus monumentos ó edificios públicos. Sus singulares puentes de madera, tan característicos de Suiza, como las fuentes públicas de piedra coronadas por figuras de guerreros ó animales, por curiosos que sean no merecen en rigor el nombre de monumentos. El mas hermoso edificio de la ciudad, situado en la parte S.-O., á la izquierda del rio, es el antiguo colegio de los Jesuitas (hoy convertido en Liceo cantonal), y esa superioridad es una prueba mas de que en todas partes la Compañía de Jesus ha logrado el mejor lote. De los cuatro puentes de Lucerna los mas notables son: el de Hof, que mide 360 metros de longitud y atraviesa el vértice del lago, ofrece un admirable punto de vista sobre las montañas, y está adornado en su interior con 238 malos cuadros pintados al óleo que representan pasajes bíblicos; y el de Kapell, que domina el punto en que el lago se convierte en rio, mide 324 metros y contiene 154 cuadros de muy antigua fecha que representan sucesos de la historia de Suiza y la vida y milagros de los dos santos patronos de la ciudad, Por curiosos que sean esos puentes vetustos es de aplaudirse la resolucion de la ciudad de demolerlos para establecer malecones y muelles á lo largo de las márgenes del rio, y reemplazarlos con mas sólidas y elegantes construcciones.

De todas las curiosidades de Lucerna la que mas llama la atencion de los viajeros paseantes es el monumento consagrado, fuera de la ciudad, a la memoria de los soldados suizos que murieron al servicio de Luis XVI en la famosa jornada del 10 de agosto de 1792, peleando contra el pueblo de Paris. Consiste el monumento de un enorme león alegórico (de 9 metros de longitud y 6 en altura) esculpido en el fondo de una especie de gruta cavada en un gran peñasco. Una cascadita que salta por encima del león, cayendo en un estanque, una capilla cercana, una casita elegante dentro de la cual se hallan de venta mil curiosidades, y los pabellones de verdura que rodean el monumento, completan el gracioso cuadro. Allí encontramos a un guardián vestido con el uniforme de los suizos de Luis XVI, asegurando con mucho aplomo á tres señoras inglesas que él se habia batido como un león en la consabida jornada del 10 de agosto, escapando por milagro. Aunque el ilustre combatiente no manifestaba tener mas de sesenta años, ni se mostraba muy erudito en punto á geografía francesa, eso no impedia que un grave ciudadano de «la pérfida Albion» estuviese recogiendo con avidez las reminiscencias del suizo y anotándolas cuidadosamente en una cartera de viaje, como novedades de primer orden.

Si la credulidad candorosa del insular nos hizo sonreír, confieso que no pude comprender el orgullo con que los ciudadanos de Lucerna conservan ese extraño monumento, que á mis ojos no era sino un padrón de infamia, ó por lo menos una tristísima reminiscencia. En vez de consagrar monumentos á la memoria de la degradacion del noble y libre pueblo suizo, los ciudadanos de la Confederacion deberían hacer todo lo posible por condenar al olvido ese mercenarismo extravagante que desde hace tantos siglos ha hecho de la Suiza un semillero de soldados de las mas odiosas tiranías y de los mas corrompidos y corruptores gobiernos. Si en los últimos diez años se ha visto á los mercenarios suizos saqueando a Peruza, como soldados del Papa, y defendiendo con atrocidades la causa de los Borbones de Nápoles, debe recordarse tambien, en honor del radicalismo helvético, que las asambleas y el gobierno de la Confederacion han adoptado en esta época medidas enérgicas para poner término al mercenarismo. Gracias al incomparable Garibaldi y á Gialdini y otros generales italianos, los soldados suizos han desaparecido ya de la Italia meridional; y entre los grandes resultados de la revolucion italiana no será uno de los ménos apreciables la sustitucion del voluntario heróico y desinteresado (instrumento de emancipacion y símbolo de la fraternidad de los pueblos) en lugar del mercenario de otra época, instrumento de opresion y símbolo de la degradacion humana.

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Lucerna, ciudad esencialmente católica, tiene unos 11,500 habitantes, de los cuales en 1857 solo 317 eran protestantes. Gracias á la navegacion por vapor del lago, en relacion con la via que conduce á Italia por el San-Gotardo, y al reciente ferrocarril que la ha puesto en rápida comunicacion con Berna y los ferrocarriles del occidente y norte de Suiza, Lucerna comienza á tener notable importancia comercial, aunque acaso la perderá en parte cuando Italia y Suiza tengan comunicaciones directas y prontas. La industria de Lucerna se reduce á algunos tejidos de algodon, lino y cáñamo y de objetos de bonetería, y sus fábricas son muy subalternas. Produce tambien sombreros de paja y otros artículos de poca importancia. Por lo demas, Lucerna es fiel al pensamiento general (fruto de la emulacion que engendra el régimen de autonomía federal) que inspira á los Suizos tan cuidadoso interés por los establecimientos de instruccion y beneficencia. El aislamiento en que la naturaleza habia tenido á los pueblos suizos, ántes de las invenciones modernas de la industria en materia de comunicaciones, les habia hecho comprender que debían sacar toda su fuerza de ellos mismos. Por eso ha sido tan profundo y general en Suiza el sentimiento de fraternidad, que se manifiesta en los numerosos hospitales, hospicios y otros establecimientos análogos. En cuanto á los de enseñanza, la emulacion, por una parte, sostenida por la autonomía política y social de los cantones, y por otra el progreso de las ideas é instituciones democráticas despues de 1798, y de 1848 particularmente, han favorecido la multiplicacion de institutos destinados á propagar los conocimientos de todo género en la masa popular.

Haré notar aquí, á reserva de posteriores observaciones, ciertos contrastes curiosos que el viajero atento observa fácilmente en las ciudades de Suiza. En ningún país son tan oportunas las comparaciones como en Suiza, donde en un pequeño pero variadísimo territorio coexisten confederadas varias razas muy distintas, con religiones, prácticas, artes é instituciones muy diversas. Sin querer en manera alguna deducir reglas generales en favor ó en contra de ningúna religion, puedo afirmar que sin excepcion ninguna notable, he observado en todas las ciudades de Suiza un contraste evidente respecto del mercenarismo, el desaseo, la situacion de los establecimientos públicos y las costumbres é instruccion de las masas populares. Los cantones protestantes han suministrado un número insignificante á los déspotas, en calidad de mercenarios; la inmensa mayoría ó casi la totalidad de estos ha salido siempre de los cantones católicos. Es que el protestantismo es favorable á la libertad y mantiene y estimula el sentimiento de la dignidad personal? Creo que sí, á juzgar por los hechos que he observado en muchos de los Estados europeos, correspondientes á distintas razas y religiones.

En cuanto al instinto ó el gusto por el aseo y la decencia, he visto en Suiza (y mas tarde haré notar lo mismo respecto de otros países) el contraste que ofrecen doce de las capitales de cantones que he visitado. En la serie de ciudades que visitamos desde Ginebra hasta Schaffhousen, pasando por Losana, Neuchâtel, Friburgo, Berna, Lucerna, Altorf, Zug y Zuric, y desde San-Gall hasta Basilea, hemos visto, no obstante la alternacion en que se hallan esas ciudades, por razón de sus creencias religiosas, esta diferencia: en Ginebra, Losana, Neuchâtel, Berna, Zuric, San-Gall, Basilea y Schaffhousen, ciudades protestantes, decencia, pulcritud y esmero en todas las cosas públicas; en Friburgo, Lucerna, Altorf y Zug, desaseo, incuria en las masas y las calles, ausencia ó escasez de gusto. El mismo contraste ofrecen las ciudades suizas en lo relativo a la instruccion popular, á la situacion de los establecimientos públicos y á las manifestaciones de actividad y progreso que se resumen en las costumbres, la industria y las instituciones, sean cuales fueren las razas sujetas á la observacion. En la region central de Suiza, dominando un territorio perfectamente homogéneo en su aspecto, sus producciones, etc., y favorecidas por una igual autonomía, he visto un cordón de ciudades, desde el lago Leman hasta el Rin, enlazadas en este orden: Ginebra, Losana, Neuchâtel, Friburgo, Berna, Lucerna, Zug, Zuric. De esas ciudades las tres primeras y la cuarta y octava son reformadas, y en ellas se encuentra: actividad industrial y comercial, culto por las artes, gran desarrollo de la instruccion, evidente liberalismo en las instituciones, pulcritud, esmero por las cosas públicas, costumbres apreciables y progresistas y solicitud en favor de la beneficencia, Al contrario, en las demas de las ciudades mencionadas, que son católicas y han mantenido numerosos institutos monásticos, todo concurre á manifestar una evidente inferioridad relativa, tendencias al quietismo, la incuria, la rutina y el desaseo. Puede ser que estos fenómenos tengan otra explicacion; pero hasta ahora creo que el materialismo de ciertas prácticas, el espíritu de obediencia pasiva y el ejemplo de holgazanería dado por las comunidades monásticas, explican en mucha parte las diferencias que se notan en el seno de razas que ocupan un territorio homogéneo.

La historia del canton de Lucerna, cuyo nombre, como es bien sabido, proviene del antiguo fanal (lucerna en italiano) que brillaba en una torre de la ciudad, construida en medio del Reuss y llamada Torre-del-agua (Wasserthurm),esa historia, digo, es bien sencilla y se resume toda en la de la ciudad, como sucede con todos los cantones suizos. Un convento ó abadía fundado á fines del siglo VII, por un señor ó propietario feudal del país, fué el núcleo de la actual ciudad. Cedida en el siglo VIII por el rey franco Pepino el Breve a los abades de Murbach, uno de estos la vendió mas tarde, con otros distritos adyacentes, al emperador Rodolfo de Habsburg. En 1332 Lucerna, despues de sostener como vasalla varias luchas contra los tres cantones confederados que fueron el núcleo de la gran Confederacion, entró en alianza con ellos, luchó contra el Austria y aseguró su independencia. La dominacion de la ciudad de Lucerna sobre todo el canton fué absoluta y sus instituciones enteramente aristocráticas. La invasion francesa de 1798 modificó profundamente la situacion, pero la reaccion de 1815 restableció las antiguas instituciones. La causa democrática volvió á triunfar en 1831, para sufrir nuevos descalabros en 40 y 42, pero gracias á la revolucion radical de 48 que destruyó el Sonderbund, el Canton ha entrado en la via general trazada por el derecho público de la Confederacion.

Con todo, sus instituciones particulares están muy distantes aún de ser democráticas, aunque en apariencia la soberanía reside en el pueblo. El gobierno es ejercido por un Gran Consejo (cuerpo legislativo) de 100 diputados de larga duracion, de los cuales (por una extraña combinacion que no he hallado en ningún otro país) 80 son elegidos por los ciudadanos electores y 20 por los 80 diputados; y por un Pequeño-Consejo (Kleine-Rath) compuesto de 15 miembros encargados del Poder Ejecutivo, elegidos cada tres años por el Groose-Rath ó Gran Consejo. El Tribunal supremo se compone de 13 jueces elegidos por el mismo Consejo. El Canton está dividido en cinco circúitos ó Amts, que poseen consejos municipales y se subdividen en distritos comunales (Gemeinde) administrados por funcionarios únicos.

La poblacion del canton de Lucerna es exclusivamente alemana por la raza dominante y la lengua, y casi totalmente católica. En 1850 habia 132,843 habitantes, de los cuales solo 1,563 reformados. En 1860 la poblacion habia bajado á 130,965 individuos. La disminucion depende enteramente de la emigracion. El Canton mantiene el catolicismo romano como única religion del Estado. Cuenta en su suelo mas de 15,000 casas, tiene una área total de 1,540 kilómetros cuadrados, y mide en su mayor longitud 50 kilómetros y 41 en su mayor latitud. La mayor parte de su territorio se compone de fértiles y pintorescos valles surcados por afluentes del Aar, tales como el Reuss, el Marienthal, el Vigger, el Suren, el Winen, etc. Ademas de las aguas del lago de los Cuatro-Cantones, de que participa notablemente, y de unos tres ó cuatro laguitos microscópicos, encierra los de Sempach y Baldeg y una pequeña parte del de Halwyl, que son navegables. Los productos principales del Canton son agrícolas: granos, plantas filamentosas y crias de ganados; en su industria solo son notables algunos tejidos de algodon, lino y cáñamo y la fabricacion de cidra.

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La navegacion del lago de los Cuatro-Cantones, á bordo de uno de los numerosos vaporcitos que parten de Lucerna cada hora, en diversas direcciones, es una de las mas entretenidas. Desde que se atraviesa el centro de la estrella lacustre llamado Kreuztrichter, y se pasa por en medio de Woegis y Kirsiten, teniendo á la izquierda la costa del canton de Schwyz y á la derecha la del de Unterwalden, todo cambia de aspecto y adquiere el sello de la majestad y la hermosura agreste. Ya no se ven colinas ondulosas, alegres quintas ni verjeles, sino inmensas murallas de rocas formidables, perpendiculares, que parecen amenazar con desplomarse de repente y encajonan las ondas verdi-azules como en una taza profundísima de los mas extraños relieves y variadas tintas. Las pequeñas poblaciones aparecen al pié de las montañas ó trepadas sobre los peñascos, como formas de fantasía ó de capricho que se ciernen sobre los abismos.

Dos promontorios que se avanzan de los lados opuestos el uno hácia el otro, determinan un estrecho de poco mas de un kilómetro de anchura. El vapor penetra entónces en la hoya que llaman «lago de Buochs,» dejando atras la de Kreuztrichter, y la cuenca se desarrolla como un estanque inmenso, cerrando el horizonte por todos lados y llena de magnificencia. Al poniente descuellan en sus marcos rocallosos y de sombría vegetacion los distritos de Buochs y Beggenried; al este, Gersau, villa del canton de Schwyz cuya historia política es una de las curiosidades de Suiza. Donde quiera las montañas ofrecen los mas bellos contrastes, sea por sus formaciones geológicas, sea por su vegetacion. Verdes praderitas alternan con tupidos bosques de abetos corpulentos; ásperos derrumbes se nuestran al lado de rocas perpendiculares y estupendas que parecen de una sola pieza, y magníficas estratificaciones, mas ó ménos desnudas, unas horizontales y de capas delgadas, otras inclinadas en diversos sentidos y compuestas de poderosos bancos. Tal parece como si una legion de titanes hubiese edificado allí, para escalar el cielo, un enjambre de colosales fortificaciones de diversas formas, superponiendo las rocas como las capas de calicanto de una muralla, y que una tremenda conmocion del suelo hubiese luego desquiciado, destrozado y revuelto esas construcciones titánicas en mil moles discordantes y pavorosas. Donde quiera las ondas del lago se sacuden oprimidas por la cintura de montañas,desnudas, ásperas y medrosas abajo, verdes en el centro, majestuosas en todas sus formas, y empinadas hasta dividirse en soberbios picos y cúpulas disformes, por encima de los cuales se ven reverberar los lejanos nevados de Unterwalden y Urí.

Gersau, como he dicho, es una curiosidad histórica. Allí descolló en otro tiempo la mas pequeña república democrática, independiente y soberana que haya existido jamas en el mundo. El paisaje que ofrece la humilde villa, asentada en su llanurita de aluvion y dominada por su linda iglesia, es tan risueño como raro en aquella cuenca de peñascos. Hoy cuenta unos 1,600 habitantes católicos. Sometida á diversas dominaciones hasta el siglo XIV, y luego hipotecada como una finca, se rescató en 1390, despues de haber hecho alianza con los tres cantones de la primitiva confederacion. Desde mediados del siglo XV, en plena posesion de todos sus derechos, Gersau fué una república soberana hasta el fin del siglo XVIII, «fuerte de unos 900 ciudadanos de todo sexo, edad y condicion, entre gobernantes y gobernados, ejército, marina» y demas adminículos de una nacion. Las guerras de la revolucion francesa y los sucesos posteriores trastornaron la pacífica nacionalidad de Gersau, y despues de sus esfuerzos infructuosos de 1814 y 1846 por recuperar su independencia, la microscópica república quedó anexada definitivamente al canton de Schwyz. Dejando la burla á un lado, confieso que nada me ha parecido tan sublime como la historia de ese pueblecito de pastores rústicos. Jamas en forma tan pequeña se vió representado principio tan grande y sagrado como el de la libertad y la soberanía de los pueblos.

Otro promontorio muy pronunciado, el de Treib, estrecha la cuenca del lago, en frente á la confluencia del Muotta y la aldea de Brunnen, y, dando una media vuelta, el vapor entra á la cuenca ó lago de Urí, de aspecto mucho mas grandioso aún que la de Buochs.Brunnen es el puerto del canton de Schwyz por ese lado, miéntras que Art lo es en el extremo meridional del lago de Zug. El vapor nos condujo directamente á Flüelen, el puerto del canton de Urí, dejándonos ver de paso la eminencia de Grütli, mas adelante la curiosa Capilla de Guillermo Tell, y donde quiera, en las rocas tajadas, un enjambre de obeliscos y pirámides de aspecto basáltico y singulares tintas. Lo que se llama Grütli es una pradera rodeada de bosques, que corona una alta loma situada sobre la raíz del promontorio de Wylenstein. Allí se encuentra una casa solitaria que los muy curiosos visitan, y cerca de ella tres fuentes que pertenecen á la poética leyenda de la independencia ó de Guillermo Tell. Fué en ese sitio que se reunieron el 8 de diciembre da 1307, en ausencia de Guillermo que se hallaba preso, los tres famosos patriotas de los cantones de Urí, Schwyz y Unterwalden, que juraron ligarse para luchar contra la tiranía de Gessler ó la casa de Austria y fundar la independencia federativa.

La Capilla de Tell, objeto de alta y justa veneracion en el país, no por lo que ella es, sino por las tradiciones que hace evocar, es un templete abierto en forma de arcada, construido sobre una roca y casi al nivel del lago, y encuadrado en un marco de abetos y peñascos. Las ondas golpean las gradas que dan acceso al Tellenplatte, y á veces sus espumas van á desvanecerse al pié de los dos altares de piedra que adornan el interior. En los muros y el techo se ven frescos del mas macarrónico estilo, que representan varios pasajes de la historia de la emancipacion. Todos los años, en dia fijo, se dice allí una misa en conmemoracion de los hechos evocados; y se asegura que la capilla fué inaugurada por 114 individuos que conocieron en persona á Guillermo Tell. El motivo de la ereccion de ese monumento es una tradicion que recuerdo haber visto traducida en una estampa de colores, en cierto albergue de mi país, cuando tenia nueve años. Guillermo, prisionero de Gessler, á bordo de una barca, algunas horas despues de la terrible prueba de la manzana, logró, gracias á una súbita borrasca, que se le desliase para dirigir la embarcacion. Al pasar por el pié de la roca en que se encuentra la capilla, saltó á tierra, se escapó y fué á esperar á Gessler en el istmo que media entre Küssnach y el lago de Zug, al pié del monte Righi, donde logró darle muerte, libertando á su país y vengándose de las crueldades sufridas.

Algunos viajeros, al pasar por delante de los monumentos consagrados á la memoria de Guillermo Tell, se burlan de los Suizos y califican de fábula todo lo que se refiere á la leyenda heróica del libertador de los Tres-Cantones; y por mucho que se haya dicho en comprobacion, es general la opinion de que aquel personaje no existió. Los Suizos se ofenden mucho de eso, y tienen razón. Por mi parte, creo en Guillermo Tell como en la libertad, el patriotismo y la gloria. Ni el héroe tuvo en si nada de fabuloso, nada que no fuese natural y comprensible, ni hay razón para rechazar la autenticidad de una leyenda que es la de todos los pueblos libres, con diferencias de pormenores y estilo. De todos modos, un pueblo que sabe mantener el culto de semejantes epopeyas revela sólidas virtudes y es digno de la libertad.

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CAPITULO XIII.

LOS PEQUEÑOS CANTONES.

Altorf.El canton de Urí.Los valles de Schwyz.Goldau.La ascencion del Rigi.Escenas del Rigi-Kulm.Panorama de la Suiza central.


La grandiosa montaña del Rigi no es solo interesante como punto de vista que domina un inmenso y admirable panorama: lo es tambien por la circunstancia muy particular de ser el centro de los pequeños cantones ó Estados independientes que sirvieron de núcleo á la Confederacion, y al mismo tiempo el centro de una encantadora region de lagos y montañas, que se agrupan con maravillosa variedad y armonía de formas y aspectos. En efecto, al N.-O. y O. del monte Rigi se extienden sobre las riberas del lago de los Cuatro-Cantones los territorios de Lucerna y Unterwalden, que acabo de describir rápidamente; al S., el canton de Urí; al E. el de Schwyz, que encierra el gracioso lago de Lauerz ó Lowerz y es riberano de los de Zug, Zuric y Vier-Waldstatter; al N.-E. y N., el canton de Zug, dueño de la mayor parte del lago del mismo nombre y de todo el de Egeri.

Es curioso observar que, con excepcion del canton de Lucerna, es al derredor del monte Rigi y sobre las riberas de esa serie de lagos que se hallan los mas pequeños y antiguos cantones de Suiza,pequeños sobre todo por su poblacion y sus recursos,los que han sido la cuna de la libre Confederacion Suiza, dándole hasta su nombre, y los que, al traves de todas las revoluciones y peripecias políticas, han mantenido con mas pureza y energía dos formas sociales que en casi todo el mundo han figurado como contradictorias despues del siglo VIII, á saber: el catolicismo romano y la república democrática. Ya se ha visto cual es la organizacion política y social de Obwalden y Nidwalden: ahora indicaré los rasgos principales de esa organizacion en los cantones de Urí, Schwyz y Zug, que me han llamado mucho la atencion no obstante la extrema rapidez con que recorrí algunas partes de sus territorios.

En Flüelen descendimos del vapor que nos habia llevado desde Lucerna del un extremo al otro del magnífico lago. Flüelen no tiene valor ninguno como localidad: es un miserable villorrio de 600 habitantes, cuya importancia consiste solo en la ventaja de ser el puerto comercial del canton de Urí y el extremo setentrional de la gran via que, remontando el valle del Reuss, va á buscar en Italia los lagos Maggiore y de Lugano, pasando por el célebre cuello de San-Gotardo, objeto de tantas atenciones estratégicas en los tiempos de guerras ó desconfianzas europeas. La hoya encerrada entre la formidable barrera oriental de montañas que pasando por el San Gotardo se dirige hácia las soberbias neveras del Mont-Rose, y la que por la Furka gira al occidente en direccion al grupo magnífico del Titlis, constituye la totalidad del canton de Urí, el primero de la Confederacion en el rango de antigüedad ó de cancillería. Esa hoya hermosísima, dominada por tan grandiosas montañas y neveras, tiene por centro hidrográfico el pequeño rio Reuss, al cual afluyen las aguas de seis ó siete riachuelos que bañan otros tantos valles casi paralelos entre sí, á uno y otro lado, trasversales ó perpendiculares al del Reuss. Es en esa serie de valles elevados que se halla distribuida la escasisíma poblacion de Urí, poblacion de rudos montañeses y pastores, libres, independientes, sencillos, candorosos y profundamente adheridos á su suelo ingrato y sus queridas tradiciones religiosas, sociales y políticas.

Un modesto coche de movimientos repulsivos nos condujo por el húmedo y melancólico valle, en cuarenta minutos, á la célebre ciudad de Altorf, capital del Canton, donde Guillermo Tell ganó la inmortalidad con la famosa proeza de la manzana y la flecha. La triste y pobrísima capital del Estado soberano de Urí demora en el fondo del valle, al pié de la amenazante mole de Grumberg, y teniendo de un lado el Reuss, de otro el Schachoenbach, su afluente, y al norte la cercana ribera del lago. El aspecto de las calles es triste y desolado, y donde quiera se ven ruinas que manifiestan cuánto ha tardado la ciudad en reponerse del terrible incendio que la devoró en 1799. Apesar del orgullo con que los vecinos señalan su bonita catedral (que no carece de algunos objetos interiores apreciables) y sus cuatro ó mas conventos, de los cuales tienen por muy interesante el de Capuchinos (que dicen es el mas antiguo de toda la Suiza); apesar de eso, digo, Altorf con sus 2,150 habitantes, su silencio y quietud y su miseria, no interesa al viajero sino por los recuerdos que despierta con sus fuentes conmemorativas del heroismo de Guillermo Tell, y su torre de curioso aspecto, que se alzan en la calle principal.

Una de esas fuentes está situada en el lugar donde el terrible Gessler hizo colocar al hijo de Guillermo para que este traspasase con su flecha la manzana puesta sobre la cabeza del inocente niño. La fuente está coronada por la estatua del heróico patriota con una bandera en la mano. A poco mas de cien pasos se halla la otra fuente con el grupo de Guillermo y su hijo. Guillermo, condenado á la terrible prueba, que podia costarle tan caro pero que le devolvia la libertad necesaria para servir á la patria, estrecha contra su corazon al fruto de su amor, muestra la alabarda debajo de un brazo, y alza la mirada con altivez, confiando en Dios y en la santidad de su causa. Mas allá está la torre de sencillas formas, pintada en su exterior con frescos que representan la historia de Guillermo. La calle estaba solitaria, y los tres monumentos nada valian á nuestros ojos como obras de arte, ni nos recordaban una epopeya que pudiera interesarnos personalmente. Y sinembargo nos sentímos profundamente conmovidos. Había tanta elocuencia en esos monumentos de tan vulgar ejecucion, tal candor en el culto que les tributan los humildes y pobres habitantes de Altorf, y tantos motivos para comprender el valor de esa sublime virtud que se llama el patriotismo!... Esa inmortalidad de un nombre y una leyenda al traves de tantos siglos, y esa elocuencia de dos toscas estatuas en el fondo de un pobre valle de Suiza,inmortalidad comprendida y elocuencia bien sentida por dos almas viajeras nacidas en el corazon de los Andes,no eran las mejores pruebas de que el patriotismo no es un delirio sino una gran virtud, una religion, y que la gloria no es una quimera, sino una eterna auréola de los grandes caractéres y de los pueblos libres?

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Las proporciones del canton de Urí son bien reducidas. Jamas Estado alguno ofreció mejor la prueba de que no era vana la promesa de Cristo: los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Urí, primer Estado de la Confederacion en el órden de admision, es el último por su riqueza ó producciones y su poblacion: esta apénas excede de 14,700 habitantes, todos católicos y que hablan la lengua alemana muy adulterada, lo mismo que los de Unterwalden, Schwyz y Zug. El humilde canton es sinembargo superior á otros diez cantones en cuanto á la extension territorial, pues mide una superficie de 1,092 kilómetros cuadrados, teniendo en su mayor longitud (de S. á N.) 25 kilómetros, y en su mayor anchura 43. El Canton es visiblemente pobre, apesar de sus numerosos valles, algunos bastante abrigados, y de contar con la via internacional de San-Gotardo. Sus producciones de alguna importancia se reducen á la cria y exportacion de ganados, fabricacion y exportacion de quesos, corte de maderas en las magníficas florestas de las montañas y cultivo de árboles frutales y papas ó patatas.

Por lo que hace á las instituciones y costumbres, bastará dar una idea general de los tres cantones que son objeto de este capítulo, y que tienen completa analogía en su historia, condicion social y económica y organizacion política, judicial y religiosa. Mas adelante, al hablar del canton de Schwyz, diré lo que me parece mas interesante. Desde ahora solo haré notar una circunstancia que es comun á los tres cantones. Nacidos, como Estados soberanos, de una liga heróica, espontánea y fraternal para conquistar la independencia respecto de la antigua casa de Austria, su suerte ha sido comun en todo tiempo, tanto en las contiendas interiores de la Confederacion como en el largo período de guerras á que dió lugar la revolucion francesa. A esa comunidad histórica y política y á la de raza, lengua, religion, costumbres, instituciones y producciones agrícolas, se agrega la de la topografía, cuya influencia ha sido muy notable. La doble circunstancia de estar esos cantones compuestos de series de valles que se bifurcan ó reunen en admirable armonía, no obstante su variedad y de ofrecer paso hácia la via del San-Gotardo (comercial y estratégica al mismo tiempo), ha provocado naturalmente la colision de ejércitos enemigos, en los tiempos de guerras europeas, sobre el teatro de los pequeños cantones del centro de Suiza. Así, el viajero no recorre ninguno de esos valles sin encontrar uno ó mas campos de batalla donde los Franceses lucharon con prodigiosa energía y audacia contra las fuerzas muy superiores de los generales rusos y austríacos. Al atravesar esos campos de batalla no puede uno ménos que admirar el contraste entre la humildad y el silencio de aquellos lindos valles solitarios y recónditos, y la grandeza de las cuestiones europeas que el genio de la revolucion y el de la guerra debatieron allí sobre un campo neutral. Con cuánta majestad y aterradora solemnidad debieron resonar los ecos del cañon en el seno de aquellas concavidades de granito coronadas de hielo! Cuán triste es pensar que la guerra, aparte de todas sus violencias, sus horrores y los ultrajes que infiere á la humanidad y la civilizacion, comete con frecuencia el gran crímen de escoger como teatro de sus barbaridades el suelo de algun pueblo pacífico, neutral, indefenso y humilde! Bastaría recordar que el hijo de Burdeos ó del Havre se ha batido terriblemente con el salvaje Cosaco de los desiertos mas lejanos, en el fondo de los valles de Suiza, para comprender todo lo que la guerra de ambiciones y conquistas tiene de inicuo y detestable.

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Volvímos á Flüelen, y en vez de embarcarnos de nuevo en un vapor para dirigirnos á Schwyz por Brunnen, tomamos una pequeña barca manejada por solo un remero. Este era el único medio de poder apreciar de cerca las magnificencias geológicas de la parte del Waldstatter llamada lago de Urí. En efecto, no recuerdo haber visto en ningún otro país de Europa, excepto sobre las orillas del Elba, en la admirable comarca llamada «Suiza sajona», estratificaciones rocallosas tan extrañas y grandiosas, tan sorprendentes por sus variadas formas y su aspecto romántico, tan originales, por decirlo así, como las que ofrecen las formidables paredes que circuyen el lago, sobre todo en la orilla oriental, en el trayecto que média entre Flüelen y Brunnen. La ligera barquilla, de muy tosca construccion, saltaba como un pez, cediendo á las fuertes ondulaciones del agua agitada por el viento del sur. En los primeros minutos no dejamos de tener miedo, porque los movimientos eran muy desordenados, el viento nos azotaba con fuerza y á veces saltaban sobre el fondo de la barca chispazos espumosos que nos mojaban. Ademas, sabíamos que en el lago las borrascas eran casi siempre repentinas y peligrosas para frágiles barcas. Pero nuestro batelero, hombre de fisonomía ruda pero honrada, y conversador como pocos (tanto mas cuanto que tenia que conversar por tres, porque no entendia jota de frances, inglés ni ménos español, y nosotros éramos incapaces de decirle mas de seis ú ocho palabras en aleman) nuestro batelero, digo, nos tranquilizó á fuerza de señas, haciéndonos comprender que no habría borrasca sino tres horas despues, y que la extrema agitacion de las ondas no dependia sino de la proximidad de las rocas y los ocultos arrecifes.

Por lo demas, era tal nuestro encanto á la vista de las maravillas naturales que nos rodeaban, que en breve nos faltó tiempo y espíritu para tener miedo. El lago estaba en aquellos momentos absolutamente desierto, y nosotros, á pesar de los aires nacionales que silbaba de tiempo en tiempo el humilde batelero, íbamos completamente entregados á la suprema delicia de la contemplacion de la naturaleza, á cuyo poema se mezclaban los silenciosos himnos del amor y los recuerdos de la patria,esa dulce querida que no tiene sexo para sus adoradores. Tocamos en la roca donde Guillermo Tell puso el pié para escaparse de la barca de Gessler, y visitamos la capilla que apénas habíamos mirado de paso cuando íbamos á bordo del vapor. Cuarenta minutos despues llegábamos al puerto de Brunnen, y tomábamos un coche que debia llevarnos por la via de Schwyz á Goldau, al pié del monte Rigi.

Brunnen que, como he dicho, es el puerto del canton de Schwyz para sus relaciones comerciales del lado del lago de Waldstatter, es un pueblecito insignificante, situado en el límite del valle del Muotta (Muottathal), pero que no carece de interes bajo el punto de vista histórico. Fué en Brunnen donde, el 9 de diciembre de 1315, los delegados de los tres cantones primitivos contrajeron la alianza definitiva que fundó la base de la Confederacion; allí se reunian las dietas ó asambleas de diputados y jefes de Schwyz, Urí y Unterwalden para resolver sobre los negocios comunes de la Confederacion madre; y allí combatieron con furor, al fin del siglo pasado y principio del actual, los ejércitos de Francia y Austria que se disputaban la via del San-Gotardo.

El valle de Brunnen, regado por las aguas reunidas de los valles opuestos de Muotta y Lowerz, y limitado al norte por la serranía que tiene su núcleo en el Rigi, es muy gracioso, fértil y pintoresco. Donde quiera el viajero mira con delicia enjambres de huertos rodeados de húmedas praderas que tienen su límite en las montuosas faldas de las montañas; y echa de ver que en ese valle demora una poblacion de costumbres apacibles, contenta con su modesta condicion y fuertemente adherida á sus tradiciones y á los hábitos de libertad democrática y culto católico-romano.

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A una hora y cuarto de Brunnen, al pié de una cadena de montañas y dominando la confluencia de los valles de Muotta y Lowerz, demora Schwyz, capital del canton del mismo nombre, bonita ciudad de unos 5,500 habitantes, graciosamente asentada sobre las faldas ondulosas que descienden de la serranía de los Mythen. Su linda iglesia parroquial, sus edificios públicos de instruccion, beneficencia, etc., sus vecinas aldeas anexas, sus bellas campiñas que se desarrollan en planos inclinados, trepando hácia las montañas ó descendiendo hácia los valles, y los puntos de vista encantadores que ofrece su término, le dan un interes pintoresco y de color local que aumenta el valor histórico de la ciudad. Schwyz, en efecto, tiene el primer rango entre las ciudades de los cantones primitivos, por haber no solo tomado la iniciativa en la lucha de la independencia y en otras posteriores, bajo el principio federal, ostentando el valor, la tenacidad y el buen sentido de sus hijos, sino tambien por haberle dado su nombre á toda la Confederacion (Schweiz ó Schweizerland), nombre que se ha mantenido con preferencia al de Helvecia de orígen latino. Se puede decir que no ha ocurrido en ese país un grande acontecimiento político en que los ciudadanos-soldados de Schwyz no hayan hecho un papel muy importante, desde el tiempo de la primera liga hasta la que, bajo el nombre de Sonderbund, fué vencida por el radicalismo en 1848; luchando sucesivamente en Morgarten, Sempach y otras batallas, contra los Austríacos, en Grandson y Morat contra Cárlos el Temerario, en los combates de 1799 á 1801, contra las tropas de la Francia revolucionaria, y en los conflictos posteriores de la Confederacion que terminaron felizmente en 48.

El canton de Schwyz es el mas importante de los primitivos por su riqueza y poblacion. Cuenta unos 45,600 habitantes que ocupan una área total de 908 kilómetros cuadrados, y mide en su mayor longitud, del E. al O., 45 kilómetros, por 38 en su mayor anchura; partiendo límites con los cantones de Urí y Glaris, al S. y S.-E.; de San-Gall y Zuric, al E.; de Zug y Lucerna, al N., y de Unterwalden al O., con riberas en las lagos importantes de Lucerna, Zug y Zuric. Aunque el suelo del canton no es generalmente fértil y está cortado en todas direcciones por un cáos de montañas, su agricultura es muy esmerada, sus productos variados y de importancia, y posee alguna industria, que consiste en tejidos de seda y otros artículos, así como explota algunas turberas y canteras de cal. Sinembargo, su riqueza principal está en las crias de excelentes ganados, la valiosa fabricacion de quesos, la explotacion de sus florestas de abetos y el cultivo de frutas, legumbres, etc.

Un hecho muy notable llama la atencion en Schwyz y los tres cantones pequeños que lo rodean por varios lados y le son enteramente homogéneos: hablo de la prerogativa que se han reservado los distritos de elegir sus curas ó pastores, ventaja excepcional que la corte de Roma ha negado siempre á los pueblos católicos. En aquellos cantones el sacerdote encargado de administrar los intereses religiosos de la libre grey recibe su autoridad de los creyentes que depositan en él su confianza, y el obispo no hace otra cosa que confirmar la eleccion ó consagrarla. Es el derecho de patronato ejercido por su legítimo propietario, el pueblo creyente; ó es en cierto modo la reminiscencia de la primitiva iglesia. Creo que á esta singular ventaja debe atribuirse principalmente el fenómeno (que lo es hoy y no lo fué en un tiempo) de la coexistencia del catolicismo romano con la libertad y la república democrática pura en los cantones de que voy hablando El catolicismo, practicado como existió en los primeros siglos de la iglesia, es en efecto una religion esencialmente democrática, porque así es no solo la religion de las muchedumbres fraternizando, sino tambien la prueba de la libre voluntad de la grey en la aceptacion de sus pastores. El hábito de elegirlos libremente ha debido mantener vivo y persistente en Urí, Schwyz y Unterwalden el sentimiento democrático del derecho de todos y cada uno de los asociados, porque nada influye tan poderosamente sobre las ideas, costumbres é instituciones políticas de un pueblo como las prácticas y tradiciones religiosas. Son estas las que inician al hombre en la posesion de su conciencia, y el que tiene una conciencia libre, sana y digna en religion, no puede ménos que tenerla en asuntos de moral y política.

Otro fenómeno curioso que se nota en esos cantones correspondientes á las hoyas de los lagos de Zuric y los Cuatro-Cantones, es el del contraste de tradiciones políticas entre pueblos que en nada difieren en cuanto á raza, lengua y religion, y cuyas fronteras son en realidad imperceptibles, puesto que la topografía es homogénea. En efecto, se ven en contacto en esas dos hoyas lacustres siete ú ocho cantones cuyas instituciones han diferido y aun difieren mucho, como el espíritu de sus habitantes. En Lucerna han predominado la tendencia aristocrática muy exagerada y la centralizacion absoluta. En los medio-cantones de Unterwalden y en Urí, Schwyz y Zug, la república democrática pura, descentralizada en todos los distritos. En Glaris ha regido algo peor que el gobierno aristocrático: el de la teocracia mas retrógrada ó estancadora. Por último, en San-Gall (en otro tiempo dominado por abades y obispos) y en Zuric, ha predominado un espíritu liberal temperado: el de la república representativa, que hace emanar toda autoridad de la Asamblea legislativa elegida por el pueblo.

Cómo explicar tan notables diferencias entre poblaciones análogas que tienen casi la misma historia y ocupan un suelo casi comun? Se buscará la explicacion en el aislamiento secular de las unas y el contacto comercial de las otras con pueblos avanzados? Esa explicacion es la ménos admisible, porque no cuadra con los hechos, que son absolutamente contradictorios. Por mas que medito, no encuentro nada que se acerque tanto á la racional y mas general explicacion del fenómeno como la que se deduce de las tradiciones religiosas. En Lucerna ha dominado, como en Glaris, el catolicismo de mala ley, el aristocrático, que, faltando á las primeras tradiciones de la iglesia y á su espíritu de igualdad y fraternidad, ha hecho de las jerarquías un dogma y de la explotacion de las conciencias un sistema, prescindiendo de contar con la voluntad de los fieles, que es el símbolo de la libertad de la conciencia. En los cantones democráticos el catolicismo ha sido democrático, inofensivo, armonizando sus intereses con los de la sociedad. En Zuric, el protestantismo ha mantenido la nocion de la libertad personal, abriendo el camino á la república; pero no ha ido directamente hasta la democracia pura, porque los hábitos de individualismo que adquiere el protestante como creyente, no se amalgaman sino al cabo de mucho tiempo (ó en circunstancias excepcionales, como en los Estados Unidos) con los hábitos de accion colectiva que engendra el catolicismo. Por último, en el canton de San-Gall, aunque los católicos están en mayoría, la minoría reformada es muy fuerte y respetable, en términos que ámbas comuniones están representadas en el gobierno casi con iguales fuerzas. Esa coexistencia política y social del catolicismo, que tiende hácia la democracia pero se ha complicado con jerarquías é instituciones viciosas, y del calvinismo, que no admite jerarquías y hace del pastor un ciudadano padre de familia y de libre eleccion y responsabilidad;esa coexistencia, digo, ha debido equilibrar las fuerzas de las dos comuniones, depurarlas por la emulacion, armonizarlas por el contacto íntimo y necesario, y conducirlas á un régimen de conciliacion ó transaccion, cual es el de la república representativa.

Volviendo á los cantones primitivos diré, para terminar mis breves observaciones sobre organizacion social, que todo lo que llevo indicado acerca de Unterwalden es aplicable á Urí, Schwyz y Zug, con pocas diferencias secundarias. Por punto general son electores y ciudadanos gobernantes todos los varones mayores de 20 años. Allí no hay Asambleas legislativas, en la acepcion general del término. El pueblo se gobierna á sí mismo, ya en todo el canton, reuniéndose anualmente al aire libre para elegir sus mandatarios de toda clase, aprobar cuentas, votar presupuestos, sancionar leyes y nombrar los representantes para la Dieta federal; ya en los distritos, ejecutando las mismas operaciones en escala reducida. Los pueblos viven contentos con ese noble régimen de confraternidad política y social, de libertad, igualdad y autonomía; y cada uno de esos ciudadanos manifiesta en su porte y en los actos de su vida que tiene la conciencia de su derecho, el hábito de ejercerlo constantemente, y la altivez modesta y la fidelidad á las tradiciones de independencia y libertad que son necesarias á todo pueblo digno de vivir en la tierra bajo la proteccion de Dios.

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El valle que se extiende entre el Muotta y el lago de Zug, encerrado por los montes Mythen y los que corresponden al grupo del Rigi, es gracioso y apacible, levantado hácia la mitad por los derrumbes de Goldau y algunas lomas pedregosas. En su primera parte, la mas cercana á Schwyz, yace en el fondo de la hoya el pequeño y muy gracioso lago de Lowerz, rodeado de planos inclinados y ondulosas colinas. El solitario laguito, por cuyas orillas giran dos caminos carreteros, y en cuyas claras ondas reposan algunos barquichuelos perdidos entre juncos á la vera de puertecitos que no carecen de gracia, mide apénas 5 kilómetros de longitud, como 2 y 1/2 de anchura y unos 18 metros de profundidad. Es uno de tantos juguetes de la hidrografía de Suiza, propios mas bien para encantar al viajero que para servir al comercio y la navegacion.

En el punto en que la gran mole del Rigi presenta su flanco oriental, haciendo frente al Rossberg, que se alza del lado opuesto como un monstruo descarnado, el valle tiene un aspecto de desolacion que acongoja, sobre todo por los recuerdos que despiertan los enormes y desnudos pedrizcos dispersos en el sitio que en 1806 ocupaba el pueblo ó aldea de Goldau. Hoy no existen allí sino una capilla, un hotel para los viajeros y algunas casas formando una calle, construidas en época reciente. Miéntras nos preparaban los caballos que debíamos montar para subir el Rigi, quisimos recorrer á pié, por entre rudas malezas, peñascos destrozados y hacinamientos desordenados de los restos del espantoso derrumbe, el teatro de desolacion que atestigua la catástrofe. Todavía encontramos algunas charcas de lecho calcinado, restos de las aguas del lago de Lowerz, que llegaba hasta allí y que fué violentamente colmado en parte por la caida súbita de un cuarteron del Rossberg.

Arriba se ostenta la horrible faz de la montaña, cuyo flanco se desprendió en mil enormes moles de peñascos y polvo, cayendo sobre el valle y aplastando y triturando el antiguo pueblo de Goldau. El inmenso parche rojizo que quedó en la montaña le da un aspecto de muerte y horror que hace temblar, porque el viajero recuerda que muchas poblaciones de Suiza viven bajo la constante amenaza de semejantes derrumbes. La desolacion de Goldau y del flanco de la montaña hace el mas rudo contraste con el bello panorama de la hoya y el resto del valle, desde el lago de Zug hasta las márgenes del Muotta.

Eran las tres de la tarde cuando empezamos á subir el Rigi, en caravana con otros diez ó doce excursionistas. La montaña se ostentaba á nuestros ojos llena de hermosura y majestad en su conjunto y de gracias y sorpresas en sus relieves, sus hondas ramblas, sus magníficos bosques, sus solitarias praderas, sus dispersos chalets y sus mil rasgos interesantes. De repente, cuando el sol era mas punzante y el calor mas fuerte, apesar de la ascencion hácia cimas elevadas, el aire nos trajo ráfagas amenazantes, el cielo se anubló, y todo cambió de aspecto con la prontitud con que en un teatro se cambia una decoracion. La borrasca se desató con violencia, por fortuna cuando llegábamos a una casa de parada, pero al cabo de veinte minutos se disipó con la misma prontitud. Así son las borrascas en casi todos los lagos y las regiones montañosas de Suiza.

Confieso que el accidente, léjos de contrariarnos, nos causó vivo placer, ya porque nos ofreció la ocasion de ver una de esas violentas é interesantes transiciones meteorológicas de Suiza, ya porque nos presentó un espectáculo de imponderable hermosura, que jamas habíamos contemplado en condiciones análogas y que solo se puede hallar en valles estrechos formados por altas montañas y con lagos en el fondo. En el momento en que la lluvia caia con mas violencia y abundancia sobre la altura en que nos hallábamos, el valle era teatro de una admirable escena de luz, sombras y colores en soberbio contraste. El valle, verde, húmedo y reluciente, perfectamente iluminado por los rayos oblicuos del sol, parecia un inmenso tapiz de esmeralda salpicado de manchas de azabache y ópalo, y en el fondo se agitaban las ondas del lago de Lowerz con los últimos estremecimientos causados por el soplo de la borrasca. Las dos serranías abruptas de Rossberg y Rigi estaban aún perfectamente negras, encapotadas por falanges de nubes sombrías que parecian adheridas al oscuro crespon de los bosques de abetos, duplicando la majestad de los desnudos picos y los medrosos derrumbaderos. En fin, en la mitad del flanco de las dos montañas opuestas, descansaban los extremos de un inmenso arco íris, el mas perfecto y luminoso que yo haya visto, echado sobre el valle y el lago, de un lado al otro, como un puente aéreo levantado para darle paso por encima del luminoso abismo á una legion de hadas ó genios invisibles. No he visto jamas en tan pequeño espacio un espectáculo de las hechicerías de la naturaleza tan súbito, grandioso y variado como el que allí contemplamos durante diez minutos.

La pedregosa cuesta, poco ántes sedienta y asfixiada por el sol de agosto, se embriagó con el baño de la borrasca, y cuando seguímos la marcha apénas se veian las señales en la humedad del suelo, las perlas de las verdes praderitas, las trenzas luminosas de cabellos líquidos que caian de los follajes cónicos de los abetos, y el caudal duplicado de algunos arroyuelos que se perdian saltando en cascaditas escondidas en las profundidades de los bosques y de los abismos. El aire estaba impregnado de los mas ricos perfumes; los matorrales de helechos sacudian sus húmedas melenas sobre las alas de la brisa, y al concierto de rumores salvajes que se alzaba del seno de las profundas ramblas ó torrentes se juntaba el ruido de las campanillas que agitaban las vacas y las cabras, al vagar por las entrecortadas praderitas de la montaña, devorando con avidez y delicia la grama humedecida.

Desde el albergue donde nos habíamos defendido de la borrasca comienza una serie de capillitas ó nichos (12 ó 13) colocadas á ciertas distancias en sitios mas ó ménos pintorescos, á la vera del camino. Si en todos los cantones católicos abundan en los caminos esas señales de culto religioso, en las subidas del Rigi, y sobre todo en la de Goldau, hacen un papel importante. Por una parte marcan las estaciones de los peregrinos que van á visitar á Nuestra Señora de las Nieves; por otra sirven de apostaderos á infelices inválidos que piden limosna á los viajeros y hacen durante los meses de verano su provision para todo el año.

A poca distancia de la cumbre del Rigi demora en medio de bosques y praderitas muy accidentadas el famoso hospicio de Nuestra-Señora, muy venerado por los milagros que á la Vírgen de las Nieves se le atribuyen y habitado por tres ó cuatro frailes. Al derredor de la capilla y el hospicio se destacan numerosas hospederías, algunas considerables y de bonito aspecto, habitadas por toda una poblacion de señoras nerviosas y gentes enfermizas que van á curarse con sueros, ejercicios y aire puro. No habia ménos de doscientas personas alojadas allí cuando pasamos, y á juzgar por su cordial familiaridad la residencia debia de serles grata. Cuarenta minutos despues llegábamos á la eminencia de Staffel, especie de introduccion á la superior llamada Kulm. Allí se reunen las tres principales vias que de puntos opuestos conducen á la cumbre, y el viajero se siente repentinamente en presencia de un panorama soberbio, saliendo de la cuenca cerrada del camino á una pequeña planicie que permite registrar con la vista todo el canton de Lucerna y parte del de Unterwalden. Media hora mas tarde, caminando sobre el lomo desnudo de la montaña, fuímos á apearnos á la puerta del estupendo hotel de Rigi-Kulm, que es el punto mas elevado de la montaña y el término de la excursion.

Nada mas curioso que aquella Babel europea edificada sobre tan alta cumbre, en medio de un enjambre de lagos, valles y montañas, en el centro de la libre y pintoresca Suiza. Allí se reunen en una noche todas las razas europeas y aun algunas del Nuevo Mundo, se hablan todas las lenguas, y se ponen en contacto no solo las mas diversas fisonomías sino todas las vanidades, las extravagancias, las puerilidades, las candideces, las notabilidades en excursion y todos los géneros de fastidio y esplin que es fácil encontrar en una gran reunion de viajeros. Mas de trescientas personas nos hallábamos allí reunidas, la mayor parte en el hotel de Kulm, y era de ver el contraste de fisonomías y maneras que ofrecian las parejas de esposos en luna de miel (todavía novicios, candorosos en sus tiernas y sentimentales demostraciones); los literatos andariegos y desocupados, á caza de asuntos para fabricar cuentos y novelas; las mujeres fatigadas del mundo, de la raza de las mal comprendidas, arrastrando sus colas de tafetan ó linon sobre la alfombra de grama; los hombres serios, habilitados de personajes por sí y ante sí, con la seguridad de no ser desmentidos por sus interlocutores desconocidos; los ingleses extravagantes, ó taciturnos, ó aburridos, siempre en mayoría ó en número muy considerable; en fin, los negociantes retirados, empeñados en darse aires de condes viajando de incógnito, y revelando con sus modales que debajo de sus guantes resistian al tiempo las callosidades contraídas en los años de plebeya labor. Acaso en ninguna parte son mas ridículas y palpables las vanidades y tonterías de la flaca humanidad, que en esos sitios donde la naturaleza ostenta como soberana la casta desnudez de sus gracias ó la majestad de sus grandiosas formas.

El panorama que la vista abarca desde el Kulm es imponderablemente sublime, variado y sorprendente. La Suiza aparece en derredor con todos sus contrastes, sus formas colosales y horribles en unas partes, apacibles y pintorescas en otras, donde quiera bellas y seductoras, ó imponentes. Eran las seis de la tarde cuando contemplábamos á la tibia luz del sol poniente aquel mundo de montañas y lagos, valles y planicies, florestas y praderas, verjeles y ciudades y pueblos. La naturaleza tiene en cada hora sus encantos distintos, porque en cada una tiene sus misterios de vida y amor, según el modo como la acaricia esa maga divina que se llama la Luz. Así, nosotros teníamos avidez de admirar, tanto en las últimas horas de la tarde como en las primeras de la mañana. Si al dia siguiente debíamos ver, por una singular fortuna, los tres grandes fenómenos de óptica y meteorología á que se suele prestar el Rigi, en la tarde, que estaba despejada pero llena de poética melancolía, pudimos contemplar el inmenso panorama bajo su aspecto apacible.

Desde el alto mirador del Kulm registrábamos, á la simple vista ó por medio de un enorme anteojo, casi todo el territorio de la Suiza centro-oriental y una vasta region del sur, en direccion á las cadenas mas colosales de los Alpes. Teníamos á la vista, en todo ó en parte, las planicies, los valles y los altos relieves de trece ó catorce cantones de la Confederacion que corresponden á la grande hoya del Rin y sus afluentes; y veíamos abajo, ya á nuestros piés como abismos de ópalo y azul pálido, ya á distancias mas ó ménos considerables y con las mas diversas formas, doce lagos importantes: el de los Cuatro-Cantones, en partes, los de Sempach, Baldeg y Hallwyl, al O.; los de Zug, Zuric, Greiffertz, Egeri y Pfoeffikon, al N., y los de Lowerz y Wallenstatter (entre Glaris y San-Gall) al N.-E. Con el anteojo veíamos distintamente todas las casas, y aun objetos pequeños de Lucerna, Art, Zug, Zuric y muchas otras localidades; y en la circunferencia de cien leguas que se abarca, nos hallábamos perplejos para escoger lo mas bello entre tantas hermosuras. Al norte la mirada se pierde en direccion al Rin, deteniéndose en la lejana cadena de la Floresta-Negra, que forma el sistema orográfico del gran-ducado de Báden y de una parte del reino de Wurtemberg. Al sur, del lado de Unterwalden, se ve tambien el lago de Sarnen, y la mirada tropieza con la mole severa del Pilatos y las magníficas cimas de los Alpes. Al poniente se extienden las risueñas planicies del canton de Lucerna y las hoyas del Reuss y el Aar, cuyas ondulaciones les dan el aspecto de un mar de pálida ó amarillenta verdura. Por último, al oriente se desarrolla el cáos tumultuoso de los Alpes de Glaris, Appenzel y los Grisones, descollando hácia el S.-E. las mas gigantescas neveras. Aquello es inmenso en proporciones y prodigiosamente bello!

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Eran las cuatro de la mañana cuando el agudo son de la cornamusa alpestre nos despertó y puso en movimiento á todos. Ibamos á contemplar la salida del sol, que es uno de los mas sublimes espectáculos que se pueden observar desde una cumbre elevada de los Alpes. Nuestra fortuna fué tal que no solo tuvimos ese placer durante algunos minutos, sino que logramos ver el espectro solar en toda su aterradora magnificencia, y la formacion súbita de una borrasca del lago de Lucerna. El alba comenzaba apénas cuando mas de trescientas personas nos hallábamos en el punto culminante, acechando el momento en que el sol debia asomar por encima de los Alpes.

Todo el inmenso panorama que en la tarde anterior habíamos contemplado estaba en las tinieblas, pero no ya en una oscuridad profunda, sino cubierto de un crespon vago de tinta gris oscura, algo mas clara en los espacios de las lagos, de cuyos senos se levantaban nieblas y vapores fijos al parecer, al principio, y luego errantes y dispersos. Las estrellas brillaban aún con un fulgor pálido y moribundo, y un silencio sepulcral reinaba en el fondo de todos los abismos. Un lampo de claridad apareció en el oriente como una mota de indecisa blancura; despues se extendió al pié del horizonte en una inmensa cinta luminosa y rosada, y los astros apagaron su tembloroso brillo. Pocos minutos pararon y la luz apareció clara y purísima en las alturas del cielo; vímos que comenzaban á brillar las cúpulas de los mas altos y lejanos nevados, miéntras que la gran masa del panorama estaba cubierta de profundas sombras. En seguida el inmenso anfiteatro de los Alpes fué ofreciéndonos una sucesion de apariciones: la luz, cayendo sobre las alti-planicies y los valles en infinitas cataratas, se desplomaba de repente, de instante en instante, de una cima estupenda al escalon de otra mas baja, de esta á otra inferior, y así sucesivamente hasta inundar de claridad toda la gradería titánica de sierras y montañas.

Entónces una luz mas cercana, semejante al resplandor de una hoguera invisible, apareció sobre la primera cima del oriente, superior al Rigi; un minuto despues asomó el borde del disco solar, luego un cuarto, la mitad, en fin todo el astro soberano de la creacion física, inmenso, rojo como la enorme boca de un horno repleto de fuego, y tan cercano á virtud de la ilusion óptica, que parecia como adherido al lomo de la montaña y amenazando venir sobre nosotros. Todo entónces se inundó con aquel mar de luz que brotaba del océano celeste; todos los abismos se aclararon, los lagos reverberaron como espejos, y un grito acorde y unísono de trescientas gargantas saludó la aparicion del amante universal! Me sentí tentado á caer de rodillas ante aquella majestad cuya suprema hermosura me ofrecia la mejor imágen, la única bastante expresiva de la suprema prevision, sabiduría y bondad y el inagotable amor de Dios.... Me parecia sentir que en la delicia de mi sangre y en la muda adoracion de mi alma se resumian todos los estremecimientos de la vida orgánica de la Creacion al saludar la aparicion del astro portentoso....

Pero cuán poco debia durar aquel incomparable espectáculo! Al mismo tiempo que se acercaba la divina aparicion, se iba levantando del fondo del lago de Lucerna, desde el pié del Pilatos hasta el vértice de Küssnach, una borrasca espantosa, y los fenómenos se sucedieron en la cuarta parte del tiempo necesario para describirlos rápidamente. Toda la parte del lago al N.-O. del Kulm habia estado en la oscuridad cuando la luz reinaba en las alturas del Oriente; y miéntras que del lado de Alpnach venia alzándose un inmenso torbellino que hacia del horizonte inferior un horrible cáos, del fondo del golfo de Küssnach se levantaba un enorme muro de vapores negros y espesos, produciendo entre su línea y la mole del Rigi un valle imaginario del mas extraño aspecto. El muro habia llegado hasta la mitad de la altura del Rigi cuando el sol mostró todo su disco. Fué entónces que, durante un minuto, pudimos ver el fenómeno del espectro solar. La imágen de la cumbre del Rigi se reflejaba con todos los objetos que la coronaban en el muro vertical de nubes negras, y las figuras humanas aparecian en aquella fantasmagoría con las mas extravagantes formas y las tintas mas románticas.

Pero sol, espectro solar, cielo, lagos, paisajes y montañas, un momento visibles, desaparecieron luego como por encanto en pocos segundos. La borrasca de Alpnach, engendrada por el soplo traidor del Pilatos, subia, subia y subia, con una rapidez prodigiosa, escalando la montaña como una furia y revolcando en el abismo sus remolinos de ráfagas y lluvia con la violencia del mar irritado que sacude su melena sobre inmensos arrecifes. La tromba subió hasta la cumbre, envolvió completamente la montaña, oscureció cuanto habíamos visto, reproduciendo la noche con sus grandes horrores, y vomitó sus cataratas de granizo menudo y dardos de agua sobre la cima que el sol acababa de dorar con sus lenguas de fuego. Todos volvímos al hotel y solicitamos el sueño. Cuando á las diez de la mañana volvímos á salir, el tiempo se habia serenado, y cada lago y cada nevera lejana reverberaba con esplendor, reproduciendo la magnífica iluminacion del cielo....

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CAPITULO XIV.

ZUG Y ZURIC.

Küssnach, Immensée y el lago de Zug.La capital y el canton de Zug.Horgen y el lago de Zuric.Instituciones y condiciones sociales del Canton.La ciudad de Zuric, situacion y aspecto.Historia, monumentos y curiosidades.


Mi esposa, que ademas de tener un gusto decidido por los bellos espectáculos de la naturaleza, es animosa en los viajes, habia tenido el capricho de proponerme que bajásemos el Rigi á pié, en direccion á Küssnach. Aunque el descenso es algo fatigante y requiere cerca de tres horas, no renunciamos al proyecto. Un guia tomó nuestro modesto bagaje, nos proveímos de grandes bordones herrados y comenzamos á bajar la cuesta. Si el bello panorama del N.-O. que teníamos al frente, en direccion á Lucerna y el valle de Reuss, nos ofrecia constantemente motivos de embeleso, los mil graciosos objetos del camino en sus vueltas y revueltas, y las praderas, los bosques, verjeles y cortijos que lo orillan á uno y otro lado, nos produjeron mil dulces emociones, que eran con usura la recompensa de las fatigas de la marcha.

Casi al caer al fondo del valle vímos las ruinas del Castillo de Gessler (destruido en 1308) que mantienen de un modo negativo las tradiciones de la independencia. Küssnach, villa de unos 2,800 habitantes perteneciente al canton de Schwyz, carece de interes aunque no de gracia, arrancando del fondo de su golfo ó lago para prolongarse por el valle ó trepar hácia la montaña, á la sombra de sus nogales, sus perales y otros árboles frutales en gran profusion. La Suiza es realmente el país de los verjeles, y tanto que, relativamente al escaso territorio aplicable á ese cultivo en los valles y las faldas ó planicies no muy elevadas, no he visitado en Europa ninguno que le aventaje en huertos de frutales. Hay poblaciones enteras que no viven de otra cosa; y acaso en mucha parte debe atribuirse la índole dulce y laboriosa de los Suizos al hábito de cuidar con esmero los árboles, admirarlos repletos de flores y aromas y recoger sus frutos al lado de muy numerosas colmenas.

A unos 2 kilómetros de Küssnach, en direccion al lago de Zug, nos bajamos del coche para hacer una corta visita á una curiosa capilla, reedificada muchas veces, que conmemora un hecho decisivo de Guillermo Tell. Pequeñita y muy léjos de ser monumental, la capilla tiene cierta gracia rústica que invita al viajero á visitar el interior. Un cuadro al óleo y algunos frescos relativos á la muerte de Gessler y á los hechos de Guillermo, son todo lo que hay interesante. Fué allí donde Guillermo, despues de su escapada en el lago de Urí, esperó á Gessler, oculto en el bosque, y le disparó la flecha certera que libró á la patria de su tirano. Mal librado saldría el viajero que se atreviese á poner en duda el hecho, ó á censurarlo bajo el punto de vista moral.

Media hora despues, pasando por en medio de arboledas graciosas, llegamos al pueblecito de Immenssée, sobre la ribera izquierda del lago de Zug, en cuyo puerto hubimos de esperar algunas horas el vapor que debia conducirnos á Zug. El lago de este nombre, abierto en su mayor extension y rodeado de planos ondulosos y bajas colinas en cultivo, carece de esa majestad de aspecto que distingue á los lagos de las regiones enteramente montañosas; pero sus puras ondas y sus graciosos promontorios, de los cuales dos situados hácia el centro lo dividen en dos cuencas de nombres diferentes, hacen un bonito juego con las campiñas riberanas cubiertas de árboles frutales, viñas y legumbres. El lago se extiende de sur á norte, midiendo entre los dos extremos (de Arth á Chaam) unos 15 kilómetros, por 5 en su mayor anchura.

La pequeña ciudad de Zug inspira muy pocas simpatías al viajero que se acerca á su puerto al traves del lago. Es un poblachon de poco mas de 3,300 habitantes, sin gracia ninguna y con un aire de vejez vulgar, de indolencia y tristeza, que no coincide en nada con lo que se espera de la capital de una república democrática. Sinembargo, la parte nueva de Zug manifiesta algunas veleidades ó tendencias progresistas. En cuanto á la antigua (cuyo orígen es desconocido) las curiosidades que encierra y la forma singular de sus edificios pierden mucho de su atractivo, porque el viajero encuentra en casi todas las calles horrible desaseo, fetidez y señales de incuria.

Entre los edificios y establecimientos públicos de Zug hay dos que nos llamaron la atencion, el uno por su originalidad como monumento patriótico, y el otro por su significacion característica de Suiza. Me refiero al Osario, depósito de calaveras mas ó ménos históricas que, segun me dijeron, pasan de 1,500, todas rotuladas con los nombres de los que fueron sus propietarios,lo que no deja de prestarse á curiosos comentariosy la Casa-del-tiro, institucion esencialmente suiza, porque caracteriza á ese pueblo de ciudadanos libres, todos soldados y prontos á defender la patria en cualquier momento de alarma ó de peligro. Casi todos los cantones suizos tienen un establecimiento permanente donde los ciudadanos se ejercitan en el tiro de fusil ó carabina, como en otro tiempo en el de alabarda. Así como en los países españoles y españolizados tenemos las corridas de toros como características, y en los italianos el carnaval, los suizos tienen sus fiestas nacionales ó locales en los nobles ejercicios del patriota, celoso siempre de defender como soldado el derecho que tiene como ciudadano. Los cantones se reparten por turno el honor de ofrecer la hospitalidad á sus confederados en la fiesta del tiro, haciendo los gastos y preparativos necesarios. Los buenos tiradores concurren de todos los puntos de la Confederacion á disputarse los premios y el honor del triunfo, fraternizando siempre; y no pocas veces toman parte en la pacífica lucha algunos aficionados de Inglaterra, Francia, Italia y Alemania.

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El canton de Zug, dominado en sus primeros tiempos por señores feudales y luego por la casa de Austria, no entró á la Confederacion suiza hasta el año de 1622. Desde entónces ha sido fiel á sus compromisos de alianza primitiva, pero su papel es demasiado subalterno para llamar la atencion. Su poblacion en 1860 ascendia apénas á, 19,667 habitantes, y su territorio es tan reducido que ocupa el último lugar en la Confederacion. Sus 300 kilómetros cuadrados de superficie no alcanzarían en rigor sino para un importante distrito. Aunque no carece de montañas, sobre todo hácia el S.-E., la mayor parte del suelo es llana, compuesta de pequeñas planicies bien cultivadas que alternan con algunas colinas montuosas. Su excelente clima y la fertilidad del suelo permiten al Canton, ademas de la cria de ganados y abejas, mantener un notable cultivo de granos, viñas y árboles frutales. Produce licores de frutas y cidra en cantidad considerable; posee algunas fábricas de papel y telares de filoseda, y explota algunos depósitos de turba. Ya he dicho, en cuanto a sus instituciones puramente democráticas, que son enteramente análogas á las de los tres cantones primitivos.

La carretera que gira de Zug á Horgen (en la ribera izquierda del lago de Zuric) corta el rio Sihl, que es la frontera de los dos cantones, y pasa por una comarca sumamente bella y pintoresca. Allí no se encuentran los relieves ni los aspectos severos de los Alpes; todo es risueño, suave y onduloso; el camino es literalmente una calle de verdura, que gira entre verjeles, prados floridos, murmurantes arroyos y tupidos bosques ricos en aroma y frescura. Donde quiera se ven colonias de abejas, cuyas colmenas se destacan en graciosos grupos en medio de campos floridos, ó se repara en los montones simétricos de cuarterones ó pequeños adobes de turba, de cuyo seno se escapan turbias espirales de humo que se pierden en el follaje de los árboles.

Era casi la noche cuando llegábamos á Horgen, pintoresca y simpática villa de unos 5,000 habitantes, perteneciente al canton de Zuric, cuyo aspecto de bienestar, exquisita pulcritud y buen gusto contrasta mucho con el de las tristes localidades que acabábamos de visitar (Altorf, Zug, etc.). Resolvímos detenernos allí, dejando partir el vapor que á las ocho de la tarde seguia en direccion á Zuric, y esperamos la siguiente mañana para visitar las curiosidades de Horgen.

Una montaña cubierta de bosques, en forma de cordon, paralela á la ribera del lago y que casi arranca desde la limpia y verde márgen, domina enteramente á Horgen, de manera que la graciosa villa, encerrada entre el lago y la montaña, se prolonga á lo largo de la orilla, ó muestra algunas de sus fábricas y muchas de sus casas de estilo pintoresco trepadas en escalones como escalando la montaña, en medio de jardines y huertos. Aunque la agricultura es la ocupacion de la mayoría de los habitantes, la villa es muy fabricante, como todo el canton á que pertenece. Donde quiera se ven grupos de obreros, almacenes de materias primas y fábricas bien montadas y en actividad, las mas importantes de tejidos de seda baratos, sencillos y que no carecen de elegancia, y de pañuelos de algodon y otras telas, de colores vivos y populares. El propietario de una de las mejores fábricas tuvo la bondad de permitirnos la entrada y mostrarnos con mucha obsequiosidad todas las operaciones y los aparatos. Hablaba bien frances y parecia contento de que dos hijos de Colombia hubiesen ido á visitarle su fábrica. Nos explicó muchas cosas útiles, confirmándonos respecto de los tejidos lo que ya sabíamos acerca de otros productos de la industria suiza. Es curioso observar, en efecto, que los fabricantes suizos, careciendo de puertos marítimos y hallándose á tanta distancia del Mediterráneo, el Atlántico y el mar del Norte, para procurarse las materias primas á buen precio, hacen una operacion singular: compran en Inglaterra, en Francia y otros países los tejidos en blanco ó bien los hilos necesarios, y se reducen en muchos casos á darles los colores convenientes ó someterlos á operaciones complementarias, para luego reexportar los mismos artículos, sosteniendo la competencia con ventaja no solo en países lejanos sino aun en los mismos de donde han tomado las telas ó los hilos. Esto mismo sucede con los excelentes relojes suizos, cuyos mecanismos proceden generalmente de Inglaterra. Cómo explicar ese fenómeno industrial? Fácil es comprender que la completa division del trabajo, la sobriedad y moralidad que les inspira el calvinismo, la tenaz laboriosidad á que los condenan las condiciones del suelo, la emulacion inteligente que la libertad engendra, y los hábitos de fraternidad que imperan en las costumbres, han debido poner á los Suizos en capacidad de producir bien y barato, á pesar de las distancias que los separan de los mares y las numerosas aduanas ó fronteras que su comercio tiene que salvar.

Al embarcarnos á bordo de un vapor, con direccion á Zuric, pudimos admirar en su conjunto la gracia y los contornos de Horgen, cuyos pormenores nos habian seducido. La villa es literalmente un conjunto de fábricas y bonitas casas de elegantes formas, terrazas y jardines. La vida debe de ser dulce, apacible y dichosamente laboriosa en ese lindo pueblo.

El lago de Zuric es, sin disputa, el mas civilizado de cuantos encierra Suiza. Mirando desde el centro hácia la ribera oriental, se ve en una extension de muchos kilómetros una interminable sucesion de quintas y pequeñas poblaciones, que son como los arrabales de Zuric, tan enlazadas ó en contacto que parecen formar una ciudad. Las riberas son bajas, sin peñascos ni asperezas, descendiendo hasta las ondas en pintorescos planos inclinados. Donde quiera viñas, jardines y verjeles, elegantes casas de campo y pruebas evidentes de actividad, bienestar, esmero y pulcritud; donde quiera bonitos puertos y muelles, establecimientos de baños, vapores, barcas y faluchos, graciosas torres y á lo léjos numerosas y buenas carreteras.

El lago de Zuric tiene formas muy regulares, pero su anchura no guarda proporcion ninguna con su longitud. Tiene la forma general de un arco, y mide desde su extremo sur, donde desemboca el rio Limmat que es su principal determinante, hasta Zuric, donde vuelve á seguir su curso el rio, una longitud de 45 kilómetros, teniendo apénas 8 y 3/4 en su mayor anchura, con la elevacion de 418 metros sobre el mar. Sus ondas son de un verde pálido bellísimo; su navegacion es activa y muy importante; sus borrascas no muy frecuentes pero violentas; su temperatura suave y deliciosa durante las noches de verano, pero fuerte y enérgica durante el dia.

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El canton de Zuric es uno de los mas ricos, fuertes, importantes é ilustrados de la Confederacion. Ademas de contener la mayor parte del lago de Zuric y en su totalidad los de Pfoeffikon y Greiffertz, aprovecha las aguas que de ellos y del lago Wallenstatter se dirigen al Rin por los rios Limmat, Glatt y Thur. Sus centros de poblacion considerable (relativamente) son numerosos, sin faltarle por eso la gran ventaja de tener poblado y cultivado todo su territorio, que se compone de planicies y colinas. La poblacion total en 1850 ascendió á 250,698 habitantes, de los cuales 244,200 reformados, 90 judíos y los demas católico-romanos. En 1860 el total subió á 267,641 individuos. Así, el canton de Zuric es el segundo de la Confederacion en cuanto á la masa de poblacion. Aunque las gentes ilustradas hablan frances en caso necesario, la lengua del país es la alemana corrompida, muy áspera, descuidada y llena de provincialismos: es mas bien un dialecto. La raza es tambien totalmente germánica.

El canton de Zuric, riberano del Rin en una proporcion regular, extiende una punta de su territorio sobre la márgen derecha de ese gran rio, partiendo límites con el gran-ducado de Báden. Está rodeado por los cantones de Schaffhousen, Turgovia, San-Gall, Schwyz, Zug y Argovia, y su área total apénas abraza una superficie de 1,760 kilómetros cuadrados, lo que da la proporcion de 152 individuos por kilómetro cuadrado, proporcion que no se conoce en ningún otro país de Europa. Su mayor longitud, de sur á norte, es de 66 kilómetros, por 48 en su mayor anchura. La poblacion está concentrada en ocho ciudades y 188 distritos parroquiales, con un total de mas de 47,000 casas de habitacion.

Si el Canton se distingue mucho por su activo comercio y el movimiento de sus ferrocarriles, navegacion y carreteras, es difícil decir si su produccion es principalmente agrícola ó fabril. En efecto, la actividad es casi igual en todos los ramos, y Zuric sostiene con sus numerosísimas fábricas la competencia de cualquier otro país en su género de industria.

Se cuentan por centenares sus molinos de toda aplicacion y sus aserríos de maderas. Su explotacion minera, aunque reducida en sus proporciones, no carece de importancia. Sus tenerías son muy numerosas y producen excelentes cueros curtidos. La fabricacion de telas, que emplea á muchos miles de obreros y consume fuertes cantidades de materias primas, está contraida principalmente á los tejidos de seda, en que le hace competencia a Lyon, los de algunos géneros de algodon de consumo popular, y de hiladillos ó cintas de algodon. Ademas, se hace una considerable impresion de colores sobre telas blancas importadas de Inglaterra.

La agricultura de Zuric es floreciente. Como el suelo es poco fértil y las lluvias escasas, el arte ha balanceado el mal; así, ninguno de los otros cantones tiene tanto esmero en el cultivo ni ha hecho iguales progresos en los métodos. Su produccion de cereales casi abastece el consumo interior; pero su principal riqueza agrícola consiste en las viñas (que producen algunos vinos excelentes), las abundantes crias de ganados diversos (notablemente del vacuno, que es superior), sus verjeles innumerables de manzanos, perales, cerezos, etc. (que ademas del fruto ofrecen la base de una valiosa produccion de licores finos y cidra), y sus florestas esmeradamente conservadas y explotadas, que permiten una extensa expedicion de maderas, particularmente de bayas y encinas.

Todavía, volviendo á la industria, haré notar que el Canton posee numerosas fábricas de productos químicos, máquinas, instrumentos y aparatos agrícolas é industriales, tipografías, papelerías, fundiciones, etc. En aquel país libre, sinceramente religioso, honrado y eminentemente hospitalario, nadie está ocioso. El trabajo es la sola fuente de consideracion; la prensa es activa y bastante ilustrada; la instruccion, universal. Allí se reunen con mas seguridad que en ningún otro Estado todos los proscritos de Europa que buscan asilo, desde el príncipe destronado ú pretendiente hasta el mas humilde ciudadano. La instruccion pública tiene la mas completa y eficaz proteccion, en todos sus grados y ramos. La escuela es obligatoria para todo adulto de 6 á 15 años, en diversas proporciones de asistencia. Así, no hay un ciudadano ó una madre de familia que no sepa á lo ménos leer, escribir y calcular; y ademas de unas 400 escuelas primarias para ámbos sexos, existen en actividad varios colegios, la Universidad y una multitud de escuelas técnicas, normales y de objetos especiales. He ahí lo que se llama un pueblo civilizado, libre, activo y digno de su independencia! Si á todo ese tren de enseñanza se agrega la actividad de la prensa libre, las abundantes bibliotecas y las numerosas sociedades literarias y científicas del Canton, se comprenderá fácilmente la alta respetabilidad de que goza el Estado de Zuric. No olvidemos sus institutos de crédito, sus numerosos establecimientos de beneficencia, su excelente caja de ahorros, la de socorros mutuos, etc.

La organizacion política, administrativa, judicial y eclesiástica del canton de Zuric es muy análoga á la que rige en el de Vaud: es en todo una combinacion del sistema representativo y la república democrática. Todo ciudadano mayor de 20 años es elector, y elegible á los 30, en cuanto á los negocios generales; en los locales tiene su parte directa en el gobierno. Todo varón de 19 á 40 años está obligado al servicio militar, en la milicia común, dividida en cuatro clases, activas ó en reserva, un Gran-Consejo compuesto de 212 miembros, de los cuales 179 elegidos por los ciudadanos directamente y 33 de eleccion indirecta, ejerce el poder legislativo general, y elige los altos magistrados, así como los 19 miembros del Consejo de Gobierno que, presididos por el Burgomaestre, ejercen el poder ejecutivo, El Estado se divide en 11 circúitos y estos en distritos, teniendo cada entidad su administracion propia. Los circúitos (bezirks) son la reproduccion del Estado; los distritos no tienen asambleas representativas, sino que los ciudadanos vecinos legislan en asamblea y hacen ejecutar sus decretos por medio de pequeños consejos. En los negocios religiosos presiden las reglas del calvinismo, y la autoridad disciplinaria emana de sínodos de todos los pastores reunidos.

Como se ve, Zuric es un Estado próspero y libre, laborioso y muy ilustrado, A qué atribuirlo, si la tierra es poco fértil, si subsisten algunos monopolios como recursos fiscales, y si el territorio es tan escaso para la poblacion? Evidentemente las causas de prosperidad están en los hábitos de personalidad religiosa, de libertad de discusion y accion individual y colectiva; en la esmerada proteccion dada á la instruccion pública, las costumbres hospitalarias respecto del extranjero y los confederados, la práctica, de la beneficencia pública, y la completa descentralizacion qué permite el desarrollo simultáneo de todos los intereses.

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La situacion de Zuric es muy pintoresca. Demora la ciudad hácia el vértice inferior del lago, dividida en dos partes por el Limmat, que se escapa del lago entre muelles, malecones y casas de baños, pasando bajo cinco puentes. La parte antigua y mas considerable (donde se hallan los, principales monumentos y edificios públicos y lo mas notable del comercio y la fabricacion) yace sobre la márgen derecha, al pié de un cordón de colinas, sobre el cual se extiende en un anfiteatro irregular de quintas, terrazas, arboledas y calles nuevas; tendiendo a salir del recinto de las fortificaciones, que el Gobierno ha tenido el buen gusto de hacer demoler como inconducentes y perniciosas. La parte nueva, cortada en parte por canales del riachuelo Sihl, afluente del Limmat, es en lo general muy elegante. Allí se encuentran calles anchas y limpias orilladas por hermosas casas y espléndidos hoteles; y en tanto que de un lado la ciudad nueva llega hasta la orilla del lago, por entre arboledas y jardines, del otro se extiende hácia la estacion de los ferrocarriles, en una vasta sucesion de quintas elegantes, pequeños parques y magníficas alamedas. Zuric cuenta unos 19,800 habitantes (de los cuales 16,600 son reformados); su movimiento es bien considerable, y sus progresos han sido muy rápidos en los últimos doce años. Su renovacion es palpable y corre parejas con la de Ginebra en todos sentidos.

La ciudad de Zuric con sus pueblos anexos tiene una historia complicada y bien interesante, llena de episodios bélicos y trasformaciones políticas. Es sobre todo desde la época de la Reforma que Zuric viene haciendo un papel de primer órden en la Confederacion. Constituida en feudo de varios duques y condes sucesivamente, y luego tributaria del Austria, quedó elevada al rango de ciudad-libre imperial desde 1218, y así pudo poco despues emprender una lucha eficaz contra los señores feudales que la rodeaban, En 1335 se rebeló contra la autoridad de la aristocracia militar y de patricios que la dominaba, y amenazada por el poder de la casa de Austria entró despues (1351) en alianza con la Confederacion de los Cuatro-Cantones. Es desde entónces que la Confederacion suiza ha ejercido mas decisiva influencia sobre los destinos de los demas pueblos del país, que se fueron agrupando sucesivamente al derredor del núcleo fundamental.

Sinembargo de la expulsion de la aristocracia dominante hasta 1335, la igualdad no reinó en Zuric hasta 1798, época en que cesó la distincion sustancial de ciudadanos y paisanos, estos sin derechos y en condicion servil, y los primeros dominando solamente. Con todo, quedaron trazas de la organizacion aristocrática en la constitucion que se dió el Estado en 1831, y solo desde 1839 data la reforma que fundó el régimen actual completamente republicano. Zuric es célebre por haber sido el teatro de la famosa batalla ganada allí en 1799, en los dias 3 y 4 de setiembre, por el ilustre Massena contra el general Korsakof, batalla que es reputada como uno de los hechos de armas mas extraordinarios y decisivos de las guerras de la Revolucion francesa. Tambien es muy notable Zuric por haber sido la cuna de hombres ilustres, tales como el reformador Zuinglio, el sabio Lavater, Zímmermann y Pestalozzi.

La ciudad abunda en interesantes monumentos é institutos públicos, y posee curiosidades y particularidades diversas que le dan interes. Es notable, aunque sin ligereza ninguna, su sencilla catedral de estilo bizantino, que data del siglo XI. Aparte de la Universidad, el Arsenal y una multitud de edificios públicos de diversa aplicacion, mas ó ménos apreciables, la Biblioteca de la ciudad llama particularmente la atencion, por su buena configuracion y distribucion de los objetos, y su riqueza de libros, manuscritos, curiosidades, autógrafos interesantes, etc. No cuenta ménos de 51,000 volúmenes, 3,000 manuscritos y 4,000 medallas. Ademas contiene la ciudad una Biblioteca cantonal con 25,000 volúmenes, otra de la Sociedad de ciencias naturales con 10,000, el jardin botánico, una galería pública de pinturas, y excelentes colecciones ó museos especiales de mineralogía, zoología, entomología, etc.

Los tres dias que pasamos en Zuric no fueron perdidos, pues durante ellos aprendimos mucho mas que con un año de lecturas. Nada es mas propio para fortalecer el espíritu en su confianza en la libertad y el progreso, que el espectáculo sencillo, prosaico en apariencia, de un pueblo que, centuplicando sus pequeños recursos por medio del trabajo y de la emulacion, se eleva hasta un grado muy alto de civilizacion, probando que la libertad y la práctica del derecho son los medios mas seguros y eficaces de fomentar el bienestar comun.

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CAPITULO XV.

LA HOYA DEL RIN.

Las comunicaciones en Suiza.De Zuric á Schaffhousen.La catarata del Rin.La ciudad y el canton de Schaffhousen.Navegacion del alto Rin.La ciudad de Constanza.Los lagos internacionales.


El canton de Zuric contiene en su capital y en la pequeña ciudad de Winterthur dos centros importantes de ferrocarriles, los cuales procuran un gran movimiento de comunicaciones á toda la region de Suiza correspondiente á la vasta hoya del Rin. De Zuric parten dos líneas que se subdividen ó enganchan sucesivamente: la primera se dirige hácia el occidente, siguiendo el curso del rio Limmat, y se bifurca en el canton de Argovia, cerca de la confluencia de aquel rio y del Reus con el Aar; de allí una rama se aparta hácia el norte, orillando el Aar hasta el Rin, atraviesa este gran rio y sigue su márgen derecha por todo el territorio del gran-ducado de Báden, hasta ligarse á las numerosas y complicadas líneas de ferrocarriles alemanes y franceses; miéntras que la línea suiza, cortando el territorio de Argovia, por la via de Aarau, se liga en Olten con los ferrocarriles que en opuestas direcciones giran hácia Basilea, Solera, Berna y Lucerna.

La otra línea de Zuric salva el Limmat á corta distancia de la capital, y luego se bifurca en Walliselten. Allí, una rama va hácia el S. E., por en medio de los lagos de Greiffen y Pfaffikon, costea luego los de Zuric (en su extremo superior) y Wallenstatter, soltando un ramal sobre Glaris, y va á terminar en Coira, capital del canton de los Grisones, el mas montañoso y el segundo en extension de la Confederacion. La otra rama avanza hasta Winterthur y allí se divide en tres ramificaciones: la primera penetra á los cantones de Turgovia y San-Gall, pasa por la capital de este, toca en el lago de Constanza y remontando el valle del alto Rin llega hasta Coira; la segunda pasa por la capital de Turgovia (la ciudad de Frauenfeld) y termina en el puerto de Romishorn, en el mismo lago de Constanza; en fin, la tercera se dirige á Schaffhousen, pasando por encima de la famosa catarata. Esta última ramificacion era nuestra via al partir de Zuric.

No es sin objeto que hago esta ligera indicacion de las líneas de ferrocarriles que posee la Suiza en la hoya del Rin, aparte de las numerosas líneas que corresponden á la hoya del Ródano. He querido hacer notar con esa simple indicacion cuánta es la importancia que esos pueblos libres y progresistas de Suiza dan al desarrollo de las vias de comunicacion que, en el presente siglo, son la manifestacion mas característica y enérgica de la civilizacion. Comunicarse es vivir, progresar, multiplicar la luz, la fuerza y el tiempo; y los Suizos, acaso mejor que nadie, relativamente, han comprendido muy bien que el aislamiento es el estancamiento, la muerte,porque en esta época el que se queda atras caduca y perece. No hay un rio ni un lago susceptible de navegacion que no esté surcado en Suiza por numerosos vapores, para cuyo servicio se aprovecha en caso necesario el inagotable combustible que ofrecen las florestas de los Alpes y el Jura. La red de caminos carreteros es extensa y complicadísima, y donde el terreno se presta poco á las carreteras se encuentran al ménos excelentes caminos de herradura muy bien conservados. En todas las vias importantes, aun por encima de los abismos de los lagos y al traves de las espesas selvas, hay líneas telegráficas, con un alambre por lo ménos. Los ferrocarriles se cruzan en todas direcciones, y no muy tarde la Europa occidental, así como los pueblos del Rin, tendrán sus comunicaciones directas con Italia y la hoya del Adriático por medio de los ferrocarriles suizos del Rin y el Ródano.

Todo eso es prodigioso, aun relativamente á los demas países europeos, y hace mucho honor al espíritu práctico y progresista de la Confederacion suiza; ademas, es un ejemplo muy digno de ser imitado, porque contiene una gran demostracion en favor de esa política moderna que tiende á suprimir las fronteras, y busca la fuerza de los pueblos no en el número de sus bayonetas y el poder de sus fortificaciones y precauciones egoistas y suspicaces, sino en la multiplicacion de los cambios, sean de ideas ó de valores económicos. Con un territorio asombrosamente sembrado de obstáculos y una poblacion reducida á ménos de dos y medio millones de individuos (pobres en gran parte, en las montañas y los valles alpinos) la Suiza ha podido sinembargo, á fuerza de voluntad y liberalismo, realizar prodigios en pocos años. Los Alpes han dejado de ser barreras divisorias de Europa; y en doce años, gracias al movimiento producido por el triunfo del radicalismo en 1848, la Confederacion ha hecho inmensos progresos que se manifiestan en todas partes con evidencia, particularmente en Ginebra, Zuric, San-Gall y Basilea.

La via que tomamos en Zuric gira por una comarca de alegres y pintorescas planicies hábilmente cultivadas, salpicadas de lindos bosques, pueblos y cortijos, y entrecortada por graciosas colinas que algunas veces ofrecen las proporciones de pequeñas montañas. Todo ese país, hasta las cercanías del Rin, seduce al viajero con sus mil rasgos que indican en la poblacion de las campañas y las localidades inteligencia, pulcritud, actividad y bienestar. Donde quiera los graciosos campanarios de bonitas iglesias, la estructura de las casas, las numerosas arboledas y la disposicion de los objetos ofrecen á la vista del viajero paisajes pintorescos, que contrastan con los severos de las montañas y los valles alpestres.

Winterthur, situada casi en la mitad del trayecto, es la única villa ó pequeña ciudad importante en que se toca. Y en realidad pocas localidades hay en Suiza, de proporciones análogas (5,600 habitantes reformados) que inspiren tanta simpatía como la bella y limpia Winterthur. Demora esta ciudad á orillas del riachuelo llamado Eulach, en el fondo de una bonita llanura rodeada de colinas, unas cubiertas de viñedos y otras de bosques de hayas y encinas, y todas salpicadas de alegres casas de campo ú labor. La regularidad de sus formas, compuesta como está de dos grandes calles rectas cortadas por siete ú ocho trasversales, le da un aspecto enteramente moderno, no obstante que data del siglo XII; y si sus numerosos edificios públicos, muy estimables y dignos de atencion, y sus elegantes casas modernas le dan un aire de bienestar y progreso muy simpático, su multitud de fábricas, su movimiento comercial y el de su gran estacion de ferrocarriles hacen comprender que allí reina la actividad de los negocios, aliándose muy bien con la pulcritud y la hermosura.

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Al llegar al valle mismo del Rin, orillando su márgen izquierda, el paisaje toma un aspecto magnífico y apacible. El rio desciende lento y silencioso por en medio de florestas y viñedos extensos, y donde quiera se comienzan á ver á lo léjos, sobre las colinas rocallosas, unos cuantos de esos castillos feudales tan prodigiosamente numerosos en el Rin, algunos de gracioso aspecto y muchos de ellos románticos por sus hermosas ruinas. Al cabo el ferrocarril se aproxima tanto á la catarata que se percibe el ruido de sus remolinos espumantes; el tren penetra en un pequeño túnel, pasando bajo las rocas que sostienen un antiguo castillo, y al salir de la caverna artificial el viajero se siente sorprendido, hallándose sobre el puente de hierro que atraviesa el Rin en el punto donde se pronuncia el raudal que determina la catarata. Esa impresion momentánea es una de las mas profundas y sorprendentes que se experimentan en Suiza, pues en ménos de un minuto se pasa de las tinieblas del túnel al magnífico espectáculo de la catarata, y de esta, perdiéndola de vista, al valle algo profundo del rio hasta la ciudad de Schaffhousen.

Teníamos priesa de dirigirnos al hermoso hotel establecido sobre la márgen derecha del rio, en frente de la caída ó catarata, para donde partímos al momento mismo en un coche, reservando para el dia siguiente la inspeccion de la ciudad.

El hotel Weber, cuyo nombre es una poética reminiscencia de las obras de uno de los mas simpáticos artistas alemanes, tiene una situacion muy feliz para el viajero que desea admirar ese magnífico rasgo de la poesía suprema de la naturaleza. Trepado sobre un collado á mayor altura que la catarata, en medio de jardines y bosquecillos, domina completamente el abismo azul y trasparente, redondeado en forma de lago, en cuyo fondo se precipita el rio en deslumbradores torbellinos, como una borrasca de perlas y chispas de diamante. Habiendo llegado á las cuatro de la tarde, tuvimos la triple delicia de contemplar ese tesoro á la luz de la tarde, desde la ribera, y á la de la luna y del alba desde los balcones del hotel.

Desde el pié del collado en que nos hallábamos, sobre la orilla misma del rio, teníamos al frente un soberbio cuadro formado por la catarata y las riberas que le sirven de marco. A nuestra izquierda, es decir sobre la márgen derecha del rio, se destacaba sobre un collado de base rocallosa la masa caprichosa y desordenada de la pequeña villa de Neuhausen, que vive ensordecida por el estruendo de las ondas irritadas, y cuyos edificios se avanzan en parte sobre las rocas del raudal, ó trepan hácia la colina, ó se pierden de vista en el fondo del valle superior, á la sombra de algunos grupos é hileras de álamos blancos. A nuestra derecha, del lado opuesto del rio, se levantaba un enorme peñasco abrupto, como una fortaleza, dominado por el castillo de Lauffen, que le da su nombre aleman á la caída: y al pié de ese romántico edificio, siguiendo el curso del rio, giraba un alto y verde collado que iba á perder su graciosa curba en un horizonte estrecho de bosques espesos que dominan el cauce.

Al frente, en medio de las dos vigorosas líneas del marco, se ve el puente del ferrocarril casi saliendo de la negra boca del túnel, y debajo un enjambre de rocas desiguales y revueltas que comienzan el raudal, dislocan el movimiento de las ondas, se estrechan en un espacio de 100 metros y terminan en tres grandes peñascos de formas destrozadas y salpicados de matorrales, que forman una barrera de 15 á 20 metros de altura. Por sus espacios ó boquerones se precipita la enorme mole líquida, espumante, frenética, en chorros desiguales que se multiplican en numerosas cascadas, llenando el aire de nubes de chispas luminosas, retorciéndose en el vacío como legiones de boas diamantinos, azotando las rocas con desesperacion y hundiéndose en el vasto recipiente en remolinos sorprendentes cuyo estridor aturde, impone y hace enmudecer de admiracion.... Tal parece como si el noble y viejo Rin, tan glorioso y fecundo en la historia de Alemania, animado por la conciencia de un genio misterioso, sintiese al mismo tiempo la desesperacion de perder su unidad y su calma generosa en ese abismo de rocas que lo despedazan, y el remordimiento de interrumpir la comunicacion, sobre sus azules ondas, de pueblos hermanos por la lengua, la raza, las tradiciones y los intereses. Se diría que los Alpes, orgullosos de los magníficos horrores que guardan en su seno, han querido perseguir al Rin, el fruto de sus admirables neveras, atravesando en su curso un cordon de peñascos que les hagan recordar á los pueblos de las llanuras alemanas que el imperio de los gigantes graníticos de la Suiza alcanza hasta muy léjos de sus altísimas cascadas, sus picos formidables, sus torrentes coléricos y sus lagos románticos!

Sinembargo de la profunda impresion que nos causó tan bello espectáculo, confieso que no sentímos ese horror que experimentan en su presencia los excursionistas europeos que no han viajado en América. Por grandioso que sea el espectáculo de Lauffen, á causa del volúmen de agua principalmente, no tiene la horrible majestad de las grandes cataratas del Nuevo Mundo, mucho mas imponentes que las de Europa. Esos sublimes desórdenes de la naturaleza parecen exigir siempre en derredor un marco salvaje en armonía con la cólera del torbellino y la grandiosidad del abismo. Así, la caída de Lauffen nos pareció mas hermosa y poética que sublime y aterradora, á la luz del sol de la tarde y bajo los resplandores del crepúsculo matinal.

Pero durante la noche, cuando la contemplamos desde los altos balcones de nuestro aposento, á la luz melancólica de la luna, nos pareció de una hermosura imponderable. Era un espectáculo tan romántico, tan soberanamente triste y elocuente, que sentímos nuestras almas conmovidas hasta lo mas hondo y soñamos despiertos durante horas enteras.! Qué de misterios penetra y analiza el alma, excitada por el sentimiento de admiracion, en aquellos momentos en que Dios se revela en sus sublimes obras y ningún rumor humano se interpone en medio del Creador y el hombre, del corazon y la naturaleza! Entónces, soñando sin sentirlo y perdiéndose en un mundo de cavilaciones luminosas, el alma descubre mil verdades que el bullicio del mundo le habia ocultado,verdades que brillan, que palpitan por decirlo así, lo mismo en la onda suspendida en el abismo y preñada de la luz de la luna, que en los senos oscuros de la roca y el bosque, y tanto en los maravillas del cielo como en los rumores de la brisa, las ecos del torrente y el sueño tranquilo de la naturaleza orgánica.

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El canton de Schaffhousen se compone de tres porciones aisladas y desiguales de territorio, sobre la márgen derecha del Rin, enclavadas en medio del gran-ducado de Báden y los cantones de Zuric y Turgovia, y con un área total de 300 kilómetros cuadrados. La mas considerable de esas tres porciones es la que tiene por centro á la ciudad capital. Aunque el Canton no carece de industria y de alguna explotacion mineral (particularmente de hierro) la agricultura es su mas importante elemento de riqueza, consistente en la produccion de buenos vinos, crias de ganados y corte de maderas. Casi todo el territorio proviene de adquisiciones hechas por compras verificadas por la ciudad de Schaffhousen en otros tiempos. La poblacion, casi totalmente calvinista, no excede de unos 35,700 habitantes, de raza alemana.

Ciudad libre imperial desde fines del siglo XI y dominando el país anexo, despues de haber vivido bajo la soberanía de un abad, Schaffhousen mantuvo hasta 1798 la constitucion semi-aristócratica que se habia dado en 1411. Su primera liga con los Cantones suizos, que le aseguró la independencia, tuvo lugar á mediados del siglo XV, pero su entrada definitiva á la Confederacion no se efectuó sino al principio del XVI. Los sucesos de 1798 produjeron la reforma de las instituciones que les negaban derechos á los paisanos; y, á pesar de la reaccion de 1814, el Canton está regido desde 1834 por una constitucion liberal y democrática, análoga en lo sustancial á las de otros cantones de gobierno popular representativo.

La ciudad de Schaffhousen, si no es bella según el gusto moderno, es sumamente curiosa por sus formas singulares, enteramente fieles á las tradiciones de la edad média. Bajo este aspecto es la ciudad mas interesante de Suiza. Cuenta unos 7,800 habitantes y está situada en un suelo onduloso á la márgen derecha del Rin, á corta distancia de la caída, lo que unido á sus murallas que la cercan en parte y van desapareciendo, le da un aspecto que no carece de gracia. Sus calles angostas y tortuosas, sus edificios de formas extrañas, cubiertos de frescos históricos ó religiosos y dominados por torreones salientes que proyectan sobre las calles sus balcones cerrados de la edad média, y otros pormenores análogos, le dan un aire de vetustez que contrasta mucho con el de casi todas las ciudades suizas. Por lo demas, Schaffhousen manifiesta con sus establecimientos públicos (entre ellos una biblioteca con mas de 20,000 volúmenes, y colecciones estimables) que donde quiera el genio suizo y el espíritu de emulacion son favorables al servicio público.

Despues de una ligera inspeccion de la ciudad nos embarcamos á bordo de un vapor que debia remontar el Rin y conducirnos á Constanza para luego surcar el lago y dirigirnos á San-Gall. Salvo algunos graciosos paisajes que ofrecen los pueblos de las dos riberas, los castillos que las dominan, el movimiento de los vapores que se cruzan, etc., casi todo el trayecto carece de interes. El Rin no tiene allí contornos bien determinados; las orillas, cubiertas de viñedos literalmente y rara vez encerradas entre pequeñas montañas, son llanas y de triste aspecto; y el rio, dilatado á veces entre juncos espesos y desbordándose, ofrece considerables dificultades á la navegacion, que exigen muchas precauciones.

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Constanza, cuyo nombre y tradiciones político-religiosas predisponen al viajero á la curiosidad, la justifica apénas con algunos objetos. Apesar del valor de algunos templos regulares, su mérito principal consiste en los recuerdos que hace evocar. La ciudad, situada sobre la márgen izquierda del Rin y enclavada en el territorio del canton de Turgovia, pertenece al gran-ducado de Báden, y aunque comienza á renacer de su profunda decadencia, tiene muy poco movimiento industrial y apénas cuenta unos 5,700 habitantes. Su posicion es algo pintoresca, en el fondo de una vasta planicie y dominando la estrecha garganta del Rin que enlaza los dos lagos de Constanza llamados de arriba (Ubersee, el mas considerable) y de abajo (Untersee). El horizonte es vasto y generalmente desapacible, como el de todos los lagos que, siendo considerables, carecen del magnífico marco de altas montañas en todas direcciones.

Constanza es una plaza fortificada, si bien sus fortificaciones nada tienen hoy de formidables. Por una singular contradiccion es al mismo tiempo un puerto franco, y es á esta circunstancia que debe la mediana actividad comercial que en su seno se va desarrollando. Fundada por Constantino Cloro al fin del siglo III, adquirió, despues de hacer muchos progresos en la edad média, el rango de ciudad libre imperial, del cual la privó el emperador Cárlos V, en castigo de su rebeldía religiosa ó la adopcion del protestantismo. Los monumentos y las calles antiguas de la ciudad no carecen de interes por algunos pormenores curiosos. Sinembargo, lo que mas nos llamó la atencion durante las cuatro ó cinco horas que gastamos en visitar á Constanza, fueron las ruinas del convento de los Dominicanos (que yacen en una graciosa islita determinada por un canal y el Rin) y el extraño y tristísimo edificio, especie de museo del horror, donde tuvo sus sesiones el célebre concilio de odiosa memoria que funcionó de 1414 á 1418.

Los nombres de Juan Huss y su discípulo Jerónimo de Praga, esos heróicos precursores de la Reforma que preparó el triunfo de la libertad de la conciencia, parecen vagar aún por todo el ámbito de la ciudad y darle no sé qué de solemne y melancólico. En la islita que he mencionado se encuentra una admirable enseñanza que no impresiona al vulgo de los excursionistas. La iglesia del antiguo convento es una bella ruina cubierta de verdura; los claustros y salones de habitacion, que sirvieron de prision á Juan Huss, están hoy ocupados por una fábrica de tejidos de algodon; y á su lado subsisten aún, olvidados, los restos de una fortaleza romana. Como se ve, el cuadro es en apariencia muy sencillo; y sinembargo él resume la historia de la civilizacion durante la era cristiana. La fortaleza romana, casi borrada del suelo, es el símbolo de la conquista y la fuerza vencidas,instrumentos de civilizacion en lejana época. Las ruinas del convento son las de un nuevo género de fortaleza y de conquista,la fortaleza monástica y la conquista religiosa de la edad média,recordando el martirio de un hombre de conciencia libre y sentimiento indomable. En fin, la manufactura de algodon, fortaleza pacífica del trabajo, es el símbolo del sistema moderno de conquista y civilizacion: el de las colonizaciones fecundas, el comercio libre, la emancipacion del hombre por el trabajo, y la potencia maravillosa de las máquinas que espiritualizan la materia y mejoran la condicion de la humanidad. La fortaleza romana ha desaparecido casi; la iglesia conventual es una ruina; la fábrica prospera, y el nombre de Juan Huss se ha salvado del olvido, porque simboliza la gloria de la conciencia libre, santifica el martirio y condena los crímenes y horrores del fanatismo religioso.

El edificio gótico, de interior casi escueto, donde tuvo sus deliberaciones el Concilio, nos inspiró disgusto. Así como es penosa la visita de una cárcel ó un lugar de suplicio, no se puede penetrar sin repugnancia á un recinto donde se ha perpetrado un gran crímen. El concilio de Constanza, no solo cruel sino pérfido, consumó allí dos, haciendo perecer en la hoguera á los dos heróicos sectarios; y si con eso acabó de justificar la futura Reforma, no comprometió ménos el porvenir del catolicismo con la eleccion de Martin V en reemplazo de dos papas depuestos. Hay actos de autoridad que son por sí solos la condenacion de la misma autoridad en que se fundan.

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Al embarcarnos en el muelle de la ciudad, á bordo de un bonito vapor, comenzamos á navegar el lago de Constanza propiamente dicho, que los alemanes llaman Boden-See. En breve tuvimos á la vista el angosto golfo que se prolonga hácia el N.-E., haciendo un abra en el territorio de Báden, con el nombre particular de Uberlinger-See. A la derecha teníamos, primero, el territorio del canton de Turgovia (ó Thurgovia) y luego el de San-Gall, que íbamos casi orillando; á la izquierda, en lejano horizonte, las costas ó riberas del gran-ducado de Báden, de los reinos de Wurtemberg y Baviera en el centro, y del Austria, en el extremo superior del lago. En todas direcciones veíamos riberas bajas y de tintas melancólicas, rara vez dominadas por colinas de alguna consideracion, literalmente cubiertas de viñedos, y salpicadas de una multitud de pequeñas ó regulares poblaciones. Muy frecuentemente íbamos encontrando ó divisando á lo léjos buques de vapor y barcas veleras considerables, cuyo activo movimiento alimenta un tráfico de grandes proporciones entre los pueblos de las cinco naciones riberanas.

El Boden-See, expuesto á frecuentes y terribles borrascas y muchas veces completamente oscurecido por nieblas espesas, es el lago mas importante de las regiones alpinas, por su carácter internacional, y sus proporciones son muy considerables. Su perímetro es de 194 kilómetros, conteniendo un área de 466 kilóm. cuadrados. Mide en su mayor longitud 64 kilóm., de S.-E. á N.-O., es decir desde Bregens, en la ribera austríaca del Vorarlberg, hasta el fondo del golfo de Uberlinger; y en su mayor anchura 14 kilóm., de Borschbach (en la ribera de San-Gall) á Wasserburg, en la de Baviera. Su profundidad alcanza hasta cerca de 300 metros, y ademas de las aguas del Rin, que forman su caudal principal, recibe las de algunos rios ó riachuelos procedentes de los cinco países riberanos.

Desembarcamos, sintiendo una grata impresion, en el hermoso puerto de Borschbach, pequeña villa de cerca de 2,800 habitantes, graciosa y muy notable por su movimiento comercial é industrial, como por sus grandes mercados de granos. Allí tomamos un tren del ferrocarril que conduce á San-Gall, y una hora despues llegábamos á la bellísima capital del Canton, al traves de risueños paisajes, huertos y jardines, por en medio de los cuales gira el ferrocarril en plano inclinado y ascendente, hasta cortar la ciudad misma bajo la sombra de graciosos collados y hermosas y alegres arboledas.

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CAPITULO XVI.

TRAVESIA DE SUIZA.

El canton de San-Gall;su historia, sus instituciones, sus elementos económicos.La ciudad de San-Gall,su situacion, sus monumentos y curiosidades.El canton de Turgovia.El canton de Argovia.Solera y Basilea-Campaña.


Ya se ha visto que de los veintidos cantones de la Confederacion (todos sometidos desde 1848 á ciertas instituciones liberales y comunes bajo el nombre de garantías) unos son esencialmente reformados ó evangélicos y otros esencialmente católicos,teniendo cada uno su carácter particular, pero correspondiente á uno de los dos grandes grupos. Solo los cantones de San-Gall y Turgovia tienen la particularidad de ser mixtos en su organizacion social y oficial. Acaso ninguno de los cantones ó Estados suizos ofrece con tanta evidencia como el de San-Gall la prueba de que la libertad, la tolerancia y la justicia son las mejores soluciones de todos los problemas sociales, porque armonizan los intereses mas contradictorios en apariencia, en beneficio del derecho de todos y el progreso comun. En ningún estado europeo se ve mejor practicado el principio de la igualdad y tolerancia religiosa, y gracias á eso los católicos y reformados han dejado de ser dos partidos enemigos para convertirse en dos confraternidades en accion, aunando sus esfuerzos con una noble emulacion que á todos aprovecha.

La ciudad de San-Gall, base del Estado que lleva su nombre, debió su prosperidad y su importancia á una célebre Abadía que en la edad média hizo muy notables servicios á la civilizacion. Con el tiempo los Abades adquirieron el rango de príncipes soberanos, y desde entónces, haciéndose ambiciosos, batalladores y altivos, vivieron en lucha constante con los pueblos deseosos de asegurar su libertad y sus derechos. Despues de su alianza é ingreso en la Confederacion y las trasformaciones acarreadas por la revolucion francesa, la Abadía, perdiendo su autoridad temporal, quedó reducida á la impotencia, y mas tarde fué suprimida. El Canton se dió en 1831 la Constitucion democrática templada que lo rige actualmente, y el liberalismo de las instituciones ha sido fecundo en muy notables progresos.

Conforme á la Constitucion, las dos comuniones religiosas están representadas en proporcion á su fuerza numérica. La poblacion (de raza y lengua alemanas) era, en 1850, de 169,625 habitantes, de los cuales 106,000 católico-romanos y los demas evangelistas. En 1860 el guarismo total subió á 181,091. Cada comunion tiene su consejo ó comision constitucional que dirige los negocios relativos al culto y las escuelas, independientemente del Gobierno propiamente dicho. El poder legislativo es ejercido por un Gran-Consejo, de eleccion de los ciudadanos de edad de 21 años, renovable cada dos años y compuesto de 150 miembros. De estos, 88 representan á los católicos y 62 á los protestantes. Esa coexistencia en la separacion, y esa autonomía de las dos comuniones en la direccion del culto y la enseñanza, impiden toda colision en las elecciones, toda lucha que pueda despertar el fanatismo y afectar los mas caros intereses de la familia, que son los religiosos y de la instruccion pública. El poder ejecutivo está á cargo de un Pequeño-Consejo de 7 miembros, elegidos por el Grande, renovables cada cuatro años y presididos sucesivamente por dos Landamman de duracion semestral que tienen la direccion personal del Estado. El Gran-Consejo elige tambien los representantes á la Dieta federal y los altos magistrados y oficiales del Estado. Los poderes están perfectamente separados; todas las garantías mas importantes son fielmente mantenidas; los ciudadanos son libres, y el régimen municipal favorece el progreso de todas las localidades.

El Canton, sumamente favorecido por la fertilidad de su suelo y las ventajas que le ofrece la navegacion del Rin, de los lagos de Constanza, Zuric y Wallenstatter y de algunos riachuelos, se compone de dos regiones distintas: una montañosa y elevada, del lado del alto Rin ó el sur, y la otra muy ondulosa, surcada por pequeñas colinas y dividida en una multitud de vallecitos pintorescos y muy cultivados. El Canton encierra dentro de su territorio, en su totalidad, al pequeño canton de Appenzel, montañoso y alto, y curioso por su afamada fabricacion de encajes y bordados y sus poblaciones de pastores y escultores en madera[25]. El área del canton de San-Gall contiene 1,952 1/4 kilómetros cuadrados, y su mayor longitud es de unos 78 kilómetros.

[25] El canton de Appenzel, dividido en dos grupos, según las religiones, cuenta 60,624 habitantes, de ellos 48,604 reformados, llamados Ródas exteriores.

Por razón de su agricultura, su industria y su comercio, San-Gall es uno de los mas valiosos é importantes Estados de la Confederacion. Sus productos agrícolas son muy considerables, relativamente á la extension territorial, consistiendo principalmente en vinos, granos, maderas y ganados; y su industria floreciente abarca una multitud de ramos de fabricacion, distinguiéndose por la especialidad de sus preciosos bordados y encajes, sus bellas muselinas y otros artículos de gusto.

La ciudad de San-Gall, poco feliz por su situacion para ofrecer de léjos un panorama ostensible, es sinembargo, por sus graciosos pormenores ó rasgos, una de las mas pintorescas y bellas ciudades de Suiza. Demora en el fondo de un primoroso vallecito formado por dos cordones de altos collados ó colinas que lo encierran, dándole al conjunto el aspecto de una inmensa bandeja de verdura salpicada en su fondo de vivos colores. Así, despues de llenar completamente el lindo vallecito, la ciudad se extiende en dispersos arrabales sumamente graciosos, que trepan por los flancos de los collados y se esparcen en las praderitas bajo las bóvedas que forman innumerables árboles frutales ó de adorno. Sus calles anchas y pulcras, sus graciosos edificios (muchos de ellos de lujoso aspecto y artísticas formas), sus numerosas fuentes públicas (como 120), sus terrazas, á veces escalonadas en anfiteatros irregulares, sus bellos edificios públicos de todo género, sus plazas orilladas de árboles, y los centenares de jardines y aun pequeños parques de estilo inglés que entrecortan las calles y embellecen las casas en el interior, ó afuera en derredor,forman un paisaje lleno de frescura y gracia, animado por el movimiento industrial y comercial y el ruido de los trenes del ferrocarril que atraviesa de un extremo á otro la ciudad[26].

[26] La capital numera 14,522 habitantes, de los cuales unos 10,000 reformados.

Son notables en San-Gall: la iglesia catedral católica (de la antigua Abadía) restaurada según el estilo italiano, sin mérito exterior particular, pero muy elegante en su interior y riquísima en mármoles soberbios y frescos del pintor italiano Moreto; la iglesia protestante de San Estévan (tambien renovada), edificio muy curioso por su estilo y decoraciones del gusto arábigo y su estructura interior de suma sencillez, que tiene el aspecto de un teatro; en fin el gran edificio de la Abadía, donde reside el Consejo gubernativo y se reune el Gran Consejo,monumento triste y sin ningún valor artístico, pero importante por la biblioteca (mas de 26,000 volúmenes) y las colecciones que contiene. Entre estas las mas notables son las de manuscritos y antigüedades, donde pudimos admirar obras de caligrafía, escultura en marfil y miniatura verdaderamente maravillosas.

Ademas, llaman la atencion en San-Gall: la Casa de detencion, muy bien organizada; una excelente Penitenciaria; los colegios ó gimnasios de las dos comuniones religiosas; numerosas escuelas públicas bien mantenidas, y muchos institutos de crédito, beneficencia, economía y prevision, debidos al espíritu de asociacion. Todo contribuye en San-Gall á producir en el ánimo del viajero una impresion grata, que es la mejor justificacion del espíritu de libertad y tolerancia que allí reina.

No olvidaré un rasgo curioso, aun á riesgo de incurrir en una repeticion. Al recorrer la ciudad en todas direcciones y visitar algunos almacenes de bordados y objetos artísticos, nos parecia que íbamos á encontrar muchedumbres de obreras trabajando en esos bordados y preciosos encajes, que ostentan con vanidad las damas elegantes de Paris, Lóndres ó Viena. Nada de eso. Esos primores artísticos son obra de las manos mas rudas y callosas,de los pastores de Appenzell y las montañas de San-Gall,que al terminar los veranos bajan de las altas praderas con sus rebaños, y se consagran durante los inviernos á labrar sus admirables encajes ó bordados de gran valor, cuando no á esculpir juguetes y graciosas figuras en madera de abeto ó pino, de haya ó encina. Así, uno de los objetos de mas lujo en los grandes salones de Paris, procede de las manos mas humildes y toscas. Cuántas veces el mundo, en su loca admiracion por las apariencias deslumbradoras, olvida las humildes existencias cuyo concurso ha producido las maravillas que se admiran!

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El tren que partió de San-Gall nos condujo á Zuric, de paso, por la via de Winterthur, al traves de una parte, ó casi el vértice, del curioso triángulo que forma el territorio del canton de Turgovia. Como allí no tocamos sino en localidades insignificantes, no me es dado hacer respecto de ese canton ninguna observacion particular. Solo diré que el triángulo de su territorio tiene su base sobre el Rin y el lago de Constanza, con sus lados limítrofes hácia San-Gall y Zuric. Su poblacion (que es tambien alemana) no excede de 90,500 habitantes, protestantes en mas de los dos tercios. Las instituciones de ese canton son liberales y muy análogas á las de San-Gall; y, aunque no carece de regular industria, su riqueza principal es agrícola.

Un segundo tren nos condujo de Zuric á Basilea, al traves del canton de Argovia, de una parte del de Solera y de todo el de Basilea-Campaña. De ese modo, en poco mas de ocho horas (incluyendo detenciones) hicimos la travesía de toda la region de planicies comprendida entre los Alpes de San-Gall y el Jura, en la grande hoya del Rin, casi desde la frontera de Austria hasta la de Francia. Toda esa comarca es bellísima, pintoresca en extremo, y es la mas poblada y mejor cultivada de toda la Confederacion. Al atravesar los cantones de Argovia, Solera y Basilea-Campaña, desaparece el encanto de los lagos y toda esa majestad de las montañas soberbias de los Alpes; pero la civilizacion manifiesta sus progresos en todos los objetos visibles, y el viajero se deleita admirando los lindos valles de los afluentes del Rin, y luego los mil caprichos de las montañas del Jura que surcan el país entre Aarau, capital de Argovia, y Liesthal, que lo es del medio-canton de Basilea-Campaña.

Diré apénas lo esencial respecto de esos tres cantones, por los cuales no hicimos mas que pasar. El de Argovia (cuya poblacion es de raza alemana, como los de Solera, Basilea-Ciudad y Basilea-Campaña) es muy industrial y agrícola, y feliz por la fertilidad de su suelo y su excelente sistema hidrográfico del Rin, el Aar y sus afluentes. Su área territorial contiene 1,389 kilómetros cuadrados, con cerca de 194,600 habitantes (en 1860), reformados en su gran mayoría. Es de notarse que en 1850 la poblacion era de 199,852; la emigracion es la sola causa de la disminucion. Las instituciones del Canton son muy liberales y le dan las formas de una república representativa.

El canton de Solera (ó Solothurn), completamente surcado por las cadenas del Jura y correspondiente á la hoya del Aar inferior, tiene un área excesivamente irregular ó dislocada, de 811 kilómetros cuadrados. El suelo es muy fértil y rico en productos agrícolas y minerales; la agricultura floreciente; la industria manufacturera activa, así como la explotacion de diversas minas y canteras, y el comercio de tránsito considerable. La poblacion alcanzó en 1860 á 69,675 habitantes, católicos en su gran mayoría, y conforme á la constitucion de 1840-41 el Estado forma una república democrática representativa.

En cuanto á Basilea-Campaña, su condicion es particular. En otro tiempo todo el país dependia de la ciudad de Basilea, y esta y los pueblos de la Campaña vivian en lucha permanente. En 1832 se decretó la separacion, que se consumó al año siguiente, y desde entónces el Estado está dividido en dos medio-cantones que tienen sus constituciones separadas y gobierno independiente, representados por mitad en la Dieta federal. Basilea-Campaña, que comprende casi todo el territorio del antiguo canton (el de la izquierda del Rin), cuenta 51,773 habitantes, reformados en mas de sus cuatro quintas partes; es esencialmente manufacturero, sin perjuicio de su agricultura y comercio de tránsito, y es muy estimable por sus libres instituciones democráticas. Allí no hay culto oficial, no existe privilegio ninguno, y la libertad individual es tan completa como la igualdad política y social.

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CAPITULO XVII.

BASILEA Y LA SUIZA.

La ciudad de Basilea; situacion y panorama.El medio-canton: su historia, sus instituciones, su industria y condiciones sociales.Monumentos de la ciudad, institutos y costumbres.Observaciones comparativas respecto de la Confederacion.


Basilea (llamada en frances Bâle y en aleman Basel) hace un juego muy particular con Ginebra, con la cual tiene muchos puntos de analogía. Ambas demoran á orillas de uno de los dos grandes rios que constituyen las bases del sistema hidrográfico de Suiza; ámbas son como las puertas de la Confederacion abiertas sobre las fronteras de Francia, en las dos extremidades de la region surcada por las cadenas del Jura ó sus contrafuertes; ámbas obedecieron en un tiempo á la dominacion de obispos y del imperio franco-burguiñon; ámbas vivieron la vida mas agitada, se distinguieron por su ilustracion y su riqueza, manifiestan en sus monumentos é institutos un alto espíritu de progreso, han sido fieles á la reforma religiosa (á cuyo influjo deben sus mayores ventajas), y se hacen notar por su genio altamente industrial y comercial y las grandes riquezas de sus numerosos capitalistas.

Hablar de Basilea es lo mismo, en rigor, que hablar del medio-canton da Basilea-Ciudad, toda vez que su territorio está reducido al que ocupa la ciudad sobre las dos márgenes del Rin, y su término circunvecino de jurisdiccion, que en su mayor parte está enclavado en el territorio del gran-ducado de Báden. Precisamente ocupa el vértice del enorme ángulo que describe el Rin, cuya direccion general de oriente á poniente desde Constanza hasta Basilea (que es la region central del gran rio) cambia allí repentinamente, torciendo en línea casi recta hácia el norte. El bajo Rin comienza, pues, en Basilea, y es allí que se halla el extremo superior de su gran navegacion, que mantiene tan valiosos cambios entre Suiza, Francia, los Países Bajos, los Estados occidentales de Alemania y otras naciones. La situacion de Basilea es, pues, sumamente feliz bajo el punto de vista comercial, y su panorama, aunque muy diferente de los de otras ciudades suizas, interesa al viajero y abunda en bellos pormenores artificiales. Sus fortificaciones, que en un tiempo la estrechaban, han desaparecido casi completamente para abrir campo á nuevos edificios, fábricas, almacenes y jardines, y á los rieles y trenes de los ferrocarriles.

Basilea, como casi todas las ciudades del principio de nuestra era y particularmente de la edad feudal, nació al derredor de un castillo fuerte (el de Basilia) en el curso del siglo V.... Su notable prosperidad data del siglo X, bajo la autoridad mixta de una serie de obispos. Pasando de la jurisdiccion suprema del reino de Borgoña á la del imperio germánico, vivió durante siglos en lucha constante contra los obispos y sus aliados los nobles, forcejando por asegurar su libertad y sacudir la dominacion eclesiástica. Su entrada á la Confederacion suiza (en 1501) y la adopcion de la reforma religiosa, la pusieron en posesion de su autonomía, agrandada con adquisiciones hechas en el territorio de Liesthal ó la Campaña, y el de la márgen derecha del Rin. Pero á su turno la burgosía ó clase media de ciudadanos dominó como privilegiada, oprimiendo á los paisanos, hasta que la revolucion francesa, en 1798, y luego el «Acto de mediacion», fundaron la igualdad democrática, La lucha sangrienta de 1833 redujo á Basilea á sus proporciones actuales, quedando el primitivo Canton dividido en dos entidades políticas independientas.

Basilea-Ciudad no se ha quedado atras de ningún canton progresista en materia de instituciones. Estas son liberales y hospitalarias; aseguran todas las garantías que puede necesitar un pueblo para ser lire y civilizado, y hacen de la democracia sincera la base fundamental de ese pequeño Estado que, siendo tan insignificante por su territorio y reducido á solo 41,300 habitantes, ejerce sinembargo una influencia muy considerable sobre toda la Confederacion y ocupa una posicion de primer órden entre las plazas industriales y comerciales del Rin.

Si las líneas de ferrocarriles que la ligan con el interior de Suiza y de Francia y con las comarcas alemanas y francesas del Rin, le dan á Basilea tan considerable movimiento, su industria propia y de concentracion y sus institutos de crédito y especulacion variada multiplican la animacion de la ciudad. Ademas de la actividad fabril que los capitales de Basilea alimentan en Basilea-Campaña y las comarcas vecinas, la ciudad misma es una vasta manufactura cuyos productos son de valor considerable, particularmente en cintas, hilados y tejidos de seda y algodon. Acaso algunos de los lectores pensarán que muchas de mis indicaciones acerca de la industria suiza son inoportunas en un libro de impresiones de viaje que puede parecer de carácter principalmente literario. Debo decir, sinembargo, que, así como ninguno de mis viajes ó excursiones ha sido asunto de diversion para mí, pues mi objeto principal ha sido el de adquirir conocimientos útiles, del mismo modo mis incorrectos apuntamientos no tienen por objeto entretener á mis lectores hispano-colombianos, sino hacerles, en la medida de mis fuerzas, un servicio provechoso. Estoy bien convencido de que en Hispano-Colombia se sufre un error al creer generalmente que solo Inglaterra y Francia, y en parte la Alemania del Norte, merecen grande atencion, como elementos de la gran masa de cambios ó especulaciones que subsisten y se van desarrollando entra el mundo europeo y nuestras jóvenes repúblicas. Hay en Europa dos pequeños Estados muy estimables en todos sentidos á cuyo comercio prestamos poca atencion (involuntariamente, sin duda) los Hispano-colombianos,Estados que pueden ofrecernos mil ventajas, mediante un sistema de especulaciones directas, y cuyo trato nos conviene aun bajo el punto de vista político-internacional: tales son Bélgica y Suiza, cuyos productos tienen la triple ventaja de la solidez, la baratura y el buen gusto. Oportunamente haré resaltar esta verdad en cuanto á Bélgica; por ahora debo decir, con absoluta conviccion, en lo que respecta á Suiza, que si sus excelentes vinos del Rin y sus afluentes, sus relojes é instrumentos de Ginebra y Neuchâtel, sus tejidos delicados y elegantes de San-Gall, ó muy populares de Zuric, Basilea y otras ciudades, así como otra multitud de productos, fuesen suficientemente conocidos en Hispano-Colombia, se ganaría mucho con establecer relaciones directas, pues los mercados suizos no solo ofrecen productos buenos y baratos, y sus negociantes se distinguen por su probidad y puntualidad, sino que tambien los Hispano-colombianos tendrían un buen campo donde colocar ventajosamente mucha parte de sus metales preciosos, su algodon, su tabaco (que en Suiza no está sujeto á ningún monopolio) y otros muchos productos del continente Colombiano.

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Si la situacion de Basilea, ciudad tan célebre por su famoso Concilio, que duró allí diez y seis años haciendo oposicion al pontificado y estableciendo graves precedentes en la Iglesia romana, es notable por su industria, su comercio y sus instituciones liberales, no lo es ménos por los rasgos particulares de sus costumbres y la multitud de establecimientos públicos que le dan el rango de una ciudad muy civilizada. Allí todo parece indicar una constante preocupacion con los intereses públicos,el celo esmerado con que se ha cuidado de erigir monumentos sólidos á la instruccion, la beneficiencia, la economía popular, etc. La Universidad de Basilea alcanzó gran celebridad en Europa en otros tiempos, y hoy es todavía un instituto muy digno de estimacion. Las escuelas son numerosas y excelentes; y se consagra mucha atencion á las bibliotecas, los museos y las colecciones públicas. El edificio llamado Museo es un espléndido palacio digno de una extensa capital, y en él se hallan reunidos: una hermosa biblioteca con 52,000 volúmenes y mas de 4,000 manuscritos (algunos de gran valor); una abundante galería de pinturas, rica sobre todo en excelentes cuadros de Holbein; colecciones estimables de medallas y antigüedades; un museo de historia natural completo, y de mineralogía y otros ramos; y todo eso sin perjuicio de importantes colecciones particulares, de un bonito jardin botánico y otros institutos importantes.

En cuanto á los monumentos antiguos de la ciudad el único bien digno de atencion es la Catedral, edificio de orígen bizantino y reconstruido según el estilo gótico del siglo XI. Esta circunstancia, que produce el contraste de dos estilos entre algunas partes del monumento, el color rojo de su mampostería, su bella situacion sobre una colina dominando el Rin, y algunas curiosidades interiores, así como las tradiciones que estas evocan, dan á la Catedral interes considerable, no obstante la ausencia total de esas obras artísticas de adorno que la sencillez y el espiritualismo del culto protestante excluyen de los templos cristianos.

El viajero no puede ménos que notar en Basilea ciertos rasgos característicos de las costumbres, que solo se encuentran en las localidades pertenecientes á razas germánicas. Donde quiera, en nuestras excursiones por Alemania, Holanda y la Bélgica flamenca, hemos encontrado un cierto espejito, símbolo original de curiosidad recatada, que en Basilea se muestra en todas las ventanas. Las mujeres asoman rarísima vez la cara al balcon ó la ventana, sea por recato de raza ó tradicion, sea por motivos de secta religiosa, ó acaso por gazmoñería huraña; pero como no por vivir encerradas y evitar las miradas indiscretas del que pasa por la calle dejan de ser mujeres, y por lo mismo curiosas, han inventado desde tiempos antiguos el consabido espejo, adherido a la ventana en el exterior, sobre un gancho que permite darle la situacion é inclinacion que se quiera. De ese modo la imágen de todos los que pasan por la calle y entran á las tiendas se reproduce delante de la curiosa, escondida detras de su ventana y ocupada en su labor ó su lectura, sin que nadie pueda escrutar el interior con indiscretas miradas, ni aun se aperciba de que su fisonomía ó sus actos están llamando la atencion arriba. La misma operacion se reproduce en todos los pisos de cada casa, que presentan interminables hileras de espejos giratorios; y no pocas llevan su curiosidad hasta duplicar el aparato en sus alcobas para tener la imágen completa de lo que pasa en la calle, lo que equivale para su curiosidad á aquello de mascar á dos carrillos.

La pulcritud de las casas y calles de Basilea, como de todo mobiliario, es admirable. Se diría que allí vive una colonia de Holandeses, eternamente ocupada en las faenas del cepillo, la esponja y la brocha. Causa admiracion el extraordinario aseo de las casas en su interior y exterior, de las calles, los muelles y todos los edificios y lugares públicos; y es tal el prestigio de esa pulcritud que aun las casas mas viejas, pintadas con esmero y lustrosas, parecen acabadas de edificar. No pocos viajeros se rien de esos y otros rasgos curiosos; por mi parte diré que todo eso me encanta, porque la pulcritud es, en mi concepto, la prueba material del sentimiento de la dignidad y de la pureza moral, ó del candor de las costumbres ó las inclinaciones de una persona ó de una sociedad. En todos mis viajes he tenido ocasion de observar, sin excepcion, que los hechos jamas dejan de corresponder rigorosamente á la buena impresion de simpatía que causa á primera vista una ciudad aseada, ó al disgusto invencible que inspira una localidad sucia, pestilente y empolvada, como hay tantas en los países católicos de Europa.

No hay quien visite á Basilea que no sienta su curiosidad muy picada por la chistosa tradicion de una costumbre muy original que hubo en la ciudad hasta fines del último siglo: la de tener todos los relojes públicos adelantados una hora, en prueba de gratitud, dicen, por un hecho análogo y casual que en otro tiempo salvó a la ciudad de un gran peligro. Confieso que la especie, aunque singular, no me pareció tan extravagante, considerada filosóficamente. Entre relojes desarreglados, preferiré siempre los adelantados á los atrasados, porque, despues de todo, con los primeros se vive mas apriesa y se trabaja mas en la via del progreso. Ya querría yo que adelantaran su reloj, siquiera un minuto por año, muchos hombres, partidos políticos, religiosos y económicos, y aun gobiernos y Estados, que no solo lo usan atrasado sino hasta parado, porque no tienen valor para darle cuerda ni aceite (ideas) para hacerlo andar.

* * * * *

En Basilea terminaba nuestra rápida excursion en Suiza, que debíamos continuar por la region del bajo Rin. Habíamos omitido visitar unos pocos cantones, ya porque carecen de interés particular, ya porque debian mas tarde, según nuestro plan, servir á nuestro itinerario respecto de Italia, del lado de la alta Lombardía. Pero los que habíamos recorrido, sobre ser los mas importantes, nos parecian suficientes para juzgar por comparacion del estado general de Suiza en la gran mayoría de los Estados confederados. Así, para terminar esta parte de mi segunda serie de observaciones de viajes, el lector me permitirá hacer el resúmen de los hechos generales mas importantes, del cual se podrán deducir consecuencias útiles y aplicables en mucho á nuestros pueblos hispano-colombianos. Veámos primero en qué órden se hallan los 22 cantones (de los cuales están subdivididos los marcados con asteriscos) por razón de su rango federal ó de admision, su extension territorial, su masa de poblacion y sus razas y religiones.

- | CANTONES | O d | E | O d | CIFRA | RAZAS | RELIGION | | | r e | x | r e | de | principales | dominante | | | d | t | d | poblacion | [27] | | | | e s | e | e p | en | | | | | n u | n | n o | 1860 | | | | | | s | b | | | | | | a | i | l | | | | | | d | o | a | | | | | | m | n | c | | | | | | i | | i | | | | | | s | t | o | | | | | | i | e | n | | | | | | o | r | | | | | | | n | r | | | | | | | | i | | | | | | | | t | | | | | | | | o | | | | | | | | r | | | | | | | | i | | | | | | | | a | | | | | | | | l | | | | | | | | | | | | | - |Urí | 1º| 11| 22| 14,761| Alemana |Catª-romana| |Schwyz | 2º| 16| 17| 45,593| id. | id. | |Unterwalden*| 3º| 13| 20|[28] 24,960| id. | id. | |Lucerna | 4º| 9º| 7º| 130,965| id. | id. | |Zuric | 5º| 7º| 2º| 267,611| id. | Evangélica| |Zug | 6º| 22| 21| 19,667| id. |Catª-romana| |Glaris | 7º| 17| 19| 33,459| id. |Evangélica | |Berna | 8º| 1º| 1º| 468,515| id. | id. | |Solera | 9º| 15| 15| 69,527| id. |Catª-romana| |Friburgo | 10| 8º| 8º| 105,970| Francesa | id. | |Basilea* | 11| 18| 9º|[29] 93,024| Alemana |Evangélica | |Schaffhousen| 12| 20| 18| 35,616| id. | id. | |Appenzel* | 13| 19| 16|[30] 60,624| id. | id. | |San-Gall | 14| 6º| 5º| 181,091| id. |Catª-romana| |Grisones | 15| 2º| 10| 91,877| Italianas |Evangélica | |Argovia | 16| 10| 4º| 191,600| Alemana | id. | |Turgovia | 17| 12| 12| 90,347| id. | id. | |Tesino | 18| 5º| 6º| 131,396| Italiana |Catª-romana| |Vaud | 19| 4º| 3º| 213,606| Francesa |Evangélica | |Valles | 20| 3º| 11| 90,880| id. |Catª-romana| |Neuchâtel | 21| 14| 13| 87,847| id. |Evangélica | |Ginebra | 22| 21| 14| 83,345| id. | id. | - [27] No incluyo aquí la raza judáica, porque está disemeninada en casi todos los cantones, en proporciones muy reducidas ó insignificantes.

[28] Obwalden, 13,399; Nidwalden, 11,561.

[29] Basilea-Ciudad, 41, 251, Basilea-Campaña, 51, 773.

[30] Exterior, 48,604; Interior, 12,020.

Ahora, si se atiende á la proporcion en que se encuentran las razas y las religiones, tendremos los siguientes resultados generales:


RAZAS, POR CANTONES.


Germánicas puras 14 cantones Latinas (francesa é italiana) 4 " Mixtas (es decir, con poblacion germánica y francesa, ó romano-germánica) 4 "


La proporcion numérica de las razas en toda la Confederacion es la siguiente:


Germánicas 1,743,519 almas Latinas 791,792
-
2,535,341


INDUSTRIAS.

La poblacion total de Suiza está distribuida, en cuanto á su condicion económica, del modo siguiente:

En la agricultura, la ganadería y el corte de maderas 1,900,000 individuos En el comercio 140,000 En la industria 150,000 Artes, oficios, empleos, fuerza permanente, trasportes, etc. 315,311
- Total 2,535,341


Tomando el término medio de las diversas estimaciones que se han hecho de la extension superficiaria de Suiza (unos 40,000 kilómetros cuadrados) resulta la proporcion média de 63 habitantes por kilómetro cuadrado; pero si se tiene en cuenta que los rios, lagos, nevados y montañas inhabitables ocupan por lo ménos 2/5 partes de la superficie, se encuentra la proporcion de 10565 hab. por kilóm. cuadrado, densidad de primer órden, que explica en gran parte los progresos de Suiza, al mismo tiempo que la persistencia de su corriente de emigracion.

RELIGIONES.

Esa misma poblacion se halla distribuida, por razón de las comuniones religiosas, del modo siguiente, en números redondos:


Evangelistas, ó protestantes calvinistas, ó reformados 1,492,737 Católico-romanos 1,039,304 Israelitas 3,500


Como se ve, las dos razas principales de Europa, segun las modernas denominaciones generales, que han vivido en profundo antagonismo durante muchos siglos, por no decir durante toda la era cristiana, coexisten en Suiza sin lucha ni colision alguna en el momento actual. Del mismo modo subsisten en el territorio comun de la Confederacion las dos grandes religiones enemigas (consideradas en lo esencial) en que está dividido el mundo cristiano. Pero de qué manera se han distribuido esas razas en el territorio y se han implantado en ellas la iglesia evangelista y la católica-romana? Ningún principio perceptible, ninguna regla ha presidido á ese fenómeno de clasificacion social.

La industria, la agricultura y el comercio han tenido que ajustarse en Suiza, como es inevitable, á las leyes de la topografía, superponiéndose ó concentrándose por zonas, según las facilidades que les ofrecen los climas, la composicion del suelo, lo elementos de navegacion y comunicaciones terrestres, etc. Así, nada es mas natural que la existencia de ciudades comerciales é industriales á orillas del Ródano y el Rin ó de los grandes lagos, la floreciente agricultura de las planicies y los valles, la explotacion de los bosques y praderas de las altas regiones montañosas, y la aclimatacion de ciertas industrias artísticas (como la fabricacion de relojes é instrumentos) allí donde el suelo, por su estrechez ó su pobreza, no es favorable á los trabajos agrícolas en escala considerable.

Pero en punto á religion los fenómenos que se observan en Suiza parecen desmentir todas las reglas que algunos escritores han pretendido establecer acerca de la relacion natural entre la índole y las tradiciones de las razas y la índole de las religiones que les convienen. En efecto, juzgando por los hechos generales en Europa, se ha dicho que las razas latinas tienen instintos esencialmente católicos ó romanos y son las mas accesibles á esa religion, miéntras que las razas germánicas son mas congénitas del protestantismo. Y en realidad se nota la doble coincidencia de que las primeras obran colectivamente en lo politico y social bajo el principio de autoridad, en tanto que las germánicas tienen tendencias de fuerte individualismo, según el principio de libertad, que se acomoda muy bien á los sistemas protestantes.

En Suiza es precisamente la raza germánica la que constituye la fuerza principal del catolicismo romano (en los cantones del lago de Lucerna, San-Gall, Friburgo, Solera, etc.), miéntras que las razas latinas son protestantes en su gran mayoría, formada por la poblacion de Vaud, Neuchâtel, Ginebra y los Grisones. Las religiones se han distribuido sin seguir ningún principio geográfico, y solo en virtud de causas artificiales, y se las ve entremezcladas en todo el territorio, ó separadas en algunas partes por fronteras invisibles ó completamente imaginarias. Así, la fidelidad de cada fraccion á su creencia respectiva no es mas que el resultado de la influencia poderosa, irresistible, que ejercen las tradiciones sobre los pueblos relativamente sedentarios ó confinados por la naturaleza á vivir dentro de los límites de un territorio particular.

Sea de esto lo que fuere, lo que importa averiguar es la causa determinante de esa coexistencia ó armonía que subsiste en Suiza entre las muy distintas razas y religiones que predominan en el país. Allí viven en paz y fraternalmente el montañes y el habitante de los valles y las planicies, el franco-italiano y el aleman, el católico y el protestante; como viven en paz el Canton y la Confederacion, el individuo y la municipalidad. A qué atribuir esa feliz situacion, que contrasta con el antagonismo en que viven las razas, las religiones, las clases sociales y los intereses en la mayor parte de los Estados europeos? No encuentro una explicacion satisfactoria sino en la organizacion política y social de Suiza, que en el fondo no es otra cosa que un conjunto armonioso de confederaciones libres eslabonadas en tres escalas. La Confederacion nacional es una república democrática cuyos miembros ó individuos se llaman cantones, todos iguales en derechos y deberes, todos libres y gozando de personalidad ó autonomía completa en sus negocios particulares. Cada Canton es una confederacion ó república democrática de distritos, tambien libres, autónomos é iguales entre sí, verdaderas repúblicas de 5002,0005,000 ó mas almas, en la mayor parte de los cantones, ó cuando ménos favorecidas por un régimen municipal muy liberal. Por último, cada distrito (que en muchos de los cantones parece mas bien una gran familia que una entidad política) es una confederacion de vecinos libres, iguales, cuyo concurso simultáneo es indispensable para toda disposicion colectiva, y que gozan de autonomía real y efectiva en sus negocios personales.

Esa triple escala de confederaciones ha sido prodigiosamente fecunda en bienes de todo género. Todas las razas y religiones han podido subsistir con seguridad y concurrir, según su genio particular, á la obra comun del progreso. Todas las formas del gobierno propio han podido tener aplicacion y ponerse á prueba para que los resultados, permitiendo la comparacion, hiciesen conservar lo bueno y desechar lo malo. Todas las industrias, todas las fuerzas y los intereses sociales han podido desarrollarse simultáneamente y, gracias al espíritu de emulacion consiguiente á la libertad autonómica, erizar á Suiza de bellas ciudades, fábricas activas, excelentes caminos, institutos de todo género, ferrocarriles, vapores, esmerados cultivos y mil manifestaciones de vitalidad y progreso.

Las instituciones de Suiza han reposado por punto general en un principio fecundo: la armonía entre el derecho individual y la iniciativa ó autoridad colectiva. De este modo les gobiernos cantonales, municipales y federal han atendido eficazmente á todos los objetos de interes comun que exigen grandes esfuerzos colectivos,al propio tiempo que los individuos han tenido siempre un vasto y libre campo donde ejercer su iniciativa y actividad personal. Esa libertad de que los Suizos han gozado y gozan ha producido dos grandes resultados: en primer lugar, cada suizo, sintiéndose libre y con dignidad, ha nutrido en su corazon el mas profundo y altivo sentimiento de patriotismo y fidelidad á la nacion, al canton y al distrito, en virtud del cual está pronto siempre á defender la patria y consagrarle su vida. Por eso la Suiza, en un dia de peligro, puede presentar en batalla 100,000 soldados que no están gravando su tesoro, y una reserva de 200,000 que forman la milicia de los cantones. Es inexacto decir que la Suiza se compone de varias razas y comuniones religiosas separadas; en realidad allí no hay mas que una raza: la de los hombres libres,ni mas que un culto: el del patriotismo.

En segundo lugar, como ningún producto natural del país está monopolizado[31], y el ciudadano es libre en su conciencia y su pensamiento,libre para trabajar, viajar, asociarse, etc.,la accion del interes individual ha hecho prodigios donde quiera en servicio de la riqueza y todos los elementos de la civilizacion. Y digo prodigios intencionalmente, porque en ningún país de Europa el hombre ha tenido que luchar con tantos obstáculos como en Suiza, donde el suelo es un cáos y la fertilidad poco notable, y donde la nacionalidad se ha visto amenazada siempre por vecinos poderosos en antagonismo constante.

[31] Los únicos artículos monopolizados en Suiza son: la pólvora y, en algunos cantones, la sal extranjera. Varios gobiernos se reservan los aseguros contra incendios y la amonedacion, y los correos y diligencias casi totalmente.

Terminaré haciendo una observacion general que manifiesta cuánto las condiciones particulares de la Suiza se prestan al estudio comparativo de las razas y su civilizacion. Donde quiera noté en ese país, en las mesas de los hoteles como en los cafés, en los paseos y lugares públicos lo mismo que en las diligencias, los vapores y los ferrocarriles, la influencia benéfica que ejercen los cruzamientos de las razas, cuando ellos son el resultado de relaciones libres y de un contacto natural y espontáneo. Las razas que así se cruzan, léjos de degenerar mejoran notablemente, perdiendo mucho de sus defectos y fortaleciendo y puliendo sus cualidades, sin privarse por eso de toda su originalidad. El Aleman de Suiza es mucho ménos nebuloso que el de la verdadera Alemania, mucho mas práctico, demócrata, generoso y accesible al progreso; miéntras que el Suizo de raza francesa es mucho mas formal, mas celoso de su personalidad, mas positivamente liberal y emprendedor que el Frances puro (habituado siempre á recibir toda impulsion de la autoridad, á buscar la tutela del gobierno para todo). El libre contacto de las dos razas, favorecido por la emulacion y las instituciones democráticas, ha producido una feliz combinacion de las cualidades generosas y el espíritu lógico y claro del Frances, con la tenacidad, el sentimiento de personalidad, y la fidelidad á las tradiciones que distinguen á las razas germánicas.

Sinembargo, salta á la vista la diferencia profunda de las dos razas en materia de gusto, si se observan con atencion las ciudades de los dos tipos, tales como Ginebra y Zuric. El espiritualismo aleman es mas bien de fantasía ó imaginacion y exagerado que práctico y natural. Sueña con éxtasis, perdido en las nebulosas, adora la música y la poesía; y sinembargo se distingue por su mal gusto. Cuando sueña es teniendo delante un enorme jarro de cerveza y dos kilógramos de pan; fuma brutalmente; come con voracidad y glotonería, y en todas sus manifestaciones es inculto, pero con candor y sin caer en cuenta de su mal gusto. El Suizo aleman no le va en zaga, contrastando en todo lo que es asunto de finura, gusto y elegancia con el suizo ginebrino, neuchatelés ó vaudense. Sinembargo, la sencillez, la sinceridad cruda pero noble, y las cualidades morales y de actividad económica que adornan al honrado Suizo aleman, hacen que el viajero le disimule con benevolencia las asperezas de una corteza que encubre sérias y estimables virtudes.

Por lo que hace á los negocios colectivos, los resultados no han sido ménos felices. Aglomerados en confederacion los veintidos cantones, algunos de territorio microscópico, han comprendido que para mantenerse en el rango de Estados, bajo el pié de igualdad, necesitaban rivalizar en progresos, consagrándose con noble emulacion á la obra de su engrandecimiento;haciendo mucho, sin embarazar la accion individual. De ahí esa prodigiosa abundancia de museos, bibliotecas, colecciones científicas, hospicios y hospitales, colegios, escuelas especiales y escuelas primarias[32] que se encuentra en Suiza; de ahí tambien la excelencia de las carreteras que surcan el país en todas direcciones, la multiplicidad de ferrocarriles, el buen servicio de correos y telégrafos, y el esmero que se tiene porque las oficinas y los establecimientos públicos tengan una residencia material digna y agradable.

A este propósito haré notar que el pueblo suizo, esencialmente práctico en todo, pero muy accesible á las reformas generosas que pasan por utopias en otros países, no obstante su palpable conveniencia, es el primero que en Europa ha ensayado el mejor de los sistemas penitenciarios de los Estados Unidos. Las modestas pero muy suficientes y bien mantenidas penitenciarias de Ginebra, Losana y San-Gall, y las casas de detencion de esas ciudades y de Berna, Basilea, Zuric, etc., son verdaderos modelos en su clase. En la gran mayoría de los cantones subsiste la pena capital, pero su aplicacion es muy rara.

[32] Recordaré que en casi todos los cantones es obligatoria la instruccion primaria, y que el solo canton de Berna tiene 1,700 escuelas populares.

Ademas de las grandes formalidades que para decretarla se requieren en casi todos los cantones, y particularmente en el de Unterwalden, la conciencia popular rechaza su aplicacion. Así, cuando se suele cometer un crímen capital, casi siempre se adopta la conmutacion, en términos que en Suiza es fenomenal el odioso espectáculo de una ejecucion. Casi está por demas decir que allí ningún delito político tiene asignada la pena capital, barbarie que subsiste en gran parte de la Europa civilizada.

Si esos rasgos hacen honor al carácter y la moralidad de los Suizos, hay otros dos, uno positivo y otro negativo, no ménos generales y estimables: me refiero á los hábitos hospitalarios y la ausencia de mendigos. Todo el mundo sabe que la Suiza, como país libre, neutral y central en Europa, es clásico en materia de hospitalidad. Allí encuentra el proscrito político simpatías, proteccion y asilo, particularmente en Ginebra, Zuric, Berna, Basilea, San-Gall y Losana, y no pocas veces sus gobiernos han probado su energía resistiendo á las exigencias de poderosos gobiernos implacables en la persecucion. En cuanto á la mendicidad, la organizacion comunal la evita con su prevision, la libertad del trabajo la conjura, la ley la prohibe severamente y la emulacion de los cantones la desacredita. No he visto algunos mendigos sino en Friburgo, que fué el cuartel general de frailes y jesuitas.

Por lo que hace á manifestaciones materiales, no omitiré indicar algunas que me parecen características del pueblo suizo, y que son signos siempre seguros de bondad, moralidad, buen gusto y dignidad. Ya he dicho que la pulcritud es general, sobre todo en las localidades protestantes. Agréguese á ese rasgo: la extraordinaria abundancia de jardines, de fuentes públicas en los poblados y los caminos, de arboledas para sombrear y adornar las plazas y calles, los paseos y las vias de comunicacion dilatadas, objetos por los cuales, así como por los museos, bibliotecas, etc., manifiestan mucho interes los Suizos. Nótese tambien que donde quiera las heredades están apénas separadas por insignificantes setos ó demarcaciones, cuando no enteramente continuas, ó apénas demarcadas por hileras de árboles, lo que indica un gran respeto por la propiedad; y que los cementerios se muestran en todas partes abiertos y respetados por todo el mundo con exquisita consideracion, lo que indica moralidad, índole candorosa y la conciencia general de que el interes comun es la mejor garantía de las cosas públicas, sin necesidad de que los gendarmas ó gentes de policía se muestren en legiones numerosas é impertinentes.

La propiedad territorial, semoviente y urbana está muy dividida en Suiza, lo cual explica la existencia de tantas pequeñas fortunas que aseguran al individuo un bienestar modesto pero sólido, y con él la independencia, la dignidad y la moralidad. Sin duda que á esa circunstancia, combinada con el hábito de la division del trabajo, la habilidad en el cultivo y la libertad económica de los ciudadanos, debe atribuirse la baratura de la vida en Suiza, de la cual no se debe juzgar por el alto precio de los servicios que se le prestan al viajero. Necesariamente han de ser caros ciertos hoteles en las regiones montañosas, así como el servicio de guias, caballos y mulas, y las curiosidades artísticas, porque las gentes que especulan con las visitas de extranjeros tienen que indemnizarse en cuatro ó cinco meses de los sacrificios de todo el año. La baratura de la vida, en un país activo, civilizado y donde hay abundancia de todo, es una prueba evidente de los beneficios de la libertad y la autonomía, y de las buenas cualidades de los habitantes.

Me alejé de Suiza con pesar, porque ese país admira y seduce en todos sentidos; y si llevaba en el corazon una simpatía, habia fortificado profundamente mis convicciones, mediante la observacion imparcial ó desprevenida de los hechos. Ese bello pais, tan curioso y original en todos sus rasgos prominentes, que ha hecho tan grandes progresos con sus instituciones republicanas, en medio de tantas monarquías, particularmente despues de la revolucion radical de 1846 á 48, me ofreció pruebas irrefutables de esta gran verdad: que la mas práctica, sólida y fecunda solucion de los problemas sociales, porque es la mas justa, natural y sencilla, es la de la LIBERTAD, en todas las esferas y respecto de todas las manifestaciones de la actividad humana!

* * * * *


PARTE SEGUNDA.

LA REGION DEL RIN.

* * * * *


CAPITULO I.

EL GRAN-DUCADO DE BADEN.

De Basilea á Freiburgo.El Rin central y sus panoramas.Nociones importantes respecto del gran-ducado.Costumbres alemanas.La ciudad de Freiburgo.


Al salir de Suiza, en agosto de 1859, nos proponíamos visitar las ciudades y comarcas mas importantes de la region del Rin, á reserva de recorrer, en el año siguiente, toda la Alemania. Si bien es verdad que la Suiza alemana nos habia iniciado ya un poco, aunque muy de paso, en el conocimiento general de la índole de la fuerte y estimable raza germánica, donde quiera, al recorrer la region del Rin, debíamos encontrar diferencias muy notables en los rasgos característicos de las poblaciones. En efecto, las instituciones republicanas y realmente federativas, la influencia de la topografía y de los climas, y otras circunstancias, han modificado tan notablemente los caractéres germánicos en Suiza, que en realidad el Rin ofrece en su vasta hoya, desde la region superior hasta Basilea, el contraste de poblaciones que difieren bastante, apesar de su comunidad de orígen y de tener como lazo de union el mismo rio. Y no es ménos sensible la diferencia si se compara la region del Rin central con la del bajo Rin, comprendida esta, respecto de Alemania, entre el vértice del ángulo que describe el gran rio en Basilea, y las fronteras de Holanda.

Mas tarde pudimos ver tambien cuánto difiere la Alemania del Rin de la del resto de la pseudo-confederacion germánica, correspondiente á las hoyas del Danubio, el Elba y otros rios. Por una parte, las llanuras del Rin, mas abiertas al contacto del mundo, son mas accesibles al contagio de ciertas ideas, aspiraciones y costumbres, que las regiones montañosas del alto Danubio, del Elba central, etc. Por otra, la especialidad de tantas ciudades alemanas del Rin, como objetos de curiosidad y residencias de verano y otoño para los extranjeros; el contacto inmediato con Francia y Bélgica, que facilita y multiplica las relaciones con razas diferentes, y la circunstancia de haber sido la hoya del Rin un campo de lucha nacional, desde hace muchos siglos, entre nacionalidades tan distintas, han determinado una modificacion tan notable en el carácter de la poblacion rineana, que la Alemania parece perder allí mucho de sus rasgos característicos.

Si en toda esa region se ven á cada paso las huellas de los combatientes, en todas las ciudades se halla tambien un no sé qué de mixto en las costumbres, las instituciones y las ideas, que manifiesta al mismo tiempo la influencia del contagio frances y la del movimiento frecuente y complejo de los extranjeros de todos los países que visitan las comarcas magníficas del Rin.

Al partir de Basilea, en el extenso barrio que tiene la ciudad sobre la márgen derecha del Rin, lo primero que se ofrecia á nuestra vista era, de un lado las montañas del gran-ducado de Báden, del otro el lecho mismo del Rin, y á lo léjos las montañas francesas de las Vosgas (Vosges) corriendo paralelamente al rio, en direccion hácia Bélgica, como una especie de continuacion de la cadena del Jura. Si ese cordon de montañas francesas cerraba graciosamente el horizonte del lado occidental, el cauce del Rin, cuyo panorama abarcábamos perfectamente con la vista, á causa de la elevacion de la línea del ferrocarril, nos presentaba un vasto paisaje lleno de melancolía y vaguedad en sus accidentes y contornos.

El rio, como si quisiese cerrarle el paso á la invasion del mundo comercial hácia el corazon de la Europa, se divide, abajo de Basilea, en innumerables brazos, casi todos de muy difícil navegacion, que se juntan, se bifurcan y entrecruzan, formando un inmenso laberinto de islotes, unos desiertos y apénas medio asomando como playas, otros mas determinados y cubiertos de gramíneas, otros pantanosos y dislocados, y otros en fin revestidos de caprichosos bosquecillos de sauces que inclinan su pálido y triste follaje sobre las ondas lentas y vagarosas del rio, salpicadas de estacadas que indican los altos y bajos del lecho para mostrarle al navegante la vía que debe seguir.

Hácia el oriente, el vasto panorama de la Floresta-Negra (Schwarzwald) se desarrolla en numerosos grupos y anfiteatros enlazados, lleno de majestad en unas partes, de capricho y gracia en otras. Así como el ferrocarril frances gira sobre la izquierda del Rin, por el pié de los Vosgas, desde Basilea hasta Estrasburgo, el ferrocarril aleman, que ha descendido hasta Basilea desde la region del lago de Constanza, sigue surcando el valle del Rin, entre su márgen derecha y las montañas de la Floresta-Negra, en direccion á Carlsruhe, Francfort, etc. Donde quiera, en el trayecto que média entre Basilea y el valle de Báden-Báden, la llanura es unida y tersa, variando mucho en anchura, y ofrece á las miradas del viajero un conjunto de magníficos paisajes. En el fondo de la llanura, ricas y graciosas plantaciones por todas partes (principalmente de trigos, lino, cáñamo, tabaco y papas) manifestando un cultivo muy adelantado y cuidadoso, debido en gran parte á la gran division de la propiedad territorial y á la influencia de las instituciones liberales del país. De trecho en trecho, particularmente del lado de las montañas, aparecen graciosas villas y aldeas, ó del lado del Rin se muestran algunos bosques, mantenidos con esmero.

Despues de desplegar en la llanura sus variados matices, el terreno trepa en ondulosos planos inclinados, cubiertos de viñedos escalonados con regularidad, hasta la altura de algunos cordones ó grupos de colinas que son como los escabeles de la Floresta-Negra. Sobre esas primeras alturas veíamos descollar, románticas y solitarias, las ruinas de numerosos castillos feudales (la mayor parte destruidos en las guerras de Luis XIV y Napoleon) tales como los de Báden-weiler, Hochburg y Hohengeroldseck, algunas de aspecto muy imponente y singular. Por último, el horizonte quedaba limitado por la cadena misma de la Floresta-Negra, vasta y complicada formacion de montañas cuya elevacion no excede de 1,550 metros sobre el nivel del mar, que deben su nombre á la tinta oscura y unida de sus interminables bosques de pinos, abetos, hayas y encinas; montañas entrecortadas por una multitud de vallecitos encantadores, en cuyo fondo demora una poblacion de mas de 300,000 habitantes (en la parte badense), original por sus costumbres y su tipo, notablemente rústica y poética, y consagrada principalmente á la pequeña agricultura, la industria pecuaria y el corte de maderas.

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El gran-ducado de Báden, cuya constitucion data de 1805, es el mas occidental, el mas variado por su territorio, el mas nuevo y el mas liberal por sus instituciones entre todos los Estados secundarios de la Confederacion germánica, en la cual tiene el 7º rango de cancillería y de contingentes. El territorio de Báden, teniendo su extremo superior en la ribera setentrional del lago de Constanza y el inferior abajo de la confluencia del Nékar con el Rin, ocupa el espacio comprendido entre el ángulo del gran rio, trazado de Constanza á Mannheim y que tiene su vértice en Basilea,tocando en el interior á las fronteras de Wurtemberg, Baviera y el gran-ducado de Hesse-Darmstad. Con excepcion de la angosta faja de llanuras que gira por la márgen derecha del Rin, el territorio badense se compone, pues, de montañas bajas (la Floresta-Negra y las que hácia el norte la continúan) entrecortadas por un interesante sistema de pequeños valles y alti-planicies. De un lado, las aguas badenses vierten hácia el Rin, principalmente por el Nékar y el Kinzig; del otro, tienden hácia la hoya del Danubio, que tiene su orígen en el corazón del gran-ducado.

La variedad que tiene ese doble sistema hidrográfico y el de las montañas, determina tambien, naturalmente, una gran variedad en las producciones del suelo y las condiciones de la vida social. Así, en la region montañosa, que es la mas extensa, se hallan los interminables bosques de abetos, pinos, encinas, etc., que dan lugar á una activa y valiosa explotacion de maderas, destinadas á construcciones de todo género en Bélgica, Holanda, etc. En el seno de esas mismas montañas la minería tiene su parte de importancia, y los aserríos de maderas pululan á orillas de los torrentes. En las numerosas alti planicies, las praderas están cubiertas de ganados diversos; miéntras que mas abajo, en el fondo de los vallecitos, florecen los árboles frutales en grande abundancia y medra el cultivo de las legumbres y los cereales. Mas abajo aún, sobre los planos inclinados que descienden hácia las llanuras, y en la márgen del Rin y las del Nékar y demas afluentes, las viñas abarcan grandes extensiones y producen excelentes vinos de valor muy considerable. Luego prospera en esas llanuras el cultivo de las plantas ya indicadas,cultivo que hace mucho honor al país. Por último, en las ciudades principales están concentradas la fabricacion y las mas nobles manifestaciones del arte y de la inteligencia, como se ve en Heidelberg, ciudad tan célebre por su Universidad como interesante por sus monumentos ú objetos materiales.

Si la navegacion de los rios y las numerosos y excelentes carreteras interiores facilitan las comunicaciones, el Gobierno, sinceramente preocupado con el interes público, ha costeado ferrocarriles que ligan el país con las vias férreas de todos los Estados vecinos. La tarifa oficial de esos ferrocarriles es moderada, sobre todo en los meses de invierno, en que el número de extranjeros es relativamente muy reducido. Asi, esas empresas tienen el carácter de obras destinadas al servicio de los ciudadanos principalmente, y no figuran como especulaciones del Gobierno.

La poblacion badense, ocupando un territorio de cerca de 15,000 kilómetros cuadrados y distribuida en 1,595 municipios ó parroquias, ascendia en 1849 al total de 1,362,774 habitantes, y en 1858, á causa de las emigraciones, ha bajado á 1,357,200. La raza, casi en su totalidad, es alemana pura. Aparte de unos 25,000 israelitas y poco mas de 2,000 disidentes de varias sectas, la masa de la poblacion se compone de católicos, luteranos y calvinistas, en número muy desigual, puesto que los primeros eran en 1858 unos 900,000, los protestantes 435,000, y los israelitas y disidentes componian el resto. Pero esa diversidad de religiones tiene su contrapeso en la tolerancia y la libertad; pues aunque la religion cristiana figura como la del Estado, teniendo cada una de las dos grandes iglesias (católicos y protestantes-unidos) su organizacion propia, los judíos son tolerados y considerados, si bien, por una deplorable anomalía, se les excluia (hasta 1861) de los puestos públicos y del sufragio. Es digno de notar, como prueba del espíritu de independencia que predomina en el país en materia de religion, que recientemente la Cámara electiva del Estado rechazó, por una gran mayoría de votos, un concordato que el Gobierno habia celebrado con la corte romana, que admitia en los negocios eclesiásticos del país una intervencion excesiva de parte de la autoridad romana y sus obispos. Esa conducta de la Cámara badense dió lugar á un feliz cambio de política y sirvió de ejemplo saludable. Hoy el gran-ducado figura en primera línea entre los Estados liberales de Alemania, y en Wurtemberg y otros Estados se han comenzado á manifestar enérgicas tendencias en favor de la igualdad y libertad religiosa y la consiguiente emancipacion de los israelitas.

El gran-ducado de Báden, como he dicho, es uno de los mas liberales de la Confederacion alemana, y por consecuencia natural, uno de los mas ilustrados, industriosos y estimables. A virtud de la Carta constitucional de 1818 (sin igual en Alemania por su liberalismo) los ciudadanos son todos iguales ante la ley,es decir ante la escuela, el cuartel, el impuesto, los tribunales, etc.,y gozan de las mas importantes libertades que un pueblo puede apetecer. La prensa, sobre todo, y la tribuna pública, tienen garantías sólidas. La pena de muerte no existe en el país; el régimen civil y penal es bastante sencillo y filosófico; y en las costumbres oficiales se nota una simplicidad, una modestia que cuadra muy bien con las costumbres privadas de los Alemanes.

El gran-duque, cuya autoridad es hereditaria, tiene el rango de príncipe real, y su poder, meramente reinante ó de representacion, está temperado por las libertades constitucionales, la responsabilidad del gobierno y el régimen representativo. Es inútil entrar en pormenores respecto de la organizacion de las Cámaras y los demas poderes públicos, puesto que todo está dicho con indicar la índole del gobierno, que sigue las reglas de toda monarquía constitucional. Solamente me detendré á indicar algunos rasgos particulares que dan idea del carácter general del gran-ducado.

El sistema de imposicion está muy léjos de ser sencillo, puesto que en él figuran las contribuciones directas é indirectas de todo género y aun uno ó dos monopolios; pero como reposa en el principio de la igualdad, y como el gobierno es modesto en sus gastos, es casi constante la feliz circunstancia de un exceso de rentas sobre el monto anual de los gastos públicos.

Sea porque el carácter aleman exíja la sencillez en todo, sea por la influencia que ejerce la grande afluencia de extranjeros, ó por virtud de las instituciones, en el gran-ducado de Báden la autoridad «no brilla en los lugares públicos sino por su ausencia.» En las grandes concurrencias de todo género el órden se mantiene sin necesidad de que los gendarmas ostenten su intervencion; jamas se ve un uniforme entre los funcionarios de la policía; y aunque el Estado tiene su pequeño ejército permanente y su milicia popular, no se sabe, al recorrer las calles de las ciudades, dónde se encuentran los soldados.

La instruccion pública tiene un desarrollo extraordinario en Báden, porque la autoridad y los ciudadanos le consagran los cuidados mas asiduos. Allí la ley declara obligatoria la asistencia á las escuelas primarias durante cierto tiempo, y cada comunion religiosa tiene un número muy considerable de establecimientos de ese género. No hay aldea, por reducida que sea, que no mantenga sus escuelas primarias bien servidas, y en todas partes se atiende tambien á las dominicales. Baste decir que constantemente concurre á las escuelas un número de alumnos equivalente á poco ménos de la sexta parte de la poblacion total. Si se tiene en cuenta que, dividida la edad del hombre (calculada en 48 años) en seis períodos de á ocho años, solo una sexta parte de la poblacion corresponde á la edad escolar (de los 8 á los 16 años), se comprenderá que en el gran-ducado de Báden reciben instruccion popular casi todos los que la necesitan. Esto es bello y muy honroso para ese pueblo. El régimen de la instruccion obligatoria es bueno ó malo? Los publicistas no han podido ponerse de acuerdo todavía respecto de esa gran cuestion, aunque los hechos parecen favorecer la opinion que prevalece en Báden, en Suiza y otros países. Sinembargo, es fuerza reconocer que hasta ahora no se ha ensayado el sistema mixto que puede convenir mas: el de la libertad unida al estímulo;régimen reducido á estos principios: que el Estado ó el municipio busque al ignorante, donde quiera que se halle, y le ofrezca los medios de instruirse; que el ignorante sea libre de aceptar ó no la enseñanza que se le ofrece, y todo el mundo libre de enseñar ó aprender privada ó públicamente, sin reglamentos de la autoridad; pero que la ley le niegue al ignorante el derecho de intervenir en la direccion de los negocios públicos, puesto que la sociedad tiene el derecho de ser bien gobernada.

Añadiré, en prueba del interes que en Báden se tiene por la instruccion pública, sobre la base de la igualdad de religiones, que el gran-ducado mantiene dos importantes universidades: la de Freiburgo, centro de la enseñanza superior católica, y la de Heidelberg, que corresponde á los protestantes. Son notables tambien las excelentes bibliotecas del gran-ducado, establecidas en Freiburgo, Heidelberg, Carlsruhe, Mannheim y Donaueschingen, que contienen un total de cerca de 600,000 volúmenes, con numerosos manuscritos de gran valor.

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Casi hácia la mitad de la desigual llanura que media entre Basilea y Kehl, demora la antigua ciudad de Freiburgo, al pié de algunos contrafuertes de la Floresta-Negra, y en la confluencia de dos lindos vallecitos que desembocan sobre la llanura y cuyas aguas forman el riachuelo llamado Dreisam. El paisaje es vasto, variado y realmente bello, por el juego que hacen en el panorama las montañas, los planos inclinados, los risueños vallecitos, la limpia y verde llanura y la masa de la ciudad, sobre la cual descuella la admirable torre de su preciosa catedral.

El hotel donde nos hospedamos, situado á poca distancia de la estacion del ferrocarril, se hallaba á un kilómetro de la ciudad, al extremo de una hermosa alameda que sirve en los domingos de paseo favorito. Allí fuímos testigos de una escena de costumbres alemanas, que despues vímos repetirse en toda la Alemania. Nos pareció característica, y por eso quiero describirla brevemente.

Delante del hotel se desarrollaba un inmenso patio, abierto por tres lados apénas, cercado por bajos setos de arbustos y perfectamente sombreado por unos treinta ó mas árboles corpulentos. Debajo de aquel vasto pabellon de verdura se destacaban numerosas mesas de diversos tamaños, unas rústicas y extensas, rodeadas de bancos análogos, y otras algo más decentes y pequeñitas, honradas con una cohorte de silletas. En una de las pequeñitas hicimos servir nuestra comida, aprovechándonos del sans façon que reinaba entre los numerosos grupos del patio.

Hacia ya mas de dos horas que habíamos visto á muchas familias instaladas al derredor de las mesas, formando grupos de una simplicidad patriarcal, por sus vestidos modestos, su conversacion animada y enteramente familiar y su aire de dulzura y bienaventuranza. Pero ninguno de esos grupos mostraba la menor intencion de abandonar el campo. Al contrario, á cada momento llegaban otros, siempre en familia,los maridos de bracero con sus esposas, los jóvenes solteros con sus hermanas, amigas ó prometidas,todas joviales, afables, repartiendo saludos á derecha é izquierda y besándose con tal entusiasmo que la cosa parecia un fuego graneado, por pelotones y en guerrilla. Si los bancos ó silletas estaban ocupados, nunca faltaba lugar para los que iban llegando; los cumplimientos y saludos llovian, todo el mundo se acomodaba como podia, y las familias fraternizaban en derredor de una mesa comun.

Al aplicarse la granizada de besos, saludos y apretones de manos, todos los recien llegados llamaban á los sirvientes por medio de signos convencionales. Los mozos del hotel corrian á servir y casi no necesitaban que se les pidiese lo que habian de llevar. El refrigerio habitual era sencillo: pan á discrecion, cerveza y pipas para fumar; y digo pipas, porque el tabaco hace parte integrante en Alemania del régimen de alimentacion. En el centro de cada mesa depositaba el sirviente un monumento de pan ordinario, y delante de cada persona,vieja ó jóven, masculina ó femenina,un enorme jarro de peltre con su tapa adherida, lleno de cerveza, el licor nacional, no obstante la abundancia de vinos en el sur, el centro y el occidente de Alemania.

Entónces todo el mundo arremetia con franqueza, y en breve desaparecia el monumento de pan. Cada cual saboreaba con deleite su licor fermentado;las señoritas y matronas candorosamente, y los hombres acompañando cada libacion con una aspiracion del cigarro ó la pipa y una bocanada de humo espeso y desagradable, tal como lo produce el detestable tabaco que se cultiva en Alemania. A veces dos amigas ó amigos, ó dos cónyuges, bebian en el mismo jarro, alternando con una regularidad matemática. Pero qué algarabía! Todos hablaban á un tiempo, sin tregua ni descanso, en voz alta, con franqueza ruda, cordial y candorosa, y con una rapidez particular, propia de una lengua de palabras compuestas en que cada silaba equivale casi á una palabra de los idiomas latinos, como la palabra misma puede contener toda una frase. Siempre me han llamado mucho la atencion el estrépito de las conversaciones alemanas y la extraordinaria facilidad con que, al juntarse dos ó mas desconocidos, entablan diálogo inmediatamente, como si fuesen viejos amigos. Esa observacion que he hecho en toda la Alemania prueba que en la raza de ese noble país son característicos el candor, la sencillez, la cordialidad, y un espíritu de familia que es el secreto de la unidad moral de ese pueblo despedazado por treinta y tres gobiernos sin armonía ni espíritu de fraternidad.

Volviendo á nuestro gran patio, cuyas escenas observábamos muy atentamente, la atmósfera quedó muy en breve oscurecida por el humo, bajo la sombra de los árboles. La sociedad, según los temperamentos, se clasificó en dos categorías: los comunicativos, y los somnámbulos ó soñadores. Donde quiera que habia mujeres, familias, se charlaba y hacia ruido sin descanso. Donde los grupos eran reducidos y puramente masculinos, los miembros soñaban despiertos: guardaban silencio, que no interrumpan sino de tiempo en tiempo con alguna exclamacion breve: «Oh! Ya! », como arrancada mas bien por algun interlocutor imaginario que por los verdaderos; y, embelesados con las espirales de humo de sus pipas, no bajaban á ratos del mundo de los ensueños sino para probar de nuevo la cerveza. En qué pensaban ó con qué soñaban esos graves alemanes? Acaso alguno de ellos, patriota generoso ó gran filántropo, veia al traves de las espirales de humo el Parlamento y la Flota de Alemania, como símbolos de unidad, ó contemplaba á la humanidad redimida y feliz. Talvez otro, inclinado á las investigaciones arqueológicas y eruditas, ó á las especulaciones de la filosofía, se recreaba con la vista imaginaria de algun ladrillo descubierto en las ruinas de Pompeya, ó descifraba un jeroglífico, ó anotaba uno de esos libros preciosos llamados incunables, ó meditaba en los grandes problemas sobre el sér objetivo y los misterios de la Creacion. Quizás combinaba algun sistema todavía nebuloso, ó viajaba moralmente en busca de las fuentes del Nilo, ó calculaba las ventajas que, como futuro inmigrante, podia ofrecerle California, Australia ó la region del Plata.

Terminaré esta incorrecta descripcion recordando un rasgo curioso. El mozo que nos sirvió la comida se mostraba muy admirado, aturdido de nuestra frugalidad, y esto que comímos con gana. Él no comprendia que dos racionales pudiesen comerse apénas la tercera parte de cada porcion servida, quedando satisfechos, ni beberse tan solo una miserable botellita de vino. Los Alemanes, como que son generalmente curiosos, nos miraban con amable extrañeza, á causa de nuestro tipo diferente del suyo, y hacian comentarios sobre nuestra sobriedad, segun nos dijo el sirviente. Despues, en toda la Alemania, tuvimos cien ocasiones de percibir la singular pero inocente glotonería de los Alemanes. Acaso ese defecto no merece reproche, por ser una necesidad del clima ó de las razas setentrionales de Europa, á que no estamos sujetos los hijos de la zona intertropical, en gran parte nutridos por el sol.

La ciudad de Freiburgo, que cuenta poco mas de 16,000 habitantes, es curiosa por muchos motivos y muy interesante como centro de la poblacion católica de Báden. No me detendré á hablar de todas sus curiosidades, porque mi objeto no es escribir un guia de viaje, sino recordar impresiones generales. La estructura de Freiburgo es original, y donde quiera el aspecto de las calles y de las construcciones hace recordar las tradiciones de la edad média; así como la fisonomía de los campesinos que descienden de la Floresta-Negra á la ciudad, en las plazas de mercado, indica la originalidad simpática de la poblacion que vive en las montañas.

Lo que mas llama la atencion en Freiburgo es, la admirable catedral, que es su joya, y la colina llamada Schlossberg (ó Monte-del-Castillo), que ofrece un punto de vista primoroso. La catedral (ó Munster) no tiene rival en Alemania, entre todas las de estilo gótico que han sido terminadas. Aislada como está en el centro de una plaza, al contemplar su masa imponente no se sabe qué admirar mas, si la ligereza y elegancia de sus formas, el atrevimiento de su magnífica torre, ó la imponderable finura y el exquisito gusto de sus adornos ó esculturas, particularmente en el portal principal que sostiene la base delantera de la torre. El edificio entero es de piedra ó gres rojo, lo que le da una tinta singular, en contraste con las manchas negruzcas que el tiempo ha dejado sobre todos los muros y la torre. Ese soberbio monumento, cuyo arquitecto es desconocido, ó muy controvertido por los anticuarios, fué construido de 1122 á 1513. Si el interior es muy interesante por sus grandiosas naves, sus capillas, ornamentos y mil curiosidades artísticas, el exterior asombra y encanta por las superiores estatuas y los complicados adornos del portal, de carácter muy complejo, la originalidad de las figuras alegóricas que se destacan en la base de la techumbre, y las formas singularmente atrevidas de la torre calada. El edificio mide en su totalidad 320 piés de longitud y 94 de anchura, y la torre alcanza la elevacion de 385.

Es profunda la emocion que se siente, en la parte superior de la torre, bajo aquella mole de piedra, que pudiera llamarse trasparente, puesto que desde el fondo del piso se alcanza á registrar con la mirada la vasta campaña de Freiburgo, al traves de los espacios que el arquitecto dejó entre las cintas de gres que, formando como un encaje colosal de filigrana, se reunen en la cúspide, presentando al soplo de los huracanes la construccion mas frágil y delicada en apariencia.

La colina ó eminencia de Schlossberg, cubierta de viñedos en su base y de graciosos bosquecillos en la parte superior, se encuentra en uno de los extremos de la ciudad, sirviendo de límite al pintoresco y fértil vallecito del Dreisam, y es uno de los paseos mas frecuentados por los freiburgueses. El camino trepa la montaña, caracoleando por entre los viñedos y pabellones de verdura, y desde el punto culminante, sobre las ruinas del antiguo Castillo, se puede contemplar uno de los mas bellos panoramas de Alemania.

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CAPITULO II.

ALGO DE LA FRANCIA ALEMANA.

Kehl.Un portero frances.Estrasburgo.La campaña alsaciana.Una familia francesa en el campo.


Desde Freiburgo hasta Kehl la llanura badense desplega todas sus galas de ricos y variados matices; el viento, al agitar las sementeras, hace aparecer en las rubias ondas de los trigos, cáñamos y linos la ilusion de numerosos lagos de colores diferentes, y las graciosas plantaciones de tabaco le traen al hijo de Colombia que las atraviesa el dulce recuerdo de la patria.

El tren se detuvo en Kehl, pequeño lugar compuesto solo de una calle, destinado principalmente á figurar como aduana fronteriza y puesto militar, guardando la cabeza alemana del gran puente de barcas que une la ribera badense del Rin con la francesa. Estaban entónces construyendo un magnífico puente fijo, de mampostería y hierro, con tarimas levadizas y defendido por fortalezas en ámbos lados, destinado á ligar los ferrocarriles franceses con los alemanes. La obra ha sido terminada en 1861, y pasa por ser el primer monumento de ese género en la parte continental de Europa. Pero ya que la Francia y la Alemania se resolvieron á enlazar sus ferrocarriles sobre las tranquilas ondas del Rin, han tenido buen cuidado sus gobiernos de tomar todas las precauciones necesarias para poder cerrar el paso ó volar el puente el dia en que la maldicion de la guerra venga á protestar contra ese símbolo de fraternidad, ó por lo ménos de armonía, que se ve en el ferrocarril.

Al llegar á Kehl la policía aduanera y militar nos cayó encima, como era natural, puesto que íbamos á entrar á Francia. «Nadie pase sin hablar al portero», decía Larra, y esto en Francia tenia su aplicacion rigorosa[33]. Todos los viajeros hubimos de entregar nuestros pasaportes y equipajes, y dejarnos encerrar en un ómnibus para pasar el puente bajo la vigilancia de un agente de policía. Estábamos ya en territorio frances, sobre la márgen izquierda del Rin, cuando el portero que guardaba la entrada nos interpeló declinando nuestros nombres:

[33] Despues de 1861 se ha suavizado notablemente el régimen de pasaportes, respecto de los extranjeros.

Señor y señora, UU. no pueden pasar adelante.

Por qué si U. gusta?

Porque UU. vienen de Suiza, por via de Báden, y su pasaporte no está visado.

Es decir que, habiendo salido de Paris para viajar y volver á Paris, con pasaporte en regla, no podemos visitar á Estrasburgo?

No; á ménos que UU. traigan el visa necesario.

Y quién lo habría de dar?

El ministro del país de UU., residente en Estuttgard ó en Carlsruhe.

Diantre! es decir que para entrar á Francia teníamos que hacer un viajecito léjos de Francia, en busca de un visa?

Probablemente.

Pero si en Estuttgard ni Carlsruhe no hay ministros ni cónsules de mi país....

Eso no es culpa mia.

Y bien, señor comisario, U. se equivoca. Nosotros tenemos derecho de entrar á Francia, sin visa especial, como cualquier frances.

Por qué?

Porque conforme al tratado vigente entre nuestro país y Francia, debemos gozar de las mismas ventajas que los Franceses.

Yo no conozco ese tratado.

Pero U., señor comisario, tiene obligacion de conocerlo y tenerlo á la vista, puesto que representa á su gobierno en una funcion que afecta á los extranjeros.

Bah! yo no recibo lecciones ni entiendo de tratados.

En hora buena, señor comisario. Volveremos á pasar el puente, saliendo de la puerta de Francia; pero U. me dará un certificado de lo ocurrido para quejarme contra U. por medio del ministro de mi país.

La observacion produjo su efecto, porque el comisario tomó un aire de proteccion generosa y me interrogó.

Con qué objeto entran UU. á Francia?

Con el de conocer á Estrasburgo y visitar á una familia en el departamento.

Por cuánto tiempo?

Cuatro dias.

Bien: pasen UU., y al volver á salir recogerán su pasaporte.

En hora buena.

El pasaporte quedó, pues, empeñado en representacion de nosotros; nos volvímos al ómnibus, el portero de la Francia rineana quedó muy satisfecho, y seguímos en direccion á Estrasburgo (distante del Rin unos 4 kilómetros) bajo la sombra de una magnífica alameda de olmos centenarios rodeada por ricas y graciosas campiñas.

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Estrasburgo es la ciudad mas importante del nordeste de Francia, ya por su comercio y el movimiento agrícola que centraliza, ya por el carácter de plaza fuerte de primer órden, y por sus tradiciones, sus monumentos é institutos como antigua capital de Alsacia. Esta provincia de orígen aleman, conquistada por Luis XIV en 1681, fué dividida en la época de la primera república francesa en dos departamentos: el del Alto-Rin (que tiene por capital á Colmar), y el del Bajo-Rin, cuyo centro político es Estrasburgo. Esta ciudad, que es una de las plazas mas fuertes de Europa, y que es célebre por su historia como ciudad libre del imperio germánico, y por haber sido la cuna de Guttemberg, posee una poblacion fija de poco mas de 76,000 habitantes, y tiene en Francia un rango bien notable.

El departamento del Bajo-Rin, compuesto de tres porciones correspondientes á las antiguas provincias de Alsacia y Lorena y de la «Tierra-alemana», es, por su poblacion (564,000 habitantes), su riqueza, su agricultura y su industria, uno de los mas fuertes departamentos del imperio frances. Es tambien uno de los que contienen mayor número de protestantes é israelitas, y su poblacion corresponde principalmente á la raza germánica. Así, el frances está muy léjos de ser el idioma social, puesto que la gran mayoría popular no habla sino un patué aleman sumamente áspero; si bien es cierto que la lengua francesa se propaga por medio de las escuelas y de los demas establecimientos de educacion.

Y sinembargo de que esa poblacion corresponde principalmente por su sangre al tipo germánico, es muy fácil reconocer allí, al primer golpe de vista, que la sociedad es mucho mas francesa que alemana en sus costumbres, sus aspiraciones y su temple. De qué proviene esta prodigiosa facilidad que tiene el pueblo verdaderamente frances para asimilarse los que están bajo su accion directa y pueden fusionarse con él? Aunque el genio galo entra por mucho en ese fenómeno, basta recordar que ántes de 1789 la Alsacia parecia completamente extranjera en Francia, á pesar de mas de un siglo de anexion, para reconocer que la fusion ó asimilacion que hoy se palpa es el resultado de las instituciones fundadas por la revolucion francesa. Nada establece tanto entre los pueblos estrechos vínculos de familia, como esa comunidad, derivada del principio de igualdad, que los hace fraternizar en la escuela primaria y el colegio, en el ejército, en el pago del impuesto, en el goce de la libertad religiosa, delante de los tribunales y de la urna elecionaria, y en todos los actos de la vida civil. De ahí viene tambien que en ningún país de Europa es tan evidente como en Francia la conciliacion establecida entre cristianos é israelitas, puesto que á estos se les ve en los altos puestos del gobierno y la administracion, en el ejército, en las Cámaras, en la prensa, las academias, los bancos y todos los negocios, como en la vida civil, alternando sobre la base de la igualdad y la justicia con los que en otros tiempos fueron sus perseguidores.

Cuando se nombra á Estrasburgo, desde el primer instante el gastrónomo y el bebedor recuerdan los famosos pasteles de hígados de gansos y la renombrada cerveza, cuyo nombre es casi tan explotado como el del agua de Colonia; y el artista piensa en los primores de la admirable catedral, y en las bellezas de algunos otros monumentos, como el del Mariscal de Saxe, en la iglesia de Santo-Tomas. Ya se comprenderá que siendo yo lego en punto á pasteles y cerveza, habré de abandonar este asunto á plumas que pertenezcan á la especialidad (como se dice en Francia), y que no teniendo en cuanto á bellas artes mas elementos que el sentido comun y el amor por todo lo que es bello y noble, no me creo autorizado para ofrecer al lector una descripcion de las curiosidades de Estrasburgo.

Si esa ciudad tiene monumentos interesantes para el artista, y fortificaciones de gran importancia para el militar, tambien llama la atencion al que resiste á la seduccion de los primeros y la fascinacion de las segundas, á causa del movimiento activo de la poblacion. Esta se agita en los mercados, las calles, los almacenes, los canales que cortan la ciudad, y los ferrocarriles y carreteras, mostrando en todas partes un alto espíritu de industria y comercio; así como en su extensa y variada fabricacion, y en sus cien institutos de enseñanza, beneficencia, crédito, prevision, economía, etc., manifiesta que todos los esfuerzos de la civilizacion tienen cabida con honor en la patria de Guttemberg. En medio de aquellas calles tortuosas, generalmente estrechas y caprichosas, y que en gran parte conservan muchos rasgos de la estructura que fué característica de las viejas ciudades germánicas, se mueve una poblacion laboriosa, áspera en apariencia, de carácter dulce en el fondo, y que vive en un trabajo insensible pero constante de fusion y trasformacion. Debo hacer notar que casi la mitad de los habitantes de Estrasburgo son protestantes.

La catedral que contribuye á su renombre es, como se sabe demasiado, uno de los mas imponentes y curiosos monumentos góticos del mundo. Ni Nuestra Señora de Paris, ni las catedrales de España, ni ninguna de las de Bélgica ó de Alemania (con excepcion de la de Colonia) tiene tanta majestad ni tan soberana seduccion, por sus formas exteriores, como la de Estrasburgo. No obstante la falta de una de sus torres, que jamas ha sido comenzada, esa catedral tiene el poder de clavar al espectador delante de ella y obligarle á que la contemple con asombro, admiracion y recogimiento, como una de las obras mas atrevidas del genio humano, en arquitectura. Comenzada en el año 1015 y completada, en lo que hoy la compone, hácia 1439, sus formas y sus adornos muestran la sucesion de los tres estilos góticos, produciendo un juego singular de construcciones y esculturas. Baste decir, para que se tenga alguna idea de la grandiosidad del edificio, que es el mas elevado del mundo despues de la mayor de las pirámides de Egipto. Mide 355 piés de longitud total, por 132 de latitud, y la torre alcanza la prodigiosa elevacion de 142 metros ó 490 piés sobre el nivel de la plaza. Esa altura se reparte entre la enorme masa de la fachada principal, cuya plataforma se halla á 288 piés, y la torre propiamente dicha, que se eleva 262 piés sobre la plataforma.

Es imposible detenerse al pié del monumento á contemplar las magnificencias de su fachada principal, sin sentirse arrebatado por tan sublime concepcion y por las maravillas de sus esculturas; sobre todo si se recuerda que una mujer, Sabina Steinbach, contribuyó con su admirable cincel á embellecer la obra de su hermano y su padre. Los tres portales de la base, las ligerísimas columnas del segundo y tercer cuerpo, la enorme roseta que se abre en el centro, como una inmensa filigrana de piedra, las esculturas, estatuas y torrecillas que se destacan sobre los relieves del edificio, los arcos tendidos y las preciosidades de los portales laterales y de las capillas, en fin, la gigantesca torre calada, que termina en una forma semejante á la de una mitra aguda, forman el conjunto mas interesante, aun para el viajero que carece de conocimientos artísticos.

Desde arriba, sobre la plataforma, y teniendo encima la torre como un fantasma colosal, se siente uno sobrecogido de terror, al mirar el abismo en cuyo fondo hormiguean como liliputienses los corpulentos hijos de la Alsacia. Pero si se tiende la mirada en derredor, el espectáculo es magnífico, vasto y variado. De un lado la vista recorre las fértiles llanuras alsacianas, ricas y enteramente cultivadas, y va á detenerse en el enjambre de colinas montuosas del Palatinado y la Prusia rineana; al poniente, de otro lado, sigue la línea de los Vosgas, montañas que limitan el departamento hácia el interior de Francia, y la mirada se pierde luego en la direccion del Jura y Suiza. Si se torna la vista hácia el Rin, se ve á lo léjos la bellísima cadena de la Floresta-Negra, como un inmenso crespon de complicadas formas, y se descubren en raros puntos algunos trozos medio escondidos de la blanca cinta del Rin; ó bien, mirando hácia el norte, el ojo se goza en abarcar las vastas y verdes llanuras alemanas que se desarrollan del lado de Darmstad y Francfort.

La catedral de Estrasburgo contiene mil preciosidades en su interior, cuyo mérito se realza con el claro oscuro de la luz vaga que reina bajo las soberbias naves. Las columnas de la nave central, el hermoso y delicado púlpito, las preciosas pinturas en vidrio de las enormes ventanas, y otras obras de arte, y mas que todo el complicado y admirable mecanismo del reloj astronómico de Schwilgué, construido hace veinte años, y tan afamado en el mundo, le ofrecen al curioso amante de la belleza bajo todas las formas asunto para largas horas y aun dias de contemplacion deliciosa.

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Habíamos prometido en Paris hacer una visita en su casa de campo al Sr. B, ilustre químico y naturalista frances, tan sabio como franco y obsequioso, que comenzó su carrera científica con estudios prácticos hechos en la antigua Colombia y otras repúblicas españolas. Así, tan luego como terminamos nuestra rápida inspeccion de Estrasburgo, tomamos el ferrocarril que corta el departamento en direccion á Paris, y seguímos la via lateral que conduce al Palatinado por Haguenau y Weissenbourg. La campaña nos llamaba la atencion por sus extensas y variadas plantaciones, entre las cuales descollaban con mucha gracia las de lúpulo,«esa viña de los países setentrionales,» como lo llama un escritor frances muy hábil en descripciones. Donde quiera flotaban al viento los racimos de flores verde claro de las plantas que suministran su generoso amargo á la cerveza,crespas, empinadas sobre sus estacas como pabellones trepadores, formando inmensos muros de verdura; en otras partes agitaban sus espigas magníficos cereales, al lado de enanas plantaciones de tabaco, ó se destacaban en algunos puntos del horizonte las negras pirámides de adobes provenientes de vastos depósitos de turba.

En Haguenau debíamos tomar un coche, ó en su defecto algun har-à-cbancs que nos condujese á Liebfraunberg (en el canton de Woerth), objeto de nuestra excursion, Fuéme preciso dar vuelta á todo el lugar hasta encontrar, despues de mil diligencias, un cochecito de dos asientos algo confortable. Eso me dió ocasion de echar una ojeada sobre las calles de Haguenau, villa de poco mas de 11,000 habitantes (mitad católicos y mitad judíos y protestantes) que tuvo en otros tiempos importancia como una de las ciudades libres de la liga de Alsacia, y ha hecho notable papel en las guerras como plaza fortificada. Fea, no poco desaseada y de triste aspecto, Haguenau indica con sus rasgos la presencia de mas de 3,000 judíos, y tiene algun interes por su movimiento industrial.

Eran las siete de la tarde cuando salíamos de Haguenau para entrar inmediatamente en la magnífica floresta del mismo nombre, de 15,000 hectaras de superficie. Solitaria, cortada por varias carreteras y un ferrocarril, llena de ricos aromas, la floresta nos encantaba con su silencio profundo, interrumpido solo á veces por algun lejano silbido de locomotiva, y sus hermosos y oscuros pabellones, reposando sobre altas columnatas de abetos y pinos, parecian anticipar la noche con sus poéticas sombras.

Daban los nueve y la noche estaba profundamente oscura cuando llegábamos á la pequeña villa de Woerth, todavía distante una hora de la hacienda del Sr. B, y nos fué forzoso detenernos. Confieso que no lo sentí mucho, porque tuvimos ocasion de observar algunas escenas curiosas que nos dieron una ligera idea de algunas de las costumbres de las poblaciones semi-judáicas que habitan el canton.

La plaza del lugar estaba iluminada con ocasion de la fiesta del emperador, y los israelitas parecian ser los mas satisfechos, sea por la fama que tiene Napoleon III de proteger notablemente á los judíos (banqueros, artistas, escritores, hombres de Estado, etc.), sea porque estuviese reciente la guerra de Italia, que los israelitas de Europa, sobreexcitados por el ruidoso episodio de la familia Mortara, habian aplaudido como un medio seguro de emacipacion para los hermanos de Italia y principalmente de Roma. La turba de vecinos se habia dispersado en pequeños y numerosos grupos; los muchachos daban sus últimos gritos de alegría, y en una de las casas cercanas al albergue donde nos habíamos hospedado (dignificado con el nombre de Hotel del Caballo blanco) se reunian los mas alegres vividores, en posesion de un chirivitil que iba á ser teatro de un baile característico del lugar. Nuestro hostelero, que era un buen hombre, mucho mejor que su hotel y sus alcobas de dormir, nos refirió algunos pormenores que nos dieron idea de la originalidad de aquellos bailes, mas parecidos á una escena de sombras chinescas que a otra cosa. Los convidados se agitaban casi en la oscuridad, en medio de una confusion de los muebles mas heterogéneos, ataviados con los vestidos mas extraños, y bebían y bailaban al compás de la orquesta mas extravagante que se puede imaginar: y todo eso en un estrecho aposento del piso mas alto de la casa.

* * * * *

La mañana estaba fresca y deliciosa cuando atravesábamos, al dia siguiente, las alegres y ondulosas campiñas del canton de Woerth, donde veíamos alternar los pequeños bosques y viñedos de las colinas con los cereales de las planicies, sucediéndose en suaves planos inclinados. En breve trepamos la hermosa colina de Liebfraunberg (Monte de la Vírgen amante) sobre la cual se destacaba la casa del Sr. B, que conserva en una de sus parles principales las construcciones de uno de esos antiguos conventos ó abadías que la revolucion francesa suprimió é hizo entrar, desamortizando los bienes eclesiásticos, en el movimiento general de los negocios ó de la propiedad territorial.

Los dos dias que pasamos como huéspedes del Sr. B y su interesante familia nos fueron sumamente gratos, y aun nos sirvieron para obtener algunas nociones importantes. Con cuánta delicia oíamos al Sr. B, al recorrer el bosque vecino ó los jardines de la vasta habitacion, hablar entusiasmado de las bellezas del suelo colombiano y de la dulce índole de sus poblaciones. Miéntras que mi esposa conversaba alegremente en los jardines con la ilustrada esposa del Sr. B y sus interesantes señoritas, acompañadas de otra amable familia de su parentela, yo procuraba obtener del sabio naturalista, (que de 1849 á 1851 habia tenido puestos notables en los negocios públicos de Francia) algunas nociones sobre la vida de familia en la clase média de la sociedad francesa, sobre las ideas y tendencias políticas de la parte seria y pensadora de esa misma sociedad, sobre las condiciones de la agricultura en Francia, y sobre la aplicacion que los progresos de la agronomía y de la ingeniatura de Europa pueden tener en nuestras comarcas atrasadas del Nuevo Mundo. Como la observacion y el trato con las gentes de buena sociedad me han probado que las opiniones del Sr. B predominan en las distinguida clase á que él pertenece, no vacilo en dar á mis lectores un breve resúmen de las reflexiones que me hacia el sabio agrónomo y eminente químico.

«El gran defecto de la sociedad hispano-colombiana, me decia, es el de ser sumamente teórica en todo, olvidando sus propias condiciones y aspirando siempre á las imitaciones sin criterio. Cree U., añadia, que yo habría podido prestar algunos servicios á la química y la agronomía, si no viviese en mi casa de campo, durante seis ó siete meses de cada año, ensayando todas las aplicaciones, sometiendo á prueba los sistemas, observando á la naturaleza en sus actos mas minuciosos? Sin esto, yo no podría ir á dictar mis cursos del invierno en Paris, con la conciencia de decir la verdad, ó lo que mas se aproxime á ella. Por qué no hacen UU. lo mismo en Colombia con sus constituciones, sus leyes y todos sus proyectos de progreso? Miéntras no aprendan á experimentar, observando la naturaleza de las cosas, nada bueno harán. La política es la química de los pueblos: ella tiene sus leyes, sus fuerzas, sus reactivos, sus combinaciones y trasformaciones como las ciencias experimentales. UU., los Colombianos, tienen muy bellas cualidades y un mundo admirable, pero se gobiernan como aturdidos!»

Por via de ejemplo, el Sr. B me decia: «De dónde les ha venido la idea de imitar á Europa con la construccion de ferrocarriles á la vapor? Los pueblos colombianos carecen del movimiento, la poblacion y los intereses necesarios para alimentar empresas tan costosas, que no dejarán utilidad, como especulaciones, sino de aquí á 50 ó mas años. El combustible adecuado para las locomotivas será siempre muy caro en esas regiones, donde los depósitos de carbon mineral son relativamente reducidos, y en todo caso de costosa explotacion. Pero UU. tienen donde quiera excelentes mulas y caballos, y prados naturales, es decir, los mejores y mas baratos elementos de traccion. Lo que les conviene, pues, es construir ferrocarriles de estilo americano, baratos y sencillos, miéntras estos y el tiempo hacen nacer la necesidad de otros mejores.»

Por ese estilo hacia otras reflexiones el Sr. B, siempre teniendo en cuenta los condiciones del suelo y de la sociedad de Hispano-Colombia, cuando la conversacion recayó sobre Bolívar. Si en lo anterior se habia mostrado el naturalista, en lo político se manifestó bien el frances, hijo de la sociedad creada por la revolucion de 1789.

«Ah! exclamaba el Sr. B: es mucha lástima que UU. no hayan sabido comprender á Bolívar ni adoptar su política! El Libertador tenia sus defectos, propios de una organizacion vigorosa y privilegiada, pero comprendia muy bien que un pueblo mestizo ó compuesto de diversas razas, educado por la ignorante España, necesitaba un gobierno fuerte, en que la igualdad tuviese toda su garantía en la autoridad y la ley;un gobierno que guiase enérgicamente á la sociedad en vez de ser guiado por ella. UU. han querido devorar la fruta peligrosa de la libertad ántes de que ella madurase y de que UU. fuesen capaces de digerirla. Bolívar ha sido el único genio, el único grande hombre que UU. han tenido.»

Tal es la opinion casi universal que los hombres serios tienen en Europa respecto de la política y los hombres de Hispano-Colombia; opinion errónea y evidentemente sofística, pero profundamente arraigada. No espereis que un frances de la nueva escuela piense de otro modo. El Sr. Bes republicano moderado y sinceramente liberal; y sinembargo, él como todos los de su generacion, pensaba que la igualdad no se podia obtener sino por merced de la autoridad, y se mostraba decididamente apegado al régimen de la centralizacion rigorosa y de la reglamentacion excesiva. Es que todavía no ha calado bien en las sociedades esta gran verdad: que la libertad no se adquiere, regular y completa, sino practicando la libertad imperfecta.

Yo le observaba al Sr. B que su doctrina, casi universal en Francia, conducia derecho á los mayores abusos y aún al socialismo, cuando en eso tropezamos con unas doce plantas de tabaco que el sabio agrónomo cultivaba para sus experimentos. Notando que el número de plantas era tan reducido, y que todas ellas, rigorosamente reducidas á trece hojas, carecian de señales que indicasen una cosecha anterior, le pedí la explicacion de esas circunstancias.

«El gobierno, me dijo, tiene muy minuciosamente reglamentado el cultivo del tabaco en este y otros departamentos. Solo unos pocos de estos tienen permiso para cultivarlo, aunque muchos otros pudieran hacerlo con gran provecho. La autoridad no concede permiso sino á personas de confianza. El cultivador está obligado á sembrar la planta y coger las hojas en cierto tiempo; no tiene disponibles para el cultivo sino cien dias; le es prohibido dejar á la planta mas de trece hojas, y dejarla en tierra para obtener segunda ó tercera cosecha; el lugar destinado á secar las hojas (el hangar) debe tener cierta forma legal; y la autoridad tiene el derecho de visitar todo, y en caso de contravencion imponer penas y aun destruir lo que es violatorio, y retirar el permiso. Yo mismo, á pesar de las garantías que ofrezco, no he podido obtener licencia para hacer con la planta y sus medios de cultivo ciertos experimentos muy importantes, que implicarían una insignificante relajacion de los reglamentos. El departamento podría ganar mucho con el ensanche del cultivo, pero no se puede.»

«Y bien, le dije al Sr. B cogiéndole in fraganti, cree U. que esa reglamentacion es un bien para la Francia?»

«Sin duda que no, bajo el punto de vista de la agricultura, me replicó. Pero qué quiere U. que se haga, si nuestro gobierno tiene una excelente renta con el monopolio del tabaco[34]?» Un frances, por regla general, se detiene en presencia de un hecho como ante una muralla.

[34] Mas de 200 millones de francos, de los ouales solo unos 60 ó 70 representan los gastos.

Nuestras conversaciones en familia con nuestros amigos de Liebfraunberg no eran ménos adecuadas para darnos idea de las cualidades de una parte de la sociedad francesa, la mas sólida, la más influyente en realidad y la mas estimable, Hablo de esa porcion de la clase media en que no figuran ni el banquero (el hombre de Bolsa y de vida agitada y fascinadora), ni el especiero, el confitero y demas entidades vulgares de la bourgeoísie; porcion que se compone de sabios, literatos de conciencia, propietarios y negociantes de vida modesta y regular, en cuyo seno la familia tiene una importancia primordial, el deber preside á todo, la instruccion es una necesidad, la moralidad una condicion esencial de la vida, la moda una extravagancia ridícula, y los goces de la inteligencia los mas dignos de solicitud, así como los del alma.

En esa region de la clase media francesa reinan en las relaciones sociales la cordialidad, la franqueza y la benevolencia, dirigidas por el buen gusto y ese fondo de buen sentido, de razonamiento sólido y claro, que son los distintivos del mundo que no se ha viciado con las intrigas de la especulacion, la vanidad y los delirios de la ostentacion ó la moda, y las indignidades de la vida cortesana. En la clase de que voy hablando, la sencillez es la condicion característica de todos los actos, exentos de los vicios de ciertas aristocracias, y de la vulgaridad, la envidia y la ligereza superficial de ciertas muchedumbres. El calembour maligno, ó indecoroso, ó insustancial cuando ménos, no tiene cabida en la conversacion realmente espiritual y amable de la sociedad á que me refiero. Creo que se sufre un gravísimo error en calificar á los Franceses en general como un pueblo ligero, petulante, novelero y aún vicioso; calificacion que, fundándose solo en la observacion de las clases aristocráticas de mala ley y de las que pertenecen á lo que en Francia se llama el medio mundo, manifiesta una profunda ignorancia respecto de la vida social fuera de Paris, y aún en Paris, en las esferas sanas de la sociedad francesa.

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CAPITULO III.

BADEN-BADEN.

El paso de la frontera.Aspecto general de Báden-Báden.El mundo á la moda y las ciudades de aguas medicinales.Monumentos y curiosidades de Báden-Báden.Sus cercanías.


Los campos de Alsacia respiraban alegría, brillantemente dorados por el sol de la mañana, cuando dejamos la casa que nos habla dado tan grata hospitalidad. Un char-à-bancs campestre, á falta de coche por el momento, nos llevaba; con una amable familia de excursionistas, al traves de los graciosos planos inclinados y las pequeñas planicies de los cantones que recorríamos, pasando por en medio de viñedos, plantaciones de lúpulo, extensos y tupidos trigales, bosquecillos y huertos de legumbres, al derredor de las aldeas ó los pequeños lugares de esa comarca enteramente agrícola. Poco despues tomamos el tren que se dirigia de Weissenbourg á Estrasburgo, y en breve volvímos á la gran ciudad alsaciana para salir de Francia y continuar nuestra excursion por la Alemania del Rin.

Un ómnibus debía conducirnos á Kehl, como al entrar á Francia. En la ribera izquierda del Rin se repitió la operacion anterior, de manera que pasamos el puente bajo la guardia de un gendarma badense, despues de consignar en el territorio frances pasaportes y equipajes. Como al entrar á Báden por la via de Suiza se nos habia tratado á todos los viajeros con liberalidad y confianza, no pude ménos que extrañar la diferencia respecto de Francia. Un compañero de ómnibus me explicó que el gobierno de Báden procedia de ese modo, haciendo tan notable distincion, no porque el espíritu inquisitorial respecto de los viajeros fuese propio de las instituciones y costumbres badenses, sino por via de compensacion ó represalia, en razón de lo que se hacia en Francia con los viajeros procedentes de Báden. Ademas, en agosto de 1859 estaba muy reciente la guerra de Italia, y esta habia suscitado profundas desconfianzas en Alemania, despertando recuerdos que irritaban el sentimiento nacional. Así, la observacion práctica me hacia ver el triste círculo vicioso de la política internacional, en que todos los hechos se enlazan de tal manera que cada Estado se cree condenado á ser suspicaz y desconfiado por la sola razón de que el vecino le da talvez el ejemplo. Una desconfianza engendra otra, y el resultado es que la política tiende á contrariar los felices resultados de esas creaciones de la civilizacion que, como la prensa, los ferrocarriles, los telégrafos, los bancos y la navegacion á vapor activa, conducen á suprimir las fronteras, en cuanto estas significan separacion y antagonismo de los pueblos.

En estas cosas meditaba yo, al volver á Kehl, cuando un penoso y al mismo tiempo risible incidente nos llamó la atencion hácia algunos de los viajeros que se hallaban en la estacion del ferrocarril. Tres de ellos estaban consagrados exclusivamente á reprimir los arranques inofensivos de un pobre loco, á quien acompañaban con destino á un establecimiento especial de Alemania. Según lo que nos refirió uno de los compañeros, el pobre jóven habia sufrido una desgracia de familia: su padre habia muerto en el lugar natal, en un departamento del nordeste de Francia, dejando muchas deudas que pagar, y sin comprobacion algunas acreencias importantes. Ello es que un acreedor habia caido sobre la herencia negativa, y el jóven huérfano, que tenia como 25 años, sufrió una doble amargura. Como pudo se fué luego á Paris «á pedir justicia al emperador», según decía, como si el emperador tuviese algo que ver con el asunto, y en Paris acabó de perder el juicio. En breve dió en la manía de que le habian arrebatado su herencia, que era nada ménos que el trono imperial de Francia, en su calidad de hijo primogénito de Napoleon II.

Cuando observamos al pobre loco, cuya fisonomía dulce y triste revelaba un carácter benigno, estaba empeñado en comprometer á varios viajeros á que le defendieran su causa, convocando á todos los reyes de Europa (inclusive el cura de la parroquia del demente) para que en Consejo supremo resolvieran que se le devolviese el trono que le pertenecia. Los viajeros oyentes, por no contrariarle, le decían que harían todas las diligencias posibles. Lo curioso es que los tres conductores del loco inofensivo llevaban tambien á su cargo otro furioso, á quien habian encerrado en una pieza de la estacion miéntras llegaba el momento de entrar al tren. Este segundo hablaba nada menos que de serios proyectos de asesinar al Anticristo, y mostraba los puños como un endemoniado, lanzando miradas lenas de cólera sombría. Las señoras le observaban de léjos con terror, y pedian con instancia que los locos tuviesen un wagon aparte. Una de ellas temia que los movimientos del «loco malo» hiciesen descarrilar el tren. En cuanto al «loco bueno», como llamaban al pretendido emperador para distinguirle del otro, dió la última prueba de benignidad, al entrar al wagon, alargando la mano derecha á los viajeros para que se la besasen respetuosamente. El tren partió, y la fresca lozanía de las llanuras badenses nos hizo olvidar en breve las tristes emociones que nos causaron los dos locos de tan distinto estilo. Por qué no ser indulgentes con los locos enfermos, si á cada momento lo somos tanto con nosotros mismos, que por estar ó creernos sanos nos calificamos de cuerdos?

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La graciosa ciudad de Báden-Báden, que cuenta unos 6,000 habitantes y es la residencia de verano de la familia gran-ducal, demora en el fondo de un risueño y pintoresco vallecito, determinado por algunos bajos estribos de la Floresta-Negra. Situada á orillas del arroyo llamado Oosbacht y en plano inclinado sobre las faldas de algunos contrafuertes de las montañas, la ciudad interesa desde el primer momento, por el contraste que hace la sombría vegetacion de las alturas vecinas (compuesta de encinas y corpulentos abetos principalmente) con los viñedos, los árboles frutales, las hortalizas y las bellas alamedas del fondo del valle.

La parte principal de Báden-Báden se extiende sobre la márgen derecha del Oosbacht, y remonta hasta terminar al pié del Castillo-Nuevo, graciosa residencia de verano del gran-duque, rodeada de magníficos bosques artificiales y jardines. Si la ciudad carece de carácter verdaderamente aleman, es porque su tipo es el de todas las ciudades que sirven de punto de reunion á la sociedad elegante ó vagamunda de Europa en los meses de excursiones divertidas. Así, la calle principal es una especie de Prado, orillado por multitud de espléndidos hoteles, á donde afluyen sin cesar las gentes á la moda de todos los puntos de Europa.

Al lado izquierdo del arroyo se destacan vastas y hermosas arboledas, magníficas quintas y residencias suntuosas, y los edificios modernos que son los atractivos principales de Báden: la Casa de Conversacion y la Trinkhalle ó galería de las aguas medicinales que dan tanta celebridad á la pequeña ciudad promiscua. Despues se levantan en todas direcciones bellos cordones de montañas de romántico aspecto, sobre cuyas cimas, dominando los estrechos vallecitos intermediarios, se ostentan como soberbios miradores algunos castillos de opulentos personajes, y principalmente las imponentes ruinas del Castillo-Viejo.

Es recorriendo las alamedas que rodean la Casa de conversacion y la Trinkhalle que el excursionista curioso tiene alguna idea de lo que es en Europa esa parte de la sociedad que se llama «el mundo á la moda,» y del carácter particular de las ciudades de aguas medicinales. Allí todo está destinado á fascinar y aturdir al hombre inexperto y ansioso de impresiones nuevas; á hacer de la vida un torbellino de placeres efímeros y artificiales, una pesadilla de suntuosas miserias, en que la vanidad y la codicia, disfrazadas con las apariencias del vicio elegante, hacen los principales papeles. Ay del que caiga en la tentacion y no sepa resistir á los impulsos de la vanidad ó del espíritu de imitacion!

En Alemania, donde hay tantos Estados literalmente microscópicos, tantos reyezuelos que para no vivir indigentes necesitan aguzar mucho el ingenio en punto á recursos fiscales; en Alemania, donde el orgullo tradicional de tantas dinastías de segundo, tercero y cuarto órden somete á los pueblos á la necesidad de dejarse explotar mas ó ménos para mantener el rango de los príncipes; en Alemania, digo, se ven instituciones y costumbres muy curiosas, que ningún otro país toleraría talvez. De los príncipes alemanes, algunos viven á expensas de los viajeros, gracias á los pasaportes, las propinas que es preciso pagar por visitar innumerables palacios, museos y otros edificios curiosas; y otros no tienen escrúpulo en especular con los vicios y la vanidad, poniendo en arrendamiento grandes garitos europeos que, por ser suntuosos y hasta cierto punto aristocráticos, no dejan de ser garitos públicos. Cuando no es un príncipe el empresario indirecto, el explotador de la mina es alguna ciudad. De ahí esas casas de juego permanente abiertas ante la Europa, que contribuyen tanto á hacer saludables las aguas medicinales de Báden-Báden, Wiesbáden, Homburgo y otras ciudades alemanas de la hoya del Rin. Confieso francamente que, cuando veo que hay en Europa gobiernos que especulan con loterías, casas de juego, bolsas y otras instituciones análogas, no comprendo la razón que tengan para perseguir á los bribones por medio de la policía y los tribunales[35].


[35] Es curioso observar que en Báden el juego les está prohibido á los ciudadanos del Estado, y solo está al alcance de los extranjeros. La policía es muy vigilante y severa respecto de aquellos, quienes se ven obligados, cuando tienen la tentacion de jugar, á pasar la frontera y aprovecharse de la hospitalidad de los garitos espléndidos de Wiesbáden ú Homburgo.

Pero qué cosa es la sociedad que se reune en las ciudades de aguas? En esas ciudades, como en las de baños de mar, la evidente minoría se compone de los enfermos que necesitan un tratamiento hidroterápico. La inmensa mayoría, como he podido verlo en todas partes (en Alemania, en Bélgica, en Inglaterra y Holanda) se divide en dos partes: los simplemente ociosos, vanidosos y fatuos, inofensivos en general, y por lo comun insignificantes; y los caballeros y las damas de industria, familias excesivamente peligrosas é impertinentes. Una inspeccion detenida, durante tres dias, de las escenas sociales de Báden-Báden, me dió la medida del mundo de la moda en descubierto, es decir sin los ambajes con que se disfraza en las grandes capitales.

En Báden-Báden, como en las demas ciudades de la misma naturaleza, todas las seducciones del artificio y de la elegancia se unen á las de la topografía, la vegetacion, etc., para atesorar encantos que halaguen al viajero. Al penetrar bajo las bóvedas umbrías de las alamedas se cree uno en un inmenso bazar parisiense. Donde quiera se destacan entre filas regulares de corpulentos olmos, tilos y castaños, numerosas calles compuestas de casitas y tiendas repletas de todo lo que la industria puede producir mas elegante y rico en materia de joyas, sederías, cristalería, curiosidades artísticas, guantería y mil otros objetos de gusto y de uso indispensable en la sociedad lujosa, que el capricho de la moda se esfuerza por exagerar y variar hasta lo infinito. Por en medio de esas calles y arboledas hormiguea un enjambre de excursionistas que se renuevan sin cesar, entregados al culto de la novedad y en gran parte á la adoracion de sí mismos. Un vértigo de emulacion en el lujo parece dominar al mayor número; cada cual mira á los demas con la esperanza de que álguien le mire y admire. La aristocracia financiera de toda la Europa se pavonea con la pretension de rivalizar ó eclipsar al orgulloso lord inglés; el modesto y sencillo aleman casi olvida sus costumbres por no mostrarse inferior al extranjero; el parisiense, siempre de buen humor y no poco infatuado, se considera como un modelo; el caballero de industria, ambulante á caza de imbéciles de todas las naciones (porque los pillos no tienen nacionalidad) se da grandes airea de marqués ó de banquero; la cortesana de las primeras capitales, creyéndose á cubierto de revelaciones indiscretas, se habilita de princesa rusa, ó condesa italiana, ó viuda de lord ó de banquero, y sabe combinar las sonrisas de la seduccion con los desdenes altaneros de la gente aristocrática; ó bien, si el arte le repugna ó no le ofrece ventajas, ostenta con impudencia su tipo peculiar, llenando la calle con la cola de su traje y el ruido de sus atavíos suntuosos. El jóven novicio con pretensiones á elegante, ó aspirante á relaciones encumbradas (particularmente español ó hispano-colombiano), se muestra poseido del vértigo de la imitacion, haciendo á veces de sí mismo una caricatura; el estudiante en vacaciones observa las cosas al primer golpe de vista, hace sus comentarios epigramáticos y se burla de todo el mundo; y el bourgeois de buen sentido, que llega solo por curiosidad ó por descansar de sus fatigas del año, ve el espectáculo, tiembla al comprenderlo, y se aleja diciendo: «Singular misterio el de la vida de este mundo de la moda!»

En Báden-Báden las horas del dia se distribuyen necesariamente en tres órdenes de entretenimientos: por la mañana, desde muy temprano, la Trinkhalle (hermosa galería de columnas y frescos apreciables) es el punto de reunion; unos van á beber las aguas medicinales de las fuentes y pasearse para hacer ejercicio, y otros asisten como meros curiosos. Mas tarde, todo el mundo emprende agradables excursiones por los alderredores, sea en coche, por el vallecito del Oosbach y el del riachuelo importante llamado Mürg, visitando castillos y aldeas de la Floresta-Negra, sea á pié, en solicitud de los castillos Nuevo y Viejo ó de otros sitios interesantes. En fin, desde las cinco ó las seis de la tarde las gentes comienzan á afluir hácia la Casa de conversacion, inmenso y magnífico edificio que sirve al mismo tiempo de café, casa de juego, local de gabinetes de lectura y templo de Terpsícore, Talía y otras musas. En el centro del edificio se hallan en sesion permanente la roleta, la treinta y una, y el treinta y cuarenta, que le ha inspirado una de sus mas chistosas novelas al ingenioso escritor frances Edmundo About. Allí se juega con furor, se suelen hacer enormes ganancias en pocas horas, aunque por regla general los amateurs salen con los bolsillos limpios, y con deudas de ribete, y la vanidad y la codicia se ofrecen en su desnudez; siendo muy notable sobre todo el entusiasmo con que las mujeres solicitan los favores de la suerte. Desgraciado el que se pique de galante al lado de aquellas jugadoras cubiertas de encajes, cuando la suerte les es adversa!

En otras partes del edificio encuentra el que no quiere jugar, ni ver jugar y rodar montones de oro, salones espaciosos para conversar, gabinetes de lectura muy bien surtidos y servidos, colecciones escogidas de grabados, álbums, libros de viajes, novelas y pinturas, un hermoso salon de conciertos y un bonito teatro para representaciones francesas y alemanas. La noche se pasa allí en una sucesion de muy diversas impresiones. Despues, cada cual se aleja dominado por ideas bien diferentes: unos, con una ilusion ménos respecto de la civilizacion europea y del espíritu del hombre; otros, satisfechos con poder decir luego en Paris ú otra ciudad: «He pasado el último verano en Báden, Wiesbáden, Aquisgran y Espá (Spa), y he cultivado íntimas relaciones con la condesa tal, la marquesita cual, el banquero fulano, el ministro mengano, la mariscala perenzeja, ó la actriz ó cantatriz menganeja....»

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Las cercanías de Báden-Báden son interesantes bajo todos aspectos. Sus hermosas carreteras, que giran por encima de ondulosas y altas colinas ó por el fondo de preciosos vallecitos; sus magníficos bosques de suntuosa vegetacion; sus numerosos castillos campestres admirablemente situados; sus deliciosas residencias de príncipes, como la de la Favorita, y sus pintorescas aldeas agrícolas y laboriosas de las riberas del Mürg, tienen mil atractivos para el excursionista. Prescindiré sinembargo del mayor número de esos objetos, y solo daré una breve idea del «Castillo-Viejo» y del valle del Mürg.

El paseo del Castillo-Viejo (Alle-Schloss), á pié ó en coche, es uno de los mas encantadores que puede ofrecer la Alemania rineana. La montaña se levanta casi repentinamente hasta una altura algo considerable, cubierta en todas sus partes por una magnífica floresta de encinas, abetos y otros árboles corpulentos, cuyo espeso follaje, protegiendo vastas alfombras de musgo, no permite la entrada de los rayos del sol. Una hermosa carretera faldea el cerro y por toda la floresta se cruzan numerosos senderos, por los cuales se puede subir mas pronto hasta la primera cima (á 345 metros sobre Báden, ó 545 sobre el nivel del mar), donde se encuentran las majestuosas ruinas, cuidadosamente conservadas, del Castillo que en siglos anteriores sirvió de residencia a los margraves ó señores de Báden. Por demas está decir que esa soberbia construccion fué destruida por los Franceses, en el siglo XVII, durante la guerra del Palatinado, lo mismo que el admirable Castillo de Heidelberg y otros muy notables.

Al llegar al sitio donde se hallan las ruinas nos apresuramos á subir hasta las roas elevadas murallas, ennegrecidas por el tiempo, que permanecen en pié. Era curioso el contraste que hacian esas ruinas imponentes y llenas de recuerdos históricos, con el movimiento de los carruajes que llegaban hasta el pié de los muros, de los criados del restaurador establecido en la desmantelada capilla, afanados por servir á todo el mundo, y de las gentes que llegaban, ostentando su lujo y elegancia, por en medio de las magníficas bóvedas umbrías de la floresta. El espectáculo que se ofreció á nuestra vista desde los vertiginosos miradores de las ruinas, era admirablemente bello. De un lado teníamos al pié el gracioso valle donde tiene su asiento Báden-Báden: de otro veíamos una parte de las lindas montañas de la Floresta-Negra, formando grupos de inmensas cúpulas de verdura severa y profunda; hácia el norte admirábamos el precioso valle del Mürg, salpicado de cortijos y aldeas; en fin, mirando hácia el poniente, contemplábamos con delicia las llanuras del Rin, los lejanos campos de Alsacia y la cinta azulosa de los Vosgas, distinguiendo mas ó ménos el Rin, la ciudad de Carlsruhe, Kehl, Rastadt y muchos lugares de la márgen derecha del rio. Pocos puntos de vista pueden ofrecer en Alemania un espectáculo tan hermoso y variado como el que se admira desde las ruinas del «Castillo Viejo.»

La mas interesante excursion que se puede hacer en las cercanías de Báden-Báden, para conocer sus mas bellos sitios, sus poblaciones rurales y algunos de sus preciosos castillos, exige un paseo circular de siete ú ocho horas, siguiendo las líneas de excelentes carreteras. Penetramos hácia las montañas, por la via de Lichtenthal, remontando el vallecito encantador del Oosbach; pasamos por encima del Pequeño-Staufenberg, al traves de magníficas florestas; visitamos el curioso palacio campestre (semi-castillo) de Eberstein (residencia en ciertos meses de la familia gran-ducal), muy bien situado y lleno de preciosidades artísticas; descendimos al valle del Mürg, y despues de recorrerlo hasta salir al valle del Rin, pasando por la hermosa residencia de la Favorita, volvímos á Báden-Báden por el pié de los contrafuertes mas avanzados hácia la llanura, tocando sucesivamente en las pequeñas aldeas y villas de Gernsbach, Ottenau, Gaggenau, Rothenfels, Kuppenheim, Haueneberstein y Oos.

Nada mas grato para el excursionista admirador al mismo tiempo de la naturaleza y de las obras humanas, y deseoso de adquirir alguna idea de las poblaciones rurales, que ese paseo en que las horas vuelan para el espíritu encantado, al traves de aquella sucesion de paisajes tan variados e-interesantes. Las excelentes carreteras que faldean las montañas, por en medio de tupidos bosques, algunas de las cuales son obras de arte dignas de atencion, hacen honor al pueblo y gobierno badenses, que muestran tan particular interes por las vias de comunicacion. Las florestas tienen allí una magnificencia que arrebata y deleita, y las residencias de los príncipes, liberalmente abiertas por ellos á la curiosidad de los viajeros, son notables por la gracia de sus pormenores ó por la frescura y belleza de sus parques y jardines.

Pero lo que allí interesa mas es el lindo valle del Mürg, riachuelo regular cuyas aguas no solo ponen en movimiento un enjambre de molinos, aserríos de tablas y fábricas importantes, y difunden la fertilidad en los campos, gracias á una inteligente irrigacion, sino que tambien dan salida á las innumerables balsas de trozas y tablas de pino, abeto, encina y haya, que descienden del fondo de las montañas hácia el Rin. En todo ese valle angosto y pintoresco reinan la actividad y el movimiento. Las fábricas, los molinos y aserríos no cesan de trabajar durante la mayor parte del año; las ondas del riachuelo están donde quiera cubiertas de balsas larguísimas, laboriosamente conducidas por dos ó tres hombres cada una; en todas partes se ocupan en diversas labores todas las gentes, manifestando con sus fisonomías, sus vestidos, su modo de hablar y su obligante obsequiosidad un carácter dulce y hospitalario, y una sencillez y pureza de costumbres que agradan y seducen fácilmente. Las localidades son graciosas, irregulares, como lo exigen los accidentes del terreno, y pintorescas; los cortijos indican mucho esmero en los cultivos; y la prodigiosa multitud de huertos llenos de árboles frutales, hortalizas y pequeños jardines, le da al valle el aspecto mas risueño, que contrasta enérgicamente con el de las montañas que lo encierran, pobladas de espesos bosques, ricos en maderas de construccion.

Allí, en medio de esos deliciosos paisajes, tan poco lejanos de Báden-Báden, olvida uno con encanto las miserias de vanidad y ostentacion; de imposturas fascinadoras y codicia que se disputan la admiracion y los montones de oro en el Salon de conversacion; la sociedad sofística de la ciudad parece mas absurda, y se comprende cuánto mas vale la vida honrada y tranquila de los habitantes del valle del Mürg, que la estéril agitacion de los que pueblan los hoteles de Báden-Báden.

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CAPITULO IV.

LAS CIUDADES BADENSES.

Carlsruhe.Las ciudades nuevas de Alemania.Heidelberg;su Universidad y sus curiosidades.Los estudiantes de Alemania.Las ruinas del Castillo.


De Báden-Báden á Carlsruhe, el ferrocarril vuelve hácia la llanura del Rin y va orillando generalmente la línea de la Floresta-Negra, tocando en Rastadt, pequeña ciudad de poco mas de 6,000 habitantes, notable solo como plaza fuerte, por el papel que ha hecho en las guerras franco-alemanas y el que hizo durante la revolucion republicana y unitaria de 1848. Fortaleza federal de primer órden, Rastadt es en la hermosa llanura del Rin un puesto avanzado en prevision de los ataques de Francia; pero el buen sentido hace comprender á los Alemanes que en realidad sus fortalezas sirven mas contra ellos que contra el enemigo. En 1848 el pueblo se insurreccionó en Rastadt y atacó á la guarnicion en la fortaleza. Cuando estaba triunfante en su revolucion democrática y tenia esperanza de asegurar la unidad social y suprema de la Alemania, el ejército prusiano intervino, en virtud del derecho federal, y destruyó la obra del pueblo. Eso era natural, puesto que la Confederacion germánica, en vez de ser una liga de los pueblos, no es mas que la alianza de los príncipes soberanos contra la gran nacion. Rastadt ha sido posteriormente teatro del antagonismo que suele estallar entre las guarniciones de varios Estados alemanes, sobre todo entre las del norte y del mediodía,antagonismo que revela en parte las contradicciones y la debilidad de la Confederacion.

La llanura se desarrolla con majestad, pero no sin monotonía, salpicada de numerosas villas y aldeas, rodeadas de vastas plantaciones de cereales, tabaco, legumbres, lúpulo y plantas filamentosas y oleaginosas. Del lado del Rin el horizonte es abierto y muy extenso, aunque la mirada se detiene á veces en hermosos bosques que salpican la llanura. Hácia el Oriente se desarrollan las montañas, y el paisaje tiene donde quiera completa ó muy notable analogía con el que média entre Freiburgo y Kehl.

En el centro casi de la llanura, á 7 ú 8 kilómetros del Rin, demora Carlsruhe, capital del gran-ducado de Báden, ciudad enteramente modernala mas nueva de las capitales alemanas,limpia, elegante por sus formas, sólidamente construida, singular en su estilo, interesante por algunos monumentos, pero tambien singularmente monótona y solitaria. Al recorrer sus anchas y hermosas calles, de aspecto casi monumental, el extranjero no se creería en la capital de un Estado relativamente considerable, en medio de 25 á 30,000 habitantes y en presencia de una corte. Tal es el silencio que reina en todas partes, la tranquilidad en que se ven todas las cosas, la seriedad de las gentes. Así, los habitantes de Carlsruhe se muestran fieles á la etimología ó el nombre de su capital, nombre que significa: el reposo de Cárlos, según la voluntad del príncipe que la fundó en el primer cuarto del siglo XVIII, dándole por base ó eje su residencia de retiro. Por lo demas, como el número de católicos de Carlsruhe apénas excede la cuarta parte de la poblacion, hay poco ruido de campanas, todo el mundo es serio, y no siendo la ciudad en nada mercantil ni industrial, sino puramente cortesana y en cierto modo artificial, todo movimiento social parece estar proscrito de allí, al ménos durante el verano.

Carlsruhe parece haber sido una especie de plagio ó caricatura de Versalles. Lo mismo que en la ciudad cortesana de Luis XIV todo indica el ensimismamiento del Rey-Sol, el Rey-Apolo, siempre aspirando á imponer sobre toda cosa su persona, tenerlo todo bajo su mirada soberana, y hacer partir del patio de su palacio todas las calles, carreteras y alamedas, así como de su persona emanaba toda voluntad, toda accion y todo brillo; del mismo modo Carlsruhe tiene su eje, su punto de partida, su ojo vigilante y su gérmen, por decirlo así, en el palacio gran-ducal que sirve de residencia á la corte durante el invierno.

En efecto, Carlsruhe tiene, como es bastante sabido, la forma literal de un abanico. Su eje es una inmensa plaza semicircular en cuyo fondo se destaca el extenso palacio gran-ducal, de estilo sencillo y sin majestad ni particularidad artística ninguna, y dominando, la esplanada que sombrean magníficas arboledas. De allí parten en todas direcciones, rectas ú oblicuas, las grandes calles de la ciudad, que se apartan á medida que avanzan hasta determinar el abanico. Despues, otras calles semicirculares, inmensas y paralelas al semicírculo del eje, cortan y ligan entre sí, de un lado á otro de la ciudad, las calles que parten del centro cortesano, desde el cual, mirando en cualquiera direccion, se ve desarrollarse todo el cuerpo con matemática uniformidad.

A un lado del palacio está el jardin botánico, que por cierto es uno de los mejores de Alemania. Detras se extienden los jardines, los suntuosos bosques, los tesoros de rica vegetacion del magnífico parque. Quisimos visitar el palacio, que estaba solitario, y tuvimos ocasion de notar un rasgo característico de muchos de los Estados alemanes. Un soldado estaba de faccion en la puerta excusada que nos debia dar entrada, y al parecer le habian dejado allí por cumplimiento mas que por guardar ó defender cosa ninguna. Ello es que entramos con franqueza sin que nadie nos dijese palabra; subímos escaleras, llamamos por todas partes, y nadie nos respondió ni se dió á luz. A riesgo de que nos ocurriese un percance, nos echamos á andar y abrir puertas, y entramos á cuantos salones y aposentos hallamos abiertos, sin encontrar alma viviente. El palacio parecia mas bien un inmenso sepulcro que una residencia de corte. Donde quiera reinaban en los muebles y adornos la sencillez, la modestia y la economía. Ningún lujo, ninguna preocupacion de ostentacion artística ó palaciega! Tal parecia como si el palacio fuese una residencia de simples bourgeois alemanes. Confieso que, si bajo el punto de vista artístico quedamos muy descontentos, el espectáculo nos gustó mucho como rasgo indicativo de las costumbres alemanas.

El mejor monumento de Carlsruhe es la Academia, edificio de estilo bizantino, de muy reciente construccion, bien considerable y proporcionado, que contiene los museos ó galerías de pinturas, historia natural y antigüedades y una biblioteca. El Palacio ó Castillo gran-ducal contiene una que cuenta cerca de 100,000 volúmenes. El cementerio de Carlsruhe es uno de los mas hermosos de Alemania, apesar de su aspecto demasiado sombrío.

Apropósito de Carlsruhe, es curioso notar el profundo contraste que hay entre las ciudades alemanas antiguas y modernas. En las primeras, como Nuremberg, Hanóver, Colonia, Mayenza (ó Mainz), Praga, Ratisbona y otras cuantas, se ve donde quiera el estilo enteramente feudal, el sello de los pueblos en accion, de las clases sociales en lucha, del capricho y de las tradiciones de la época feudal. En las totalmente modernasobra de los príncipes ó gobernantes y no de los puebloscomo Carlsruhe, Mannheim, Darmstad, etc., se encuentra un aspecto general totalmente distinto, sin estilo, ni carácter ni sello alguno. El contraste es todavía mas sensible en las ciudades compuestas de grandes barrios antiguos y modernos, como Berlin, Viena, Hamburgo, Dresde, Munic, Estuttgard y Francfort. En lo totalmente nuevo todo es regular, vasto, uniforme, monótono y sin estilo ninguno; todo es pretensioso, pedantesco, imponiendo la ley de la línea recta en todas direcciones. Esa profunda diferencia se comprende. Las antiguas ciudades eran espontáneas, obra de los pueblos, de la necesidad, y no obedecian á cálculo ni regla. Las modernas, fruto del servilismo imitador del Renacimiento,de la pedantería ó soberbia de los gobiernos ó soberanos de la escuela fascinadora de Luis XIV,manifiestan en todo la voluntad del monarca, la tendencia á imponer su persona y su memoria, á deslumbrar á los pueblos con grandes construciones monumentales, estratégicas en gran parte, en cuyas líneas rectas no se ve mas sello que el de la vanidad niveladora, y el símbolo de la obediencia popular pasiva.

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El ferrocarril badense, ántes de salvar el Nékar ó dirigirse á Mannheim, se inclina hácia las montañas, como si fuese á penetrar en ellas por el pintoresco valle de aquel afluente del Rin. En la ribera izquierda, á la salida del valle sobre la llanura y entre dos cordones de montañas cubiertas de rica vegetacion, demora la ciudad de Heidelberg, moderna por sus construcciones, relativamente, pero cuyo orígen remonta hasta la época de los Romanos. Célebre por su Universidad como por las ruinas de su admirable Castillo, Heidelberg seduce al viajero por su aspecto singularmente pintoresco, por las costumbres de su poblacion universitaria y por la hermosura de los sitios casi salvajes de sus cercanías. Para contemplar de cerca el conjunto, ningún sitio mas adecuado que el del gran puente sobre el Nékarpuente de piedra de cerca de 240 metros de longituddesde cuyo centro se registra un magnífico paisaje.

Sobre la márgen izquierda, la ciudad se extiende al pié de la montaña de Koenigsstuhl, orillando en su longitud el rio, subiendo en plano inclinado hácia la cinta magnífica de verdura que cubre la montaña donde yace el Castillo, y compuesta casi únicamente de dos larguísimas calles paralelas al rio, cortadas por muchas trasversales de aspecto generalmente triste. Arriba se ven las ruinas del incomparable Castillo, dominando con su asombrosa majestad todo el paisaje. Sobre la márgen derecha se destacan numerosas quintas de gracioso aspecto, dominadas por el cordon de cerros que determina la hoya del rio, cubiertos de abetos y encinas en su parte superior y de viñas y hortalizas hácia el pié de las faldas. Por último, el rio desciende por un cauce rocalloso y tortuoso, limpio y cristalino, y soportando en sus ondas algunas barcas y numerosas balsas de maderas.

Heidelberg, como ciudad, no tiene ninguna otra particularidad artística que una casa antiquísima de los mas raros pormenores y formas, resto de la época feudal, que los excursionistas admiran siempre. Lo mas interesante es la Universidad, famosa por sus escuelas de Derecho y Medicina, en la cual siguen sus cursos unos 700 á 800 estudiantes. Es notable el conjunto de institutos de que está dotada la Universidad: su biblioteca, bastante preciosa y considerable, su museos, su jardin botánico, etc. Como la ciudad no cuenta sino unos 15,000 habitantes y es poco industrial y mercantil, su vida principal está en la Universidad, cuyos estudiantes le dan animacion, importancia y alimento económico. Así, en las épocas de vacaciones la ciudad parece silenciosa, ó al ménos pierde muchísimo de su animacion.

Nada mas curioso que ese conjunto de hábitos y costumbres á que da lugar en Alemania la existencia de algunas Universidades. En Lóndres y Edimburgo, como en Paris, Berlin, San-Petesburgo y Viena, las Universidades crean, sin duda, un movimiento que tiene su carácter particular, como el del barrio latino en Paris. Pero en realidad en esas grandes ciudades el estudiante tiene mucho de cosmopolita, se mezcla demasiado al movimiento del mundo, se deja dominar por las exigencias de la moda y pierde mucho de su tipo, casi ahogado ú oscurecido por la grandeza del escenario. En las pequeñas ciudades alemanas que tienen Universidades muy notables, sucede lo contrario. Allí el estudiante se impone, domina como un tipo soberano, absorbente, libre, original, superior á toda influencia, que imprime en cierto modo á la ciudad el sello de sus costumbres. Donde quiera le reconocereis por su fisonomía altiva, pensadora y original, su vestido propio, libre de trabas y de modas, en que la cachucha hace el principal papel; le vereis cantando por las calles, sin cuidarse de nada ni de nadie, con la querida del brazo y la pipa ó el cigarro en la boca; con el cabello y la barba en desórden y creciendo á discrecion; vestido á la diabla; contento, libre, soñador, generoso, extravagante, revolucionario demócrata y dado á las elucubraciones filosóficas; poco dogmático y muy apasionado por las discusiones intrincadas y eruditas, y ya inventando sistemas desde el colegio; buscando desde temprano las agitaciones de la prensa y de los clubs; burlon, pero sin chiste picante; filósofo prematuro, amigo de querellas y asiduo en el culto de la botella ó del jarro de cerveza. Quizás en ninguna parte se puede estudiar á los pueblos mejor que en sus universidades, porque es en esas colonias de la ciencia en embrion donde la sociedad se revela con mas energía en sus aspiraciones mas ardientes, sus instintos mas tenaces y sus aptitudes mas características.

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Me sería imposible hacer una descripcion siquiera sucinta de todos los primores del «Castillo» de Heidelberg, á ménos de escribir muchas páginas que fastidiarían al lector. Aquella ruina extraordinaria no es digna de estudio, en sus pormenores, sino para el artista consumado y el arquéologo. Es en su conjunto y por su significacion general, histórica y social, que el viajero la contempla con pasmosa admiracion y tristeza. Un camino carretero, que serpentea faldeando la montaña, por en medio de magníficos bosques en la parte superior, nos condujo casi hasta la cima, donde se halla el Castillo, á mas de 100 metros de altura sobre Heidelberg y dominando con majestad el abismo de la cuenca del Nékar. Al pasar bajo las inmensas bovedas completamente umbrías del bosque que rodea al Castillo, se siente una especie de recogimiento que prepara el alma á la muda contemplacion de las maravillosas ruinas. Ya se orillan espléndidas terrazas cubiertas de jardines, desde las cuales se tiene un golpe de vista encantador; ya se vaga bajo las espesas alamedas, en un terreno desigual y exuberante de vegetacion, pasando al lado de formidables murallones invadidos por el bosque, de fuentes arruinadas y escombros destrozados, que yacen en la espesura de los tilos, las encinas, etc., como restos de un inmenso cadáver de mármol y piedra.

Al cabo el viajero llega delante de la colosal ruina del Castillo, enjambre de muros admirables, casi todos sin techumbre, de torres de diversas formas y estilos, de arcos, columnas, restos de estatuas y esculturas primorosas, curiosidades artísticas é históricas, patios diferentes, puentes destrozados, sótanos profundos, balcones y terrazas y laberintos de construcciones de todo género, abrumados por la exuberante vegetacion de árboles gigantescos, coronados de flotantes pabellones de yedra que parecen como la verde mortaja echada por la naturaleza sobre las maravillas del arte para impedir que el tiempo las devore y pulverice.... Donde quiera se ven asomar por entre el follaje de los árboles cien cabezas de mármol, esculturas ó construcciones atrevidas, y admirables relieves y frescos bajo las manchas de la hiedra invasora, como si quisiesen protestar contra el olvido, en nombre de los artistas que grabaron el sello de su inspiracion en cada baldosa, cada estatua, cada piedra y cada monumento de ese enjambre de monumentos que se llama el Castillo.

La historia de esa colosal creacion del arte, que han llamado no sin razón la Alhambra de Alemania, explica perfectamente las circunstancias de su composicion. Era una sucesion de palacios, comenzada por uno de los príncipes ó margraves del país desde principios del siglo XV; cada sucesor fué haciendo agregar una construccion nueva, conforme al estilo de cada época, aunque predominando siempre el italiano, y de ese modo el Castillo era una extraña maravilla, hácia 1680, compuesto de obras que indicaban los progresos del arte en la arquitectura, la escultura, la ornamentacion, etc. El Castillo era al mismo tiempo un conjunto de palacios y una fortaleza, donde se abrigaba la corte de los margraves del Rin y su guarnicion, pudiendo alojar á miles de personas. Durante la guerra atroz de sucesion que hizo Luis XIV al margraviato, por medio del brutal Louvois, de 1688 á 1693, fué destruido ó arruinado casi completamente el Castillo de Heidelberg, como tantos otros de las cercanías del Rin. El cañon implacable del ambicioso rey aniquiló lo que el cincel del artista habia trabajado laboriosamente durante dos siglos y medio. Despues de la guerra, uno de los margraves se propuso reconstruir todo lo arruinado, y lo consiguió, haciendo prodigios de voluntad él y los artistas. Pero la fatalidad parecia pesar sobre aquella maravilla humana: un rayo incendió una de las torres, en 1764; todo el edificio fué al punto devorado por las llamas, en sus partes superiores, y desde entónces no han quedado sino ruinas majestuosas, con los sótanos intactos, las torres y terrazas y casi todos los muros en pié. Solo una parte de la masa del edificio conserva su techumbre, abrigando muchos objetos curiosos.

El espectáculo es tan grandioso y el conjunto de construcciones y primores tan complicado, que no es posible describirlo sin entrar en pormenores detenidos. Lo que el viajero saca en claro de la contemplacion de aquellos prodigios de arte casi aniquilados, es una doble conviccion: primera, que la gloria del artista bien inspirado y hábil es muy superior á la del guerrero que destruye, so pretexto de defender una causa que llama justa, puesto que la conciencia severa del viajero imparcial rinde homenaje de admiracion al artista, dominado por el noble sentimiento de lo bello, miéntras que execra la memoria del rey corrompido y el bárbaro general cuyos cañones convirtieron en ruinas tantas hermosuras; segunda, que en balde las naciones se jactarán de sus progresos hechos en la civilizacion, bajo los puntos de vista del arte, de la ciencia, de la industria, del comercio, etc., si sus progresos en punto á moralidad no han de estar en armonía con aquellos, es decir, si los gobiernos no han de respetar las obras de la civilizacion, renunciando á la salvaje justicia de la guerra que todo lo aniquila.

Es curioso notar que la Francia, el pueblo que desde el siglo XVII ha hecho avanzar mas poderosamente la civilizacion, en el campo de lo espiritual,de la ciencia y del arte,es la que con sus guerras inicuas ha destruido mas maravillas ú obras maestras artísticas, en Alemania, en Italia y España, como lo atestiguan tantas ruinas en las comarcas del Rin, algunas en la península italiana, y las del Alcázar de Toledo, la Alhambra y el Jeneralife en Granada, etc., etc. Es que la guerra, careciendo de moralidad y de espíritu creador es el peor enemigo de la civilizacion.

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CAPITULO V.

DE HEIDELBERG A FRANCFORT.

Mannheim y el Rin.El gran ducado de Darmstad; su gobierno y sus condiciones generales.La ciudad capital.Una familia típica.


Despues de visitar á Heidelberg continuamos nuestra excursion directamente hácia Darmstad. Sinembargo, diré dos palabras acerca de Mannheim puesto que esta ciudad es una de las mas importantes del gran-ducado de Báden, y que tuvimos ocasion de visitarla, diez meses despues, al hacer nuestro segundo viaje de Paris á Alemania, por la via de Metz y Espira.

Mannheim, situada casi sobre la ribera derecha del Rin y la izquierda del Nékar, en el vértice de la confluencia y haciendo frente á Ludwigshafen, no llama la atencion sino por su fría y monótona regularidad, que justifica enteramente lo que he dicho acerca del contraste que ofrecen en Alemania las ciudades modernas comparadas con las antiguas. Fundada en 1606 por uno de los antiguos Electores del pais, Mannheim tuvo la desgracia de ser fortificada desde su orígen, es decir, de ser una tentacion para los enemigos en las guerras internacionales. Así, las de Luis XIV le fueron funestas, y un general frances muy expeditivo la destruyó completamente. Reedificada ya del todo en 1794, fué luego presa de Franceses y Austríacos sucesivamente. Gracias á esas tristes aventuras la experiencia sirvió de algo; las fortificaciones fueron demolidas y reemplazadas por hermosos huertos, jardines y paseos; y hoy la ciudad, libre de cuidados artificiales, crece en poblacion, se ensancha sin embarazo, y sus habitantes no piensan sino en el comercio de su puerto, en el movimiento de sus ferrocarriles y de la navegacion de los dos ríos, y en el desarrollo de las artes pacíficas.

Mannheim posee de 25 á 28,000 habitantes que, si no tuviesen negocios en qué ocuparse con actividad, lindos y numerosos jardines en las cercanías, y agradables paseos en las riberas de los rios y en el magnífico parque del palacio gran-ducal, deberían morirse todos de tedio, al vagar por aquellas calles anchísimas, rectísimas y tristísimas, orilladas por hileras de casas absolutamente iguales y cortadas invariablemente en ángulos rectos. La ciudad contiene todos los establecimientos y objetos públicos que distinguen á una localidad populosa y civilizada; pero todo carece allí de distincion á causa de la fría uniformidad de todas las construcciones. El palacio gran-ducal, que contiene una considerable biblioteca y colecciones artísticas generalmente mediocres, no es notable como monumento sino por la inmensidad de su fachada, que mide una longitud de mas de 560 metros.

Por lo demas, Mannheim es un centro notable de produccion agrícola (en la cual figuran principalmente los granos, el cáñamo, el lino, el tabaco y el lúpulo, que pueblan las llanuras vecinas), y contiene algunas manufacturas importantes de tejidos de lino, cáñamo y lana.

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Como el ferrocarril que gira entre Heidelberg y Darmstad va orillando la base occidental de la cadena de montañas llamada de Odenwald, que cubre una parte notable de la banda superior del territorio de Hesse-Darmstad, el paisaje tiene en todo el trayecto un aspecto completamente análogo al de las comarcas badenses de que he hablado. Las llanuras se extienden hácia el Rin con gran lujo de vegetacion y esmerado cultivo, y las montañas presentan siempre un conjunto gracioso por las formas y melancólico por las tintas oscuras de sus espesos bosques.

El gran ducado de Hesse-Darmstad, que ocupa el 9° rango en la Confederacion Germánica, es uno de los ménos considerables de los Estados secundarios. Su territorio, que en la parte superior comienza en la línea del Nékar, se divide en dos porciones desiguales, una limítrofe de Báden, Franconia, Francfort, Hesse-Electoral y Nassau, y la otra sobre la márgen izquierda del Rin. Montañoso en parte, y en parte enteramente llano, sobre las márgenes del Rin, ese teritorrio contiene una extension superficiaria de 8,405 kilómetros cuadrados y en 1858 contaba 854,300 habitantes (de ellos 450,000 protestantes), lo que da la proporcion, muy poco comun, aun en Europa, de mas de 101 habitantes por kilómetro cuadrado.

El gran-ducado de Hesse-Darmstad que, como el de Báden y los demas del Rin central, hace parte del Zolverein aleman, ha pasado por todas las vicisitudes que las guerras entre Alemania y Francia, y sobre todo las de Napoleon, hicieron pesar sobre los Estados alemanes mas expuestos al choque. Puede decirse que la verdadera constitucion del gran-ducado no data sino de 1806, época en que el príncipe del electorado anterior, bajo los auspicios de Napoleon, agrandó sus dominios á expensas de otros pueblos y figuró como miembro de la efímera «Confederacion del Rin». Pero el gran-duque supo hacer su negocio, volviendo á tiempo sus armas contra el emperador frances, y gracias á eso obtuvo sus ventajas en la gran partija que, bajo el nombre de restauracion, hizo el Congreso de Viena en 1815.

En 1820 quedó organizado el gran-ducado con el carácter de monarquía constitucional, dotado de instituciones relativamente liberales que la revolucion desarrolló en 1849. Pero la reaccion general de 1851 puso coto á las mas importantes libertades, y desde entónces el gobierno de Darmstad ha figurado en el grupo de los numerosos Estados coligados en la Confederacion contra el progreso de las ideas democráticas, mostrándose perseverante en esa guerra que casi todos los príncipes alemanes hacen á los pueblos que con tanta paciencia los toleran.

Sinembargo de la mezquindad con que gobiernos como los de Hesse-Cassel, Hesse-Darmstad, Nassau y otros se oponen al movimiento liberal que agita al pueblo aleman, no por eso creo que merezca absoluta censura la resistencia que esos pequeños Estados manifiestan respecto de las tendencias unitarias. En mi concepto, el partido democrático aleman ha comprometido mucho la causa de la democracia al empeñarse, contra la lógica y la conveniencia, por hacerla solidaria del unitarismo. Nada mas sano, progresista y ventajoso que hacer de la Alemania una verdadera Confederacion, es decir, un cuerpo de Estados completamente autónomos en su gobierno interior, pero ligados por principios comunes de ciudadanía y derecho público,aduanas, diplomacia, ejército y marina comunes y un presupuesto nacional. Eso implica una combinacion parlamentaria y gubernamental en que estén representadas la unidad social é internacional del gran pueblo aleman y la autonomía de los diversos gobiernos.

Pero de esa organizacion, que sería lógica, realmente democrática y fecunda, en lugar de la extravagante complicacion actual de tantos Estados antagonistas y gobiernos enemigos de los pueblos,de esa combinacion á la unificacion completa, aunque disimulada, la distancia es muy grande. La democracia nada puede ganar en Alemania, ni en ningún país del mundo, con la centralizacion unitaria, puesto que los pueblos son siempre mas libres á medida que fiscalizan y tocan mas de cerca los intereses de su administracion y los actos de sus gobernantes.

Por otra parte, la Alemania perdería inmensamente con la centralizacion política, bajo el punto de vista moral, intelectual y económico. El habitante de Estuttgard ó de Munic en nada se parece al de Hamburgo ó Lubeck, ni el de Viena al de Colonia. Cada grupo aleman tiene su índole propia, su método particular de creacion ó de accion, en filosofía y literatura, en punto á ciencias y bellas artes, y en asuntos de administracion y economía. El dia que toda la Alemania se viese sometida al nivel de la unidad, todos ó casi todos sus grupos, absorbidos por Viena ó Berlin, perderían su tipo particular, su originalidad y espontaneidad de accion; el pueblo aleman dejaría de ser lo que es: uno de los mas grandes pueblos del mundo,el mas estudioso y erudito, el mas fecundo en ideas nuevas é investigaciones originales; el iniciador por excelencia de cuantas verdades se encarga Francia de someter á criterio rigoroso para simplificarlas y vulgarizarlas, despues de lo cual Inglaterra las somete á la prueba definitiva de la experiencia; y tambien, permítaseme decirlo, uno de los pueblos mas sanos, de instintos mas dulces y candorosos, y el mas modesto de cuantos ocupan la primera línea en el movimiento de la civilizacion.

Que el lector me perdone esta digresion, apoyada en las observaciones que he hecho en toda la Alemania, y volvamos a ocuparnos únicamente de Darmstad. La poblacion del gran-ducado es notablemente vigorosa, laboriosa y honrada. Las sectas religiosas gozan allí de libertad, se toleran y son numerosas. La gran mayoría pertenece á la iglesia luterana; los católicos apénas componen la cuarta parte de la poblacion total, en seguida figuran por su número los calvinistas, y luego los judíos, que pasan de 28,000.

Aunque hay algun movimiento fabril en el país, la agricultura es la base general de su riqueza, produciendo maderas en las montañas, excelentes vinos en las márgenes del Rin, y en las llanuras toda clase de cereales (mucho maíz), tabaco, plantas filamentosas, lúpulo, papas, frutas, etc. El país es fértil y rico, y la poblacion parece estar bien distribuida.

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Darmstad, la ciudad capital, que cuenta unos 33,000 habitantes (de los cuales poco mas de 2,500 son católicos) es curiosa por la diferencia muy marcada que presentan las dos partes de que se compone: la vieja, que data de algunos siglos, sin rango de ciudad, y la nueva, cuya ereccion fué terminada apénas en 1830. Tanto la parte nueva como la vieja están fortificadas,mediando entre la ciudad y sus murallas un vasto espacio que apénas está hoy cubierto de jardines, pequeños parques y paseos, generalmente graciosos y agradables.

Es al traves de la parte moderna que circulan los viajeros al dejar la estacion del ferrocarril, concibiendo desde luego la mejor idea al penetrar por la hermosa calle del Rin en direccion á la plaza Luisa y el Palacio-viejo. Pero en breve la ilusion se disipa, porque el viajero se apercibe de que se halla en medio de un inmenso tablero de damas de la mas fastidiosa y monumental monotonía. Donde quiera calles enteramente pulcras, anchas como plazas, tiradas rigorosamente á cordel y cortadas como á compás en porciones absolutamente iguales, con los mismos pavimentos, el mismo aspecto, el mismo silencio y la soledad mas soñolienta que se puede imaginar. Donde quiera casas de igual altura, con puertas, ventanas, techos, piedras y colores matemáticamente iguales en todo y por todo; de manera que cada cuadra parece una sola casa, y que al volver cada esquina cree uno haber comenzado á recorrer de nuevo la misma calle que acaba de transitar. Tal parece como si cada ventana abierta remedase un bostezo de la ciudad, y cada puerta cerrada el sueño profundo de los 33,000 habitantes de aquella capital-cuartel. Realmente, Darmstad es tan fastidiosa en su parte nueva, que el recorrer sus calles dan ganas de acotarse con toda franqueza, sobre los baldosas de una acera, á dormir el sueño eterno de los justos, con la esperanza de despertar, por via de compensacion, en medio de un carnaval italiano.

La ciudad no carece de monumentos interesantes, como el Castillo ó Palacio-viejo, la iglesia de los católicos y la columna y los edificios de la plaza Luisa. Una de las cosas que hacen mas estimable á la Alemania, como pueblo literato y artista, y muy interesante para el viajero, es la profusion y riqueza de sus museos, sus bibliotecas, sus universidades y aún los magníficos parques y jardines de las ciudades, casi todos de estilo inglés. Así, cuando falta todo movimiento industrial y comercial, como sucede en Darmstad, siempre se encuentra en los palacios y otros edificios públicos algo que, ademas de agradar é instruir al viajero, le da una idea bastante clara de la índole literaria ó artística y la ilustracion del pueblo aleman, la mas vasta en Europa, la mas cosmopolita, y la mas sólida bajo ciertos aspectos.

El Palacio-viejo es un vasto edificio rodeado de jardines, que ademas de ser habitado por el príncipe heredero contiene: la biblioteca nacional, compuesta de mas de 115,000 volúmenes, cerca de 100,000 folletos y unos 500 manuscritos, de los cuales algunos son preciosos y de gran mérito por sus trabajos artísticos y la riqueza de sus adornos en piedras preciosas; el museo de pinturas (unos 750 cuadros generalmente mediocres, aunque no faltan unos 40 de bastante mérito); el museo de historia natural, rico y bien acondicionado; en fin los museos de antigüedades, medallas y monedas.

La iglesia de los católicos, situada en una eminencia, dominando varias calles espléndidas, es un monumento curioso por su forma circular, que le da el aspecto de un teatro, y su falla de torres y fachada ostentosa, cosas singulares en una iglesia católica. La inmensa rotunda que le sirve de techo, apoyada sobre un círculo de columnas muy considerables, tiene un aspecto grandioso. Baste decir que esa rotunda mide 75 metros de diámetro, lo que es enorme, y 41 de elevacion.

Por último, la plaza Luisa, aunque triste y solitaria, llama la atencion por los edificios que la encierran (entre ellos el Palacio-nuevo del gran-duque y el Colegio, ámbos notables por su sencillez) y sobre todo por su extraña columna acanalada, de gres rojo, que tiene mas de 44 metros de altura y está coronada por la estatua colosal del gran-duque Luis Iº, que fué el fundador de la nueva Darmstad.

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De Darmstad á Francfort la via es generalmente desapacible, girando al traves de llanuras bien cultivadas pero monótonas. Poco ántes de llegar á Francfort el tren se detuvo delante de una pequeña localidad rodeada de jardines y huertos, donde tienen sus casas de campo muchos de los opulentos banqueros y negociantes de la activa capital de la Confederacion. Al continuar el tren su ruta entró á nuestro carruaje un sujeto vestido con mucha sencillez, á estilo americano, alto, robusto y de fisonomía franca. Llevaba sobre las rodillas un gran canasto con magníficas uvas de varias clases que acababa de hacer coger en sus jardines para ofrecer á su familia. En breve, al oirnos hablar en español, nos dirigió la palabra, con cierta mezcla de familiaridad y respeto, diciéndonos con acento perfectamente yankee: «Cabaliero, ers Ursted y su seniora espanioles?»

Respondímosle que éramos hispano-colombianos, y como su provision de lengua castellana no era muy abundante, nos preguntó si hablábamos inglés. Al ver que podia entenderse con nosotros en su lengua y que éramos hijos del Nuevo Mundo, se manifestó muy amable, nos regaló hermosos racimos de uvas, y, como si fuésemos amigos viejos, nos trató con la mayor cordialidad. Luego luego nos dió cuantos preciosos informes podian importarnos acerca de Francfort, con explicaciones muy interesantes, y nos ofreció mil pequeños servicios. Al salir del tren, se apresuró á conducirnos al mejor hotel y recomendarnos muy particularmente á la consideracion del hostelero y sus sirvientes, y luego nos pidió permiso para volver despues de algunas horas á visitarnos.

Como no conocíamos por experiencia el tipo yankee de buena calidad, nuestro amigo improvisado nos parecia por lo ménos muy singular, y aunque no nos ocurrió ningún pensamiento de desconfianza ofensiva, no obstante que sabíamos que en los ferrocarriles, los hoteles y los teatros de Europa es muy fácil dar con insignes caballeros de industria, no podiamos explicarnos la excesiva obsequiosidad de nuestro desconocido amigote, inmerecida de nuestra parte, sino suponiendo en él un carácter excéntrico en notable grado.

Tres horas despues Mr. D** llegó en su hermoso coche delante del hotel, y entró á suplicarnos que le permitiésemos presentarnos á su familia y que tomásemos el té en su casa. Era imposible no aceptar invitacion tan galante, y ademas nuestra curiosidad estaba vivamente excitada. Mr. D** nos llevó en su coche á su casa, amueblada con elegante lujo, y nos presentó á su familia, compuesta por el momento de una bella señorita, una señora amable y llena de sencillez en su porte, su trato y sus atavíos, y dos señoras mas de su parentela, poco mas ó ménos análogas en sus fisonomías y maneras. Despues de los cumplimientos de ordenanza la conversacion se hizo en breve familiar; cada cual, excepto la modesta señorita, nos hacia cien preguntas llenas de inocente curiosidad respecto de la naturaleza de nuestro país, las costumbres de nuestra sociedad, etc., etc. Luego tuvimos la sencilla explicacion de las bondades de Mr. D**: por una parte, su carácter personal era naturalmente obsequioso, ademas de lo que en ello influian los hábitos y la índole de la buena sociedad setentrional de los Estados Unidos; por otra, le movia un sentimiento de gratitud muy singular. Durante un viaje hecho á Méjico, algunos años antes, habia recibido servicios de hospitalidad muy generosos en ese país, concibiendo un afecto profundo por la sociedad hispano-colombiana. Así, al vernos, habia creido poder corresponder indirectamente las finezas de que habia sido objeto, mostrándose amable con dos colombianos desconocidos. Había para mí no sé qué de profundamente típico en ese espíritu de personificacion de las razas que parece dominar al Yankee de raza pura. Diré tambien que la circunstancia de haber conversado en inglés con Mr. D**, particularmente mi esposa, influyó mucho en nuestro favor. Mr. D** era nada ménos que uno de los mas fuertes propietarios de los valiosos ferrocarriles de Francfort, y sinembargo no hacia la menor ostentacion de su riqueza.

En cuanto á su familia, su carácter era tal que mas tarde, mediante la observacion, pudimos convencernos de que era típico de la buena sociedad femenina de Alemania. Las señoras hablaban tres lenguas de primer órden, mostraban en todo muy buen sentido, un sentimiento natural de sencillez y candor, una conciencia pura, pero muy poco persuadida de la importancia de su sexo, un espíritu de hospitalidad sincera, afectuosa y sin ostentacion, mucha curiosidad de los cosas sociales, y sobre todo una exquisita benevolencia de inclinaciones y de afectos de familia. Mas tarde diré lo que pienso, en general, de la mujeres de Alemania y de las costumbres del país.

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CAPITULO VI.

DOS ESTADOS ALEMANES.

La república de Francfort;su importancia comercial y política.La ciudad de Francfort;su situacion;su movimiento social;sus banqueros y sus judíos.El ducado de Nassau.Wiesbáden y sus cercanías.


La ciudad de Francfort ó Frankfurt-am-Main, sea que se la considere simplemente como un centro de actividad social, sea como Estado ó entidad política de la Confederacion Germánica, es, sin disputa, una de las mas curiosas é interesantes manifestaciones del genio y la civilizacion de Alemania. En ninguna parte se ve tan patente el contraste de todas las cosas, la contradiccion, la discordancia profunda que reina entre las ideas y los hechos, entre las aspiraciones y las tradiciones del pueblo aleman,pueblo simultáneamente soñador y laborioso, fantástico y negociante, erudito y artista, judáico y cristiano, creyente y filósofo, liberal y feudatario, republicano y aristócrata, singular, contradictorio en todo....

Francfort fué muy atendida y fortificada por Luis el Bondadoso (emperador franco de orígen) en 838; fué la capital del reino germánico de Austrasia, en 843; fué erigida en ciudad-libre aristocrática, en 1154; fué capital de un gran-ducado artificial (de la fábrica de Napoleon) en 1805; fué capital del imperio-república que inició la revolucion en 1849; y hoy conserva su carácter de república ó ciudad libre y miembro de la Confederacion. Así, Francfort ha hecho todos los papeles, bajo el punto de vista histórico-político, gracias á su antigüedad, su posicion central y otras circunstancias; y en la actualidad tiene el honor de ser la capital aparente de esa aparente reunion de antagonistas de todos estilos que se llama la Confederacion de Alemania.

Bajo otro aspecto, Francfort, en otro tiempo plaza fuerte, ha sido el objeto de cien combates y ocupaciones y de numerosos actos de violencia militar, ora en las luchas puramente germánicas, ora en las franco-alemanas ó las europeas. Pero al mismo tiempo que ha sido un objeto tan importante en la guerra, lo ha sido muy poderoso en la paz, es decir, para el comercio, el crédito y la industria,porque sus enormes capitales, sus opulentos banqueros, son acaso, despues de los de Lóndres, los que ejercen mayor peso y mas influencia en los negocios de crédito de Europa.

En Francfort nacieron, crecieron y ganaron gloria ó fortuna dos hombres que han ejercido una formidable influencia en Europa: Goethe y Rothschild;Goethe, el genio que ha hecho avanzar mas poderosamente la literatura alemana, el gran poeta-práctico de esa gran raza; y Rothschild, el hombre que, levantándose de la nada, gracias á la actividad, la confianza ajena y la probidad (las tres condiciones del crédito), ha hecho del banquero un rey en la sociedad moderna, del crédito uno de los mas fecundos y formidables agentes de la civilizacion.

En Francfort viven el intolerante papista, el rígido calvinista y el severo luterano, representantes de las horribles luchas religiosas que han desolado al mundo; pero viven tambien millares de judíos, y reina el israelita opulento, á quien el espíritu moderno ha permitido emanciparse por medio del dinero,lo que no deja de ser un sarcasmo para la civilizacion contemporánea.

Y todavía las contradicciones se manifiestan en Francfort bajo otros aspectos. Allí descuellan las mas vigorosas manifestaciones de la industria: bancos, fábricas, almacenes y ferrocarriles,al mismo tiempo que una multitud de brillantes establecimientos de enseñanza, ricos y hermosos museos, bibliotecas y colecciones artísticas, y un notable jardin botánico-zoológico. Allí contrastan los mas antiguos monumentos de la edad feudal y muchas callejuelas tortuosas, estrechas, extravagantes y del aspecto mas original, con los edificios sencillos y grandiosos del tiempo actual, los lindos jardines, las anchas calles tiradas á cordel y las elegantes casas que representan la aspiracion á lo confortable, limpio y de buen gusto.

Allí vive tambien una sociedad heterogénea bajo todas sus formas. Vegeta, embrollando los negocios, una Dieta federal que representa la ambicion, los intereses y el egoismo suspicaz de los gobiernos ó soberanos; y se agita una prensa libre y activa, representante de la soberanía de la opinion. Existe un gobierno democrático, en su intencion y en los hechos, y lo ejerce un Senado semi-aristocrático por su composicion. Hay una república en el conjunto, cuyo cuerpo legislativo es de composicion heterogénea, y esos republicanos están divididos en tres clases muy distintas: nobles (unas once antiguas familias), ciudadanos ó vecinos (los mercaderes, etc.), y paisanos ó plebeyos de la campaña.

Así, lo repito, Francfort es original, contradictoria en todo. La edad média subsiste al lado de la edad moderna; el cristianismo vive, calle de por medio, con el judaismo; la libertad con el privilegio, el arte con la ciencia, la soberanía de los príncipes con la soberanía de la opinion, las iniquidades tradicionales con la justicia de las aspiraciones modernas. La Alemania tiene, pues, su mas conspicuo representante en Francfort.

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La república de Francfort, incrustada entre los territorios de Hesse-Darmstad y Nassau, contiene una área total de 48 kilómetros cuadrados, y se compone de la ciudad capital, con su arrabal de Sachsenhausen, dos pequeñas villas y cinco aldeas, con una poblacion general de cerca de 74,000 individuos (sin contar la guarnicion federal) de los cuales cerca de 68,000 corresponden á Francfort y su arrabal. De esa poblacion, 8,000 pertenecen al catolicismo, mas de 6,000 al judaismo, mas de 3,000 al calvinismo, y los demas á la comunion luterana. Las rentas y los gastos anuales del Estado alcanzan por término medio á 445,000 talers, y la deuda á 5,000,000. El Estado, en asocio de Hamburgo, Brémen y Lubeck, ocupa el 17° rango en la Confederacion alemana, y el 2° entre las cuatro repúblicas ó ciudades libres.

Situada en medio de una llanura, á corta distancia de la cadena de bajas montañas llamada Taunus, Francfort tiene su base en las dos márgenes del rio Main, extendiéndose sobre la derecha la ciudad propiamente dicha, y sobre la izquierda el arrabal de Sachsenhausen. El país vecino no es hermoso por su topografía; pero el cultivo esmerado de las campiñas, los innumerables y bellos jardines de los alderredores, que han reemplazado las antiguas fortificaciones, y el panorama del rio y las localidades vecinas, le dan al conjunto un aspecto gracioso y pintoresco durante la época de vegetacion.

Si la agricultura de esas campiñas apénas alcanza para las necesidades de la poblacion, la industria fabril de la ciudad tiene mucho mayor importancia, particularmente en artículos de joyería. Pero lo que constituye la verdadera importancia de Francfort es su enorme acumulacion de capitales al servicio de todas las especulaciones de crédito, su gran movimiento comercial de cambios para toda la Alemania, y la concentracion de cuatro líneas de ferrocarriles que sirven de lazo de union á todos los alemanes y á muchos del continente establecidos en otros países. No es fácil apreciar hasta qué punto la riqueza, la actividad y las comunicaciones de Francfort influyen sobre la economía de toda la Alemania y aun de casi toda la Europa, ya facilitando los viajes y las transacciones, ya concurriendo á todos los empréstitos de los gobiernos y las grandes compañías, ó fomentando empresas muy diversas en todos los países. Bajo este aspecto, Francfort concurre con Lóndres, Paris, Amsterdam y Hamburgo á constituir esa irresistible soberanía que el dinero y el crédito ejercen en Europa y que se hace sentir en todas las regiones del mundo.

En Francfort el tiempo ha clasificado muy distintamente las manifestaciones de la vida social. Así, en los alderredores, en las cercanías del vasto semicírculo que ántes describian los fortificaciones, tocando en sus extremidades á la márgen derecha del Main, no se ven sino hermosos barrios enteramente nuevos, vastos y graciosos jardines, alegres quintas, calles anchas y rectas de completa regularidad, alamedas en las vias carreteras, casas elegantes, todas de construccion uniforme y casi todas pintadas; en fin, las estaciones de los ferrocarriles, siempre repletas de viajeros y en incesante actividad.

Pero si penetrais al interior de la ciudad, sea por la puerta San-Gallus, para pasar por delante de la iglesia de Weissfrauen y la casa de Goethe; sea por la puerta del Taunus, desembocando en la plaza del Rorsmark; sea en fin por la puerta Roekenkeimer y la plaza del Teatro, encontrareis en todas las casas un aspecto completamente distinto, no obstante que las nuevas construcciones van invadiendo la ciudad de la edad média y borrándole algunos de sus rasgos característicos. Allí hallareis un gran movimiento de negociantes, obreros y mercancías, de viajeros curiosos, de gentes de los mas diversos tipos. De cada diez casas seis por lo ménos os llamarán la atencion por sus extrañas formas, sus techos puntiagudos, sus fachadas triangulares, sus balcones esculpidos, sus curiosas ventanas superpuestas ó pareadas de un modo singular, sus muros compuestos de trozos de madera conbinados en forma de red, sus tejados que parecen madrigueras de ratas ó palomares amontonados en desórden.

Hallareis un laberinto de callejuelas muy angostas, tortuosas, extravagantes en todo, pasablemente sucias (en los barrios de los israelitas y los católicos particularmente), monumentos sumamente curiosos, palacios que resumen las mas interesantes tradiciones, mercados públicos en que el campesino aleman muestra toda la originalidad de su tipo, en fin un espectáculo que impresiona vivamente al viajero de distinta raza y civilizacion.

Una de las curiosidades mas renombradas de Francfort ha sido la calle de los Judíos, que Víctor Hugo y otros observadores han descrito con mucha energía. Hoy esa calle ha perdido mucho de su carácter particular, á virtud de demoliciones y reconstrucciones importantes, y los habitantes de ese triste barrio tienen una posicion bien distinta de la que en otro tiempo los hizo interesantes. Verdad es que la ley no los ha emancipado todavía, implacable en su miserable egoismo que niega el carácter de ciudadano al que no es cristiano. Pero al ménos el israelita tiene seguridad en su culto, su industria, su persona y su propiedad, el dinero le ha servido para emanciparse civilmente en Alemania como en Inglaterra y otros países, y la nocion de la justicia ha hecho grandes progresos respecto de esa raza perseguida, tan laboriosa como perseverante. Hoy ella trata de regenerarse, sea entrando en las comuniones cristianas, sea modificando el judaismo en el sentido del libre exámen y el progreso. Si ántes los Judíos de Francfort fueron tan cruelmente tratados, hoy su condicion es muy distinta, y si han de conservar sus costumbres de usura, ocultacion, especulaciones sobre harapos y cosas viejas, desaseo repugnante y espíritu estrecho de raza ó comunion, el juicio que en lo futuro se forme les atribuirá la mayor parte de la responsabilidad.

Por curioso que sea todavía el barrio de los Judíos en Francfort, el lector me permitirá que reserve mis descripciones respecto de esa raza para el capítulo en que mas tarde hablaré de Praga, porque es en esta ciudad donde he creido hallar mejor caracterizadas las costumbres de los judíos alemanes.

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Los mas interesantes monumentos públicos de Francfort son: el palacio llamado Rómer, la Bolsa, la catedral ó Dom, la Biblioteca, los museos Stoedel y Bethman, y las estatuas consagradas á Goethe y Guttemberg. El edificio llamado Rómer, de aspecto singular y muy antiguo, guarda las tradiciones históricas de Francfort y del antiguo imperio de Alemania. Allí existen los archivos de la ciudad y tiene sus sesiones muy modestamente el Senado de la república. El salon principal, donde se reunian los Electores ó potentados del imperio á elegir el Emperador (en los tiempos en que los soberanos debian su poder a una ficcion ó forma elecionaria, sin consideracion al derecho divino de sucesion),el salon principal, digo, embelesa todavía á muchos Alemanes y es el orgullo de la ciudad, porque contiene los retratos de cuerpo entero de todos los emperadores de Alemania, y algunos trastajos que les pertenecieron.

La Bolsa no es notable sino por el extravagante contraste de su parte interior, de estilo casi morisco, y la exterior, adornada con estatuas y una fachada de aspecto muy diferente. Acaso ese edificio es el mas cosmopolita que existe en Europa, en cuanto a sus formas exteriores, pues sus estatuas representan no solo la Esperanza, la Prudencia y el Comercio marítimo y terrestre, sino tambien las cinco grandes regiones del mundo.

El Dom, aunque es el mejor monumento religioso de Francfort y no carece de mérito y curiosidades, es muy subalterno en comparacion de otras catedrales góticas de Alemania. La Biblioteca es un edificio moderno, bien apropiado á su objeto y bastante rico en libros impresos y manuscritos, que componen mas de 100,000 volúmenes. La coleccion de cuadros de pinturas que se halla en la parte baja no contiene obras bien dignas de atencion.

No sucede lo mismo respecto del bello y rico Museo Stoedel, fundado por un opulento negociante de ese nombre. Ese generoso patriota y amigo de las artes del dibujo legó á la ciudad sus casas y colecciones y un capital de 1,200,000 florines para fundar el Instituto que existe, que es al mismo tiempo un museo y una escuela especial. Las colecciones son ricas y variadas, y desde el vestíbulo se encuentra con agrado el culto del arte en dos bellas estatuas de mármol que representan á Rafael Sanzio y Alberto Düren. Los numerosos salones de las galerías contienen muchos centenares de cuadros antiguos y modernos, representantes de todas los escuelas. No son pocas las obras maestras que hay en la coleccion, particularmente de las escuelas italianas, holandesa, flamenca y alemana.

No nos fué posible visitar el museo Bethman, de escultura, que pasa por ser generalmente mediocre, si bien contiene un objeto excepcional de gran fama: la estatua de Ariana, obra de mármol primorosa por la composicion y ejecucion.

El monumento consagrado á Goethe, en el centro de una plaza ó muy ancha calle sombreada por grandes árboles, es digno de ese gran genio y de la ciudad que fué su cuna. Es una hermosa estatua de bronce de gran tamaño (de mas de 14 piés de altura) que reposa sobre un pedestal del mismo metal, de 12 piés de elevacion, y representa al ilustre poeta, filósofo y pensador universal, de pié, apoyado contra un tronco de encina y con una corona de laurel en la mano izquierda. Lo mejor del monumento es el pedestal, cuyos magníficos relieves representan las tres Musas de la poesía y las principales creaciones de Goethe: Fausto y Mefistófeles, Miñon y Guillermo Meister, Tasso, Ifigenia, Herman y Dorotea, Prometeo, etc.

No léjos del monumento de Goethe está otro, compuesto de tres grandes estatuas de bronce, formando grupo y representando á los tres hombres que, de diferentes modos y en diverso grado, concurrieron á la invencion y aplicacion primera de la imprenta: Guttemberg, Fust y Schoeffer. Esa union fraternal de los tres primeros obreros de la publicidad es un noble símbolo bien digno de alabanza.

Apropósito de imprenta haré notar que en Francfort se publica el mas antiguo periódico del mundo: el Diario de Francfort, cuyo primer número apareció en 1615.

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La transicion que hace el viajero de Francfort á Wiesbáden (la ciudad principal del ducado de Nassau) es violenta, no obstante que la distancia es corta ó de pocas horas de ferrocarril, siguiendo la via que conduce directamente á Cástel (lugar situado sobre la márgen derecha del Rin, enfrente á Mayenza) y volviendo hácia el nordeste en direccion á los montes del Taunus.

En efecto, en Wiesbáden la topografía es variada y pintoresca en extremo; el país es montañoso y muy distinto de las llanuras que rodean á Francfort; el movimiento industrial y comercial es casi nulo; y en vez de los bancos y las manifestaciones de la vida fecunda, no sobresalen sino los objetos y las costumbres que indican la aspiracion al goce, la inquietud de la ociosidad y una tendencia viciosa. En Francfort se crean capitales; en Wiesbáden se juegan y disipan.

El contraste no es ménos notable, respecto de Francfort, en cuanto á la situacion política. El ducado de Nasau (ó Nassau) es en apariencia uno de los mas liberales de Alemania, si se atiende á su Constitucion de 1814. Pero la política del gobierno es notablemente retrógrada; la prensa no goza, de hecho, de libertad suficiente, ni la asociacion tampoco; el príncipe reinante piensa mas en sus provechos dinásticos que en los intereses del pueblo; y como las Cámaras legislativas no representan sino á las clases privilegiadas, la administracion puede impunemente persistir en su política de resistencia. Haré notar, sinembargo, en honor del ducado de Nassau, que la instruccion pública tiene allí muy notable desarrollo. Así, ademas de varias escuelas ó colegios importantes, existen unas 28 de distrito y cerca de 700 elementales, lo que es muy considerable para una poblacion de 432,000 habitantes que ocupan un territorio de 4,546 kilómetros cuadrados de superficie. Esa poblacion está distribuida, según las religiones, así: 226,000 luteranos; 199,000 católicos y 7,000 israelitas. Las dos grandes comuniones cristianas tienen representacion especial en las Cámaras legislativas.

El territorio de Nassau, comprendido entre el Rin (ribera derecha) y sus afluentes el Main y el Lahn, casi paralelos entre sí, es enteramente montañoso. La agricultura es la base principal de su produccion, y en segundo lugar la minería. Los productos agrícolas son los mismos que en Báden, siendo de notar particularmente las maderas de vastas y magníficas florestas, los vinos superiores (entre estos el famoso Johannisberg), producto de las viñas establecidas en las riberas de los tres rios, y las frutas de innumerables huertos de las faldas meridionales del Taunus.

Wiesbáden, que contiene poco mas de 15,000 habitantes y es la capital del ducado, es una ciudad de muy pintoresca situacion y rejuvenecida en su mayor parte, gracias al atractivo de sus aguas minerales, que sirven de pretexto al juego desenfrenado, la ostentacion y la ociosidad de gran tono, durante los meses de verano y el principio del otoño. En realidad Wiesbáden no es mas que la reproduccion de Báden, en su carácter principal, lo que me dispensa de hacer descripciones detalladas. La casa de la Conversacion es, sinembargo, mas vasta y curiosa, y ofrece en los jardines y parques que la rodean, como en las calles y alamedas vecinas, y en sus inmensas galerías, repletas de curiosidades artísticas y mil objetos de lujo y capricho en venta, un conjunto mas atractivo, mas agradable y variado que el de la Casa de Conversacion de Báden.

En las cercanías del inmenso edificio,templo elevado por el duque reinante (mediante utilidad) al juego y la vanidad, así como á la curiosidad inocente de muchos excursionistas,se desarrollan de un lado magníficos jardines y parques al pié de graciosas colinas coronadas por soberbias quintas, algunas de exquisito gusto en su estilo de construccion. Por allí vaga alegremente la turba de elegantes ociosos y de lujosas cortesanas, que ostentan su hermosura cosmopolita y su fortuna de cotizacion mas ó ménos anónima. Del otro lado de la Casa de Conversacion, hácia la parte nueva de la ciudad, se ven calles espléndidas sombreadas por alamedas y orilladas por vastos y lujosos hoteles que parecen palacios, habitados principalmente por familias inglesas y excursionistas franceses.

Despues, algunas vias carreteras conducen, por los planos inclinados de una sucesion de risueñas colinas y por en medio de numerosas quintas y bonitos bosques y verjeles, á sitios de los alderredores muy solicitados por los viajeros, ya por su belleza pintoresca ó algunos monumentos curiosos, ya por los puntos de vista que ofrecen sobre el rico país circunvecino y las llanuras y riberas del Rin.

Entre aquellos monumentos el mas interesante es la preciosa capilla griega ó de estilo bizantino ruso, llamada Mausoleo, que el duque reinante hizo construir en 1852 en honor de su esposa difunta, princesa de Rusia. Ese monumento, situado sobre una colina solitaria, en medio de bosques, á 5 kilómetros de Wiesbáden, es realmente una primorosa muestra del estilo griego moderno, tanto por la forma singular de sus muros de mármol y sus cinco cúpulas doradas, como por la magnificencia con que en el interior está prodigado ese lujo de dorados, mármoles y frescos que da tan mundanal aspecto á los templos y capillas del arte bizantino moderno.

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CAPITULO VII.

EL RIN.

Cástel.Mayenza.Las riberas del rio.Una hija de la pérfida Albion, á bordo de un vapor y en tierra.


Al volver de Wiesbáden á la márgen derecha del Rin, descendimos del tren en Cástel ó Kastel, pequeña localidad que sirve de cabeza al puente de barcas echado sobre el rio, llenando una funcion análoga, respecto de Mayenza, á la que corresponde á Kehl respecto de Estrasburgo. Así, Cástel no es en realidad sino un arrabal fortificado ó dependencia de Mayenza, cuyo destino es proteger el puente, facilitar el cobro de peajes y ofrecer al mismo tiempo un embarcadero para los vapores y barcas que navegan el Rin y para el ferrocarril que conduce á Francfort. Nos apresuramos, pues, á pasar á Mayenza, ciudad de 38,000 habitantes, que es la capital del territorio que el gran-ducado de Hesse-Darmstad tiene sobre la márgen izquierda del Rin.

Toda la importancia de Mayenza, bajo el punto de vista de la historia y la filosofía social, se resume en dos palabras: fortificaciones é imprenta, que representan el genio destructor de la guerra ó los conquistadores, y el genio creador de Guttemberg, ese divino conquistador de la soberanía perdurable del pensamiento. En efecto, en Mayenza todo hace recuerdar los horrores de la guerra, todo tiene el sello amenazante de las preocupaciones belicosas; al mismo tiempo que en el seno de tantas fortificaciones reinan el nombre y la memoria de Guttemberg y sus compañeros de fecunda labor. Si á las formidables fortificaciones de triple circunvalacion, y la casa y estatua de Guttemberg, agregamos la muy notable catedral de Mayenza, tendremos que sus tres objetos verdaderamente importantes caracterizan vigorosamente el conjunto de las evoluciones de la sociedad europea desde los tiempos de la edad feudal hasta hoy. La catedral, de estilo gótico-romano, ó la Religion;las fortificaciones, ó la Guerra de conquistas, emancipacion y regeneracion;la humilde casa y la estatua de Guttemberg, ó la Curiosidad ó insaciabilidad del alma, aspirando á conocerlo todo, vulgarizar la verdad y establecer el cosmopolitismo de las ideas: tales son, en definitiva, los grandes rasgos de las evoluciones humanas despues del advenimiento del cristianismo.

El orígen de Mayenza data de ántes de la era cristiana, aunque, á decir verdad, esa ciudad fuerte ha sido tantas veces medio destruida y reconstruida, por causa de las luchas sucesivas de los bárbaros, del feudalismo primitivo, del imperio germánico y de las guerras europeas ó franco-alemanas, que casi no se puede fijar una fecha exacta para indicar la edad de la patria adoptiva de Guttemberg. La historia conserva grandes tradiciones de la vida política y militar de Mayenza, cuyo papel ha sido tan notable, particularmente en las guerras de la gran Revolucion francesa. Es digno de notarse que, así como en esa ciudad vivió el hombre que debia revolucionar con la imprenta la vida del espíritu humano, fué de allí que surgió tambien, en 1247, esa célebre Liga del Rin que echó las bases de la destruccion del vandalaje permanente de los señores feudales.

Echado un golpe de vista sobre las fortificaciones, que describen un inmenso y triple semicírculo; sobre las calles de la ciudad, generalmente sucias y de aspecto análogo al de las que ofrecen las ciudades flamencas; sobre el largo malecon de la orilla del Rin, encerrado estúpidamente entre el rio y una fila de murallas inútiles, y sumamente desaseado; y sobre el palacio gran-ducal, donde se hallan reunidos algunos museos mediocres y una considerable biblioteca, rica en manuscritos alemanes de los llamados incunables, no queda mas que ver que la catedral y la bella estatua de Guttemberg. Esta es una obra de bronce muy notable, ejecutada conforme á un modelo del célebre Thorwaldsen.

La catedral es un monumento extraño por sus formas exteriores y sumamente curioso por las interiores y las esculturas y antigüedades que contiene. No he visitado talvez una catedral de interior tan sombrío como el de la de Mayenza, cuya historia relata muchas vicisitudes. Esta catedral carece de fachada, y al observar su conjunto no parece sino una masa informe de piedra pintada. En su interior presenta en cada una de sus extremidades un coro ó especie de bóveda romana, que parece cada uno corresponder á una iglesia distinta. Los estilos son bien diversos, aunque del género gótico en gran parte, entre los dos cuerpos, ligados por una inmensa nave; y todavía es mayor la diversidad entre los seis campanarios que coronan la construccion, pintados de diverso modo, según los estilos, que indican las vicisitudes seculares por las cuales ha pasado el monumento.

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Eran las dos de la tarde cuando partíamos de Mayenza, á bordo de un hermoso vapor que, descendiendo el Rin, debia conducirnos hasta Coblenza. Llegaba el momento de satisfacer nuestra ardiente curiosidad de contemplar, siquiera de paso, las admirables riberas de ese rio, entre Mayenza y Colonia, donde la naturaleza, el tiempo y la industria humana han amontonado sobre las rocas volcánicas de un revuelto cordon doble de montañas, cien viejos castillos feudales, monumentos de una civilizacion romántica, de una época de recomposicion social; numerosas ciudades, villas y aldeas, llenas de tradiciones, donde hoy florecen la Industria y el comercio de la Prusia rineana; paisajes encantadores que el arte y la poesía han imitado y cantado mil veces, y vastos y caprichosos viñedos cuyos productos generosos son el orgullo de la Alemania.

Desde lo alto de una colina que domina á Mayenza y sus fortificaciones habíamos contemplado con delicia el vasto panorama que se desarrolla sobre las dos márgenes del Rin, particularmente desde la confluencia del Main hácia abajo. En el puerto del embarcadero la escena, aunque muy reducida, tenia interes por lo pintoresco del conjunto y de los pormenores. Los vapores y las numerosas barcas del rio; el movimiento giratorio de una parte del inmenso puente de barcas (555 metros de longitud) al darles paso á los buques; la actividad mercantil que reinaba en los malecones de ámbas riberas, y el extenso y curioso agrupamiento de 17 casitas-molinos flotando sobre las ondas y en constante movimiento, ofrecian, junto con la mole desigual de la ciudad, un cuadro curioso y lleno de animacion.

A bordo del vapor que nos conducia se hallaban mas de cien personas de todas condiciones, en su mayor parte alemanes, ó excursionistas extranjeros. Como el buque era cómodo y la excursion entretenida, todo el mundo manifestaba buen humor, salvo uno ó dos pares de ingleses taciturnos y seriotes, aburridos hasta de las riberas del Rin al comenzar á verlas. Entre ellos se hallaba una buena señora, hija legítima de Albion, que venia de Roma y se dirigia á Inglaterra, Anglicana ortodoxa, pero llena de ese candor que distingue á casi todos los ingleses excursionistas, contaba con entusiasmo que le habia besado el pié á Pio IX y que este patriarca la habia tratado con la mayor dulzura. Roma, con sus venerables ruinas de quince ó mas siglos, le parecia la mejor cosa del mundo, despues de la reina Victoria, eso sí.

La raza inglesa tiene la singularidad de ofrecer en su tipo dos caractéres enteramente contradictorios: la suprema astucia en la especulacion y la política, y la suprema candidez en la inocencia. Tal parece como si el pueblo inglés hubiera nacido del matrimonio de la «pérfida» Albion con algun genio predilecto del Limbo. Ello es que nuestra compañera de viaje pertenecia completamente al tipo candoroso, y que apesar de sus 65 noviembres hablaba como una criatura inocente. No sabiendo hacerse entender suficientemente en frances, ni ménos en aleman, se nos acercó á hablarnos en inglés, rogándonos que le pidiésemos á un sirviente del vapor un vaso de limonada. Ella, mezclando el inglés con el frances, habia pedido une glass de limonade, y como el criado habia tomado la palabra inglesa glass (vaso) por la francesa glace (helado), la habia perseguido con un helado de limon que la buena señora no queria de ningún modo.

Para que se tenga idea de la inocencia de la excelente inglesa, que en realidad era un tipo, recordaré solo, entre muchas ocurrencias que tuvo hasta separarse de nosotros en Brusélas, estas dos singularidades: A bordo del vapor nos dijo que, como viajaba sola y en los viajes se solian encontrar hombres atrevidos con las señoras, se ponia bajo mi proteccion hasta que llegásemos á Brusélas. Así, la pudibunda hija de Albion no se daba por notificada de sus 65 años y sus venerables arrugas, puesto que les tenia miedo á los Lovelaces. Por la noche, al instalarnos en un hotel de Coblenza, la señora preguntó cuál era el número de su cuarto. Un criado le respondió en frances: Numéro cinq; pero nuestra insular, confundiendo el sonido de la palabra cinq con el de cent, se fué derecho al número 100, que en todos los hoteles es el distintivo característico de cierta localidad que no se puede nombrar. En el momento en que la señora quiso entrar á esa localidad, suponiendo encontrar allí su equipaje, salia un individuo alojado tambien en el hotel. Nuestra inocente señora dió un grito y se quedó pasmada; pero luego bajó las escaleras gritando que un monsieur se habia metido al cuarto de ella, cosa que naturalmente le parecia muy irregular. Averiguado el caso, la honestísima señora descubrió que en lo sucesivo no debia penetrar al número 100, y que tal localidad no podia servir para dormir ni hacer la toilette.

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Desde Mayenza hasta Bingen el aspecto del Rin no es muy interesante. Las riberas son planas, donde quiera pobladas de grupos de álamos y otros árboles, y matorrales de gramíneas, en la proximidad de las aguas. El rio lleva un curso perezoso y muy amplio, dividiéndose en numerosos brazos que abarcan islotes desiertos, llanos y enteramente verdes, que parecen pequeños bosques flotando á flor de agua. El vasto paisaje se compone de cinco términos ó decoraciones sucesivas. En el primero están el rio y sus orillas mismas; en el segundo, la línea de localidades y puertos, donde se ve un considerable movimiento de mercancías y trasportes, y la doble cinta que describen el ferrocarril y el camino carretero que giran de cada lado; en el tercero, interminables viñedos, monótonos y tristes por su regularidad, cubriendo extensos planos inclinados ó faldas de pequeñas colinas; en el cuarto, las lejanas montañas del Taunus, de tinta oscura, cubiertas de bosques de pinos, abetos y encinas; por último, el inmenso pabellon de un cielo de color azul pálido y vago, que parece reflejar las brumas de la vieja Alemania.

Antes de llegar á Bingen no es notable entre los objetos artificiales de las riberas, sino el castillo de Johannisberg, trepado sobre una alta colina y rodeado de su preciosa corte de viñedos, cuyo orígen se debe, según dicen, á la industria de dos frailes. Bien sabido es que el famoso vino que allí se produce no es regalado ó vendido por su opulento propietario, el duque de Metternich, sino para el consumo de soberanos y príncipes, ó de esos reyes de los cofres que se llaman banqueros, capaces de pagar á 27 ó 30 francos la botella del delicioso licor.

En Bingen, pequeña ciudad comerciante de 6,000 habitantes, situada sobre la márgen izquierda en la confluencia de un riachuelo, el Rin se estrecha violentamente por en medio de una garganta profunda de colinas rocallosas, en parte desoladas, y casi totalmente cubiertas de viñedos que trepan hácia las cimas en vastos anfiteatros de muros rústicos, cuyos escalones, sirviendo para contener la tierra vegetal y los sarmientos, que tienden á derrumbarse, forman el mas curioso conjunto de construcciones rurales que se puede ver en tamaña escala. Esas viñas, junto con el producto de los bosques opulentos de las montañas, constituyen la verdadera y mas preciada riqueza agrícola del Rin,rio tan generoso por sus ondas como por los vinos que ofrece al soñador aleman para deleitarse con sus caprichosas fantasías.

Es en Bingen que comienza la extraordinaria region de las montañas vólcanicas, y donde el Rin adquiere ese carácter prodigiosamente romántico que lo hace provocar la curiosidad de todos los viajeros. Donde quiera se destacan, sobre colinas revueltas de lava petrificada, castillos estupendos de titánico aspecto,Bastillas seculares de la feudalidad casi muerta en el mundo, pero todavía muy resistentes en Alemania; ó ruinas monstruosas y sombrías, pero imponentes aún,osamentas destrozadas de diez generaciones de tiranos y bandidos nobles, petrificadas sobre el lecho volcánico que los propietarios escogieron en armonía con su terrible mision. No se puede contemplar esos escombros y esas moles todavía intactas, que han abrigado á tantos tiranuelos, sin estremecerse de horror al pensar en las tradiciones de iniquidad que allí se anidan, y en las duras pruebas por las cuales ha tenido que pasar, en su interminable peregrinacion de la civilizacion, ese Cristo de todos los siglos que se llama el PUEBLO.... Cuánto no ha debido pesar sobre las muchedumbres el yugo de hierro de esas generaciones de tiranos, cuando todavía hoy las ruinas de sus guaridas casi inespugnables tienen el poder de impresionar al viajero y llenarle, si no de admiracion, de un sentimiento de temor semejante al que se experimenta en presencia de la caverna de un tigre ó ante la mirada fascinadora del boa!...

El conjunto de los mil paisajes del Rin, desde Bingen hasta Coblenza, es generalmente triste y grandioso al mismo tiempo. Unas veces se ve aparecer de repente, á la vuelta de un recodo del rio, alguna ruina colosal y de formas extrañas, ó algun castillo feudal cuyo aspecto de ciudadela inexpugnable contrasta con el pálido color de los viñedos que cubren las faldas de las lomas; otras, se destaca la mole de algun peñasco formidable, severo, imponente, dominando un abismo y como amenazando precipitarse sobre el rio y cubrir gran parle de su estrecho cauce; ó se pronuncia un raudal que, violentando el movimiento de las ondas, parece querer cerrar el paso al navegante.

Pero tambien de trecho en trecho el paisaje pierde mucho de su romántica desolacion, animado por escenas locales ó fugitivas. Ya se pasa delante de una graciosa villa ó aldea, situada sobre la orilla misma del rio, al pié de una alta colina rocallosa coronada por un castillo, ó medio enclavada en el fondo de alguna garganta profunda y bajo la sombra de algun pequeño bosque de oscura tinta; ya se ve un pequeño pueblo medio empinado sobre una falda y literalmente rodeado de sarmientos, como un alegre Baco; ya en fin, se encuentra un enjambre de vapores y botes remolcados y de grandes balsas de maderas, que le dan al rio el aspecto mas pintoresco y variado.

En el trayecto del Rin de que voy hablando todo es interesante de algun modo: la estructura de las localidades es generalmente caprichosa y manifiesta mucha originalidad; cada uno de los 20 ó 25 castillos, intactos ó en escombros, que decoran las orillas, guarda las mas interesantes tradiciones de la Alemania rineana en su mayor parte, y las anécdotas y leyendas abundan en las descripciones de los anticuarios. Así, cuando se llega á Coblenza, ciudad que ha hecho tan gran papel en la política y la guerra, el viajero se siente bajo la influencia de mil diversas impresiones que le preparan el ánimo para saciar mas y mas su curiosidad.

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CAPITULO VIII.

LA PRUSIA RINEANA.

Idea general del país.Coblenza.El castillo de Stolzenfels.El Rin abajo de Coblenza.Colonia;su catedral;las fábricas de Juan María Farina.


La Prusia rineana es una de las mas bellas é interesantes provincias de la monarquía prusiana, sea que se la considere bajo el punto de vista topográfico, sea bajo el de las tradiciones, la importancia política, la industria y el comercio. Abarcando las dos riberas del Rin y varias cadenas de montañas, y estando en continuidad con la Westfalia (otra provincia importante de los Estados prusianos), la Prusia rineana, que tiene por capital política á Coblenza, parte límites con Francia, el gran ducado de Luxemburgo, Bélgica, Holanda, Hesse-Electoral, Nassau, Hesse-Darmstad y la Baviera rineana ó Palatinado. Así, una de las tres grandes potencias del Norte es en las orillas del Rin el centinela y defensor de la Alemania respecto del poderoso imperio frances, gracias al célebre congreso de Viena, en cuyo seno se repartieron á su sabor la Europa los soberanos vencedores coligados contra Napoleon.

La Prusia rineana es en realidad la perla de la monarquía fundada por Federico II, ya por su posicion de gran valor estratégico y político y los rios navegables que la surcan, tales como el Rin y el Mosela,ya por la poblacion singularmente condensada que posee, la importancia de sus centros industriales y comerciales (como Colonia, Aquisgram, Dusseldorf, Elberfeld, Treves, etc.), la actividad y variedad de sus cultivos y la explotacion de sus muy numerosas y diversas minas. Mide el territorio de la provincia rineana de la Prusia 26,782 kilómetros cuadrados, con una poblacion total (en 1858) de 3,046,621 habitantes (11380 par kilómetro cuadrado) de raza alemana principalmente. Por razón de las religiones, la poblacion se compone de 715,412 protestantes y disidentes, unos 33,000 israelitas, y los demas católicos romanos.

Si en algunos puntos el territorio es árido y triste, donde quiera que las montañas volcánicas hacen sentir su influencia, por regla general el país es muy fértil, y ofrece en todas partes el mas variado aspecto, particularmente del lado occidental del Rin. Pintoresco y muy accidentado en las comarcas surcadas por los montes Vosgas y las cadenas que encierran el curso del Rin, y desarrollándose en hermosas llanuras en la faja intermediaria y del lado de Westfalia, ofrece en las tres zonas perfectamente marcadas (montañas, llanuras, valles y faldas) tres órdenes de vegetacion característica. En las alturas de las montañas se ostentan magníficos bosques de abetos, hayas, encinas, etc., cubriendo un suelo repleto de bancos carboníferos, filones de plomo, hierro, plata y otros metales, y canteras de mármoles y muchas otras piedras de importante explotacion. En las llanuras florecen en vastas plantaciones los trigos, las plantas filamentosas, el tabaco, las papas, el maíz, etc. Por último, en las márgenes del Rin, el Mosela, el Erft y muchos otros rios y riachuelos, medran las excelentes viñas que dan tanto renombre á la provincia. Así, la produccion agrícola y minera es muy considerable y variada, haciendo juego con una fabricacion muy activa y valiosa y un movimiento comercial bien considerable.

En cuanto á la fabricacion, la de la Prusia rineana es una de las mas activas y valiosas de Alemania, y no le cede á ninguna en mérito y baratura. Es notable sobre todo por los tejidos de seda, lana, algodon, lino y cáñamo, la fabricacion de armas blancas y muchos objetos de quincallería, la de máquinas de vapor y muchos aparatos mecánicos é instrumentos de todo género, y la de productos químicos de muy extenso consumo. Esa activa fabricacion está concentrada principalmente en las grandes ciudades, que son numerosas en la Prusia rineana. En efecto, sin contar muchas pequeñas pero industriosas ciudades de 6 á 9,000 habitantes, me bastará citar las mas notables, cuya considerable poblacion indica bien la importancia de todo el país. Tales son:


Colonia, con 110,000 hab. Elberfeld-Barmen (unidas) 98,000 Aquisgram (Aachen) 56,000 Dusseldorf 48,000 Coblenza 23,000 Bonn 19,000 Treves 17,000

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Coblenza, la Confluentia de los Romanos, que los Alemanes llaman Koblenz, es una de las mas curiosas ciudades de toda la region del Rin, mas no á causa de su mérito interior, sino de su posicion y forma general. Situada entre el Rin y el Mosela, en el vértice determinado por la confluencia, la ciudad tiene la forma general de un gran triángulo, cuyos lados son: la márgen izquierda del Rin, la derecha del Mosela, y la línea de formidables fortificaciones que enlazan los dos rios, con un enorme foso de circunvalacion que, en realidad, hace de Coblenza una isla.

Esa situacion feliz procura á la capital política y militar de la Prusia rineana un doble panorama de magníficos paisajes del lado del Rin y del Mosela, al mismo tiempo que un doble movimiento de vapores, botes mercantes y balsas sobre las bellas ondas de los dos rios. Por todas partes, en los dos valles, se admiran comarcas cubiertas de viñedos y plantaciones diversas, dominadas por graciosas colinas ó montañas vestidas de lujosa y alta vegetacion, y se alcanzan á ver interesantes castillos, pequeñas localidades, numerosas casas campestres, fábricas y líneas de ferrocarriles.

Es bien sabido que Coblenza fué en 1792 el refugio de los príncipes y emigrados franceses que conspiraban contra su patria en el suelo extranjero, obcecados por el egoismo de clase ó casta y el furor de las pasiones políticas. Por desgracia, Coblenza ha tenido muchas imitadoras, en términos que su nombre se ha hecho por antonomasia la designacion precisa de todo centro de conspiraciones análogas á las de 1792. Esta circunstancia me ha hecho meditar con tristeza en las miserias deplorables de los partidos políticos, puesto que en estos tiempos he tenido ocasion de ver que no solo en Europa Lóndres ha sido la Coblenza de conspiradores franceses, y Roma de los conspiradores católicos-legitimistas contra la libertad de Italia, sino que hasta hijos del Nuevo Mundo han venido á mendigar en las capitales europeas asilo para sus maquinaciones traidoras contra la libertad de Hispano-Colombia. Así, Madrid ha sido recientemente la Coblenza de los traidores de Méjico, lo mismo que en Paris forman sus Coblenzas en caricatura los malos ciudadanos de otras de nuestras jóvenes repúblicas, quienes, olvidando que en el suelo extranjero la PATRIA no es un partido, sino una madre comun, posponen la santidad del deber nacional al interes oprobioso de las venganzas políticas.

Coblenza es un conjunto de dos masas de construcciones muy diferentes en su aspecto. La parte antigua, tendida hácia la márgen del Mosela y el vértice de la confluencia, contiene los pocos monumentos dignos de alguna atencion, como la catedral y varias iglesias; allí no hay sino calles estrechas, caprichosas, muy irregulares y sucias, y es en esa parte donde se concentra casi toda la actividad industrial y comercial. La parte nueva, compuesta de calles anchas y regulares, con edificios de buena planta y algunos jardines y plazas limpias y risueñas, se extiende al derredor del Palacio-Real, hácia la márgen del Rin. Los pocos monumentos de Coblenzaplaza esencialmente militarno merecen descripcion ninguna.

Lo que mas llama la atencion, fuera de las fortificaciones, es el curioso castillo de Stolzenfels, situado á unos cinco kilómetros arriba de la ciudad, sobre un peñasco de 100 metros de altura que domina el Rin, cortado á pico y cubierto de hermosos bosques, al pié de otras colinas montañosas. El panorama que desde allí se contempla es muy bello, pues de un lado se registra el valle del Rin en la parte superior, y del otro, hácia abajo, se abarca el interesante conjunto de Coblenza, los dos rios, el gran puente de barcas echado sobre el Rin, que comunica la ciudad con el arrabal ó pequeña villa de Thal-Elhrembreitstein, y el ferrocarril que penetra á Coblenza por la márgen izquierda del gran rio; y todo eso rodeado por una vasta comarca muy accidentada y pintoresca.

El castillo, cuya fundacion data por lo ménos del siglo XIII, y que fué destruido en 1688 por los Franceses, ha sido completamente restaurado en 1845 por la familia real de Prusia, y hoy es una de sus residencias de verano. Súbese al castillo, de la carretera que gira por la orilla del Rin, por una cuesta en zigzag sombreada por un bosque espeso y delicioso, á cuya salida se llega repentinamente delante de la masa imponente del edificio, cuyas tres torres, altos y gruesos muros y puente levadizo le dan el aspecto de una fortaleza. Sinembargo, el castillo no es sino un museo de historia y curiosidades artísticas de diversos géneros. Muchas de ellas son de mérito notable, y llaman la atencion los frescos de uno de los salones; pero hay poco gusto en la eleccion y distribucion de los objetos, y el viajero que visita el castillo no puede ménos que reirse al ver que las tontas precauciones que le hacen tomar para recorrer los salones y aposentos no corresponden á la sencillez y modestia del mobiliario y de los pavimentos, no obstante que los ciceroni de Stolzenfels se dan aires de mostrar maravillas.

De Coblenza para abajo el Rin es al principio medianamente pintoresco. La márgen derecha aparece estrechada por el cordon de montañas, miéntras que del lado izquierdo se desarrolla una vasta llanura que va á terminar al pié de montes lejanos. Despues el rio vuelve á tener el interesante aspecto de la parte superior á Coblenza. El valle se estrecha tanto, desde un poco abajo de la pequeña ciudad de Andernach, que su cauce lo llena todo, oprimido por los dos cordones paralelos de montañas, generalmente desnudas de grandes árboles, y de una composicion basáltica que las hace muy interesantes y curiosas, á veces imponentes.

En todo el trayecto se reproduce el mismo panorama que he descrito rápidamente en el capítulo anterior, es decir una sucesion primorosa de viñedos escalonados, románticas colinas volcánicas, soberbios castillos y escombros solitarios, pequeñas ciudades de industria activa y valiosa (algunas de ellas fortificadas), numerosas aldeas, unas plantadas á orillas del rio, otras graciosamente trepadas en los pliegues de las montañas, y muchos relieves topográficos que llaman mas ó ménos la atencion.

Entre las pequeñas ciudades industriosas de una y otra márgen, cuya poblacion se eleva de 2,500 á 6,000 almas, merecen particular mencion: Vallendar, situada á la extremidad de un pequeño valle;Bendorf, notable por sus fraguas que trabajan el hierro;Newried, capital del principado del mismo nombre;Andernach, rodeada de fortificaciones considerables y bastante curiosa;Linz, tambien defendida por murallas de basalto. La mas importante localidad es Bonn, situada sobre la márgen izquierda, bien interesante como centro industrial y comercial, y por la posesion de una buena Universidad concurrida por mas de 1,000 estudiantes, que contiene museos y colecciones de mérito y una biblioteca con mas de 150,000 volúmenes. Esa ciudad ha sufrido como pocas de las del Rin las tristes vicisitudes de cien guerras; pero gracias á su actividad industrial y comercial todo manifiesta en su seno riqueza, bienestar y progreso, á juzgar por el buen aspecto y el aseo de las calles, la elegancia de muchos edificios y el movimiento de las gentes. Despues de Bonn no hay en el Rin (parte alemana) mas ciudades importantes que Colonia, Elberfeld y Dusseldorf.

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Una circunstancia casual nos impidió detenernos en Colonia durante el tiempo que hubiéramos deseado. Apénas pudimos darle un golpe de vista durante cinco ó seis horas, visitando los objetos mas interesantes. Me limitaré, pues, á muy breves reminiscencias respecto de esa ciudad.

Colonia, la vieja Colonia de Agrippina, patria de la madre de Neron, como del admirable Rubens, un tiempo gobernada por Trajano,antigua capital de la «Germania inferior,»sucesivamente opulenta y gloriosa, miserable y conquistada,miembro poderoso de la «Liga anseática,»ciudad feudal, ciudad-libre imperial, dominada por arzobispos y generales,presa del imperio germánico, de la república y del imperio de Francia, y aun de los Rusos en 1814;Colonia, la metrópoli comercial del Rin aleman, es acaso la mas histórica de todas las ciudades alemanas, la que ha pasado en su larga existencia por una serie mas complicada de acontecimientos diversos, la que ha ejercido mas poderosa influencia en las comarcas del Rin, y la que por los numerosos contrastes de su modo de ser ha ofrecido ejemplos mas elocuentes de lo que influyen las instituciones políticas y religiosas sobre las costumbres de los pueblos.

En un tiempo, apestada por las miserias del régimen clerical y estancada en su desarrollo por el régimen del privilegio industrial y comercial, vivió en la degradacion de la mendicidad, ofreciendo el ejemplo inaudito de una ciudad de 40,000 habitantes de los cuales 12,000 eran mendigos; se despedazó con agitaciones y violencias intestinas, por cuestiones de clases sociales y privilegios de corporaciones, y se despobló á causa de su fanatismo católico, en perjuicio directo de los israelitas y protestantes proscritos á millares. Hoy, gracias á la actividad de la industria y del comercio, á la vasta navegacion del Rin, á los ferrocarriles, y á la influencia de instituciones que han enfrenado el fanatismo de otros tiempos, asegurando la libertad á los numerosos protestantes é israelitas de la ciudad,gracias á eso, Colonia es la metrópoli de la Prusia rineana, y manifiesta haber entrado en la via de la verdadera regeneracion. Ninguna ciudad alemana tuvo mas conventos y mendigos que Colonia; ninguna de las de la region del Rin interior tiene hoy en su puerto tantos vapores y vehículos de actividad económica.

Pero es verdad tambien que ninguna ofrece un contraste tan vigoroso y chocante entre su conjunto ú aspecto exterior y su interior. Vista un poco de léjos, al descender el Rin hácia ella, ó mas bien desde alguna altura vecina, del lado derecho del rio, el panorama es muy interesante. Su configuracion, determinada por el inmenso arco de sus murallas, cuya cuerda es la línea del Rin; la mole estupenda de su catedral; las puntas sobresalientes de las torres de sus 28 iglesias; el singular aspecto de su largo malecon y sus muelles, dominados por edificios modernos de grandes proporciones y separados de las calles por una muralla irregular; su hermoso puente del ferrocarril, y el de barcas, que mide 469 metros de longitud y comunica la ciudad con su arrabal de Deutz, fortificado; el gran movimiento de vapores y botes de vela y remo, y de carros y mercancías, que reina en el rio y los malecones; en fin, la belleza de la fértil llanura que rodea la ciudad: todo eso le da á Colonia un aire que interesa y predispone favorablemente el ánimo del viajero.

Pero al penetrar al interior de la ciudad, detras de la primera calle, todo el encanto desaparece. No se ve donde quiera sino calles asombrosamente inmundas, tortuosas, quebrantadas, estrechas, enredadas en laberinto; casas extravagantes, sin gusto ni armonía ninguna; un populacho activo, industrioso, pero que manifiesta en sus costumbres la incuria de los pueblos que han recibido educacion frailesca. Todo desagrada y fastidia allí, y el viajero acaba por persuadirse de que Colonia no es interesante sino por su catedral maravillosa y sus fábricas de agua de olor ó de Colonia, bautizada siempre con el nombre inmarcesible de «Juan María Farina», el nombre mas cosmopolita del mundo en toda la acepcion de la palabra.

Y aun esos dos objetos, que son las glorias de Colonia, no lo son sino á médias, puesto que, por una parte, la catedral nunca ha sido terminada, y por otra el nombre sacrosanto de Juan María Farina es casi por entero una mistificacion. Es curioso observar cómo los antídotos están siempre al lado de los venenos ó males que deben combatir. Así como el árbol de quina medra en las regiones donde abundan las fiebres, y el guaco y el cedron donde hormiguean las serpientes venenosas, así mismo Colonia, la ciudad clásica de la mugre y la hediondez, es la ciudad clásica de las fábricas de agua fortificante y perfumada.

Sospecho que el ilustre Juan María Farina, inventor del agua tan famosa, viendo que no habia esperanza de que Colonia se limpiase y purificase, resolvió fundar allí de preferencia su establecimiento como un sistema de compensacion muy oportuno.

Por lo demas, es imposible llegar á Colonia sin comprar un frasco siquiera de su agua preciosa, sin perjuicio de la que uno se bebe en los hoteles. La dificultad está en dar con el verdadero establecimiento de «Juan María Farina,» pues hay en la ciudad unas 25 fábricas, casi todas iguales pero enteramente distintas, cuyos productos llevan invariablemente el mismo rótulo, falso testimonio contra el nombre del difunto inventor de 1670. Tengo para mí que en todas partes se fabrican reputaciones como en Colonia, y que mas de cuatro hombres de Estado, publicistas, literatos, banqueros, artistas y otros personajes son los Juan María Farina apócrifos del gobierno, de la política, la literatura, el crédito, las bellas artes y ... sobre todo la teología.

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Entre los numerosos edificios religiosos de Colonia ninguno llama la atencion en presencia de esa catedral admirable que los eclipsa á todos. En efecto, es tan imponente y grandiosa aquella construccion, que no obstante la falta de sus torres en la parte superior y la fealdad delas armazones y los materiales que la rodean, con motivo de los trabajos emprendidos para terminarla, produce en el ánimo del espectador una emocion de asombro, respeto y admiracion que no se disipa en muchas horas.

Esa catedral ha pasado por las mas graves vicisitudes. La primera piedra de sus cimientos fué puesta á mediados del siglo XIII, y los trabajos de construccion, despues de una lentitud secular, quedaron suspendidos enteramente en 1509. En el siglo XVIII el capítulo metropolitano degradó torpemente las admirables obras interiores del monumento, verificando modificaciones del gusto mas bárbaro. Durante las guerras de la revolucion francesa la catedral estuvo convertida en almacen de forrajes. Por último, los reyes de Prusia, desde 1820 hasta la actualidad, han tomado interes por hacer terminar la construccion, y actualmente se trabaja en ella con un empeño que hace esperar que al cabo el mundo podrá admirar en su plenitud ese monumento grandioso, que es una de las mas sublimes creaciones del arte gótico. Cuando visitamos á Colonia la catedral estaba colmada de materiales de construccion, y el martillo del obrero ensordecia con sus ecos las inmensas naves del templo.

La leyenda popular cuenta que el diablo, en la época de la fundacion, juró que jamas dejaría terminar la basílica, ni conocer el nombre del arquitecto que concibió y trazó su plan, y eso en venganza de cierta pilatuna jesuitica que diz que le jugaron el obispo y los canónigos á Su Majestad Calientísima el rey de los infiernos. Sea de ello lo que fuere, la catedral es un prodigio, no obstante la falta de sus torres y el deterioro de algunas de sus partes. Mide en su totalidad la enorme longitud de 511 piés de Colonia, y la anchura de 231 piés hácia la entrada. Así como en la parte inferior del edificio la latitud, que es de 161 piés, es igual á la altura del coro, la altura de las torres debia ser igual, según el plan, á la longitud de todo el templo, y la del muro delantero á la anchura de la entrada. Es curioso notar que todos esos guarismos de longitud, anchura y elevacion son divisibles por 7. Renuncio modestamente á describir ese admirable monumento en que todo llama la atencion y asombra. Básteme decir que la fama universal de la catedral de Colonia, que predispone en su favor al viajero, no impide que este se sienta profundamente impresionado al contemplar esa obra sublime del arte religioso y popular por excelencia.

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CAPITULO IX.

DEL RIN A LIEJA.

Trayecto entre Colonia y Aquisgram.La ciudad de Carlomagno;sus monumentos y curiosidades.El Sud-este de Bélgica.


El ferrocarril que pone en comunicacion á Colonia con la ciudad belga de Lieja es uno de los mas interesantes de Europa, tanto por la gracia y variedad pintoresca de los paisajes que atraviesa, como por el gran mérito de las obras de artetúneles, viaductos, zanjas y nivelaciones que ha sido preciso ejecutar al traves de un país tan accidentado y que corresponde á dos hoyas hidrográficas distintas.

Despues de atravesar en las cercanías de Colonia una fértil llanura, sembrada de fábricas y casas campestres, la via penetra en el túnel de Konigsdorf, bajo un cordon de colinas montuosas que separan la hoya particular del Rin de la de su afluente el Erft; corta la hermosa llanura de Horrem, cuya rica vegetacion riegan las aguas de ese riachuelo, y en cuyo horizonte se destacan numerosos castillos de los nobles del país, y toca luego en Düren, ciudad industrial de mas de 8,000 habitantes, notable por sus fábricas de paños y papeles, pero sin gracia en sus contornos ni conjunto.

En breve el tren salva el pequeño rio Roer, afluente del Meusa, y el viajero puede admirar, aunque con la rapidez de una sucesion de vistas de cosmoramas, los graciosos paisajes que mas adelante se desarrollan en esa pintoresca comarca de la hoya del Meusa. Los túneles se repiten, el terreno se presenta mas onduloso en todas direcciones, se ven frecuentemente minas de hulla y coke en actividad, que aumentan el interes y la variedad de los paisajes, y al cabo de dos horas de trayecto el tren se detiene en la curiosa y cien veces histórica Aquisgram (ó Aix-la-Chapelle), la ciudad predilecta de Carlomagno, un tiempo la segunda capital del inmenso imperio de Occidente fundado por ese extraordinario monarca de la feudalidad.

El nombre de Aquisgram (en aleman Aachen) ha sido tan célebre en la historia de la época feudal como en la de la diplomacia, y aunque la memoria de los hechos mas importantes es casi vulgar en Europa, no estará de mas recordar aquí algunos episodios, puesto que ellos y dos ó tres monumentos constituyen, con las aguas minerales, muy frecuentadas, todo el interés de Aquisgram. Fué en la Civitas aquensis de los Romanos que, según algunos anticuarios ó cronistas, nació el inolvidable Carlomagno; esa fué su residencia mas querida, por motivos que la leyenda explica, y allí murió, en 814, ese gran fundador de un imperio continental, heredero de los Césares por derecho de conquista, héroe y legislador al mismo tiempo, organizador de la gran feudalidad, y autor de ese famoso pacto con el pontificado que, ligando la Iglesia y el Estado por el vinculo del interes, hizo á los papas reyes,de la Iglesia una monarquía,de la religion un despotismo,de la autoridad real un derecho divino, y condenó á la humanidad á una lucha de cerca de once siglos que hoy se acerca á su término, gracias á la solucion preparada por la revolucion italiana.

Si en los tiempos de la feudalidad y del Imperio germánico Aquisgram fué la ciudad de la consagracion de los emperadores, y tuvo tan alto rango como ciudad-libre imperial, lugar de reunion de sínodos y dietas, en los tiempos modernos lo ha sido tambien de congresos diplomáticos que han ejercido considerable influencia sobre las modificaciones del derecho público europeo. Baste recordar que allí se firmó la célebre paz de 1668, relativa á la contienda de Luis XIV con España, respecto de los Países-Bajos; así como la paz todavía mas famosa, que puso término, en 1748, á la guerra de la sucesion de Austria. Fué tambien en Aquisgram que se firmó el tratado de 1818, importante por diversos motivos para la política europea.

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Aquisgram, gracias á los progresos de su activa fabricacion, principalmente de paños, máquinas y alfileres, ha sufrido muy saludables modificaciones en su estructura general, que le han hecho perder casi totalmente su antiguo aspecto. Hoy solo la preciosa Catedral, el Palacio municipal y uno ó dos monumentos mas, así como algunas callejuelas y casas de construccion antigua, recuerdan lo que fué Aquisgram. La ciudad se trasforma de tal manera que parece apénas, en parte, hallarse en construccion. Sus dos partes, antigua y moderna, están unidas, habiendo desaparecido las murallas que las separaban; la segunda va absorbiendo á la primera con sus hermosas y anchas calles, orilladas por edificios de planta elegante, y en todas partes se nota la actividad de la industria y del comercio. Por lo demas, la ciudad, situada en un terreno onduloso y rodeada de graciosas colinas, es en su conjunto pintoresca; y la influencia de viajeros que solicitan las aguas medicinales en que abunda Aquisgram aumenta el interes de la localidad durante los meses de verano.

El monumento mas interesante allí, bajo el punto de vista histórico, es el Palacio de la ciudad, sumamente curioso por su vieja fachada de estilo gótico y su torre semicircular, que hizo parte del antiguo palacio imperial, y notable en el interior por los magníficos frescos de su gran salon, las antigüedades que contiene y los recuerdos que hace evocar respecto de los sucesos memorables á que he aludido.

Pero bajo el punto de vista artístico la Catedral llama de preferencia la atencion, por ser, en algunas de sus partes, una de las mas bellas de Alemania, aunque desgraciadamente rodeada de edificios que la esconden en la parte inferior y le hacen perder su perspectiva por un lado. Si yo poseyera los conocimientos y el criterio artístico necesarios para juzgar con acierto del valor de los antiguos monumentos, me abstendría sinembargo de hacer la descripcion de la Capilla ó Catedral de Aquisgram, ya porque no quiero fastidiar al lector con descripciones de esta especie, ya porque en realidad el monumento á que me refiero es tan complicado en su contextura y tan contradictorio en sus pormenores que no se presta á ninguna apreciacion general. No he visto jamas una catedral de formas tan múltiples, divergentes é irregulares como la de Aquisgram, en cuyo conjunto contrastan y se chocan los mas diferentes estilos, desde el romano y bizantino hasta el rococó del tiempo de Luis XV, ostentándose tambien, como se ve en la nave principal y las dos capillas mas antiguas, todos los primores del arte gótico, tal como fué en el siglo XV, sobrecargado de admirables relieves y esculturas. La catedral de Aquisgram es, pues, una masa de construcciones en absurdo antagonismo y dislocacion evidente, cuyo mérito no aparece sino considerando separadamente sus partes mas antiguas, tales como la rotunda bizantina y la nave y las capillas góticas.

El interior de ese curioso monumento está lleno de reliquias muy preciosas, unas por su valor y mérito como joyas ú obras de arte, otras por su significacion histórica, y las mas notables por su relacion (verdadera ó supuesta) con la vida de Jesucristo. Así, puede decirse que los nombres de Jesus y Carlomagno resumen allí las mas venerables tradiciones. Al penetrar bajo aquellas bóvedas y rotundas el viajero va viendo á cada paso alguna evocacion del gran emperador europeo, ora en su modesta tumba, dos veces profanada por sus sucesores, ora en los numerosos muebles que sirvieron al Justiniano de la feudalidad.

Todo aquello es curioso, interesante para la crónica en mayor ó menor grado, pero impresiona poco el ánimo del hijo del Nuevo Mundo que, educado en la escuela todavía turbulenta de la democracia, no puede mirar con interes aquellas reliquias de los antiguos dominadores de Europa, grandes figuras de una civilizacion sepultada para siempre. Lo que sí hace detener las miradas de todo viajero que ha nutrido su alma con las consoladoras máximas del cristianismo, es el conjunto de reliquias, ricamente conservadas en admirables urnas, pertenecientes, según dicen, al fundador mismo de esa noble religion. No sé hasta qué punto merezca fé la autenticidad histórica de esas reliquias, que la crónica cuenta llegaron al poder de Carlomagno, unas de manos de Ivan, patriarca de Jerusalen, y otras (en 799 y 806) del patriarca Juan y de Aaroun-al-Raschid. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que esas reliquias son conservadas con gran veneracion, y que entre ellas figuran: los pañales de Jesus, cabellos de la Vírgen María, la sábana sobre la cual fué decapitado San Juan Bautista, muchos fragmentos de cuantos objetos sirvieron para el suplicio del Gólgota, y hasta la sangre de un santo y el prodigioso aceite que (afirman los eruditos sagrados) salió de entre la tumba de Santa Catarina, enterrada por los ángeles en el Monte Sinai.

De todas esas reliquias, algunas (telas que sirvieron á Jesus, la Vírgen y San Juan) componen una especie de aristocracia, que solo pueden mirar los ojos de testas coronadas, ó que no son exhibidas sino cada siete años. Las telas de seda en que están envueltos esos objetos, son distribuidas en pequeñísimos fragmentos á los que tienen la fortuna de concurrir oportunamente; y pasan por ser talismanes de gran provecho (?). Sospecho que tal distribucion debe de ser bastante productiva, á juzgar por la considerable renta que la sola vista de esas reliquias procura á la catedral. En Europa, donde se especula con todo, los reyes y príncipes cobran peaje sobre sus palacios y museos, como los obispos y canónigos en las puertas de las catedrales. Y no les falta á los últimos su razón de lógica, puesto que, si para entrar al cielo hay que pagar el pasaporte en la tierra, con igual motivo habrá de pagarse la entrada á las igleslas.

Tolerante como soy respecto de todas las creencias religiosas, con tal que sean inofensivas, respeto la veneracion que el vulgo muestra por las reliquias sagradas. Pero confieso que al visitar la catedral de Aquisgran no pude ménos que hacer ciertas reflexiones amargas. Decíame con tristeza, al ver las reliquias sagradas: «El clero católico-romano ha puesto siempre el mayor esmero en conservar intactos cuantos objetos pueden figurar como símbolos del cristianismo, al mismo tiempo que ha olvidado casi completamente, desde el siglo V, la sustancia, el espíritu, la mansedumbre y el desinteres de esa admirable religion. El símbolo se ha convertido en objeto de especulacion, y al lado de esas reliquias (verdaderas ó falsas) del Crucificado, reinan los testimonios de la idolatría y la iconolatría condenadas por el divino Maestro cuyos restos se veneran; se vende la exhibicion de lo que perteneció ú atormentó á quien todo lo dió á sus hermanos, hasta la vida; se ha proscrito en su nombre, con brutal violencia, á los que no creian lo mismo que los guardianes del templo; se ostenta el lujo deslumbrador del oro y de las pedrerías, ocultándose lo que recuerda la vida del proletario por excelencia; y aun se ha hecho de sus reliquias mismas una impía clasificacion aristocrática, en honor de los creyentes y no creyentes coronados. Qué léjos está la humanidad todavía, al cabo de diez y ocho y medio siglos, de la práctica sincera y pura de los dogmas predicados por ese divino Redentor á quien se aparenta venerar en sus reliquias!»

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Aquisgran era la última ciudad de la Alemania del Rin que debíamos visitar en nuestra primera excursion. Mas tarde narraré mis impresiones respecto de Espira y otras ciudades que no he conocido sino en 1860 al recorrer la Alemania meridional, central y setentrional. La liberal, industriosa y progresista Bélgica, hija de la Revolucion, llamaba nuestra atencion como un país digno bajo todos aspectos de atento y cuidadoso estudio. Por desgracia, cuando se viene á Europa por algunos años, dejando la patria en el Nuevo Mundo, es imposible hacer verdaderos viajes de residencia. Si se quiere conocer el mayor número posible de pueblos, para poderlos comparar y deducir de su comparacion alguna enseñanza provechosa, es preciso contentarse con rápidas excursiones, hechas, por lo general, en ferrocarril ó á la vapor. Por eso mis narraciones se reducen modestamente á meras impresiones, que en todo caso reclaman la indulgencia del lector.

No me ha sido posible recorrer el sur y sud-oeste de Bélgica, que son con el sud-este las comarcas mas pintorescas del país, correspondientes á las hoyas del Meusa y su afluente el Sambra. De toda esa interesante region, donde se encuentran las grandes minas de carbon y hierro, muy graciosas y complicadas montañas, y las activas ciudades de Charleroi, Namur, Huy y Lieja, solo pudimos visitar la última, que es la metrópoli del Meusa central, y uno de los mas opulentos centros de actividad industrial en Bélgica. Reservo lo demas para mas tarde.

De Aquisgran á Lieja se recorre una de las mas interesantes vias férreas que se conocen en Europa, tan interesante por el encanto y la variedad de los paisajes como por el mérito de las obras de arte que muestran la insuperable habilidad de los Belgas para la construccion de ferrocarriles. Dos túneles cercanos á Aquisgran y el hermoso viaducto de Astenet, obra de muy considerable mérito, hacen notable el trayecto hasta Terlbesthal, ciudad pruso-rineana (la última en la vía) cuyos 12 ó 13,000 habitantes viven en la actividad de la industria. Inmediatamente despues la via penetra al territorio belga y se hunde en el tortuoso y lindísimo valle del Vesdra, riachuelo afluente del Meusa, cuyo estrecho cauce caracolea por en medio de un laberinto de colinas, montuosas unas, otras esmeradamente cultivadas, ó explotadas en sus ricos depósitos de carbon mineral y sus filones de hierro.

El tren se detiene un minuto al pié de la pobre Limburgo, pequeñísima ciudad que, demorando sobre la falda de una montaña casi desposeida de su nombre por Dolhain (villa inferior situada en el fondo del valle) parece estar lamentando sus perdidas y olvidadas glorias de antigua capital de un gran ducado. Muy cerca esta la ciudad de Verviers, la más importante localidad de la comarca, donde el viajero se detiene á presentar su pasaporte y hacer registrar su equipaje en la aduana. Verviers es una mediana ciudad de mas de 28,000 habitantes (ó de 40,000, si se incluye la poblacion de las localidades contiguas) de planta enteramente nueva, muy favorecida por el tráfico internacional y la proximidad de Spa (ciudad de aguas muy á la moda), asi como de Lieja y Aquisgran, y compuesta en su totalidad de fábricas, almacenes de depósito y habitaciones de fabricantes y obreros. La fabricacion de paños, hilos y tejidos de lana de muchas clases que se hace en Verviers tiene grandes proporciones, produciendo cerca de cien millones de francos anualmente. Sus paños y demas géneros de lana son principalmente consumidos en América y por el ejército belga, y puede decirse sin exageracion que Verviers es «la Leeds de los Belgas.» La ciudad adelanta muy visiblemente, y en ella misma se fabrican las máquinas necesarias para los hilados y tejidos. Considero útil recomendar especialmente á los hispano-colombianos esta parte de la interesantísima fabricacion belga, porque los productos de Verviers son muy adecuados para al consumo de las gentes de medianas comodidades, á causa de su solidez y bajo precio. Mucho celebraría yo que se comprendiese que el mercado belga es uno de los que mas convienen á los hispano-colombianos, respecto de un gran número de articules.

Despues de Verviers el interés de la vía está todo en la topografía y en las obras del ferrocarril, hasta llegar, en el valle del Meusa, á la populosa Lieja.

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TERCERA PARTE.

BÉLGICA.

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CAPITULO I.

LA NACION BELGA

Resúmen histórico.Topografía general del país.Instituciones políticas.Poblacion.Estadística.Agricultura.Industria y minería.Comercio y vías da comunicacion.


La nacion belga, aunque relativamente pequeña, es, sin disputa, una de las mas interesantes de Europa, sea que se la considere bajo el punto de vista artístico, sea bajo el político ú el económico. No obstante la modestia de sus proporciones territoriales, creo que Bélgica es en Europa, despues de Inglaterra, el país donde un colombiano, nacido en el tumulto de una democracia rudimentaria, puede estudiar y comprender con mas provecho el fenómeno de la íntima alianza que la naturaleza de las cosas ba establecido entre la libertad y la civilizacion, haciendo que corran parejas, que se sirvan y sostengan mutuamente, y que no puedan vivir la una sin la otra de un modo fecundo para el bienestar de la humanidad.

Sería inoportuno querer ostentar una falsa erudicion histórica en esta narracion destinada solo á ofrecer á mis compatriotas del mundo colombiano el simple recuerdo de algunas impresiones. Por tanto, debo limitarme á refrescar en la memoria del lector los sucesos culminantes de la historia de Bélgica, algunos de los cuales, coincidiendo con las revoluciones de Francia, demuestran la solidaridad que las ideas, maduradas y difundidas por el tiempo, establecen entre los pueblos, por mas que los separen diferencias de raza y tradiciones.

Es bien sabido que las provincias belgas, de poblacion primitivamente céltica, y luego germanizadas por inmigraciones de barbaros de ultra-Rin, fueron sojuzgadas por César, permaneciendo bajo la dominacion romana hasta la época de la invasion de los Francos que se extendió á la Galia francesa. Bélgica corrió la misma suerte que Francia y tantos otros países, haciendo parte del inmenso imperio carlovingiano, despues dividido en tantas porciones entre los herederos de Carlomagno. De ahí la creacion de diferentes Estados de la edad feudal que dividieron á Bélgica, bajo los nombres de principado de Lieja, ducados de Brabante y Limburgo, condados de Flándes, Hainau y Namur, marquesado de Ambéres y señorío de Malínas.

Los enlaces de familia fueron ligando todos esos miembros, que al cabo formaron un solo cuerpo de union personal, bajo la autoridad comun de los duques de Borgoña, célebres por su poder y por las sangrientas guerras que provocaron. Mas tarde otro célebre enlace de familia apuró la concentracion, haciendo pasar la Bélgica al dominio de la casa austríaca de Habsburgo, por ser este país la dote de la hija de Cárlos el Temerario (María), casada con Maximiliano, primer emperador de este nombre en Alemania. En el siglo XVI (1506) Felipe el Hermoso, rey de Castilla y sucesor de María de Borgoña respecto de las provincias belgas, las trasmitió en herencia á Cárlos I de España y V de Alemania, y desde entónces hasta 1598 la dominacion española se sustituyó á la austríaca.

Sinembargo, como en aquellos tiempos las naciones se eclipsaban enteramente ante la soberanía de los príncipes, dependiendo su suerte de sucesos personales, la muerte de Clara-Isabel, hija de Felipe II (quien le dió en dote los Países-Bajos austriacos, al casarla con el Archiduque Alberto de Austria, en 1598) hizo volver el país á la dominacion brutal y estancadora de los vireyes españoles; dominacion que, durando 71 años (desde 1633 hasta 1715) terminó definitivamente por la nueva cesion hecha al Austria en virtud del tratado de paz de Rastadt. Acaso Bélgica es el único país de Europa que conserva testimonios y recuerdos relativamente gratos de la dominacion austríaca, que fué allí tan suave y fecunda como en aquellos tiempos era dable. Con todo, el emperador José II emprendió allí reformas que contrariaban fuertemente las tradiciones municipales del país, profundamente arraigadas, y al cabo estalló la revolucion, en términos que la nacion se habia emancipado y constituido en 1789, bajo el nombre de «Provincias Unidas de Bélgica», en los momentos en que la revolucion acababa de formalizarse en Francia.

Mas á pesar del vigor de la revolucion brabantina, el país volvió á quedar sojuzgado por el Austria en 1791, para ser luego el teatro de las guerras francesas y quedar, de 1794 á 1814, anexado á Francia y dividido en nueve departamentos. Es en gran parte á ese doble movimiento de revolucion é independencia verificado durante 26 años (de 1789 á 1815) y á la influencia de las instituciones francesas engendradas por la república, que debe el pueblo belga la saludable regeneracion de que da tan evidentes pruebas. Casi está demas recordar que los tratados de Lóndres (de 1814) y Viena (de 1815) fundaron la reunion en una sola monarquía de las Provincias holandeses y belgas, bajo la dinastía de los Orange; union rota en 1830 por la gloriosa revolucion con que los Belgas conquistaron su independencia. La Europa, al reconocer en 1831 la independencia belga y la neutralidad perpetua del país, dió un golpe mortal al edificio levantado por los déspotas en 1815, al mismo tiempo que aseguró la existencia de un pequeño pueblo que ha sorprendido al mundo con el noble espectáculo de su libertad y sus progresos de todo género. Lo demas pertenece al dominio de lo contemporáneo, y por lo mismo es inútil recordarlo aquí.

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La topografía de las provincias belgas, aunque en su mayor parte llana ó muy ligeramente ondulosa, está perfectamente demarcada por las hoyas ó valles de sus rios, que forman uno de los sistemas hidrográficos de Europa mas abundantes, relativamente, teniendo por bases el Escalda y el Meusa, y hasta cierto punto el Mosela, del lado de Luxemburgo. Toda la region marítima, la de la izquierda del Escalda y la comprendida entre este rio y el Meusa central, que contiene á Flándes y el Brabante meridional, es llana ó de nivel casi enteramente igual; miéntras que las comarcas de Luxemburgo, Lieja, Namur y Hainau, pertenecientes á la hoya del Meusa y de su afluente el Sambra, y las regadas por los riachuelos Geete y Dyle, afluentes del Escalda, son generalmente montañosas ó por lo ménos de suelo bastante accidentado.

El clima es notablemente frio y desapacible, y el país generalmente fértil, excepto del lado de Ambéres, en las márgenes del Escalda.

Mide el territorio belga en su totalidad superficiaria un área de 2,956,183 hectaras; 981 kilómetros de perímetro en sus fronteras con Francia, Alemania y Holanda y su litoral marítimo; 277 kilómetros en su mayor longitud, de Ostende (N.-O.) al límite del Luxemburgo (S.-E.), y 160 en su mayor anchura. El territorio está dividido en 9 provincias que son: Ambéres, Brabante, las dos Flándes, Hainau, Lieja, Limburgo, Luxemburgo y Namur.

Entre todas esas provincias la naturaleza ha establecido una demarcacion muy notable respecto de las condiciones del suelo. Así, en la region montañosa se encuentran inmensos depósitos carboníferos, ricas minas de hierro, cobre, plomo y otros metales, canteras de hermosos mármoles, espesos y graciosos bosques cubriendo las colinas y montañas, viñas que medran en el valle del Meusa, etc.; miéntras que en la faja marítima, mal defendida por sus barrancas arenosas, y en las llanuras de Flándes y Ambéres, florecen los trigos y las papas, la remolacha y el lúpulo, las plantas filamentosas y las oleaginosas, y reina en las ciudades la actividad del comercio, de las fábricas y de las artes. La topografía, pues, produce en Bélgica una gran variedad de industrias, explotaciones y productos, favoreciendo el progreso múltiple del país.

No hay quien no sepa que Bélgica es en Europa, por sus instituciones políticas, un modelo de liberalismo, así como por la práctica de esas instituciones un bello ejemplo de buen sentido y patriotismo. No faltan sinembargo algunas contradicciones en la organizacion belga, tales como la del fuerte censo de imposicion establecido respecto de los senadores elegibles, lo que no es aplicable á los diputados, y el contraste chocante que se nota entre la libertad absoluta acordada á la enseñanza y la que tienen los cultos, limitada esta por la ingerencia ilógica del Gobierno en la dotacion ó mantenimiento oficial de esos mismos cultos.

En realidad Bélgica es una nacion democrática, gobernada aparentemente por un rey-ciudadano y dirigida en realidad por el voto popular y la opinion pública. Es muy lisonjero ver que, asícomo el primer rey de esa jóven monarquía ha sabido acomodarse con entera lealtad á su deber de monarca constitucional, el pueblo entero, no obstante la lucha legal en que se agitan los partidos liberal y ultramontano, ha entrado de lleno desde el primer dia en la práctica del gobierno constitucional democrático, posee la plena conciencia de sus derechos y deberes, y manifiesta en todos los negocios una solidez de miras poco comun y un fondo admirable de buen sentido que no le ha faltado en ningún momento difícil. Libre en las manifestaciones de su opinion, influyente en Europa por la independencia de su prensa, considerado y estimado por la hospitalidad neutral que acuerda al proscrito y al pensamiento extranjero, y engrandeciéndose por medio del trabajo, el pueblo belga es digno de tanto mayor respeto cuanto mas visible es la pequeñez de su territorio.

El Parlamento belga es en Europa, despues del de Inglaterra (actualmente despues del de Italia tambien) el que manifiesta mejor la posesion de las prácticas parlamentarias. Allí ámbas cámaras tienen su orígen en el voto popular, si bien restringido este por un censo electoral que hace depender el derecho de la cuota de imposicion. Los consejos provinciales y municipales funcionan con independencia y hacen del régimen municipal una verdad palpable. El Gobierno ejecutivo, siempre fiscalizado y contenido ó impulsado por las Cámaras y la opinion, practica con sinceridad el régimen constitucional y se muestra en todo caso respetuoso hácia la ley, la libertad y la voluntad nacional. Cada dia las ideas ganan terreno en Bélgica en el sentido de la libertad, de la emancipacion de todos los esfuerzos legítimos y del ensanche de las instituciones democráticas. Así, es de esperar que la nacion belga subsistirá como un feliz ejemplo, como una escuela práctica de liberalismo, y que no muy tarde perfeccionará sus instituciones llevando á sus últimas consecuencias naturales la aplicacion de los principios que le han servido de punto de partida.

La poblacion belga carece de homogeneidad de raza, lengua y aun tradiciones, en parte, pero se halla en via de constante fusion, gracias á las condiciones del suelo, al estímulo de sus libres instituciones y á las grandes facilidades que ofrecen las vias de comunicacion. Alemana en las provincias de Luxemburgo y Limburgo, francesa en la region del Meusa, ó á lo mas franco-alemana, y semi-holandesa ó semi-germánica en Flándes y Ambéres, la poblacion conserva muy notables diferencias de tipo, dialecto y costumbres que parecen repartirla, como un ser mestizo, entre Francia, Alemania y Holanda. Así, en el sud-este prevalece el idioma ó dialecto wallon, mezcla de aleman, roman y frances; en Flándes predomina el holandes algo modificado; en Ambéres y su comarca se habla un dialecto bastante diferente, y en Brusélas, Namur y Mons tiene la superioridad la lengua francesa, que en definitiva es la del gobierno, la literatura, el comercio general, la prensa de primer órden y la sociedad elegante y mas culta.

La poblacion belga es la mas condensada y una de las que progresan mas rápidamente en Europa, El número total de habitantes, que en 1831 era de 3,785,864, habia subido en 1856 á 4.529,460, de los cuales unos 2,500,000 de raza flamenca y los demas de la wallona, con excepcion de muchos miles de extranjeros é isrealitas.

Hoy no baja de 4,600,000 el número total (católicos en las 19 vigésimas partes), con una densidad que, alcanzando á 262 individuos por kilómetro cuadrado en la Flándes oriental, con el mínimum de 44 en Luxemburgo, es, por término medio, en la nacion, de 154 habitantes por kilómetro cuadrado: densidad prodigiosa, sin igual en el mundo.

Si bajo ciertos aspectos la poblacion belga está felizmente dotada, hay en su seno un hecho deplorable que no puede ménos que serle seriamente funesto, si no se buscan remedios eficaces: hablo de la increíble abundancia de conventos y comunidades religiosas, muy arraigados en el país, en posesion de considerables riquezas v en gran parte apoderados de la enseñanza.

Si esos institutos, entre los cuales algunos son realmente benéficos, no interviniesen mas que en la religion, la enseñanza y la beneficencia, por mal que lo hiciesen, el daño no sería muy grave, puesto que la libertad comun podría corregirlo fácilmente. Pero esas corporaciones, mantenidas por la nacion, son la verdadera fuerza de un partido antinacional y reaccionario que pretende no solo explotar libremente al pueblo, sino tambien infeudarlo bajo el predominio de la corte pontificia De ahí la lucha ardiente y no poco apasionada de los partidos, y graves peligros para las instituciones liberales, que no cesarán sino el dia que el Estado, practicando rigidamente los principios, retire á los cultos toda proteccion pecuniaria, los emancipe realmente, y ponga freno á las exacciones y la inmovilizacion de las propiedades pertenecientes á los institutos á que me refiero.

En estos últimos años la prensa y los tribunales han evidenciado muchos y gravísimos escándalos en la conducta de esas comunidades, que se dicen depositarias de la fe, la piedad y la beneficencia, y encargadas de ganar almas para el cielo y enseñar al pueblo, sin perjuicio de atesorar grandes fortunas. Muchos actos de estafa y fraude, de seduccion y concupiscencia, de raptos y ocultacion de jóvenes inocentes (particularmente israelitas y protestantes) y especulaciones muy reprobables, así como fraudes políticos ó eleccionarios, han sido probados, á cargo de comunidades, frailes y misioneros, saliendo á luz en horribles procesos. La opinion se ha indignado con razón, y la gravedad del mal ha hecho pensar seriamente en los remedios.

Por lo que hace al carácter y tipo de la poblacion belga, ámbos varían, según las modificaciones que han sufrido las dos razas principales; pero en general se nota poco vigor de diferencias en los rasgos de las fisonomías, en las costumbres y en los caractéres, y en todas partes se ve siempre asomar un no sé qué de híbrido ó indeciso que indica el contacto de las razas vecinas. Sinembargo, nótase que en Flándes todo tiene un aspecto mas marcado, aunque poco atractivo, distinguiéndose las ciudades de Gante y Brujas, como la de Ambéres, por cierta expresion material y social bastante personal ó característica.

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Como base de comparacion de los progresos que hacen las sociedades europeas, la estadística belga es una de las mas interesantes. Sinembargo, debo limitarme á recordar, hechos muy generales, á fin de no fastidiar al lector con guarismos; sin dejar por eso de llamar particularmente la atencion de los pueblos colombianos hacia la industria belga, enorme por sus proporciones relativas, que es una de las mas estimables y populares de Europa, y cuyas relaciones convienen mucho al comercio colombiano.

La agricultura belga es vasta y muy variada, abrazando casi todos los productos principales de Europa, desde las viñas y el lúpulo hasta el tabaco, las moreras para la produccion de seda y las plantas oleaginosas, aparte de la considerable produccion de granos alimenticios, lino, cáñamo, etc., etc. Sin exageracion alguna se puede asegurar que en ningún país del mundo la tierra es tan bien cultivada ni produce tanto como en Bélgica, en proporcion á la extension superficiaria. Las crias de ganados, aunque estimables, son secundarias por su importancia relativa; pero la horticultura tiene en el país gran desarrollo y produce anualmente mas de 9 millones de francos Bélgica, sobre todo en las provincias flamencas, se distingue por la perfeccion de sus métodos de cultivo, irrigacion y abono. Es muy considerable allí el cultivo de la remolacha, que procura anualmente en azúcar un valor de mas de 80 millones de francos.

Casi es superfluo hablar de la minería belga, tan conocida por sus explotaciones de hulla y otros carbones, mineral de hierro, mármoles, piedras y otros minerales. Baste decir que la pequeña Bélgica es el país que ofrece mayor cantidad de combustible mineral, y á menor precio, en todo el continente, con mucha superioridad á los demas países que poseen minas. Esa explotacion da lugar naturalmente á un gran movimiento industrial y comercial, alimentando en Bélgica el trabajo de centenares de hornos, fraguas y herrerías en que la industria metalúrgica produce muy fuertes valores, consistentes en artículos de maquinaria, quincallería, etc., notablemente apreciados, y dando lugar á un prodigioso movimiento de trasportes.

Los demas ramos importantes de la industria belga son numerosos y de valiosa producion, tales como la fabricacion de azúcar y cerveza,tejidos de lana, lino y algodon muy apreciables (sobre todo los paños, lanillas, encajes, alfombras y adamascados)locomotivas, rieles, máquinas y aparatos para ferrocarriles, vapores, fábricas, etc.,armas de varias clases y una multitud de artículos secundarios. Me reservo tratar, de las bellas artes, del comercio marítimo y de la pesca, al ocuparme de Ambéres y Ostende; pero haré notar desde ahora que la industria belga, no solo se manifiesta en el país con esplendor, sino que ejerce su benéfica influencia en otros países y aún continentes, enviando sus capitales, locomotivas y wagones, y sus inteligentes ingenieros y obreros, á extender las empresas de ferrocarriles que revolucionan el mundo.

Terminaré esta breve reseña haciendo notar que, despues de Inglaterra, no hay país en el mundo que tenga, relativamente á su territorio, una red tan completa de vias superiores de comunicacion, unas fluviales ó de canalizacion, otras férreas, y las demas simplemente carreteras. Todo el país está de tal modo cruzado por ferrocarriles en todas direcciones, y magníficas carreteras, generales y vecinales, que se enlazan de mil modos, que nada es mas fácil y sencillo que trasladarse en un dia, con comodidad y baratura, de un punto á otro cualquiera de Bélgica, ó en direccion al exterior. Allí los viajes son como paseos, y todo el mundo vive paseándose.

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CAPITULO II.

LIEJA Y EL BRABANTE.

Poblacion y panorama de Lieja.Importancia Industrial de la ciudad. Su aspecto interior y sus monumentos.Tirlemont.Lováina.Malínas.


Lieja, la antigua capital del principado del mismo nombre, y que es el centro mas importante de las poblaciones belgas pertenecientes al interesante grupo de la raza valona (ó wallona), tiene el primer rango industrial, político y social entre todas las ciudades que demoran en la hoya del Meusa, y es por su poblacion (91,000 habitantes) la cuarta ciudad de Bélgica.

Dominada en los tiempos anteriores á la unificacion belga por obispos que tenian el carácter y la autoridad de príncipes soberanos, aunque feudatarios, Lieja supo en todo tiempo resistir á las usurpaciones que podian menoscabarle sus libertades municipales, manifestando siempre la energía de su poblacion laboriosa; y á pesar de las luchas que agitaron su existencia hasta el principio del presente siglo, ha conservado y acrecentado su prosperidad, gracias al carácter de sus habitantes y a la actividad de su industria.

Pocos pueblos, en las comarcas de orígen frances ó céltico, se han mostrado tan decididos y celosos por el mantenimiento de sus libertades como el de Lieja, siempre belicoso y valeroso, siempre enérgico en sus resoluciones, amante del trabajo, emprendedor y perseverante. La raza de las comarcas que tienen por centro á Lieja es la mas bella y robusta de Bélgica, y la historia de su vida política y social ofrece repetidos é interesantes rasgos que prueban cualidades morales muy dignas de aprecio. A la verdad, Lieja es una de las ciudades que caracterizan mejor en Bélgica el genio múltiple de la nacion y el tipo complejo de los progresos ó la civilizacion de ese país. Las tradiciones municipales, el espíritu liberal, el interes por las letras, los bellos monumentos del arte antiguo, la actividad fabril y de la explotacion minera, la agricultura prospera y la rapidez de las comunicaciones, coinciden en Lieja para formar esa noble y fecunda armonía del progreso que caracteriza al presente siglo.

Y sinembargo, nada ofrece contrastes mas evidentes que la estructura interior y el panorama de Lieja. Un pintoresco grupo de pequeñas montañas que parecen afluir hácia la ciudad, determina allí uno de los mas risueños valles que he conocido en las regiones de Europa que se inclinan hácia el canal de la Mancha y el mar del Norte. Tres valles se reunen allí: el del Meusa, el del Urta (Ourthe), riachuelo que tiene su confluencia en el extremo superior de la ciudad misma, y el del Vesdra, que se junta con el Meusa un poco mas abajo. La concurrencia de los tres valles y sus rios, el juego de las colinas que lo dominan, formando un magnífico marco de rica vegetacion, y las ondulaciones del terreno en el fondo, producen un primoroso conjunto topo-hidrográfico, cuyo encanto se completa con la extensa masa de la ciudad, de formas caprichosas é irregulares, el aspecto de los fuertes que la dominan desde las cimas de dos colinas, y el risueño aspecto de las campiñas circunvecinas, pobladas de plantaciones y verjeles, graciosas casas campestres, fábricas y otros objetos que indican actividad y bienestar. No he visto en ninguna de las otras provincias belgas que he recorrido un panorama tan encantador como el de Lieja.

Pero al penetrar al interior de la ciudad, dividida por el Meusa en dos porciones muy desiguales, se disipa al punto la impresion que el conjunto del paisaje acaba de producir. Las calles están ó solitarias ó poco animadas, si se las recorre en las horas de comer, ó cuando la gran masa de poblacion obrera está ocupada en las fábricas; á no ser que uno penetre hasta la Plaza del mercado y la de Lambert. Si en los afueras de la ciudad ó en los hermosos boulevards que van de la estacion del ferrocarril de Malínas hasta la plaza del Teatro, se destacan á uno y otro lado nuevos y elegantes edificios que tienen todos una planta casi uniforme, en el interior ó la parte antigua de la ciudad todo parece oscurecido por un inmenso crespon, por una atmósfera cargada del polvo y los gases del carbon de piedra que se consume allí en enorme cantidad. Baste decir que Lieja, centro muy importante de la explotacion carbonífera, yace sobre vastas galerías subterráneas, teniendo por asiento, como algunas ciudades de Inglaterra, un lecho de carbon. Así, esa ciudad, que trabaja en la superficie como en el seno oscuro de su rico suelo, es hoy esencialmente fabricante, y el viajero curioso no puede ver á sus laboriosos habitantes, sus viejas, tristes y tortuosas calles y sus interesantes monumentos, sino al traves del humo y el polvo de carbon que despiden constantemente las chimeneas de sus numerosas fábricas y fraguas.

La produccion fabril de Lieja en artículos de quincallería es relativamente enorme, y acaso no tiene rival, por lo ménos en cuanto á la cantidad, respecto de cañones, diferentes armas de fuego, armas blancas, y locomotivas ó máquinas de vapor destinadas á todos los países del mundo. De allí salen los instrumentos de guerra que resuelven los problemas políticos de los pueblos (si es que la fuerza puede jamas resolverlos), tanto en Europa como en el Nuevo Mundo; y de allí salen tambien los aparatos de vapor, instrumentos de riqueza y civilizacion, que van á difundir el movimiento en casi todos los ferrocarriles del mundo. Ademas de los 29 ó 30,000 obreros que trabajan en Lieja el fierro y el acero, á 15 minutos de allí demora el distrito de Seraing, que en 1820 contaba apénas 2,000 habitantes y hoy tiene mas de 17,000, gracias al inmenso establecimiento fundado por John Cockerill en 1816, el mas vasto que existe en el continente para la explotacion de hulla, las forjas y hornos de fabricacion de hierro y la construccion de máquinas. Ese solo establecimiento ocupa hoy á cerca de 6,000 obreros y produce una enorme cantidad de valores.

Aparte de la ciudadela y otra fortaleza, y de diez ó doce edificios públicos notables, los mas importantes monumentos de Lieja son tres religiosos y dos civiles: de los primeros, la Catedral de San-Pablo, la iglesia de San-Jacobo y la de Santa-Cruz; de los segundos, el Palacio de Justicia y la Universidad. Casi todos los monumentos religiosos de Lieja son interesantes, al ménos por su antigüedad, pues datan de los siglos X, XI, XII y XIII, y su arquitectura corresponde al mejor y mas sencillo estilo ogival, aunque en algunos templos se ven primorosos arabescos. San-Jacobo y San-Pablo contienen en su interior obras de arquitectura verdaderamente magistrales, y Santa-Cruz, iglesia muy pequeña, es sumamente curiosa y de un estilo encantador por su ligereza, sencillez y armonía de construccion.

El Palacio de Justicia llama notablemente la atencion del viajero. Data del siglo XVI, y su estilo se resiente de la transicion que entónces hacia el arte del gótico florido al Renacimiento, ofreciendo en su conjunto y sus pormenores una curiosa mezcla de los estilos ogival, en lo principal, y morisco y veneciano en los adornos y ciertas formas parciales. Es penetrando á los dos patios del edificio, hoy orillados por tiendas de libros, quincallería, etc., que se puede apreciar el capricho de las construcciones híbridas de aquel curioso monumento.

La Universidad de Lieja, que es una de las dos sostenidas en Bélgica con fondos del Estado, se halla establecida en los edificios del antiguo convento de Jesuitas, y data apénas de 1817. Como monumento, la Universidad no tiene nada muy notable; pero como instituto es interesante no solo por los museos, colecciones científicas y biblioteca que contiene, sino tambien por el papel que hace en esa lucha vigorosa de los partidos belgas, ejerciendo su influencia en apoyo del liberalismo, lucha en que las cuatro universidades del país (dos de ellas libres) intervienen muy activamente.

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Al seguir el ferrocarril que de Lieja conduce á Malínas y Brusélas, por Lováina (Louvain ó Leuven) y Tirlemont, la línea recorre hasta Ans un trayecto montañoso, subiendo en plano inclinado hasta una altura de 450 piés sobre el nivel de Lieja. Así, el tren es remolcado por tres locomotivas, y se echa de ver que los trabajos de nivelacion han sido muy laboriosos. El magnífico paisaje de Lieja desaparece, y con él los hornos de fundicion y las minas de hulla. La hoya del Meusa queda atras y se entra en la del Escalda ó sus afluentes meridionales. Al país montañoso y minero de Lieja suceden las ondulosas campiñas del Brabante occidental, interesantes por sus cultivos, sus industrias de tejidos, etc. Se echa de ver que allí vive otra raza y fundó diferentes tradiciones otra civilizacion. Donde quiera se ve no sé qué de intermediario entre el tipo frances y el flamenco ú holandes algo modificado. Es como si un brazo de la vieja Alemania penetrase hasta allí para grabar en parte el sello de sus razas y su civilizacion. Ya no se nota en el gesto, en el lenguaje, en el continente y en las costumbres de las gentes, ni en el aspecto de las localidades, esa movilidad, esa franqueza y ese espíritu despierto y rápido que hacen recordar al frances en el país wallon. Todo ha cambiado de aspecto, y Lováina y Malínas, ciudades silenciosas y tranquilas, preparan el ánimo del viajero á la fuerte transicion que debe hacer pasando de Lieja á Gante ó Ambéres.

El tren se detuvo un momento al tocar en Tirlemont, pequeña ciudad de poco mas de 12,000 almas, que tiene cierto aire de alegría, no obstante la línea de sus murallas ó fortificaciones, cuya circunferencia mide un miriámetro; siendo de notar que, por una prevision poco comun, dejaron entre la ciudad y sus murallas un vasto espacio circular que se presta al cultivo y está cubierto de huertos y graciosas sementeras. Es raro que los hombres de guerra que en otro tiempo se mostraban tan cuidadosos de estrangular las ciudades con fortificaciones, hayan tenido delicadezas como la que se revela en Tirlemont, dejando á la poblacion algunos medios de subsistir en caso de sitio.

A 7 kilómetros de Tirlemont demora, sobre las dos márgenes del Dyle, riachuelo afluente del Rúpel, y por medio de este del Escalda, la triste y solitaria Lováina, cuyas murallas le dan la forma casi perfecta de un círculo. Un tiempo opulenta y populosa (con 200,000 habitantes y 4,000 fábricas de paños, en el siglo XIV) cuando la ciudad era capital del Brabante, hoy no tiene sino poco mas de 31,000 almas, gracias al bárbaro fanatismo y la intolerancia de los hombres de sotana y sable, que proscribieron á los industriosos tejedores, obligándoles á buscar asilo en Inglaterra.

Habiendo perdido su industria y teniendo su poblacion casi en la totalidad consagrada á la agricultura, Lováina carece de todo movimiento comercial y fabril. Hace gran contraste con casi todas las demas ciudades belgas, y no llama la atencion sino por su admirable Casa municipal y su Universidad, que es el cuartel general del ultramontanismo en Bélgica. Es sabido que ahora tres siglos la Universidad de Lováina tuvo en Europa gran celebridad, siendo tal vez considerada como superior á todas sus rivales de Francia, Alemania, Italia, etc. En aquellos tiempos la ciencia tenia otro carácter que en nuestro siglo, y como el ergotismo pedantesco y la teología ocupaban el primer puesto, no era extraordinario que Lováina, ciudad clásica de sotanas, obtuviese la palma. Su Universidad, que habia sido fundada en 1426, llegó á ejercer en el país una especie de omnipotencia, hasta que los Franceses la suprimieron durante su dominacion de conquista. El rey de los Países-Bajos le sostituyó en 1817 un colegio filosófico, que no fué del gusto del clero, y este restableció definitivamente la Universidad en 1835, con el carácter de libre, para hacer competencia á las de Lieja y Gante. Hoy ese instituto es el foco de todas las intrigas que se urden en Bélgica contra la causa liberal, y su audacia se manifiesta tanto en las polémicas de la prensa como en las luchas eleccionarias y los debates parlamentarios.

Bélgica es el país clásico de esos palacios de la clase media y de las muchedumbres, llamados: Casa municipal ó Palacio de la ciudad, monumentos admirables que conservan las mas notables tradiciones de las luchas y libertades de las ciudades antiguas. Bajo este aspecto, Brusélas, Gante, Brujas, Audenarde, Mons y aun Ambéres se distinguen por sus palacios municipales; pero Lováina las sobrepuja á todas con el suyo, que es un primoroso modelo de elegancia y armonía en el arte gótico florido, precursor, en el siglo XV, del Renacimiento.

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En Bélgica el paso de una ciudad importante á otra tiene apénas las proporciones de un paseo, de manera que en pocas horas puede el viajero trasladarse sin fatiga desde Verviers hasta Ostende ó Courtrai, pasando por una cadena de ciudades tan importantes como Lieja, Lováina, Malínas, Brusélas, Gante, y Brujas Los ferrocarriles cruzan de tal modo la diminuta pero opulenta Bélgica, que el tránsito de una ciudad á otra equivale, en aquel hogar de cerca de 5,000,000 de hombres libres, al que se hace en una casa comoda y bien servida, de un aposento á otro. Asi, tres cuartos de hora despues de haber partido de Lováina nos deteníamos en Malínas, ciudad célebre por su catedral, sus encajes y sus almuerzos de patas y orejas de cerdo, y no poco afamada entre los Belgas por la terquedad tradicional de sus consejeros municipales. Bajo el punto de vista económico y social tiene la particularidad Malínas de ser el centro de donde parten los ferrocarriles belgas pertenecientes al Estado, en cuatro direcciones distintas, á saber: hácia Holanda, por via de Ambéres; hácia Alemania, por Lováina y Lieja; hácia la costa marítima (Ostende) y la frontera francesa de Lila, por Gante, y hácia Mons, Charleroi y Namur (frontera francesa) por la via de Brusélas.

No he conocido jamas ciudad tan triste y solitaria como Malínas, circunstancias tanto mas extrañas cuanto que á dos pasos de la antigua ciudad reina en la estacion del ferrocarril un movimiento prodigioso de viajeros y mercancías de todos los puntos de Bélgica y del exterior, que afluyen al punto céntrico donde se enlazan todas las vias férreas para distribuirse en muchas direcciones. Al dejar la estacion y penetrar en la ciudad podría uno creer que ha salido momentáneamente de Bélgica y se halla en una ciudad española, triste, abandonada, estacionaria, petrificada por las tradiciones de peor carácter. Allí os afligen las plegarias de los mendigos; abundan las iglesias y los canónigos; faltan las fábricas y los institutos que atestiguan actividad y progreso, y todo tiene un aspecto de vetustez que sorprende en medio de aquel país. En todos mis viajes he podido observar que el progreso de las ciudades está en razón inversa del número de sus canónigos, frailes y demas séres inútiles, que duermen, cantan y consumen. Malínas es á Bélgica lo que Toledo á España y Friburgo á Suiza.

Malínas, atravesada por el riachuelo Dyle (que cerca de allí se reune con el Nethe para formar el rio Rúpel), es sinembargo una ciudad bien construida, que posee calles anchas y hermosas, edificios de buena planta y plazas espaciosas; pero sus 31,400 habitantes deben de vivir acongojados por el tedio y morir de hipocondría.

La catedral de Saint-Rombaut es la joya de Malínas, si bien sus formas exteriores no tienen gran valor. Lo que en ese monumento llama la atencion es: la enormidad de su torre única, que mide casi 100 metros de altura; la grandiosidad de su inmensa nave, cuyo interior impresiona fuertemente, y algunos cuadros de pintura considerables, entre los cuales se distingue un interesante Cristo de Van-Dyck. Otra iglesia de Malínas, la de Nuestra-Señora, posee tambien algunas buenas obras de arte, siendo la mas sobresaliente la admirable Pesca milagrosa trabajada por Rubens en 1618. Despues de esto Malínas no tiene otra cosa que merezca atencion ni curiosidad, por lo cual el viajero se da priesa de ir á observar en Brusélas el movimiento político y las pruebas del gran progreso intelectual y social de los Belgas, ó bien á admirar en Ambéres los esfuerzos del comercio nacional y los monumentos y museos que atestiguan la gloria de esa ciudad que fué la cuna de la escuela brabantina.

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CAPITULO III.

AMBÉRES.

Aspecto general de la ciudad.Comercio y bellas artes.Carácter múltiple de Ambéres.Sus calles, monumentos, museos y curiosidades. Jardines y paseos.


Aunque en Bélgica se encuentran reunidas y armonizan todas las manifestaciones del progreso, sinembargo, cada comarca y cada ciudad tiene ciertos rasgos que le son característicos. Asi, por ejemplo, es en Ambéres, en Ostende, y en las ciudades vecinas á las fronteras de Francia que se hallan las mas notables construcciones militares, símbolo de las luchas provocadas por la ambicion ó el egoismo de los gobiernos. En Lováina, Lieja, Gante y Brusélas está concentrado el movimiento universitario. La minería tiene su terreno inagotable en el sur y el sud-oeste, como la agricultura mas esmerada y valiosa se ostenta en las llanuras flamencas. La fabricacion tiene sus principales centros en Gante, Lieja y Verviers, así como la pesca marítima se radica en Ostende. Por último, es en Ambéres donde, por una singularidad curiosa, se manifiestan con mas energía las fuerzas comerciales y artísticas del pueblo belga.

Ambéres, en efecto, es una vasta ciudad, curiosa bajo todos aspectos, donde todo interesa y llama la atencion: la estructura de los edificios y las calles, como el tipo, la lengua y las costumbres de los habitantes; el movimiento activo del comercio y de la navegacion del Escalda, como el mérito de admirables obras maestras, monumentos y museos; el aspecto de las formidables fortificaciones de la ciudad, como el de sus vastos diques de un lado, y del otro sus alegres campiñas, que hacen contrastar los símbolos de la guerra con los de la paz y la fecundidad.

El aspecto general de Ambéresciudad tan célebre por su historia comercial y militar, artística y civiles interesante y notablemente curioso. La masa de construcciones interiores está comprendida entre la ribera derecha del Escalda y un inmenso arco irregular formado por la línea formidable de las murallas y fortificaciones, defendidas por vastos y profundos fosos. Al S.-O. ó la parte superior del rio, están la Esplanada de armas, la Ciudadela y el Arsenal militar, dominando el muelle. Al N-E. ó la parte inferior, se extienden los Diques «grande» y «pequeño», que abrigan un gran número de buques mercantes de vapor y de guerra y están rodeados por vastos almacenes de depósito. Allí se ve una red complicada de carriles de hierro, por los cuales giran los carros que sirven para el embarque y desembarque de las mercancías, entre los diques y la estacion del ferrocarril que comunica á Ambéres con Malínas. Al poniente de la ciudad, cerca de las fortificaciones y fuera de su angulosa línea, se hallan, al lado de un pequeño arrabal, la estacion del ferrocarril y el primoroso Jardin Zoológico, perla y orgullo de Ambéres.

Al subir sobre alguna de las torres de las numerosas iglesias de la metrópoli brabantina, se contempla en su conjunto un magnífico panorama que interesa mucho cuando sus pormenores son observados con atencion. Si se tiende la mirada del lado del Escalda, se ve en primer término la línea inmensa de los muelles de la márgen derecha, donde reina un gran movimiento de marineros, carreteros, comisionistas, corredores, etc., ocupados en la carga y descarga de centenares de vapores y buques de vela atracados á los muelles, y en las diversas operaciones propias del comercio y la navegacion. El Escalda, corriendo por un lecho arenoso y fangoso, de bajas orillas cubiertas de juncos y otras gramíneas, experimenta la accion poderosa de las mareas, que lo hacen subir y bajar de nivel muy notablemente. Si el rio es majestuoso por su caudal, su anchura y sus ondulaciones, é interesante por el gran número de buques que lo surcan, alimentando la masa principal del comercio marítimo de Bélgica, la comarca que se desarrolla del lado de la márgen izquierda tiene un aspecto melancólico que impresiona mucho. Allí se extiende una inmensa llanura, triste y uniforme, pero admirablemente cultivada y salpicada por algunas poblaciones, que tiene su límite en el bajo Escalda, del lado de la Zelanda. Tornando la vista hácia el interior de Bélgica se contemplan las llanuras del Brabante y Limburgo, donde la agricultura, la ganadería y la horticultura reinan sin competencia; siendo notable el gracioso conjunto de casas campestres, quintas, huertos, jardines y magníficas alamedas que rodean á Ambéres, formándole como un arco de verdura. Allí todo indica gusto y esmero en el cultivo, adelanto y perfeccion en los métodos de labor, y bienestar en la clase média que posee quintas ó casas campestres, y entre los agricultores.

Al observar el interior de la ciudad todas las construcciones presentan un aspecto que contrasta mucho con la frescura y lozanía de las campiñas circunvecinas: Ambéres, cuya poblacion no baja de 109,000 habitantes, y que en el siglo XVI llegó á contar hasta 200,000, es un vasto enjambre de cuadras enteramente desiguales é irregulares, calle y callejuelas tortuosas, estrechas, dislocadas en laberintos extravagantes, casi todas húmedas y sucias, muy mal empedradas y de aspecto por lo comun triste y vetusto. Donde quiera plazas irregulares, orilladas por magníficos monumentos, y casas de antiquísima planta, muy curiosas por su estructura, aunque carecen de la grada original y pintoresca de las construcciones holandesas, ó del sombrío romanticismo de las antiguas casas alemanas. Por todas partes se alzan torres de diversas formas, principalmente góticas, sobre iglesias que merecen casi todas el nombre de museos religiosos. Por todas partes hormiguea una poblacion inquieta, laboriosa y honrada, que llama mucho la atencion por la energía de su lenguaje, áspero y expresivo, la singularidad de su tipo de raza, el liberalismo de sus ideas, el sentimiento de orgullo con que mantiene su patriotismo y sus tradiciones, y la elasticidad particular con que se presta á las mas variadas manifestaciones de la civilizacion.

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El comercio y las bellas artes, como he dicho, son las principales demostraciones de la historia y de la actividad actual de Ambéres. En otro tiempo, bajo el reinado de Cárlos V, esa ciudad fué el emporio del comercio en el norte de Europa, gracias á su magnífico rio, visitado entónces todos los dias por inmensas flotas mercantes, y á causas políticas y económicas que luego han desaparecido ó han modificado profundamente su accion. Pero la dominacion de los Españoles, que ha sido funesta en todas partes, arruinó la prosperidad de Ambéres y el Brabante, como del país flamenco. Las proscripciones perpetradas por el fanatismo religioso, la opresion política y civil, las absurdas leyes fiscales y económicas y los actos de pillaje ejecutados en los tiempos de guerrapolítica sombría que personificó tan terriblemente en los Países-Bajos el odioso duque de Alba,diezmaron la poblacion de Ambéres, estancaron la industria y el comercio é hicieron de esa opulenta ciudad casi una ruina. Mas tarde, la pérdida de la libre navegacion del Escalda (consecuencia del tratado de Munster, de 1648) completó la decadencia de Ambéres. Hoy, aunque embarazada la navegacion por los peajes que cobra el gobierno holandes en el bajo Escalda, Ambéres ha recobrado gran parte de su antigua opulencia, gracias á la concentracion que allí se verifica respecto de casi todo el comercio marítimo de Bélgica.

Y á la verdad, la prosperidad comercial de Ambéres en la actualidad, es mas sólida y vale mas que la que alcanzó en el siglo XVI, puesto que esta se basaba en el monopolio y las mas viciosas instituciones, miéntras que la que hoy se palpa se funda en la libertad y la actividad espontánea de los pueblos. A este propósito haré una observacion que me parece pertinente. Los filósofos están divididos en el mundo en dos categorías: unos que, tomando la historia por punto de partida, pero la historia viciosamente comprendida, creen que el progreso tiene límites, que la civilizacion es una serie de evoluciones que se repiten en su espíritu esencial, aunque varían en sus formas,lo que en definitiva no es mas que la teoría Vico. Según esos filósofos, las sociedades actuales que han llegado á un gran refinamiento de civilizacion, están destinadas á comenzar en breve su período de decadencia, á arruinarse y perecer tan luego como completen su evolucion limitada de progreso.

La segunda escuela filosófica, la escuela jóven, que tiene fé en la perfectibilidad humana y la perpetuidad del bien, y que toma por punto de partida la naturaleza del hombre mismo y de la Creacion entera, en lugar de los sofismas de la historia,esa escuela, digo, cree que las sociedades no decaen ni perecen por virtud de una ley ciega y fatal, sino por causas lógicas cuya influencia puede conjurar la voluntad humana. Y cree, tambien que, cuando esa decadencia y esa ruina aparecen, no son en realidad sino fenómenos del progreso humano, en virtud de los cuales los pueblos que abrigan en su constitucion un principio falso y nocivo, que son incapaces de producir la fórmula de la justicia y la verdad, son arrastrados por la ola irresistible del tiempo para dar lugar siempre á una sociedad mas sana y justa, á una civilizacion que se acerque mas al ideal de la humanidad.

Así, puede decirse que ningún pueblo está destinado de un modo absoluto á una alta civilizacion ni á la decadencia, la ruina y la trasformacion completa. El que tome la via de la libertad y la justicia, y tenga siempre valor para solicitar el grande ideal, vivirá progresando y modificándose sin violencia, hasta la consumacion de los siglos. El que no sepa comprender, solicitar ni realizar ese ideal, perecerá en el comun naufragio de la historia de los incapaces, á reserva de reaparecer transfigurado y rejuvenecido bajo las nuevas formas que la civilizacion irá creando.... Ambéres me pareció la confirmacion patente de esta filosofía del progreso con que se ha fortificado mi espíritu.

La civilizacion, que por lo comun se manifiesta en un sistema de compensaciones, ha debido muy nobles triunfos al genio de los ambaréses, en el ameno campo de la mas sublime de las bellas artes. Cuando Ambéres, por la decadencia de su antiguo comercio, parecia condenada á la oscuridad, surgió casi de repente en su seno una falange de hombres inspirados que, fundando la escuela brabantina en la pintura (llamada impropiamente escuela flamenca, por ampliacion) debia inmortalizar á los hijos de la antigua metrópoli comercial, prestando servicios eminentes al arte de Rafael. Las provincias de Flándes y Brabante habian sobresalido en ciertas industrias estrechamente ligadas con las artes del dibujo, tales como el bordado, la platería y joyería y la fabricacion de encajes y tapices. De ahí el hecho natural de que el dibujo, y con él la pintura, tomasen en aquellas provincias un vuelo muy notable desde la edad média.

Ya desde principios del siglo XV los célebres hermanos Huberto y Juan Van-Eyck habian creado en Gante y Brujas la escuela flamenca, feliz iniciadora de la independencia, la originalidad y el espiritualismo científico del arte; y Hemling y otros cuantos habian seguido mas ó ménos fielmente las huellas de los maestros. A su turno el Brabante habia entrado en el movimiento artístico, pero sin dar á sus producciones un carácter particular y bien determinado. El arte se resentia mucho de la imitacion italiana ó del giro que le habian dado las escuelas flamencas y holandesas. Fué del fin del siglo XVI al principio del XVII que Ambéres sintió surgir de su seno la pléyade inspirada que debia procurarle tanta gloria. Entónces aparecieron sucesivamente los grandes maestros cuyas obras embellecen los preciosos museos de Europa. De los obradores de Pedro Breughel, Van-Veen, etc., salieron casi en la misma época: Pedro Pablo Rubens, el maestro soberano (de 1577 á 1640); David Teniers (de 1582 á 1647); su hijo del mismo nombre, que le superó con mucho, sobre todo en la pintura de género ó de interior (de 1610 á 1694); Van-Dyck, el admirable discípulo de Rubens (de 1599 á 1641); Jordaens, que tanto se esforzó por imitar las mas voluptuosas creaciones del mismo maestro (de 1594 á 1678); en fin, los dos Seghers ó Zegers, Gaspar de Craeyer, Roose, Neefs, Snyders, Brill y otros notables, hasta Juan Erasmo Quellyn, que falleció en 1715, época en que el noble arte brabantino hubo de correr la misma suerte que el de casi todas las escuelas, decayendo bajo la presion que ejercieron sucesivamente las costumbres cortesanas de los tiempos de Luis XIV, la Regencia y Luis XV.

Es visitando el interesante museo de Ambéres, y sobre todo la catedral y las principales iglesias, que se puede admirar el alto grado de atrevimiento, originalidad, energía de expresion, riqueza de colorido y verdad imitativa a que llegaron los tres grandes maestros: Rubens en la pintura histórica, religiosa y de fantasía; Van-Dyck, en el retrato y la composicion religiosa; Teniers el jóven, en la pintura de cuadros domésticos maravillosos, llamada de género. Verdad es que las mas numerosas y mejores obras de Van-Dyck, en cuanto a retratos, se encuentran en Inglaterra, en el Castillo de Windsor: pero hay bastantes en Bélgica, y sobre todo en Ambéres, para dar idea del mérito de ese artista eminente. En cuanto á Rubens, cuya fecundidad y laboriosidad fueron prodigiosas, aunque su genio y su pincel están muy bien representados en todos los museos de Europa, Bélgica conserva los mejores, particularmente en el género religioso, del cual ofrece pruebas admirables la catedral de Ambéres.

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No pretendo fatigar al lector con apreciaciones especiales respecto de las obras artísticas de Ambéres,apreciaciones que parecerían pedantescas de mi parte. Así, me limitaré á hacer una rápida mencion de los monumentos y objetos que mas llaman la atencion.

Entre la Plaza-Verde, donde se alza en medio de arboledas la hermosa estatua del admirable Rubens (quien, como se sabe, fué tan hábil artista como magistrado y diplomático) y la Gran-Plaza, donde se halla el Palacio de la ciudad (edificio notable, aunque bien inferior á otros de su clase en Bélgica); entre esas dos plazas, digo, se levanta con majestad la mole sombría de la catedral, monumento magnífico, sin rival, por su tamaño y su hermosura, en toda la region de los Países-Bajos. Mide 117 metros de longitud por 65 de anchura, data en su principio de 1352, y su arquitectura, que es de estilo gótico sencillo, imponente y grandioso, no encanta ménos en su recinto que en su admirable torre principal, la cual, sobre tener la enorme altura de 123 metros, embelesa al que la contempla, por la extraordinaria ligereza de sus formas y el atrevimiento y la perfeccion de sus primorosos calados, con justicia comparados á encajes.

En el interior, el golpe de vista es soberbio, al situarse uno en frente al coro. Dividida la catedral en siete naves sostenidas por seis órdenes de columnas (estructura única entre todas las catedrales) parece una selva de mástiles de piedras trepando hácia el cielo con la ligereza de cien enormes lianas. De resto, el interes del visitante se concentra en los colosales cuadros de Rubens, suspendidos á los dos lados del coro, que representan la Ereccion de la Cruz y el Descendimiento, y otro del mismo artista dominando el altar mayor, que manifiesta la Asuncion de la Vírgen. Si en lo relativo á vírgenes no he hallado nunca nada que me parezca superar las creaciones divinas de Rafael, Corregio y Murillo, en lo que toca á la representacion de Cristo parece imposible producir obras mas grandiosas y mas llenas de religion, ciencia y soberana poesía que las dos mencionadas de Rubens.

Despues de la catedral son muy interesantes, entre los monumentos religiosos: la iglesia de San-Jacoto, que mide cerca de 100 metros de longitud y la mitad de anchura, notable por su abundancia de cuadros de pintura y monumentos sepulcrales magníficos, y su gran riqueza de mármoles y ornamentacion; la iglesia de San-Cárlos, construida por los Jesuitas á principios del siglo XVII, enteramente análoga á las del mismo orígen en otros países, notable por su magnífica torre y su excesivo lujo de ornamentacion ó aparato; la iglesia de San-Pablo, rica tambien por sus adornos y cuadros interiores, y curiosa por un patio que tiene al lado de su entrada lateral, donde está representado el Calvario por estatuas de piedra distribuidas en medio de rocas y escombros artificiales; en fin, la iglesia de San-Andres, notable solamente por su magnífico púlpito de madera esculpida, objeto en que sobresalen sin rival muchas de las iglesias de Bélgica.

Aparte de muchos otros monumentos secundarios, pero todos históricos, que llaman la atencion en Ambéres, lo mas importante, despues de lo que llevo mencionado, es el Museo de pinturas. Su gran valor consiste en su especialidad, pues aunque contiene algunos cuadros de las escuelas extranjeras, se compone principalmente de obras nacionales y holandesas. Son muy numerosas las obras maestras reunidas allí, debidas al poderoso genio de Rubens, al sombrío pincel de Rembrandt, al fielmente imitativo de Van-Dyck, al admirablemente gráfico y chistoso de David Teniers (jóven), y al delicadísimo de algunos pintores en miniatura al óleo, en que abundan los museos flamencos, holandeces y brabantinos.

Si en su recinto es interesante Ambéres, fuera de sus fortificaciones ofrece á la vista del viajero objetos importantes. En su primoroso Jardin Zoológico, uno de los mas bellos y mejor surtidos y mantenidos en Europa, los Amberéses han probado su particular aptitud para esa clase de establecimientos. Si exceptuamos los jardines de ese género que hay en Paris y Lóndres, se puede asegurar que ninguno otro de Europa es comparable á los que en Bélgica y Holanda están consagrados á la botánica y la zoología. Y todavía, bajo el punto de vista de lo pintoresco y agradable, los de estos dos países son superiores á todos los demas.Los Belgas y los Holandeses tienen el buen gusto de combinar la música y los goces sociales con el interes de la ciencia, lo que hace que, como mas adelante manifestaré, aquellos jardines sean en Ambéres, Brusélas, Amsterdam, Rotterdam, etc., escenarios interesantes y agradables bajo todos aspectos.

Adelante del Jardin zoológico de Ambéres se extienden campiñas muy bien cultivadas, y se prolongan magníficas alamedas, orilladas por casas campestres, jardines, huertos y pequeños parques pertenecientes á los ricos negociantes de la ciudad. El vasto y pintoresco arrabal que existe allí está destinado á hacer parte de la ciudad, tan luego como estén demolidas las actuales fortificaciones.Cuando visitamos á Ambéres (no en 1859 sino en 1860, despues de recorrer la Holanda) habian comenzado los inmensos trabajos de las nuevas fortificaciones, cuya línea semicircular, alejándose bastante de la ciudad, le dejará desahogo y facilidad para ensancharse. La cuestion de esas fortificaciones agitaba mucho á la opinion belga en 1859, y la prensa, el Parlamento, el Gobierno y los hombres del arte se preocupaban muy seriamente con su solucion. Ambéres se sentia como estrangulada por sus murallas y fortificaciones, sin poder salir de su viejo carapacho de guerra, porque las necesidades sofísticas de la política exigian la subsistencia de ese elemento de defensa nacional.

El patriotismo se mostraba alarmado por los temores, fundados ó infundados, de nuevas conquistas de parte de Francia, temores que acababa de despertar la guerra de Italia. Se queria que en caso de invasion el gobierno belga contase con un refugio seguro en Ambéres, y para eso se creia indispensable mantener las antiguas fortificaciones, ó en caso de demolerlas construir otras nuevas y mas formidables. La segunda opinion triunfó, y el pueblo belga se impuso un sacrificio de cerca de 50 millones de francos, imputables al capítulo miedo y desconfianza, que hace tan gran papel en los presupuestos europeos. Es curioso notar cómo la amenaza y el miedo se ligan en Europa para mantener esta deplorable guerra de presupuestos y tarifas que se hacen con encarnizamiento los gobiernos! Todo se encadena de manera que los gestos y aun la reserva calculada de cada soberano producen su contragolpe en los demas Estados.

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CAPITULO IV.

BRUSELAS.

La sociedad belga bajo el punto de vista político.Estructura general de Brusélas.El periodismo y la librería.Fisonomía moral de Brusélas;su poblacion.Monumentos civiles;la casa municipal,varios palacios.Monumentos religiosos.Museos, bibliotecas y estatuas públicas.Jardines científicos.


Talvez no hay en el mundo pueblo ninguno que haya ofrecido en tan poco tiempo, como el belga, pruebas tan perentorias de la eficacia de la libertad ó del régimen que funda la prosperidad social en el imperio de la paz y de la opinion libre. Los extraordinarios progresos que ha hecho en medio siglo la América republicana se deben no solo á las instituciones, sino tambien á las inmigraciones, las ventajas del suelo, la novedad del país y el concurso que la Europa proletaria y oprimida le ofrecia, solicitando con avidez el Nuevo-Mundo.

En Bélgica los elementos han sido muy distintos: ese libre, honrado, sensato y laborioso pueblo no cuenta mas que treinta años de vida independiente y gobierno constitucional, y en tan corto tiempo ha hecho prodigios. Y sinembargo, tenia contra sí, en el interior, la division de su poblacion en dos ó tres razas, y la tradicion de muchas dominaciones extranjeras, que podian haber debilitado en el trascurso de tantos siglos el sentimiento nacional ó de independencia y libertad; y en lo exterior, el resentimiento de la Holanda, las pretensiones de la corte romana, y las contrarias influencias de Francia y Austria.

Pero el pueblo belga nutria un profundo espíritu de libertad y un alto sentimiento de dignidad que le hicieron comprender desde el primer dia sus verdaderos intereses. Por eso no solo ha resistido á seducciones deslumbradoreas por un lado, y por otro á todo consejo reaccionario, sino que, mostrándose prudente y animado de una voluntad firme, ha sobrepujado á todos los Estados del continente en la práctica fiel de las instituciones liberales y parlamentarias. Ello es que la Bélgica es un modelo en casi todas las manifestaciones actuales del progreso. Ella ha sabido aprovechar su feliz neutralidad, consagrándose á perfeccionar sus instituciones, en tanto que las demas naciones parecian preocuparse casi únicamente con las intrigas y el antagonismo de la ambicion política.

En Bélgica han encontrado asilo todas las ideas perseguidas ó sujetas á discusion; se ha mantenido la mas saludable actividad en la vida política,sea en el parlamento y las corporaciones provinciales y municipales, sea en la prensa y las asociaciones privadas, sea en las elecciones y peticiones y en las grandes fiestas nacionales;y el resultado de esa actividad política se manifiesta en la actitud de los partidos, en la importancia de sus debates ó luchas pacíficas, y en la estabilidad que ha adquirido la constitucion nacional, fundada en la libre manifestacion de todas las opiniones, en el respeto por todos los derechos, en la energía de las costumbres políticas y civiles. El pueblo belga está ya bien educado en la vida progresista, y su educacion, fruto de la práctica de la libertad, es la mas sólida y gloriosa, puesto que se la debe á sí mismo. Allí el rey no es mas que el símbolo popular de la permanencia del gobierno; Leopoldo y sus hijos son verdaderos ciudadanos; la fuerza de la autoridad reposa toda en la ley y la opinion; el país tiene confianza en sus mandatarios y representantes porque la tiene en sí mismo; las razas se han confundido en el amor comun á la independencia y la gloria nacional; la alianza entre el pueblo y la dinastía tiene su garantía en la libertad, y la nacion ha logrado poner en armonía dos elementos que siempre han sido inconciliables en Europa: la democracia y la monarquía hereditaria.

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Ninguna ciudad revela mejor en Bélgica esa alianza de lo pasado con el progreso moderno, que la bella, elegante y animada Brusélas, donde todo hace ver simultáneamente las viejas tradiciones y las esperanzas y reformas del tiempo presente, la justaposicion de dos razas y dos civilizaciones distintas. Brusélas, capital al mismo tiempo de la provincia de Brabante, ocupa una posicion pintoresca, demorando á orillas de un riachuelo, sobre el ancho lomo, las faldas y el pié de una colina notablemente elevada, en el centro de una llanura. Algunas colinas cierran el horizonte por un lado, y el vasto panorama que rodea la ciudad no carece de interes y hermosura. El orígen de Brusélas data del fin del siglo VI, muy humilde por cierto, pero su verdadera importancia no comenzó sino en el XII. Rodeada en otro tiempo par murallas y fortificaciones, el espíritu moderno las ha demolido para reemplazarlas con una cintura de boulevards ó magníficas calles de alamedas, estaciones de ferrocarriles, jardines públicos y privados, elegantes casas de campo, fábricas y arrabales considerables.

La ciudad está naturalmente dividida en dos partes por la configuracion del suelo en que demora: la parte baja y antigua, que tiene su centro en la Gran-Plaza y su admirable Hôtel de Ville ó Palacio municipal; y la parte alta y nueva, que se extiende sobre la planicie de la colina, y tiene su magnífico centro aristocrático y monumental en el Parque, que es el «jardin de las Tullerías» de Brusélas. Abajo vereis, si contemplais, la ciudad desde la Plaza del Congreso, un enjambre de calles y callejuelas formando laberintos, y monumentos y edificios de las mas diversas formas, que resumen por decirlo asíla historia de Brusélas hasta principios del presente siglo. Allí se alzan en confusion, sobre los techos de las viejas casas, las torres góticas de interesantes iglesias, la masa imponente del precioso Palacio municipal, las fachadas de grandes casas de estilo moderno y los techos de cristal de algunos edificios públicos. Allí circulan sin cesar los ómnibus y coches de alquiler, los carros llenos de mercancías, y hormiguea una poblacion activa y de buen carácter (sin contar la gran masa flotante de extranjeros ó transeuntes). Allí se encuentran casi todos los hoteles, las librerías, las imprentas, las fábricas y el gran movimiento del comercio y de los negocios de todo género.

Arriba no hallareis en la ciudad, cotada por los boulevards de Waterloo, del Regente, del Observatorio y del Jardin Botánico, sino palacios y edificios magníficos, sea al derredor del Parque, sea orillando la hermosísima Calle Real, sea recorriendo el espléndido barrio de Leopoldo, enteramente nuevo y aristocrático, llamado el West-End de Brusélas por comparacion al de Lóndres. Esa parte privilegiada de rusélas parece reservada á las clases altas, la ciencia y las bellas artes, á los hoteles donde se alojan los más ricos viajeros, y á los palacios donde residen los miembros de la familia real, los ministerios y los ministros extranjeros y donde tienen sus sesiones las cámaras legislativas. Allí, las calles tiradas á cordel y cortadas en ángulos rectos, las estatuas monumentales, los edificios de hermosas fachadas, los museos de todo género, las bibliotecas, el Observatorio astronómico, los preciosos jardines Botánico y Zoológico, en fin, cuanto manifiesta los progresos recientes, la vida política, intelectual y artística, la elegancia y el comfort, sin perjuicio de la sencillez.

Si del aspecto físico de Brusélas pasamos á observar la fisonomía moral de su poblacion (como he tenido ocasion de observarlo en dos años distintos), encontraremos tambien el contraste de dos tipos muy diferentes que coinciden con las dos grandes formas de la ciudad. En efecto, abajo está la poblacion brabantino-flamenca, y no se oye entre la muchedumbre y aún la clase média sino el acento áspero del flamenco modificado, que llaman el dialecto de Brusélas, ó se habla muy poco frances relativamente. Allí las costumbres conservan en todo los rasgos mas notables de la vieja sociedad semi-holandesa, y el tipo de las gentes tiene esa redondez de formas, esa frescura y robustez y esa sencillez mesurada que distinguen al holandes, aunque bastante modificadas.

En la parte superior de la ciudad, al contrario, nada hace recordar las tradiciones flamencas: allí todo es frances, todo hace recordar á Paris, todo tiene un aire singular de elegancia y buen gusto, de cultura y refinamiento en la vida social. En los conciertos del Parque, en los grupos que vagan por las anchas y sombrías alamedas, en los hoteles y cafés, en los jardines científicos, en los museos y bibliotecas y en todos los lugares de reunion, no se habla mas que frances, no se ven sino manifestaciones de las costumbres francesas ó extranjeras. Ese contraste de situacion ó de fisonomía social le da mucho interes á Brusélas, sea bajo del punto de vista de lo curioso y pintoresco, sea bajo el del fenómeno de la armonía que producen las buenas instituciones entre razas y civilizaciones distintas.

Brusélas, ciudad muy visitada por extranjeros, particularmente alemanes, ingleses y franceses, tiene una poblacion considerable relativamente a la de todo el país. La de la ciudad propiamente dicha no baja de 174.000 habitantes, que se eleva á mas de 284,000 computando la de los suburbios ó arrabales que casi se confunden con Brusélas. Esta capital es el gran centro del liberalismo belga, y no hay esfuerzo necesario en servicio del progreso que no se haga allí, espontáneamente y por la simple iniciativa individual. A esta se debe entre otras cosas la excelente «Universidad libre,» fundada allí en 1884 por los jefes del partido liberal, con el fin de hacer saludable competencia á la Universidad jesuítica de Malínas trasladada á Lováina.

Uno de los objetos que mas llaman la atencion en Brusélas es el vasto y fecundo movimiento de su prensa libre. Es increíble el número de imprentas y librerías que hay en esa ciudad, al servicio de todas las lenguas, de todos los espíritus, de todas las formas literarias, de todos los partidos, de todas las manifestaciones de la vida intelectual de Europa. En Brusélas no solo se publican muchos periódicos diarios, revistas, libros y folletos nacionales, sino que buscan seguro asilo innumerables escritores que carecen de libre publicidad en su patria. Los partidos franceses, italianos, rusos, alemanes y austríacos tienen allí, con mas ó ménos persistencia, órganos de libre accion moral; lo que hace que el periodismo belga tenga en Europa una importancia muy considerable. El libro ó folleto que no tiene cabida en las prensas de Paris, San-Petersburgo, Viena ó Madrid, encuentra segura proteccion en Brusélas para salir á luz y penetrar en todas partes. El jesuita y el republicano encuentran allí la misma hospitalidad para sostener su respectiva causa; y por mas que algunos reaccionarios empedernidos, ó algunos graves meticulosos, pretendan limitar ó perturbar la libertad de la prensa, la nacion siente que esta preciosa garantía hace parte integrante de su existencia. No hay obra interesante que se publique en Europa, en cualquiera de los mas notables idiomas, que no sea traducida ó reproducida en Brusélas á muy bajo precio. Por eso el número de libros que salen anualmente de las prensas de Brusélas es inmenso.

No es muy interesante el espectáculo de un pequeño pueblo que, favorecido por su libertad, se ha hecho el órgano comun de publicidad de todos los pueblos europeos? Por desgracia este saludable ejemplo es muy poco imitado por naciones que se jactan de ser superiores á Bélgica. Sinembargo, creo que el papel que ha desempeñado Brusélas en el movimiento tipográfico de Europa tiene sus inconvenientes para el pueblo belga, bajo el punto de vista literario. El hábito de producir ó reproducir las ideas de todos los demas pueblos, ha creado cierto cosmopolitismo de estilo y tendencias que no puede ménos que impedir la formacion de una literatura verdaderamente nacional. Ello es que en Bélgica, si se exceptúan las producciones de muy raros pensadores, y las que tienden á reconstituir una especie de nacionalidad flamenca literaria (de que luego trataré), no hay mas literatura que la francesa, como no hay mas teatro que el frances. Si en la política, en las bellas artes y en los intereses económicos Brusélas tiene vida propia y muy notable, en literatura no es, en rigor, sino un apéndice de Paris.

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No quiero fastidiar al lector con minuciosas descripciones de monumentos, museos y otros objetos análogos, respecto de Brusélas, despues de lo que llevo dicho acerca de Ambéres. Me limitaré á mencionar los objetos mas notables que hacen honor en la capital belga al arte y á la ciencia.

En clase de monumentos civiles Brusélas contiene algunos que no carecen de mérito, entre los cuales son notables: el Palacio de la nacion, donde se reune el Parlamento, agradable por su singular sencillez y excelente distribucion para su objeto; y el del Príncipe de Orange, donde tienen lugar las exhibiciones de pinturas y esculturas. Pero el tesoro de Brusélas es su admirable Palacio Municipal, obra soberana en su género. Es un trapecio de 80 metros de longitud y 16 de anchura, aislado sobre la Gran-Plaza, cuyas mejores obras, las de estilo gótico, datan del siglo XV. Su fachada de esa época es de gran mérito, pero la verdadera maravilla es la torre, que mide cerca de 114 metros de altura y embelesa por su prodigioso atrevimiento, la singular ligereza de sus formas y calados y la armonía elegante que reina en todos sus adornos y su construccion.

Entre los monumentos religiosos no citaré sino la bella iglesia ó catedral de Santa-Gudula y San-Miguel, que es uno de los mas bellos edificios religiosos de Bélgica, sencillo, pero sin la grandiosidad de otros análogos. Fué construido del siglo XIII al XVI, por lo cual sus diversas partes corresponden á estilos diferentes, aunque sin carecer de cierta armonía.

Brusélas es rica por sus museos de varias clases y sus bibliotecas, como es una de las primeras ciudades europeas por sus jardines botánico y zoológico. Aparte de la multitud de cuadros y objetos de arte interesantes que se encuentran en las iglesias, en los palacios y en otros edificios públicos, concentran la atencion del viajero el Palacio de la industria y el Museo nacional. El primero de estos edificios, bonito monumento construido en 1829 á expensas de la ciudad, es el equivalente del «Conservatorio de artes y oficios» de Paris. Allí están reunidos en vastos salones de varios pisos todos los objetos que manifiestan el progreso de la industria nacional, particularmente notable en la metalurgia y los tejidos. En el piso bajo del palacio se halla la Biblioteca real, rica y muy apreciable por su rara abundancia de manuscritos, preciosos en gran parte. No baja su número de 19,000, el de los libros impresos excede de 200,000, y el establecimiento se enriquece sin cesar, gracias á la liberal proteccion del Gobierno.

El Museo, edificio situado á muy corta distancia, contiene tres coleciones: en la parte superior, la vasta galería de pinturas, compuesta de unos 700 cuadros; en la parte baja, los museos de historia natural y mineralogía. La galería, aunque muy estimable por su variedad y el mérito de muchos de sus cuadros, no contiene sino un corto número de obras maestras del arte nacional, pues las mejores se hallan en las iglesias y catedrales belgas y en los museos de Ambéres y Gante. El museo de historia natural es muy rico, muy bello y uno de los mejor acondicionados que he visitado en Europa.

El viajero que se detiene en Brusélas no debe dejar de visitar el palacio del duque de «Aremberg», abierto siempre á los extranjeros con exquisita condescendencia. Allí se encuentran, en la biblioteca del duque, mil preciosidades de tipografía, escultura y antigüedades, y en una galería, cerca de 150 cuadros, casi todos de gran mérito, muchos de ellos delicadas miniaturas del arte flamenco y holandes.

Despues de eso, echad una ojeada á la Plaza-Real, donde se ostenta la magnífica estatua ecuestre de Godofredo de Bouillon; al elegante y suntuoso Parque, cerca del cual se ve la noble estatua consagrada al general frances Belliard, en memoria del reconocimiento de la independencia belga; á la pequeña Plaza del Congreso, donde se alza la soberbia columna de la Constitucion, desde la cual se contempla un magnífico panorama, y á la «Plaza de los mártires», en la parte baja de la ciudad, donde está el sencillo y muy curioso monumento consagrado á la memoria de los patriotas que sucumbieron en 1830 peleando por la independencia y la libertad. Todos esos monumentos hacen mucho honor á los Belgas: un pueblo que sabe mantener el culto de los grandes recuerdos patrióticos no será esclavo jamas.

Para completar la visita de Brusélas, dirigíos hácia el Jardin Botánico, y luego, á las cinco de la tarde, al Zoológico. Ambos deben su existencia a la iniciativa individual, si bien el primero es particularmente protegido por el Estado. El Jardin Botánico, muy felizmente situado en un área desigual de cuatro y media hectaras, al pié de un boulevard, tiene la ventaja de que todo el mundo puede admirar desde el camellon el conjunto gracioso de aquel templo de Flora. Sus inmensos invernáculos son de los mejores de Europa, y es en medio de sus bosquecillos que se ven las gentes mas elegantes de la ciudad, admirando los primores de la naturaleza ayudada por la ciencia y el arte.

El jardin Zoológico, que pertenece á una compañia de accionistas, es uno de los mas pintorescos de Europa, pero como apénas data de 1851 no tiene aún la abundancia de animales de cada especie que luego alcanzará. En el centro de sus graciosos bosquecillos se encuentra una plazuela dominada por un templete y rodeada de cafés ó cantinas, donde se reune por las tardes una numerosa concurrencia de extranjeros y gentes de la ciudad, asistiendo á conciertos musicales. Nada mas delicioso que uno de esos conciertos del arte humano al aire libre, en medio de los conciertos de la naturaleza formados por las mil voces de soprano y contralto, de tenor, barítono y bajo, que lanzan al viento los huéspedes aprisionados allí para representar el reino animal del mundo entero.

Así como se oyen en gritos, silbidos y gorgeos las voces de todos esos idiomas misteriosos que hablan los animales de toda especie, del mismo modo se percibe en los corrillos y grupos humanos del jardin el acento de todas las lenguas europeas. Se habla de todo alegremente: los bruseleses hacen sus comentos locales; los viajeros se narran mutuamente sus aventuras y excursiones recientes; los artistas, los políticos y los literatos departen sobre los ramos que cultivan; las mujeres conversan sobre modas, flores y otras bagatelas agradables; la música completa la seduccion del interesante espectáculo; y el viajero se aleja luego de Brusélas llevando las mas gratas impresiones de esa capital hospitalaria, elegante, animada, liberal y progresista.

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CAPITULO V.

EL PAIS FLAMENCO.

Idea general de Flándes.La raza, la literatura y el arte flamencos. Gante: su estructura y sus alderredores.Monumentos é institutos civiles; el Beffroi y sus tradiciones.Monumentos ó institutos religiosos; el Béguinage,Objetos de arte; el Museo de pinturas; el Jardin botánico y el zoológico.


En el primer capítulo de esta parte de mi narracion he recordado al lector en breves palabras las diversas dominaciones á que estuvo sometido sucesivamente el país belga. Así, por lo que hace á Flándes en particular, solo añadiré que, habiendo formado en otro tiempo un solo cuerpo social y político, bajo el nombre de «condado de Flándes,» fué dividido á principios del último siglo en tres porciones: Flándes holandesa, que es actualmente la provincia llamada Flándes oriental; Flándes austríaca, ó sea la actual provincia occidental del mismo nombre; y Flándes francesa, que forma hoy el departamento del Norte en Francia.

Si geográfica é históricamente hablando el país flamenco de Bélgica se reduce á las dos provincias del Este y el Oeste, comprendidas entre la costa marítima, las fronteras francesa y holandesa y las provincias de Ambéres, el Brabante meridional y Hainau, en rigor la unidad etnológica es mas considerable, puesto que la raza flamenca no solo cuenta unos 790,000 individuos en la provincia oriental, 640,000 en la occidental y 440,000 en la de Ambéres, sino tambien un número respetable en el Brabante belga y otras provincias; alcanzando en su totalidad como 2,490,000 individuos que hablan la lengua y conservan las tradiciones de la nacionalidad flamenca.

Es evidente que de los dos grandes grupos que componen la nacion belga en lo principal (puesto que el grupo germánico es muy reducido relativamente), el flamenco es el que ha mostrado mas consistencia en su tipo moral, en la conservacion de sus costumbres y tradiciones, en la índole de sus instituciones municipales, y en su actividad industrial, agrícola y comercial. En el país flamenco todo tiene un sello característico, que se manifiesta igualmente en las fisonomías individuales, en la estructura de las ciudades y villas, en los monumentos é institutos religiosos, en la naturaleza de las industrias, en las bellas artes, en la lengua y en el sentimiento católico de la poblacion, generalmente adversa á las tendencias liberales que predominan en la poblacion francesa.

Gante, un tiempo capital del condado de Flándes, es el centro político y social de la provincia del Este, contando en su seno como 112,000 habitantes. La provincia, que es esencialmente agrícola y fabricante, posee algunos otros centros de poblaciones considerables, tales como San-Nicolas (con 22,000 hab.), Lokeren (con 17,200), Renaix (con 14,000) y Ecloo (con 9,500), localidades importantes por sus fábricas de tejidos de lino y otros objetos, ó por sus férias concurridas. En toda esa interesante provincia, como en la occidental, la agricultura ha alcanzado un alto grado de perfeccion, y sus productos son muy valiosos, particularmente en lino y cáñamo, destinados á la fabricacion, en remolachas, que alimentan á muchas fábricas de azúcar, granos oleaginosos, lúpulo, tabaco, cereales y papas.

Como toda la comarca es llana y carece de bosques generalmente, el país que se recorre yendo de Brusélas á Gante seria monótono y desapacible, si la agricultura no lo embelleciese con sus galas. No carecen de encanto esas llanuras casi enteramente niveladas, cubiertas de plantaciones de lino y trigos que ondean como lagos de verdura al soplo de las brisas, y salpicadas á trechos de grandes entables de remolachas ó papas, de pequeños tabacales, ó bien de grupos elegantes de plantas de lúpulo cuyos festones entrelazados y flotantes forman graciosos pabellones de un verde amarillento muy bonito. Ese conjunto de tintas variadísimas en la vegetacion, que hace contrastar el verde oscuro de los papales, el vivísimo de los tabacales y el pálido de las plantaciones de lúpulo y lino, con el matiz violeta de las remolachas y el algo confuso de las plantas oleaginosas; ese conjunto, digo, tiene su gracia particular, en el fondo del vasto horizonte donde se pierde la mirada al recorrer las provincias flamencas.

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He dicho al hablar de Brusélas que la literatura belga, en su parte francesa principalmente, se resiente, por su falta de carácter nacional, de la influencia que ejerce allí el cosmopolitismo de la prensa. En las provincias de poblacion flamenca sucede lo mismo, por causas diferentes, pero el fenómeno se manifiesta de otro modo. Allí se hacen los mayores esfuerzos por producir una especie de reaccion literaria ó de resurreccion de la lengua flamenca como instrumento literario, y hasta hora esos esfuerzos han sido de poca consecuencia. En Bélgica se halla el singular fenómeno del predominio oficial de una lengua, la francesa, que no es hablada sino por la minoría de los habitantes. En el norte y nor-oeste del país no se habla sino flamenco; en el este y sud-este se habla wallon, en el sur, frances; en otras provincias, el aleman algo corrompido. Pero aún reuniendo toda la poblacion no flamenca en un solo grupo, todavía es evidente su inferioridad numérica respecto de la que habla el idioma holandes. Y sinembargo, la lengua francesa le ha sido impuesta á todo el país como lengua oficial, obligatoria y exclusiva en los asuntos nacionales, y aun en muchos de carácter municipal.

Se comprende muy bien que esto haya contribuido mucho á enardecer la lucha de principios y tendencias que divide á los dos grandes partidos belgas. En efecto, el frances es allí la lengua de los liberales progresistas, como el flamenco es, en lo general, la lengua del partido conservador ó «católico»; y como algun idioma habia de prevalecer en el mundo oficial para evitar la anarquía, es natural que el partido dominante haya impuesto la suya, que es el órgano del liberalismo europeo derivado de la Reforma y la Revolucion francesa. Los Flamencos alegan contra ese predominio el ejemplo de Suiza, donde las tres lenguas principales coexisten bajo el pié de la igualdad perfecta, al ménos en el Parlamento. Pero los liberales replican que no siendo Bélgica una confederacion de Estados autónomos, no es aplicable aquel ejemplo.

Una circunstancia que contribuye mucho á apasionar la competencia de idiomas es el recuerdo de las dos últimas dominaciones extranjeras que pesaron sobre el país. Los liberales, por espíritu de independencia nacional, rechazan la lengua que les recuerda la dominacion holandesa de quince años; miéntras que los flamencos ó conservadores, animados del mismo espíritu, rechazan el idioma frances como el símbolo de la dominacion que Francia impuso al país desde fines del siglo pasado hasta 1814.

Ignoro si el idioma flamenco tiene sólidos elementos de vitalidad, y si él puede servir para reconstituir una literatura original y respetable en los tiempos actuales. Pero sí me parece evidente que la lengua francesa tiende á absorber todas las fuerzas intelectuales del pueblo belga, y gana terreno dia por dia; y creo tambien que los flamencos que han tenido la generosa aspiracion de reconstituir la literatura propia han tomado el peor camino posible, comprometiendo así el éxito de su empresa, á cuya cabeza se ha visto á escritores de talento tales como Enrique Conscience, Renier, Snieders, Dautzenberg, Van Duyse y otros que no carecen de valor. Esos escritores, en vez de servirse de su lengua para defender la libertad y el progreso, la han despopularizado, haciéndola servir de instrumento reaccionario, contra la corriente del siglo. De ese modo su labor era doble, pues debían resucitar al mismo tiempo el cadáver del derecho divino (ó del ultramontanismo) y el cuasi-cadáver de la muy modesta literatura flamenca. Es curioso notar que los periódicos y libros que se publican en lengua flamenca son, con rarísimas excepciones, retrógrados por sus tendencias. Una lengua que voluntariamente se pone al servicio de los muertos, de las causas perdidas, no puede ménos que sucumbir, como instrumento literario, corriendo la suerte del latin, porque toda lengua, siendo el instrumento de las ideas, no puede regenerarse si no representa tendencias é intereses de regeneracion.

Creo que poco mas ó ménos puede decirse lo mismo de las bellas artes que de la literatura flamenca, pero con esta diferencia: que en realidad la antigua literatura de Flándes tuvo muy poca importancia, miéntras que, al contrario, las bellas artes tuvieron muy notable influencia y renombre en Gante y Brujas, en términos de haber formado escuelas y producido numerosísimas obras magistrales en materia de pintura. Si los museos actuales atestiguan el alto grado de adelanto á que llegó la escuela flamenca en el arte de los Van Eyck y Memling, no son ménos preciosos los monumentos que en Gante y Brujas, como en Ambéres y Brusélas, indican los progresos que hicieron la arquitectura y la escultura; así como en los museos de antigüedades se ven las pruebas del perfeccionamento que alcanzaron otras artes, tales como el dorado, la cinceladura, la joyería, el bordado, etc.

Sinembargo, es preciso reconocer que, no obstante los laudables esfuerzos que hacen los artistas de hoy por mantener vivas las tradiciones de los Flamencos, están muy léjos de haber alcanzado grandes resultados. La regeneracion de las bellas artes corre y debe correr parejas con la de las ideas y las costumbres: y así como hoy no es posible reconstituir ninguna literatura con elementos gastados é ideas que han terminado su época, tampoco es dable producir la regeneracion artística, si el artista no busca sus inspiraciones en las necesidades, las creencias y las situaciones modernas. El arte que no entraña la revelacion característica de su época, no es el arte verdadero, si no una mala copia, una exhumacion infecunda,reaccion impotente que lleva en sus tendencias mismas el gérmen de su ruina.

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Todo viajero que quiere darse cuenta del panorama de Gante y comprender un poco la complicadísima estructura de esa interesante ciudad (patria del funesto emperador Cárlos V de Alemania y rey de España) comienza por subir á lo mas alto del Beffroi, monumento curioso bajo todos aspectos, eminentemente histórico de Gante, y característico de casi todas las antiguas ciudades flamencas y holandesas, que lograron en otros tiempos hacerse otorgar por sus soberanos cartas de franquicias, privilegios y libertades. El Beffroy, edificio comenzado desde fines del siglo XII y situado en el centro mismo de la ciudad, es, por decirlo así, el símbolo histórico de las libertades municipales, las antiguas glorias, las cruentas luchas civiles y las viejas instituciones y costumbres de los ganteses. Era en virtud de privilegio real que los ciudadanos de Gante, enregimentados en corporaciones industriales, siempre celosos por sus libertades y monopolios, tenaces, indomables, arrojados y resueltos, mantenian su enorme torre municipal (el Beffroi) como un atalaya en constante vigilancia. Desde allí se observaban los movimientos del enemigo (el soberano) y las campanas de las torres convocaban á los ciudadanos á armarse y defenderse, cuando la libertad ó los privilegios estaban en peligro, ó á deliberar en las plazas públicas sobre los graves asuntos de interes común que se suscitaban.

Hoy la curiosa historia de la torre no es interesante sino por las tradiciones que hace evocar, puesto que la libertad ha dejado de ser un privilegio ó fuero de ciudades para convertirse en derecho popular, irrevocable y fundamental del órden político y social. El Beffroi es sinembargo muy curioso por su magnífico juego de 44 campanas, que forman sinfonía cada vez que el reló marca una medida del dia. La enorme torre mide hasta la tercera galería, donde están las campanas, 118 metros de altura y todavía la coronacion del edificio se eleva de allí unos 36 metros. El mecanismo de aquella gran orquesta de campanas, que agrada tanto á los ganteses, es muy curioso, y el viajero no puede ménos que examinarlo con entretenimiento, como un objeto característico.

Desde allí se contempla un panorama singularísimo, que no puede tener semejanza sino en Brujas, y hasta cierto punto en algunas ciudades holandesas. En derredor se dilatan en vastísimo horizonte las llanuras flamencas, tan interesantes por sus cultivos, sus canales y polders, ya que no por la topografía que es monótona. Donde quiera caseríos ó pequeñas localidades, casas de campo, cortijos y sementeras muy diversas; el Escalda y el Lys, que tienen su confluencia de un lado de la ciudad, surcan perezosamente las llanuras, difundiendo en todas partes, con sus aguas hábilmente aprovechadas, la vida y la riqueza,ora alimentando los canales de irrigacion y los de activa navegacion, ora facilitando los trabajos de innumerables fábricas, manufacturas, ingenios y molinos. El juego de los dos rios, del canal de Brujas, del gran canal que conduce directamente al mar, de tantas acequias de irrigacion, y de los numerosos ferrocarriles y excelentes caminos carreteros que giran en todas direcciones, es sumamente interesante, y da mucha animacion al inmenso panorama de verdura que rodea á la gran ciudad flamenca.

Pero si se contrae la mirada á la masa irregular de la ciudad, ella se pierde en el extraño laberinto de tantas calles estrechas, tortuosas, extravagantes; de tanto canales que serpentean en el seno de la ciudad, cortándola en todas direcciones, enlazándose ó bifurcándose de cien modos; de un enjambre de monumentos, de casas antiquísimas, singulares en todo, ora mostrando sobre las calles y plazas sus curiosas fachadas, era alzándose en tortuosas hileras sobre los canales, en cuyas aguas fangosas hunden sus cimientos y sus gruesos muros. Por todas partes se ven edificios públicos que hacen recordar las glorias ó las tradiciones flamencas, ó que manifiestan los progresos modernos. Por todas partes tambien primorosos jardines y huertos, y fábricas de todas clases, que indican la índole de la ciudad bajo el punto de vista económico. Gante, en efecto, no solo mantiene relaciones de comercio muy considerables, sino que, ante todo, es el centro de una fuerte y muy valiosa fabricacion, consistente principalmente en tejidos de lino, algodon y seda y muchos artefactos importantes. Pero si Gante es bajo ese aspecto la Manchester de Bélgica, no es poco importante el cultivo que hace de hortalizas y flores. Sus jardines son afamados y proveen de plantas á los de muchas comarcas de Europa, en considerable cantidad.

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No me detendré en pormenores respecto de los interesantes monumentos civiles y religiosos de Gante, ni de sus institutos y establecimientos de diversas clases, porque una exposicion minuciosa exigiría muchas páginas que, de mi parte, serían necesariamente muy deficientes. Apénas mencionaré lo mas interesante, haciendo notar varios objetos que merecen particular atencion.

En clase de monumentos civiles son dignos de interes por varios motivos los palacios Municipal, de Justicia y de la Universidad, y la Casa de reclusion, que en su género es en Europa un magnífico modelo. El vasto palacio de la ciudad (Hôtel-de-Ville) es uno de los mas bellos monumentos de su clase en Bélgica y en el norte de Europa. Su parte interior nada tiene de notable, pero el exterior, grandioso por sus proporciones, es sumamente curioso por el contraste que ofrecen sus dos fachadas magníficas; la una enteramente gótica, pero del gótico florido y flamante del siglo XV,extraordinaria por su ornamentacion; la otra de estilo italiano ó del Renacimiento, dividida en tres órdenes superpuestos de columnatas, dórico abajo, jónico en el medio y corintio en el superior.

El palacio de Justicia es notable por la majestad de su conjunto, corresponde al órden corintio, y es el mas moderno de los palacios de Gante. Aunque notable tambien por su conjunto, el palacio de la Universidad lo es mas por su excelente distribucion interior y la magnificencia de su rotunda Ademas de lo que corresponde especialmente á la Universidad y á varias escuelas anexas, el edificio contiene un buen museo de historia natural y algunas colecciones numismáticas y de antigüedades que no carecen de mérito.

Bajo el punto de vista social la casa de reclusion es sin duda el edificio mas interesante. Se halla hácia el vértice del gran triángulo irregular formado por la ciudad, y su terminacion data de 1825. La forma general de aquella penitenciaria tiene mucha analogía con la del Milbank de Lóndres, pues se compone de ocho cuerpos triangulares, tendidos como aspas, tocando en sus vértices á grandes patios ligados á otro central. El edificio puede contener hasta 2,600 reclusos, pero ordinariamente no se numeran sino unos 1,200, exclusivamente varones. La pena de muerte subsiste legalmente en Bélgica, pero es muy rara vez aplicada, gracias al progreso de las ideas y las costumbres y á la excelente organizacion de las penitenciarias. La de Gante, muy análoga á las de Suiza, es notable por el órden, la compostura y el aseo que reinan en ella. Los varios pisos de los ocho triángulos están aplicados de modo que los condenados á trabajos forzados á perpetuidad se hallan en la parte baja, enteramente separados de los reclusos ménos culpables. Los presos trabajan en comun, muy vigilados, en hilados, tejidos y otras operaciones, cuyos productos sirven para el vestuario del ejército; formándose con ciertas economías un fundo de capital para los reclusos. Es consolador observar que en todas partes el desarrollo de la libertad corre parejas con la mejora del régimen penitenciario, como se ve en los Estados de Norte-América, en Suiza, en Bélgica, en Báden y en la Gran Bretaña.

El clase de monumentos religiosos, Gante posee tres de mucho mérito, sea por su estructora ó estilo arquitectónico, sea por sus preciosidades interiores: tales son la catedral de San-Bavon y las Iglesias de San-Nicolas y San-Pedro. Cada una de ellas es un rico museo de pintura y escultura, donde se ostentan en todo su brillo las obras de la fecunda escuela flamenca, que ejerció tan poderosa influencia sobre el arte en el norte de Europa. Donde quiera primorosos pulpitos de maderay mármol, ricamente esculpidos, género de obras en que los Belgas han tenido gusto, originalidad y habilidad especiales. Donde quiera, en todas las iglesias, particularmente en San-Bavon (templo magnífico fundado en el siglo X y terminado en el XVI), una extraordinaria profusion de tumbas y monumentos de mármol muy notables, y sobre todo de obras maestras de pintura, en que revelaron su genio y habilidad los Van Eyck, Van der Meiren, de Causyer, De Crayer, Pourbus, Maes, Jonssens, Zegers, Roose, y tantos otros artistas flamencos de primer órden.

En materia de institutos religiosos hay en las ciudades flamencas un género sumamente original y curioso, que no se encuentra en ningún otro país: hablo de los Béguinages y las Beguinaes, palabras que no tienen traduccion literal en español, á no ser que se les dé la de Beaterios y Beatas, que no concuerda rigorosamente con el carácter de aquellos institutos. Los pueblos católicos del mediodía han tenido su símbolo de la ociosidad ascética en el convento y el monasterio; los protestantes los han abolido abiertamente como contrarios al interés social. Pero los católicos de Flándes, al ménos respecto de las mujeres, han apelado al beaterio como una transacion ó término medio entre el bullicio del mundo y los votos monásticos perpetuos, entre la completa ociosidad piadosa del claustro y cierta actividad en el ejercicio de la caridad y la enseñanza. Asícomo la Iglesia ha sido durante tantos siglos una potencia dentro del Estado, el Béguinage es una pequeña ciudad extranjera en el seno de la ciudad civil.

El de Gante se halla, como sus análogos de Bélgica, situado en una de las extremidades de la ciudad, equidistante casi de la antigua y la nueva ciudadela. Podría llamársele la ciudadela del ejército clerical. Confieso que no tenia idea de un objeto tan original como aquel. El Béguinage, completamente encerrado por altos muros que parecen fortificaciones, del lado de la ciudad, y por fosos ó canales del lado de las campiñas exteriores, abarca un área bastante considerable. Al penetrar por la portada principal nos hallamos en una inmensa plaza irregular, hacia la cual afluyen cinco ó seis calles, y en cuyo centro se levanta la mas considerable de las dos capillas ó iglesias del establecimiento. Todas las calles están formadas por hileras de casitas perfectamente iguales, ó al ménos muy semejantes, habitadas cada cual por una ó varias beatas ó beguinas. Las casitas son todas pintorescas, en número de 400, sin contar 18 salones comunes, y en cada una se ve escrito en la puerta el nombre de un Santo, probablemente el de la devocion de la beata habitadora. Regularmente hay como unas 700 beguinas en el establecimiento, y no bajan de 1,600 las de toda la Bélgica.

Las mujeres que allí viven en cuasi-comunidad no son sino cuasi-religiosas, puesto que no hacen sino cuasi-votos. En efecto, les es permitido salir á la ciudad, recibir visitas y tratar con el mundo, y aun dejar completamente el establecimiento, cuando gusten. El instituto parece tener por objetos principales la beneficencia, la piedad religiosa y la enseñanza de niñas. Sus trabajos ordinarios consisten en la fabricacion de encajes. Eran las cinco de la tarde cuando entramos á la iglesia principal, con la curiosidad de ver reunidas á las beguinas al cantar las vísperas. Poco á poco fueron llegando de todas sus habitaciones y arrodillándose conforme á cierto órden; todas vestidas con un sayon negro de sarga y una cofia blanca de forma particular, y provistas de enormes camándulas y de unos paños ó grandes servilletas de lino muy almidonadas y aplanchadas, que llevaban sobre el brazo izquierdo. Al entrar á la iglesia cada una desdoblaba su paño blanco, y con suma prontitud se lo acomodaba en la cabeza, atado con alfileres, dándole la forma extraña de una especie de cartucho horizontal. Despues comenzó el canto, y los himnos entonados por seiscientas ó mas voces femeninas de muy diversos tonos llenaron la iglesia y la plaza circunvecina de una armonía melancólica y singularísima que nos impresionó mucho.

Dos palabras mas para terminar este capítulo que se prolonga demasiado. El viajero no puede ménos que visitar con interes la Academia de bellas artes, á la cual asisten muchos centenares de alumnos. Sinembargo, el Museo de pinturas está muy léjos de corresponder á lo que uno se promete de él. No faltan obras de mérito, pero es muy rara la que puede llamarse magistral, toda vez que las iglesias contienen los mejores cuadros del país. En compensacion, y reservando para la descripcion de Brujas otros rasgos notables que le son comunes á Gante, los jardines de esta ciudad encantan al viajero. El Zoológico, muy nuevo todavía, pero ya bastante rico y hábilmente distribuido, hace honor á los ganteses; pero le es muy superior el Botánico, lleno de gracia y magnificencia en todo, inmensamente rico y mantenido con el mayor esmero y notable provecho para la ciencia y las artes agrícolas.

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CAPITULO VI.

LA REGION MARITIMA.

La ciudad de Brujas; aspecto genera.Monumentos é institutos diversos.Objetos de arte y prácticas religiosas.Ostende; su panorama; sus baños; su sociedad.El comercio y la pesca de los Belgas.


La via férea que conduce de Gante á Brujas, tocando en tres pequeñas villas, se recorre en poco mas de una hora y carece de todo interes, á causa de la monotonía ó tristeza del paisaje. La provincia occidental de Flándes es notablemente inferior en riqueza, poblacion y actividad á la oriental, no obstante la posesion de dos puertos marítimos, el de Ostende y el de Newport ó Nieunpoort. El territorio es arenoso y casi estéril hácia la costa; la produccion agrícola y fabril es en todo análoga á la de la provincia oriental; los ferrocarriles, muchos canales importantes, en comunicacion con el mar, el Escalda, el Lys, etc., y numerosas carreteras, favorecen el movimiento social y económico de la provincia, que tiene por capital á Brujas, ciudad en otro tiempo floreciente y hoy relativamente decaída. La poblacion de Brujas que llegó á ser de mas de 200,000 almas hácia el fin de la edad média, está hoy reducida á cerca de 50,000, de las cuales muchas viven en la mendicidad.

Otra ciudad de esa provincia que ha decaído mucho tambien es Ipres ó Iperen, plaza fuerte y ciudad muy antigua que fué un gran centro de fabricacion de tejidos, hoy reducida á 17,000 habitantes, en vez de 200,000 que, dicen, llegó á contar. Los demas centros importantes de poblacion fabricante en la provincia son: Courtrai, ciudad muy productora (con 23,000 habitantes); Thielt, Poperinghe y Roulers ó Rosselaere (cada una con 11,000 habitantes), y Menin y Thourout (que tienen de 8 á 9,000); sin contar el importante puerto de Ostende que reune poco mas de 16,000 vecinos.

El aspecto de Brujas es muy triste, no obstante el interes que inspiran sus muy curiosas construcciones de todo género, que conservan profundamente grabado el sello característico de la edad média. La ciudad tiene la forma de un gran óvalo, circundado por un canal ó gran foso que mantiene la comunicacion entre los seis grandes canales de navegacion que afluyen á Brujas, de Ostende, Gante, Newport y otros puntos de la provincia, y los pequeños canales que cortan la ciudad en diversas direcciones, facilitando las operaciones comerciales. Uno de los de gran dimension, el que conduce á Ostende, es una obra magnífica que se presta á la navegacion de los mas grandes buques marítimos, y fué á ese medio de comunicacion que Brujas debió en otros siglos su importancia como gran centro comercial europeo, ó mejor dicho, universal.

Si las campiñas de vastísimo horizonte que rodean á Brujas son notablemente análogas á las de Gante, desde la cima del alto Beffroi de aquella (108 metros de elevacion) que el pueblo llama la Gran torre, se alcanza á ver un objeto que aumenta mucho el interes del cuadro. El mar del Norte, tumultuoso y amenazante en la costa de Ostende, se ostenta con majestad como una inmensa onda de plata pronta á inundar las comarcas flamencas. Pero al descender de la Gran torre (monumento gracioso y de noble sencillez, cuyo juego mecánico de campanas es superior) se nota en la pobre Brujas un aspecto social muy diferente del de Gante. Ninguna actividad en los negocios ni la vida; las calles desiertas, tanto mas tristes cuanto que son mucho mas anchas y limpias que las de Gante; el silencio reina en todas partes.... Brujas, tan opulenta y animada en otros tiempos, no es hoy sino una inmensa ruina de edificios y monumentos intactos; un vasto museo donde todo es curioso en las cosas materiales, y todo triste y lamentable en las sociales y morales. Donde quiera bandas de mendigos;comisionistas ó ciceroni que incomodan con suma impertinencia, ofreciendo sus servicios al extranjero;signos de pobreza y estancamiento en todo.

Por qué tal decaimiento en una ciudad que fué la lujosa corte de los duques de Borgoña, como condes de Flándes, que fué el centro y depósito de las artes y del comercio del mundo desde el siglo XIV hasta fines del XVI, y en cuyo seno prosperaron tantas industrias y vivieron los nobles y ciudadanos con extraordinario lujo?... Se alega que Ambéres ha rivalizado á Brujas en el movimiento comercial, que Flándes ha perdido su antigua Corte, y que otros pueblos han reemplazado al flamenco en importantes industrias que ántes alimentaban su comercio. Eso es cierto; pero cuáles son las causas de la decadencia? Es que las ciudades y las naciones decaen solamente por virtud de la prosperidad de sus rivales? No! semejante idea sería una heregía contra la ley divina y social de la armonía del progreso. Ningún pueblo degenera ó decae por contragolpe del progreso natural de otros, sino por sus propias faltas ó las de sus gobiernos é instituciones, ó porque su anterior prosperidad, fruto del monopolio artificial, ha sido en gran parte ficticia. Todo lo que es artificial es débil y fácilmente perecedero, y si la violencia agrava luego el mal fundamental, tanto peor.

Flándes fué un emporio, y sobre todo Brujas, en tanto que la independencia nacional fué el estímulo poderoso que animara al pueblo flamenco. Pero este pueblo no supo comprender la libertad sino á medias, es decir la libertad convertida en privilegio,exclusiva para las ciudades, nula para los paisanos, y en la ciudad misma fundada en el régimen del monopolio. Cada industria quedó organizada en corporacion privilegiada que rechazaba toda competencia. De ahí un gérmen de ruina bajo la transitoria prosperidad de las ciudades que tanto se esforzaron por obtener privilegios exclusivos para el comercio, la fabricacion y la industria. El dia que asomó la competencia en otras comarcas, las ciudades que habian obtenido la riqueza artificial del monopolio se arruinaron.

En Flándes la dominacion española apuró los motivos de futura ruina. La guerra, la tiranía, el egoismo dinástico y todas las consecuencias de la union artificial en que se hallaron España, el Imperio germánico y los Países-Bajos, hubieron de apresurar la decadencia. La persecucion contra los protestantes de Francia, Bélgica y otros países del continente, obligó á los perseguidos, gentes eminentemente industriosas y honradas, á refugiarse en Inglaterra, en Holanda y Suiza y trasladar allí sus industrias, modificando forzosamente la situacion de los intereses económicos. Por último, es preciso reconocer que el predominio de las ideas clericales en Flándes, deteniendo el vuelo de la regeneracion popular, ha debido embarazar mucho en los tiempos moderaos el progreso. Brujas ofrece una prueba notable en ese sentido.

Aquella ciudad, lo repito, no ofrece hoy interes sino como un museo, pues son numerosos sus monumentos de todo género dignos de atencion, particularmente á los ojos del artista. Citaré muy de paso, como los mas notables del órden civil: el Hôtel-de-Ville ó palacio municipal, edificio bien inferior á otros de su clase en Bélgica, pero notable por la gracia de su arquitectura gótica; el Palacio de Justicia, interesante por sus tradiciones históricas, y curioso por algunas esculturas y la magnífica chimenea consagrada á Cárlos V que decora una de las salas; y el Hospital-de-San-Juan, que contiene en una pequeña sala las prodigiosas obras de Memling, tan célebres entre los aficionados á la pintura, entre las cuales se distingue el primoroso relícario, cubierto en su cuerpo y sus abras de pinturas que representan la vida de Santa Ursula, la tríptica consagrada al matrimonio místico de Santa Catarina y el cuadro que imita la adoracion de los magos.

Bélgica es un país clásico de preciosas iglesias que son todas museos artísticos; pero tambien es el país clásico de la especulacion con las iglesias. Cada una de estas es administrada por alguna congregacion que hace entrar en sus prácticas piadosas la de vender á todo curioso la simple vista interior de cada templo. Mediante dinero fué que logramos visitar las iglesias de Brujas, como casi todas las demas de Bélgica. Todos los monumentos religiosos de Brujas son interesantes por sus riquezas artísticas; los mas notables son: la Catedral ó iglesia de San-Salvador, insignificante por su arquitectura, pero llena de preciosidades de escultura y pintura; la iglesia de Nuestra-Señora, cuya torre tiene proporciones imponentes, y la graciosa iglesita ó capilla de la Santa-Sangre, que dicen debió su nombre á unas cuantas gotas de muy legítima sangre de Jesucristo traida de Jerusalen por un conde flamenco.... De resto, merece tambien una visita la Academia de artes de dibujo, cuyo museo, bastante pobre y mediocre, no interesa sino por algunos cuadros de Memling y los hermanos Van Eyck.

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Contáronme en Brujas que allí, como en Gante, los maestros y compañeros que componen las tradicionales corporaciones de artes, industrias y oficios, conservan muy curiosas costumbres respecto del modo de iniciacion ó admision de un nuevo miembro. Así, por ejemplo, cuando álguien va á incorporarse en la comunidad de los aguadores, el neófito es conducido á una llanura en procesion y colocado sobre un tonel á guisa de tribuna; allí arenga y contrae sus empeños, y en seguida el jefe de la corporacion le vierte en la cabeza un cántaro de agua, aunque sea en el rigor del invierno. Al punto los compañeros de oficio echan mano á los barriles de agua que tienen listos en derredor, y cada cual lanza sobre el infeliz postulante un torrente que lo emparama y entumece. Cuando el pobre diablo no puede moverse y parece exánime, se le conduce en procesion á una taberna, donde el aguardiente, administrado por dentro en gran cantidad, neutraliza los efectos del baño y completa la fiesta de los aguadores. El método no deja de ser brutal, pero no carece de lógica, por via de experimentacion hidroterápica entre gentes que viven siempre en contacto con el agua.

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La transicion que se hace de Brujas á Ostende es tanto mas sensible cuanto que se verifica en poco mas de média hora. En vez de una ciudad antigua y solitaria en medio de su vasta llanura, es una ciudad moderna, graciosa, elegante, donde al estruendo magnífico del mar se junta el bullicio de una sociedad eminentemente promiscua, europea en toda la acepcion del término, ávida de placeres, curiosa de novedades y enteramente ocupada en pasar el tiempo alegremente.

El panorama de Ostende es uno de los mas bellos y curiosos que se pueden hallar en las costas europeas del Norte, no obstante la ausencia absoluta de una topografía pintoresca, tal como se encuentra en otros puntos. En Ostende la naturaleza no tiene mas encantos ni mas acentos que los del mar: todo lo demas es obra del hombre. Allí se encuentran frente á frente la sociedad humana, con todas sus pasiones, sus vanidades y caprichos, y la inmensidad del mar, con todo su misterio, su infinita majestad, su asombrosa elocuencia y sus tesoros inagotables de poesía.... Ningún intermediario, ningún testigo entre las dos potencias, si no son las formidables fortificaciones de la ciudad, símbolos de la guerra,ese delirio de los pueblos que suele tener por cómplice á la onda colérica del mar!

Ostende es célebre en Europa por sus baños de mar, sus ostras y sus pesquerías de arenques y bacalao. Si en Ambéres se manifiesta la actividad comercial de los Belgas, en Ostende tiene su centro ó base principal la importante industria de la pesca, que produce anualmente valores bien considerables; sin perjuicio del comercio general que se hace por ese puerto, gracias á su canal y su ferrocarril. Es á Ostende que afluyen los vapores belgas ó ingleses que hacen el servicio permanente de las comunicaciones con los puertos de Lóndres y Dover, ademas de la línea entre Lóndres y Ambéres. Es de Ostende tambien que parten todos los años las numerosas flotas de barcas pescadoras, á buscar en el mar de Noruega y todo el mar del Norte su abundante provision de harenques y bacalao, que tienen tan extenso consumo en Europa, en competencia con el producto de la pesca holandesa. Bien sabido es tambien que Ostende especula con la cria permanente de sus renombradas ostras. Como las costas arenosas de Bélgica no pueden abrigar á esos moluscos, los pescadores belgas van á buscarlos á las costas de Inglaterra para aclimatarlos en ostreras artificiales de donde salen al consumo.

El tren del ferrocarril se detiene en un gracioso arrabal hácia al sud-oeste de la ciudad,arrabal compuesto de hoteles, quintas y jardines laboriosamente conservados. Salís de la estacion, y os hallais de repente, como si os mostrasen una vista de cosmorama, cerca del vasto dique del Comercio, repleto de buques mercantes de todas las naciones, pero principalmente belgas, ingleses y holandeses, cuyas cien banderas hacen un gracioso juego con las chimeneas de los vapores, los mástiles de los buques veleros y el colorido pintoresco y la estructura elegante de los edificios de la ciudad. Atravesais el dique por uno de los dos puentes movibles, dejando el bullicio del comercio y la navegacion, y al seguir directamente la hermosa y larga calle de la Chapelle os hallais en el centro de la graciosa Ostende.

La ciudad, completamente circundada por un vasto foso y fortificaciones y diques que la defienden de las invasiones del mar, es muy pequeña y no tiene monumento ni edificio alguno particular. Pero qué gracia en el conjunto y el estilo sencillo de las construcciones! Todas las calles rectas, paralelas y cortadas con simetría; los techos rojos y los muros generalmente blancos; corrillos de gente, llenos de animacion, por todas partes; donde quiera tiendas y almacenes de modas, de objetos artísticos, conchas y curiosidades marítimas; un flujo y reflujo incesante en los numerosos hoteles, de viajeros que llegan ó se van; por todas partes algo destinado á la diversion, el entretenimiento ó el comfort de viajeros afluyendo de casi todas las comarcas de Europa.

Por último, salis de la ciudad, salvando el gran foso que la protege, y á un nivel muy superior os encontrais sobre los malecones de los diques, sorprendido por la grandiosidad del océano y la singularidad del cuadro social que teneis á la vista. Por todo el malecon del formidable dique de defensa, en una extension como de un kilómetro, hormiguea un enjambre de paseantes, de curiosos de todas las naciones, entretenidos con los encantos del espectáculo ó los goces de la conversacion. Dominando el mismo malecon, se alzan como elegantes templetes el Casino, el Faro y varios cafés y restauradores, que son los puntos de reunion de la sociedad elegante que va á tomar los baños de Ostende, ó solamente por curiosidad y placer. En cada uno de esos lugares reina la animacion de las familias y los grupos de millares de viajeros. Allí los caprichos de la moda, las confidencias entre amigos del momento, la maledicencia de unos, la chismografía política de otros, las intrigas galantes, los falsos complimientos, las protestas que jamas se cumplirán, los proyectos y dichos mas ó ménos pretensiosos, la emulacion implacable de las mujeres á la moda, las farsas de los caballeros de industria, la insolente coquetería de las cortesanas, las sérias conversaciones de los hombres de estado en vacaciones, y las truhanerías del estudiante en peregrinacion á la vapor.

Todos los tipos sociales se confunden allí en el culto comun del placer; todas las razas europeas, y aun á veces algunas del Nuevo Mundo, tienen sus representantes; todas las lenguas se hacen oir, ó si la francesa sirve de órgano al mayor número, se percibe el acento que distingue tan fuertemente unas de otras á las razas latinas, germánicas, eslavas y escandinavas.

Pero hay una lengua, un acento universal y formidable que domina y hace callar á las demas lenguas: la del océano.... Al pié del poderoso dique se extiende la vasta playa destinada para los baños de mar. Centenares de casitas ambulantes, sobre ruedas, tiradas por caballos en las horas de baños, yacen allí á disposicion de los amigos de la hidroterapia; y multitud de gentes, particularmente mujeres y niños, vagan por el ancho cascajal, recogiendo conchas, plantas ó piedras curiosas, ó retozando con las olas de la marea que sube sacudiendo sus crespos torrentes espumosos, que parecen inmensas serpientes de plata enroscadas en interminable sucesion. El mar ruge, se recoge, se encrespa, se lanza colérico sobre la playa en estupendas moles, se estrella y despedaza, chispea y se desata en mil torbellinos resplandecientes, apagando casi instantáneamente el chasquido y hervor de cada ola, al retirarse frotando el cascajo de la amplia liza en que sostiene su combate, con el estruendo de las grandes ondas que parecen bombardearse en las lejanas sinuosidades del inmenso abismo....

Qué de variedad en aquella aparente monotonía del sublime elemento! Qué de combates y rumores en aquel abismo de inagotable vida y majestad suprema! Qué de inspiraciones para el poeta, el filósofo y el artista en el seno de aquella soledad ostensible, que esconde tantos millones y millones de séres y es el mas grandioso símbolo de la omnipotencia de Dios y de la divina armonía de la Creacion! Esa sociedad inquieta, indiferente y ociosa que se agita en presencia de aquella majestad comprende acaso el lenguaje misterioso del océano? No lo sé: lo que sé es que al alejarnos de aquel espectáculo tan complejo, el hombre nos parecia mas bello y noble, puesto que ha podido reinar sobre el gran soberano del abismo!

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CAPITULO VI.

DE OSTENDE A PARIS.

El nor-oeste de Bélgica.Courtrai y la frontera.La ciudad de Lila. Douai.Arras.


Despues de visitar á Ostende, nuestra excursion en Bélgica debia terminar. Era tiempo de volver á Paris, puesto que el resto del país flamenco no llama la atencion sino bajo el punto de vista agrícola y fabril. Por lo que hace al sur de Bélgica, la pintoresca region de la hoya del Meusa, nos prometíamos poderla conocer mas tarde, al hacer alguna otra correría.

De Ostende era preciso volver á Brujas (ciudad que, lo diré de paso, es renombrada por sus mujeres hermosas), y allí debíamos seguir por el ferrocarril que conduce á Courtrai, en direccion al norte de Francia. La via que gira por las campiñas occidentales de Flándes es poco interesante relativamente, si bien es mucho ménos monótona que la de Brusélas á Ostende, por Gante y Brujas. Donde quiera se abre sobre la vastísima llanura un inmenso horizonte, y el terreno carece de inflexiones perceptibles. Por todas partes ricas praderas, campos esmeradamente cultivados, principalmente cubiertos de plantaciones de lino, remolachas, lúpulo, tabaco, legumbres y plantas de granos oleaginosos. Y en medio de esas praderas y esos campos, graciosos caseríos, ó aldeas ó pequeñas villas, demorando ya á orillas de un riachuelo, ya á poca distancia de algun canal, y mostrando siempre en la sencillez de sus edificios, en la pulcritud de los lugares visibles, en la esmerada conservacion de sus huertos y jardines y en el aire pacífico y honrado de las gentes, cierto conjunto que forma la mas simpática armonía.

Un hecho notable en las comarcas flamencas es la feliz distribucion de la poblacion. Tan presto se la ve concentrada sin exceso en numerosas villas ó pequeñas ciudades de 8 á 12,000 habitantes, como se la encuentra naturalmente repartida en pequeñísimas localidades, de actividad exclusivamente rural, por lo comun, ó dispersa en innumerables cortijos ó habitaciones campestres. Como el gobierno no ejerce ninguna accion que concentre artificialmente en las grandes ciudades la poblacion de obreros y otras gentes en solicitud de altos salarios y una existencia de lujo, el campesino permanece fiel á su campiña. Así, la agricultura prospera constantemente, al mismo tiempo que la fabricacion se desarrolla en las ciudades y villas secundarias; sin que las costumbres de los trabajadores, el equilibrio de las industrias, ni la regularidad de los salarios sufran perturbaciones peligrosas, como en otros países.

La vida del agricultor flamenco es dulce y tranquila, en cuanto lo permiten sus labores activas y el rigor del clima en el invierno. Siempre ocupado en algun trabajo, sus faenas varían según las estaciones. Así, durante los meses propios para los trabajos agrícolas, toda consagracion del campesino flamenco es para la tierra; cuando el invierno hace suspender ó terminar aquellos trabajos, el hogar doméstico se convierte en una pequeña fábrica, ó al ménos un auxiliar de la fabricacion. Cada labrador se ocupa entónces en las preparaciones que exigen el lino, el cáñamo, el lúpulo, etc., para ser utilizados en la fábricas; ó bien en la casa del labrador se fabrican hilados, encajes, algunos tejidos, cabullas y otros productos industriales. Nada es mas necesario para la moralidad y el bienestar de las clases trabajadoras, en países donde la diversidad de estaciones modifica los climas, que la coexistencia de la agricultura y la industria, en beneficio comun, que permite aprovechar el tiempo en todos los meses del año.

De Brujas á la frontera franco-belga, en un trayecto de cerca de tres

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Tag der Veröffentlichung: 23.05.2008

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